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juntos gratuitos de sonidos, sino diferentes grupos de sonidos ordenadamente

entendidos por los otros miembros de la cultura.


La universalidad de la música la contemplamos desde dos perspectivas:
a) No se conoce que exista ninguna cultura sin ella, y
b) Casi todo el mundo la adquiere o participa en ella de algún modo. No
todo el mundo es compositor o intérprete, pero todo el mundo es capaz de escu­
char y comprender alguna forma de música. La música y la adquisición musical,
por lo tanto, son universales.
Lo cierto es, que fácilmente distinguimos lo que es música de lo que no lo
es. La música, como hemos dicho, es universal, pero los comportamientos son
diversos. Lo realmente complicado es averiguar lo que las personas realizan a ni­
vel mental cuando se ocupan de la música.
MARY LOUISE SERAFINE nos propone su idea de «Cognición Musical»
(Serafine, 1988, p. 69), teniendo en cuenta que para ella la música es la actividad
de pensar en o con sonido, y por consiguiente, el término más apropiado desde su
punto de vista, es el de PENSAMIENTO MUSICAL que define como:
«Activiclad humana de conocimiento aural (sonoro), que resulta de la formula­
ción de trabajos de arte expresando finitos y organizados conjuntos de sucesos tempo­
rales descritos en el sonido.»
Reflexionando sobre esta definición, apreciamos que descansa sobre tres pila­
res fundamentales: organización en un contexto continuo temporal, las relacio­
nes sujeto/objeto del espíritu musical y el especial énfasis en la actividad cogniti-
va aural o de sonidos.
Respecto a la organización en un contexto temporal, destaca la característi­
ca de la música como arte que se desarrolla y se manifiesta en su temporalidad,
que necesita del tiempo para materializarse; de ahí que sea una de las artes «elo-
cutivas» o temporales, en oposición a las artes plásticas o espaciales, ya que toma
su materia del reino de lo audible. La temporalidad es el rasgo definitorio de la
música, y se antepone a cualquier otro como tono, duración, timbre, etc., que
serían insuficientes en sí mismos de no ser la música movimiento en el tiempo y
a tiempo.
En cuanto a la relación que se observa entre el sujeto y el objeto-música, la
podemos contemplar desde dos perspectivas:
a) La del sujeto conocedor y los procesos que se operan en él: Es necesaria
una organización de los hechos musicales en la actividad de los procesos cogniti-
vos, ya que el rol central reside en el sujeto, pues no existe ningún sonido musi­
cal hasta que el sujeto lo inventa o lo piensa. La organización reside en la mente
del sujeto, no en la pieza. También es relevante que el sujeto recibe las ondas so­

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