Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
álogo:
Diál
ogoentre
neuroc
ienc
iay
educaci
ón
J
oaquí
nFuster
J
oséAntoni
oMari
na
Diálogo entre neurociencia y educación
Joaquín Fuster, investigador del «Semel Institute for Neuroscience & Human Behavior»
de la UCLA (Universidad de California, Los Ángeles), es uno de los grandes entre los
grandes dentro de la comunidad científica internacional que trabaja en neurociencia.
Su impresionante currículum profesional (www.joaquinfuster.com) es imposible
resumir sin perder en el proceso algo interesante. El hecho de que sus contribuciones
fundamentales a la investigación sobre el cerebro se agrupen en torno a la Neurociencia
cognitiva y a la naturaleza y dinámica de las memorias, hace de su colaboración en este
número de la revista Participación educativa un privilegio y una oportunidad para, en
el contexto español, avanzar en ese diálogo necesario entre neurociencia y educación.
José Antonio Marina es una figura del panorama intelectual español que, por
mérito propio, ha logrado situarse en la ‘esfera de las estrellas’ de nuestro universo
cultural. Y lo ha hecho sin desconectarse del ámbito de la enseñanza media, de la que
profesionalmente procede; de modo que no sólo reivindica, con frecuencia, su condición
de profesor y alude a las correspondientes experiencias con sus alumnos, sino que su
obra –en tanto que filósofo y ensayista de prestigio– concierne, desde un plano más
profundo, a la educación de los jóvenes.
La descripción sintética de su vasto programa de investigación que, recurriendo a sus
propias palabras, ‘comienza en la neurología y concluye en la ética’ nos aboca a dos
condicionantes de su infatigable labor intelectual que es preciso destacar: su extensísima
erudición sobre las problemáticas que aborda y su profundo respeto por los hechos. Se
trata por tanto, en el tema que nos ocupa, de la persona adecuada para sostener este
diálogo entre un científico y un filósofo sobre una cuestión de tanto interés para el futuro
de la educación.
El texto que publicamos, extraído de la correspondencia epistolar entre ambos autores, presenta tan solo el marco de un programa de
investigación que, en su opinión, resulta necesario y estimulante para el mundo educativo. Participación Educativa les agradece since-
ramente el haber hecho un hueco en sus densas agendas de trabajo para poner, generosamente, su tiempo y su talento a disposición
de la comunidad educativa, de las comunidades científicas que trabajan, respectivamente, en neurociencia y en educación, del mundo
intelectual hispano-parlante y de la sociedad en general. Dicho marco mira al futuro de una conversación reforzada y rigurosa entre am-
bas; conversación que, en una suerte de fertilización cruzada, puede contribuir al avance del conocimiento y a la mejora de la educación.
José Antonio Marina— Querido Joaquín, antes del vera- Memory in the cerebral cortex. Aunque la educación se basa en
no Francisco López Rupérez, presidente del Consejo Escolar del la memoria, la memoria es desdeñada en el mundo educativo, lo
Estado, nos invitó a mantener un diálogo sobre «neurociencia y que me ha llevado a una continua ‘reivindicación de la memoria’.
educación». En aquel momento, aceptamos pero demoramos la Por eso, me pareció iluminador leer en tu libro que «memory is
cuestión porque cada uno estaba metido en trabajos urgentes y a functional property, among others, of each and all the areas of
a plazo fijo. Ahora, Francisco me insiste de nuevo y por eso te es- the cerebral cortex and thus of all cortical systems» (Memory in
cribo. En esta pausa he llegado al convencimiento de que tenemos the Cerebral Cortex, 1995). ¿Significa esto que todas las funciones
entre manos un tema apasionante, pero demasiado complejo, y mentales –percepción, movimiento, representación, lenguaje, ra-
que este diálogo podría ser solo el esbozo compartido de un pro- zonamiento, imaginación, etc.– se basan en la memoria?
grama de investigación sobre las relaciones entre neurociencia y
educación. Lo ‘neuro’ se ha puesto de moda. Hay ‘neuroeconomía’, Joaquín Fuster— Querido José Antonio, coincido contigo
‘neuromárquetin’, ‘neuropolítica’ y temo que la ‘neuropedagogía’ en que hoy día hay demasiados ‘neuros’ en los medios de comunica-
se quede en manos de personas poco competentes. Por eso, creo ción y en el debate divulgador público. A mi modo de ver, casi todos
que tu intervención en este campo es fundamental. esos ‘neuros’ son gratuitos y se utilizan para obtener injustificada
credibilidad y encubrir ignorancia.
He vuelto a revisar gran parte de tu obra y creo que sobre
ella puede (y debe) construirse una teoría del aprendizaje y de la Efectivamente, amigo mío, en sentido amplio todas las funcio-
educación. Para mí fue una agradable sorpresa que después de nes cognitivas y emocionales utilizan memoria. Pero claro, hay mu-
dedicar tantos años al estudio del cortex prefrontal, publicases chas clases de memoria, tantas como sistemas de función nerviosa.
Como vengo a decir en el texto que citas, refiriéndome concreta- cas (el conocimiento no es más que memoria semántica). Todas las
mente a la corteza cerebral, cada subsistema dentro del sistema funciones cognitivas y emocionales superiores consisten en tran-
nervioso tiene su memoria. Así es que, para empezar (en filogenia sacciones nerviosas entre y dentro de aquellas redes de memoria.
y ontogenia), los sistemas instintivos, sensoriales y motores utili- El fundamento y misión de la educación del niño es favorecer la
zan lo que yo llamo ‘memoria filética’. Con ello quiero decir que estructuración de esas redes de memoria y conocimiento que harán
el genoma nervioso –y la memoria ancestral que trae consigo– es de él un ser social feliz y útil para beneficio propio y de los demás.
‘información’ puramente estructural, contenida en la estructura
misma de aquellos sistemas con los que nacemos. Es la ‘memoria José Antonio Marina— Ese mismo libro tuyo sobre la me-
de la especie’. Se trata sin duda de memoria, a saber, de informa- moria termina diciendo que muchas de las influencias no cons-
ción adquirida por los miembros de una misma especie animal en el cientes que dirigen nuestras decisiones «may come from yet uni-
curso de la evolución –‘en la noche de los tiempos’– para adaptarse dentified cortical areas that represent our higher values, indeed
al mundo en que viven. Esta memoria incluye partes esenciales y from a fund of abstract perceptual and motor memory built by
atávicas del sistema nervioso, como son los órganos de los sentidos, education and the good example of fellow humans». Esto implica
la innervación muscular, las cortezas sensorial y motora primarias, que la educación ‘construye’ de alguna manera el propio cerebro
el hipotálamo, la amígdala, el sistema vegetativo autonómico y los que la hace posible. Trabajo con la hipótesis de que en el ser hu-
arcos reflejos a todos los niveles. Para repetir, es legítimo llamar al mano la educación ha sido un tercer factor evolutivo (unido a la
conjunto de todas estas estructuras memoria (filética) porque todas mutación y la selección natural), es decir, que la evolución del ce-
ellas contienen y retienen información que se dinamizará (‘se evo- rebro humano fue una co-evolución biológico-cultural. ¿Estarías
cará’) en cada percepción, en cada movimiento muscular, en cada de acuerdo?
emoción y en cada acto instintivo. Joaquín Fuster— Para responder a tu pregunta, voy a exten-
Ahora bien, encima de esa memoria filética se construye y al- derme aquí un poco con objeto de plantear, aunque sea solo bre-
macena la memoria individual de cada uno de nosotros. Lo hace vemente pero con la debida cautela científica, siete puntos que yo
especialmente en la corteza cerebral en forma de redes neuronales considero esenciales en todo diálogo entre educación y neurociencia:
(o ‘cógnitos’), las cuales redes se auto-organizan con la experiencia
Primer punto: «La evolución del cerebro humano es una co-
vital y la consiguiente facilitación de cambios sinápticos de trans-
evolución biológico-cultural». Tu idea me parece aceptable si nos
misión entre células nerviosas, tal como ya Cajal intuyó en Barcelo-
limitamos a los aspectos de la cultura que contienen determinantes
na alrededor de 1890.
filéticos de carácter social, teniendo en cuenta que la evolución es
Estas redes cognitivas o cógnitos de memoria personal, con un proceso colectivo, de comunidad y de población. Entre ellos es-
todos sus matices emocionales, se van organizando a sí mismas a tán el apego o afiliación, la confianza en el prójimo, la recompensa
medida que se adquieren, entrando a formar parte de una jerar- y el altruismo. A mi modo de ver todo esto, que no es poco, es lo que
quía de redes corticales ampliamente distribuidas, interconectadas aporta la evolución biológica a la educación. Donde difiero de ti es
y solapadas entre sí. Las redes inferiores de esta jerarquía repre- en un implícito lamarkismo de la cultura, a saber, de la ‘circunstan-
sentan los elementos perceptuales y motores más concretos de la cia’ de Ortega. Si la cultura adquirida por educación fuera hereda-
experiencia personal, mientras que las redes superiores, más am- ble genéticamente y evolucionara con resultados beneficiosos para
plias y complejas, representan las memorias episódicas y semánti- la sociedad, grandes civilizaciones habrían sobrevivido a pesar de