El presente análisis, producto de la actividad individual, traza
las interrelaciones entre las expresiones musicales de cada cultura, las relaciones de género y el parentesco e intenta la reconstrucción de las características y la significación de los diferentes instrumento musicales como expresión compleja del mito y el rito. El trabajo sostiene que la música se encuentra en estrecha relación con los contenidos más significativos de la cultura, en este caso, la práctica de los diferentes instrumentos, las relaciones de género, el rol, el status y el parentesco de los intérpretes.
Como manifestación humana, la música está presente en todas
las culturas y se encuentra, ya desde sus orígenes, ligada a los primeros gestos humanos y a los rasgos comunicacionales de la especie. Considerada como un universal humano, es una de las más llamativas muestras de la vasta posibilidad de la variabilidad cultural. Partiendo de la manipulación de la materia sonora o dimensión sonora de la realidad, cada grupo humano realiza una construcción cultural a la que denomina música y a la cual dota de elementos y estructuras de variable complejidad.
En la construcción y socialización de la música colaboran la
conformación de una cadena de transmisión de los saberes, las estructuras y valores, las prácticas musicales y sociales y los discursos asociados a ella, así como el conjunto de artefactos, utensilios o instrumentos musicales que sirven en su construcción. Los instrumentos pueden aportar valiosos datos sobre los procesos de vida del grupo: los recursos sonoros, las técnicas de ejecución, los conocimientos del grupo sobre los fenómenos acústicos, las prácticas, los usos, la tecnología, las técnicas aplicadas a la fabricación de instrumentos, los conceptos subyacentes a la ejecución y a la música y también, en un sentido simbólico, los conceptos subyacentes a la representación del mundo y la cosmogonía. La música es parte de la tradición y se transmite de varios modos de una generación, a otra generación, o entre varias generaciones; de allí la importancia que guarda en su transmisión vinculada al orden de las relaciones ligadas a cada cultura. Su estructura refleja un propósito: la transmisión de saberes, la reproducción continuada a través de medios de comunicación. Como hecho cultural transmitido, la música está sujeta a los procesos de recreación e invención de la tradición.
En general, los instrumentos, son ejecutados por hombres,
mujeres y niños a diferencia en los instrumentos musicales de los wayuu las mujeres no participan de la mayoría de las actividades musicales como ejecutantes y, sólo desarrollan la práctica musical del canto de Jayeechi, práctica que es muy común en la mujer wayuu y que no se encuentra restringida. La norma cultural parece alejarlas del ejercicio musical y conducirlas hacia otras labores entre las cuales destaca los oficios domésticos y el tejido, actividades que gozan de alto status y prestigio y mostradas como modelos en los mitos.