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Introducción
La Divina Comedia, compuesta entre el 1304 y el 1321 por el poeta italiano Dante
Alighieri, es una de las epopeyas literarias más conocidas en el canon occidental. Así
también, es la obra bisagra entre el pensamiento literario medieval, regido por un fuerte
teocentrismo, y el renacentista, donde imperó el antropocentrismo. Tal es la importancia de
esta obra poética que el crítico y teórico literario estadounidense Harold Bloom toma a Dante
como el punto de inicio de su famoso “Canon Occidental” (1930), el cual según el mismo
Bloom llevaría como figura central a William Shakespeare. Según Bloom, para que una obra
resulte parte del canon, esta no debe perder nunca su originalidad.
La extrañeza canónica puede existir sin la conmoción de tal audacia, pero el aroma de
la originalidad debe flotar sobre cualquier obra que de modo inapelable gane el agón con
la tradición y entre a formar parte del canon.
El intentar definir qué puede y qué no puede ser considerado literatura devendría en un
agotador proceso de interpretación de los textos teóricos e históricos que se vienen
produciendo hace ya varios años. Por este motivo, considero más oportuno abarcar a la
literatura en un sentido amplio y como un concepto dinámico según la época. En su libro
Una introducción a la teoría literaria (1983), el teórico literario inglés Terry Eagleton
plantea la idea de que la literatura no puede considerarse como una categoría objetiva.
Lo que hasta ahora hemos descubierto no se reduce a ver que la literatura no existe en el
mismo sentido en que puede decirse que los insectos existen, y que los juicios de valor que
la constituyen son históricamente variables; hay que añadir que los propios juicios de valor
se relacionan estrechamente con las ideologías sociales.
De esta manera, en lugar de continuar una discusión sobre la definición de literatura, sería
más propicio hablar de la relación que la literatura contrae ante nuevos elementos de la
cultura. Uno de estos elementos son las llamadas “nuevas tecnologías” (aunque sus
comienzos daten ya de casi medio siglo atrás).
No resulta extraño, en este contexto, que el interés por explorar el alcance de las nuevas
tecnologías y su impacto sobre las formas culturales contemporáneas haya ido acompañado
por un análisis crítico de la denominada cultura del libro, cuyos perfiles parecen dibujarse
con mayor nitidez a medida que sus límites son, en cierto sentido, cuestionados por la
expansión de la red global.
Esta expansión que mencionan los autores es la que permitiría, llevado al caso de los
videojuegos, el solapamiento de la esfera literaria dentro de la lúdica. El impacto cultural de
estas nuevas tecnologías es el disparador que nos permite cuestionarnos hasta dónde pueden
llegar los fenómenos literarios más recientes como fundamento inspirador de los
videojuegos.
Haciendo referencia exclusiva al caso que he tomado como ejemplo, este solapamiento
consta, a su vez, de un contraste entre la figura principal de la historia contada desde la
perspectiva literaria y el objetivo lúdico. Para demostrar esto, es necesario realizar una
comparación del tipo tematológica, entendiendo a esta como la rama de la Literatura
Comparada que se encarga del análisis de los temas y argumentos de los textos literarios y
sus relaciones tanto internas como externas. De este modo, es posible identificar las
manifestaciones de piezas literarias o artísticas en obras anteriores o posteriores. Aquí
encajaría perfectamente la representación de la figura de Dante, tanto como poeta en su
Divina Comedia como de guerrero Cruzado en Dante’s Inferno.
El Dante Poeta está caracterizado como una autoficción del mismo autor. El comienzo del
poema, igual en la obra literaria como en la representación que hace el videojuego, es el
mismo.
Nel mezzo del cammin di nostra vita
Mi ritrovari per una selva oscura,
Ché la diritta via era smarrita.
Sin embargo, el Dante Poeta aquí está presentado como un observador y filósofo que se
limita a atravesar el infierno escoltado por Virgilio sin involucrarse físicamente con el lugar.
Su ánimo es débil y sus fuerzas flaquean ante las imágenes que el inframundo presenta, así
como también se estremece ante los castigos que allí ve. A tal punto llega su fragilidad de
hombre de letras y filósofo que incluso pierde su conocimiento cuando cruza el río
Aqueronte.
La terra lagrimmosa diede vento,
Che balenò una luce vermiglia
La qual mi vinse ciascun sentimento;
A modo de conclusión