Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Las luchas identitarias, sea cuales fueran (de género, raza, clase, orientación sexual, etc.), no
pueden tener como objetivo político la afirmación de la propia identidad y al mismo tiempo
verse a sí mismas como luchas progresistas, ya que con ello dejan intacto el sistema de
relaciones que jerarquiza las identidades.
No hay manera de que una comunidad particular (sea indígena, negra, gay, musulmana, lésbica)
viva una existencia independiente del sistema de relaciones de poder que la ha constituido, así,
como identidad subalterna.
De todo esto podemos concluir que una posición teórica “decolonial” no es aquella que busca
la recuperación de la identidad cultural de los pueblos colonizados. Tal recuperación no es más
que una quimera, pues ha sido justo el sistema-mundo moderno/colonial el espacio en que se
han constituido las identidades de cada uno de los elementos que entraron en esa matriz de
relaciones jerárquicas.
Lo que este filósofo quiere decir es que la descolonización debe radicalizar la universalidad
abstracta del legado colonial. No se trata, pues, en nombre de la descolonización, de liberarse
de la universalidad (por considerarla un instrumento del colonizador), sino de apropiarse de ella
para mostrar que esta universalidad es “incompleta”, que ha dejado algo por fuera. La lucha no
es entonces por desembarazarse de la universalidad, sino por encarnarla.
El momento propiamente político es aquel en el que esos sujetos flotantes establecen un litigio
frente al ordenamiento que los excluye. Pero atención: lo que cuestionan no es la exclusión que
ellos en particular experimentan, sino el ordenamiento mismo en el que esa exclusión tiene
lugar. No piden ser incluidos en el mismo orden que les excluye (“queremos tener una parte en
ese orden”), sino cambiar las reglas que son válidas para todos (“queremos otro orden”).
En este sentido, la emancipación es para Rancière la capacidad de romper las fronteras de los
territorios asignados a partir de apropiarse de las palabras de los otros donde esa apropiación,
no es sino una verificación de la igualdad que es polémica, justamente porque esa igualdad era
negada. Esta subjetivación siempre supone para Rancière una heterología, es decir una lógica
de la otro, con la cual estos sujetos se desidentifican de la identidad y clasificación dada en el
reparto y se apropian de las palabras ajenas torsionando sus sentidos. La aparición de este sujeto
excesivo (démos) siempre fractura las divisiones policiales y exige una re-cuenta o re-
confuración de ese orden dado.