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Autor:
Ferrini Gueron y Gueron
Nuestra noción de poder coincide con el concepto aceptado: algunas veces dentro de la
ciencia política: "Capacidad para el logro de objetivos". Este concepto, naturalmente, presenta
ciertas '. dificultades en el orden de análisis: ¿Un Estado es poderoso cuando logra objetivos, o
logra objetivos cuando es poderoso? ¿El poder es algo previo que ayuda al logro de objetivos, o
es una noción resultante del logro de éstos? Estas preguntas con características de artimañas
pueden introducir algunas confusiones. Lógicamente, si partimos y nos ceñimos a la definición
anterior, debemos aceptar la primera alternativa (como correcta. El problema se presenta por el
hecho de que la definición ha sido elaborada en términos de efectos y no de causas o componentes.
Definido de esta manera, el poder resulta impredecible y sólo analizable ir a posteriori. Sin
embargo, el poder, como todo hecho, es una resultante previamente determinada en ~100 de sus
sentidos. Aceptar las dos alternativas de las interrogantes mañosas que hemos formulado arriba
(como estaríamos tentados de hacer), implicaría admitir el fenómeno poder como causa y efecto
de sí mismo, o lo que es lo mismo, como producto espontáneo.
Ocurre algunas veces que un país pequeño y de escaso potencial parezca altamente
poderoso, o que un país de gran potencial dé la impresión de gran debilidad. Un país "pequeño"
puede enfrentarse y aun vencer a otro más potente. Tal caso no anula las consideraciones
anteriores. Este hecho puede resultar, en primer lugar, por la suma de elementos de poder
pertenecientes a otro Estado. El potencial puede incrementarse mediante el concurso dc aliados.
El caso cubano-norteamericano no solamente enfrentó a estos países de gran desnivel. La presencia
del poderío soviético en respaldo de Cuba desempeñó una función niveladora.
En segundo lugar, algunos "pequeños" países parecen estar rodeados de un gran poder;
logran muchos de sus objetivos. Estos logros, sin embargo, no tienen mayor significación dentro
del sistema internacional. Estos países realizan acciones y fijan posiciones conjuntamente con las
grandes potencias, obteniendo ciertas victorias como concesiones en asuntos de principios, cargos
en organismos internacionales, respaldo diplomático y algunas otras de cierta importancia, para sí.
Estos conjuntos de pequeños triunfos van conformando un "poder" que no corresponde con so base
potencial. No resulta difícil comprender que" se trata, en este caso, de ~m poder aéreo y
condenado; un poder basado sólo en la habilidad para lograr concesiones de poca importancia y
que durará tanto cuanto esas potencias mayores lo acepten; una mera imagen de poder producida
por una política exterior un tanto "grande" que considera de su interés problemas sobre los cuales
no tiene ninguna posibilidad de control y que se contenta con el logro de victorias de importancia
muy localizada.
El tercer caso está dado por países cuya potencia está en proceso de desarrollo. No se trata
aquí de un poder aéreo sino efectivo, con el que se cumplen nuestras hipótesis. Tales países
manejan los elementos que poseen elevando el costo y riesgo de cualquier acción que pudiera ser
emprendida por otras potencias mayores. Los objetivos que logran son verdaderos triunfos de su
política exterior y no simples concesiones sobre asuntos de poca importancia. Empero, en virtud
de que el desnivel con potencias mayores es real, pueden ser reducidos, en última instancia, si
aquéllas consideran amenazado su interés nacional a un nivel demasiado alto.
Una gran potencia puede aparecer como débil si los objetivos en cuestión no son considerados por
ella como importantes o si el costo y el riesgo que se imponen para el logro de ellos es demasiado
alto. En tales circunstancias, una potencia puede aceptar perder sin haber utilizado sus recursos, y
en la mayoría de los casos, sin menguar por ello su poder. No obstante, debe tenerse en cuenta que
si un país ve amenazada su integridad utilizará todos los recursos que posee Como gran potencia.
La consecuencia que se desprende es que la mera posesión de potencial no da poder; como hemos
indicado anteriormente, es necesario que aquél sea utilizado. La independencia lograda por algunas
colonias en nuestro siglo es un ejemplo del caso en cuestión.
Hemos visto que para que el poder sea real debe surgir sobre una base que hemos llamado
potencial, y por otra parte ese potencial se traduce en poder sólo cuando es manejado en términos
de un objetivo; por lo tanto, la definición de poder en estrategia añadimos la cualidad indispensable
de adecuada, puesto que ello sólo puede ser constado a posteriori.
Podemos entrar ahora en el análisis del concepto potencial, al cual hemos considerado elemento
imprescindible y fundamental.
Definimos potencial como el conjunto de capacidades materiales y no materiales que pueden ser
manejados por el Estado en el sistema internacional para el logro de un objetivo preestablecido.
Esta definición puede ser considerada como demasiado amplia, en virtud de que las categorías
material y no material incluyen cualquier cosa imaginada. La amplitud de los elementos que abarca
tal definición corresponde con una igual amplitud de los elementos manejados en la consecución
de fines en el sistema internacional. Todo aquello que sea manejado en términos de un objetivo se
convierte en un elemento de poder, m.\s o menos efectivo, y forma parte de lo que hemos llamado
potencial. La limitación, pues, no aparece en la definición, sino en la disponibilidad misma. No es
elemento de poder aquello que no se posee.
De acuerdo con la definición formulada, el potencial no está constituido sólo por una base material,
sino que reúne capacidades no materiales. El potencial no es sólo una noción cuantitativa, sino
también una noción cualitativa. La no consideración de este último hecho condenaría a la
simplicidad a cualquier análisis. Uno de los elementos del potencial, la población, debe ser
analizada cuantitativamente; pero la cantidad en sí no la convierte en un elemento de poder, sino
sus características cualitativas. Una gran población desnutrida, enferma y analfabeta tiene pocas
posibilidades de constituirse en un recurso efectivo para el logro de fines; tal es el caso de la India
y otros países.
Nos enfrentamos ahora con el problema de establecer el nivel de poder de un Estado. Si nuestra
definición de poder es correcta, la única manera de determinar cuán poderoso es un Estado es
(estrictamente hablando) establecer cuántos de sus objetivos logra y cuáles son las características
de ellos. Nosotros no podemos conformarnos con saber que Francia es "más poderosa" que 'Togo,
sino que necesitamos un criterio general para establecer que ello es así y explicar su origen. Ya
hemos expuesto el obstáculo de orden conceptual que presenta tal intento. El poder no es una
noción cuantitativa (una suma de "cosas" que posee el Estado), sino la capacidad para utilizarlas
exitosamente.
Dado un inventario de elementos de poder, definidos como cada uno de los diferentes tipos de
recursos que componen el potencial, la única manera de evaluar el poder de un Estado es
observando a éste dentro de una situación política internacional en la que tiene planteado el logro
de un objetivo. Tal verdad teórica haría imposible determinar cuán poderoso es un Estado en el
momento previo a un conflicto, por ejemplo. Ello nos conduce a establecer que si bien es cierto
que el poder no está exclusivamente determinado por lo que se tiene, podemos, no obstante, aceptar
que el conjunto de elementos de poder determina la capacidad potencial que tendrá un Estado para
resolver favorablemente una situación en el plano internacional. En un conflicto internacional, por
ejemplo, la nación con mayor potencial tiene cierta predisposición a la victoria. Los objetivos
deben ser formulados, por lo tanto, teniendo en cuenta las capacidades propias y las del contrarío.
Esta noción de poder establecida en términos de los propósitos a los que se destinan los recursos
del actor y no en términos de los recursos mismos, aunque conceptualmente intachable, ofrece
serias dificultades de instrumentalización. En efecto, en términos estrictos, la única manera de
determinar el poder de un actor es a posteriori. a través del éxito o del fracaso en la obtención de
los objetivos que se haya formulado. Así planteado el problema, se hace imposible la elaboración
de un instrumento refinado de "medición del poder" y al mismo tiempo se debilita toda posibilidad
de predictibilidad. Ello exige una cualificación de la definición de poder como capacidad de lograr
objetivos, a través del establecimiento de una clasificación de las calidades relativas de los
objetivos propuestos. En efecto, de no hacerlo así resultaría que un actor con pocos recursos y
limitados objetivos. en la medida que lograse éstos sería "más poderoso" que otro con mayores
recursos y más amplias aspiraciones, que pudiese satisfacer sólo algunos de sus propósitos.
No existe una clasificación de "importancia" de los objetivos. Ello sería posible sólo en una
situación en la que la cultura total del sistema alcanzase tal grado de homogeneidad que todos los
actores considerasen como deseables los mismos fines; y aun así, la importancia relativa de estos
variaría para cada actor en función de su propio standard de jerarquización.
A pesar de estas dificultades, es posible una aproximación al problema del poder desde el punto
de vista de los medios. Pero una vez aceptada esta alternativa, debe quedar claramente establecido
que el inventario de recursos materiales e inmateriales a la disposición de un actor no es, ni
pretende ser en ningún momento, una medición del poder, sino una valoración estimativa de
"potencial". En efecto, la posesión por parte de un actor de ciertos elementos tradicionalmente
asociados con la "riqueza" y el "poder" permite suponer un potencial de acción superior al de otro
actor que no disponga de esos elementos. Pero aun este indicador está sujeto a dos condiciones
esenciales: que se consideren los demás factores como iguales y que se hayan definido
suficientemente los objetivos de modo que se pueda establecer si los elementos disponibles son
los apropiados para la consecución de los objetivos formulados.
Considerados en abstracto y sin relación a ningún objetivo específico, podemos dividir los
elementos del potencial del Estado en dos grandes categorías: Elementos Tangibles y Elementos
Intangibles.
Esta descripción general del papel de ciertos elementos de potencial en el poder del Estado puede
instrumentarse y refinarse para establecer una mayor precisi6n estimativa. Así, Deutsch ha
establecido más de setenta indicadores específicos para establecer un perfil de potencial para cada
Estado nacional en un momento dado, que le permite dibujar una especie de mapa de poder para
todo el sistema internacional. En las páginas que siguen, y para los propósitos de este trabajo, nos
hemos limitado a un breve estudio de los elementos de potencial de Venezuela que son más
susceptibles de ser efectivos elementos de poder, y que por ende pueden contribuir más
significativa e inmediatamente a la política exterior de Venezuela. Así, estudiamos varios factores
relacionados con la geografía, población, economía y estructura social, y su papel romo
contribuyentes al poder nacional.
EL FACTOR GEOGRÁFICO
El concepto que hemos venido desarrollando a lo largo de estas páginas, según el cual la calidad
de elemento de poder de cualquier factor es una función de los fines, cobra renovada importancia
en lo que respecta al factor geográfico. El papel de la realidad geográfica ha sido tan
exageradamente sobrestimado que dio origen a las más descabelladas especulaciones y teorías,
culminando en la ya famosa noción de "geopolítica", todavía aceptada por más de un periodista
poco informado.
El castillo de naipes que se construyó sobre la noción del heartland, o corazón de la tierra, se
derribó por el sencillo medio de desarrollar nuevos métodos que permitieron trazar mapas con
distintos centros de proyección. Proyectando en el polo Norte, por ejemplo, se obtiene una visión
del hemisferio Norte del planeta en el que la península europea pasa a ser tan periférica como lo
había sido América en las viejas concepciones.
Este simple avance en las técnicas del trazado de mapas, unido al más notable desarrollo de la
tecnología en los medios de transporte de armas destructivas (como el proyectil balístico
intercontinental) y el cambio radical en los conceptos estratégicos tradicionales provocado por las
armas atómicas, acabó para siempre con las pretensiones "científicas" de la geopolítica.
Ello nos permite examinar la geografía como elemento de poder, sin temor a los viejos
determinismos, y al mismo tiempo, sin el peligro de subestimar su importancia. A poco que
estudiemos las distintas formas en que la geografía puede influir en la capacidad del Estado para
lograr sus fines, veremos que esta influencia está mediatizada por la relación de la tierra con otros
elementos de poder. El papel de la geografía es, pues, estudiable sólo a través de su influencia
sobre las otras variables del poder, o conjuntamente con ellas. La extensión, la topografía, el clima,
la situación estratégica, son significativos en términos de poder, si se conciben en relación con la
población.
Como Ortega señaló, "Donde mejor se nota la influencia de la tierra sobre el hombre es en la
influencia del hombre sobre la tierra" (El Espectador, tomo IV).
Para confirmar la dependencia de los elementos de poder a la formulación de los fines hay que
subrayar que la mera extensión territorial puede representar una disminución más bien que un
incremento del poder del Estado. Cuando el objetivo es la defensa fronteriza, la mera extensi6n de
los límites puede debilitar la capacidad militar de una nación de vastos territorios que tiene líneas
de defensa largas y vulnerables, y requiere más hombres, más armas y más capacidad logística. De
igual modo, amplias extensiones ricas en recursos, que no están acompañadas de una organización
económico-militar capaz de explotarlas y defenderlas, pueden ser un estímulo a la intervenci6n de
Estados de mayor nivel industrial y mayor capacidad militar que estén en mejores condiciones de
conquistarlas y hacerlas producir.
Los accidentes geográficos, valles, ríos, montañas, son también capaces de influir indirectamente
en el poder del Estado.
Más significativa, por su influencia directa en el poder del Estado, es la situaci6n estratégica; pero
aun el poder estratégico está calificado por un conjunto de variables no geográficas.
Estrechos como el de Gibraltar no dieron poder a quienes los' tenían en su territorio, sino a Estados
que ya tenían poder para ocuparlos e incorporarlos a su sistema de fines. El istmo de Suelo no
colaboró para nada al poder de la monarquía fatimita, ni adquirió significación alguna hasta cuando
Estados que ya dominaban las rutas marítimas construyeron un canal los tibetanos nunca fueron
una gran potencia a pesar de vivir en la fortaleza natural de los Himalayas, y aun las montañas más
inaccesibles del planeta no fueron obstáculos a la ocupación china. En una palabra, un lugar
geográfico no tiene sentido estratégico alguno hasta que los Estados lo incluyen en el sistema de
prioridades de su interés nacional, y sólo entonces cobran significación como variable del poder
de un Estado los Dardanelos no tienen significado po1ítico hasta que los persas se proponen invadir
a Grecia o Rusia busca una salida al Mediterráneo. Sharm El Sheik es un imperceptible nombre en
un mapa hasta que Egipto lo usa para bloquear el estrecho de Tirán y ello obstaculiza la navegaci6n
israelí.
Si un proyectil balístico puede volar con su carga destructiva de Ottawa a Leningrado, o de Moscú
a Chicago, a través de la ruta del polo Norte, es obvio que el estrecho de Behring pierde su antigua
significación.
Nada de lo dicho excluye que, dados ciertos objetivos y ciertos medios, la ubicación geográfica sí
tiene características estratégicas. Si el poder del Estado requiere petróleo y éste no puede
transportarse por avión en condiciones económicas, y los pozos están en Kuwait, y el mercado de
consumo de Londres, el paso del canal de Suez es esencial al poder británico, por ejemplo. Si
Francia decidiese invadir a España con su infantería, el paso de Roncesvalles cobraría nueva
importancia estratégica. Si Indonesia reanudase sus ambiciones hegem6nicas sobre la península
de Malaca, el control del estrecho de ese nombre contribuida significativamente a la capacidad de
Yakarta para lograr sus objetivos. Si se quiere desarrollar una industria pesquera, es conveniente
tener amplias costas.
En resumen, la ubicación, al igual que la extensión, la topografía y el clima, es decir, todo lo que
hemos dado en llamar factor geográfico, contribuyen al poder del Estado a través de la influencia
que ejercen sobre los otros elementos de poder y en funci6.n de los objetivos específicos
El café y el cacao de las montañas andinas, el ganado de los llanos, la pesca de Sucre y Margarita,
el hierro de Guayana, el petróleo del Zulia y de Oriente, son recursos y actividades que están
directamente relacionados con la geografía, cuantitativa y cualitativamente considerada; esos
recursos constituyen la base material de la economía, y a través de ella contribuyen al poder de
Venezuela. La extensi6n del territorio, sobre el que viven escasamente ocho millones de personas,
ha hecho que sólo las costas y las montañas tengan vías adecuadas de comunicación y contribuyan
significativamente al poder económico del país. Sólo en los últimos años el vasto macizo de
Guayana se ha venido incorporando realmente a 1a nación a raíz de la construcción de un
importante centro industrial en la “Zona del Hierro” y de la construcción de la represa
hidroeléctrica que aprovecha la topografía del cauce del Caroní.
Sin embargo, las lluvias tropicales provocan frecuentemente el desbordamiento de los ríos más
caudalosos, con las consiguientes inundaciones en las zonas de los llanos. Las subidas que en el
valle del Nilo fertilizaban la tierra y servían de base a la economía agrícola del antiguo Egipto, en
Venezuela solo destruyen viviendas, ganado y vidas humanas, con su consecuente efecto sobre las
variables (población y economía) del poder del Estado.
Las fronteras son largas, mal protegidas y durante mucho tiempo sólo estuvieron determinadas en
el papel de los mapas. Así, Venezuela perdió 150.000 Km. 2 de territorio al oeste del rio Esequibo
y estuvo a punto de perder el casi despoblado delta del río Orinoco.
La península Guajira termino, después de un siglo de abandono, bajo la jurisdicción colombiana.
Ganado y hombres atraviesan ilícitamente las fronteras insuficientemente vigiladas. Las alturas
del pico Roraima y la falta de ambiciones territoriales del vecino del sudeste han logrado que la
del Brasil sea la única frontera estable que ha tenido Venezuela en ciento cincuenta años.
Dadas ciertas condiciones- de desarrollo del poder venezolano, la ubicación sobre las Antillas
puede darle alguna significación en la política del área del Caribe. Es, indudablemente, el país de
América del Sur más cercano a los mercados europeos y norteamericanos, pero sus costas
continentales sólo albergan cuatro puertos de importancia econ6mica.
LA POBLACIÓN
Durante el siglo XIX y las dos primeras décadas del xx, la población venezolana se caracteriza por
un estancamiento cuantitativo. El crecimiento natural es insignificante (cercano al crecimiento de
la población mundial), a pesar de que la natalidad se mantenía colocada a niveles verdaderamente
altos. La causa de ello estaba situada en el nivel también alto de la mortalidad. La diferencia entre
el rotal de nacimientos del total de defunciones era demasiado pequeña y condenaba a un
crecimiento que tomando Como base 100 el año de 1873, en 1920 esa base había llegado apenas
a 143. Ese pequeño crecimiento se encontraba entre 0,5 Y 1,0 por ciento anual. Este crecimiento
corresponde actualmente con el de países desarrollados, pero mientras en estos ocurre por una
mortalidad y natalidad muy bajas, en la Venezuela de esa etapa ocurría, por lo contrario.
El complemento en el crecimiento total no natural de. la población podía haber sido la inmigración,
pero ella no ocurrió significativamente sino hasta bien avanzado el presente Siglo.
A partir de 1920 comienza a operarse un cambio que define una nueva etapa en el crecimiento
demográfico del país. Las características de esa etapa se resumen en una tasa de crecimiento
mayor. La tasa de natalidad se mantiene alta, pero no será ella la causante fundamental del nuevo
ritmo de aumento, sino que, por el contrario, lo será un descenso moderado pero continuo en la
mortalidad. La consecuencia' inmediata es que la diferencia entre nacimientos y defunciones
comienza a agrandarse, dejando un margen de aumento mayor. Las dos curvas, que venían siendo
casi paralelas, se separan. Durante esta etapa (1920 - 1945) la tasa de crecimiento natural sobrepasa
definitivamente el 1 por ciento y llega, en 1945 a 2,2 por ciento. La población total arriba a cuatro
millones. La base para 1873 se coloca ahora (1941) en 222.
La tercera etapa se perfila desde 1945 hasta nuestros días. La mortalidad desciende a ritmo mucho
más acelerado, mientras que la natalidad continúa siendo elevada. La base se sitúa en 434, lo que
quiere decir que se duplicó la población en unos veinte años. Así, la tendencia casi vertical que
toma la curva de mortalidad la lleva a colocarse por debajo de 9,0, alejándose definitivamente de
la natalidad y dando como consecuencia un margen de crecimiento que sobrepasa el 3 por ciento
y en ocasiones llega hasta el 4 por ciento. Esta puede llamarse la verdadera etapa de expansión
demográfica. La población total llega a ocho millones de habitantes.
Hemos visto en la breve reseña anterior el tipo de cambios ocurridos con las dos variables
fundamentales del desarrollo demográfico. Ahí podemos observar las fabulosas consecuencias en
el orden cuantitativo de la población venezolana. En los ochenta y ocho años que van desde 1873
a 1961, "la poblaci6n venezolana logra más que cuadruplicarse. Semejante expansión, pocos países
llegan a presentarla. Ella es extraordinaria y sorprendente".
La causa determinante de este cambio se encuentra en las variaciones experimentadas por la
mortalidad, la que al reducirse en la manera que lo ha hecho ha operado sobre el crecimiento como
un aumento de la natalidad.
La situación varía desde una en la que a una alta natalidad correspondía una alta mortalidad, para
colocarse en otra en la que a una alta natalidad corresponde una mortalidad de país desarrollado.
El hecho de que la población haya crecido al ritmo señalado supone el mejoramiento de las
condiciones generales de vida. Nosotros no entraremos aquí en el análisis de las causas que han
determinado los cambios en las variables examinadas; ellas pueden ser estudiadas en los trabajos
demográficos de los cuales hemos partido. Nuestro propósito es, simplemente, el establecimiento
de los cambios en sí, para determinar en qué medida se convierte en elemento de poder esa
población.
LA ECONOMÍA
El diagnóstico de una economía cuenta en la actualidad con un conjunto de instrumentos muy
útiles y que se refinan constantemente. Tales son: los agregados macroeconómicos que conforman
las cuentas del ingreso y el producto; la balanza de pagos; la tabla y los modelos de insumo
producto, y la cuenta de fluir de fondos. Desde este punto de vista, el análisis de la economía
venezolana se encuentra con serios tropiezos; en efecto, prácticamente durante la primera mitad
del presente siglo no se cuenta con indicadores apropiados, a excepción de algunas estimaciones
aisladas. Esto nos obliga a estudiar este período en forma conjunta (por razones estadísticas, lo
cual no es correcto), donde utilizaremos algunas cifras de producción, de comercio exterior y
fiscales, para tratar de llegar a algunas conclusiones. El restante período, por razones político-
económicas, será. dividido en dos: el período 1950-57, Y luego, hasta el presente. Este tratamiento
no sería completo si no se intentara al final una evaluación de conjunto del período completo; sin
embargo, no es el diagnóstico, en el sentido más ortodoxo de su definición, lo que intentamos
llevar a cabo; pretendemos, simplemente, establecer algunos puntos de apoyo para intentar
posteriormente el análisis de los aspectos económicos de la política exterior.
El ingreso nacional ha crecido de tal forma que si pudiéramos comparar las cifras actuales con los
ingresos de principios de siglo la diferencia sería verdaderamente asombrosa; sin embargo, ese
crecimiento es el resultado de una cuña que no corresponde con el desarrollo de los otros planos
d~ la. sociedad y que por el hecho de permanecer como foránea' se comporta en gran medida como
variable independiente. El crecimiento económico venezolano no guarda relación con la formación
de recursos humanos, la educación general, las inversiones nacionales o la formación de un capital
nacional. La expectativa es que los desarrollos de estas últimas condicionen a aquél, pero los
hechos demuestran que ese crecimiento ha ocurrido a pesar de que el desarrollo de esas y otras
variables no sirva para explicarlo, y que prácticamente hubiera ocurrido de la misma manera si los
cambios de esas variables no se hubieran realizado. Esta situación sirve como hecho demostrador
de que el desarrollo económico en Venezuela es espurio, lo que ha sido señalado por José A. Silva
Michelena en un trabajo sobre cambio social.
Para este año, el 92% del valor de las exportaciones estaba representado por el café y cacao,
correspondiéndole sólo un 2% al petr61eo y sus derivados; a la altura de 1930, la situación
colocaba en un 83% al petróleo y en 1570 los dos productos que habían mantenido la
preponderancia de nuestro comercio exterior. Desde (.'1 punto' de vista de la composición
estructural de nuestras exportaciones, tal mutación podría merecer poca significación, puesto que
las dos condiciones, la una de "monoexportador" y la otra de "productos primarios", se mantiene;
sin embargo, otras dos características permiten concluir que dicha mutación constituye un cambio
fundamental: ellos son la propiedad de la industria y el grado de dependencia económica y política
que conlleva la explotación petrolera por parte del capital extranjero.
El efecto sobre la economía, inducido por el intercambio comercial, puede medirse a través del
volumen de los ingresos públicos, cuyas oscilaciones reflejan la dependencia de una fuente
representada por el café y el cacao antes del aparecimiento del petróleo, y posteriormente por éste,
con lo cual se acentúa la dependencia. Los ingresos públicos para 1920 significaron Bs. 101,1
millones, expandiéndose de forma acelerada hasta alcanzar en 1930 Bs. 210,3 millones. La
economía venezolana ha sufrido en el curso de su historia una marcada influencia del comercio
exterior; la exportación de productos agropecuarios durante la época pre petrolera constituía el
principal factor en la formación de ingresos y una corriente importante en las recaudaciones del
tesoro; las oscilaciones en la demanda externa de estos productos determinaban una mayor o menor
capacidad para importar, cuya realización provocaba ingresos fiscales a través de los derechos
arancelarios y tasas aduaneras, los cuales constituían el renglón fundamental de entradas.
Asimismo, el comportamiento del comercio exterior determinaba el comportamiento en la
actividad interna, provocando una expansión o concentración de acuerdo a la intensidad del
intercambio.
Con la preponderancia del petróleo se crea un nuevo y más importante factor de inducción sobre
la dinámica económica interna, cuyos efectos son tanto de orden externo como interno en el sentido
de origen de los ingresos fiscales; es decir, ingresos derivados de la exportación y de la explotación
de la industria petrolera. En este sentido tiene fundamental importancia señalar, dentro del
ordenamiento legal, la creaci6n en 1943 de dos instrumentos que significan una importante
incidencia en la participación de la nación en la actividad petrolera: la ley de Hidrocarburos y la
de Impuesto sobre la Renta, cuyas disposiciones fijan las pautas para la fijación de los valores de
retorno de la exportación petrolera.
Para 1950, el producto territorial bruto a precios de mercado y constantes de 1957 se elevó a Bs.
12.728 millones, lo que supone un producto per cápita de Bs. 2.520 y de USA$ 752, que puede
considerarse bastante alto; sin embargo, esta cifra no es indicativa del nivel de ingresos percibidos
por los residentes del país, el cual se refleja en el ingreso nacional. Este, a precios corrientes (no
existen cifras disponibles a precios constantes) fue de Bs. 8.607 millones, con un ingreso per cápita
de Bs.,1.709 y de USA$ 510. Esta cifra permitiría situar a Venezuela, para ese año, entre los países
que han dejado atrás la etapa del subdesarrollo. Sin embargo, algunos otros indicadores son
necesarios para ratificar o negar esa afirmación.
Al observar la composición del producto territorial a precios constantes de mercado se obtiene que
el sector primario participó con el 38 por ciento, de los· cuales el petróleo con 29%. Si se considera
que la producción minera era para ese año de apenas veinte millones de bolívares, puede atribuirse
que el 9% restante era generado en la agricultura, donde Se situaba el 46% de la población activa,
mientras la industria petrolera absorbía un 3% lo cual da una idea de las tremendas diferencias de
productividad entre esas dos ramas de la actividad económica. El sector secundario generó sólo el
17%, y de ello, la industria manufacturera el 10%; si a esta cifra deducimos la refinación de
petróleo, la participación se reduce a un 9 por ciento. El sector terciario acusa la más alta
participación (45%), y de ello, los servicios la mayor parte. Esta composición del producto no
configura propiamente la Imagen de un país desarrollado; si relacionamos, entonces, el alto ingreso
per cápita encontrado con esa composición del producto, que revela tremendas diferencias de
productividad y por ende de percepción de ingresos podemos concluir que en realidad no puede
hablarse de Venezuela, en su aspecto integral, como un país desarrollado, sino que por efectos de
la actividad petrolera .una parte relativamente reducida de la población goza de altos Ingresos y
de un elevado nivel de vida, en tanto que más de un 40% de la población en el sector rural sufre
de bajísimos niveles de vida, en ocasiones infrahumanos, a lo cual deben agregarse las deplorables
condiciones socioeconómicas de una buena parte de la población urbana. Por otro lado, sí tomamos
en cuenta que una parte del producto creado en el sector petrolero se transfiere al resto de la
economía vía ingresos fiscales-gastos del gobierno. y relacionamos este hecho a su vez con la ya
mencionada composición del producto, llegamos a la conclusión de que el efecto petrolero sobre
las actividades económicas se reflejó en un crecimiento anormal del sector terciario que no
corresponde a las necesidades de un país en vías de desarrollo y que, por el contrario, constituye
un desperdicio de recursos que podrían haberse empleado en crear una economía sólida.
Para completar este breve cuadro debe examinarse el papel del sector público y la importancia de
las relaciones económicas externas.
Como se deduce del examen del período anterior, el desarrollo de la actividad petrolera tuvo
profundas consecuencias sobre el sector público, multiplicando sus ingresos y por ende
incrementando la importancia de su influencia sobre la economía en general, y a la vez haciendo
a la gestión fiscal estrechamente dependiente de las fluctuaciones del petróleo. Pero esto tiene otra
implicación: como los ingresos que se perciben por ese concepto no se sustraen a personas o
instituciones residentes, que hubieran podido realizar gastos internos, de no haber sido absorbidos
por el gobierno, los gastos fiscales financiados con los ingresos petroleros tienen un efecto
expansivo neto sobre la economía.
Para 1950, los ingresos del gobierno nacional se elevaron a la suma de Bs. 1.917 millones, de los
males los ingresos petroleros representaron el 32,00/0, en tanto que los ingresos totales del sector
público, donde se incluyen los institutos autónomos, los municipales y las entidades regionales,
fueron de Bs. 2.796 millones. Sus gastos fueron de Bs. 2.984 millones de bolívares, de los cuales
se dedicó 62,9% a gastos corrientes y 29,4ro a compra de nuevos activos. La importancia de la
gestión se evidencia si se comparan estas cifras con las del ingreso nacional, que fue de Es. 8.607
millones.
La estructura de nuestras relaciones económicas con el resto del mundo, evidentemente estuvo
signada también por el petróleo. En efecto, del total de las exportaciones FOB, que fueron de
USA$ 1.155 millones, 1.124 correspondieron a exportaciones petroleras, realizándose a su vez,
importaciones pon por USA$ 533 millones, obteniéndose en general un saldo en cuenta corriente
positivo de 89 millones de dólares; a pesar de este saldo positivo, y de entradas netas de capital
por nueve millones de dólares, el saldo total de la balanza de pagos fue pasivo por 80 millones de
dólares, debido a transacciones no identificadas, expresadas como errores y omisiones, de 178
millones. La importancia del sector externo, dentro del conjunto de la actividad económica
nacional, queda expresada al constatar que las exportaciones y las importaciones representaron,
respectivamente, 30,6% y 15,71'0 del producto territorial bruto a precios de mercado corrientes.
El período 1950-57 fue de crecimiento acelerado para la economía venezolana; en efecto, el PTB
a precios constantes creció a una tasa promedio interanual de 9,4% y en términos per cápita, 4,9%.
Este comportamiento refleja principalmente el desarrollo del sector petrolero durante el período,
cuando creció en 8,9% interanualmente; sin embargo, estos años están afectados por un fenómeno
no tendencial, como fue la crisis de Suez, que incremento nuestras exportaciones petroleras; de no
haber mediado esa circunstancia, el crecimiento del producto petrolero, y por ende de la economía
en general, hubiera sido menor. Asimismo, los ingresos fiscales por concepto de las concesiones
petroleras permitieron, a través de los gastos públicos, hacer inyecciones adicionales a la
economía.
El período que comienza en 1958 tiene cierros rasgos característicos que lo diferencian del
anterior. En primer lugar, el ritmo de crecimiento de la economía ha sido menor que en 1950-57;
la tasa promedio de crecimiento interanual del PTB a precios constantes durante 1957-58, fue de
1,3%. En este comportamiento confluyen algunos determinantes: una tasa de crecimiento muy baja
de la producción petrolera, aunada a un deterioro de sus precios; los efectos del cambio político
ocurrido en 1958, con su secuela de desconfianza empresarial y fuga de capitales; una fase
plenamente depresiva de la economía, estimulada por una política anti inflacionaria del gobierno.
A partir de 1958 se inicia un período determinado. por un cambio político que intenta reformas en
el campo. económico y social una serie de medidas de orden industrial y fiscal son puestas en
práctica y sus efectos pardales se aprecian en la evolución de la economía durante los últimos años.
A partir de dicho año se observa un intenso proceso de sustitución de importaciones, inducida a
través de algunas medidas de política comercial e iniciada con la implantación de un sistema de
cambios preferenciales en 1960, que tuvo paralelamente la intención de atenuar el proceso de fuga
de divisas iniciado a raíz de 1958. Dadas las condiciones del proceso de desarrollo industrial
interno en función de dicha política de sustitución de importaciones, se origina paralelamente una
acentuada demanda de materias primas y equipos industriales, ya que el objetivo fundamental ha
estado basado en la sustitución de bienes de consumo final, habiéndose canalizado la creación o
intensificación de las industrias hacia este fin. Como es sabido, este camino crea una mayor
dependencia del exterior, pudiendo provocar un colapso en la economía interna la falla, en alguna
medida, de los suministros externos de materia prima. Al mismo tiempo la producción y
exportación petrolera, fuente fundamental de ingresos y determinante en la formación del producto
interno y de la capacidad de importación, entra a partir de 1963. una vez atenuados los dedos
impulsivos de la crisis de Suez, en una etapa de estancamiento progresivo. La tasa de crecimiento
de las magnitudes macroeconómicas durante este período evidencia el alto grado de dependencia
de las fluctuaciones del sector externo de nuestra economía. En el período 1958-1965, la tasa
promedio de crecimiento de nuestras exportaciones petroleras fue de 6,2%; sin embargo, en los
últimos tres años dicho comportamiento pone de manifiesto un relativo estancamiento; asimismo,
el PTB a precios corrientes crece en el período considerado a una tasa de 7,2ro. mientras que en
los últimos años dicho crecimiento fue de 3,1% interanual.
En este orden de ideas, el peso específico del sector externo dentro de la economía se expresa
mediante la significación de 28,4% de las exportaciones y de 14,1% de las importaciones sobre el
PTB a precios de mercado corriente, siendo dicha participación de menor importancia en relaci6n
con el período anterior. El crecimiento de la economía, medido en términos del PTB a precios
constantes, significa durante 1958-1965 una tasa promedio interanual de 4,6% habiendo crecido
el producto per cápita en 1,0%; tales resultados indican una relativa contracci6n de la economía si
lo comparamos con el desarrollo del periodo 1950-1957.
Desde el punto de vista de la composición sectorial del PTB, se observa durante este periodo un
lento pero significativo cambio en la participación del sector secundario total, el cual hasta 1963
representaba aproximadamente un 1970 y para 1965 llega a significar el 21,2%; igualmente, en los
últimos tres años se observa una ligera baja en la participaci6n del sector petrolero al pasar de 28%
a 26%.
Un aspecto de singular importancia que merece referencia en cuanto a la incidencia del sector
externo de la economía sobre su desarrollo interno, es el referido a la política comercial, el objetivo
de sus medidas y las metas alcanzadas, fundamentalmente porque durante este período se acentúan
las motivaciones en relación con la participación o ingreso de Venezuela en el esquema de
integraci6n latinoamericana.
Hasta 1958 el instrumento fundamental de la política comercial venezolana estaba constituido por
el Tratado de Reciprocidad con los Estados Unidos firmado en 1939 y configurado sobre dos listas
de productos que representan tanto los productos sobre los cuales Venezuela da concesiones a los
Estados Unidos como aquellos sobre los que Estados Unidos otorga preferencia a Venezuela; la
existencia de este acuerdo o tratado comercial rinde sus efectos sobre la política comercial
venezolana, pues constituye una limitación a su autonomía, en la medida en que los productos
incluidos en la Lista N° 1 sólo pueden ser protegidos mediante exoneración a las materias primas
o mediante la política crediticia. Cuando los Estados Unidos imponen restricciones a sus
importaciones petroleras procedentes de Venezuela, y de acuerdo al artículo VI, nuestro país podía
suspender el tratado dentro de los noventa días siguientes, pero no lo hizo. Por su parte el gobierno
de Venezuela inició un conjunto de medidas proteccionistas de la industria nacional, especialmente
al nivel de los bienes de consumo, medidas que se extendieron a los artículos incluidos en la Lista
N° 1 del tratado con los Estados Unidos, 10 cual da una característica distintiva a la política
comercial.
Si bien nunca se consideró dicho tratado favorable a Venezuela, es en los últimos años cuando se
ha hecho más evidente su incompatibilidad con el desarrollo económico del país, habiéndose
presentado grandes presiones en el sentido de una urgente revisión, e incluso de su denuncia, por
parte de instituciones como Pro Venezuela.
Es evidente que ante las perspectivas del ingreso de Venezuela a la zona del mercado común
latinoamericano, se hace imprescindible una total autonomía en cuanto a la orientación consciente
de la política comercial; el proceso de sustitución de importaciones al nivel de los bienes de
consumo deja de ser un factor dinámico y se hace obligada la creación de industrias de bienes
intermedios y de capital, con el objeto de exportar tanto a los mercados más desarrollados como a
los de la integración.
ALGUNAS CONSIDERACIONES
Esta situación pone de manifiesto, que el desarrollo o expansión de .la economía no estuvo
complementado con instrumentos de orden legal que permitieran el estímulo a la creación de
industrias, desarrollando así el sector más dinámico que garantizaba la estabilidad en el proceso
de desarrollo económico. La ausencia. de un criterio definido en este sentido se aprecia cuando se
analiza con detenimiento el contenido del Tratado de Reciprocidad Comercial con los Estados
Unidos firmado en 1939, y el cual ha constituido durante muchos años la máxima representación
legal de la política comercial venezolana.
En este sentido deben señalarse algunas características del proceso de sustitución de importaciones
que se ha llevado a efecto en Venezuela. El objetivo primero de esta política ha sido la sustitución
de importaciones en los renglones de bienes de consumo final. La intensificación de industrias con
este fin ha originado un incremento en la demanda de bienes intermedios y bienes de inversión. El
proceso podría titularse de lógico si al mismo tiempo que se desarrollaban las industrias de bienes
finales se hubiesen creado las condiciones para desarrollar posteriormente aquellas industrias
capaces de surtir la demanda de bienes intermedios, por lo menos, ya que las industrias de bienes
de capital requieren un proceso de maduración más largo, al mismo tiempo que exigen Como
condición para lograr un rendimiento adecuado la existencia de un amplio mercado. Del análisis
de las cifras disponibles se desprende que en el proceso de sustituci6n de importaciones de bienes
de consumo se originó un acentuado crecimiento en la importación de materias primas y por
supuesto de maquinarias y equipos industriales. El alto grado de dependencia de nuestras industrias
respecto del exterior significa un grave riesgo para su futuro desarrollo, puesto que cualquier falla
en el suministro de las materias primas podría ocasionar un colapso en la economía general.
Estados Unidos, después de la gran crisis, inicia un proceso de ofensiva tendiente a asegurarse
mercados para sus exportaciones, y con este fin firma acuerdos comerciales con diversos países.
En el caso del tratado firmado con Venezuela, la reciprocidad del tratado carece de sentido cuando
constatamos que se trata de un acuerdo comercial entre un país desarrollado y uno subdesarrollado,
y que este último se compromete a otorgar fuertes concesiones al desarrollado, instituyendo una
posición de desventaja del segundo frente al primero. La existencia de este tratado, o la firma de
este tratado, conlleva a una especie de congelación de toda medida futura en función de una política
proteccionista, puesto que la fijación de un arancel preferencial para una cantidad considerable de
productos, por una parte restringe la capacidad de crecimiento de la economía en esos renglones,
y por la otra orienta el comercio venezolano hacia un solo centro geográfico, sentando así las
pautas para la dependencia la cual ya se ha hecho referencia. Unido a esto, existe el agravante de
que las concesiones hechas a Venezuela por los, Estados Unidos son fundamentalmente al
petróleo, producto este cuya explotación y exportación está a cargo de compañías norteamericanas,
y por lo tanto dichas concesiones no son en realidad a Venezuela, sino a los mismos Estados
Unidos.
El hecho cierto resultaba ser que Venezuela, de no ingresar a la ALALC, corría el grave riesgo de
aislarse dentro de América Latina. En este sentido, se requería tanto de un estudio económico serio
como de una decisión de orden político que pudiera establecer definitivamente la conveniencia o
no del ingreso a la AI.ALC; requería igualmente la adaptación tanto de la política comercial como
de la política económica general, dada la necesidad obligada de hacerlas compatibles con ese
nuevo orden.
En el campo de la política comercial se presentan dos aspectos a los cuales Venezuela debe darles
solución; ellos se refieren, en primer lugar, al nivel arancelario venezolano, el cual es muy bajo en
comparación con el del resto de los países latinoamericanos, Y esto porque, como ya se dijo
anteriormente, nuestro sistema arancelario tiene las características de un instrumento estadístico,
más que económico; por otra parte, el comercio con los países de América Latina tiene poco peso
específico dentro del comercio global venezolano, ya que la mayor parte (un 5070
aproximadamente) lo realiza con Estados, Unidos; en este sentido, el ingreso de Venezuela a la
ALALC podría significar, al mismo tiempo que una intensificación de su comercio exterior hacia
esta zona, una desviación del comercio de los Estados Unidos hacia América Latina, en la medida
permisible a los esquemas de demanda interna ya establecidos; y es en este campo donde entra
otro de los factores que evidencian la necesidad de revisar el tratado comercial que Venezuela
mantiene con los Estados Unidos.
Tanto el primer aspecto como el segundo han ocupado en los. últimos días el interés central de las
autoridades económicas del país, hoy que Venezuela ha decidido y firmado su ingreso a la ALALC
LA ESTRUCTURA SOCIAL
La guerra de Independencia transfiere en lo económico y político los derechos que poseía la corona
española a los criollos mantuanos. La Revolución Francesa, fundamento político de la
independencia, no logra en Venezuela seguidores ortodoxos de sus principios fundamentales
(libertad, igualdad y fraternidad). Por otra parte, la Revolución económica europea, fundamento
económico, apenas toca las concepciones de la oligarquía criolla, quien mantendrá por algo más
de tres décadas la esclavitud de la mano de obra.
Con el surgimiento del capitalismo en los países europeos, las colonias hispanas se ven asediadas
por las potencias económicas, las cuales, animadas por uno de sus principios, buscaban acceso a
nuevos mercados y nuevas fuentes de productos primarios. Desaparecida España del teatro político
y económico venezolano, esas potencias logran las concesiones y privilegios por los cuales habían
venido luchando desde hada largo tiempo. La independencia venezolana abre las puertas para la
penetración del nuevo sistema económico. Las potencias europeas financian en parte el
movimiento armado y lo apoyan políticamente. Esta situación determina un tipo de relaciones que
caracterizará a la política exterior del país durante el siglo pasado.
El siglo XIX transcurre en medio de constantes luchas que llevarán a largos períodos de anarquía,
como el previo a la Guerra Federal. La nueva nación inauguró un período de vida para el cual no
estaba muy preparada. El gobierno central no poseía dominio efectivo del país; su dominio llegaba
sólo hasta aquellos lugares en los cuales se encontraban sus soldados: tal era la inestabilidad. Los
partidos tradicionales difieren en muy poco más allá de los colores con los que se identifican. La
nueva alternativa política formulada por la Federación se evapora en el Tratado de Coche y se
acopla casi perfectamente a los moldes contra los cuales había incurrido. La dictadura senil de
Páez se proclama como un intento por recomenzar, sin que ello fuera posible en virtud de que la
problemática persistía y se multiplicaban los efectos de descomposición. En estas condiciones no
existen grandes posibilidades de encontrar una política articulada ni dentro del plano nacional ni
menos aún en el plan internacional. La absoluta inestabilidad producida por las luchas maternas y
las amenazas externas esterilizan cualquier intento de política y condenan a la no
institucionalización de los mecanismos a través de los cuales puede ser formulada. El único aspecto
entresacable es el de la primitiva relación, en que a una situación de inestabilidad corresponde una
"política de búsqueda de estabilidad".
La segunda alternativa de neutralización del potencial político generado por la independencia que
consideraremos nosotros, será la coerción. La historia venezolana del siglo XIX está conformada
por los resultados de su utilización. La coerción "constituye el ataque más directo a la amenaza
representada por el potencial político existente":' Sin embargo, ella requiere de un suficiente y
efectivo aparato armado en manos del gobierno. Venezuela no tenía recursos para equipar y
mantener un ejército poderoso. Las deudas no canceladas, las constantes luchas internas y la
corrupción de los cuerpos administrativos la habían llevado a un alto grado de desprestigio que
cerraba las posibilidades de crédito exterior. En estas circunstancias, cualquier caudillo afortunado
era suficiente para reunir un ejército superior al gubernamental; por otra parte, las grandes
potencias prestaron apoyo a muchos de esos caudillos.
La coerción, pues, no surte efectos en el potencial amenazante porque si bien los distintos
gobiernos son derribados del poder, los nuevos gobernantes terminarán aliándose con la oligarquía,
decretando así la continuidad de la problemática nacional. Cada caudillo surge como medio del
potencial político, pero se convierte en su oponente una vez arribado al poder; de esta forma, el
potencial no va a ser neutralizado, sino que permanece como una constante histórica durante el
período en cuestión, y por lo tanto la estabilidad no se logrará.
Si las causas internas de la inestabilidad no son neutralizadas durante el siglo XIX, tampoco lo van
a ser las causas externas. La amenaza exterior será otra constante en la historia de la nueva nación.
La flota inglesa amenaza las costas venezolanas para obligar al pago de deudas, cumplimiento de
compromisos e indemnización por daños a la propiedad y la persona de sus súbditos. Cada
amenaza se sofoca con nuevos compromisos que a la larga harán regresar a la flota. Por esa época,
un súbdito inglés era suficiente para movilizar su flota. La política exterior venezolana se limita a
mantener contentar las grandes potencias mediante el reconocimiento de sus reclamaciones,
Aunque dentro de nuestros objetivos no se encuentra el desarrollo de una teoría del cambio en
Venezuela, es necesario formular un cuadro general, cuyo sentido es el de señalar los cambios en
la estructura social y el papel que juegan en ellos los elementos de poder reseñados anteriormente;
por otra parte, ello servirá para determinar en qué medida tal estructura se comporta como un
elemento de poder efectivo. Desde nuestro punto de vista, un alto grado de tensiones y conflictos
limitan la capacidad de toma de decisiones del Estado y por lo tanto su capacidad para el logro de
objetivos dentro del sistema internacional.
En el presente punto utilizaremos dos principios sobre los cuales existe cierto consenso entre los
investigadores de la situación de cambio venezolana.
Lo primero es que Venezuela, una sociedad tradicional para principios de siglo, cambia hacia una
sociedad moderna, y que la desintegración de su estructura tradicional 3 se inicia con el
surgimiento de la explotación petrolera. Lo segundo es que ese proceso ocurre en forma
desarticulada, provocando asincronías cuya consecuencia es la generación de serios conflictos.
El plano económico, el cual recibe directamente los elementos de innovación, cambia
aceleradamente. El producto crece y se modifica su estructura. La producción agropecuaria reduce
su peso específico dentro de la economía, en favor del desarrollo petrolero. Este hecho induce los
cambios que atentan contra la sociedad tradicional.' La introducción de la cuña petrolera y
altamente avanzada al lado de una economía agrícola profundamente atrasada, provoca grandes
diferencias de productividad, 10 cual no solamente significa una reducción en el producto aportado
por cada una de esas ramas, sino que, a plazo relativamente corto, dislocan y desgarran el sistema
de producción dominante.
Minada la base agrícola de la economía y trasladada la población hacia las ciudades, las masas
campesinas comienzan a liberarse de la opresión tradicional representada por el tipo de relación
propio del latifundismo, y la base tradicional del poder se desplaza hacia nuevos elementos,
correspondientes a la cuña capitalista en proceso de desarrollo “…La fuente de poder se transfirió
de la tierra al comercio, al control de las transacciones financieras y a la posesión de bienes raíces
urbanos".
En total, lo que podría discutirse es el rango de la desintegración; pero el fenómeno en sí es
evidente. En este sentido disentimos de la opinión de Brito Figueroa en cuanto a los primeros
efectos del petróleo sobre la estructura económica venezolana. Las modalidades que circundan el
rompimiento son propias del proceso y de ninguna manera anulan la hipótesis que trabajamos.
"El desarrollo de las explotaciones petroleras no liquida sino (IUC fortalece el latifundio o
propiedad territorial agraria en la misma situación que existe en las últimas décadas del siglo XIX,
Las empresas petroleras, al dominar como personas jurídicas sobre extensas áreas territoriales,
devienen de hecho en el primer latifundista del país, y aunque el concepto no es totalmente exacto,
lo cierto es que las compañías controlan grandes extensiones de las mejores tierras de cultivo y
producción agrícola".
Y más adelante:
"Los resultados de las inversiones de capital petrolero y de los excedentes de capital financiero,
que en ese período llegan a Venezuela, se traducen ya lo hemos indicado por el fortalecimiento de
la estructura económica rural-latifundista y por el desarrollo de un nuevo tipo de dependencia, que
vincula nuestro mercado exterior-a la suerte de la producción de hidrocarburos",
Ciertamente, el período de Juan Vicente Gómez está caracterizado por una reconcentración de la
tierra, tanto en manos de los personajes del régimen como en manos de las compañías petroleras;
pero ello no es un indicador de fortalecimiento de la estructura latifundista; .la concentración de la
tierra no es suficiente para definir un sistema latifundista; por otra parte, aunque de hecho las
compañías llegan a poseer grandes extensiones de tierra en calidad de concesiones, no pueden ser
consideradas como latifundistas. Brito hace la salvedad con respecto a ello, pero deja la puerta
abierta para que ese hecho pueda ser visto como elemento fortalecedor del latifundio. El más
importante cuestionamiento que puede hacerse a esa tesis, creemos, es que las compañías
petroleras no entraron a formar parte integral del sistema de producción reinante, sino que
introdujeron elementos correspondientes a una fase superior, y en tal sentido atentan contra la
estructura en vez de fortalecerla.
De hecho, el petróleo no podía romper la estructura en el mismo momento en que emergía. Para
que ello ocurriera era necesario un proceso en el cual, por una parte, se acelerara la descomposición
de la estructura dominante, y por otra parte, se desarrollaran las nuevas formas introducidas por la
inversión petrolera. Si bien no se rompe terminantemente con la estructura vigente, ella se va
minando a paso seguro; es la etapa (primeras décadas de siglo) del desgarramiento de las bases.
Por lo general, todo proceso de 'cambio trae desajustes entre los planos estructurales; sin embargo,
y este es el caso venezolano, nos ocuparemos de aquel tipo de cambio que se produce por la
transformación acelerada de un plano. La coexistencia de estructuras parciales correspondientes a
distintas etapas en una situación en que una de ellas aparece como "intrusa", condiciona un estado
de desajuste que, aunque no amenace con destruir el sistema, sí limita altamente la capacidad para
el cumplimiento de sus funciones-
En pocos años la Venezuela desolada de principios de siglo se transforma en un país con muchos
indicadores de sociedad moderna. Pero precisamente detrás de los indicadores de modernismo, la
mayoría de ellos endebles, pugna un fuerte bagaje conflictivo que amenaza con emerger para
derrumbar el escenario de piezas incoherentes, con un "costo social muy alto".
La incompatibilidad no solamente se presenta entre el plano económico y los demás planos (social,
político, cultural), sino que está vigente aún dentro del primero. La coexistencia de una economía
altamente tecnificada y una agricultura latifundista es prueba de ello. El problema nace, es
necesario insistir en ello, por el hecho de que los cambios parten de la introducci6n de una cuña
correspondiente a una sociedad altamente desarrollada, El hecho de que el crecimiento económico
se originara en las inversiones de los excedentes de capital internacional, sin ningún esfuerzo
venezolano, de tal manera que escapaba al control nacional y su desarrollo era independiente o de
escasa conexión con los demás planos, por su mismo carácter de foráneo, condiciona una
desarticulación infraestructural, expresada en términos de una asincronía total.
El plano económico es más sensible al cambio acelerado, y más aún en el caso en que se importan
tanto los capitales como las técnicas. En las sociedades altamente industrializadas no ocurren los
grandes saltos que ocurren en los países subdesarrollados. El "saltó" es privativo del
subdesarrollado, del que está atrás y aspira a ponerse al nivel de los adelantados. La diferencia
estriba en que mientras. las naciones industrializadas generan técnicas sólo posibles a su nivel, los
países menos desarrollados, al aplicarlas en un estadio económico inferior, producen cambios
altamente significativos. La consecuencia es que el rendimiento y la productividad, en el primer
tipo de sociedades, varía dentro de un cierto curso normal. y en el otro caso se produce un salto.
El "salto" se produce por la aplicación de técnicas de alto rendimiento en economías de bajo
rendimiento. La hipótesis tentativa es que tanto el rendimiento como la productividad siguen un
curso de variaciones no significativas si las técnicas incorporadas en la producción son generadas
por la propia economía o por economías del mismo nivel.
La concentración del ingreso y el gasto público, de que hemos hablado antes, al convertir a algunas
pocas ciudades en un atractivo para la población rural, crea problemas de la más diversa índole.
Ello ocurre por el hecho de que la economía de la capital y otras urbes importantes es aérea. El
desmesurado crecimiento del sector terciario, al mismo tiempo que constituye el impulso para el
crecimiento urbano, pone un tope a la capacidad de absorción de población _y da paso a los
múltiples y complicados problemas presentados por los "cinturones de miseria".
Existen muchos canales de gratificación que pueden actuar en pro de esa estabilidad (a corto plazo,
si se quiere). Nosotros nos detendremos a bosquejar tres de ellos: ingreso, educación y movilidad
vertical.
El crecimiento del ingreso nacional conllevó un inevitable aumento en el ingreso per cápita, y
efectivamente Venezuela percibe un ingreso por habitante que dobla el promedio latinoamericano.
Todos sabemos, sin embargo, que el ingreso por habitante es un promedio y que por lo tanto no
indica un bienestar efectivo; significa lo que recibiría cada uno de los habitantes venezolanos si el
ingreso se repartiera en forma igualitaria. El venezolano no recibe esa cantidad; naturalmente que
esta cuestión no es privativa del país, pero las diferencias que ocurren en nuestra realidad son
verdaderamente alarmantes. La gratificación recibida por este canal se convierte en un fantasma
cuando ponemos a funcionar la distribución real del ingreso. Para 1957, el 8870 de la población
percibía un ingreso mensual menor de Bs. 1.000; cuatro años más tarde, en 1961, las variaciones
apenas eran perceptibles (88,9 %)· En el cuadro que aparece a continuación pueden observarse las
características de esa distribución.
Acumulando los porcentajes correspondientes a las familias con "ingresos menores de bolívares
l00, obtendremos la cifra de 73,64% que difiere en un 15,26rn del señalado para 1961. Es muy
difícil creer que en un solo año se hayan producido variaciones tan considerables en la dístribuci6n
del ingreso, y menos aun cuando esos son precisamente los momentos en que el país sufre una
gran crisis económica. La alternativa para explicar estas diferencias está seguramente en la poca
confiabilidad de los datos""" Pero, de cualquier manera, el hecho de que el 26,36%1 de las familias
perciba un 62,12% del ingreso total es suficientemente relevante para demostrar la gran
desigualdad.
Aunque no existen datos para los primeros niños de la explotación petrolera, el hecho de que
después de cuatro décadas se encuentre esta distribución hace suponer que durante esos años la
situaciéll1 fue bastllnte peor. Más adelante intentaremos enfocar alguna de las causas por las cuales
gran parte del ingreso nacional se va a esfumar en lo que podríamos llamar la antigratificación.
Habría de considerarse todavía Un punto más Con respecto a los datos que hemos señalado
anteriormente. El alza constante de los precios incide mucho en la significaci6n que tienen los
ingresos que aparecen en el cuadro anterior. Considerando aisladamente el ingreso que perciben
las familias de los tramos inferiores, es todavía alto con respecto a otros países de América Latina;
pero lo que debe tomarse en cuenta es que el poder adquisitivo de esos bolívares se reduce (sobre
todo en la última crisis) con el alza de precios y ello a mermar el ingreso real.
Desde una perspectiva de nivel más alto, la riqueza venezolana, que ya estaba concentrada, se
reconcentró con el negocio extractivo. En la clase tradicional, es cierto, se operan algunos cambios,
fundamentalmente por el cambio en la base de poder; pero en rigor, y a pesar del "nuevo rico",
sigue siendo muy reducida.
"La clase rica de Venezuela de hoy surge de la combinación de la poderosa influencia del capital
extranjero a través del negocio petrolero, y su usufructo por una camarilla del poder a través del
peculado. La mayoría de las fortunas venezolanas se originaron de las "comisiones", el tráfico de
influencias y, los más cercanos al dictador Gómez, del peculado directo. Estos medios de
enriquecimiento llegaron a alcanzar un alto grado de perfección técnica en el decenio de Pérez
Jiménez, y en cierta medida perduran hoy".
La falta de capital y de una burguesía un tanto modernizada (cosa que no podía existir, en virtud
del mismo carácter semifeudal de la estructura económica) resta las posibilidades de que el
petróleo pueda Ser ,explotado en parte por grupos nacionales. La alternativa escogida por la
oligarquía nacional fue la alianza con las compañías petroleras, no para participar activamente en
el proceso de explotaci6n, sino para facilitar los trámites en la obtención de concesiones. Las
concesiones sólo eran otorgadas a venezolanos, pero éstos, por buenas sumas de dinero, las
transferían a las compañías. La obtención y traspaso de concesiones se convirtió en el negocio a
través del cual participaba la clase en el poder.
"Este fue el sistema más eficaz, y sobraron los presta nombres. La corrompida oligarquía
caraqueña, en el reparto del botín mezcló sus apellidos e hipotecó su discutible prosapia colonial
con poli tique ros y aventureros de toda laya. Unidos en el común objetivo de recibir algo del festín
petrolero, estas de los Abila- olvidaron sus ridículas familias -versiones reales rencillas
parroquiales para hundirse en el cieno de la traición nacional. Para avalar la. subasta del suelo
venezolano, todos corrían presurosos a las oficinas de los abogados petroleros para prestar sus
nombres, muestra de desvergüenza de esta oligarquía de canastilleros enriquecidos con aires de
personajes, como calificara Laureano Vallenilla Lanz a los ascendientes de esta clase vende
patria".
Planteadas así las cuestiones relativas al ingreso, podemos suponer que la gratificación se ha
mantenido concentrada en un grupo privilegiado, y que, si bien no podemos establecer
comparaciones de rango, los cambios en la distribución ocurridos durante los últimos años tienen
perspectivas de no haber sido significativos. Los salarios que devengan los actuales obreros, altos
en comparación con los percibidos por los jornaleros agrícolas de las primeras décadas del siglo,
no han significado una mejoría de la situación, en virtud del alza de precios, por una parte, y lo
más importante, la poca incidencia que han tenido en relación con la distribución proporcional del
ingreso.
El segundo canal de gratificación que examinaremos será la educación. Obviamente, los bajos
ingresos imponen de antemano un límite a la gratificación producida por este canal. En Venezuela,
desde el decreto promulgado por el general Guzmán Blanco en 1870, la educación es gratuita y
obligatoria a nivel primario. Este decreto, cuyo contenido se conserva todavía en la ley de
Educación, convirtió al Estado en el responsable de la enseñanza en Venezuela. Pero si de palabra
el Estado quedaba comprometido a proporcionar los medios para la educación escolar, de hecho
las exiguas disponibilidades del tesoro nacional, la falta de personal docente y otros serios
problemas condenaban a ese decreto utópico a quedarse como prueba de "buena intención" del
Ilustre Americano. El sistema educativo no se expandió porque, en rigor, se mantuvieron las
mismas condiciones imperantes durante el siglo XIX.
Durante los últimos años (a partir de 1958) el sistema educativo ha experimentado una gran
expansión. Las plazas en educación primaria han aumentado suficientemente como para albergar
a toda la población en edad escolar; sin embargo, ese crecimiento cuantitativo no ha sido
acompañado por un mejoramiento en el rendimiento del sistema. De cada cien alumnos que
ingresaron a las escuelas primarias del Distrito Federal en 1959, sólo 52 pasaron al sexto grado en
1964; esto indica que un 4870 no obtuvo éxito, por repitencia o deserción. Así, el hecho de que
existan plazas suficientes no resuelve el problema de la educación popular. Si esto sucede en el
Distrito Federal, debe suponerse que la prosecución para Venezuela es mucho menor y que
seguramente den cifras alarmantes para algunos estados en particular.
Las causas de la baja prosecución han sido divididas en internas (que corresponden al mismo
sistema) y externas (propias de las condiciones en que viven los alumnos). Quienes han estudiado
el problema. coinciden en señalar a las segundas como las más importantes. Es aquí en donde el
ingreso y otros factores interponen límites al derecho de "educación para todos". Las condiciones
de miseria en que vive gran parte de la poblaci6n venezolana imponen una selección, decretando
quiénes pueden y quiénes no pueden disfrutar de los derechos que señalan las leyes del país.
Cuando bosquejamos la realidad a nivel medio y superior, no podemos perder de vista los estragos
que ha sufrido la población que demanda enseñanza y que operan ahora más fuertemente. La
necesidad de aumentar los ingresos familiares lanza prematuramente al mercado de trabajo a gran
parte de los egresados de primaria, y la concentración regional de los institutos de educación
superior aleja las posibilidades de obtener un título universitario. Asimismo, los costos elevados
que significan diez o más años de enseñanza media y superior. disuaden a quienes estarían
dispuestos a realizar algunos sacrificios.
De los planteamientos que hemos expuesto en los párrafos anteriores se desprende que el sistema
educativo venezolano fue y sigue siendo selectivo, y que esa selectividad se origina en condiciones
estructurales. La educaci6n, por lo tanto, es un privilegio concedido, no por las leyes, sino por las
condiciones, de vida que posea cada individuo. Así, mientras el ingreso continúe concentrado en
un grupo muy reducido, la educación también continuará. concentrada y por lo tanto no podrá. ser
considerada como un efectivo canal de gratificación popular.
Si los. dos canales de gratificación que hemos tratado en las páginas anteriores no han funcionado
en forma efectiva, es lógico suponer que la sociedad venezolana no ha experimentado una gran
movilidad vertical. La cuestión, no obstante, presenta ciertas complicaci9nes que convertirían en
aventura una conclusión terminante de ese. tipo. En cuanto a tasas de movilidad vertical, no se
puede afirmar mayor cosa. La ausencia de investigaciones limita la validez de las formulaciones
que se hagan, y si bien nq las condena, las circunscribe al plano de hipótesis respaldadas por ciertas
inferencias teóricas.
Nos parece poco probable que la estructura hubiera permanecido cerrada en medio del acelerado
crecimiento económico generado por la explotación petrolera. Lejos de permanecer cerrada, la
estructura social tuvo que abrirse para enfrentar la complejidad funcional derivada del
rompimiento de la sociedad tradicional y del acelerado crecimiento económico. Naturalmente que
esa complejidad estuvo limitada por el hecho de que el crecimiento económico se originó en la
rama extractiva del sector primario; pero, en compensación, el sector terciario desarrolló. en forma
incontrolada. La pirámide ocupacional venezolana se invierte. La ancha base formada por la
población ocupada en el sector· primario para principios de siglo, se reduce a favor de un
ensanchamiento del sector terciario. La aparición de nuevos roles determinó la ampliación de la
fuente de reclutamiento tradicional, en virtud de que la élite era muy reducida y no estaba en
capacidad de enfrentar por sí sola la nueva situación. La consecuencia inmediata fue la
incorporación de miembros de los estratos bajos, no dentro de la élite, sino dentro de una categoría
social nueva. El surgimiento de una clase media administrativa, lejos de indicar el cierre de la
estructura, señala su apertura; esto es porque esa clase media emerge con el rompimiento de la
estructura biclasista anterior. Desde nuestro punto de vista, ese rompimiento, la aparición de la
clase media y la transformación de la pirámide ocupacional, son significativos para considerar
aceptable u la hip6tesis de la apertura en la estructura social.
Pero si esto ocurre inicialmente, no signifique que continúe. En todo caso, el hecho fundamental
es el rompimiento de la estructura biclasista. La movilidad que ocurre en Venezuela a raíz de las
primeras manifestaciones de crecimiento es, hablando en sentido estricto, estructural. Claro es que
una movilidad estructural significa movilidad vertical para los individuos, pero aquélla no es el
resultado de muchos ascensos individuales, sino que, en rigor, se origina en la aparición de una
nueva categoría de estratificación, cuya consecuencia es una redistribución del poder, y por lo
tanto, el surgimiento de un tipo nuevo de estructura de clases.
E! cariz conflictivo del nuevo actor está señalado por el hecho de que no solamente se organiza y
presiona fuertemente para obtener sus propias aspiraciones, sino que. cosa más importante aún,
incorpora dentro de ellas las metas tradicionales del potencial político amenazante, se identifica
con él y se convierte en su vanguardia organizada.
La amenaza del potencial político siempre estuvo presente en Venezuela; lo nuevo y más
importante es que el mismo determinante de aparici6n de la clase media (la complejidad funcional)
determina, a su vez, una redistribución del poder y por tanto su disociación. El desempeño de los
nuevos roles hace necesario el manejo de elementos de poder tales como información y
conocimientos técnicos, y tiende, a la larga, a proporcionar el dominio sobre ellos. Consecuencia
de todo esto es la aparición de los primeros partidos políticos, organizados y dirigidos por grupos
activos de la clase media.
Los ingresos obtenidos a través del petróleo proveen recursos para aumentar la gratificación de las
masas o para neutralizar el potencial político amenazante. Gómez, primer jerarca petrolero, opta,
con una ventaja sobre sus antecesores, por la coerción. Aparece así el segundo elemento de
disociación.
Por primera vez en Venezuela surge un ejército organizado y entrenado técnicamente. El soldado
y el oficial venezolanos dejan de ser campesinos enganchados en la fila de cualquier caudillo de
montonera (por la fuerza la mayoría de las veces), para convertirse en miembros de una instituci6n
con límites más o menos bien definidos. El ejército deja de ser un camino fortuito para convertirse
en una carrera profesional. Los nuevos recursos permiten la obtención de equipos modernos de
combate, la construcción de instalaciones adecuadas, la contratación en el exterior de personal para
la instrucción y, en términos generales, la organización de un potencial bélico cuya efectividad no
había sido conocida hasta el momento.
Al mismo tiempo, los ingresos fiscales permiten la iniciación del pago de la deuda exterior, cuyo
constante retraso había significado una eterna amenaza para la integridad del país, el cual había
inaugurado el presente siglo ante una flota de bloqueo. Naturalmente, la deuda sólo fue cancelada
totalmente en 1928, pero el inicio de los pagos y las disponibilidades del tesoro nacional fueron
suficientes para despertar la confianza en los acreedores europeos y disipar los peligros.
La “violencia petrolera” es el hecho crucial para la obtenci6n de la estabilidad del gobierno. Dentro
del gobierno de ello, el ejército venezolano, corno instrumento de coerción, juega un papel
decisivo. Sin embargo, ·la decisión del gobierno de mantener acallado el potencial político lo lleva
a un desmesurado fortalecimiento de sus organismos de coerción, de tal forma que pierde su
control y finalmente cae bajo las amenazas que emanan de ellos.
Hemos anotado anteriormente que las nuevas disponibilidades de· recursos permiten a Gómez
crear un ejército cuya inspiración estaba en los modernos cuerpos armados europeos, pero tal
modernización crea, a un plazo relativamente corto, una escisión entre los poderes nacionales y la
fuerza profesionalizada representada por los oficiales de escuela, en quienes recaía el logro del
primer ·objetivo gubernamental, cuál era la estabilidad. Durante los gobiernos del general Juan
Vicente G6mez y del general E1eazar López Contreras, esta escisión no se presenta, en virtud de
que, por una parte, ese ejército está todavía en proceso de formación, y no captando, su potencial
efectivo, no amenaza al poder existente; por otra/parte, en virtud de que siendo ambos los
realizadores de la modernización armada, habían incorporado ese incipiente ejercito a las labores
del gobierno, creando una unidad dentro de la cual. mantenían, el control absoluto.
Desaparecido G6mez y sucedido López por el general Isaías Medina; la unidad existente entre el
ejecutivo y los órganos armados del Estado se desgarra. El ejército venezolano ha logrado a estas
alturas un alto grado de desarrollo y obtiene para esta época su autonomía institucional. Al mismo
tiempo, el potencial amenazante, acallado durante las primeras cuatro décadas del presente siglo,
despierta fortalecido y organizado con contenidos totalmente diferentes. Su acción política lo lleva
a la utilización, ahora a su favor, del aparato armado nacional, en una táctica aparentemente
correcta, pero de doble filo a corto plazo. Medina es derrocado por la alianza del potencial
amenazante y el ejército profesionalizado; pero lo que los líderes políticos de la Revoluci6n de
194) no lograron captar fue que en esa alianza el potencial político había sido utilizado, y no lo
contrario. fisto constituye el hecho clavé de la historia política venezolana del siglo en curso. El
derrocamiento del general Medina, en las circunstancias en que ocurrió (la alianza) es el
precipitante de la toma del poder por el nuevo ejército venezolano. lo cual había venido gestándose
en las circunstancias que hemos descrito; así, el mismo ejército (paradójicamente, los mismos
oficiales) que había respaldado a Rómulo Betancourt en la Junta de Gobierno que comandó al país
entre 1945 y 46, derrocan al Presidente R6mulo Gallegos (respaldado por Betancourt), quien había
resultado electo en los comicios de 1946. Durante los diez míos que van desde 1918 hasta 1958,
el ejército venezolano logra un control absoluto del país. De nuevo la unidad ejecutivo y aparato
de coerción funcionan en el sentido de la estabilidad gubernamental.
Puede notarse que hemos hablado cómo si la historia de la participaci6n militar en el gobierno de
Venezuela hubiera comenzado en 1945 esto no es cierto en el sentido más ·estricto. Hemos querido
establecer una diferencia entre la participación del elemento militar de montonera y el emergente
ejército nacional profesionalizado.
La estabilidad del régimen militarista de 1948-1958 se logra mediante la represi6n de los antiguos
aliados. Los nacientes partidos políticos son perseguidos y reducida su efectividad de tal forma
que el organizado movimiento de 1945 se derrumba por la explosión de una bomba que él mismo
había accionado. Las elecciones de 1952 preparadas en la búsqueda de una legalidad sui generis,
saca de dudas tanto a los ilusos como a quienes consideraron aprovechable la situación. El doctor
Jovito Villalba candidato electo en aquella oportunidad, tiene que abandonar el país y con ello sus
aspiraciones presidenciales. Poca o quizá ninguna efectividad tendrán los intentos para organizar
una oposición. Los cuadros, que permanecen en actividad clandestina son, aniquilados.