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Universidad Central de Venezuela

Facultad de Ciencias Económicas y Sociales


Escuela de Estudios Internacionales
Geografía Económica II
Guías de la Materia

Universidad Central de Venezuela: Estudio de Caracas 1913

Autor:
Ferrini Gueron y Gueron

Compendio de Guías de la Materia de Geografía Económica II


Capitulo II

EL POTENCIAL DEL PODER

Nuestra noción de poder coincide con el concepto aceptado: algunas veces dentro de la
ciencia política: "Capacidad para el logro de objetivos". Este concepto, naturalmente, presenta
ciertas '. dificultades en el orden de análisis: ¿Un Estado es poderoso cuando logra objetivos, o
logra objetivos cuando es poderoso? ¿El poder es algo previo que ayuda al logro de objetivos, o
es una noción resultante del logro de éstos? Estas preguntas con características de artimañas
pueden introducir algunas confusiones. Lógicamente, si partimos y nos ceñimos a la definición
anterior, debemos aceptar la primera alternativa (como correcta. El problema se presenta por el
hecho de que la definición ha sido elaborada en términos de efectos y no de causas o componentes.
Definido de esta manera, el poder resulta impredecible y sólo analizable ir a posteriori. Sin
embargo, el poder, como todo hecho, es una resultante previamente determinada en ~100 de sus
sentidos. Aceptar las dos alternativas de las interrogantes mañosas que hemos formulado arriba
(como estaríamos tentados de hacer), implicaría admitir el fenómeno poder como causa y efecto
de sí mismo, o lo que es lo mismo, como producto espontáneo.

La capacidad para el logro de objetivos, si bien no es espontánea, tampoco surge


simplemente de la inteligencia o habilidad de los políticos; ella requiere de algo más objetivo. La
habilidad puede perfilar la estrategia; pero al hablar de habilidad lo hacemos (no hay otra
alternativa) en relación al manejo de algo. Para que un Estado logre objetivos es "necesario que
posea una base en respaldo de su política, constituida por ese algo a manejar. Así, el poder no se
sostiene exclusivamente en factores individuales. Aislados y definitivamente débiles. El logro de
un objetivo en el sistema internacional depende del potencial "que posea el Estado, del uso que dé
a éste y de la relación con el potencial del adversario. Vemos así que los factores personales puestos
en juego en el manejo del potencial desempeñan papel importante, pero que sin la existencia de
una base no adquieren significación en términos del poder. Lo fundamental para nosotros en los
condicionantes señalados es el potencial propio del Estado y su relación con otros potenciales.
Conviene hacer algunas aclaraciones antes de continuar adelante.

Ocurre algunas veces que un país pequeño y de escaso potencial parezca altamente
poderoso, o que un país de gran potencial dé la impresión de gran debilidad. Un país "pequeño"
puede enfrentarse y aun vencer a otro más potente. Tal caso no anula las consideraciones
anteriores. Este hecho puede resultar, en primer lugar, por la suma de elementos de poder
pertenecientes a otro Estado. El potencial puede incrementarse mediante el concurso dc aliados.
El caso cubano-norteamericano no solamente enfrentó a estos países de gran desnivel. La presencia
del poderío soviético en respaldo de Cuba desempeñó una función niveladora.

En segundo lugar, algunos "pequeños" países parecen estar rodeados de un gran poder;
logran muchos de sus objetivos. Estos logros, sin embargo, no tienen mayor significación dentro
del sistema internacional. Estos países realizan acciones y fijan posiciones conjuntamente con las
grandes potencias, obteniendo ciertas victorias como concesiones en asuntos de principios, cargos
en organismos internacionales, respaldo diplomático y algunas otras de cierta importancia, para sí.
Estos conjuntos de pequeños triunfos van conformando un "poder" que no corresponde con so base
potencial. No resulta difícil comprender que" se trata, en este caso, de ~m poder aéreo y
condenado; un poder basado sólo en la habilidad para lograr concesiones de poca importancia y
que durará tanto cuanto esas potencias mayores lo acepten; una mera imagen de poder producida
por una política exterior un tanto "grande" que considera de su interés problemas sobre los cuales
no tiene ninguna posibilidad de control y que se contenta con el logro de victorias de importancia
muy localizada.

El tercer caso está dado por países cuya potencia está en proceso de desarrollo. No se trata
aquí de un poder aéreo sino efectivo, con el que se cumplen nuestras hipótesis. Tales países
manejan los elementos que poseen elevando el costo y riesgo de cualquier acción que pudiera ser
emprendida por otras potencias mayores. Los objetivos que logran son verdaderos triunfos de su
política exterior y no simples concesiones sobre asuntos de poca importancia. Empero, en virtud
de que el desnivel con potencias mayores es real, pueden ser reducidos, en última instancia, si
aquéllas consideran amenazado su interés nacional a un nivel demasiado alto.

Una gran potencia puede aparecer como débil si los objetivos en cuestión no son considerados por
ella como importantes o si el costo y el riesgo que se imponen para el logro de ellos es demasiado
alto. En tales circunstancias, una potencia puede aceptar perder sin haber utilizado sus recursos, y
en la mayoría de los casos, sin menguar por ello su poder. No obstante, debe tenerse en cuenta que
si un país ve amenazada su integridad utilizará todos los recursos que posee Como gran potencia.
La consecuencia que se desprende es que la mera posesión de potencial no da poder; como hemos
indicado anteriormente, es necesario que aquél sea utilizado. La independencia lograda por algunas
colonias en nuestro siglo es un ejemplo del caso en cuestión.

Hemos visto que para que el poder sea real debe surgir sobre una base que hemos llamado
potencial, y por otra parte ese potencial se traduce en poder sólo cuando es manejado en términos
de un objetivo; por lo tanto, la definición de poder en estrategia añadimos la cualidad indispensable
de adecuada, puesto que ello sólo puede ser constado a posteriori.

Podemos entrar ahora en el análisis del concepto potencial, al cual hemos considerado elemento
imprescindible y fundamental.

Definimos potencial como el conjunto de capacidades materiales y no materiales que pueden ser
manejados por el Estado en el sistema internacional para el logro de un objetivo preestablecido.

Esta definición puede ser considerada como demasiado amplia, en virtud de que las categorías
material y no material incluyen cualquier cosa imaginada. La amplitud de los elementos que abarca
tal definición corresponde con una igual amplitud de los elementos manejados en la consecución
de fines en el sistema internacional. Todo aquello que sea manejado en términos de un objetivo se
convierte en un elemento de poder, m.\s o menos efectivo, y forma parte de lo que hemos llamado
potencial. La limitación, pues, no aparece en la definición, sino en la disponibilidad misma. No es
elemento de poder aquello que no se posee.

De acuerdo con la definición formulada, el potencial no está constituido sólo por una base material,
sino que reúne capacidades no materiales. El potencial no es sólo una noción cuantitativa, sino
también una noción cualitativa. La no consideración de este último hecho condenaría a la
simplicidad a cualquier análisis. Uno de los elementos del potencial, la población, debe ser
analizada cuantitativamente; pero la cantidad en sí no la convierte en un elemento de poder, sino
sus características cualitativas. Una gran población desnutrida, enferma y analfabeta tiene pocas
posibilidades de constituirse en un recurso efectivo para el logro de fines; tal es el caso de la India
y otros países.

Nos enfrentamos ahora con el problema de establecer el nivel de poder de un Estado. Si nuestra
definición de poder es correcta, la única manera de determinar cuán poderoso es un Estado es
(estrictamente hablando) establecer cuántos de sus objetivos logra y cuáles son las características
de ellos. Nosotros no podemos conformarnos con saber que Francia es "más poderosa" que 'Togo,
sino que necesitamos un criterio general para establecer que ello es así y explicar su origen. Ya
hemos expuesto el obstáculo de orden conceptual que presenta tal intento. El poder no es una
noción cuantitativa (una suma de "cosas" que posee el Estado), sino la capacidad para utilizarlas
exitosamente.

Dado un inventario de elementos de poder, definidos como cada uno de los diferentes tipos de
recursos que componen el potencial, la única manera de evaluar el poder de un Estado es
observando a éste dentro de una situación política internacional en la que tiene planteado el logro
de un objetivo. Tal verdad teórica haría imposible determinar cuán poderoso es un Estado en el
momento previo a un conflicto, por ejemplo. Ello nos conduce a establecer que si bien es cierto
que el poder no está exclusivamente determinado por lo que se tiene, podemos, no obstante, aceptar
que el conjunto de elementos de poder determina la capacidad potencial que tendrá un Estado para
resolver favorablemente una situación en el plano internacional. En un conflicto internacional, por
ejemplo, la nación con mayor potencial tiene cierta predisposición a la victoria. Los objetivos
deben ser formulados, por lo tanto, teniendo en cuenta las capacidades propias y las del contrarío.

El poder, definido como la capacidad de lograr objetivos influyendo a terceros, descansa en


factores de orden diverso: por una parte, es función de la naturaleza de los tilles que se propone el
actor y de la significación de la cooperación u oposición que esos fines encuentren entre los demás
actores; por otra parte, depende de los recursos tangibles o intangibles que estén en disponibilidad
y sean asignables a la consecución de los objetivos fijados.

Esta noción de poder establecida en términos de los propósitos a los que se destinan los recursos
del actor y no en términos de los recursos mismos, aunque conceptualmente intachable, ofrece
serias dificultades de instrumentalización. En efecto, en términos estrictos, la única manera de
determinar el poder de un actor es a posteriori. a través del éxito o del fracaso en la obtención de
los objetivos que se haya formulado. Así planteado el problema, se hace imposible la elaboración
de un instrumento refinado de "medición del poder" y al mismo tiempo se debilita toda posibilidad
de predictibilidad. Ello exige una cualificación de la definición de poder como capacidad de lograr
objetivos, a través del establecimiento de una clasificación de las calidades relativas de los
objetivos propuestos. En efecto, de no hacerlo así resultaría que un actor con pocos recursos y
limitados objetivos. en la medida que lograse éstos sería "más poderoso" que otro con mayores
recursos y más amplias aspiraciones, que pudiese satisfacer sólo algunos de sus propósitos.
No existe una clasificación de "importancia" de los objetivos. Ello sería posible sólo en una
situación en la que la cultura total del sistema alcanzase tal grado de homogeneidad que todos los
actores considerasen como deseables los mismos fines; y aun así, la importancia relativa de estos
variaría para cada actor en función de su propio standard de jerarquización.

A pesar de estas dificultades, es posible una aproximación al problema del poder desde el punto
de vista de los medios. Pero una vez aceptada esta alternativa, debe quedar claramente establecido
que el inventario de recursos materiales e inmateriales a la disposición de un actor no es, ni
pretende ser en ningún momento, una medición del poder, sino una valoración estimativa de
"potencial". En efecto, la posesión por parte de un actor de ciertos elementos tradicionalmente
asociados con la "riqueza" y el "poder" permite suponer un potencial de acción superior al de otro
actor que no disponga de esos elementos. Pero aun este indicador está sujeto a dos condiciones
esenciales: que se consideren los demás factores como iguales y que se hayan definido
suficientemente los objetivos de modo que se pueda establecer si los elementos disponibles son
los apropiados para la consecución de los objetivos formulados.

Hechas todas estas salvedades fundamentales, es completamente válido hacer un inventario de


elementos de potencial que permiten (si se cumplen las demás condiciones señaladas) un grado de
predictibilidad suficiente para el análisis político. Algunos de esos elementos de potencial de poder
son materiales y fácilmente cuantificables; otros son sólo susceptibles de una estimación valorativa
por medios no cuantitativos, pero igualmente válidos para una comprensión de sus papeles y
significación en la capacidad de acci6n del actor.

Considerados en abstracto y sin relación a ningún objetivo específico, podemos dividir los
elementos del potencial del Estado en dos grandes categorías: Elementos Tangibles y Elementos
Intangibles.

a) Dentro de elementos tangibles podemos incluir:


1) Geografía: Contribuye al poder del Estado de modos diferentes. La forma más obvia
es la que se refiere a la extensión territorial (que en sí misma .no es favorable o
desfavorable sino en función del objetivo que se haya formulado). El clima, la
orografía, la hidrografía, las fronteras, son igualmente factores geográficos que en
virtud de ser constantes deben tomarse en cuenta en un inventario de los elementos de
poder, cuidándose muy bien del peligro de determinismos geográficos como los de las
teorías geopolíticas tan de moda en el siglo pasado. También la geografía, desde el
punto de vista de la posición estratégica, ha perdido actualidad debido al desarrollo
tecnológico, que convierte lugares antes inaccesibles en fáciles blancos de las armas
modernas.

2) Población y fuerza de trabajo: El primer dato demográfico que debe tomarse en


consideración es el total de la población, teniendo en cuenta que el dato bruto debe ser
calificado de acuerdo con el objetivo en cuestión, distribuyéndolo por edades, sexo,
ocupación, etc. El mero tamaño de la población no es un dato significativo en una
evaluación del poder del Estado, pues una población de ·niños y ancianos puede
colaborar muy poco a los objetivos del Estado y por el contrario representa una carga
para la economía de la nación. La fuerza de trabajo es un dato más pertinente, en la
medida en que permite determinar el efectivo total de la población que puede contribuir
a la capacidad militar, productiva y política del Estado.

3) Dotación de recursos naturales: Los recursos naturales significativos desde el punto de


vista del poder del Estado son sólo aquellos de los que el Estado puede disponer para
la obtención de sus objetivos. La mera presencia de recursos no es un elemento de poder
sino en la medida de su disponibilidad. En esta categoría están incluidos los recursos
agrícolas (alimentos), minerales (carbón, petróleo, bauxita, hierro, etc.) y fuentes de
energía.

4) Producción Industrial y Agrícola: Está dada por la dotación de recursos y la cantidad y


calidad de la fuerza de trabajo humana dedicada a su aprovechamiento. El nivel de
producción es, obviamente, un dato más pertinente que la mera presencia de recursos.
Pero aun ese dato debe evaluarse en funci6n de los fines del Estado.

5) Recursos Militares: El primer dato militar digno de consideración es el número de


hombres en las fuerzas armadas; asimismo, hay que considerar el valor monetario que
el Estado asigna al desarrollo de sus establecimientos militares (presupuesto de
Defensa). Otros datos, cuya obtención es difícil y cuya evaluación en términos de
efectividades se hace aún más difícil son: el nivel técnico del armamento y la
efectividad operacional de las doctrinas tácticas y estratégicas que rijan el Estado.

b) Entre los elementos intangibles podemos incluir


1) Estructura política, económica y social: Es muy difícil medir un elemento intangible
del poder, pero es posible evaluar la forma en que el elemento estudiado influye en la
efectividad del Estado para conseguir sus objetivos. En la medida en que la estructura
del sistema facilita la movilización del esfuerzo nacional en la obtención de los
objetivos fijados; en que la administración es eficiente; en que los canales de
comunicación entre pueblo y gobierno son operantes, etc., podemos decir que el
sistema es un elemento de poder del Estado.

2) Homogeneidad Nacional: Dentro del mismo orden de ideas, la homogeneidad, étnica,


lingüística y política facilitan la acción del Estado y constituyen un elemento de su
poder, mientras un alto grado de heterogeneidad diluye el esfuerzo y puede dividir el
país en luchas intestinas que dificulten su acción política.

3) Nivel Educacional y Técnico: El nivel educacional y técnico facilita el uso de los


recursos del Estado para los efectos de su política exterior. Una población muy poco
alfabetizada difícilmente estará en condiciones de constituir un efectivo consenso para
la política del Estado o de movilizar sus recursos humanos.

4) Posición estratégica internacional: La posición estratégica internacional se refiere al


lugar que los demás actores le asignan al Estado en el sistema internacional. Puede
suponerse que ese status depende en cierto modo del nivel de potencial que tenga en
virtud de la posesión de otros elementos. Sin embargo, ello no es necesariamente así.
En efecto, un Estado que no esté significativamente dotado de recursos materiales,
puede, por múltiples razones, disfrutar de una excelente posición internacional para
lograr específicos objetivos, en virtud de que sus fines encuentren amplio apoyo y
estímulo por parte de otros Estados, o simplemente, no encuentren resistencia
significativa. En ese caso, aunque el potencial del Estado no permite pronósticos
optimistas, su capacidad efectiva para conseguir objetivos se verá incrementada.

Esta descripción general del papel de ciertos elementos de potencial en el poder del Estado puede
instrumentarse y refinarse para establecer una mayor precisi6n estimativa. Así, Deutsch ha
establecido más de setenta indicadores específicos para establecer un perfil de potencial para cada
Estado nacional en un momento dado, que le permite dibujar una especie de mapa de poder para
todo el sistema internacional. En las páginas que siguen, y para los propósitos de este trabajo, nos
hemos limitado a un breve estudio de los elementos de potencial de Venezuela que son más
susceptibles de ser efectivos elementos de poder, y que por ende pueden contribuir más
significativa e inmediatamente a la política exterior de Venezuela. Así, estudiamos varios factores
relacionados con la geografía, población, economía y estructura social, y su papel romo
contribuyentes al poder nacional.

EL FACTOR GEOGRÁFICO

El concepto que hemos venido desarrollando a lo largo de estas páginas, según el cual la calidad
de elemento de poder de cualquier factor es una función de los fines, cobra renovada importancia
en lo que respecta al factor geográfico. El papel de la realidad geográfica ha sido tan
exageradamente sobrestimado que dio origen a las más descabelladas especulaciones y teorías,
culminando en la ya famosa noción de "geopolítica", todavía aceptada por más de un periodista
poco informado.

El legado intelectual de Haushffer y Mackínder ha dificultado por mucho tiempo cualquier


discusión seria del tópico, en virtud del desprestigio en que ha caído la noción de que exista alguna
relación entre geografía y política, después que ellos transformaron lo que efectivamente existe,
en relación de causalidad necesaria.

El castillo de naipes que se construyó sobre la noción del heartland, o corazón de la tierra, se
derribó por el sencillo medio de desarrollar nuevos métodos que permitieron trazar mapas con
distintos centros de proyección. Proyectando en el polo Norte, por ejemplo, se obtiene una visión
del hemisferio Norte del planeta en el que la península europea pasa a ser tan periférica como lo
había sido América en las viejas concepciones.
Este simple avance en las técnicas del trazado de mapas, unido al más notable desarrollo de la
tecnología en los medios de transporte de armas destructivas (como el proyectil balístico
intercontinental) y el cambio radical en los conceptos estratégicos tradicionales provocado por las
armas atómicas, acabó para siempre con las pretensiones "científicas" de la geopolítica.

Ello nos permite examinar la geografía como elemento de poder, sin temor a los viejos
determinismos, y al mismo tiempo, sin el peligro de subestimar su importancia. A poco que
estudiemos las distintas formas en que la geografía puede influir en la capacidad del Estado para
lograr sus fines, veremos que esta influencia está mediatizada por la relación de la tierra con otros
elementos de poder. El papel de la geografía es, pues, estudiable sólo a través de su influencia
sobre las otras variables del poder, o conjuntamente con ellas. La extensión, la topografía, el clima,
la situación estratégica, son significativos en términos de poder, si se conciben en relación con la
población.

Como Ortega señaló, "Donde mejor se nota la influencia de la tierra sobre el hombre es en la
influencia del hombre sobre la tierra" (El Espectador, tomo IV).

Si bien es cierto que no siempre la gran extensión de territorio va acompañada de la gran


potencialidad de poder, sí es frecuente que grandes potencias tengan grandes territorios. La
extensión territorial puede producir, aunque no necesariamente las implica, algunas ,ventajas: a)
Permite, potencialmente el desarrollo de una gran población (siempre y cuando la naturaleza de
los suelos se preste a un cultivo productivo); b) Es siempre potencialmente susceptible de tener
muchos y variados recursos naturales, lo cual, a su vez, puede facilitar la industrialización; c) Evita
la gran concentración de los complejos industriales en una pequeña área, v facilita su distribución
de modo que sean menos vulnerables en caso de ataque militar; d) Ofrece mayor resistencia en la
eventualidad de un repliegue militar (el ejemplo de la capacidad de la Unión Soviética de resistir
durante la segunda guerra la ocupación de vastas zonas de su territorio, sin que ello obligase a la
rendición, no hubiera podido ser imitado por Austria y Checoslovaquia).

Para confirmar la dependencia de los elementos de poder a la formulación de los fines hay que
subrayar que la mera extensión territorial puede representar una disminución más bien que un
incremento del poder del Estado. Cuando el objetivo es la defensa fronteriza, la mera extensi6n de
los límites puede debilitar la capacidad militar de una nación de vastos territorios que tiene líneas
de defensa largas y vulnerables, y requiere más hombres, más armas y más capacidad logística. De
igual modo, amplias extensiones ricas en recursos, que no están acompañadas de una organización
económico-militar capaz de explotarlas y defenderlas, pueden ser un estímulo a la intervenci6n de
Estados de mayor nivel industrial y mayor capacidad militar que estén en mejores condiciones de
conquistarlas y hacerlas producir.

Los accidentes geográficos, valles, ríos, montañas, son también capaces de influir indirectamente
en el poder del Estado.

La topografía condiciona en parte las condiciones de transporte y comunicaci6n en un territorio, y


en la medida que ellos juegan un papel en la economía de la nación, se modifica el potencial de
poder del Estado. Asimismo, cordilleras y ríos pueden servir (le fronteras naturales al Estado,
facilitando su defensa y al mismo tiempo limitando su capacidad de expansión. Obviamente, la
tecnología moderna ha disminuido sustancialmente la significación de la topografía como variable
de poder: la capacidad de abrir túneles a través de montañas, tender puentes sobre ríos o
simplemente obviarlos volando encima de ellos, ha transformado completamente su carácter. Pero
en la medida que esa tecnología es todavía costosa y no está al alcance de todos los estados por
igual, los accidentes de la geografía aún tienen importancia como factor de poder.

El clima aun cuando ha servido a innumerables especulaciones sobre su influencia en la actividad


y aun en el "carácter" del hombre, juega un papel meramente indirecto en la capacidad del Estado:
extremas temperaturas de frío o calor hacen inhabitable o incultivable un territorio. El volumen de
precipitaciones facilita o dificulta el desarrollo de ciertos cultivos. El invierno o su ausencia
obligan a desarrollar técnicas para combatir sus efectos, que conllevan la existencia de nuevas
actividades econ6micas. En ciertas zonas climáticas se dan ciertas enfermedades (como la malaria
de los tr6 picos), con sus consecuencias para la poblaci6n. En resumen, el clima no actúa sobre el
poder sino a través de su influencia sobre la población y la economía de la nación.

Más significativa, por su influencia directa en el poder del Estado, es la situaci6n estratégica; pero
aun el poder estratégico está calificado por un conjunto de variables no geográficas.

Estrechos como el de Gibraltar no dieron poder a quienes los' tenían en su territorio, sino a Estados
que ya tenían poder para ocuparlos e incorporarlos a su sistema de fines. El istmo de Suelo no
colaboró para nada al poder de la monarquía fatimita, ni adquirió significación alguna hasta cuando
Estados que ya dominaban las rutas marítimas construyeron un canal los tibetanos nunca fueron
una gran potencia a pesar de vivir en la fortaleza natural de los Himalayas, y aun las montañas más
inaccesibles del planeta no fueron obstáculos a la ocupación china. En una palabra, un lugar
geográfico no tiene sentido estratégico alguno hasta que los Estados lo incluyen en el sistema de
prioridades de su interés nacional, y sólo entonces cobran significación como variable del poder
de un Estado los Dardanelos no tienen significado po1ítico hasta que los persas se proponen invadir
a Grecia o Rusia busca una salida al Mediterráneo. Sharm El Sheik es un imperceptible nombre en
un mapa hasta que Egipto lo usa para bloquear el estrecho de Tirán y ello obstaculiza la navegaci6n
israelí.

Naturalmente, algunos hechos geográficos brutos determinan inmediatamente algunos hechos


político-militares. Chad, Bolivia, Austria, Suiza, Checoslovaquia, la República Centro-africana,
Paraguay y la Mongolia Exterior, no pueden aspirar a ser potencias marítimas. Pero si la
mediterraneidad impide el desarrollo de ciertos elementos de poder, la insularidad no provoca
necesariamente lo contrario: ni Cuba, ni Indonesia, ni Santo Domingo, ni Nueva Zelanda, han
conquistado jamás los mares.

Nuevamente, la tecnología de la era atómica ha hecho parcialmente obsoletas algunas nociones


estratégicas basadas en el control de un estrecho marítimo o el dominio de un paso entre
cordilleras.

Si un proyectil balístico puede volar con su carga destructiva de Ottawa a Leningrado, o de Moscú
a Chicago, a través de la ruta del polo Norte, es obvio que el estrecho de Behring pierde su antigua
significación.

Nada de lo dicho excluye que, dados ciertos objetivos y ciertos medios, la ubicación geográfica sí
tiene características estratégicas. Si el poder del Estado requiere petróleo y éste no puede
transportarse por avión en condiciones económicas, y los pozos están en Kuwait, y el mercado de
consumo de Londres, el paso del canal de Suez es esencial al poder británico, por ejemplo. Si
Francia decidiese invadir a España con su infantería, el paso de Roncesvalles cobraría nueva
importancia estratégica. Si Indonesia reanudase sus ambiciones hegem6nicas sobre la península
de Malaca, el control del estrecho de ese nombre contribuida significativamente a la capacidad de
Yakarta para lograr sus objetivos. Si se quiere desarrollar una industria pesquera, es conveniente
tener amplias costas.
En resumen, la ubicación, al igual que la extensión, la topografía y el clima, es decir, todo lo que
hemos dado en llamar factor geográfico, contribuyen al poder del Estado a través de la influencia
que ejercen sobre los otros elementos de poder y en funci6.n de los objetivos específicos

Consecuentemente, es tarea innecesaria extenderse indebidamente en el análisis del papel que la


geografía juega en la capacidad de Venezuela para obtener sus objetivos políticos. Los 912.050
km2 del territorio nacional son, como en cualquier otro país, un recurso y una promesa de
desarrollo potencial.

El café y el cacao de las montañas andinas, el ganado de los llanos, la pesca de Sucre y Margarita,
el hierro de Guayana, el petróleo del Zulia y de Oriente, son recursos y actividades que están
directamente relacionados con la geografía, cuantitativa y cualitativamente considerada; esos
recursos constituyen la base material de la economía, y a través de ella contribuyen al poder de
Venezuela. La extensi6n del territorio, sobre el que viven escasamente ocho millones de personas,
ha hecho que sólo las costas y las montañas tengan vías adecuadas de comunicación y contribuyan
significativamente al poder económico del país. Sólo en los últimos años el vasto macizo de
Guayana se ha venido incorporando realmente a 1a nación a raíz de la construcción de un
importante centro industrial en la “Zona del Hierro” y de la construcción de la represa
hidroeléctrica que aprovecha la topografía del cauce del Caroní.

Los vastos recursos inexplotados en el amplio territorio garantizan la posibilidad de un crecimiento


de población sin dificultades malthusianas de ningún género, siempre que la estructura económica
absorba el incremento poblacional, lo cual es totalmente independiente de la geografía.

Sin embargo, las lluvias tropicales provocan frecuentemente el desbordamiento de los ríos más
caudalosos, con las consiguientes inundaciones en las zonas de los llanos. Las subidas que en el
valle del Nilo fertilizaban la tierra y servían de base a la economía agrícola del antiguo Egipto, en
Venezuela solo destruyen viviendas, ganado y vidas humanas, con su consecuente efecto sobre las
variables (población y economía) del poder del Estado.

Las fronteras son largas, mal protegidas y durante mucho tiempo sólo estuvieron determinadas en
el papel de los mapas. Así, Venezuela perdió 150.000 Km. 2 de territorio al oeste del rio Esequibo
y estuvo a punto de perder el casi despoblado delta del río Orinoco.
La península Guajira termino, después de un siglo de abandono, bajo la jurisdicción colombiana.
Ganado y hombres atraviesan ilícitamente las fronteras insuficientemente vigiladas. Las alturas
del pico Roraima y la falta de ambiciones territoriales del vecino del sudeste han logrado que la
del Brasil sea la única frontera estable que ha tenido Venezuela en ciento cincuenta años.

Dadas ciertas condiciones- de desarrollo del poder venezolano, la ubicación sobre las Antillas
puede darle alguna significación en la política del área del Caribe. Es, indudablemente, el país de
América del Sur más cercano a los mercados europeos y norteamericanos, pero sus costas
continentales sólo albergan cuatro puertos de importancia econ6mica.

El insuficiente desarrollo del potencial de poder de Venezuela en otros órdenes y la falta de


objetivos específicos hace que la situación estratégica sobre el Caribe no haya tenido la
significación potencial que puede adquirir eventualmente.

En conclusión, la geografía es en Venezuela, al igual que en cualquier otro listado nacional, un


dato que no aumenta ni disminuye el potencial de poder del Estado, que no fortalece ni debilita al
país, que no ofrece obstáculos ni facilidades sino en función de los objetivos que se plantea la
nación, actuando a través de su capacidad para afectar el desarrollo de las demás variables,
presentando un estímulo y un desafío a la actividad que el hombre emprende. Permite o impide
alimentar a una gran población (los recursos nacionales lo permiten, pero el poco desarrollo
económico lo dificulta). Facilita u obstaculiza la seguridad nacional (el carácter natural de casi
toda la extensión de sus fronteras ayuda a la defensa, pero la escasa capacidad militar minimiza
esa ventaja natural). Abre el país a corrientes comerciales, culturales y políticas de Europa y
América (las costas facilitan el comercio internacional, pero dificultan la intangibilidad territorial).
La geografía venezolana suma o resta poder, según Venezuela tiene o carece de poder para actuar
sobre ella.

LA POBLACIÓN

Otra categoría, de mucho mayor importancia, es la población. No pretendemos hacer un análisis


de la dinámica de la población; ello es tarea de los demógrafos. Tomaremos, pues, trabajos
realizados por éstos, como guías para determinar su desarrollo hacia un efectivo elemento de poder.

Durante el siglo XIX y las dos primeras décadas del xx, la población venezolana se caracteriza por
un estancamiento cuantitativo. El crecimiento natural es insignificante (cercano al crecimiento de
la población mundial), a pesar de que la natalidad se mantenía colocada a niveles verdaderamente
altos. La causa de ello estaba situada en el nivel también alto de la mortalidad. La diferencia entre
el rotal de nacimientos del total de defunciones era demasiado pequeña y condenaba a un
crecimiento que tomando Como base 100 el año de 1873, en 1920 esa base había llegado apenas
a 143. Ese pequeño crecimiento se encontraba entre 0,5 Y 1,0 por ciento anual. Este crecimiento
corresponde actualmente con el de países desarrollados, pero mientras en estos ocurre por una
mortalidad y natalidad muy bajas, en la Venezuela de esa etapa ocurría, por lo contrario.

El complemento en el crecimiento total no natural de. la población podía haber sido la inmigración,
pero ella no ocurrió significativamente sino hasta bien avanzado el presente Siglo.

A partir de 1920 comienza a operarse un cambio que define una nueva etapa en el crecimiento
demográfico del país. Las características de esa etapa se resumen en una tasa de crecimiento
mayor. La tasa de natalidad se mantiene alta, pero no será ella la causante fundamental del nuevo
ritmo de aumento, sino que, por el contrario, lo será un descenso moderado pero continuo en la
mortalidad. La consecuencia' inmediata es que la diferencia entre nacimientos y defunciones
comienza a agrandarse, dejando un margen de aumento mayor. Las dos curvas, que venían siendo
casi paralelas, se separan. Durante esta etapa (1920 - 1945) la tasa de crecimiento natural sobrepasa
definitivamente el 1 por ciento y llega, en 1945 a 2,2 por ciento. La población total arriba a cuatro
millones. La base para 1873 se coloca ahora (1941) en 222.

La tercera etapa se perfila desde 1945 hasta nuestros días. La mortalidad desciende a ritmo mucho
más acelerado, mientras que la natalidad continúa siendo elevada. La base se sitúa en 434, lo que
quiere decir que se duplicó la población en unos veinte años. Así, la tendencia casi vertical que
toma la curva de mortalidad la lleva a colocarse por debajo de 9,0, alejándose definitivamente de
la natalidad y dando como consecuencia un margen de crecimiento que sobrepasa el 3 por ciento
y en ocasiones llega hasta el 4 por ciento. Esta puede llamarse la verdadera etapa de expansión
demográfica. La población total llega a ocho millones de habitantes.

Hemos visto en la breve reseña anterior el tipo de cambios ocurridos con las dos variables
fundamentales del desarrollo demográfico. Ahí podemos observar las fabulosas consecuencias en
el orden cuantitativo de la población venezolana. En los ochenta y ocho años que van desde 1873
a 1961, "la poblaci6n venezolana logra más que cuadruplicarse. Semejante expansión, pocos países
llegan a presentarla. Ella es extraordinaria y sorprendente".
La causa determinante de este cambio se encuentra en las variaciones experimentadas por la
mortalidad, la que al reducirse en la manera que lo ha hecho ha operado sobre el crecimiento como
un aumento de la natalidad.

La causa determinante de este cambio se encuentra en las variaciones experimentadas por la


mortalidad, la que al reducirse en la manera que lo ha hecho ha operado sobre el crecimiento como
un aumento de la natalidad.

La situación varía desde una en la que a una alta natalidad correspondía una alta mortalidad, para
colocarse en otra en la que a una alta natalidad corresponde una mortalidad de país desarrollado.

El hecho de que la población haya crecido al ritmo señalado supone el mejoramiento de las
condiciones generales de vida. Nosotros no entraremos aquí en el análisis de las causas que han
determinado los cambios en las variables examinadas; ellas pueden ser estudiadas en los trabajos
demográficos de los cuales hemos partido. Nuestro propósito es, simplemente, el establecimiento
de los cambios en sí, para determinar en qué medida se convierte en elemento de poder esa
población.

Como decíamos anteriormente, no solo la cuantía es importante en el estudio de un elemento de


poder. Es necesario, además, tomar en cuenta las características cualitativas. En los siguientes
párrafos trataremos de realizar un bosquejo de los cambios de orden cualitativo que se han
producido en esa población. Como hicimos con el crecimiento, utilizaremos los trabajos realizados
por especialistas en la materia.

Si relacionamos el tamaño de la población con la superficie venezolana, encontramos que la


densidad pasó de 2,8 en 1905 a 8,2 en 1961.
Entre los aspectos cualitativos, el primero a investigar es la estructura por edad de la población: El
supuesto teórico que rige para el tipo de poblaci6n en que se encuentra Venezuela· es que, al
ocurrir los cambios descritos en la mortalidad, como ellos no se reflejan por igual para todas las
edades, sino que afectan más a los niños, la población tiende a rejuvenecerse. La estructura de edad
depende, sin embargo, fundamentalmente de la natalidad. De acuerdo con los datos conocidos
sobre natalidad en Venezuela, ella parece como si hubiera experimentado un incremento bastante
alto. Como bien establece Julio Páez Celis, no es posible que ocurriera tal aumento, en virtud de
que este tipo de poblaciones poseen una tasa fisiológica con un valor cercano al 50 por ciento; es
decir, la natalidad no podía continuar subiendo, porque ya se encontraba en su nivel máximo. Lo
que ocurre es un mejoramiento en los registros. La natalidad, por lo tanto, debe haber sido igual
para principios de siglo que para nuestros días.

Si como se concluye de lo que hemos dicho anteriormente, la natalidad ha permanecido constante,


y si es esta variable la que determina fundamentalmente la estructura por edad, hem05 de
considerar que los cambios en esta última, a pesar de la reducción en la mortalidad y de su
funcionamiento como aumento de la natalidad, no han sido mayormente significativos. Los datos
sobre este aspecto tienden a demostrarlo.

La importancia de este aspecto se nota al establecer sus relaciones con la población


económicamente activa. Obviamente, una población demasiado joven tendrá cargas de inactivos
por activo demasiado altas. La población joven tiene tasas de actividad sumamente bajas, en virtud
de estar incapacitada durante los primeros años y luego durante el período de educación.
Encontramos, entonces, que el crecimiento en sí de una población no aporta poder al país. El
crecimiento puede significar un debilitamiento del potencial de poder de un Estado. En estas
condiciones, estamos listos para afirmar que son las características cualitativas que posea la
poblaci6n las que pueden dar un índice de vigorizaciói1 del potencial. Una población con
estructura de población altamente joven .no aporta poder al Estado. La población se convierte en
elemento efectivo del potencial en la medida que pueda contribuir al logro de los objetivos,
primeramente, dentro del sistema nacional.

La cuestión fundamental que se plantea es la relación del crecimiento demográfico con el


crecimiento económico. De nada funcional en términos de poder se traduce un crecimiento de la
población, si no ocurre un crecimiento por lo menos de la misma proporción en la economía. La
población, para estudios válidos, debe e1acionarse con los recursos; pero no es la mera existencia
de ellos, sino su efectiva explotación “…Cuando la población posee una tasa elevada de
crecimiento, la economía debe hacer una fuerte inversión «puramente demográfica»”, La inversión
requiere de altas tasas de actividad y de adecuada preparación del personal en Venezuela, esa
estructura altamente joven que hemos visto antes dificulta y restringe el producto lograble, a pesar
de que las inversiones sean fuertes en la economía. Por otra parte, con el mismo efecto actúa el
bajo nivel educativo de la población. Las cifras de analfabetismo proporcionan una idea en este
sentido. En tales condiciones no es posible esperar un gran nivel de tecnificación y por lo tanto de
rendimiento. Es cierto que ninguna de las dos variables condena al país a un subdesarrollo, puesto
que, como bien anota José E1iseo López, los países actualmente desarrollados iniciaron su proceso
de crecimiento económico en las mismas condiciones en que se encuentran los países
subdesarrollados de hoy; pero, por otra parte, también es cierto que tal crecimiento sólo puede ser
iniciado en la medida en que se mejoren las condiciones de ellas.

La población ha crecido considerablemente, y ello podría tentar a considerar su conversión en


efectivo elemento de poder. El análisis cualitativo nos dice que, muy al contrario de esto, las
características de explosión demográfica en que se encuentra ella y la obligada inversión
"puramente demográfica" no la hacen vigorizar el potencial de poder venezolano. Es cierto que no
“despotencializan”; se notan síntomas de mejoramiento general; pero él no es de tal nivel que
transforme a la población en un verdadero respaldo de la política internacional venezolana.

LA ECONOMÍA
El diagnóstico de una economía cuenta en la actualidad con un conjunto de instrumentos muy
útiles y que se refinan constantemente. Tales son: los agregados macroeconómicos que conforman
las cuentas del ingreso y el producto; la balanza de pagos; la tabla y los modelos de insumo
producto, y la cuenta de fluir de fondos. Desde este punto de vista, el análisis de la economía
venezolana se encuentra con serios tropiezos; en efecto, prácticamente durante la primera mitad
del presente siglo no se cuenta con indicadores apropiados, a excepción de algunas estimaciones
aisladas. Esto nos obliga a estudiar este período en forma conjunta (por razones estadísticas, lo
cual no es correcto), donde utilizaremos algunas cifras de producción, de comercio exterior y
fiscales, para tratar de llegar a algunas conclusiones. El restante período, por razones político-
económicas, será. dividido en dos: el período 1950-57, Y luego, hasta el presente. Este tratamiento
no sería completo si no se intentara al final una evaluación de conjunto del período completo; sin
embargo, no es el diagnóstico, en el sentido más ortodoxo de su definición, lo que intentamos
llevar a cabo; pretendemos, simplemente, establecer algunos puntos de apoyo para intentar
posteriormente el análisis de los aspectos económicos de la política exterior.

El ingreso nacional ha crecido de tal forma que si pudiéramos comparar las cifras actuales con los
ingresos de principios de siglo la diferencia sería verdaderamente asombrosa; sin embargo, ese
crecimiento es el resultado de una cuña que no corresponde con el desarrollo de los otros planos
d~ la. sociedad y que por el hecho de permanecer como foránea' se comporta en gran medida como
variable independiente. El crecimiento económico venezolano no guarda relación con la formación
de recursos humanos, la educación general, las inversiones nacionales o la formación de un capital
nacional. La expectativa es que los desarrollos de estas últimas condicionen a aquél, pero los
hechos demuestran que ese crecimiento ha ocurrido a pesar de que el desarrollo de esas y otras
variables no sirva para explicarlo, y que prácticamente hubiera ocurrido de la misma manera si los
cambios de esas variables no se hubieran realizado. Esta situación sirve como hecho demostrador
de que el desarrollo económico en Venezuela es espurio, lo que ha sido señalado por José A. Silva
Michelena en un trabajo sobre cambio social.

De acuerdo a lo antes expuesto, analizaremos someramente los cambios fundamentales ocurridos


en la economía venezolana durante los primeros cincuenta años del presente siglo, dando por
aceptado que la situación general de la economía antes de 1900 presentaba, más o menos, las
mismas características de los años siguientes hasta 1920.
En el lapso que comprende a la primera mitad del presente siglo se distingue un hecho económico
fundamental que introduce un elemento obligado de separación en dos períodos con características
definidas. La aparición del petróleo, y concretamente su figuración a partir de 1917 en las
estadísticas disponibles del comercio exterior, marcan el inicio de una etapa en nuestra economía
que es hoy día analizada con extremo interés. Desde el punto de vista de la composición de nuestras
exportaciones y su incidencia dentro de la economía, es en 1920 cuando notamos el primer cambio
fundamental. En efecto, en este año el valor de las exportaciones petroleras significa ingresos por
bolívares 5.261.443, lo cual equivale a un valor cinco veces superior al registrado el año
inmediatamente anterior; y lo más significativo es el hecho de que a partir del citado año se inicia
un crecimiento acelerado del valor de las exportaciones petroleras y un desplazamiento de los
productos tradicionales.

Para este año, el 92% del valor de las exportaciones estaba representado por el café y cacao,
correspondiéndole sólo un 2% al petr61eo y sus derivados; a la altura de 1930, la situación
colocaba en un 83% al petróleo y en 1570 los dos productos que habían mantenido la
preponderancia de nuestro comercio exterior. Desde (.'1 punto' de vista de la composición
estructural de nuestras exportaciones, tal mutación podría merecer poca significación, puesto que
las dos condiciones, la una de "monoexportador" y la otra de "productos primarios", se mantiene;
sin embargo, otras dos características permiten concluir que dicha mutación constituye un cambio
fundamental: ellos son la propiedad de la industria y el grado de dependencia económica y política
que conlleva la explotación petrolera por parte del capital extranjero.

El efecto sobre la economía, inducido por el intercambio comercial, puede medirse a través del
volumen de los ingresos públicos, cuyas oscilaciones reflejan la dependencia de una fuente
representada por el café y el cacao antes del aparecimiento del petróleo, y posteriormente por éste,
con lo cual se acentúa la dependencia. Los ingresos públicos para 1920 significaron Bs. 101,1
millones, expandiéndose de forma acelerada hasta alcanzar en 1930 Bs. 210,3 millones. La
economía venezolana ha sufrido en el curso de su historia una marcada influencia del comercio
exterior; la exportación de productos agropecuarios durante la época pre petrolera constituía el
principal factor en la formación de ingresos y una corriente importante en las recaudaciones del
tesoro; las oscilaciones en la demanda externa de estos productos determinaban una mayor o menor
capacidad para importar, cuya realización provocaba ingresos fiscales a través de los derechos
arancelarios y tasas aduaneras, los cuales constituían el renglón fundamental de entradas.
Asimismo, el comportamiento del comercio exterior determinaba el comportamiento en la
actividad interna, provocando una expansión o concentración de acuerdo a la intensidad del
intercambio.

Con la preponderancia del petróleo se crea un nuevo y más importante factor de inducción sobre
la dinámica económica interna, cuyos efectos son tanto de orden externo como interno en el sentido
de origen de los ingresos fiscales; es decir, ingresos derivados de la exportación y de la explotación
de la industria petrolera. En este sentido tiene fundamental importancia señalar, dentro del
ordenamiento legal, la creaci6n en 1943 de dos instrumentos que significan una importante
incidencia en la participación de la nación en la actividad petrolera: la ley de Hidrocarburos y la
de Impuesto sobre la Renta, cuyas disposiciones fijan las pautas para la fijación de los valores de
retorno de la exportación petrolera.

Entre los aspectos que constituyen cambios fundamentales, paralelos al aparecimiento de la


industria petrolera, cabe señalar la corriente de capital extranjero originada directa o
Indirectamente por el auge de dicha industria, lo cual constituye un importante factor de
dependencia y de succión de parte de los ingresos creados, evidenciado por la acentuada diferencia
entre los ingresos territoriales y nacionales de Venezuela.

Para 1950, el producto territorial bruto a precios de mercado y constantes de 1957 se elevó a Bs.
12.728 millones, lo que supone un producto per cápita de Bs. 2.520 y de USA$ 752, que puede
considerarse bastante alto; sin embargo, esta cifra no es indicativa del nivel de ingresos percibidos
por los residentes del país, el cual se refleja en el ingreso nacional. Este, a precios corrientes (no
existen cifras disponibles a precios constantes) fue de Bs. 8.607 millones, con un ingreso per cápita
de Bs.,1.709 y de USA$ 510. Esta cifra permitiría situar a Venezuela, para ese año, entre los países
que han dejado atrás la etapa del subdesarrollo. Sin embargo, algunos otros indicadores son
necesarios para ratificar o negar esa afirmación.

Al observar la composición del producto territorial a precios constantes de mercado se obtiene que
el sector primario participó con el 38 por ciento, de los· cuales el petróleo con 29%. Si se considera
que la producción minera era para ese año de apenas veinte millones de bolívares, puede atribuirse
que el 9% restante era generado en la agricultura, donde Se situaba el 46% de la población activa,
mientras la industria petrolera absorbía un 3% lo cual da una idea de las tremendas diferencias de
productividad entre esas dos ramas de la actividad económica. El sector secundario generó sólo el
17%, y de ello, la industria manufacturera el 10%; si a esta cifra deducimos la refinación de
petróleo, la participación se reduce a un 9 por ciento. El sector terciario acusa la más alta
participación (45%), y de ello, los servicios la mayor parte. Esta composición del producto no
configura propiamente la Imagen de un país desarrollado; si relacionamos, entonces, el alto ingreso
per cápita encontrado con esa composición del producto, que revela tremendas diferencias de
productividad y por ende de percepción de ingresos podemos concluir que en realidad no puede
hablarse de Venezuela, en su aspecto integral, como un país desarrollado, sino que por efectos de
la actividad petrolera .una parte relativamente reducida de la población goza de altos Ingresos y
de un elevado nivel de vida, en tanto que más de un 40% de la población en el sector rural sufre
de bajísimos niveles de vida, en ocasiones infrahumanos, a lo cual deben agregarse las deplorables
condiciones socioeconómicas de una buena parte de la población urbana. Por otro lado, sí tomamos
en cuenta que una parte del producto creado en el sector petrolero se transfiere al resto de la
economía vía ingresos fiscales-gastos del gobierno. y relacionamos este hecho a su vez con la ya
mencionada composición del producto, llegamos a la conclusión de que el efecto petrolero sobre
las actividades económicas se reflejó en un crecimiento anormal del sector terciario que no
corresponde a las necesidades de un país en vías de desarrollo y que, por el contrario, constituye
un desperdicio de recursos que podrían haberse empleado en crear una economía sólida.

Para completar este breve cuadro debe examinarse el papel del sector público y la importancia de
las relaciones económicas externas.

Como se deduce del examen del período anterior, el desarrollo de la actividad petrolera tuvo
profundas consecuencias sobre el sector público, multiplicando sus ingresos y por ende
incrementando la importancia de su influencia sobre la economía en general, y a la vez haciendo
a la gestión fiscal estrechamente dependiente de las fluctuaciones del petróleo. Pero esto tiene otra
implicación: como los ingresos que se perciben por ese concepto no se sustraen a personas o
instituciones residentes, que hubieran podido realizar gastos internos, de no haber sido absorbidos
por el gobierno, los gastos fiscales financiados con los ingresos petroleros tienen un efecto
expansivo neto sobre la economía.

Para 1950, los ingresos del gobierno nacional se elevaron a la suma de Bs. 1.917 millones, de los
males los ingresos petroleros representaron el 32,00/0, en tanto que los ingresos totales del sector
público, donde se incluyen los institutos autónomos, los municipales y las entidades regionales,
fueron de Bs. 2.796 millones. Sus gastos fueron de Bs. 2.984 millones de bolívares, de los cuales
se dedicó 62,9% a gastos corrientes y 29,4ro a compra de nuevos activos. La importancia de la
gestión se evidencia si se comparan estas cifras con las del ingreso nacional, que fue de Es. 8.607
millones.

La estructura de nuestras relaciones económicas con el resto del mundo, evidentemente estuvo
signada también por el petróleo. En efecto, del total de las exportaciones FOB, que fueron de
USA$ 1.155 millones, 1.124 correspondieron a exportaciones petroleras, realizándose a su vez,
importaciones pon por USA$ 533 millones, obteniéndose en general un saldo en cuenta corriente
positivo de 89 millones de dólares; a pesar de este saldo positivo, y de entradas netas de capital
por nueve millones de dólares, el saldo total de la balanza de pagos fue pasivo por 80 millones de
dólares, debido a transacciones no identificadas, expresadas como errores y omisiones, de 178
millones. La importancia del sector externo, dentro del conjunto de la actividad económica
nacional, queda expresada al constatar que las exportaciones y las importaciones representaron,
respectivamente, 30,6% y 15,71'0 del producto territorial bruto a precios de mercado corrientes.

Un indicador de dependencia externa muy importante es la participación que las inversiones


extranjeras acumuladas tienen en el capital existente del país. En Venezuela, hasta el momento y
por razones metodológicas, no puede realizarse estrictamente ese cálculo; sin embargo, es
indicativo que, en 1950, frente a un capital existente de 26.523 millones de bolívares a precios de
1957, las inversiones extranjeras netas acumuladas fueron de 5.021 millones a precios corrientes;
es indudable que, si estas inversiones fueran valuadas también a precios de 1957, su nivel sería
mucho mayor.

El período 1950-57 fue de crecimiento acelerado para la economía venezolana; en efecto, el PTB
a precios constantes creció a una tasa promedio interanual de 9,4% y en términos per cápita, 4,9%.
Este comportamiento refleja principalmente el desarrollo del sector petrolero durante el período,
cuando creció en 8,9% interanualmente; sin embargo, estos años están afectados por un fenómeno
no tendencial, como fue la crisis de Suez, que incremento nuestras exportaciones petroleras; de no
haber mediado esa circunstancia, el crecimiento del producto petrolero, y por ende de la economía
en general, hubiera sido menor. Asimismo, los ingresos fiscales por concepto de las concesiones
petroleras permitieron, a través de los gastos públicos, hacer inyecciones adicionales a la
economía.

El crecimiento acelerado de las magnitudes macroeconómicas no trajo consigo, prácticamente,


ningún cambio en la estructura de la producción, lo cual es condición sine qua non de un desarrollo
integral. El sector primario continuó participando con un 380% del PTB; aunque la participación
del petróleo se redujo al 26%, su posición marginal vino a ser ocupada por un producto que por
sus condiciones de producción y propiedad extranjera puede asimilarse al petróleo, como es el
hierro. El sector secundario apenas incrementó su participación en dos puntos, en detrimento del
sector terciario. En esos años la industria manufacturera creció a una tasa interanual de 15%; sin
embargo, por el bajo nivel de que se partió su participación apenas alcanzó a 1l,5% del PTB.

El sector externo tuvo un comportamiento similar al de la economía en general; las exportaciones


crecen a una tasa promedio interanual de 9,0%, y se agrega un lluevo renglón de exportación, el
hierro; sin embargo, no se produce una diversificaci6n de las exportaciones: la participación de
esos dos productos en el total alcanza al 97%. Por su parte, las importaciones alcanzan el mismo
nivel al que han llegado en 1957. Asimismo, la cuenta de servicios, negativa estructuralmente,
crece a un ritmo más acelerado que las exportaciones, y en los últimos años del período (1956 Y
1957) la cuenta corriente se hace fuertemente negativa y fueron las entradas de capital petrolero,
por las concesiones, las que produjeron un saldo activo en la balanza de pagos. Las reservas
internacionales del sistema bancario pasaron de 342 millones de dólares en 1950 a 1.396 millones
en 1957, su nivel más alto hasta la actualidad.

La dependencia del sector externo permaneció prácticamente inalterada; las exportaciones


continuaban representando un 30% del PTB Y el coeficiente de importaciones bajó ligeramente a
22%. Las inversiones extranjeras netas acumuladas pasaron de 5.021 millones de bolívares a
10.692 millones.

El período que comienza en 1958 tiene cierros rasgos característicos que lo diferencian del
anterior. En primer lugar, el ritmo de crecimiento de la economía ha sido menor que en 1950-57;
la tasa promedio de crecimiento interanual del PTB a precios constantes durante 1957-58, fue de
1,3%. En este comportamiento confluyen algunos determinantes: una tasa de crecimiento muy baja
de la producción petrolera, aunada a un deterioro de sus precios; los efectos del cambio político
ocurrido en 1958, con su secuela de desconfianza empresarial y fuga de capitales; una fase
plenamente depresiva de la economía, estimulada por una política anti inflacionaria del gobierno.

A partir de 1958 se inicia un período determinado. por un cambio político que intenta reformas en
el campo. económico y social una serie de medidas de orden industrial y fiscal son puestas en
práctica y sus efectos pardales se aprecian en la evolución de la economía durante los últimos años.
A partir de dicho año se observa un intenso proceso de sustitución de importaciones, inducida a
través de algunas medidas de política comercial e iniciada con la implantación de un sistema de
cambios preferenciales en 1960, que tuvo paralelamente la intención de atenuar el proceso de fuga
de divisas iniciado a raíz de 1958. Dadas las condiciones del proceso de desarrollo industrial
interno en función de dicha política de sustitución de importaciones, se origina paralelamente una
acentuada demanda de materias primas y equipos industriales, ya que el objetivo fundamental ha
estado basado en la sustitución de bienes de consumo final, habiéndose canalizado la creación o
intensificación de las industrias hacia este fin. Como es sabido, este camino crea una mayor
dependencia del exterior, pudiendo provocar un colapso en la economía interna la falla, en alguna
medida, de los suministros externos de materia prima. Al mismo tiempo la producción y
exportación petrolera, fuente fundamental de ingresos y determinante en la formación del producto
interno y de la capacidad de importación, entra a partir de 1963. una vez atenuados los dedos
impulsivos de la crisis de Suez, en una etapa de estancamiento progresivo. La tasa de crecimiento
de las magnitudes macroeconómicas durante este período evidencia el alto grado de dependencia
de las fluctuaciones del sector externo de nuestra economía. En el período 1958-1965, la tasa
promedio de crecimiento de nuestras exportaciones petroleras fue de 6,2%; sin embargo, en los
últimos tres años dicho comportamiento pone de manifiesto un relativo estancamiento; asimismo,
el PTB a precios corrientes crece en el período considerado a una tasa de 7,2ro. mientras que en
los últimos años dicho crecimiento fue de 3,1% interanual.

En este orden de ideas, el peso específico del sector externo dentro de la economía se expresa
mediante la significación de 28,4% de las exportaciones y de 14,1% de las importaciones sobre el
PTB a precios de mercado corriente, siendo dicha participación de menor importancia en relaci6n
con el período anterior. El crecimiento de la economía, medido en términos del PTB a precios
constantes, significa durante 1958-1965 una tasa promedio interanual de 4,6% habiendo crecido
el producto per cápita en 1,0%; tales resultados indican una relativa contracci6n de la economía si
lo comparamos con el desarrollo del periodo 1950-1957.

Desde el punto de vista de la composición sectorial del PTB, se observa durante este periodo un
lento pero significativo cambio en la participación del sector secundario total, el cual hasta 1963
representaba aproximadamente un 1970 y para 1965 llega a significar el 21,2%; igualmente, en los
últimos tres años se observa una ligera baja en la participaci6n del sector petrolero al pasar de 28%
a 26%.

Un aspecto de singular importancia que merece referencia en cuanto a la incidencia del sector
externo de la economía sobre su desarrollo interno, es el referido a la política comercial, el objetivo
de sus medidas y las metas alcanzadas, fundamentalmente porque durante este período se acentúan
las motivaciones en relación con la participación o ingreso de Venezuela en el esquema de
integraci6n latinoamericana.

Hasta 1958 el instrumento fundamental de la política comercial venezolana estaba constituido por
el Tratado de Reciprocidad con los Estados Unidos firmado en 1939 y configurado sobre dos listas
de productos que representan tanto los productos sobre los cuales Venezuela da concesiones a los
Estados Unidos como aquellos sobre los que Estados Unidos otorga preferencia a Venezuela; la
existencia de este acuerdo o tratado comercial rinde sus efectos sobre la política comercial
venezolana, pues constituye una limitación a su autonomía, en la medida en que los productos
incluidos en la Lista N° 1 sólo pueden ser protegidos mediante exoneración a las materias primas
o mediante la política crediticia. Cuando los Estados Unidos imponen restricciones a sus
importaciones petroleras procedentes de Venezuela, y de acuerdo al artículo VI, nuestro país podía
suspender el tratado dentro de los noventa días siguientes, pero no lo hizo. Por su parte el gobierno
de Venezuela inició un conjunto de medidas proteccionistas de la industria nacional, especialmente
al nivel de los bienes de consumo, medidas que se extendieron a los artículos incluidos en la Lista
N° 1 del tratado con los Estados Unidos, 10 cual da una característica distintiva a la política
comercial.

Si bien nunca se consideró dicho tratado favorable a Venezuela, es en los últimos años cuando se
ha hecho más evidente su incompatibilidad con el desarrollo económico del país, habiéndose
presentado grandes presiones en el sentido de una urgente revisión, e incluso de su denuncia, por
parte de instituciones como Pro Venezuela.
Es evidente que ante las perspectivas del ingreso de Venezuela a la zona del mercado común
latinoamericano, se hace imprescindible una total autonomía en cuanto a la orientación consciente
de la política comercial; el proceso de sustitución de importaciones al nivel de los bienes de
consumo deja de ser un factor dinámico y se hace obligada la creación de industrias de bienes
intermedios y de capital, con el objeto de exportar tanto a los mercados más desarrollados como a
los de la integración.

En cuanto a la condición de exportador petrolero que identifica a Venezuela, hay un hecho de


singular importancia que dice de su ansiada autonomía en el campo internacional: se refiere a su
participación en la OPEP, organización que pretende constituirse como defensora de los intereses
de los países exportadores de petróleo, permitiendo una participación efectiva en cuanto a la
fijación de precios, defensa de derechos, etc. Es evidente que Venezuela, por poca efectividad que
tenga, pone de manifiesto su soberanía relativa al intentar enfrentarse a los grandes grupos que
dominan el mercado petrolero; pero "la realidad económica es más fuerte que todas las leyes y
todas las instituciones".

ALGUNAS CONSIDERACIONES

En el desarrollo histórico de la economía venezolana se observa un crecimiento de las magnitudes


fundamentales determinadas por la expansión cuantitativa de algunos sectores de producción. En
una primera etapa, la dependencia de los ingresos fiscales de la exportación de productos agrícolas
establece una relación continua de crecimiento en función del incremento de la demanda exterior
por dichos productos; sin embargo, esta dependencia no implicaba una estricta sumisión a las
magnitudes externas, puesto que el crecimiento en los niveles de producción de estos renglones
dependía fundamentalmente de la productividad del capital y el trabajo interno o nacional; es decir,
la dependencia económica tenía carácter relativo, caracterizado por el grado de dependencia que
le imprimían pocos renglones de explotación y de exportación; sin embargo, no puede hablarse de
una condición de dependencia estructural sino más bien de una expresión primitiva de economía
primaria o naciente, una economía en surgimiento que da sus primeros pasos hacia un futuro
desarrollo. La aparición del petróleo introduce un factor definitivo en la dependencia económica
de Venezuela, dependencia esta que se ve acentuada e intensificada en el transcurso del desarrollo
de la industria petrolera y cuyas características determinantes son:
a) La economía nacional establece una estrecha relación de crecimiento con el desarrollo de
la industria petrolera, la cual constituye la casi exclusiva fuente de ingresos de divisas.
b) El elevado volumen de exportación petrolera permitió a la economía disponer de
suficientes recursos para atender a sus necesidades internas, y por tanto se descuidan otros
campos de explotación, haciendo que la economía estreche su dependencia del comercio
exterior.
c) Dadas las condiciones en las cuales se realiza este comercio, se establece una relación de
dependencia geográfica, puesto que el principal mercado para el petróleo venezolano lo
constituye Estados Unidos. Esta dependencia geográfica implica, de hecho. una
dependencia económica que se acentúa a través del tiempo.
d) Las condiciones de la explotación petrolera en Venezuela, que originó una fuerte corriente
de capital extranjero, estabilizan la dependencia, y mediante el traslado de beneficios al
centro de propiedad del capital imprime a esta dependencia una característica estructural.
e) Paralelamente a la intensificación de la explotación petrolera se inicia una penetración del
capital extranjero hacia el sector secundario o industrial, contribuyendo así a la
consolidación de la dependencia con implicaciones más graves, puesto 9ue éste es el sector
dinámico del desarrollo económico.

De estos planteamientos podemos extraer las siguientes conclusiones:

1) La economía venezolana ha observado durante los últimos treinta años un crecimiento


acelerado, lo cual se evidencia por las tasas de crecimiento registradas por las principales
magnitudes macroecon6micas.
2) El crecimiento de la economía venezolana, dadas las condiciones en las cuales se ha
producido, ha implicado paralelamente un crecimiento de la dependencia económica de las
condiciones económicas y políticas externas, supeditando el desarrollo interno al margen
de autonomía política y económica que le permite disfrutar dicha dependencia.
3) El desarrollo de los últimos años indica que, fundamentalmente en lo que a propiedad del
capital se refiere, el sector industrial se constituye en un nuevo y más grave elemento de
dependencia, por la penetración del capital extranjero en su explotación.
4) Dadas las condiciones generales en las que se ha desarrollado la economía, ella no ha
aportado un nivel de autonomía o de decisión que se compagine con los niveles alcanzados
por la economía en su conjunto.

LA POLÍTICA COMERCIAL VENEZOLANA

El desarrollo de la política comercial venezolana ha estado signado o caracterizado por una


ausencia de objetivos y, por ende, de planes concretos. Hasta finales de la década del cincuenta,
las manifestaciones legales relacionadas con el comercio exterior venezolano tenían el carácter de
simples medidas de orden fiscal, y en algunos casos de una especie de forma práctica en el sentido
de registros estadísticos, pero no se apreciaba en ellos un interés manifiesto por abocarse a la
canalización o integración de una política comercial dirigida a la consecución de objetivos
económicos; como ejemplo de ello bastada revisar el arancel venezolano, donde se puede apreciar
fácilmente la intención puramente estadística que prevaleci6 en su constitución, aparte de haber
sido un instrumento de recaudación fiscal.

Esta situación pone de manifiesto, que el desarrollo o expansión de .la economía no estuvo
complementado con instrumentos de orden legal que permitieran el estímulo a la creación de
industrias, desarrollando así el sector más dinámico que garantizaba la estabilidad en el proceso
de desarrollo económico. La ausencia. de un criterio definido en este sentido se aprecia cuando se
analiza con detenimiento el contenido del Tratado de Reciprocidad Comercial con los Estados
Unidos firmado en 1939, y el cual ha constituido durante muchos años la máxima representación
legal de la política comercial venezolana.

Es a partir de 1958 cuando se intentan. algunas medidas proteccionistas de la industria nacional,


hechas efectivas mediante decretos de restricción de la importación, elevación de aforos, permisos
de importación, licencias de importación, etc., todo lo cual constituye la realización práctica del
camino escogido con la intención de estimular las industrias nacionales mediante la sustitución de
importaciones.

En este sentido deben señalarse algunas características del proceso de sustitución de importaciones
que se ha llevado a efecto en Venezuela. El objetivo primero de esta política ha sido la sustitución
de importaciones en los renglones de bienes de consumo final. La intensificación de industrias con
este fin ha originado un incremento en la demanda de bienes intermedios y bienes de inversión. El
proceso podría titularse de lógico si al mismo tiempo que se desarrollaban las industrias de bienes
finales se hubiesen creado las condiciones para desarrollar posteriormente aquellas industrias
capaces de surtir la demanda de bienes intermedios, por lo menos, ya que las industrias de bienes
de capital requieren un proceso de maduración más largo, al mismo tiempo que exigen Como
condición para lograr un rendimiento adecuado la existencia de un amplio mercado. Del análisis
de las cifras disponibles se desprende que en el proceso de sustituci6n de importaciones de bienes
de consumo se originó un acentuado crecimiento en la importación de materias primas y por
supuesto de maquinarias y equipos industriales. El alto grado de dependencia de nuestras industrias
respecto del exterior significa un grave riesgo para su futuro desarrollo, puesto que cualquier falla
en el suministro de las materias primas podría ocasionar un colapso en la economía general.

Estados Unidos, después de la gran crisis, inicia un proceso de ofensiva tendiente a asegurarse
mercados para sus exportaciones, y con este fin firma acuerdos comerciales con diversos países.

En el caso del tratado firmado con Venezuela, la reciprocidad del tratado carece de sentido cuando
constatamos que se trata de un acuerdo comercial entre un país desarrollado y uno subdesarrollado,
y que este último se compromete a otorgar fuertes concesiones al desarrollado, instituyendo una
posición de desventaja del segundo frente al primero. La existencia de este tratado, o la firma de
este tratado, conlleva a una especie de congelación de toda medida futura en función de una política
proteccionista, puesto que la fijación de un arancel preferencial para una cantidad considerable de
productos, por una parte restringe la capacidad de crecimiento de la economía en esos renglones,
y por la otra orienta el comercio venezolano hacia un solo centro geográfico, sentando así las
pautas para la dependencia la cual ya se ha hecho referencia. Unido a esto, existe el agravante de
que las concesiones hechas a Venezuela por los, Estados Unidos son fundamentalmente al
petróleo, producto este cuya explotación y exportación está a cargo de compañías norteamericanas,
y por lo tanto dichas concesiones no son en realidad a Venezuela, sino a los mismos Estados
Unidos.

Debido a estas consideraciones y al hecho principal del ingreso de Venezuela a la Asociación


Latinoamericana de Libre Comercio, se ha planteado en los últimos años la necesidad de revisar
dicho tratado, con la intención de hacerlo más compatible con la dinámica económica interna del
país.
Durante muchos años, desde que en 1960 se decide la integración latinoamericana, se iniciaron
corrientes de opiniones en cuanto a si Venezuela debía o no ingresar a este esquema de integración.
Los argumentos en pro y en contra iban desde el asegurar la necesidad de un gran mercado para la
industria naciente hasta la inconveniencia de participar en un conjunto económico donde existían
profundas diferencias económicas, políticas y sociales.

El hecho cierto resultaba ser que Venezuela, de no ingresar a la ALALC, corría el grave riesgo de
aislarse dentro de América Latina. En este sentido, se requería tanto de un estudio económico serio
como de una decisión de orden político que pudiera establecer definitivamente la conveniencia o
no del ingreso a la AI.ALC; requería igualmente la adaptación tanto de la política comercial como
de la política económica general, dada la necesidad obligada de hacerlas compatibles con ese
nuevo orden.

En el campo de la política comercial se presentan dos aspectos a los cuales Venezuela debe darles
solución; ellos se refieren, en primer lugar, al nivel arancelario venezolano, el cual es muy bajo en
comparación con el del resto de los países latinoamericanos, Y esto porque, como ya se dijo
anteriormente, nuestro sistema arancelario tiene las características de un instrumento estadístico,
más que económico; por otra parte, el comercio con los países de América Latina tiene poco peso
específico dentro del comercio global venezolano, ya que la mayor parte (un 5070
aproximadamente) lo realiza con Estados, Unidos; en este sentido, el ingreso de Venezuela a la
ALALC podría significar, al mismo tiempo que una intensificación de su comercio exterior hacia
esta zona, una desviación del comercio de los Estados Unidos hacia América Latina, en la medida
permisible a los esquemas de demanda interna ya establecidos; y es en este campo donde entra
otro de los factores que evidencian la necesidad de revisar el tratado comercial que Venezuela
mantiene con los Estados Unidos.

Tanto el primer aspecto como el segundo han ocupado en los. últimos días el interés central de las
autoridades económicas del país, hoy que Venezuela ha decidido y firmado su ingreso a la ALALC

De los comentarios realizados puede se puede concluir:

a) La política comercial venezolana no ha tenido suficiente orientación en función del


desarrollo interno, observándose dentro del conjunto de medidas en este campo, una
elevada desarticulación que entraba en vez de acelerar el desarrollo industrial.
b) De los instrumentos fundamentales de la política comercial venezolana, el Estado debe
hacer uso de su poder político y económico para revisar y modificar definitivamente el
tratado comercial con los Estados Unidos y adecuar las tarifas arancelarias que le permitan
una participación equitativa dentro de la ALALC.}

LA ESTRUCTURA SOCIAL

La guerra de Independencia transfiere en lo económico y político los derechos que poseía la corona
española a los criollos mantuanos. La Revolución Francesa, fundamento político de la
independencia, no logra en Venezuela seguidores ortodoxos de sus principios fundamentales
(libertad, igualdad y fraternidad). Por otra parte, la Revolución económica europea, fundamento
económico, apenas toca las concepciones de la oligarquía criolla, quien mantendrá por algo más
de tres décadas la esclavitud de la mano de obra.

Con el surgimiento del capitalismo en los países europeos, las colonias hispanas se ven asediadas
por las potencias económicas, las cuales, animadas por uno de sus principios, buscaban acceso a
nuevos mercados y nuevas fuentes de productos primarios. Desaparecida España del teatro político
y económico venezolano, esas potencias logran las concesiones y privilegios por los cuales habían
venido luchando desde hada largo tiempo. La independencia venezolana abre las puertas para la
penetración del nuevo sistema económico. Las potencias europeas financian en parte el
movimiento armado y lo apoyan políticamente. Esta situación determina un tipo de relaciones que
caracterizará a la política exterior del país durante el siglo pasado.

El siglo XIX transcurre en medio de constantes luchas que llevarán a largos períodos de anarquía,
como el previo a la Guerra Federal. La nueva nación inauguró un período de vida para el cual no
estaba muy preparada. El gobierno central no poseía dominio efectivo del país; su dominio llegaba
sólo hasta aquellos lugares en los cuales se encontraban sus soldados: tal era la inestabilidad. Los
partidos tradicionales difieren en muy poco más allá de los colores con los que se identifican. La
nueva alternativa política formulada por la Federación se evapora en el Tratado de Coche y se
acopla casi perfectamente a los moldes contra los cuales había incurrido. La dictadura senil de
Páez se proclama como un intento por recomenzar, sin que ello fuera posible en virtud de que la
problemática persistía y se multiplicaban los efectos de descomposición. En estas condiciones no
existen grandes posibilidades de encontrar una política articulada ni dentro del plano nacional ni
menos aún en el plan internacional. La absoluta inestabilidad producida por las luchas maternas y
las amenazas externas esterilizan cualquier intento de política y condenan a la no
institucionalización de los mecanismos a través de los cuales puede ser formulada. El único aspecto
entresacable es el de la primitiva relación, en que a una situación de inestabilidad corresponde una
"política de búsqueda de estabilidad".

En cuanto a la política nacional, el objetivo "estabilidad” constituye la piedra angular de los


gobiernos venezolanos en el siglo XIX. La lucha para obtenerla consume, si no todo, la mayor
parte del período de cada uno de ellos. Ningún régimen logra consolidarse firmemente en el poder:
cada uno debe ganar la supervivencia diaria a través de las armas, y cae finalmente ante sus
adversarios.

De hecho, todo gobierno tiene como objetivo su supervivencia y estabilidad. El significado de lo


que hemos dicho se pone de manifiesto si consideramos que mientras en un caso ello ocurre dentro
de un esquema de política muy general, de objetivos que no es necesario formular en virtud de que
constituyen supuestos universales, en nuestro caso la estabilidad se convierte en un imperativo, en
la encrucijada de todas las. decisiones, en un objetivo muy concreto que requiere constante
dedicación.

A pesar de los esfuerzos, el objetivo "estabilidad" permanece siempre lejano. La guerra de


Independencia produce una revolución en las expectativas de la población, y posteriormente los
mentores del partido liberal se encargarán de llevarla a un punto crítico. Tal revolución se originó
en las condiciones en que se encontraban las masas populares, en la persistencia de la esclavitud,
en el acaparamiento de la casi totalidad de la gratificación que podía ofrecer el sistema por parte
de la oligarquía criolla. Los jefes de la guerra de Independencia ofrecen pródigas concesiones en
lo económico, social y político. La tierra, problema central de la época, se ofrece repartirla en cada
pueblo y aldea por donde transitan los ejércitos en busca de combatientes; la desaparición de las
diferencias entre ricos y pobres es pregonada por los líderes liberales y jefes de la Federaci6n,
quienes en su turno de poder olvidarán las arengas. La consecuencia es el surgimiento de un
potencial político que amenaza al poder de la oligarquía criolla y por lo tanto su existencia misma.
Debe notarse, sin embargo, que no es un incremento en los recursos en manos del Estado lo que
produce la revolución en las expectativas, sino que, por el contrario, los recursos tradicionales (la
tierra, por ejemplo), de que carecían las masas, se captaron como logrables.
La neutralización de ese potencial amenazante tenía dos alternativas. En primer lugar, la oligarquía
podía satisfacer, ciertas aspiraciones de las masas populares configurando una política semejante
a la de la moderna socialdemocracia, de tal forma que redujera las tensiones sin comprometer su
puesto de comando y su supervivencia como dase. Estamos de acuerdo con el esquema general de
Peter Heintz, que considera el desarrollo económico como "un medio racional 'para limitar o
reducir el potencial político", a pesar de que en algunos casos puede introducir cierta llueva
problemática que se vuelva en contra de la misma oligarquía. Esta alternativa, no llevada a cabo,
era además imposible. El requisito inicial para ello era la aceptación por parte de la misma
oligarquía de su modernización. La clase de comando no aceptó su propio cambio, o quizá más
correctamente, no se planteó el cambio. El segundo requisito era la incorporación de nuevas formas
de administración. La oligarquía venezolana, entonces, ni aceptaba lo primero ni tenía lo segundo.
Como dijimos al principio, los postulados de la revolución económica europea no se arraigan
efectivamente en el país. España llamada históricamente a introducir los nuevos elementos
correspondientes a las primeras fases del capitalismo, no deja una base propicia porque ella misma
permanece marginada en relación. con sus vecinos. España no podía imponer un tipo de relaciones
propias de un modo de producción que no poseía. La metrópoli recibe las influencias de sus
vecinos, fundamentalmente a través del tipo de transacciones que realiza con ellos.

La segunda alternativa de neutralización del potencial político generado por la independencia que
consideraremos nosotros, será la coerción. La historia venezolana del siglo XIX está conformada
por los resultados de su utilización. La coerción "constituye el ataque más directo a la amenaza
representada por el potencial político existente":' Sin embargo, ella requiere de un suficiente y
efectivo aparato armado en manos del gobierno. Venezuela no tenía recursos para equipar y
mantener un ejército poderoso. Las deudas no canceladas, las constantes luchas internas y la
corrupción de los cuerpos administrativos la habían llevado a un alto grado de desprestigio que
cerraba las posibilidades de crédito exterior. En estas circunstancias, cualquier caudillo afortunado
era suficiente para reunir un ejército superior al gubernamental; por otra parte, las grandes
potencias prestaron apoyo a muchos de esos caudillos.

La coerción, pues, no surte efectos en el potencial amenazante porque si bien los distintos
gobiernos son derribados del poder, los nuevos gobernantes terminarán aliándose con la oligarquía,
decretando así la continuidad de la problemática nacional. Cada caudillo surge como medio del
potencial político, pero se convierte en su oponente una vez arribado al poder; de esta forma, el
potencial no va a ser neutralizado, sino que permanece como una constante histórica durante el
período en cuestión, y por lo tanto la estabilidad no se logrará.

Si las causas internas de la inestabilidad no son neutralizadas durante el siglo XIX, tampoco lo van
a ser las causas externas. La amenaza exterior será otra constante en la historia de la nueva nación.
La flota inglesa amenaza las costas venezolanas para obligar al pago de deudas, cumplimiento de
compromisos e indemnización por daños a la propiedad y la persona de sus súbditos. Cada
amenaza se sofoca con nuevos compromisos que a la larga harán regresar a la flota. Por esa época,
un súbdito inglés era suficiente para movilizar su flota. La política exterior venezolana se limita a
mantener contentar las grandes potencias mediante el reconocimiento de sus reclamaciones,

Antes de avanzar en el análisis de las cuestiones relativas a la estructura social venezolana es


conveniente precisar los criterios que fundamentan su elección como elementos de poder.

En la estructura vemos sintetizados todos los elementos tratados anteriormente. En fa estructura


social se resumen y fusionan los elementos del potencial. Su consideración como e1ementu de
poder se levanta de un concepto que la define como determinante de la estabilidad y punto de
partida para el diagnóstico del nivel de conflicto que conlleva o es capaz de absorber.

Aunque dentro de nuestros objetivos no se encuentra el desarrollo de una teoría del cambio en
Venezuela, es necesario formular un cuadro general, cuyo sentido es el de señalar los cambios en
la estructura social y el papel que juegan en ellos los elementos de poder reseñados anteriormente;
por otra parte, ello servirá para determinar en qué medida tal estructura se comporta como un
elemento de poder efectivo. Desde nuestro punto de vista, un alto grado de tensiones y conflictos
limitan la capacidad de toma de decisiones del Estado y por lo tanto su capacidad para el logro de
objetivos dentro del sistema internacional.

En el presente punto utilizaremos dos principios sobre los cuales existe cierto consenso entre los
investigadores de la situación de cambio venezolana.

Lo primero es que Venezuela, una sociedad tradicional para principios de siglo, cambia hacia una
sociedad moderna, y que la desintegración de su estructura tradicional 3 se inicia con el
surgimiento de la explotación petrolera. Lo segundo es que ese proceso ocurre en forma
desarticulada, provocando asincronías cuya consecuencia es la generación de serios conflictos.
El plano económico, el cual recibe directamente los elementos de innovación, cambia
aceleradamente. El producto crece y se modifica su estructura. La producción agropecuaria reduce
su peso específico dentro de la economía, en favor del desarrollo petrolero. Este hecho induce los
cambios que atentan contra la sociedad tradicional.' La introducción de la cuña petrolera y
altamente avanzada al lado de una economía agrícola profundamente atrasada, provoca grandes
diferencias de productividad, 10 cual no solamente significa una reducción en el producto aportado
por cada una de esas ramas, sino que, a plazo relativamente corto, dislocan y desgarran el sistema
de producción dominante.

"En este periodo [principios de siglo], lo nuevo y significativo en la estructura económica de


Venezuela está representado por las formas de producción impulsadas por las inversiones de
capital petrolero, que introducen relaciones propias del modo capitalista de producción en el
sistema global de relaciones pre-capitalistas y latifundistas, que en conjunto continúan dominando
en estas primeras décadas…”

El establecimiento de centros de extracción petrolera en donde se pagaban altos salarios, la


concentración de ingresos y el gasto público y la centralización de los organismos administrativos
en la capital y otras ciudades, genera una redistribución de 1'a población, cuya ubicación
tradicional era la zona montañosa costera-andina. La tendencia de la migración de los estados
llaneros hacia la zona montañosa se acentúa; pero desde nuestro punto de vista, lo más importante
es la redistribución intrazonal que ocurre en esta última y la nueva orientación selectiva que,
conforma un movimiento acelerado hacia la capital y otras ciudades. La alta tasa de urbanización
venezolana es un indicador del desmembramiento de la estructura económica latifundista, y, por
ende, del rompimiento de la sociedad tradicional. La población, eminentemente rural para 1900
(casi un 8070), se convierte en urbana en pocos años (62,5 % en 1961).

Minada la base agrícola de la economía y trasladada la población hacia las ciudades, las masas
campesinas comienzan a liberarse de la opresión tradicional representada por el tipo de relación
propio del latifundismo, y la base tradicional del poder se desplaza hacia nuevos elementos,
correspondientes a la cuña capitalista en proceso de desarrollo “…La fuente de poder se transfirió
de la tierra al comercio, al control de las transacciones financieras y a la posesión de bienes raíces
urbanos".
En total, lo que podría discutirse es el rango de la desintegración; pero el fenómeno en sí es
evidente. En este sentido disentimos de la opinión de Brito Figueroa en cuanto a los primeros
efectos del petróleo sobre la estructura económica venezolana. Las modalidades que circundan el
rompimiento son propias del proceso y de ninguna manera anulan la hipótesis que trabajamos.

"El desarrollo de las explotaciones petroleras no liquida sino (IUC fortalece el latifundio o
propiedad territorial agraria en la misma situación que existe en las últimas décadas del siglo XIX,
Las empresas petroleras, al dominar como personas jurídicas sobre extensas áreas territoriales,
devienen de hecho en el primer latifundista del país, y aunque el concepto no es totalmente exacto,
lo cierto es que las compañías controlan grandes extensiones de las mejores tierras de cultivo y
producción agrícola".

Y más adelante:

"Los resultados de las inversiones de capital petrolero y de los excedentes de capital financiero,
que en ese período llegan a Venezuela, se traducen ya lo hemos indicado por el fortalecimiento de
la estructura económica rural-latifundista y por el desarrollo de un nuevo tipo de dependencia, que
vincula nuestro mercado exterior-a la suerte de la producción de hidrocarburos",

Ciertamente, el período de Juan Vicente Gómez está caracterizado por una reconcentración de la
tierra, tanto en manos de los personajes del régimen como en manos de las compañías petroleras;
pero ello no es un indicador de fortalecimiento de la estructura latifundista; .la concentración de la
tierra no es suficiente para definir un sistema latifundista; por otra parte, aunque de hecho las
compañías llegan a poseer grandes extensiones de tierra en calidad de concesiones, no pueden ser
consideradas como latifundistas. Brito hace la salvedad con respecto a ello, pero deja la puerta
abierta para que ese hecho pueda ser visto como elemento fortalecedor del latifundio. El más
importante cuestionamiento que puede hacerse a esa tesis, creemos, es que las compañías
petroleras no entraron a formar parte integral del sistema de producción reinante, sino que
introdujeron elementos correspondientes a una fase superior, y en tal sentido atentan contra la
estructura en vez de fortalecerla.

Si la composición del producto varía notablemente en dirección de una preponderancia de la


participación petrolera; si el petróleo es el factor determinante del proceso de urbanización
acelerado; si el hombre se libera de la tierra y el cambio de "peón" a obrero sienta las bases para
el surgimiento de un proletariado; si ocurre un crecimiento desmesurado del sector terciario de la
economía, ¿cómo podría fortalecerse la estructura económica latifundista? Los, hechos
mencionados (aceptados por el autor) demuestran precisamente que los elementos del sistema
capitalista introducidos en el país desgarraban paulatinamente la estructura económica
predominante hasta el momento. Algo que cualitativamente se estanca y cuantitativamente se
reduce no se está fortaleciendo

De hecho, el petróleo no podía romper la estructura en el mismo momento en que emergía. Para
que ello ocurriera era necesario un proceso en el cual, por una parte, se acelerara la descomposición
de la estructura dominante, y por otra parte, se desarrollaran las nuevas formas introducidas por la
inversión petrolera. Si bien no se rompe terminantemente con la estructura vigente, ella se va
minando a paso seguro; es la etapa (primeras décadas de siglo) del desgarramiento de las bases.

Por lo general, todo proceso de 'cambio trae desajustes entre los planos estructurales; sin embargo,
y este es el caso venezolano, nos ocuparemos de aquel tipo de cambio que se produce por la
transformación acelerada de un plano. La coexistencia de estructuras parciales correspondientes a
distintas etapas en una situación en que una de ellas aparece como "intrusa", condiciona un estado
de desajuste que, aunque no amenace con destruir el sistema, sí limita altamente la capacidad para
el cumplimiento de sus funciones-

En pocos años la Venezuela desolada de principios de siglo se transforma en un país con muchos
indicadores de sociedad moderna. Pero precisamente detrás de los indicadores de modernismo, la
mayoría de ellos endebles, pugna un fuerte bagaje conflictivo que amenaza con emerger para
derrumbar el escenario de piezas incoherentes, con un "costo social muy alto".

La incompatibilidad no solamente se presenta entre el plano económico y los demás planos (social,
político, cultural), sino que está vigente aún dentro del primero. La coexistencia de una economía
altamente tecnificada y una agricultura latifundista es prueba de ello. El problema nace, es
necesario insistir en ello, por el hecho de que los cambios parten de la introducci6n de una cuña
correspondiente a una sociedad altamente desarrollada, El hecho de que el crecimiento económico
se originara en las inversiones de los excedentes de capital internacional, sin ningún esfuerzo
venezolano, de tal manera que escapaba al control nacional y su desarrollo era independiente o de
escasa conexión con los demás planos, por su mismo carácter de foráneo, condiciona una
desarticulación infraestructural, expresada en términos de una asincronía total.
El plano económico es más sensible al cambio acelerado, y más aún en el caso en que se importan
tanto los capitales como las técnicas. En las sociedades altamente industrializadas no ocurren los
grandes saltos que ocurren en los países subdesarrollados. El "saltó" es privativo del
subdesarrollado, del que está atrás y aspira a ponerse al nivel de los adelantados. La diferencia
estriba en que mientras. las naciones industrializadas generan técnicas sólo posibles a su nivel, los
países menos desarrollados, al aplicarlas en un estadio económico inferior, producen cambios
altamente significativos. La consecuencia es que el rendimiento y la productividad, en el primer
tipo de sociedades, varía dentro de un cierto curso normal. y en el otro caso se produce un salto.
El "salto" se produce por la aplicación de técnicas de alto rendimiento en economías de bajo
rendimiento. La hipótesis tentativa es que tanto el rendimiento como la productividad siguen un
curso de variaciones no significativas si las técnicas incorporadas en la producción son generadas
por la propia economía o por economías del mismo nivel.

En la realización de un plan agrícola, por ejemplo, no se espera inventar y desarrollar tractores y


otras más de labranzas: simplemente, se importan, y al hacerlo se provoca una revolución en las
fuerzas productivas. En la parte referente a la economía hemos hablado ya de las tremendas
diferencias de productividad entre la rama de extracción petrolera y la de la agricultura tradicional.

Abordado el problema de los cambios en el plano económico como resultado de la introducción


de elementos correspondientes a un sistema de producción propio de otro tipo de sociedades, hace
falta enfocar el tipo de ajuste que se establece Con respecto a los demás planos estructurales. Si
los capitales y las técnicas pueden ser importadas para revolucionar el plano económico a plazo
muy corto, no sucede lo mismo con los demás planos. La difusión del cambio del plano económico
es lenta ya-largo plazo. Indudablemente que ocurre tal difusión y que la misma presencia de
elementos foráneos perfila un cambio en el resto de la estructura; pero ello es suficiente sólo para
iniciar el desmembramiento de la sociedad tradicional y no pata eliminar los rasgos de distorsión.
La tasa diferencial de cambio entre las distintas estructuras parciales, por la ausencia de impulso
propio de cambio en cada una de ellas y por las propias características, hace asomar rápidamente
la asincronía. Hemos dicho en la parte económica de este capítulo que el crecimiento económico
venezolano es espurio y que ello se demuestra por el hecho de que no guarda relación con el
desarrollo de recursos humanos, la formación de un capital nacional, las inversiones nacionales,
etc.
La consecuencia de todo esto es que, aunque efectivamente se han modernizado los otros planos,
tal modernización ha sido igualmente parcial, pero de rango mucho menor. La nueva situación se
caracteriza, entonces, por la coexistencia, a nivel de la estructura total, de formas correspondientes
a distintas fases del desarrollo. En la Venezuela de las últimas décadas se encuentran las formas
más impactantes de relación entre los distintos componentes estructurales. Formas tradicionales
prácticamente intocadas por la modernización, formas en transición y formas correspondientes a
una sociedad altamente industrializada. Es difícil suponer un desajuste mayor. El ejemplo típico
de ello es el desmesurado proceso de urbanización ocurrido en los últimos años O tiempos.

La concentración del ingreso y el gasto público, de que hemos hablado antes, al convertir a algunas
pocas ciudades en un atractivo para la población rural, crea problemas de la más diversa índole.
Ello ocurre por el hecho de que la economía de la capital y otras urbes importantes es aérea. El
desmesurado crecimiento del sector terciario, al mismo tiempo que constituye el impulso para el
crecimiento urbano, pone un tope a la capacidad de absorción de población _y da paso a los
múltiples y complicados problemas presentados por los "cinturones de miseria".

Evidentemente, la revolución de las expectativas no es suficiente para explicar los conflictos


sociales, pero el argumento que esgrime la coexistencia en Venezuela de crecimiento económico
acelerado y conflicto, como prueba de su invalidez, es menos satisfactorio para descartarla como
instrumento de análisis. Tal argumento conlleva la postulación del incierto principio de
participación igualitaria de todos los individuos en la gratificación total generada por ese
crecimiento económico. Muy al contrario de ello; lo que se pretende plantear (por lo menos en este
caso) es que el crecimiento económico, al producir una alta movilización social, engendra una red
de estímulos cuya consecuencia es una revolución en las expectativas, y que a pesar de que el
sistema esté en capacidad de satisfacerlas (cuantitativamente, su estructura social vigente
determina la concentración de la gratificación en los reducidos grupos privilegiados. Planteada así
la cuestión, podemos sustentar la factibilidad de una coexistencia del acelerado crecimiento
económico y el conflicto. La aparición del conflicto no se debe solamente a la baja ración de
gratificación que reciben algunos grupos, sino también a la activa y creciente red de estímulos que
operan sobre esos grupos como un factor de frustración, en virtud de que al mismo tiempo no
funcionan los medios para el logro de las metas.
El incremento de los recursos en manos del Estado venezolano trajo como consecuencia un
aumento de lo que Karl Delltsch llama movilización social (participación en los mercados
nacionales, en el uso de la moneda, en la política, en los contactos sociales, etc.), que vino
acompañada por la aparición de nuevas necesidades y expectativas. En páginas anteriores hemos
visto cómo una revolución de expectativas producida por la guerra de Independencia y la
incapacidad de la clase dirigente para proporcionar una adecuada gratificación o reducir el
potencial político amenazante, configuran una inestabilidad gubernamental que se mantiene hasta
principios del siglo xx. La variante en las expectativas ocurridas en el siglo pasado no deviene de
un incremento de los recursos manejados por el Estado, sino por la captación de que muchas de
las metas tradicionales de las masas podrían ser logradas dentro de la nueva situación. En las
primeras décadas de la centuria en curso el país experimenta una nueva revolución de expectativas,
ahora si, por Incremento elevado de las disponibilidades económicas en manos del Estado. La nota
teórica resaltante en este punto es la interdependencia entre recursos del Estado y estabilidad del
gobierno. El aumento de las disponibilidades gubernamentales exige adecuada satisfacción de las
necesidades de la población (tanto de las viejas como de las nuevas), si se quiere preservar la
estabilidad. Este principio, cierto en términos generales, no resuelve todo el problema. Desde el
punto de vista empírico quedaría sujeto a la pregunta de ¿cuánto es una adecuada satisfacción de
las necesidades de la población? Al mismo tiempo, la dimensión cualitativa de la gratificación
suma algunas dificultades. Sin duda alguna, lo más resaltante en este último punto es que, aunque
a corto plazo el aumento de gratificación frena los ataques del potencial amenazante, a largo plazo
lo dota de elementos de poder y 10 prepara para un ataque posterior más poderoso. Este es el caso
de la clase media venezolana. Quizás aquí se encuentra uno de los dilemas más aflictivos de las
clases dominantes.

Existen muchos canales de gratificación que pueden actuar en pro de esa estabilidad (a corto plazo,
si se quiere). Nosotros nos detendremos a bosquejar tres de ellos: ingreso, educación y movilidad
vertical.

El crecimiento del ingreso nacional conllevó un inevitable aumento en el ingreso per cápita, y
efectivamente Venezuela percibe un ingreso por habitante que dobla el promedio latinoamericano.
Todos sabemos, sin embargo, que el ingreso por habitante es un promedio y que por lo tanto no
indica un bienestar efectivo; significa lo que recibiría cada uno de los habitantes venezolanos si el
ingreso se repartiera en forma igualitaria. El venezolano no recibe esa cantidad; naturalmente que
esta cuestión no es privativa del país, pero las diferencias que ocurren en nuestra realidad son
verdaderamente alarmantes. La gratificación recibida por este canal se convierte en un fantasma
cuando ponemos a funcionar la distribución real del ingreso. Para 1957, el 8870 de la población
percibía un ingreso mensual menor de Bs. 1.000; cuatro años más tarde, en 1961, las variaciones
apenas eran perceptibles (88,9 %)· En el cuadro que aparece a continuación pueden observarse las
características de esa distribución.

Acumulando los porcentajes correspondientes a las familias con "ingresos menores de bolívares
l00, obtendremos la cifra de 73,64% que difiere en un 15,26rn del señalado para 1961. Es muy
difícil creer que en un solo año se hayan producido variaciones tan considerables en la dístribuci6n
del ingreso, y menos aun cuando esos son precisamente los momentos en que el país sufre una
gran crisis económica. La alternativa para explicar estas diferencias está seguramente en la poca
confiabilidad de los datos""" Pero, de cualquier manera, el hecho de que el 26,36%1 de las familias
perciba un 62,12% del ingreso total es suficientemente relevante para demostrar la gran
desigualdad.
Aunque no existen datos para los primeros niños de la explotación petrolera, el hecho de que
después de cuatro décadas se encuentre esta distribución hace suponer que durante esos años la
situaciéll1 fue bastllnte peor. Más adelante intentaremos enfocar alguna de las causas por las cuales
gran parte del ingreso nacional se va a esfumar en lo que podríamos llamar la antigratificación.

Habría de considerarse todavía Un punto más Con respecto a los datos que hemos señalado
anteriormente. El alza constante de los precios incide mucho en la significaci6n que tienen los
ingresos que aparecen en el cuadro anterior. Considerando aisladamente el ingreso que perciben
las familias de los tramos inferiores, es todavía alto con respecto a otros países de América Latina;
pero lo que debe tomarse en cuenta es que el poder adquisitivo de esos bolívares se reduce (sobre
todo en la última crisis) con el alza de precios y ello a mermar el ingreso real.

Desde una perspectiva de nivel más alto, la riqueza venezolana, que ya estaba concentrada, se
reconcentró con el negocio extractivo. En la clase tradicional, es cierto, se operan algunos cambios,
fundamentalmente por el cambio en la base de poder; pero en rigor, y a pesar del "nuevo rico",
sigue siendo muy reducida.

"La clase rica de Venezuela de hoy surge de la combinación de la poderosa influencia del capital
extranjero a través del negocio petrolero, y su usufructo por una camarilla del poder a través del
peculado. La mayoría de las fortunas venezolanas se originaron de las "comisiones", el tráfico de
influencias y, los más cercanos al dictador Gómez, del peculado directo. Estos medios de
enriquecimiento llegaron a alcanzar un alto grado de perfección técnica en el decenio de Pérez
Jiménez, y en cierta medida perduran hoy".

La falta de capital y de una burguesía un tanto modernizada (cosa que no podía existir, en virtud
del mismo carácter semifeudal de la estructura económica) resta las posibilidades de que el
petróleo pueda Ser ,explotado en parte por grupos nacionales. La alternativa escogida por la
oligarquía nacional fue la alianza con las compañías petroleras, no para participar activamente en
el proceso de explotaci6n, sino para facilitar los trámites en la obtención de concesiones. Las
concesiones sólo eran otorgadas a venezolanos, pero éstos, por buenas sumas de dinero, las
transferían a las compañías. La obtención y traspaso de concesiones se convirtió en el negocio a
través del cual participaba la clase en el poder.
"Este fue el sistema más eficaz, y sobraron los presta nombres. La corrompida oligarquía
caraqueña, en el reparto del botín mezcló sus apellidos e hipotecó su discutible prosapia colonial
con poli tique ros y aventureros de toda laya. Unidos en el común objetivo de recibir algo del festín
petrolero, estas de los Abila- olvidaron sus ridículas familias -versiones reales rencillas
parroquiales para hundirse en el cieno de la traición nacional. Para avalar la. subasta del suelo
venezolano, todos corrían presurosos a las oficinas de los abogados petroleros para prestar sus
nombres, muestra de desvergüenza de esta oligarquía de canastilleros enriquecidos con aires de
personajes, como calificara Laureano Vallenilla Lanz a los ascendientes de esta clase vende
patria".

Planteadas así las cuestiones relativas al ingreso, podemos suponer que la gratificación se ha
mantenido concentrada en un grupo privilegiado, y que, si bien no podemos establecer
comparaciones de rango, los cambios en la distribución ocurridos durante los últimos años tienen
perspectivas de no haber sido significativos. Los salarios que devengan los actuales obreros, altos
en comparación con los percibidos por los jornaleros agrícolas de las primeras décadas del siglo,
no han significado una mejoría de la situación, en virtud del alza de precios, por una parte, y lo
más importante, la poca incidencia que han tenido en relación con la distribución proporcional del
ingreso.

El segundo canal de gratificación que examinaremos será la educación. Obviamente, los bajos
ingresos imponen de antemano un límite a la gratificación producida por este canal. En Venezuela,
desde el decreto promulgado por el general Guzmán Blanco en 1870, la educación es gratuita y
obligatoria a nivel primario. Este decreto, cuyo contenido se conserva todavía en la ley de
Educación, convirtió al Estado en el responsable de la enseñanza en Venezuela. Pero si de palabra
el Estado quedaba comprometido a proporcionar los medios para la educación escolar, de hecho
las exiguas disponibilidades del tesoro nacional, la falta de personal docente y otros serios
problemas condenaban a ese decreto utópico a quedarse como prueba de "buena intención" del
Ilustre Americano. El sistema educativo no se expandió porque, en rigor, se mantuvieron las
mismas condiciones imperantes durante el siglo XIX.

Con el aumento de las disponibilidades presupuestarias no mejoró la situación. El "festín petrolero"


no llegó hasta el sistema educativo. Los presupuestos asignados a Educación se mantuvieron muy
bajos. El 6,370 del presupuesto general que fue asignado en 1900, había alcanzado para 1942-43
el irrisorio aumento de 0,970 para situarse en 7,270. Durante ese período existen variaciones en
las cuales aparecen las cifras de 2,670 para el presupuesto de 190~-6 y 3,3% para 1925-26. Estos
datos no son, por cierto, indicio de una expansión del sistema educativo.

"Nuestros regímenes de gobierno antidemocrático, desligado del pueblo, no sintieron nunca la


necesidad de hace~ disfrutar a las masas de los beneficios de la cultura. En la ponencia que
aprobara la VIII Convención Nacional del Magisterio en 1942 demostramos que a partir del año
de 1900 los presupuestos asignados a la Educación en Venezuela no han alcanzado nunca al 8%
de los gastos generales de la nación, mientras que para los servicios de represión y sustentamiento
de la opresión se invierte más del 50% de ese presupuesto”.

Durante los últimos años (a partir de 1958) el sistema educativo ha experimentado una gran
expansión. Las plazas en educación primaria han aumentado suficientemente como para albergar
a toda la población en edad escolar; sin embargo, ese crecimiento cuantitativo no ha sido
acompañado por un mejoramiento en el rendimiento del sistema. De cada cien alumnos que
ingresaron a las escuelas primarias del Distrito Federal en 1959, sólo 52 pasaron al sexto grado en
1964; esto indica que un 4870 no obtuvo éxito, por repitencia o deserción. Así, el hecho de que
existan plazas suficientes no resuelve el problema de la educación popular. Si esto sucede en el
Distrito Federal, debe suponerse que la prosecución para Venezuela es mucho menor y que
seguramente den cifras alarmantes para algunos estados en particular.

Las causas de la baja prosecución han sido divididas en internas (que corresponden al mismo
sistema) y externas (propias de las condiciones en que viven los alumnos). Quienes han estudiado
el problema. coinciden en señalar a las segundas como las más importantes. Es aquí en donde el
ingreso y otros factores interponen límites al derecho de "educación para todos". Las condiciones
de miseria en que vive gran parte de la poblaci6n venezolana imponen una selección, decretando
quiénes pueden y quiénes no pueden disfrutar de los derechos que señalan las leyes del país.
Cuando bosquejamos la realidad a nivel medio y superior, no podemos perder de vista los estragos
que ha sufrido la población que demanda enseñanza y que operan ahora más fuertemente. La
necesidad de aumentar los ingresos familiares lanza prematuramente al mercado de trabajo a gran
parte de los egresados de primaria, y la concentración regional de los institutos de educación
superior aleja las posibilidades de obtener un título universitario. Asimismo, los costos elevados
que significan diez o más años de enseñanza media y superior. disuaden a quienes estarían
dispuestos a realizar algunos sacrificios.

De los planteamientos que hemos expuesto en los párrafos anteriores se desprende que el sistema
educativo venezolano fue y sigue siendo selectivo, y que esa selectividad se origina en condiciones
estructurales. La educaci6n, por lo tanto, es un privilegio concedido, no por las leyes, sino por las
condiciones, de vida que posea cada individuo. Así, mientras el ingreso continúe concentrado en
un grupo muy reducido, la educación también continuará. concentrada y por lo tanto no podrá. ser
considerada como un efectivo canal de gratificación popular.

Si los. dos canales de gratificación que hemos tratado en las páginas anteriores no han funcionado
en forma efectiva, es lógico suponer que la sociedad venezolana no ha experimentado una gran
movilidad vertical. La cuestión, no obstante, presenta ciertas complicaci9nes que convertirían en
aventura una conclusión terminante de ese. tipo. En cuanto a tasas de movilidad vertical, no se
puede afirmar mayor cosa. La ausencia de investigaciones limita la validez de las formulaciones
que se hagan, y si bien nq las condena, las circunscribe al plano de hipótesis respaldadas por ciertas
inferencias teóricas.

Nos parece poco probable que la estructura hubiera permanecido cerrada en medio del acelerado
crecimiento económico generado por la explotación petrolera. Lejos de permanecer cerrada, la
estructura social tuvo que abrirse para enfrentar la complejidad funcional derivada del
rompimiento de la sociedad tradicional y del acelerado crecimiento económico. Naturalmente que
esa complejidad estuvo limitada por el hecho de que el crecimiento económico se originó en la
rama extractiva del sector primario; pero, en compensación, el sector terciario desarrolló. en forma
incontrolada. La pirámide ocupacional venezolana se invierte. La ancha base formada por la
población ocupada en el sector· primario para principios de siglo, se reduce a favor de un
ensanchamiento del sector terciario. La aparición de nuevos roles determinó la ampliación de la
fuente de reclutamiento tradicional, en virtud de que la élite era muy reducida y no estaba en
capacidad de enfrentar por sí sola la nueva situación. La consecuencia inmediata fue la
incorporación de miembros de los estratos bajos, no dentro de la élite, sino dentro de una categoría
social nueva. El surgimiento de una clase media administrativa, lejos de indicar el cierre de la
estructura, señala su apertura; esto es porque esa clase media emerge con el rompimiento de la
estructura biclasista anterior. Desde nuestro punto de vista, ese rompimiento, la aparición de la
clase media y la transformación de la pirámide ocupacional, son significativos para considerar
aceptable u la hip6tesis de la apertura en la estructura social.

Pero si esto ocurre inicialmente, no signifique que continúe. En todo caso, el hecho fundamental
es el rompimiento de la estructura biclasista. La movilidad que ocurre en Venezuela a raíz de las
primeras manifestaciones de crecimiento es, hablando en sentido estricto, estructural. Claro es que
una movilidad estructural significa movilidad vertical para los individuos, pero aquélla no es el
resultado de muchos ascensos individuales, sino que, en rigor, se origina en la aparición de una
nueva categoría de estratificación, cuya consecuencia es una redistribución del poder, y por lo
tanto, el surgimiento de un tipo nuevo de estructura de clases.

Rota la estructura biclasista y puesta en funcionamiento la nueva clase media, se opera un


fenómeno que restringe (no sabemos en qué grado) las posibilidades de movilidad vertical. En
virtud de que la clase media emerge como respuesta administrativa ante el crecimiento económico
y de que el sector servicios creció en forma incontrolada, las posibilidades de ingreso en ella tenían
un cierto límite. En otras palabras, la economía nacional no podía soportar·, a pesar de su
desarrollo, un crecimiento ilimitado de la población en ocupaciones administrativas. Así, la clase
media progresó hasta tanto se lo permitió el progreso de la economía; arribados al tope, la
estructura volvió a cerrarse. Nosotros no nos atrevemos a pronosticar que el cierre va a ser mayor,
pero mientras el ingreso y las posibilidades de educación se mantengan concentrados, la situación
será semejante a la actual. La movilidad vertical depende, casi en su totalidad, del funcionamiento
de tales canales.

Examinemos ahora algunas consecuencias de lo que hemos tratado. La movilidad estructural


definida por la aparición de la clase media aporta un nuevo actor que contribuye, en forma
terminante, a la disociación del poder.

E! cariz conflictivo del nuevo actor está señalado por el hecho de que no solamente se organiza y
presiona fuertemente para obtener sus propias aspiraciones, sino que. cosa más importante aún,
incorpora dentro de ellas las metas tradicionales del potencial político amenazante, se identifica
con él y se convierte en su vanguardia organizada.

La amenaza del potencial político siempre estuvo presente en Venezuela; lo nuevo y más
importante es que el mismo determinante de aparici6n de la clase media (la complejidad funcional)
determina, a su vez, una redistribución del poder y por tanto su disociación. El desempeño de los
nuevos roles hace necesario el manejo de elementos de poder tales como información y
conocimientos técnicos, y tiende, a la larga, a proporcionar el dominio sobre ellos. Consecuencia
de todo esto es la aparición de los primeros partidos políticos, organizados y dirigidos por grupos
activos de la clase media.

Los ingresos obtenidos a través del petróleo proveen recursos para aumentar la gratificación de las
masas o para neutralizar el potencial político amenazante. Gómez, primer jerarca petrolero, opta,
con una ventaja sobre sus antecesores, por la coerción. Aparece así el segundo elemento de
disociación.

Por primera vez en Venezuela surge un ejército organizado y entrenado técnicamente. El soldado
y el oficial venezolanos dejan de ser campesinos enganchados en la fila de cualquier caudillo de
montonera (por la fuerza la mayoría de las veces), para convertirse en miembros de una instituci6n
con límites más o menos bien definidos. El ejército deja de ser un camino fortuito para convertirse
en una carrera profesional. Los nuevos recursos permiten la obtención de equipos modernos de
combate, la construcción de instalaciones adecuadas, la contratación en el exterior de personal para
la instrucción y, en términos generales, la organización de un potencial bélico cuya efectividad no
había sido conocida hasta el momento.

La consecuencia inmediata de estos hechos (decidido el camino de la coerción) es la efectividad


de la fuerza. Las fuerzas armadas al servicio del gobierno nacional comienzan a comportarse como
un verdadero elemento de poder del Estado para la consecución de fines dentro del territorio
nacional. El aumento del nivel de la capacidad militar en una escala de potencial, de forma tal que
las disponibilidades del gobierno eran definitivamente superiores a las de cualquier otro actor,
dotan al Estado de los elementos de que carecía para ser tal en el sentido más estricto del concepto,
le permiten la ejercitaci6n efectiva de la violencia y determinan históricamente la desaparición del
caudillismo. En tales hechos se fundamenta la supervivencia durante tres décadas del gobierno de
Gómez.

Al mismo tiempo, los ingresos fiscales permiten la iniciación del pago de la deuda exterior, cuyo
constante retraso había significado una eterna amenaza para la integridad del país, el cual había
inaugurado el presente siglo ante una flota de bloqueo. Naturalmente, la deuda sólo fue cancelada
totalmente en 1928, pero el inicio de los pagos y las disponibilidades del tesoro nacional fueron
suficientes para despertar la confianza en los acreedores europeos y disipar los peligros.

Desaparecidos el caudillismo y la amenaza externa directa, consolidado el Estado venezolano


como violencia organizada y saneada la economía por el fluir del capital petrolero, cesan los
determinantes de aquel tipo de inestabilidad. Nótese que, en cuanto a la dimensi6n interna del
problema, queremos decir únicamente que el potencial político amenazante, habiendo proseguido
el Estado por el camino de la coerción, que da silenciado a la "estabilidad" aparece y conforma las
tres décadas del gobierno de Gómez, Lo coerción ahora efectiva, anula la capacidad amenazante
del potencial político; pero en virtud de que las condiciones imperantes durante el siglo XIX
continúan, no le eliminan a el mismo. La estabilidad gubernamental durante el periodo de G6mcz
(lograda a palos, si se quiere) es un hecho indiscutible. No se eliminan ni el conflicto ni el
potencial, sino que al estar usando la festividad la efectividad de éste, se hace al primero latente.

La “violencia petrolera” es el hecho crucial para la obtenci6n de la estabilidad del gobierno. Dentro
del gobierno de ello, el ejército venezolano, corno instrumento de coerción, juega un papel
decisivo. Sin embargo, ·la decisión del gobierno de mantener acallado el potencial político lo lleva
a un desmesurado fortalecimiento de sus organismos de coerción, de tal forma que pierde su
control y finalmente cae bajo las amenazas que emanan de ellos.

Hemos anotado anteriormente que las nuevas disponibilidades de· recursos permiten a Gómez
crear un ejército cuya inspiración estaba en los modernos cuerpos armados europeos, pero tal
modernización crea, a un plazo relativamente corto, una escisión entre los poderes nacionales y la
fuerza profesionalizada representada por los oficiales de escuela, en quienes recaía el logro del
primer ·objetivo gubernamental, cuál era la estabilidad. Durante los gobiernos del general Juan
Vicente G6mez y del general E1eazar López Contreras, esta escisión no se presenta, en virtud de
que, por una parte, ese ejército está todavía en proceso de formación, y no captando, su potencial
efectivo, no amenaza al poder existente; por otra/parte, en virtud de que siendo ambos los
realizadores de la modernización armada, habían incorporado ese incipiente ejercito a las labores
del gobierno, creando una unidad dentro de la cual. mantenían, el control absoluto.

Desaparecido G6mez y sucedido López por el general Isaías Medina; la unidad existente entre el
ejecutivo y los órganos armados del Estado se desgarra. El ejército venezolano ha logrado a estas
alturas un alto grado de desarrollo y obtiene para esta época su autonomía institucional. Al mismo
tiempo, el potencial amenazante, acallado durante las primeras cuatro décadas del presente siglo,
despierta fortalecido y organizado con contenidos totalmente diferentes. Su acción política lo lleva
a la utilización, ahora a su favor, del aparato armado nacional, en una táctica aparentemente
correcta, pero de doble filo a corto plazo. Medina es derrocado por la alianza del potencial
amenazante y el ejército profesionalizado; pero lo que los líderes políticos de la Revoluci6n de
194) no lograron captar fue que en esa alianza el potencial político había sido utilizado, y no lo
contrario. fisto constituye el hecho clavé de la historia política venezolana del siglo en curso. El
derrocamiento del general Medina, en las circunstancias en que ocurrió (la alianza) es el
precipitante de la toma del poder por el nuevo ejército venezolano. lo cual había venido gestándose
en las circunstancias que hemos descrito; así, el mismo ejército (paradójicamente, los mismos
oficiales) que había respaldado a Rómulo Betancourt en la Junta de Gobierno que comandó al país
entre 1945 y 46, derrocan al Presidente R6mulo Gallegos (respaldado por Betancourt), quien había
resultado electo en los comicios de 1946. Durante los diez míos que van desde 1918 hasta 1958,
el ejército venezolano logra un control absoluto del país. De nuevo la unidad ejecutivo y aparato
de coerción funcionan en el sentido de la estabilidad gubernamental.

Puede notarse que hemos hablado cómo si la historia de la participaci6n militar en el gobierno de
Venezuela hubiera comenzado en 1945 esto no es cierto en el sentido más ·estricto. Hemos querido
establecer una diferencia entre la participación del elemento militar de montonera y el emergente
ejército nacional profesionalizado.

La estabilidad del régimen militarista de 1948-1958 se logra mediante la represi6n de los antiguos
aliados. Los nacientes partidos políticos son perseguidos y reducida su efectividad de tal forma
que el organizado movimiento de 1945 se derrumba por la explosión de una bomba que él mismo
había accionado. Las elecciones de 1952 preparadas en la búsqueda de una legalidad sui generis,
saca de dudas tanto a los ilusos como a quienes consideraron aprovechable la situación. El doctor
Jovito Villalba candidato electo en aquella oportunidad, tiene que abandonar el país y con ello sus
aspiraciones presidenciales. Poca o quizá ninguna efectividad tendrán los intentos para organizar
una oposición. Los cuadros, que permanecen en actividad clandestina son, aniquilados.

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