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LA FORMACIÓN CIENTÍFICA
La intuición creadora
La observación de los hechos
La utilización de las matemáticas
DESCENTRALIZACIÓN Y SELECCIÓN
CONCLUSIONES
EXAMEN
LA FORMACIÓN CIENTÍFICA
Definir las condiciones de la formación científica es un tema tan amplio que, considerado
en toda su extensión, es realmente imposible de tratar en pocas páginas. Por lo tanto, me
limitaré a definir el espíritu científico y a enunciar brevemente algunos principios
fundamentales que debe aplicar una formación científica.
¿QUÉ ES LA CIENCIA?
La elaboración de modelos: sólo hay ciencia allí donde existen regularidades susceptibles
de ser analizadas y predichas.
Toda ciencia descansa en modelos, y todo modelo implica tres estadios bien diferenciados:
partir de hipótesis bien explicitadas, deducir de ellas todas las consecuencias y nada más
que las consecuencias, y confrontar esas consecuencias con los datos proporcionados por
la observación.
De estas tres fases, sólo la primera y la tercera -la elaboración de las hipótesis y la
confrontación de los resultados con los datos de la observación- revisten interés para el
análisis de la realidad. La segunda fase, puramente lógica y matemática, es decir
tautológica, no reviste otro interés que el matemático. En la elaboración de las teorías y
sus respectivos modelos, la abstracción juega un papel esencial. En efecto, el papel de la
ciencia es simplificar y elegir; es reducir los hechos a datos significativos e indagar sus
dependencias esenciales. Por lo tanto, toda ciencia implica necesariamente un compromiso
entre el afán de simplicidad y el afán de semejanza. Una gran simplicidad es cómoda, pero
corre el riesgo de no proporcionar una imagen suficientemente fiel de los hechos; una
semejanza exagerada vuelve el modelo demasiado complejo y prácticamente inutilizable.
La observación de los hechos: la mera deducción lógica, aunque sea matemática, si no está
estrechamente ligada al estudio de la realidad, queda despojada de todo valor en cuanto a
su comprensión. La sumisión a los datos de la experiencia es la regla de oro que domina
toda disciplina científica. Esta regla es la misma para todas las ciencias. Una teoría, sea cual
fuere, sólo puede ser admitida si es verificada por los datos de la experiencia.
Sin embargo, todo autor que se sirve de las matemáticas debería obligarse siempre a
expresar en lenguaje común la significación de las hipótesis que admite y de los resultados
que obtiene. Cuanto más abstracta es su teoría, más imperiosa se hace esta obligación. De
hecho, las matemáticas no son ni pueden ser más que una herramienta para explorar lo
real. En esa exploración, las matemáticas no podrían constituir un fin en sí; no son ni
pueden ser más que un medio.
¿Cuáles son entonces los principios fundamentales del pensamiento científico? Al menos
tres parecen esenciales: una sumisión incondicional a lo que enseña la experiencia, un
indispensable espíritu crítico, y una concepción clara de la naturaleza de las teorías.
La falaz oposición entre teoría y práctica: el tercer principio del pensamiento científico es
el de tener una clara comprensión de la naturaleza de las teorías. Suele oponerse la teoría
a la práctica. Se dice que la práctica es una cosa y la teoría, otra; que por su misma
abstracción, la teoría se encuentra alejada de las realidades. Una oposición como esta es
absolutamente falaz, porque una teoría sólo es válida en la medida en que constituye una
condensación de lo real. Si no es así, se trata de una pura creación de la mente, totalmente
artificial, desprovista de valor desde el punto de vista científico. Si por el contrario es
efectivamente una condensación de lo real, la teoría se vuelve muy útil, porque representa,
bajo una forma concisa y fácil de utilizar, una multitud de informaciones de todo tipo sobre
los fenómenos observados.
El abuso de las matemáticas: en primer lugar, en toda ciencia, de ninguna manera debe
llamar a engaño el rigor de las deducciones de los matemáticos.
Respecto de lo que caracteriza al espíritu científico, ¿cuál debe ser la forma de enseñanza
más adecuada para que los jóvenes puedan adquirirlo?
Al parecer, seis condiciones por lo menos deben ser satisfechas: una enseñanza fundada
siempre en lo concreto, una enseñanza fundada siempre en visiones de conjunto, una
enseñanza fundada siempre en análisis críticos, una enseñanza de las matemáticas
consideradas siempre como una herramienta, una enseñanza siempre activa, y una
enseñanza siempre descentralizada y fundada en la selección.
Esta premisa es válida tanto para la enseñanza superior como para la secundaria y la
primaria. Toda enseñanza debe partir de lo concreto y llegar a lo concreto.
Indispensables visiones de conjunto. Para ser eficaz, toda enseñanza debe acompañarse
de visiones de conjunto que permitan definir las líneas rectoras de esa enseñanza, su
evolución histórica y su vinculación con los principios generales de la filosofía de las
ciencias.
En toda enseñanza, las ideas generales, los principios rectores, son los más difíciles de
adquirir. Pero esas ideas y esos principios son los más importantes, los más necesarios para
la plena comprensión de las cuestiones que se aborden. Y es muy frecuente que se los
descuide.
En la enseñanza superior, habría que darle una gran importancia a la exposición de aquellos
hechos inexplicados y contradictorios con las teorías admitidas. Muy a menudo, la
enseñanza tiende a adquirir una forma dogmática y definitiva. No hay nada que sea más
contrario al espíritu científico, más opuesto al progreso, que esa reducción de la ciencia a
exposiciones dogmáticas.
No cabe duda de que un gran rigor intelectual debe dominar la enseñanza de las
matemáticas; pero ese rigor debe aplicarse esencialmente a la comprensión del alcance de
las hipótesis y a la interpretación de los resultados. Nunca debe volverse un pretexto para
hacer matemáticas por sí mismas. La enseñanza de las matemáticas debe presentarlas
como una herramienta para explorar lo real. Debe apuntar fundamentalmente a hacer que
se entienda bien el vínculo que ellas permiten establecer entre la abstracción y lo real.
DESCENTRALIZACIÓN Y SELECCIÓN
Una enseñanza activa: una enseñanza sólo puede ser eficaz si se acompaña de cursos
escritos, y si las horas de clase se dedican casi exclusivamente a comentarios sobre esos
escritos y a intercambios de puntos de vista con los estudiantes. La única ventaja real de la
enseñanza oral es la presencia de un profesor que puede responder a las preguntas de los
estudiantes y comentarles las dificultades de los temas que se tratan.
En todo caso, respecto de la formación de los estudiantes, lo que más importa no es tanto
el contenido de los programas como la calidad de los profesores, no es tanto lo que se
enseña como la manera de enseñarlo.
El objetivo esencial de toda enseñanza es lograr que los alumnos estén capacitados para
estudiar en profundidad y con eficacia cualquier tema al que los enfrente su profesión a lo
largo de su carrera. Para ello, es necesaria una enseñanza que privilegie los métodos
intuitivos y los resultados experimentales, pero que al mismo tiempo ponga a los
estudiantes en condiciones de tratar ulteriormente toda cuestión de manera profunda y
rigurosa, y de utilizar eficazmente cualquier estudio, por elevado que sea su nivel. Es muy
poco frecuente que, en algún momento, se enseñe a los estudiantes cuáles son los métodos
más eficaces de organización del trabajo personal. Sin embargo, entre todos los puntos por
enseñar, el de la organización del trabajo personal es, sin ninguna duda, el más útil y
necesario.
Querer asegurar una formación científica masiva preservando al mismo tiempo la calidad
es un objetivo irrealizable. Un objetivo como éste no puede sino reducir a un nivel
mediocre la calidad promedio de estudiantes y profesores. Digamos la verdad: al oponerse
a la promoción de las elites de todos los medios sociales, el rechazo de la selección es
fundamentalmente antidemocrático.
Si estudiamos los resultados del informe PISA de 2010 vemos, en primer lugar, una fuerte
correlación entre los resultados de lectura, matemáticas y ciencias. Sin lugar a dudas estas
tres disciplinas son los factores principales del rendimiento escolar. Y, de acuerdo con el
movimiento que comenzó Feynman y que siguieron Charpack y Lederman, es la enseñanza
de la ciencia en las primeras etapas de la educación, donde se adquieren la forma de
pensar, los valores y los ideales que forman el paradigma personal del individuo. Pero la
enseñanza de la ciencia en esos niveles presenta características especiales. Así como en el
caso de la enseñanza a adultos basta con que el profesor esté formado en conocimientos y
métodos, en el caso de las primeras etapas debe tener, además un conocimiento detallado
de las etapas cognitivas del niño en lo referente a capacidad de conceptualización de los
conceptos científicos que intervienen en las enseñanzas.
Por ello nuestro programa reúne a científicos y maestros, no solo para transmitir
conocimientos sino para discutir e investigar la forma de presentar estos conocimientos en
cada momento cognitivo del alumno.
Además, el método que seguimos está dirigido no sólo a adquirir conocimientos sino a
enseñar al alumno a adquirirlos. En los últimos años la fontanería ha pasado de utilizar el
plomo a usar primero cobre y luego diferentes tipos de plásticos, cada uno de los cuales
requiere formas de construir y manejar diferentes. Por ello, en estas primeras etapas
debemos enseñar al niño las herramientas básicas del aprendizaje, a construir modelos, y
las áreas básicas de la ciencia, matemáticas, física y química, aplicadas a las ciencias de la
naturaleza.
Las personas que hoy vivimos en el siglo XXI, necesitamos aprender cómo identificar y
resolver problemas, cómo utilizar procesos de pensamiento del más alto orden, adaptarnos
a los cambios vertiginosos de la ciencia, la cultura y la sociedad, donde el espacio de
destinado a la acumulación del conocimiento debe ser reemplazado por el pensamiento
crítico, la conducta valorativa y la capacidad de planificar, ejecutar y controlar el propio
conocimiento. Debemos aprender a respetar códigos éticos, manejar nuestros estados
afectivos y nuestras motivaciones, tanto para superar conflictos como para trabajar bajo
presión, desarrollar nuestra capacidad de liderazgo, el espíritu crítico y la creatividad, cómo
y cuándo aprender más destrezas. Debemos aprender a enfrentar una realidad cambiante
con valores y principios sólidos y criterios claros y flexibles. No cabe la menor duda que
estos aprendizajes tienen lugar en la escuela, es la escuela la institución que tiene la misión
de preparar al hombre para la vida, de dotar a los individuos desde las edades más
tempranas de los rudimentos que necesita para enfrentarse a un mundo cada vez más
cambiante y complejo. Todas las asignaturas del currículo tienen una alta cuota de
responsabilidad en ello y la enseñanza de las ciencias no es ajena a estas exigencias.
No se trata de enseñar ciencias para formar los científicos del mañana, esos que necesita
la sociedad para desarrollarse, como señalar en una ocasión el líder de nuestra revolución
con su extraordinaria visión del futuro, que el futuro de nuestro país depende en gran
medida de lo que sean capaces de hacer nuestros hombres de ciencia. La escuela debe
contribuir a la formación de estos hombres de ciencia, la sociedad necesita científicos, de
personas que quieran llegar a ser científicos, pero es incuestionable el hecho que el tipo de
pensamiento y de aprendizaje que requiere la ciencia- como señala Claxton, 1994, en su
libro "Educar mentes curiosas. El reto de la enseñanza de la ciencia en la escuela" tiene un
valor potencial para todo el mundo en su vida cotidiana, independientemente de que se
enfrente formalmente o no a un problema científico. Tener algún tipo de formación
científica dota a la persona de actitudes y aptitudes que necesitarán sea cual sea la carrera
o el tipo de vida que decidan seguir. Podrán observar con más claridad, y podrán poner en
juego esas actitudes y aptitudes en una gama mucho más amplia de problemas informales
y de la vida real. Decidir, para citar un ejemplo, cuál debe ser la ubicación dentro del hogar
de muchos de los dispositivos electrónicos que hoy tenemos a nuestra disposición y
alcance, requiere de algún tipo de razonamiento científico además de nociones de
conocimientos científicos precisos, a pesar de que también impliquen otros tipos de
pensamiento y de reflexión y que no estén ajenos de ciertos principios y valores éticos y
morales. En el mundo de hoy no existe prácticamente una actividad humana en la que no
sea necesario utilizar algún tipo de conocimiento de las ciencias y cada vez es más necesaria
la integración de estos conocimientos, su abordaje interdisciplinario, multidisciplinario o
trandisciplinario. Existen muchas razones de peso que evidencia la necesidad de enseñar
ciencia en la escuela, razones de tipo social, político, económico y como acabamos de ver
de índole personal. No por casualidad en el programa del Partido Comunista de Cuba, en
lo que respecta a Perspectivas y tareas de la educación se hizo énfasis en la necesidad de
desarrollar en nuestros niños y jóvenes una actitud científica y creadora ante la vida, que
los capacite para transformar la sociedad, objetivo fundamental del proyecto social
cubano.
Con estos argumentos no pude quedar la menor duda que equipar a los niños, adolescentes
y jóvenes, no solo con determinados conocimientos científicos, sino también de métodos
propios del quehacer científico es y debe ser un elemento esencial de la cultura general
integral que los prepara para enfrentarse de la mejor manera posible a un mundo
extremadamente complejo.
Hoy ya no es un problema que los gobiernos tanto de los países llamados industrializados
o desarrolladores (del primer mundo), así como los del tercer mundo reconozcan y tomen
conciencia de la necesidad de enseñar ciencia en la escuela; pero no basta con que los
gobiernos y los sistemas educativos declaren explícitamente esto en los currículos
escolares, ni incrementar el número de horas que los estudiantes dediquen al estudio de
las ciencias. Hoy en nuestros currículos el mayor número de horas se dedica a la enseñanza
de la Matemática y nuestros estudiantes cada vez aprenden menos Matemática. Podemos
preguntarnos ¿a qué se debe esto?
No vale la pena detenerse en las múltiples ideas que pueden surgir al reflexionar sobre esta
problemática, pero si voy a comentar una que a mi juicio es la más importante: la
enseñanza de las ciencias en la escuela en el nuevo milenio necesita y requiere de una
renovación, no en sus contenidos, pero si en la forma que es enseñanza, en sus métodos.
Hace mucho que los paradigmas del aprendizaje de las ciencias por descubrimiento, por
recepción y por descubrimiento dirigido pasaron a la historia. Hoy se trata, como señala
Daniel Gil, 1998, aproximar el proceso de enseñanza-aprendizaje de las ciencias al proceso
de investigación científica, el aprendizaje como investigación (tratamiento de situaciones
problemáticas).
Sin queremos enseñar ciencia como lo exigen los momentos actuales, pues debemos
empezar hurgando en nuestra historia y estudiar en detalle las valiosas ideas pedagógicas
de José de la Luz y Caballero, Félix Varela y Morales, y nuestro héroe nacional José Martí.
Decía muy sabiamente Martí (1975, p.22). "(…) El hombre solo ama verdaderamente, o ama
preferentemente lo que crea".
Si tuviera que resumir en una sola frase la esencia de la renovación que hoy necesita la
enseñanza de las ciencias en la escuela cubana me tomo la libertad de parafrasear una de
las normas didácticas para enseñar matemática ofrecidas en 1955 por el ilustre educador
matemático español Puig Adam, "enseñar las ciencias guiando la actividad creadora y
descubridora del alumno". (Rico & Sierra, 1994, p.137)
En consonancia con las ideas expuestas hasta aquí vamos a exponer los retos de la
enseñanza de las ciencias en el nuevo milenio y las perspectivas a la luz de las exigencias
derivadas del enfoque desarrollador de la enseñanza de las ciencias. Es nuestro propósito
dar sugerencias a los profesores del área de ciencia en nuestro territorio para la enseñanza
de las ciencias, no transmitiendo conocimientos, sino creando las posibilidades para que el
alumno produzca y construya esos conocimientos (Freire, 2010, p. 21).
DESARROLLO
· un enfoque cada vez más humanista de la enseñanza de las ciencias, que ponga de
relieve la contribución de ellas a la cultura general y preste especial atención a los
problemas éticos relacionados con el desarrollo científico - tecnológico;
· Se deberán propiciar vías para el intercambio colegiado entre los docentes en las
instituciones escolares, como una vía que contribuye a perfeccionar su trabajo y elevar la
calidad de la educación.
Se deberá concebir un sistema de actividades que ejerciten en las alumnas y alumnos los
procesos de análisis, síntesis, comparación, abstracción y generalización, que posibiliten la
formación de conceptos y el desarrollo de los procesos lógicos del pensamiento.
Las actividades que desarrollen los escolares deben permitir el análisis y la síntesis, de la
clasificación y la comparación, de la búsqueda de lo esencial, del establecimiento de
relaciones, procedimientos generales cuya adquisición irá favoreciendo el desarrollo
intelectual del alumno y el autoaprendizaje (aprender a aprender).
En las ciencias, la solución y planteamiento de problemas por parte de los alumnos, debe
llevarlos a crear en ellos contradicciones entre lo que conocen y lo desconocido, despertar
su interés por encontrar la solución, plantear hipótesis y llegar a realizar experimentos que
permitan comprobarlas, todo lo cual los puede motivar a buscar información, profundizar
en los elementos precisos para responder a sus interrogantes, y que el aprendizaje se
desvíe de la "adquisición memorística" y propicie el desarrollo del pensamiento.
Diseñar actividades, con las orientaciones e indicaciones necesarias (niveles de ayuda) para
que el alumno, como resultado de su ejecución, adquiera el conocimiento.
Se deberán propiciar tareas de aprendizaje que propicien que el estudiante explore con su
concreto pensado, los objetos, fenómenos y procesos que estudia y no siempre tenga que
tener delante el objeto material para hacer referencia al mismo. Las tareas deben
elaborarse de modo que tengan las indicaciones necesarias para conseguir el objetivo
(obtención del nuevo contenido) y el nivel de preparación y desarrollo de los alumnos.
El sistema de tareas docentes que se elabore debe contener al menos, tres tipos de
tareas: a) tareas dirigidas a la identificación y formulación de nuevos problemas docentes;
b) tareas dirigidas a la búsqueda de nuevos conocimientos, y/o procedimientos de solución
y c) tareas dirigidas a la aplicación creadora de los nuevos conocimientos y habilidades
adquiridas. (Arteaga, 2001:78)Diseñar y proponer tareas abiertas y de final abierto, lo que
propicia el desarrollo de la creatividad.
Las tareas deben reflejar, siempre que sea posible, las amplias posibilidades de aplicación
de la ciencia en la vida, no debemos olvidar que las necesidades y los intereses por el
aprendizaje de las ciencias pueden ser despertados por las aplicaciones de estas en la vida
diaria (Claxton, 1994)
Vygotsky, citado por Bermúdez & Pérez (2004, pp. 49-50), planteaba que: "cualquier
función en el desarrollo cultural del niño aparece en escena dos veces, en dos planos:
primero como algo social, después como algo psicológico, primero entre la gente, como
categoría interpsíquica, después dentro del niño, como una categoría intrapsíquica". Es
precisamente en la comunicación que tiene lugar la adquisición de las referidas formas
externas. Así, el aprendizaje, el desarrollo intelectual y la formación de sentimientos,
cualidades y valores, precisan de la interacción entre las personas y de la actividad
individual consecuente.
Las diferentes formas de organización del proceso docente deberán incluir el trabajo en
el aula y fuera de esta, en grupos, por equipos (cuatro o cinco estudiantes), por parejas e
individual.
Promover la utilización del aprendizaje en pequeños grupos (de cuatro a seis estudiantes)
para la realización de actividades y tareas docentes que impliquen la búsqueda de un nuevo
conocimiento, nuevas vías de solución o nuevas soluciones para problemas conocidos.
El logro de este propósito exige que el alumno logre identificar las cualidades que le
confieren el valor al objeto de estudio y que realice su valoración, es decir que encuentre
el valor social que posee, así es indiscutible el efecto positivo que se produce en el
estudiante, respecto al aprendizaje de un contenido, el hecho de que encuentre la utilidad
social que tiene y la utilidad individual que puede reportarle el conocimiento con el que
está interactuando.
La revelación del significado social y la búsqueda del sentido personal pueden, por una
parte, favorecer el interés del alumno por el contenido de aprendizaje y, por otra, abrir la
posibilidad de utilizar el contenido con fines educativos.
Por otra parte, la interacción entre los alumnos durante la actividad en la clase, propiciará
diferentes momentos en que se puedan ejercer importantes influencias educativas, a partir
de la valoración y autovaloración de su comportamiento y del resultado de la actividad.
¿Qué debemos hacer?
Enseñar los contenidos de la ciencia a partir del entorno que rodea al alumno, de las
actividades que realiza a diario en el hogar, en la comunidad etc.
Hacer del entorno un aula especializada para hacer ciencia. Salirse del espacio delimitado
por cuatro paredes y que llamamos aula para convertir el entorno en un aula y más aún, en
un laboratorio para hacer y aprender ciencia.
CONCLUSIONES
Hasta aquí hemos expresado en breve síntesis, los principales retos de la enseñanza de las
ciencias en el nuevo milenio y las perspectivas que se derivan de lo que pueda llamarse
como un nuevo paradigma en la enseñanza de las ciencias- el aprendizaje como
investigación- que en el mundo tiene como eje o fundamento la hipótesis constructivista
de la psicología cognitiva y que nosotros asumimos desde la óptica del aprendizaje
desarrollador enmarcado en el enfoque histórico – cultural de Vygotsky. Hacer ciencia en
la escuela con esta nueva visión es la mejor manera de hacer que los conocimientos sean
sólidos y duraderos, no olvidemos el legado de nuestro Martí cuando dijo: "No se sabe bien,
sino lo que se descubre".
Por último, se consideró importante abarcar dentro del estudio a la “actitud hacia la
ciencia“, ya que según (Fensham, como se cita en Vázquez y Manassero, 2008) son las
inapropiadas y negativas actitudes, así como la falta de interés hacia las ciencias, los
principales problemas de la enseñanza y aprendizaje de las mismas en la escuela y la
investigación. Además, de acuerdo con Manzano (2012), una actitud positiva favorece el
aprendizaje.
Las actitudes hacia la ciencia son definidas por Manassero y Vázquez (2001) como “las
disposiciones, tendencias o inclinaciones a responder hacia todos los elementos (acciones,
personas, situaciones o ideas) implicados en el aprendizaje de la ciencia”, las cuales, si son
positivas, favorecen el aprendizaje y si son negativas lo dificultan.
El concepto de actitud hacia la ciencia ha sido utilizado por los investigadores como una
categoría general e integral, que involucra una gran variedad de objetos de actitud,
relacionados con la ciencia. Este estudio considera los siguientes objetos de actitud en la
medida en que engloban la noción principal del término, según la revisión de la literatura:
actitudes hacia la enseñanza-aprendizaje de las ciencias.
Actitudes hacia la enseñanza-aprendizaje de las ciencias: Agrado e interés de los
estudiantes hacia los temas de ciencias, o bien, aquella disposición de los estudiantes a
aprender ciencia y lo que se enseña sobre ciencias dentro de la currícula escolar
(Hernández et al., 2011).
Actitudes ante la institucionalidad escolar: Se refieren a la didáctica de las ciencias dentro
del aula, en otras palabras, a la forma de dar las clases por parte del docente (Hernández
et al., 2011).
Utilidad: Refiere a los beneficios de la ciencia en la vida ordinaria o su razón práctica,
ejemplo: el conocimiento sobre su cuerpo, el sistema solar, su medio ambiente (Vázquez y
Manassero, 1997).
Incidencia social: Incluye los temas específicos de Ciencia y Tecnología con incidencia social,
como: el mejorar la calidad de vida en el futuro, aportaciones a la salud pública, la creación
de satélites o cohetes espaciales, etc. (Vázquez y Manassero, 1997).
Una conclusión al revisar la literatura es que se hace necesario un estudio que integre estas
dimensiones para analizar de manera integral la enseñanza y aprendizaje de la ciencia y la
indagación científica.
Método
El presente artículo forma parte de un estudio más amplio; esta fase de la investigación fue
de tipo descriptivo, no experimental, transeccional (Hernández, Fernández y Baptista,
2014).
Recolección de datos
Los antecedentes del grupo QDA se remontan al 2001. En junio de aquel año, los
fundadores de ese grupo fueron seleccionados para participar en un programa de
Actualización Docente en Ciencias e Ingeniería, en el prestigioso Instituto Tecnológico de
Massachussets (MIT), Boston, en Estados Unidos. “Todos los años, el objetivo de ese
programa del MIT consiste en presentar, a través de los investigadores y científicos de esa
Universidad, los últimos adelantos relacionados con la ciencia y la ingeniería y su aplicación
en el mundo real”, explica la profesora de geografía Graciela Rastellino, una de las
fundadoras de QDA. Y continúa: “Fue una experiencia tan fructífera que decidimos replicar
ese modelo en la Argentina a fin de que la mayor cantidad de docentes pudiesen entrar en
contacto con el trabajo que desarrollan los investigadores de nuestro país”.
Sobre el libro “La aventura de enseñar ciencias naturales”, Furman señala que los relatos y
reflexiones descritos en él provienen del trabajo en escuelas “de carne y hueso”, con
maestros y alumnos reales, muchas veces en contextos muy vulnerables. “El libro busca
tender puentes entre las teorías didácticas y lo que los maestros pueden hacer en el aula
para transformar sus clases en espacios de desafío intelectual y entusiasmo por el
aprendizaje de las ciencias”, indica.
El libro comienza por presentar una analogía que resulta útil para pensar la enseñanza. “Si
nos imaginamos a la ciencia como una moneda de dos caras inseparables, una de ellas es
la cara de la ciencia como producto (lo que sabemos, esos hechos e ideas que suelen llenar
los pizarrones y los libros de texto), pero la otra, y la habitualmente más ausente en las
aulas y más cercana al corazón del espíritu científico, es la de la ciencia como proceso, como
una manera muy particular, apasionante y poderosa de acercarse al conocimiento; ese
‘cómo sabemos lo que sabemos’. A ese enfoque se lo ha llamado ‘enseñanza por
indagación’ y viene cobrando mucha fuerza en las últimas décadas en todo el mundo”,
explica Furman.
El pensamiento científico –central a la idea de ciencia como proceso– es una herramienta
básica para aprehender lo que nos rodea, para intentar comprenderlo y para tomar
decisiones fundamentadas, destaca Furman. Y continua: “Pero esos ‘hábitos de la mente’,
no son innatos sino que se aprenden. Y para que eso suceda, los docentes tenemos que
generar situaciones que les ofrezcan a los alumnos la oportunidad de ‘hacer ciencia’ en el
aula, investigando fenómenos, pensando maneras válidas de responder preguntas,
proponiendo explicaciones alternativas ante los resultados, debatiendo entre pares. En
síntesis, lo que el libro propone es un abanico de ideas y estrategias para acompañar a los
docentes en ese camino que considero como una aventura, desafiante pero también muy
posible.”
Otro proyecto de educación en ciencias que Furman lleva adelante es “Expedición Ciencia
(www.expedicionciencia.org.ar), una Asociación Civil que brinda capacitación a científicos
y educadores, con los que se viene organizando, desde 2002, campamentos científicos para
estudiantes secundarios de toda la Argentina. Asimismo es coordinadora científica de
Sangari Argentina (www.sangari.com.ar), un programa de ciencias para escuelas primarias
en el que actualmente participan 62 escuelas argentinas, de Buenos Aires y Tucumán.
Relevancia de la ciencia en las escuelas
Para Chaler es muy importante que la enseñanza de la ciencia ocupe un lugar predominante
en la educación media de cualquier país y que se tome conciencia de ello, para formar
ciudadanos pensantes y tener así un futuro promisorio. “En nuestro país las malas reformas
educativas generadas por funcionarios que consideraban a la educación un gasto y no una
inversión, cercenaron profundamente la enseñanza de las ciencias en el nivel medio, ya
que se cambiaron planes hacia especializaciones y se redujeron las horas de algunas de las
asignaturas científicas. Ese hecho, se suma a que los jóvenes las consideran ‘difíciles’ y por
lo tanto evaden las orientaciones en donde ese estudio abunda y eligen aquellas que creen
que son más fáciles”. Y agrega: “Esto, junto con la pérdida de la cultura del esfuerzo, la
búsqueda del facilismo y exitismo inmediatos fue moldeando un alto porcentaje de jóvenes
con escasa capacidad de leer, comprender, pensar, deducir y resolver situaciones
problemáticas”
De acuerdo con Chaler se debe fomentar el estudio de las ciencias y tomar decisiones
políticas al respecto para revertir esta situación. “En la actualidad, desde los profesorados
en ciencias se están haciendo reformas que me parecen correctas e inteligentes ya que se
ampliaron los planes de estudio. Considero que se deberían formar profesores de escuela
primaria especializados en la didáctica de las ciencias para que transmitan ese
conocimiento por verdadera elección y no por obligación laboral”.
Acerca de la calidad de la educación científica en Argentina en relación al contexto mundial,
Aduriz Bravo, docente delCentro de Formación e Investigación en Enseñanza de las
Ciencias, encuentra que existen algunos “preconceptos”. “En la Argentina por lo general
solemos creernos ‘el último orejón del tarro’, respondiendo al estereotipo tanguero. Pero
la verdad es que tenemos buenos profesores y profesoras y una aceptable educación
científica. Indudablemente, hay muchos problemas, pero buena parte de ellos son
compartidos y tienen que ver, en última instancia, con que enseñar y aprender ciencias es
difícil, un problema complejo que merece ser estudiado con cuidado.”
Resultados
Una vez que han sido organizados los datos mediante las opciones de respuestas consistentes en
SI, NO y los valores perdidos (Pe), (que corresponden a los cuadros 1, 2 y 3), así como las opciones
de Siempre, Casi Siempre, A veces y Nunca, (correspondientes a los cuadros 4, 5 y 6); a cada opción
se le asigna las frecuencias simples y sus correspondientes porcentajes y se procede, entonces, a
realizar el análisis y la interpretación respectiva. Hay que indicar que se ha hecho un agrupamiento
de los ítemes en función de dimensiones previamente planteadas, de manera intencional, por
quienes guían la investigación. Además, con la intención de facilitar la visualización de los
resultados de la información se presentan gráficos que reúnen los enunciados de los respectivos
planteamientos, denominados ítemes. El análisis y la interpretación de la información se
confrontan con una selección teórica para apoyar los resultados o, en todo caso, refutarlos.
A continuación se presentan los resultados relacionados con: (a) los aspectos académicos y
administrativos y (b) la enseñanza como proceso intencional y componente de la práctica
pedagógica.
Este aspecto se refiere a eventos que forman parte del quehacer del docente que ejerce en la
enseñanza de las ciencias y que se consideran vinculantes en la administración de estas asignaturas.
Los datos se observan en el cuadro 1.
Cuando se hace una revisión individual de cada una de las respuestas proporcionadas a los ítemes,
puede señalarse que en lo referido a la actividad de asesoramiento a los alumnos en el desarrollo
de los trabajos científicos, (ítem 6) se encuentra un porcentaje significativo de 66 % de docentes
que si realiza esta acción; empero, se hace necesario destacar que, dada la condición y naturaleza
de la asignatura, este porcentaje debiera ser aún mucho mayor, para acercarse a la aspiración
máxima de cumplimiento y mejoramiento de la enseñanza de la ciencia; por ello, se debe revisar,
con mayor profundidad, qué está ocurriendo con el 32 % de los docentes que no activa este
proceso, el cual se considera parte del proceso de enseñanza y de aprendizaje de las ciencias. El
asesoramiento no es una actividad circunstancial para responder a una necesidad de un momento
dado. Tampoco tiene sentido sólo cuando el alumno tenga dificultades académicas serias. Es una
relación permanente entre el profesor y el alumno, en la que se enriquecen ambas partes. El
asesoramiento se ejerce mediante entrevistas que surgen de modo ocasional o con encuentros
personales establecidos con cierta regularidad y programación. Para la eficacia de este medio de
formación es imprescindible la regularidad. En lo expresado puede colegirse la importancia que
tiene la actividad de asesoría que debe realizarse con los alumnos. Ello sirve de apoyo a quienes
deben internalizar las disposiciones y el proceso para avanzar en la investigación, pero contribuye
con los mismos docentes en el mejoramiento de su enseñanza. Cuando no se ejecuta esta labor,
entonces, se hace necesario revisar el trabajo del docente, puesto que se presenta un vacío en el
desarrollo y construcción del conocimiento de manera sistemática, en el mismo y trae repercusión
en los alumnos. Con respecto a las evidencias que proporcionan los resultados del planteamiento
7, se debe señalar en que entre los compromisos, asumidos por todo educador responsable de
mediar estas asignaturas, está el de ser promotor de cambios y transformador de los procesos
pedagógicos, en sus respectivos planteles, a partir de convertirse en los direccionadores del
proceso; sin embargo, se percibe que el 79 % no ha realizado esta función. Esto pudiera deberse a
las implicaciones que desde la perspectiva de asignación de cargos propician las autoridades
educativas respectivas. Ahora bien, esta actividad administrativa, pudiera no ser tan decisoria en
el fomento y mejoramiento de la enseñanza de las ciencias, dado que el énfasis de la asunción de
estos cargos está centrado en lo estrictamente administrativo y poca es la atención que se le otorga
a la parte académica; ergo, escasa será la orientación a lo pedagógico, pues se pierde el contacto
con los alumnos. No obstante, se considera pertinente reorientar el trabajo de los docentes
responsables de la enseñanza de las ciencias, puesto que, en la medida en que los educadores
coordinen eventos científicos en los centros de mejoramiento de la enseñanza de ciencia, en esa
medida adquirirán mayores conocimientos sobre los procedimientos organizacionales y mayor
profundidad en los saberes.
Con base en los datos, que se presentan en el ítem 8, puede afirmarse que el proceso de
actualización, a través de la participación en eventos promovidos por ASOVAC, no se corresponde
con los requerimientos, para un mejor desempeño en la Enseñanza de las Ciencias. A este respecto
se observa como 62 % no ha asistido a esas actividades. Entonces, vale preguntarse ¿Cuál será el
enfoque y la orientación que ese grupo de docentes, que no asiste a acciones de mejoramiento
personal, le está otorgando al proceso de enseñanza de la ciencia? Se cree que esa desvinculación
con nuevos planteamientos y orientaciones que surgen al fragor del encuentro y la discusión
profesoral tiene incidencia fuerte, pero de manera negativa, en el mejoramiento de la Enseñanza
de las Ciencias.
En función del ítem 9 ¿Has organizado algún evento científico dentro de la institución? se debe
referir que se encuentra el 42 % que si lo ha hecho, en contra del 57 % que no lo realiza. Motivo de
preocupación y de reflexión, puesto que una de las formas como se puede desarrollar el interés
por la investigación en los alumnos es mediante la presentación de trabajos ante la comunidad
estudiantil. Así se valorará el esfuerzo por la investigación. En este sentido, Andere (2002,1) refiere
que la actividad investigativa y la correspondiente presentación de los resultados deben:
Constituirse en una práctica que se perfecciona con la realización de actividades que promuevan la
transferencia de conocimientos de diferentes campos a la solución de situaciones problemáticas.
Combinando el enfoque interdisciplinario con la propuesta del aprendizaje basado en problemas y
la estrategia de investigación dirigida por los alumnos, es posible enriquecer la formación de grado
(sic). Por otra parte, en el caso de la formación profesional, el sistema educativo propone que los
estudiantes adquieran y dominen un conjunto de saberes propios que constituyen el denominado
perfil terminal. Es innegable, entonces, la necesidad de promover entre los estudiantes el
desarrollo de actividades de investigación para que, luego, los conocimientos que se producen y se
construyen sean dados a conocer. Eso contribuirá con el desarrollo del interés de los alumnos por
conocer y dominar, aún más, lo relacionado con la actividad investigativa, sus mecanismos de
difusión y la presentación de informes a una comunidad académica.
En lo relacionado con el planteamiento 10, el cual refiere ¿Has presentado ponencias en algún
evento científico? hay que señalar que es muy bajo el porcentaje de docentes que sí participa en
distintos eventos. Sólo el 15 % lo ha hecho. En tanto, 82 % no ha tenido participación alguna, que
sumado al 3 % de los docentes encuestados, que no aportó información, se convierte en un síntoma
para ser revisado a los fines de encontrar respuestas a esta falta de interés de los docentes por
participar activamente en jornadas de carácter científico.
Hoy más que nunca cuando el avance es notorio, se requiere, compartir y desarrollar modos de
convivencia con una sociedad que avanza hacia la tecnologización. Como refiere Verdugo (2000)
En una sociedad tan tecnologizada, tan llena de avances científicos, tan abundante en nuevas y
novedosas aplicaciones que científicos y tecnólogos ponen a nuestra disposición, se hace cada vez
más necesario el aprender a convivir con estos saberes, que para algunos las nuevas generaciones
son parte de la vida, desde los inicios, mientras que para otros se requieren procesos de
aprendizaje, a veces con complejas operaciones que llegan a “asustar” a los más atrevidos.
Es, por tanto, pertinente orientar a los docentes para que interpreten el verdadero sentido del
compromiso que se ha asumido como ductores de una generación en proceso de formación.
El ítem 11 se orientó a determinar si los docentes poseen el programa oficial de la asignatura. Los
resultados revelan que el 75 % manifiesta que si tiene el respectivo programa; en tanto, el 24%
refiere que no lo poseen. Acá habría que realizar dos lecturas a lo encontrado. En primer lugar, el
programa oficial para la Educación Media Diversificada y Profesional fue elaborado por el
Ministerio de Educación en 1968; desde esa fecha, sólo se realizó en 1991 un intento de
reorientación del nivel de Educación Media y Diversificada con el propósito de proporcionar a los
alumnos de educación media y diversificada una formación diferenciada; empero, no tuvo
continuidad administrativa, ni la consolidación correspondiente. Todo ello crea una dificultad
mayor, aparte de lo extenso que pudieran ser los respectivos contenidos programáticos. Ello se
debe sobre todo, como refiere Pardo (1996,1), a que:
Nos enfrentamos en general a programas más largos [cuya extensión sobrepasa el] tiempo [del
cual] disponemos para desarrollarlos, porque [además] nos enfrentamos a que los libros
actualizados, que pueden ser leídos con placer y admiración, son caros y están en otro idioma, y
porque las revistas científicas que describen lo que está sucediendo en la ciencia en estos
momentos, están escritos en un idioma que no es el nuestro.
De modo que se debe hacer una revisión urgente de los programas a fin de establecer la
consonancia con los avances de la ciencia y la progresividad societal, en el sentido de las exigencias
a los alumnos en su formación integral. Se hace necesario que la escuela (media diversificada, en
este caso) ofrezca a los alumnos contenidos que sean vinculantes con los intereses y necesidades
particulares, para que, entonces, adquiera sentido la permanencia en la institución educativa.
Los ítemes que se analizan a continuación están guiados a conocer la acción de orientación y
supervisión que cumplen los funcionarios responsables de la calidad de la educación, desde el nivel
operativo básico: los coordinadores, hasta alcanzar a los niveles jerárquicos de supervisión
correspondientes a los organismos que orientan y establecen las políticas educacionales.
Así, al ítem 12a referido a si ha sido supervisado por Coordinadores de área del plantel, se obtuvo
la siguiente información: 36% manifestó que sí; en tanto, el 61 % reveló que no. Causa
preocupación que no se acerque con un mayor porcentaje a la frecuencia con que los docentes
deben recibir la orientación por parte de quienes estén en posiciones de guías del proceso
educativo. Sobre todo en cuanto se interpreta la supervisión como una estrategia pedagógica que
facilita el proceso de enseñanza.
Dado que, como se señala en las Jornadas de Supervisión Educativa (2004, 9), esa actividad debe
Acompañar permanentemente y de manera integral en lo pedagógico técnico administrativo y
jurídico a los (as) actores y autores (as) para una participación efectiva y colectiva que garantice la
calidad de la educación.
En ese mismo sentido, el ítem 12b se indagó acerca de si el docente ha sido supervisado por el
Personal Directivo. Los resultados muestran lo siguiente: 45% planteó que sí eran supervisados por
los directores; en tanto que el 50 % dijo que no; y si se une al 5 % que no respondió pudiera verse
que hay la necesidad de seguir consolidando esta actividad de acompañamiento, para que mejore
la calidad de la educación en cada uno de los planteles. Asimismo, se debe estimular a aquellos
directores que si desarrollan de manera adecuada este procedimiento. Ello es necesario puesto
que, como refiere Merino (1999,1), La complejidad creciente de una administración moderna, dijo,
implica un nuevo tipo de accionar, para que la función supervisiva (sic) sea transformadora,
dinámica y de pertinencia social, que contemple los procesos de desconcentración,
descentralización y optimización de recursos.
De modo que se requiere de una nueva concepción de la figura del director como supervisor natural
dentro de cada plantel para que se establezcan los mecanismos de orientación que conduzcan al
mejoramiento de la calidad de la educación. Aun cuando, como se señala en el documento
Supervisión Educativa (2005,1):
Una de las tareas más importantes, difícil y exigente dentro de cualquier empresa, es
sin duda alguna la supervisión del trabajo ajeno. Por estar dentro de nuestra
competencia profesional es una actividad embarazosa tanto para quien la realiza
como para quien la recibe, pero puede lograrse en la medida en que entendamos su
necesidad y los beneficios que de ella pueden obtenerse cuando se efectúa
correctamente.
En el ítem 12c se quiso determinar la acción de los funcionarios del segundo y tercer nivel
jerárquico. Por eso, se preguntó si el docente ha sido supervisado por Funcionarios del Distrito
Escolar, Zona Educativa. Los datos revelan una situación de preocupación. Sólo el 7 % dijo que había
sido supervisado por funcionarios de este nivel de supervisión; en tanto que 86 % manifestó que
no y 7 % no proporcionó información. Si este porcentaje se suma al anterior, entonces, para la
cuestión relacionada con que no se hace supervisión, se obtiene un 93 %, como indicativo de lo
siguiente: los docentes no están siendo supervisado por los ductores de la educación, en los niveles
descentralizados. De ello se puede obtener una respuesta a la disminución de la calidad de la
enseñanza de las ciencias. Sólo si desarrolla la supervisión con esa orientación, se podría pensar
que habrá una transformación y se logrará una mejor calidad de la enseñanza de las ciencias.
Actualización Docente
Seguidamente se presenta el análisis de la unidad de información denominada Actualización
Docente, en ella se incorporan los ítemes que se relacionan con el proceso de formación
permanente de cada educador en cuanto a la búsqueda de estar a la altura y en consonancia con
los avances de los conocimientos que se producen en torno al mejoramiento de la ciencia y de las
teorías pedagógicas que tiendan a mejorar su acción académica.
Como se observa el ítem 13 apuntó a indagar acerca de: estás actualizado(a) en las concepciones
pedagógicas en relación con tu formación docente. Los resultados revelan que el 74% sí busca estar
en sintonía con las innovaciones, en tanto que el 24% no lo hace. Ahora, en cuanto al ítem 18, que
va en consonancia con la participación en eventos para fortalecer esa actualización académica y
cuyo enunciado está referido a si el docente ha realizado cursos y/o talleres en los últimos dos años
relacionados con tu actuación docente, se encontró que 69% si asiste y 30% no participa en eventos
de actualización académica.
En este aspecto cabrían dos formas de interpretar lo revelado. En primer lugar, se aspira a que
todos los docentes en su formación docente estén de manera permanente en actividades y
procesos orientados a renovar sus conocimientos. Esto en virtud de que, como se lee en el
documento Necesidades Formativas (2005,1):
Sobre esa base, indistintamente sea cual sea el área en la que esté laborando el docente, se
requiere estar en sintonía con los avances de la actividad docente. Ahora, en segundo lugar, la otra
perspectiva de análisis está centrada en la oportunidad de mejoramiento en los procesos de
aprendizaje que se derivan, como lo manifiestan los entrevistados, de la permanente preparación
que han recibido los docentes. Ello deberá traducirse en mejoramiento en la enseñanza y
colateralmente una mejora en el rendimiento académico de los estudiantes.
Ahora bien, la actualización de los educadores, no solo se encontrará en jornadas y eventos, sino
que puede ser obtenida en la interacción con sus pares. Por ello, dos ítemes se relacionan con el
propósito de revisar la disposición la disposición al trabajo colectivo que pudiera encontrarse entre
los educadores. Así, en el ítem 14, se inquirió: ¿Buscas información con otros colegas docentes para
mejorar tu práctica pedagógica? En tanto que el ítem 15, estaba referido a: confronta los
conocimientos con otros docentes para mejorar su práctica pedagógica.
Los resultados fueron los siguientes: en relación con el ítem 14, se encontró que el 87 % seleccionó
sí; mientras que 12%, optó por el no. En cuanto al ítem 15, la proporción de respuesta fue de 71%
para el sí; en tanto que por el no, el porcentaje se ubicó en 28%. Hay que determinar que se hace
necesario aprender a desarrollar trabajos en grupo y, por supuesto, a mantener el espíritu de
colaboración para lograr el mejoramiento. Al respecto, Reyes, Sánchez y Hernández (1997,1)
refieren: Para que se den estas formaciones hay un “detonador”, un “dispositivo grupal” que es un
conjunto de personas, un espacio y tiempo comunes, una meta u objetivo, una institución
convocante, se generan espacios de interacción, una red de relaciones reales e imaginarias,
significaciones compartidas, expectativas mutuas, sentimientos grupales, sentido de pertenencia
que se entrelazan, dando un carácter de singularidad a cada grupo que va cambiando,
modificándose en el devenir y que, aún cuando presenta rasgos de estereotipia y de cristalización,
esta en proceso de formación.
Es urgente, entonces, que en la formación docente se asuma, por parte de los responsables
de la enseñanza, la necesidad de solicitar apoyo y ayuda, cuando lo requieran; pero, se debe
tener como principio que los demás docentes tengan la disposición para proporcionar los
conocimientos adquiridos. Al menos, en esta oportunidad, contrario, a lo que se ha venido
pensando, en cuanto a que no se da la cooperación académica, los resultados informan que sí
hay disposición para solicitar y proporcionar conocimientos, y más aún compartirlos de manera
eficaz.
Otro elemento esencial en este proceso de enseñanza de las ciencias es la actualización de los
responsables de orientar y guiar los aprendizajes. En ese sentido, el ítem 18 estuvo referido a
indagar acerca de la actualización académica propiamente dicha, pues, se trata de saber si ha
realizado cursos y/o talleres en los últimos dos años relacionados con su actuación docente, y se
encontró que 69 % sí realiza acciones de mejoramiento, en contra de 30% que no ha realizado, lo
cual revela que de cada 10 docentes 3 no se actualizan mediante esta opción de mejoramiento y
perfeccionamiento y queda para otro plano de la investigación indagar como es el progreso de los
7 docentes que sí participan y como es su proceso de reflexión y su impacto en la práctica
pedagógica referida a la enseñanza de las ciencias.
Enseñanza
Este aspecto referido a la enseñanza como proceso intencional contiene dos partes; una referida a
la planificación y otra al desarrollo de la clase, con la integración de estrategias y recursos. Ahora
bien, el análisis de la primera parte de esta dimensión se hizo de manera global. Primero, se realizó
el agrupamiento de cuatro ítemes que indagaron sobre la enseñanza; luego, se procedió al análisis
e interpretación de los otros datos. Esta dimensión de la enseñanza es la que contiene mayor
cantidad de ítemes y, por supuesto, mayor número de datos. La razón estriba en que se tomó como
núcleo temático de objeto de estudio; el análisis realizado puede contribuir a generar un proceso
de construcción y reconstrucción de saberes por parte de los docentes, para ser aplicados en el
proceso de enseñanza.
Los datos revelan que sólo el 40% de los docentes presentan siempre el plan de clase en cada sesión
de trabajo, lo que indica que el 60% no evidencia este requisito que forma parte del proceso de
enseñanza, de lo cual se infiere que un importante número de docentes no prevé objetivos,
estrategias, recursos, evaluación de manera planificada; se sustenta en la improvisación y se cae
en la rutina como resultado de la no planificación del proceso para cada sesión de trabajo. La
ausencia de un plan de trabajo repercute en que no se orienten, de manera adecuada, los procesos
de enseñanza y aprendizaje.
No obstante, 54% manifestó que siempre presenta el plan; hace explicación del plan de trabajo en
cada sesión de laboratorio; destaca el objetivo orientador de la sesión y, además, sustenta la
planificación en el programa oficial. Los otros porcentajes se distribuyen así: 32% se ubicó en casi
siempre y 12% respondió en A veces.
Puede decirse, sobre la base de los resultados, a modo de indicadores de logro, que la aspiración
del ente rector (Ministerio de Educación) y de las autoridades educativas correspondientes, está
centrada a alcanzar que los docentes, en su totalidad, asuman el proceso de planificación como
base para guiar la actividad de enseñanza. En este sentido, si se analiza que el 32%, se ubicó en
casi siempre, que deja ser parte del ideal, y sumado al 12% resultado de la opción a veces, otorga
un acumulado de 44%, lo cual, en cierta medida, otorga como evidencia que no se realiza de
manera efectiva el proceso planificador. Hay, por tanto, la necesidad de mejorar este mecanismo
educativo que proporciona los elementos básicos para que el acto de interacción esté centrado en
los objetivos, intereses y necesidades de los educandos y se alcance, entonces, la eficiencia en el
rendimiento educacional.
Orozco (2001,1), en este sentido, refiere &las acciones a elaborar por parte de los docentes de
ciencias deben cumplir con el cometido de centrar el aprendizaje de su asignatura en el alumno,
con la finalidad de que éste logre una construcción propia del conocimiento.
En este pensamiento del autor se establece que el proceso de centrar las actividades educativas
dependerá de la actividad planificadora. Así se podrán establecer las acciones que deben ser
desarrolladas por los docentes en función del mejoramiento del aprendizaje de los alumnos. Ese
proceso debe estar en sintonía con los avances educativos que la sociedad reclama.
De modo que, en función de las necesidades de los alumnos, de los requerimientos curriculares y
de las exigencias de la comunidad social, el docente debe realizar el proceso de planificación
educacional que satisfaga el logro de los objetivos planteados en los diseños curriculares y en los
programas de las asignaturas.
EXAMEN
1. ¿QUÉ ES LA CIENCIA?