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Biología del Comportamiento

Cátedra única – Código 090


Profesor titular: Rubén Muzio

Trabajo práctico: Selección Sexual

Nombre y apellido de la alumna: Natalia Andrea Kirchhof


Número de libreta universitaria: 384221420
Dirección de correo electrónico: nkirchhof@ymail.com
Docente de trabajos prácticos: Mariana Gabriela Iurman
Número de comisión de trabajos prácticos: 4
Fecha de entrega: 20/10/2016
El objetivo del presente trabajo era recolectar datos acerca de las preferencias
de las mujeres en la selección de parejas. La información obtenida fue luego
comparada con las predicciones de la Teoría de Selección Sexual, para
comprender desde un marco evolutivo muchos comportamientos del género al
momento de buscar pareja.
El contenido del escrito se confeccionó principalmente a partir de la
interpretación de bibliografía secundaria, destacándose un texto del Licenciado
Fabián Marcelo Gabelli. Se retomaron también ideas de autores como Charles
Darwin, Angus Bateman, Robert Trivers y Ronald Fisher.
En el año 1871, Darwin presentó una explicación revolucionaria para
interpretar los misterios de la búsqueda de parejas entre los seres vivos, siendo
su preocupación original justificar la aparición de rasgos que atentaban con la
supervivencia de los individuos. Según el autor, estas características surgían y
se desarrollaban como consecuencia de un proceso al cual denominó
Selección Sexual, y habían evolucionado porque permitían a ciertos sujetos
poseer ventajas reproductivas con respecto a otros. Observó que muchos de
los rasgos anatómicos y conductuales más desarrollados en los machos eran
utilizados durante las peleas y hacían que ciertos individuos vieran aumentada
su capacidad para atraer y conseguir parejas.
Años después surgieron los primeros fundamentos teóricos que permitían
explicar tanto el origen como las consecuencias de la Selección Sexual, a
saber: la inversión parental simétrica de machos y hembras, y la proporción de
sexos equilibrada en poblaciones naturales. La regla para muchos seres vivos
se resume en machos que compiten por el acceso y monopolización de las
hembras, y hembras altamente selectivas. Cada sexo busca maximizar su éxito
reproductivo.
Por otro lado, si el cuerpo humano es producto de la Selección Natural, lo
mismo ocurre con la psiquis. Nuestros complejos mecanismos psicológicos nos
dotaron de un repertorio muy versátil de comportamiento para resolver
problemas adaptativos de apareamiento.
Otro concepto fundamental a mencionar aquí es el de anisogamia, un tipo de
reproducción sexual en la cual se fusionan gametas diferentes entre sí para dar
origen a la cigota. Una de las consecuencias inmediatas de la anisogamia es
que la proporción de gametas masculinas respecto de las femeninas se
incrementa ya que el macho produce infinidad de gametas pequeñas y la
hembra unas pocas grandes.
Asumiendo que la selección natural opera maximizando el éxito reproductivo
individual, en base a lo señalado anteriormente es pertinente señalar que los
machos pueden incrementar teóricamente hasta el infinito el número de
fertilizaciones, y su potencial reproductivo estará limitado casi exclusivamente
por el número de parejas que consiga; en cambio las hembras, no ganan nada
con aparearse con muchos machos -ya que poseen uno o muy pocos óvulos
fecundables- y su potencial reproductivo está limitado por el acceso a recursos
energéticamente altos y el incremento en última instancia de la tasa de pasaje
de nutrientes al huevo y la cigota.
Es importante también hacer referencia al concepto de caracteres sexuales
secundarios, es decir, rasgos surgidos por la acción de la Selección Sexual, los
cuales cumplen dos funciones principales según actúen intra o
intersexualmente. En el primero de los casos, son de gran importancia para la
lucha entre individuos de un mismo sexo –machos- y hacen a ciertos individuos
más aptos para la competencia; en el segundo, actúan como estímulos
discriminantes durante la elección que realiza el otro sexo –hembras-, haciendo
que algunos resulten más atractivos en comparación con otros.
Partiendo de lo desarrollado anteriormente, la pregunta que guiará el presente
trabajo será entonces si las mujeres jóvenes adultas eligen a los hombres de
acuerdo a sus rasgos anatómicos. La hipótesis es que el atractivo físico es la
variable más valorada por ellas al momento de seleccionar pareja.
Materiales y métodos
Para poner a prueba la hipótesis planteada, se tomaron en cuenta los datos
obtenidos de una muestra de veinte mujeres seleccionadas al azar, cuyo rango
de edad oscilaba entre los veinticinco y los treinta y cinco años. La información
se extrajo de sus perfiles, los cuales se encuentran en el sitio web
www.match.com.ar.
Fueron confeccionados dos cuadros, cada uno de los cuales contenía
diversas variables a operacionalizar, a saber: género, edad, nivel
socioeconómico, atractivo físico y nivel de compromiso. Uno de ellos fue
completado en base a aquello que decían ellas de sí mismas, y el otro a partir
de lo que deseaban de su pareja.
El nivel socioeconómico se clasificó en bajo, medio, alto y los campos
fueron completados teniendo en cuenta distintos parámetros:
 Alto: personas con ingresos superiores a $30000, sin hijos y/o con estudios
universitarios completos.
 Medio: aquellos cuyos ingresos rondaran entre los $15000 y los $30000,
con o sin hijos, y/o con algún tipo de estudio terciario/universitario (no
completo).
 Bajo: quienes presentaran ingresos inferiores a $15000, con hijos y/o cuyo
nivel educativo no superaba el secundario.
 Para poder completar los campos antes mencionados, la persona
necesariamente tenía que cumplir con al menos dos de las condiciones
requeridas; en los casos en que eso no ocurría, se hizo uso del ítem no
refiere.
El atractivo físico deseado fue separado en alto, bajo y no refiere:
 el grupo alto incluyó las características altura superior a 175cm y/o tipo de
cuerpo medio;
 el bajo agrupó los caracteres altura igual o inferior a 175cm y/o tipo de
cuerpo delgado o con sobrepeso.
 el campo no refiere fue completado en los casos en que la persona no
especificaba ninguna de las cualidades antes mencionadas; cuando las
características deseadas se presentaban una en un grupo y otra en otra, se
priorizó la altura al momento de la clasificación.
En relación al nivel de compromiso pretendido, el mismo fue separado en
largo plazo y corto plazo. En este caso los campos fueron completados en
base a las referencias específicas de las integrantes de la muestra, utilizando la
opción no refiere cuando no se hacía ninguna mención al respecto.
Por último, cabe señalar que la variable independiente seleccionada para
probar la hipótesis fue la edad, y la dependiente el atractivo físico.

Resultados
Análisis cuantitativo

¿Qué dicen de sí mismas?


Género Edad Nivel Atractivo Nivel de
Socioeconómic Físico Compromiso
o
Femenino Refiere: Refiere: N=11 Refiere: Refiere: N=9
N=20 N=20
Alto: N=3 Corto plazo:
No refiere: Medio: N=7 No refiere: N=3
N=0 Bajo: N=1 N=0 Largo plazo:
N=6
Promedio
edad: 30.4 No Refiere: N=8 No refiere:
años N=11

¿Qué desean de su pareja?


Género Edad Nivel Atractivo Nivel de
Socioeconómic Físico Compromiso
o
Masculino Refiere: Refiere: N=3 Refiere: Refiere: N=9
N=20 N=15
Alto: N=0 Corto Plazo:
Medio: N=3 Alto: N=6 N=3
No refiere: Bajo: N=0 Bajo: N=9 Largo Plazo:
N=0 N=6

No refiere: No refiere:
Promedio N=17 No refiere:1 N=11
edad: 33.6 N=5
años

Análisis cualitativo
En principio es posible señalar que la diferencia de edad entre las integrantes
de la muestra y la deseada en su pareja fue de 3.2 años, poniéndose en
evidencia una tendencia por parte de las mujeres a preferir hombres de mayor
edad.
Por otro lado, el 55% de la muestra refirió su nivel socioeconómico, y siendo
el 27.27% de clase alta, el 63.64% de clase media y un muy reducido
porcentaje –sólo el 9.09%- de clase baje; el 40% restante no indicó nada al
respecto. Resulta oportuno destacar que el 85% de las mujeres no hicieron
referencia alguna acerca del nivel socioeconómico pretendido, y sólo un 15% lo
hizo, todas ellas prefiriendo hombres de clase media. Pareciera ser que no
valoraron en gran medida el poder adquisitivo de su potencial pareja.
Al respecto del atractivo físico, cabe destacar que todas las integrantes de la
muestra hicieron referencia a su imagen. A su vez, el 75% hizo referencia al
atractivo físico deseado en sus potenciales parejas, mientras que el 25% no
especificó nada al respecto. Resultaron llamativos los datos obtenidos, pues
fueron más quienes manifestaron preferir hombres con un atractivo físico bajo –
el 60%-, que quienes los preferían más atractivos –el 40%-.
Por último, poco más de la mitad de las mujeres –a saber, el 55%- no hizo
mención alguna con respecto al nivel de compromiso pretendido, mientras que
dentro del 45% restante, el 15% manifestó preferir una relación a corto plazo, y
el 30% una a largo plazo.

Gráficos
Casi la totalidad de las mujeres -precisamente el 85%- no hizo mención alguna acerca del nivel
socioeconómico deseado en su pareja, por lo cual este parecería no ser un rasgo determinante
al momento de seleccionarla.

El 75% de la muestra hizo referencia al atractivo físico deseado en su potencial pareja,


prevaleciendo el atractivo físico bajo sobre el alto, mientras que el 25% restante no mencionó
nada al respecto.

Discusión
Los datos obtenidos a partir del análisis de la muestra refutan la hipótesis
planteada al comienzo, según la cual el atractivo físico es la variable más
valorada por las mujeres al momento de seleccionar pareja, pues sólo el 35%
de las mujeres valoró el atractivo físico alto.
Dicho supuesto había sido elaborado en el marco de la Teoría de la Selección
Sexual. No es suficiente que un animal cuente con los rasgos necesarios para
sobrevivir –modelados por la Selección Natural- sino que deben, además,
producir descendencia. Esto implica contar con caracteres sexuales
secundarios, los cuales surgen por acción de la Selección Sexual, y dan a
ciertos individuos ventajas sobre otros de su mismo sexo para competir y
obtener apareamientos exitosos.
Esos rasgos cumplen dos funciones principales según actúen intra o
intersexualmente: en el primero de los casos, son de gran importancia para la
lucha entre individuos de un mismo sexo –machos-, volviendo a algunos más
aptos para la competencia en comparación con otros; en el segundo, funcionan
como estímulos discriminantes durante la elección realizada por las hembras,
haciendo que ciertos individuos resulten más atractivos. Se destacan la
contextura física y la altura como aquellas cualidades que en un enfrentamiento
con otro macho garantizan el cuidado de la pareja así como el de las crías, y
por tal motivo fueron consideradas al momento de operacionalizar la variable
atractivo físico.
Por un lado, debe contemplarse el hecho de que se trabajó con una muestra
muy reducida, pudiendo haber influido esto ampliamente en los resultados
obtenidos, los cuales llevaron finalmente a la refutación de la hipótesis. Por el
otro, si bien el sitio web de citas a partir del cual se extrajeron los datos
necesarios para realizar esta investigación proporcionó gran cantidad de
información útil, pudo haber ocurrido que la misma –aportada por los propios
usuarios de la página- no haya sido del todo fiable.
A modo de conclusión, sería posible sugerir una investigación más exhaustiva
utilizando un instrumento de medición más confiable, de modo tal que los
resultados obtenidos puedan ser extrapolados con mayor exactitud, dado que
diversos errores aleatorios pudieron haber interferido en este caso.

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