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Cuando se habla de educación, es imprescindible prestar atención a lo

que se desarrolla en el aula, base esencial para la formación del


ciudadano. Ya que se ha estado tratando de impulsar cambios para
lograr un sistema educativo incluyente y con resultados positivos para
el país. El primer cambio es de actitud de toda la comunidad educativa;
se debe entender que en la escuela se determina el futuro del país; en
el aula, se dicta cómo va a ser el Panamá del futuro. Tenemos que
enfocarnos en lo que ocurre en la escuela. Los estudiantes deben poner
de su parte. Los profesores deben entender que educar no es un medio
de vida, sino una responsabilidad. En muchas ocasiones, las fallas no
están en el presupuesto, pues no es un tema de recursos, es un tema
de uso eficiente y eficaz de recursos. Es invertir más y mejor en
educación.
Una de las grandes transformaciones tiene que ver con la manera en la
que circula el conocimiento en la actualidad. En el pasado, la principal
fuente de aprendizaje y de descubrimiento intelectual era la escuela.
Pero con el avance de los medios de comunicación y de internet, la
relación de los jóvenes con el conocimiento dio un vuelco.
Y a los docentes les cuesta cada vez más competir con lo que ofrecen
estos nuevos difusores. Hoy día, le resulta difícil determinar un modelo
educativo que satisfaga todas las expectativas de las familias y del
conjunto de la sociedad. La escuela tradicional era más
exclusiva. ¿Cómo tendría que ser el modelo educativo del futuro? Es
muy difícil predecir cómo será un paradigma que aún no ha sido creado,
pues la escuela necesita profundizar en la flexibilidad organizativa
interna, en la utilización de los recursos más diversos y actuales, donde
entra inevitablemente el mundo digital, y en la atención personalizada
de cada alumno, de modo que colabore a compensar las desigualdades
sociales en vez de profundizarlas.
La solución ante los problemas nunca puede ser ir marcha atrás:
volveríamos a un estado de selección, de disciplina y eso volvería a
fraccionar a la sociedad.
Necesitamos otra visión de la educación y un ojo crítico, y constructivo
sobre la escuela, para que nada nos paralice, sino que nos movilice. No
se trata de cerrar los ojos para ignorar las deficiencias, ni es prudente
naufragar en una crítica autodestructiva, si no de criticar para proponer
y crear. La educación cambia constantemente, pero para que estos
cambios realmente sean positivos para los profesionales que día a día
se forman en las aulas, los docentes deben estar preparados para esos
cambios. El docente necesita una actualización permanente de sus
conocimientos.

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