Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
INFECCIONES INTRAHOSPITALARIAS
Dr. Marcos Sepúlveda Carvajal
Generalidades
Las infecciones pueden estar directamente relacionadas con la atención del enfermo (por
ejemplo infección urinaria asociada a cateterismo vesical), o simplemente sobrevenir
durante la hospitalización del paciente, independiente de todo acto médico (como por
ejemplo una epidemia de gripe).
Las edades extremas de la vida, esto es pacientes ancianos y recién nacidos, constituyen un
factor de riesgo de IIH, entre otras razones debido a trastornos de la respuesta inmunitaria y
a multipatología frecuente. Las condiciones inmunológicas, por su parte, se alteran además
en otras condiciones mórbidas, como cáncer, diabetes, malnutrición, etc., o terapéuticas,
como transplantes de órganos sólidos, inmunosupresión, corticoterapia, uso de antibióticos,
etc. Los politraumatismos y las quemaduras extensas son otras condiciones del paciente que
influyen en la adquisición y evolución de una infección nosocomial. Las infecciones
nosocomiales pueden ocurrir también asociadas a condiciones biológicas normales, como
por ejemplo un parto vaginal.
Las infecciones intrahospitalarias pueden tener consecuencias muy importantes para los
individuos. En primer término, la infección representa una morbilidad adicional, que se
suma a la patología por la cual se accedió al hospital; requiere exámenes adicionales,
procedimientos y tratamientos antibióticos, que no habrían sido necesarios de no mediar el
contagio. Muchas veces se prolonga la estadía hospitalaria, lo que implica mantener al
enfermo en condición potencial de adquirir una nueva infección. El retraso en la
recuperación como consecuencia de la infección retarda también la reincorporación del
individuo a su actividad laboral, con los consiguientes efectos en la economía familiar. Las
IIH ocasionan también efectos psicológicos en las personas, generan desconfianza hacia el
equipo de salud, y dificultan la reinserción en la vida familiar.
Las infecciones adquiridas en el hospital pueden dejar secuelas en las personas, de orden
cosmético o funcional graves y, más importante aún, en un 0,18% pueden constituir la
causa atribuible de la muerte del enfermo. En Chile, en cifras, se calcula que en un total de
1,1 millón de egresos hospitalarios de la red pública de hospitales en todo el país, ocurren
aproximadamente 44 mil infecciones intrahospitalarias al año, con 2 mil fallecidos por esta
causa.
Vigilancia Epidemiológica
La búsqueda de IIH se realiza en pacientes con factores de riesgo específicos, lo que limita
el número de pacientes que deben ser vigilados y permite comparaciones más fidedignas
entre hospitales similares. La información es también más adecuada para el análisis al estar
mejor definidos los indicadores. La selección de indicadores se ha realizado en el nivel
central, en el Programa de Infecciones Intrahospitalarias del Ministerio de Salud,
considerando que representan prácticas de alta frecuencia en la atención, porque son
prácticas de alto riesgo de IIH, por existir factores de riesgo propios del paciente, o debido
a que las IIH pueden tener consecuencias severas sobre la salud de los enfermos. La
mayoría de los hospitales chilenos se agrupa en tasas bajas o moderadamente bajas; sobre la
base de esto, se ha definido el cuartil 75% como tasa aceptable para cada indicador
vigilado.
Un hospital ubicado en el 25% con tasas más altas no es definitivo que tenga un problema
real de infecciones; pero, es posible que así sea, en especial si esto se repite en el tiempo, ya
que se utiliza un sistema de vigilancia común, que ha demostrado en la práctica tener una
aplicación y una sensibilidad similar entre los distintos hospitales, y que otros indicadores,
como por ejemplo la estadía hospitalaria promedio de los enfermos, son también análogos.
Las epidemias de IIH generan alrededor del 0,5% de todas las IIH, con tendencia a la
disminución de los brotes a través de los años, especialmente en los servicios pediátricos.
Su importancia radica en que se trata de IIH que comparten mecanismos de transmisión
común, por lo que su estudio aporta valiosa información para el establecimiento de medidas
de prevención y control. Tres cuartos de los brotes epidémicos se atribuyen a fallas en el
cumplimiento de las normas, porque se identificó transgresión de las técnicas de atención -
especialmente mano portada -, lo que puede detectarse oportunamente con programas de
supervisión.
Un mérito importante del programa de control de las IIH en los hospitales, es que se ha
demostrado que las IIH se asocian a la calidad de muchas prácticas de atención, de manera
que su control - a través de protocolos y normas de atención estandarizados y conocidos -,
contribuye a mejorar la calidad de la atención prestada al enfermo. El sistema de vigilancia
hace visibles las IIH, de manera que se pueden controlar con los conocimientos y medios
existentes,en muchas ocasiones ahorrando recursos, y buscando en el largo plazo reducirlas
al mínimo posible, ya que - en materia de infecciones nosocomiales -, el riesgo cero no
existe.
La infección de herida operatoria se define como aquella que ocurre dentro de los 30 días
siguientes a la intervención, y que involucra a la piel en el sitio de la incisión, a los tejidos
subcutáneos, o a espacios subaponeuróticos directamente relacionados con la cirugía (como
un absceso intra-abdominal después de una cirugía abdominal o una meningitis después de
una craneotomía). Si hay implantes permanentes de material protésico no humano (como
válvulas cardíacas protésicas, injertos vasculares de bovino, prótesis de cadera, etc.), el
periodo de aparición de la infección se extiende a 1 año.
Los agentes causales fueron S aureus en un tercio de los casos y S coagulasa (-) en un
8,9%, representando entre ambos el 61% de las infecciones con agente etiológico
identificado.
La infección de una herida limpia es, para algunos, la vergüenza del cirujano, pues
denota las imperfecciones de su técnica quirúrgica, los defectos en los procedimientos de
preparación del enfermo y la insuficiencia de la higiene de las salas y pabellones de su
hospital. En una visión más amplia, podemos proponer que los elementos constituyentes de
la etiopatogenia de la infección de herida operatoria son tres: huésped, agentes y vectores.
En la siguiente fórmula se resumen los elementos favorecedores y los factores protectores
en la génesis de una infección de herida operatoria:
Huésped
La piel es el órgano más vasto del cuerpo humano. Cubre toda su superficie, representando
un 15% de la masa corporal. La piel guarda continuidad con las mucosas respiratoria,
digestivas y urinarias, constituyendo todas la primera línea de defensa del organismo frente
a agentes nocivos, como por ejemplo bacterias. En la piel, el estrato granuloso forma una
barrera queratínica que protege a los tejidos profundos de la invasión bacteriana, y en la
superficie, el estrato córneo constituido por células planas que solo contienen queratina,
forma una barrera eficaz a las ondas luminosas, calóricas, a bacterias y a sustancias
químicas
La presencia de infecciones en otros sitios es una fuente posible, aunque menos probable,
de infección de la herida operatoria. Más relevante es, como veremos más adelante, la
colonización de la piel y tejidos del paciente, especialmente cuando es por Gérmenes
Agentes
Las bacterias son los agentes productores de infección más importantes, aunque
también se describen infecciones por hongos y por mycobacterias atípicas. La inmensa
mayoría de las veces estos gérmenes provienen del mismo huésped. Los reservorios de
gérmenes en el huésped son la flora cutánea normal, la placa bacteriana, la flora del tracto
gastrointestinal, el tracto genital femenino, y el tracto respiratorio superior. Estos gérmenes
son inoculados desde estos reservorios en las heridas por distintos mecanismos:
colonización de la piel o mucosas, insuficiente preparación preoperatoria, traumatismos
penetrantes, transgresiones a la técnica quirúrgica o, más raramente, diseminación
hematógena o linfática.
En USA, los gérmenes causantes de infección postoperatoria más frecuentes son S aureus,
Enterococcus y S coagulasa (-). Entre los hongos destacan las infecciones por Candida
albicans, lo que se observa también en nuestro país y en nuestro hospital.
Además del tipo de germen posible de encontrar en una infección de herida operatoria,
interesa conocer la sensibilidad del mismo a los antibióticos disponibles, dado que algunos
en particular (S aureus, Pseudomonas, A baumannii), tienen una fuerte tendencia a generar
resistencia a los antimicrobianos. Esta particularidad es especialmente importante en el caso
de las cepas intrahospitalarias, siendo la más significativa la disminución de la sensibilidad
de S aureus a la cloxacilina.
Otros factores importantes a considerar son las características biológicas de los agentes
patógenos, ya sea en cuanto a sus propiedades aeróbicas o anaeróbicas, su virulencia, y su
concentración en distintos niveles (típicamente el caso del aumento de concentración
bacteriana en el tubo digestivo a medida que se aleja del estómago y se acerca al colon,
aumentando considerablemente la relación anaerobio: aerobio, de 1:1 a 1000:1).
Vectores
Anteriormente mencionamos que los gérmenes podían ser inoculados desde los
reservorios del paciente en las heridas por colonización de la piel o mucosas, por
insuficiente preparación preoperatoria, por traumatismos penetrantes, por transgresiones a
la técnica quirúrgica, por esterilización inapropiada de ropa y materiales o, más raramente,
por diseminación hematógena o linfática.
Salvo el último, en todos los demás se reconocen vectores que favorecen la ocurrencia de
una infección postoperatoria. La colonización de piel y mucosas se favorece con estadías
preoperatorias prolongadas y con transgresiones a las normas de procedimientos
establecidas, tanto para el lavado de manos como en el uso de ropa, guantes y mascarillas.
Igualmente, se aumenta el riesgo de colonización con la invasión de sistemas por medios
cruentos y con la concentración de los pacientes en unidades de cuidados especiales. Menos
relevantes en la colonización son aspectos ambientales, como el aseo de las unidades y los
sistemas de ventilación, como se grafíca en el siguiente cuadro:
Los traumatismos penetrantes, por el doble mecanismo de romper las barreras naturales a la
entrada de gérmenes y de inocular los mismos en los tejidos más profundos, representan un
riesgo mayor de infección. Esto es particularmente cierto en las heridas contaminadas
además con cuerpos extraños, como heridas por arma de fuego, en particular escopetas. Las
quemaduras de la piel, en especial las extensas, representan otro ejemplo de infección
asociado a trauma.
En los criterios de selección del antibiótico es necesario considerar el tipo de cirugía que se
va a realizar y los microorganismos más probablemente involucrados en la infección, los
que están relacionados principalmente con la flora endógena del paciente y las condiciones
del huésped, por ej, diabéticos con operaciones que podrían durar más de dos horas, o
pacientes a los que se les colocará una prótesis de cualquier tipo. Además, debe
considerarse la sensibilidad local de los microorganismos a los antibióticos.
Las infecciones de herida operatoria tienen consecuencias no solo sobre el enfermo, sino
también consecuencias económicas y sociales. El siguiente cuadro describe las
complicaciones más destacables en el paciente, y el subsiguiente señala el impacto
económico y social de las infecciones de herida operatoria:
→Locales: Abscesos
Celulitis
→Regionales: Peritonitis
Empiemas
→Generales: Sepsis
Mortalidad
→Otras: Dehiscencia de sutura
Retardo cicatrización
Evisceración
Eventración
Económico Social
Prolongación de las hospitalizaciones Ausentismo laboral
Aumenta la demanda de antibióticos
Requiere curaciones Pérdida de la productividad
Aislamiento ocasional
Reintervenciones quirúrgicas frecuentes Generación de subsidios
Mayor número de exámenes diagnósticos
Se considera que hay infección del tracto urinario (ITU) cuando se cultivan en orina
aséptica más de 100.000 colonias de un germen por dl, usualmente acompañado de
alteraciones en el sedimento urinario (bacteiuria, piuria). El 87% de las ITU
intrahospitalarias se observan en pacientes a los que se le ha indicado sonda vesical por un
periodo prolongado.
El factor de riesgo más importante de ITU asociada a CVP es el tiempo de duración del
cateterismo (Riesgo Relativo = 2.3 a 22.4 dependiendo de la duración del cateterismo).
Otros factores de riesgo para ITU son sexo femenino (RR = 2.0), edad avanzada (RR = 2.0
sobre 50 años), uremia, diabetes mellitus, y manejo no aséptico de la sonda y del recolector.
En cambio, los factores de riesgo para bacteremia asociada a CVP son la infección por
Serratia marcescens (RR = 3.5), sexo masculino (RR = 2.0), y edad mayor de 60 años.
Las infecciones del tracto urinario asociadas a CVP representan la segunda frecuencia de
infección intrahospitalaria en el país, con un total de 1.115 casos notificados en 1998. En el
hospital San Juan de Dios, en el año 1999 fue la 4a frecuencia, con 54 pacientes notificados
en los servicios vigilados - Medicina, Cirugía y UCI -. No obstante esto, las tasas se
encuentran por sobre el cuartil 75, esto es representan problema, en los Servicios de
Medicina (17,90 por 1.000 días de CVP) y en la Unidad de Cuidados Intensivos (10,78%o).
En nuestro hospital, en las infecciones del tracto urinario asociadas a cateterismo vesical
permanente, E. coli ha ido disminuyendo su incidencia en el periodo 1996-1999, y la
mayoría de las infecciones se produce por otros gérmenes Gram (-), destacando entre ellos
Klebsiella pneumoniae, que representa el 22% de los casos del año 1999. Candida spp es
también un germen de creciente importancia en nuestra realidad, causante del 28% de las
ITU asociadas a CVP en el último año. Si bien K pneumoniae es el agente causal más
importante en el Servicio de Medicina (32% de los casos), en la Unidad de Cuidados
Intensivos lo es Candida spp (53% de los casos; el riesgo relativo de candidiasis urinaria en
UCI es 2,3 mayor que en Medicina, lo que se explica por el tipo de enfermo más
comprometido). En el Servicio de Cirugía, el germen más frecuentemente aislado fue P
aeruginosa; pero, el bajo número de infecciones no permite extraer conclusiones
significativas.
que las mejores medidas de prevención de la ITU asociada a CVP sean, primero, evitar la
cateterización innecesaria mediante una adecuada indicación y, segundo, retirar la sonda
correctamente indicada lo más pronto posible de acuerdo a la evolución del enfermo.
Las otras medidas básicas para prevenir la ITU asociada a CVP son: técnica de inserción
aséptica; manejo aséptico de la sonda y del recolector de orina, esto es, se requiere lavado
de manos antes y después de la manipulación, y uso de guantes de procedimiento; fijación
apropiada de la sonda para evitar desplazamientos; el recolector de orina debe ser un
sistema cerrado y debe permanecer bajo el nivel de la vejiga para evitar el flujo retrógrado.
Los catéteres venosos centrales (CVC), son de uso común en la atención de los
pacientes hospitalizados con patologías complejas, ya que proporcionan una vía útil para el
aporte de fluidos intravenosos, medicamentos, nutrición parenteral, y para la monitonzación
de parámetros vitales (presión arterial y venosa). Desafortunadamente, su utilización va
acompañada de diversas complicaciones, entre las que destaca la infección del torrente
sanguíneo, porque puede ser una complicación grave que aumenta la estadía y la sobrevida
del enfermo, y porque aumenta los costos de la hospitalización.
Se considera que clínicamente un enfermo con CVC tiene una infección del torrente
sanguíneo (ITS), cuando presenta cuadro séptico caracterizado por fiebre mayor de 38º C,
calofríos, hipotensión u otros signos de infección, sin otro foco infeccioso aparente.
Además, puede tener confirmación microbiológica, la que puede ser con y sin retiro del
catéter. Sí no se retira el catéter se usa la técnica de hemocultivos cuantitativos, los que se
consideran positivos cuando en el hemocultivo periférico cuantitativo se aisla el mismo
germen que en el hemocultivo obtenido por arrastre del CVC. Si se retira el catéter, se
consideran positivos cuando en uno o más hemocultivos periféricos se aisla el mismo
germen que se aisla en la punta del catéter (más de 15 unidades formadoras de colonias,
según técnica de Maki).
Las ITS asociadas a CVC son la cuarta causa de infecciones nosocomiales en el país, con
un total de 382 casos notificados en 1998. En nuestro hospital, durante 1999 se notificaron
59 casos de ITS en pacientes con CVC, ocupando el 3er lugar como localización. La tasa fue
de 8,02 ITS por 1.000 días de CVC en adultos, y de10,42%o en niños, ambas por encima
del cuartil 75.
Las infecciones del torrente sanguíneo asociadas a CVC no son inocuas; por el contrario,
pueden contribuir o ser causa de la muerte del enfermo. En el año 1999, fallecieron seis de
ocho pacientes adultos con ITS asociada a CVC en la UCI de nuestro hospital; la letalidad
atribuible fue 12,5% (un paciente falleció como consecuencia de la ITS adquirida), y la
letalidad asociada fue 25% (en dos pacientes, incluido el anterior, la ITS contribuyó a la
muerte).
En niños, fallecieron seis de los16 menores con ITS asociada a CVC; en tres la muerte fue
causada por la IIH y en los otros tres contribuyó al fallecimiento (letalidad atribuible =
18,8% y letalidad asociada = 3 7,5%).
prolongados.
Los catéteres deben ser cambiados sobre bases clínicas y microbiológicas, y no sobre
esquemas temporales rígidos, ya que no hay evidencia que respalde esto último, mientras
que si hay información que el riesgo de colonización alcanza su máximo alrededor del
tercer día de inserción, lo que hace incierto que cambios cada 5 o 7 días puedan ser de
utilidad en la prevención de infecciones.
Cerca del 40% de los pacientes que requieren ventilación mecánica (VM) en
unidades de cuidados intensivos desarrollan infección del tracto respiratorio, y alrededor
del 30% fallece en la unidad. La neumonía nosocomial (NN) asociada a VM aumenta la
mortalidad de los pacientes en un 25% respecto de aquellos que no desarrollan esta
complicación.
En Chile, el año 1998 se notificaron 811 NN asociadas a VM, siendo la cuarta causa de
infecciones nosocomiales. En este hospital, el año 1999 hubo 65 NN en pacientes con VM,
constituyéndose en la segunda causa de infección después de las endometritis, con una tasa
cruda de 18,3% (65 NIN entre 356 pacientes ventilados). Esta cifra es muy superior a la
tasa de 1,45% endometritis puerperal (71 infecciones en los 4.896 partos atendidos).
La tasa de NN en pacientes ventilados en UCI adultos fue de 22,67 NN por 1.000 días de
ventilación mecánica, cifra que está por debajo del cuartil 75. En niños, la tasa fue de 19,71
%o en UCL pediátrica y de 20,63%o en UCI neonatológica, ambas cifras por encima del
cuartil 75. El germen más frecuentemente aislado en adultos fue A baumannii (3 7,5%),
seguido de S aureus (31,3%) y P aeruginosa (2 1,9%). En niños, el germen más frecuente
fue K pneumoniae, que representó el 3 6,4% de las infecciones en pediatría y el 50% en
neonatología.
Los hospitales, y particularmente las unidades de cuidados intensivos, son terreno fértil
para el desarrollo, crecimiento y diseminación de bacterias resistentes a los antibióticos,
como consecuencia de la densidad poblacional y del estrecho contacto con el personal de
salud - lo que favorece las infecciones cruzadas en especial mano portada -, y, además, por
el amplio uso de antimicrobianos - que selecciona cepas bacterianas resistentes por
mutación y transferencia de genes resistentes. La resistencia de las bacterias a los
antibióticos aumenta la morbilidad y la mortalidad asociada con las infecciones
nosocomiales.
Las infecciones causadas por Staphylococcus aureus son las más frecuentes dentro de las
infecciones nosocomiales, lo que tiene mucha relevancia si se considera que aumentan la
mortalidad intrahospitalaria en 2,4 veces. Los factores de riesgo identificados en algunos
estudios son la presencia de catéter venoso central, anemia e hiponatremia. La portación
El problema mayor del uso de antibióticos sin regulación en la industria avícola y ganadera
es la posibilidad de transferencia génica desde los animales a las bacterias intestinales
humanas, lo que es crucial, porque se ha observado empíricamente que los pacientes con
cepas microbianas intestinales resistentes a algunos antibióticos se convierten a cepas
sensibles en el ámbito ambulatorio; pero, vuelven a reaparecer al reingresar el enfermo al
hospital, probablemente por disminución de la inmunidad por su condición mórbida y por
el uso recurrente de antimicrobianos.
Lavado de Manos
antisepsia entendemos el uso de sustancias químicas, con diferentes niveles de acción, que
reducen el crecimiento de la flora residente y transitoria de la piel(#) o tejidos vivos.
Relacionados con la prevención y control de infecciones intrahospitalarias están los jabones
antisépticos (contienen sustancias químicas que combinan acción limpiadora y removedora
de la suciedad de la piel), y los desinfectantes (sustancias químicas destinadas a la
desinfección de superficies y material inerte, con distintos niveles de acción)(&)
(#) Flora residente: son los microorganismos estables que aparecen en el nacimiento y se instalan en el
organismo a lo largo de toda la vida del individuo. No son removibles por
acción mecánica. Ej.: S coagulasa (-). Flora transitoria: Son microorganismos que se
encuentran en la piel sin multiplicarse, variables en tipo y cantidad, y son producto de la contaminación, con
objetos animados o inanimados, fácilmente intercambiables, y que se eliminan por simple arrastre mecánico.
Ej.:A baumannii.
(&) Ejemplos de desinfectantes de bajo nivel son los amonios cuaternarios; de nivel intermedio, cloro y
derivados; de alto nivel el glutaraldehído al 2%.
- lavado de manos
- uso de guantes, delantal mascarillas
- preparación y almacenamiento del material estéril
- manejo del campo estéril
- manejo del material contaminado
La transmisión cruzada de microorganismos entre enfermos, por las manos del personal de
la salud, es considerada la principal vía de diseminación de las infecciones nosocomiales.
Esto ya había sido observado por Lister en el siglo XIX, cuando advirtió que la explicación
de la mayor frecuencia de endometritis puerperal en los hospitales docentes de París se
debía a un mayor número de examinaciones ginecológicas por los aprendices. Asimismo,
Semmelwies insistía en que los médicos que hacían autopsias se lavaran las manos antes de
atender a los lactantes.
Aunque los médicos atienden a los enfermos menos tiempo que las enfermeras y personal
paramédico - lo que pudiera hacer pensar que deberían descontaminar sus manos menos a
menudo -, el lavado de manos en ellos es muy importante, ya que tienen numerosos
contactos breves con enfermos y se mueven de una sala a otra, o incluso entre distintos
servicios clínicos, con mucha mayor frecuencia que el resto del personal.
Las manos deben ser descontaminadas antes de cada contacto con el paciente, en particular
si se va a realizar un procedimiento; el lavado de manos debe ser considerado como parte
de las obligaciones del trabajo clínico. El lavado de manos con jabón antiséptico es más
efectivo que el lavado con jabón simple para disminuir el crecimiento bacteriano en las
manos del personal de salud. Para las personas alérgicas a los antisépticos en uso, puede ser
igualmente útil la fricción de las manos con alcohol en gel.
Uso de guantes Siempre que exista En manipulación de fluidos Siempre que exista
contacto con sangre o En procedimientos la acción.
fluidos corporales invasivos.
Cuando se atiende a un En curaciones de pacientes
paciente con piel o quemados, con heridas
mucosas no intactas expuestas etc.
Uso de delantal Cuando el operador está Atención directa de Mientras exista
expuesto a recibir pacientes y en el riesgo
salpicaduras o derrames procedimientos
de sangre o fluidos
corporales
Uso de mascarilla Cuando el operador está Atención directa de la vía Mientras exista
y/o lentes expuesto a recibir aérea. el riesgo
salpicaduras o derrames En algunos procedimientos.
de sangre o fluidos Permanencia a menos de 1
corporales mt de distancia en pacientes
con aislamiento individual
Habitación individual Si se sospecha una Infecciones Según tiempo
con puerta cerrada infección que se transmite transmisibles por vía aérea. de contagio.
por vía aérea, o cuando
las secreciones del
paciente no pueden ser
contenidas (grandes
abscesos).
Las Precauciones Universales son los cuidados que debemos tener al manipular
sangre o fluidos corporales de alto riesgo de cualquier paciente, para prevenir el riesgo de
transmisión de enfermedades entre el paciente y el personal.
Los elementos cortopunzantes deben ser usados de acuerdo a las técnicas, y eliminados en
un recipiente de paredes rígidas, sin manipular. El recipiente debe llenarse solo hasta 2/3 de
su capacidad, sin forzar, y eliminarse debidamente cerrado en la basura corriente. Las
agujas nunca deben ser recapsuladas, ya que ello entraña un elevado riesgo de accidente
punzante de riesgo alto, puesto que el lumen de la aguja contiene gran cantidad de material
biológico que se inocula profundamente.
Por último, la materia orgánica del material contaminado debe eliminarse con agua
corriente, usando las barreras protectoras pertinentes. De esta manera, cumpliendo estas
precauciones, se disminuyen al mínimo las posibilidades de la persona que atiende al
enfermo de adquirir infecciones y, muy importante, se asegura que el resto del personal que
participa en la estadía del enfermo (como personal de ropería y aseo), se exponga a un
accidente cortopunzante.
Todas las personas que laboran en pabellones quirúrgicos deberían estar inmunizadas
contra Hepatitis B. Para el virus de la hepatitis C no hay vacuna, por lo que el
cumplimiento de las precauciones universales es primordial; en verdad, estas últimas
deberían ser dominadas rápidamente por las personas que se incorporan, ya sea como
trabajadores o como estudiantes, puesto que por su inexperiencia están más expuestas a
prácticas incorrectas. El riesgo acumulativo aumenta con accidentes repetidos. Todos los
accidentes con sangre o fluidos biológicos deben ser notificados.
especialmente del equipo de salud que se relaciona directamente con los enfermos.
También es preciso reconocer que las tasas de infección son un parámetro relevante para
medir la calidad de la atención entregada al usuario. Y, por último, es necesario reiterar que
el lavado de manos es la medida de asepsia más importante en la prevención de infecciones.