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EL OBJETO DE ESTUDIO DE LAS CIENCIAS SOCIALES

Dra. María Eugenia Chávez Arellano.

Uno de los problemas principales con los que se enfrenta la persona que se adentra en el estudio
de las disciplinas sociales es la amplitud de este campo del conocimiento. No siempre es posible
distinguir a qué área específica de conocimiento se está haciendo referencia cuando se habla de
las ciencias sociales o disciplinas sociales. Se puede pensar en la sociología, la economía, la
antropología o el derecho, porque cada una de ellas forma parte de las ciencias sociales.
Una de sus características principales es la discusión permanente de cada uno de sus postulados
teóricos y metodológicos. Las concepciones sobre la ciencia, se presentan en el interior de cada
una de las disciplinas sociales y por lo común rebasan los límites de ésta y se integran en otras
disciplinas. De esta manera, se tiene que una perspectiva de la comprensión del sentido se puede
presentar tanto en la psicología social, en la sociología y en la antropología. Esto ha llevado a
que algunos autores contemporáneos consideren que las explicaciones unilaterales o
unidisciplinarias de una situación social son insuficientes para dar cuenta de una realidad
compleja. Dirán que las barreras disciplinarias entre la sociología, la antropología o psicología
social son artificiosas, por lo que es necesario rebasarlas para poder aprehender la realidad
social en toda su complejidad.
En la actualidad existe un debate sobre si en las ciencias sociales es conveniente separar o
integrar, delimitar o incorporar, esto es, fortalecer la disciplina delimitándola y evitando su
contaminación con otras, o abrirla y enriquecerla con otras disciplinas. Este es un debate que no
tendrá una respuesta satisfactoria en los próximos años y será materia de discusión del siglo que
inicia.
Las ciencias sociales están constituidas por una serie de disciplinas (psicología, economía,
sociología, antropología) que tienen como objeto de estudio los múltiples problemas que se
presentan dentro de la sociedad. Cada una de estas disciplinas ha acumulado una o varias teorías
con sus respectivos conceptos y con un método o métodos de investigación que les permiten
adentrarse, con cierta perspectiva, en el estudio de la compleja problemática social.
Las ciencias sociales tienen como característica poseer una gran diversidad de enfoques, de
manera que no hay una sola posición teórica y metodológica sobre un mismo objeto de estudio,
esto es, no existe un acuerdo acerca de lo que es científico, sino por el contrario, la
confrontación es una de sus características distintivas. Las ciencias sociales son un campo de
conocimiento en debate permanente.
Por ejemplo, la producción y la circulación mercantil, la exportación de productos, la
ampliación del mercado interno nacional, los efectos de la internacionalización financiera, entre
otros, son problemas de investigación de la economía. Sin embargo, en el momento en que los
expertos, cada uno desde su propio enfoque, deciden adentrarse en el estudio de un problema

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específico, es cuando aparecen numerosas diferencias enmarcadas por las diversas posiciones
teóricas y metodológicas.
Veamos otro ejemplo: Si el objeto de estudio es conocer las causas que provocan las
migraciones internas e internacionales, o bien, las diversas manifestaciones del desempleo o
subempleo en las grandes urbes, la sociología es la disciplina indicada para hacerlo. Pero si el
móvil del investigador es el estudio detallado de las tradiciones religiosas en una comunidad
indígena y su continuidad en los centros urbanos en donde ha emigrado esta población, entonces
la antropología será la disciplina indicada para adentrarse en la indagación de esta problemática
cultural.

Sociología
La sociología desde sus inicios se ha ocupado por explicar cómo funcionan las sociedades
modernas. Puede aseverarse que la sociología, como disciplina, ha seguido dos caminos
principales: la sociología académica y el marxismo. En el caso de la llamada sociología
académica, la tarea de definir la sociedad como su objeto se hizo a partir de las estructuras, las
instituciones, y la forma en que éstas permiten la cohesión y el funcionamiento de los grupos,
dejando a un lado lo propiamente político. Aunque la política y la economía son temas que no
han quedado fuera de los intereses sociológicos y han sido por demás estudiados a lo largo de la
historia de esta disciplina, el término de sociología académica lo utiliza Alvin Gouldner (1979),
para referirse a la disciplina que se consolida en las universidades estadounidenses después de la
Primera Guerra Mundial, y se convierte en una alternativa académica importante. La otra
sociología es el marxismo. Ambas son señaladas por este autor como dos aspectos de la
sociología occidental.
Para Robert Nisbet (1969), la comunidad es la idea-elemento de más largo alcance dentro de la
sociología, ya que este concepto trasciende la simple colección de individuos. La sociología no
estudia a individuos aislados, sino a comunidades y grupos, a individuos participantes en
comunidades. Nisbet demuestra cómo la comunidad, más que la sociedad en general, ha sido el
objeto de estudio de la sociología, por lo menos desde Auguste Comte hasta Max Weber. La
comunidad es el núcleo en donde se forma la personalidad; es donde se establecen los lazos de
parentesco y los intercambios económicos y las redes del sistema político. Para el autor, la
comunidad tiene una fuerza en el individuo que le permite reconocer las distintas asociaciones,
tales como el Estado, la Iglesia, los sindicatos, las profesiones, entre otras. En otras palabras,
para entender al estado hay que analizar las distintas asociaciones políticas o partidos, para
comprender la religión se debe estudiar a las distintos grupos y comunidades religiosas, etc.
Lo anterior remite, irremediablemente, a la preocupación central de la sociología, como
disciplina académica desde su constitución: el estudio de las formas de cohesión y
funcionamiento de las comunidades. Lo cierto es que los conceptos de cultura y comunidad

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han formado parte del corpus o lenguaje tanto de la sociología como de la antropología en
distintos momentos y a partir de diversas interpretaciones.
Un primer momento de la sociología es con el fundador de ésta: Augusto Comte. Para este
autor, la sociología tendría que ser similar a una ciencia experimental, por lo tanto, el método
de las ciencias naturales se hacía extensivo para la ciencia de la sociedad -la sociología- como
también para el resto de las ciencias sociales. Esta postura se le conoce como positivista y a
Comte como el padre del positivismo. El segundo exponente importante dentro de esta tradición
fue Durkheim, quien hizo numerosas aportaciones desde la teoría y metodología. A diferencia
de Comte, cuya propuesta fue sólo teórica, Durkheim emprendió diversos estudios empíricos,
especialmente bajo el auxilio de la estadística.
El tercer momento de la teoría positivista fue en Estados Unidos, a través de dos de sus
principales exponentes: Talcott Parsons y Robert Merton. A pesar de que en el lenguaje de estos
autores hay poca familiaridad con el manejado por los autores franceses precedentes, no dejan la
raíz positivista, porque utilizarán el método científico como garantía para alcanzar la objetividad
en sus conceptos y en todo tipo de proposición teórica. Estos autores tienen como peculiaridad
emplear un lenguaje sumamente elaborado, difícil de comprender por el lego de las ciencias
sociales, incluso por muchos expertos. Los planteamientos de estos autores son vigentes y
muchas de sus propuestas han sido instrumentadas por los gobiernos locales de cada país. Por
ejemplo, entre los conceptos más socorridos por estos autores son los de normalidad y
anormalidad. Las personas que aceptan las metas culturales (éxito económico, prestigio
profesional, ambos) y los medios institucionalizados (trabajo, escolaridad, ambos) son las
personas normales. Pero aquellos quienes no están dispuestos a acatar estas metas y normas son
considerados anormales, pero el grado de anormalidad depende del tipo de conducta que
expresen. Si se trata de una persona que no está interesada en el éxito profesional y económico
pero que cumple con su trabajo y se gana la vida de acuerdo con las normas sociales
establecidas, entonces no tiene el mismo grado de anormalidad social de aquel que está en
contra de la sociedad y pretende construir una sociedad distinta, con metas y medios opuestos a
los establecidos. Estas últimas personas requieren una readaptación social para que puedan
aceptar su sociedad, sus principios y sus metas.
Otro momento de la teoría social y especialmente de la sociología es con Marx (1818-1883).
Por sus características, esta teoría ha desempeñado un papel central en las ciencias sociales. A
diferencia de Durkheim, cuyas interpretaciones han estado dentro de los límites de la actividad
científica, el pensamiento de Marx resulta más difícil de ser abordado a partir de una trayectoria
más o menos lineal. De hecho, al hablar de marxismo, y no de Marx, estamos indicando que las
más importantes influencias de este pensamiento se generaron a partir de los intérpretes de
Marx, y no directamente del mismo autor.

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En las formulaciones de Marx, por primera vez se asumió abiertamente una crítica a la
neutralidad científica del discurso social y a la necesidad de incorporar una visión histórica del
desarrollo de las sociedades, con el propósito de entender el futuro social, incluso, participar
activamente en aras de la transformación del capitalismo al socialismo y, posteriormente, al
comunismo o sociedad sin clases. Al cuestionar minuciosamente las formas de explotación del
capitalismo y desentrañar el papel de la ideología en esta sociedad, el marxismo se convirtió en
un discurso político, que se difundió y transcendió en favor de los movimientos socialistas
europeos de fines del siglo XIX. Bajo la orientación marxista, la economía, como disciplina,
adquirió el calificativo de economía política. Pero también es posible identificar al marxismo
como una sociología, en tanto ha permitido dar explicaciones y alternativas a diversos
problemas, como movimientos sociales: obreros, populares, campesinos, así como tratar
cuestiones relacionadas con el Estado, o el desarrollo y la dependencia económicos de los
países, entre otros.
En América Latina, el marxismo se convirtió en uno de los enfoques más importantes para las
ciencias sociales en general y, por supuesto, para la sociología y la antropología en particular,
especialmente durante la década de los setenta. En este caso, la orientación marxista involucra,
por su naturaleza de compromiso social, un análisis de tipo económico acerca de las relaciones
de producción entre los hombres, las formas de explotación, enajenación y dependencia de las
sociedades y las culturas marginales del capitalismo.
Una variante más de la sociología se da a fines del siglo XIX y principios del XX, con los
intelectuales alemanes exponentes de las Ciencias del Espíritu, en oposición a la postura
positivista de ciencias naturales. En efecto, a diferencia del positivismo de Comte y de
Durkheim, estos pensadores alemanes consideraron la peculiaridad del estudio del hombre y de
la cultura. Argumentaban que el positivismo no daba cuenta de la cultura porque imponía el
método de las ciencias naturales para el estudio de lo social, siendo esto último difícil de
estandarizar y de aprehender a través del método de las ciencias experimentales o método
científico. Para aprehender lo social, específicamente la cultura, es necesario buscar una
estrategia metodológica distinta, una estrategia que diera cuenta de la particularidad de la
cultura y lo irrepetible de las expresiones humanas. Max Weber (1864-1920) fue uno de los
sociólogos clásicos impulsor de esta perspectiva dentro de la sociología, conocida como
sociología comprensiva. Esta sociología, que ha sido erróneamente clasificada como
funcionalista, fue definida por Weber (1964:5), como: “... Una ciencia que pretende entender,
interpretando, la acción social para de esa manera explicarla causalmente en su desarrollo y
efectos.”
El proceso intelectual de interpretar las acciones sociales es lo que permite definir la sociología
weberiana como comprensiva, pues se trata de entender el sentido de las acciones que realizan
los seres humanos en sus escenarios inmediatos. Los conceptos weberianos acerca de la

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burocracia, las formas de ejercicio del poder y las acciones sociales, han resultado una
referencia teórica importante para entender de qué manera se legitiman las acciones colectivas.
Uno de los libros más conocidos de Max Weber es La ética protestante y el espíritu del
capitalismo (1974). En este trabajo Weber interpretó el sentido de las acciones derivadas de una
forma de organización del trabajo y de la vida diaria. Esta ética de la vida fue propuesta y
difundida por la reforma protestante y sus distintas comunidades que se esparcieron en Europa
y, posteriormente, en Estados Unidos de Norteamérica. Esta racionalidad de la vida propició el
desarrollo del capitalismo en Occidente.

En la primera parte de su libro señala que es sólo en la sociedad occidental donde se ha


desarrollado la noción de racionalidad. Lo mismo en la música, en la educación, en la
formación de cuadros burocráticos profesionales, en la organización del trabajo industrial, la
racionalidad se ha incorporado a la sociedad occidental.

Weber consideró que el capitalismo occidental se apoyaba en la separación del productor


directo de sus medios de producción, en la separación de la empresa de la casa habitación, en la
inversión de las ganancias, y en la sistematización de las etapas del proceso de trabajo. El
capitalismo como un sistema implicaba la producción e inversión constantes de las ganancias.
Adentrarse en este nuevo sistema social sólo era posible si la mayoría de las personas lograban
racionalizar su vida cotidiana. La viabilidad de esto fue posible debido a la ética protestante. La
sociedad en donde penetró fácil y rápidamente el protestantismo y el capitalismo fue la
estadounidense, debido a que ahí no encontró ninguna traba feudal.

Posterior a Weber, surgieron diversas teorías de corte interpretativo. Una de ellas es la


fenomenología social encabezada por Alfred Schütz. Su propósito, al igual que Weber,
interpretar el sentido de las acciones y de los actos que efectúan los individuos dentro del
mundo de la vida cotidiana. La fenomenología social, como posteriormente la sociología del
conocimiento impulsada por Peter Berger y Thomas Luckmann en Estados Unidos, son
excelentes propuestas para emprender micro estudios sociológicos. No les interesa en el gran
concepto social como en las propuestas neopositivistas o marxistas, sino el estudio de las
interacciones y los significados compartidos en los pequeños espacios y el todas las
actividades de la vida cotidiana. La realidad para los integrantes de un grupo o comunidad es
producto de una compleja construcción social en donde participan todos los integrantes. Esta
realidad no es, necesariamente, la misma que pueden tener los integrantes de otros grupos o
comunidades.

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En los últimos años, las teorías interpretativas de corte weberiano, fenomenológico o de la
sociología del conocimiento, han ganado terreno en el campo de la investigación social en
Latinoamérica, debido a que permiten conocer el mundo social por dentro, esto es, el sentido
que tienen las políticas de amplio alcance, los proyectos de desarrollo, las formas de socialidad
y de comunicación a través de la vida cotidiana. Por ejemplo, ya no es suficiente con decir que
las políticas neoliberales han impactado en la vida de millones de personas, sino que ahora los
sociólogos indagan en la forma específica en que éstas han llegado, las resistencias o reajustes
que le han hecho sus pobladores y todo tipo de repercusión en los espacios vitales. Estas teorías
interpretativas les interesa sobre manera el conocimiento del mundo de la vida particular de los
agentes sociales y, para ello, es necesario emprender trabajo de campo detallado en micro
universos sociales. Por eso los sociólogos se han adentrado a conocer los barrios, los pueblos,
las fábricas, las casas, entre otras.

Antropología
La antropología se ha ocupado de lo que se ha llamado sociedades simples o primitivas,
precapitalistas, preindustriales o tradicionales; mientras que la sociología se ha interesado por
las sociedades industriales, complejas o modernas. Los estudios antropológicos se han ubicado
en espacios regionales de dimensiones limitadas o locales, es decir micro. Mientras que los
estudios sociológicos tienden a ser de grandes dimensiones: nacionales, mundiales, es decir,
macro. La antropología se ha interesado más por los procesos y las interacciones de los grupos
que estudia, y la sociología, por los resultados.
La antropología es una disciplina cuyo objeto fue definido a principios del siglo XX en
Inglaterra, como el estudio de las sociedades lejanas al contexto occidental. La antropología
recibió diferentes nombres como antropología social, antropología cultural, etnología o
etnografía. Pero lo que resultó importante fue que se distinguió de todo aquello que tenía que
ver con el estudio biológico de los seres humanos. Se trataba de una disciplina que se ocupaba
del estudio de la cultura. La antropología social, a partir de distintos enfoques y en distintos
momentos, ha considerado al conocimiento de la cultura como su objeto.

La cultura ha sido definida desde distintas perspectivas, y por tanto, adquiere connotaciones
diversas. Desde aquella idea que identifica a la cultura con el grado de educación formal o
conocimientos de arte y ciencia que posee alguna persona (una persona culta), hasta una
definición descriptiva que la define como una serie de rasgos: la forma de vestir, la lengua, los
utensilios, las herramientas que permiten identificar a un grupo humano; así como pautas de
conducta asociadas a determinados pueblos o grupos que definen los hábitos, las costumbres, las
tradiciones. La antropología, más que ninguna otra disciplina social, se ha caracterizado por su
interés por describir e interpretar la cultura.

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Sin embargo, la cultura como concepto central de la antropología se ha entendido como todo
aquello que resulta de la actividad y de la creación humana en un grupo o comunidad, tanto lo
material: instrumentos de trabajo y todas aquellas cosas que satisfacen las necesidades básicas
de los seres humanos (vestido, casa, alimentos procesados); como lo no material: formas de
organización social, creencias, religión, mitos, significados, instituciones sociales. La cultura
está presente en todas las sociedades y en todas las comunidades y grupos humanos. El ser
humano es creador de cultura.

Durante mucho tiempo se pensó que la sociedad tradicional, la agrícola específicamente, se


caracterizaba por ser una sociedad simple. En oposición, la sociedad urbana industrial era una
sociedad compleja, porque la división del trabajo estaba más especializada, además de las
dimensiones que ésta adquiría. Utilizar las ideas de simple o complejo para identificar los tipos
de sociedades no es del todo adecuado. Originalmente y durante mucho tiempo, la discusión
acerca de si era posible encontrar sociedades simples o complejas se basó en el tipo de
organización social y en el bajo o alto grado de diferenciación de las actividades entre los
participantes del grupo. Lo simple se ha identificado con un alto grado de uniformidad cultural,
es decir, que entre todos los miembros de ese grupo o sociedad existe una forma compartida de
pensar, de creencias un tanto similares, así como una baja o nula división de actividades
productivas. Lo simple, hace pensar en sociedades o culturas rurales, indígenas, no urbanizadas,
las cuales se tienden a percibir como grupos altamente homogéneos en cuanto al tipo de
población, su organización social, política o religiosa.

Algunas otras concepciones aún vigentes se han referido a las sociedades como primitivas,
precapitalistas o preindustriales para identificar aquellas que han constituido el interés de la
antropología. Cualquier definición en este sentido lleva implícito el prejuicio de evolucionismo
occidental, que supone un derrotero único por el cual todas las sociedades deben transitar tarde
o temprano. Se acude a las sociedades capitalistas industriales como parámetro de comparación
en términos de desarrollo y progreso económico para describir y analizar a las sociedades que
no corresponden con las características de las sociedades capitalistas.

Por otro lado, la polarización tradicional-moderno presenta también limitaciones para poder
distinguir una sociedad de otra. Son ideas opuestas, que no reflejan la complejidad que las
sociedades presentan en su interior debido a una gran diversidad de relaciones, diferenciaciones
o prácticas que se conjugan con las actuales formas de vida y que participan activamente de la
complejidad que caracteriza a las sociedades actuales: la heterogeneidad cultural, es el respeto
que merecen todas las sociedades y comunidades con sus respectivas expresiones culturales.

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La antropología social requiere de la etnografía, entendida como la descripción de la cultura de
otros pueblos. Se reconoce, hasta la fecha, a Bronislaw Malinowski (1884-1942), como el
fundador del trabajo de campo, el cual, a su vez, distingue esta disciplina y le da un sentido
particular frente a disciplinas como la sociología, la economía o la historia. El trabajo de campo
en la Antropología implica un conocimiento profundo a través del contacto estrecho y
prolongado del investigador con su objeto de interés científico. Para Malinowski (1975:36):
La serie de fenómenos de gran importancia que no pueden
recogerse mediante interrogatorio ni con análisis de
documentos, sino que tienen que ser observados en su plena
realidad. Llamémosle los imponderables de la vida real [tales
como] la rutina del trabajo diario de los individuos, los detalles
de cuidado corporal, la forma de tomar los alimentos y
prepararlos, el tono de la conversación y la vida social que se
desarrolla alrededor (...)

Los resultados del trabajo de campo, o etnografía, sin embargo, no siempre son descritos,
interpretados y explicados de la misma manera por todos los antropólogos. La interpretación de
la realidad percibida en el trabajo de campo va a estar mediada por la tradición académica, o la
perspectiva teórica bajo la cual se ha formado el investigador y que le permitirá tener una
concepción particular no sólo de lo que es la sociedad, la cultura o las relaciones sociales, sino
también señalará las formas de acercamiento y de interpretación a las culturas que va a estudiar.
Su concepto de sociedad, de comunidad, de acción social o de la realidad misma también se
reflejará en las inclusiones y exclusiones de lo que considere pertinente e importante para
describir y analizar, en lo que resulte para él significativo y en la forma en que ha de exponerlas.

El antropólogo se traslada a las comunidades para observar y conocer profundamente las formas
de vida, de vestir, las prácticas religiosas, las relaciones de parentesco. Por la dimensión de sus
estudios y su interés en los procesos, la antropología ha usado técnicas cualitativas, en donde la
observación activa, el registro etnográfico, el diario de campo, la fotografía y el video han sido
primordiales. El antropólogo social se traslada a las comunidades para adentrarse en los
acontecimientos de la vida cotidiana. Es un extraño que busca familiarizarse con las prácticas y
tradiciones de una pequeña comunidad. La etnografía, entendida en su acepción más simple
como la descripción de una cultura, es la actividad imprescindible de la antropología.

La antropología, como las otras disciplinas sociales, se forma por distintos enfoques. En la
actualidad, la antropología social no es sólo funcionalista o estructuralista, ya que existe un gran
número de antropólogos que han hecho aportaciones muy importantes a esta disciplina desde
visiones críticas y analíticas, como Marshall Sahlins, Marvin Harris, Maurice Godelier, Clifford
Geertz, en Europa y en Estados Unidos.

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En América Latina y México, también se han realizado importantes trabajos antropológicos
sobre el medio rural indígena y mestizo, así como sobre la vida urbana de las ciudades
contemporáneas. Pero sobre todo, es importante dejar claro que la antropología en México, en
sus inicios contribuyó de manera fundamental a la justificación de este país como una nación.
De esta manera, se consolidó el indigenismo como una corriente de pensamiento que pugnó por
la integración de los indígenas al conjunto de la nacionalidad mexicana. Es necesario mencionar
entre algunos antropólogos destacados a Manuel Gamio y a Gonzalo Aguirre Beltrán.

Ciencia Política
La ciencia política, como muchas otras disciplinas sociales, tiene sus fundamentos teóricos y
orígenes en la sociología. De hecho, es posible decir que no existe ámbito de la sociedad donde
no esté presente de alguna manera la política, aunque no todo sea exclusivamente político.

En todos los grupos humanos, sus miembros mantienen diferencias y desigualdades. De manera
general, no importando el tamaño del grupo, siempre existe alguien que toma decisiones que
afectan en distinta forma a todos los miembros de esa sociedad o comunidad. Por tanto, quien o
quienes toman estas decisiones ejercen cierta influencia y dominación sobre los demás. El
poder, es una forma reconocida de influencia y dominación que existe en el interior de los
diversos grupos sociales. Es el poder y las formas en que se ejerce lo que constituye el objeto
de la ciencia política.

En una familia o en una escuela, podemos identificar que hay personas que toman decisiones
importantes que afectan a los otros miembros. Por ejemplo, un padre o una madre toman la
decisión de enviar a sus hijos a cierta escuela; o una directora o director de la escuela decidir
para su institución ciertas reglas de ingreso o disciplina, las cuales deberán ser acatadas por
todos los profesores y estudiantes que formen parte de ella. Los padres y maestros también
puede orientar y a veces definir las acciones de sus hijos y alumnos, quienes tendrán que actuar
de una forma distinta a la que si no hubiera existido esa orientación o consejo.

También existen personas en los grupos de amigos que orientan la conducta de los otros y hacen
que estas personas realicen cosas que no harían sin ese consejo o presión. Estas formas de
influencia o dominio de unos sobre otros se llevan a cabo en cualquier grupo o comunidad. Pero
analizado desde la ciencia política, las podemos diferenciar del poder propiamente dicho, en la
medida que este último implica el reconocimiento de una autoridad que lo ejerce.

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En el caso de las sociedades modernas, la autoridad está representada por el Estado, que a su
vez concentra el poder de la sociedad y lo ejerce sobre ella. La sociedad otorga el poder al
Estado, de tal manera que es reconocido legítimamente como la organización política que
deberá garantizar los intereses de todos y cada uno de los miembros de una sociedad, por medio
del uso de su autoridad, o por medio de sanciones y coacciones, es decir, del uso de fuerza
legítima. El Estado, en cualquier caso, es el órgano que concentra el poder de una sociedad. Sin
embargo, para el politólogo, dependiendo del paradigma en el que se apoye, puede definir al
estado como un organismo neutral y regulador de los intereses de los distintos sectores de la
sociedad o bien, ser identificado como el aparato represor de la sociedad, que sirve a los
intereses de la clase en el poder o clase dominante.

Es lógico que ambas posiciones son extremas, porque ninguna sociedad moderna basa el
ejercicio del poder sólo en la fuerza o poder coercitivo, ni tampoco existe una sola sociedad que
permita que sus habitantes hagan lo que deseen, especialmente cuando invaden la privacidad de
otros.

Si se reconoce al Estado como Max Weber lo definió, es decir, como una institución que hace
uso de la fuerza legítima, se debe señalar que para afianzar esa validez, el Estado se apoyará en
una serie de normas jurídicas que le permitan mantener el orden social, y cuyo cumplimiento
velará, en casos necesarios, por medio de la coerción o uso de la fuerza, éste será entonces, el
papel del derecho, como veremos más adelante.

Pero la ciencia política también tiene una aplicación práctica que le permite acercarse al análisis
y propuestas de nuevas formas de ejercicio del poder y de participación de los hombres y
mujeres de las sociedades. Por ejemplo, ocupándose de procesos electorales o formas de
participación ciudadana como parte de las formas actuales de la democracia en el mundo
moderno.

La legitimidad es un concepto clave en el estudio del poder político. Si partimos del supuesto
de que ningún Estado se puede sostener exclusivamente con el empleo de la fuerza pública,
entonces todo Estado necesita buscar los mecanismos adecuados para mantener el consenso y la
legitimidad. Un gobierno es legítimo cuando sus ciudadanos lo aceptan.

De acuerdo con Weber, a lo largo de la historia de la humanidad se han presentado tres formas
de legitimidad: la tradicional, la carismática y la legal. La legitimidad tradicional se basa en
el eterno ayer, en la aceptación de las reglas fundadas en la tradición y en el hecho de que las
personas individuales no se atreven a romperlas, porque éstas perduran en las estructuras de

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comportamiento. Recordemos la escena de la película El último emperador, cuando un
campesino, en la estación de ferrocarril, besa la mano del antiguo emperador chino. ¿Por qué la
besa, si él ya no era el emperador? La besa, porque para el campesino las tradiciones eran
sagradas, como sagrado era el emperador.

La legitimidad carismática se caracteriza por el respeto que una comunidad o pueblo le tienen
a un líder. El líder se convierte en una figura incuestionable, venerado por las obras realizadas y,
especialmente, por la seducción verbal que ejerce en sus seguidores. El líder forma parte de las
minorías activas, que se caracterizan por atrapar a las masas con sus palabras conduciéndolas
hacia donde éste les indica. A lo largo de la historia se han presentado un número considerable
de personalidades carismáticas que han sido adoradas por sus seguidores. Pensemos en Gandhi,
Mao, Lenin, Castro, entre otros.

La legitimidad legal es propia de las sociedades modernas, y está basada en un sistema de leyes
y de democracia. Este despliegue supone la existencia de una sociedad en la cual sus miembros
son letrados, conocedores de sus derechos civiles y saben que tienen derechos ante el Estado.
Supone además el respeto de la persona sobre sus decisiones.

Esta forma de legitimidad permite la libre elección por medio del voto y de su expresión en los
espacios adecuados para ello. La mayoría de los integrantes de los grupos y comunidades
aceptan las leyes y reglas en todo. Es el caso del ciudadano que realiza los trámites necesarios
para obtener legalmente una licencia de conductor; un académico que cumple cabalmente con el
programa de su materia y que califica a los alumnos con base en las reglas establecidas al inicio
del curso; o el ciudadano que vota por un candidato de un partido político, después de leer
detenidamente los distintos programas de acción de los demás.

El concepto de democracia, que se ha convertido ahora en una de las principales


preocupaciones de las sociedades modernas, es un tema importante para la ciencia política. La
democracia, sin embargo, como concepto, no resulta fácilmente definible.

La palabra democracia tiene su origen en el griego, donde demos significa “pueblo” y kratos
“poder”. En Grecia, la democracia se practicaba como una forma de participación del pueblo,
el cual se reunía en Atenas para manifestar su conformidad o desacuerdo con lo que sucedía.
Existían cargos públicos que se rotaban por periodos cortos de tiempo y se asignaban por
votación, de tal suerte que había una real participación popular que interactuaba directamente
con sus funcionarios y sus acciones.

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Hoy día, la democracia se refiere tanto a un conjunto de ideales como a un sistema político.
Como sistema político, se puede decir que un gobierno es democrático cuando la legitimidad o
el reconocimiento de sus gobernantes se sustenta en las decisiones que el pueblo manifiesta por
medio del plebiscito o voto.

La democracia como forma moderna de gobierno se basa fundamentalmente en la


representación, es decir en la delegación del poder. Esto significa que los gobernantes han sido
elegidos como representantes de sus gobernados por mecanismos que les permiten hacer uso del
poder y tomar decisiones en beneficio de toda la sociedad y los diferentes sectores que
representan de manera legítima. Es una forma de poder basada en la legalidad que caracteriza a
las sociedades modernas.

Derecho
Cada sociedad ha creado formas de convivencia y de organización que le permiten funcionar
con cierto orden. Estas formas de funcionamiento y convivencia han sido producto de las
relaciones establecidas entre los hombres y las mujeres de cada sociedad, a veces de manera
pacífica, a veces de manera violenta, pero que se han ido afianzando e institucionalizando como
las formas que deben seguirse en favor de una continuidad para la sociedad como base de la
convivencia humana.

Las sociedades se sostienen por una serie de instituciones. Las instituciones son aceptadas por
la mayoría de las personas de una sociedad, porque ellas establecen los valores. Toda institución
está formada por varias normas morales, aquellas que sirven para cohesionar a los integrantes de
una comunidad. Si se preguntara a las personas por qué hacen cierto tipo de actividades, lo más
seguro es que responderían: “porque deben hacerse”; “porque lo hacen los otros”; “porque así lo
hicieron mis antecesores”, etcétera.

Sin embargo, no todas las personas de una sociedad acatan al pie de la letra las normas
moralmente establecidas. Por lo tanto, para que estas formas se observen y se respeten, el
Estado ha diseñado un órgano social que, por medio de las normas jurídicas, se encarga de
vigilar el buen funcionamiento de la sociedad en su conjunto y de cada uno de sus miembros.
Este órgano social es el sistema jurídico.

Max Weber (2002: 258/262) hizo la diferencia entre costumbre, convención y orden jurídico.
Por costumbre se refirió a las conductas regulares, de carácter usual, que se sostiene en las vías
tradicionales, por ello es una imitación que hacen los individuos uno y otra vez de manera
irreflexiva. La convención, por su parte, es la influencia que tienen los integrantes de un grupo

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hacia la acción de cada uno de los individuos. El mundo en el que circula el actor aprueba o
desaprueba su conducta, pero no llega a una sanción porque las reglas no están escritas ni hay
un grupo de especialistas dedicado exclusivamente a vigilar y sancionar las acciones. Con la
convención, la costumbre comienza a aprobarse y desaprobarse, sin que se llegue a sanciones
distintas de las que están consagradas por el grupo o comunidad.

El orden jurídico, por su parte, tiene que establecer claramente y en un papel las reglas o leyes
que deben respetarse en una sociedad. Ya no son exclusivas al grupo o a una comunidad sino
para una sociedad. El orden jurídico rebasa lo particular de grupos y comunidades para
generalizarse a una sociedad y garantizar con ello la convivencia de los distintos grupos. Se
requiere, además, de un grupo o asociación de especialistas encargados de cumplir y hacer
cumplir cada una de los mandatos de una ley.

Las normas jurídicas permiten al Estado garantizar una forma mínima adecuada de
convivencia y respeto necesarios entre los miembros de una sociedad, por medio de la
imposición de reglas de comportamiento social, a partir del concepto de razón y justicia. Estas
reglas de comportamiento social conocidas como leyes, pueden tener su origen en la costumbre
(derecho consuetudinario) o en la promulgación de preceptos elaborados por grupos de personas
con autoridad legal y moral para regular sociedades específicas en un tiempo y espacio
determinados (derecho positivo). Una de las características esenciales de las normas jurídicas es
la regulación de las conductas sociales e individuales por medio de la amenaza del uso de la
fuerza o de la aplicación efectiva de ésta o de cualquier otra sanción que amerite la falta
cometida.

Estas reglas de comportamiento social son normas aplicables a cualquier persona o grupo de
personas que infrinjan la ley, independientemente de su clase social, raza o sexo. La diferencia
entre estas normas jurídicas y otro tipo de normas que existen en cualquier sociedad, está en que
las primeras son el objeto del derecho, y se encuentran establecidas precisa y certeramente como
un conjunto de preceptos a seguir, y que implican derechos y obligaciones.

De manera general, una norma es un acuerdo ideal de conducta sobre cuya base un grupo de
personas o un individuo pueden ser juzgados y sancionados si es preciso. En este sentido, la
norma es un mecanismo de control y regulación de conductas para la convivencia social, pero
no siempre se trata de normas formalmente establecidas como las jurídicas. Existen normas
sociales que no necesariamente corresponden al ámbito del derecho como sistema jurídico, pero
que también tienden a garantizar un orden en el grupo familiar, en el grupo religioso, en la
escuela o en el trabajo, y tienen que ver con las costumbres o las tradiciones. Sin embargo, a

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pesar de que su incumplimiento no trae como consecuencia un castigo legal, su sanción también
puede resultar altamente coercitiva, dependiendo del arraigo a las costumbres y, en ocasiones,
del grado de cohesión de los grupos.

Este tipo de normas debe entenderse como sistemas paralelos a los sistemas legales de control y
regulación de las sociedades. Desde algunas perspectivas antropológicas y sociológicas
conservadoras, se considera que estas normas no legales están ausentes en las sociedades
modernas; sin embargo, no es completamente verdadero que estas normas sólo puedan
encontrarse en las llamadas sociedades agrarias. Efectivamente, el derecho y las normas
jurídicas corresponden a un tipo de sociedad moderna, en donde el Estado es el regulador de la
vida social, pero, la moralidad, la costumbre, la tradición o la religión son elementos
fundamentales en los distintos grupos que conforman las sociedades modernas. Nuestra propia
vida es un excelente ejemplo de sociedad en donde coexisten las normas jurídicas con las
normas morales, religiosas, consuetudinarias.

Un abogado muy reconocido señalaba que las normas jurídicas podían fácilmente cambiar, sin
necesidad de que cambiaran las prácticas sociales. Señalaba que en la famosa Ley Seca en
Estados Unidos, la prohibición del comercio y consumo de alcohol se hizo extensiva a toda la
sociedad, el comercio continuó y el consumo también. Sólo que el comercio fue ilegal, lo que
ocasionó que el precio de este producto se incrementara enormemente.

La idea de derecho lleva implícita la idea de que al existir una delegación legítima del poder en
un grupo de especialistas, éstos ejercerán una serie de acciones que les permitirán mantener el
orden social y sancionar las violaciones a ese orden. Son los peritos en derecho o abogados
quienes tienen el papel de resguardar las leyes y las instituciones sociales. Pero también, son
ellos quienes se encargan de analizar la vigencia de las leyes en una sociedad moderna e
industrializada, como en una rural y agrícola.

Economía
Todos los seres humanos son capaces de crear objetos y darles sentido, porque lo material
contiene una parte importante de creación mental que ha de repercutir necesariamente en las
relaciones sociales de los seres humanos. No hay una sociedad que no requiera de la producción
de bienes para después distribuirlos y consumirlos. Por eso, a la realidad material se le ha dado
gran importancia en la explicación de la realidad social, permitiendo también dar una
explicación acerca de los cambios y situaciones que proporcionan bienestar y desarrollo tanto en
el medio urbano como en el rural: desempleo, producción, migración, vivienda o movimientos
populares. El aspecto económico, entendiendo por ello básicamente la producción, distribución

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y consumo de bienes, es parte de la vida diaria de los individuos y de las sociedades. No sólo en
las ciudades, también en los medios rurales y en todos los demás ámbitos en que se relacionan
los seres humanos, se requiere satisfacer necesidades biológicas y materiales de primera
necesidad. Para hacerlo, es necesario el trabajo.

A partir de la idea de necesidades básicas, se ha dado por sentado que la satisfacción de estas
necesidades tiene una explicación útil y práctica. Con base en indicadores de bienestar que
indican el grado de desarrollo, la economía realiza sus análisis de las distintas sociedades. Los
enfoques económicos y sociales del desarrollo tienden a dar explicaciones causales de carácter
general, que involucran extensos grupos humanos. Autores como Plattner (1991), señalan que
los estudios económicos han privilegiado a las sociedades industrializadas, pues a partir de sus
experiencias, se han creado los conceptos que explican sus formas particulares de
comportamiento económico, como inversión o ganancia.

La economía se ha ocupado de realizar estudios acerca de las formas de producción,


distribución y consumo de los bienes materiales que elaboran los seres humanos. Formas de
comportamiento de los mercados y su relación con el desarrollo de las sociedades, capitales,
formas de ganancia, planeación, desarrollo, hacen pensar en explicaciones estrechamente
relacionadas con explicaciones cuantitativas, donde los argumentos relevantes se aportan a
partir de pruebas rigurosamente numéricas, estadísticas.

En relación con las sociedades no desarrolladas, la economía se ha ocupado también de las


formas de producción para la puesta en marcha de las estrategias de desarrollo que permitan a
esas sociedades salir de su atraso. La racionalidad de los comportamientos económicos destaca
como constante de explicación en términos de inversión y ganancia.

Hoy día, las economías se encuentran concatenadas y hay una clara dependencia entre los
países. La producción de un automóvil no es exclusiva de un país, sino que se realiza
internacionalmente. Lo mismo pasa en la producción de una computadora o un televisor. Las
economías ya no son locales, porque los productos se distribuyen en todo el mundo. Por eso se
habla de globalización económica, que consiste en la dependencia financiera, productiva y
comercial de las naciones. Las crisis económicas tienen dimensiones globales. Y éste es el matiz
que tiene la sociedad contemporánea. Es el enfoque científico de esta disciplina, que se origina
con el surgimiento del capitalismo en Europa: la economía política. El concepto fundamental de
la economía política suponía que el orden económico y su éxito se lograban gracias a una ley
natural que llevaría al bien común de todos los hombres, es decir, a la satisfacción de las
necesidades básicas para la reproducción de la vida humana.

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Las necesidades básicas para la reproducción de la vida de los seres humanos consisten en las
condiciones mínimas que se debe gozar para considerar también un mínimo nivel de bienestar:
vivienda, vestido, alimentación, salud, educación. Los diferentes niveles de estas necesidades
básicas son los que permiten la clasificación de los grupos sociales o pueblos como pobres o
ricos, como atrasados o modernos, etcétera.

La producción, distribución y consumo de bienes remite directamente al estudio del mercado


interno de una nación. Es un ciclo que indica además el desarrollo económico de la sociedad.
Una sociedad produce más cuanto más consume, pero esto depende, a su vez, de las necesidades
inmersas en circunstancias históricas y culturales. Los salarios no son iguales en todas las
sociedades. Para ilustrar esto, tómese el caso de un obrero estadounidense y de uno peruano.
Ambos obtienen un salario por la venta de su fuerza de trabajo, pero el monto percibido es
distinto. El obrero estadounidense cobrará aproximadamente 6 dólares por hora, mientras que el
peruano entre 3 y 4 dólares por día. Este proceso, en términos de la sociedad, se traduce en
mayores ingresos para sus obreros que, a su vez, cambian por las mercancías que encuentran en
los distintos centros de distribución. El mercado interno en una y otra sociedad es distinto.

Psicología Social
El estudio del comportamiento tiene dos dimensiones: la social y la individual. Como ya hemos
visto, la social ha sido la ocupación de la sociología, la economía, el derecho y la historia. La
individual ha sido trabajada fundamentalmente en la psicología. Sin embargo, dos orientaciones
importantes de la sociología sostuvieron posiciones opuestas acerca de lo que era fundamental
en el comportamiento de los grupos y acerca de lo que en esencia resultaba determinante: si se
trataba del individuo o del grupo. Era indispensable investigar la mediación entre lo social y lo
individual. La psicología social tiene como objeto de estudio a la persona. Estudia la naturaleza
social del ser humano, y la manera en que éste se desarrolla. El desarrollo del ser humano se
posibilita por el proceso de socialización.

Uno de los supuestos principales de la psicología social considera que la persona no está
aislada, o separada del resto de los seres humanos. De esta manera, todo lo que acontece en ella,
por ejemplo, su perspectiva sobre la vida, su idea del trabajo y de la familia, incluso los detalles
derivados del género, tiene como fundamento la vida del grupo y de la comunidad. El proceso
de socialización primario es el que se establece dentro del grupo primario o seno familiar. El
proceso de socialización secundario es el que se genera en las distintas instancias en donde
participa cada persona, a saber, la escuela y el lugar de residencia (calle, colonia, pueblo). Se

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podría hablar, incluso, de una socialización terciaria, que es la que se refiere al proceso de
apropiación de un oficio o una profesión.

La psicología social parte del supuesto de que la persona se encuentra inmersa en una vasta red
de símbolos que logra incorporar, en primer lugar, en su socialización primaria y, en segundo
lugar, a lo largo de su vida. De igual forma, muchas reacciones no son exclusivas del momento
y de la persona que las expresa, sino que responden al resultado de la interacción de la persona
con múltiples circunstancias colectivas. Las ideas o representaciones no son individuales, sino
resultado de una compleja elaboración fincada entre la persona y sus cercanos: padres,
hermanos, primos, vecinos, amigos, compañeros, etcétera.

Por ejemplo, las situaciones derivadas de la conducta del género son producto de una
elaboración colectiva. Lo masculino y lo femenino no son reacciones exclusivamente biológicas
o naturales. Son, por lo contrario, resultado de la asimilación diaria de patrones de
comportamiento que la persona asimila de los adultos y de los familiares. La persona es y
expresa en sus actos lo enseñado por los otros. El varón lo es porque imita a su padre o a sus
mayores, pero además porque la madre así lo educó.

Para el psicólogo social pueden presentarse propuestas distintas en un proceso similar de


socialización (incorporación de las normas y valores del grupo y de la comunidad). Algunas
personas lo aceptaran sin problema, mientras que otras pondrán resistencia e incluso en algunos
casos, se presentarán situaciones opuestas a las esperadas por la familia y la escuela. Este caso
de alejamiento de lo esperado o desviación, es también un producto social.

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