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Características de la vida cristiana

La vida cristiana es una vida de orden


Vivir ordenadamente es haberse despojado del viejo hombre, aprendiendo a vivir como
sabios y no como necios, “…renovados en el espííritu de vuestra mente y vestííos del nuevo
hombre, creado seguí n Dios en la justicia y la santidad de la verdad” (Efesios 4:24-25).
“Porque en otro tiempo erais tinieblas, maí s ahora sois luz en el Senñ or; andad como hijos de
luz… comprobando lo que es agradable al Senñ or. Y no participeí is en las obras infructuosas
de las tinieblas, sino maí s bien reprendedlas;”. (Efesios 5:8,10-11).
Dios ordena practicar la justicia, ser honestos, trabajar, por lo cual exhorta “Porque oíímos
que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino
entremetieí ndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Senñ or
Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan.
Y vosotros, hermanos, no os canseí is de hacer bien” (2 Tesalonicenses 3:11-13).
Todo en la vida debe tener un propósito.
Cuando no se tiene la mira puesta en un objetivo, se corre el riesgo de fracasar y cuando no
se tiene en cuenta la voluntad de Dios para emprender un camino es muy difíícil que se logre
llegar a la meta; es por esto que todo cristiano debe poner sus planes y sus suenñ os en las
manos de Dios, para que El le deí forma a ese propoí sito, pues antes de nosotros pensarlo o
sentirlo, Dios ya la sabe todo y quien mejor que aquel que nos formoí tenga la prioridad de
dirigir nuestros pasos.
Asíí como tenemos planes, Dios tambieí n tiene propoí sitos con nosotros y aunque muchas
veces nuestros pensamientos parecieran no tener que ver con lo que Dios quiere hacer, es
necesario que aprendamos a escuchar su voz, pues EÉ l conoce nuestro pasado, presente y
futuro, y solo EÉ l sabe lo que nos conviene. Siempre se debe tener claro que solo aquel que
aprende a vivir una vida ordenada agrada a Dios y por lo tanto obtendraí la recompensa.
Humanamente vivimos y tratamos de darle orden a nuestras actividades materiales, pero
por encima de esto estaí nuestra vida espiritual y debemos esforzarnos por vivirla
plenamente, creyendo que Dios tiene algo muy especial que va maí s allaí de lo que nosotros
podamos imaginar

Lucha entre la carne y el espíritu ojo predica sobre marta y maria.


No es de desconocer que para muchos les es maí s faí cil hacer lo malo que lo bueno, porque
auí n existe ese cuerpo de carne que se inclina a hacer lo malo, pues el pecado auí n mora en eí l
“Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no
quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en míí” (Romanos 7:19-20), por lo tanto
hay que morir al pecado “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado
juntamente con eí l, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos
maí s al pecado” (Romanos 6:6) y no andar conforme a la carne, sino conforme al Espííritu
“Porque todos los que son guiados por el Espííritu de Dios, estos son hijos de Dios”
(Romanos 8:14).
La ley del Espííritu conlleva a hacer lo recto, lo justo, lo honesto; por lo tanto “Vestííos de toda
la armadura de Dios, para que podaí is estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque
no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra
los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes” (Efesios 5:11-12)
Crecimiento y madures espiritual
La vida cristiana trae consigo etapas que se deben atravesar para afirmarse en el camino del
Senñ or y todo aquel que ha nacido de nuevo adoptando para síí las cosas que le ayudaraí n a
formarse y como todo ninñ o cristiano, su crecimiento espiritual depende en parte de una
alimentacioí n adecuada, la leche espiritual “desead, como ninñ os recieí n nacidos, la leche
espiritual no adulterada, para que por ella crezcaí is para salvacioí n” (1 Pedro 2:2).
Hay cristianos que se molestan cuando alguien los corrige, cuando Dios les habla no
entienden o simplemente se hacen los que no comprenden, su crecimiento se estanca, se
enfríían con gran facilidad, pretenden que en todo momento los esteí n empujando, es decir,
en pocas palabras buscan excusa a su inmadurez y el Apoí stol Pablo hace referencia a este
tema en 1 Corintios 3:1-3 “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a
espirituales, sino como a carnales, como a ninñ os en Cristo. Os di de beber leche, y no vianda;
porque auí n no erais capaces, ni sois capaces todavíía, porque auí n sois carnales…”.
Pero como el ninñ o no se queda en esa etapa, sino que debe continuar creciendo y
obteniendo madurez, entonces debe consumir un alimento maí s soí lido y Dios quiere hacer
de nosotros cristianos fieles, sinceros, santos y es por esto que nos corrige, nos disciplina,
nos ensenñ a “Hermanos, no seaí is ninñ os en el modo de pensar, sino sed ninñ os en la malicia,
pero maduros en el modo de pensar”, “Para que ya no seamos ninñ os fluctuantes, llevados
por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para enganñ ar
emplean con astucia las artimanñ as del error, sino que siguiendo la verdad en amor,
crezcamos en todo aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efesios 4:14-15).

Nueva vida para triunfar


Jesucristo con su muerte en la cruz pagoí el precio por nuestros pecados, venciendo la
muerte y nos ha hecho maí s que vencedores; nuestra vida estaí destinada a grandes cosas,
“que nos lleva de triunfo en triunfo y de victoria en victoria” “Y sabemos que a los que aman
a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propoí sito son
llamados” (Romanos 8:28).
No debemos olvidar que en esta tierra somos peregrinos y extranjeros, no somos de aquíí,
nuestra ciudadaníía estaí en los cielos y reinaremos juntamente con EÉ l, tenemos una vida
eterna y una ciudadaníía en los cielos, allíí no habraí maí s lloro ni crujir de dientes.

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