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todo el interés propio. Así, muchas veces alguien recibe la etiqueta de “persona interesada”
cuando la persona que se la coloca sospecha que se suma a una causa porque la buena ventura
de la misma le beneficia de manera personal.
Un interés que por otra parte suele ser lícito, aunque está mal considerado por un
elemento diferenciador significativo: a la persona “etiquetada” se le acusa implícitamente
no sólo de sumarse a la causa en beneficio propio sino de hacerlo solamente cuando
este existe.
Este tipo de comportamiento, del que solemos darnos cuenta tarde, tiene que ver más
con la astucia o el egoísmo que con la bondad, al solidaridad o la entrega. No es lo
mismo ser bueno que ser astuto pero, en ciertos contextos, confundimos ambas
cosas: lo segundo se puede camuflar, como hemos dicho, en lo primero y
engañarnos. Además, cuando esto ocurre podemos llegar a sentirnos decepcionados y
tristes: nos habíamos creado unas expectativas de la otra persona que no eran del todo
reales.
El matiz egoísta del que es bueno por interés
El daño surge porque nos damos cuenta de las verdaderas motivaciones del supuesto
acto de bondad: si en el fondo de la acción y de las estrategias que se emplean para
conseguir algo está el bien individual, probablemente se esté actuando en virtud de un
beneficio propio, no solidario.
En este sentido, el que es bueno guiado por la astucia tiene un cierto matiz egoísta,
puesto que su persona y sus metas se encuentran en el centro de lo que hace. Tanto es
así que el posible altruismo y preocupación por el otro quedan en un segundo plano,
como veremos.
“El egoísmo no es el amor propio, sino una pasión desordenada por uno mismo.”
-Aristóteles-
Esto es así porque el que es bueno y actúa conforme a ello realiza sus acciones
buscando no dañar a nadie y huyendo de su propio interés si este va a perjudicar al
otro. El altruismo busca continuamente el beneficio de los demás, sin pensar en lo
que se pueda recibir a cambio: hacer el bien sin mirar a quien.
“Por lo que se refiere al hombre no importan ni sus tierras, ni su dinero, ni sus clientes,
ni la cama en que duerma o el vaso en que beba, lo que importa es cuánta sea su
bondad pues ella es el sumo bien del hombre.“
-Séneca-
-Comte-
Creo que el problema con los intereses llega cuando se hace un tabú de ello,
¿qué pasa si me interesa solo divertirme?, ¿si me interesa el sexo?, si no me
interesan esas cosas que deberían importarme, como la familia, el amor…
¿No tengo derecho?, ¿tengo acaso que satisfacer los intereses ajenos? No lo
creo, he aquí la razón: Al considerar el interés como la esencia de la vida,
logro percibir que el ser humano actúa solo y sólo acorde a sus intereses,
¿es acaso mi culpa que mis intereses sean “menos favorables” qué los de las
demás personas?, ¿no tengo derecho de perseguir mis intereses sin
importar lo *inserte cualquier palabra que defina sus intereses que estos
sean?
Usted Debe Ser Un Interesado
Hay una gran diferencia entre “tener que hacer ” y “querer hacer” algo. Motive a la
gente para lo segundo y ellos se mostrarán interesados en el mejor sentido...
La motivación es uno de los elementos principales del ser humano. Se trata de su
motor central. Todos necesitamos motivos para movernos.
Decir que alguien es interesado equivale a calificarlo de ambicioso y ávaro, aun cuando
el concepto está totalmente equivocado.
Lo único que mueve al hombre es el deseo de ser mejor, de tener una casa, un
automóvil, una bonita familia, de recibir un titulo profesional, de ser una persona
preparada.
Empiece por preguntarse si prefiere que sus hijos "tengan" o "quieran" estudiar, que sus
trabajadores "tengan" o "quieran" trabajar. ¿Desea usted que la gente "tenga que hacer
las cosas" o prefiere que "quiera hacer las cosas"?
La respuesta lógicamente está en motivar a la gente para que "quiera" hacer las cosas.
HAY UNA GRAN DIFERENCIA ENTRE “TENER QUE HACER” Y “QUERER HACER”
MOTIVE A LA GENTE PARA LO SEGUNDO Y ELLOS SE
MOSTRARAN INTERESADOS EN EL MEJOR SENTIDO.
Las 9 cualidades que comparten las personas que caen siempre bien
HÉCTOR G. BARNÉS
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RELACIONES PERSONALES
INVESTIGACIÓN
PSICOLOGÍA SOCIAL
BIENESTAR
LIDERAZGO
AMISTAD
Prestan atención
La característica más importante de todas, y que gracias a la gran enfermedad
contemporánea que es el déficit de atención es cada vez menos frecuente. No
hay nada que nos haga más deseables que mostrar auténtico interés en lo que la
otra persona tiene que contarnos. Algunos psicólogos han llegado a establecer
en un 30% el tiempo de conversación que debemos ocupar en una charla con
otra persona, aunque quizá simplemente con sonreír, no sacar el móvil del
bolsillo cada cinco minutos o interesarse por aquello que la otra persona está
contando sea suficiente.
Se disculpan sin tener por qué
Los más orgullosos considerarán esta ¿cualidad? como una estupidez, pero lo
cierto es que una investigación realizada en la Universidad de Harvard señaló
que excusarse aunque no haya motivo para ello es una de esas cosas que nos
hacen caer mejor a los demás. Como señala la principal responsable del
estudio, Alison Wood Brooks, las “disculpas superfluas” sirven para que “la
víctima” sienta que la otra persona se ha puesto en su lugar y que tiene en
cuenta sus sentimientos. Esa era la razón por la que las personas que decían
“siento que el tiempo esté tan mal, ¿me dejas el móvil?” caían mejor que las que
simplemente preguntaban “¿me dejas el móvil?”
Son maestros del Jiu-Jitsu social
Con este rimbombante nombre, que significa el “arte de la suavidad”, Haden se
refiere a la capacidad que tienen ciertas personas para conseguir obtener una
gran cantidad de información del interlocutor sin revelar nada personal. La
clave se encuentra en realizar las preguntas correctas, reaccionar de la manera
adecuada y mostrar una actitud abierta que haga que la otra persona se muestre
favorable a confesar algunos de sus pensamientos más íntimos, aunque tan sólo
haga diez minutos que se conozcan.
No piden nada
Hay quien mantiene que todas las relaciones humanas están basadas en el
interés, pero hay quien se lo toma al pie de la letra. En ocasiones, toda la simpatía
que alguien puede haber mostrado se desmorona cuando nos damos cuenta de
que lo que realmente pretenden es vendernos algo, hacer un buen contacto
para el futuro o presentarnos a un familiar que necesita un cable. Las personas
que caen bien parecen tener buena suerte, porque no utilizan a las personas
como herramientas para conseguir sus objetivos, sino que simplemente las
respetan y las cuidan, y tarde o temprano, ven su comportamiento recompensado.
No critican a los demás
Hay quien piensa que no hay nada que una más a las personas que el cotilleo y
poner a caldo a una tercera persona. Y puede ser que algunas personas se
sientan satisfechas al llevar a cabo dicho comportamiento, pero también hay quien
es consciente de que quizá esta no sea la mejor manera de hacer amigos y
sospeche que, si este procedimiento es algo generalizado, él mismo pueda ser
en un momento u otro su víctima. Nada de comentarios negativos: el silencio es
oro, sobre todo si no tienes nada bueno que decir.
No se quejan
“Cualquier tonto puede criticar, quejarse y condenar a los demás, por lo que
suelen hacerlo”, señalaba el empresario estadounidense. “Hace falta autocontrol
y mucha personalidad para ser comprensivo y perdonar”.
Dejan que los demás sean mejores que ellos
Todo el mundo tiene sus cualidades, por lo que el camino más directo para
complacer a alguien es reconocer aquello que hacen bien o, incluso, señalar
que son mucho mejores que nosotros en determinadas cuestiones. Te amará