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LA FIESTA XHITA: FANTASÍA Y CREATIVIDAD

Georgina Hidalgo

“Hay que saber mover el greñero, saber soplar al ocote y sobre todo
manejar bien el chicote. Cuando truena el chicote en el campo,
empieza a salir el frío de la tierra” y es entonces cuando da inicio la
fiesta Xhita, en el municipio de Jilotepec, Estado de México.

Una fiesta que da lugar a la fantasía y trastoca la rutina diaria. Las


comunidades hacen desaparecer las diferencias sociales y reubican a
los integrantes de cada estrato social de acuerdo con su capacidad
para danzar y mover el greñero al mismo tiempo que hacen sonar el
ocote.

Como un puente entre la fantasía y la realidad, la fiesta Xhita se puede recorrer a través de las páginas del
libro La actualidad Xhita, estratigrafía de una fiesta, de la doctora Rosa Brambila Paz, editado por el Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Mexiquense de Cultura.

La actualidad Xhita es una investigación cultural que describe el mundo de colectividad y creatividad de las
comunidades de origen otomí en las festividades Xhitas, que se celebran durante el carnaval en los tres días
que preceden al miércoles de ceniza.

La fiesta de los Xhitas es una celebración masculina, los hombres de la comunidad son los que se disfrazan,
brincan, bailan, chiflan y salen a recorrer los poblados, por lo menos algunos de los diez hombres de la
comunidad que todavía realizan esta festividad, mientras que las mujeres, aunque menos visibles, son las
responsables de organizar la comida, elemento fundamental de la celebración.

Al reseñar los pormenores de las festividades Xhitas, Rosa Brambila pone de manifiesto que pese al
pretendido holocausto de la cultura indígena otomí, ésta sigue vigente, aporta su calidad humana, sus valores
comunitarios, su religiosidad, su alegría y su colorido.

Con una prosa rápida, las páginas de La actualidad Xhita, estratigrafía de una fiesta nos acercan a los cantos,
rezos, bailes y escenificaciones abiertas y festivas de los xhitas.

Como todos los carnavales, nos recuerda que el plano cotidiano de la realidad no es el único existente, sino
tan sólo uno de muchos. La fiesta hace patente que toda la jerarquía es efímera ante la igualdad de los
hombres. Y por ello, los xhitas, antepasados o enmascarados en otomí, transforman lo cotidiano con sus
melenas, máscaras, paliacates y chicotes.

Los Xhitas se cubre la cabeza con greñeros de entre doce y quince kilogramos de peso. Son cabelleras hechas
de colas de vaca, que los hace parecer leones, cuando en realidad son toros con los cuernos adornados de
listones de colores, flores, espejos o cascabeles que agitan ante la expectativa del pueblo reunido en los
lugares sagrados.

El disfraz varía de comunidad en comunidad, de persona en persona, pero tiene elementos en común: el pelo
de animal, los cuernos, el ixtle, la cucharilla, las máscaras que cubren los rostros transformándolos en seres de
ojos desorbitados y bocas de enorme sonrisa, además del látigo que manejado con habilidad se mantiene
chasqueando para romper lo cotidiano.
En las representaciones festivas también participan otros personajes importantes como la madama, el anciano
y los toreadores o caporales, además de los músicos. Así, la participación y entusiasmo de los pobladores
narrada en cada página, nos muestra que “en la comunidad está el núcleo del ser y del deber ser social, del ser
y deber ser humano, del ser y deber ser solidarios, del ser y deber ser alegres”.

Doctora en Antropología Social y Cultural por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París y
Premio Alfonso Caso del INAH, Rosa Brambila Paz y su libro La actualidad Xhita, estratigrafía de una
fiesta, forman parte de la Biblioteca de los Pueblos Indígenas.

Edición del Conaculta y el Instituto Mexiquense de Cultura

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