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com/document/356461068/Cuerpo-territorio-de-la-imagen
Introducción
“Cuerpo” como carne, fluido, hueso, finitud y contundencia. Imagen como representación
ineludible para que la carne esté viva en lo humano. No como instancias duales sino como
textura de la trama. Carne e Imagen o Imagen carnalizada ponen sobre la superficie temas que
constituyen límite y desafío dentro de las teorías de la corporeidad.
Podríamos mencionar en primer lugar la relación entre “unidad” y “fragmentación”. El cuerpo
¿es “relato único” dueño de la verdad de la existencia o es multiplicidad de fragmentos
flotantes de un territorio sumergido que sólo dejan ver algunas islas?
Cuerpo e Imagen entendida como “construcción” social. Devenir de la cultura. Carnalidad
historiada. Roland Barthes decía: “Mi cuerpo mismo es social”. Él sufría de migrañas y ‘las
migrañas son un hecho de clase, no se puede atribuir una jaqueca a un obrero, es un atributo
de la señora burguesa o del hombre de letras. La división social pasa por el cuerpo”
Considerando esta reflexión, (de las primeras épocas, de un autor que a lo largo de sus
producciones siempre se interrogó sobre el cuerpo) diría que: “Cuerpo” es el lugar de anclaje
de los atravesamientos, filosóficos, históricos, económicos políticos, artísticos, psicológicos,
culturales. La especificidad de este libro la constituyen estos atravesamientos donde se pone
en juego la representación de la imagen corporal. Esta da cuenta del potencial expresivo,
lúdico y artístico de cada persona y refleja su relación con el entorno y el contexto vincular. A
su vez, la construcción dé la imagen corporal resulta un mapa revelador de posibles
diagnósticos, indicador de marcas y huellas de patologías o problemáticas subyacentes, sobre
las cuales, incluso, es posible actuar preventivamente. Se plantea también en estas páginas,
la relación entre la imagen corporal individual y su representación social, destacando
especialmente la huella de esta impronta en la obra de arte y en la producción de imágenes
mediáticas.
El arte es una de las carnaduras identitarias del ser humano y en todo proceso creativo se ve
implicada la imagen del cuerpo. No sólo como un posible rastreo biográfico del autor, sino
la corporeidad que la obra de arte constituye en sí misma. El arte configura cuerpo. Carne e
imagen. El análisis de la corporeidad implica sumergirse en un territorio límite, ya que cuerpo
siempre es borde, frontera y puente. No hay un saber que pueda dar cuenta y respuestas
sobre “todo el cuerpo”. Todos constituyen enfoques, orientaciones, descubrimientos, avances
tecnológicos, etc. Están circunscriptos a la dirección de una mirada como punto de partida. La
creación artística, como otras manifestaciones creativas, siempre transita el borde-des-borde
del territorio corporal. La corporeidad desparramada en colores, texturas, palabras, sonidos,
ahuyenta, alimenta los fantasmas que gritan, lloran o acarician en una estética determinada. Si
el arte crea otra realidad, esa otra realidad es carnadura social, histórica, mítica. Estas páginas
intentan recorrer un atajo en el camino. Detenerse en el cruce entre:“Movimiento”/“imagen”
/“gesto”/“máscara’. Estos ítems se resignifican, enlazan, y diferencian, como paradores de la
ruta en áreas relacionadas con la salud, la educación y el arte. Constituyen a su vez, un eje de
análisis aplicable a las prácticas corporales que se desarrollaron a principio del siglo XX y que
hoy definen un campo específico, relacionado con trastornos de la imagen corporal, como
anorexias, bulimias, stress, adicciones y distintas alteraciones producto de los aceleramientos
y exigencias de la vida diaria. Hay un amplio abanico de disciplinas que revalorizan
permanentemente la expresión corporal en la conformación de la identidad como seres
humanos. Dar lugar a lo expresivo implica abrirle las puertas a caminos bloqueados por
actitudes sociales represivas, tabúes y ejercicios de poder que presionan para que las
manifestaciones sean de la índole que fueren, permanezcan hundidas. Estas páginas se
interrogan sobre el lugar del cuerpo en la sociedad en que vivimos y pueden ser de interés
para aquellos lectores cuya inquietud es aproximarse a la fuerza, la indescifrable inmensidad
que el cuerpo implica. Esta introducción concluye con las palabras de Maison neuve, Bruchon-
Schweitzer con las que suelo dar apertura a mis clases en la universidad:“Según la manera en
que una sociedad plantee el problema de la vida y de la muerte, del trabajo y de las fiestas,
según la idea que ella se fije de la naturaleza del hombre y de su destino, según el valor que
asigne al placer y al saber, el cuerpo será evaluado, tratado y representado diferentemente".
El cuerpo territorio de imágenes, es nutriente de la materia viva y de la visibilidad del alma.
Las imágenes poseedoras de una óptica específica nos reflejan y en ellas nos develamos como
humanos.
Cuerpo y corporeidad
El concepto de corporeidad aparece en estas páginas, en muchos momentos, como sinónimo
de cuerpo. Ambas denominaciones llevan sobre Sí atribuciones que las tornan confusas
o ambiguas. El término “cuerpo” hereda referentes religiosos, ontológicos, técnicos, a veces
asociados a instrumento, otras a objeto de rendimiento económico, por ejemplo, que lo tiñen
de esa ambigüedad inevitable. La palabra “corporeidad” resalta Especialmente ese aspecto de
indefinición, de mayor abstracción, en concordancia con la ambigüedad del concepto de
cuerpo al que hace referencia este libro. Cuerpo como carne historizada, así como
trasparencia virtual, o imagen inasible. Al referirnos al cuerpo es difícil evadir polaridades que
consideraremos en diferentes capítulos. Cuerpo-alma, espíritu-razón, cuerpo máquina, cuerpo
virtual, digital, entre tantos otros dualismos que marcaron y marcan la historia del hombre
occidental. Corporeidad, borronea estos polos y sin suprimirlos los incluye en la indefinición
misma de la palabra. “El cuerpo no es una cosa, una sustancia o un organismo, sino una
red plástica contingente e inestable de fuerzas sensoriales, motrices y pulsionales, o mejor
aún, una banda espectral de intensidades energéticas, acondicionada y dirigida por un doble
imaginario: El imaginario Social y el imaginario individual” dice Le Bretón.
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