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Creemos que cuando no podemos hacer algo es por falta de voluntad y que si no la tenemos, no podemos obtenerla.
Esto es un gran error.
Sí podemos desarrollar y fortalecer nuestra fuerza de voluntad, pero primero tenemos que entender su significado.
La fuerza de voluntad es la capacidad (la energía y el conocimiento) que tenemos para controlar nuestros impulsos y
nuestras conductas.
Para dirigir nuestros pasos hacia donde nosotros queremos.
Tener voluntad es lograr llevar a cabo acciones claras, definidas y concretas, basadas en nuestros deseos
y nuestras decisiones.
Imagínate que sucedería si todas las personas que creen que no tiene fuerza de voluntad, se dejaran llevar por sus
impulsos.
Golpearían e insultarían a cualquiera que los hiciera enojar, por lo que vivirían peleándose con todo mundo.
Abandonarían a su familia, trabajo y responsabilidades, cada vez que se sintieran presionados o agobiados.
Etc.
Nuestra motivación.
Para estar motivados es importante que la meta sea importante para nosotros.
Que sea nuestra meta y que sea realista, alcanzable.
Cuentan que un caballero que se dirigía a Santiago, se detuvo a descansar en Miranda de Ebro.
Mientras reposaba, miraba a tres canteros que realizaban exactamente el mismo trabajo, pero con una actitud muy
diferente.
Entonces, el caballero se acercó al segundo, que trabajaba muy concentrado en su labor y le hizo la misma pregunta.
El cantero se volvió hacia él y con mucha parsimonia le empezó a relatar:
- Está clarísimo.
Pulo las piedras con el cincel y el buril para que puedan ser trabajadas más fácilmente.
Por último, el caballero se dirigió hacia el tercer hombre que silbaba y cantaba mientras picaba las piedras.
Al oír la pregunta, el cantero miró al forastero con una amplia sonrisa y le respondió entusiasmado:
- ¡Estoy construyendo la catedral de Burgos!
¿Por qué?
Porque si me siento capaz de hacer las cosas, las voy a hacer a pesar de las dificultades.
Si no me devalúo cuando fallo, no le temo a los errores y a los fracasos y éstos no me limitan.
Tolerancia a la frustración.
Si acepto la frustración como parte de la vida y aprendo a tolerarla y a manejarla, mi fuerza de voluntad no se debilita.
Si estoy convencido de que no soy capaz de hacer ciertas cosas, ni siquiera voy a intentar hacerlas.
Si creo que mis errores demuestran que soy un fracasado, ante la posibilidad de no tener éxito me justifico, diciendo que no
tengo fuerza de voluntad.
Pero nuestras creencias y estilo de pensamiento pueden estar equivocados y pueden ser cambiados.
Analiza estas y otras posibles opciones y descubre la causa real que te está impidiendo realizar el esfuerzo necesario para
lograr tus metas.
Con frecuencia, tenemos ciertas opiniones y criterios equivocados y un estilo de pensamiento parcialmente incorrecto, que
nos impiden lograr nuestras metas y mejorar nuestra calidad de vida.
No confundas la fuerza de voluntad con el sacrificio y el sufrimiento que piensas que ésta implica.
Para aprender una conducta o un nuevo hábito, tenemos que practicar, equivocarnos, corregir los errores y seguir
practicando.
Todos tenemos facilidad para hacer algunas cosas y dificultad para otras.
Lo importante no es hacer sólo lo fácil.
¡Vence la apatía!
La palabra motivación viene de "motif", que significa motor o algo que genera movimiento. Por lo tanto, estar motivados es
tener una razón o deseo que nos lleva a actuar.
1) La que nace de nuestro interior, de nuestras metas, sentido de vida, propósitos y esperanzas.
2) La que surge del medio ambiente. De los posibles "premios" que nos da la sociedad: dinero, fama, atención,
reconocimiento y aprobación de los demás, etc.
Esta motivación externa es la más común y mucha gente cree que es la mejor o la única que existe.
En ocasiones empezamos un proyecto o nos planteamos una meta y de repente perdemos el interés.
a) Tomamos como propias las metas de gente que es importante para nosotros, sin darnos cuenta que no es lo
que nosotros deseamos.
b) Vamos en pos de un objetivo, sólo porque es lo que la sociedad o la familia espera de nosotros.
c) La situación que estamos viviendo nos genera una angustia que no queremos o que creemos que no podemos enfrentar y
tolerar.
Cuando sólo dependemos de la motivación externa, perdemos parte del control de nuestras vidas y del contacto con
nosotros mismos.
Les damos el poder a los demás.
Si te enfocas en los demás, en lo que ellos quieren o consideran importante, estas buscando en el lugar equivocado.
Apuntando a un callejón oscuro que se encontraba unos pasos más lejos, el hombre respondió: "Allí, cerca del callejón."
Confundida, la mujer le preguntó: "Bueno, si se le cayó allá, ¿por qué lo está buscando aquí?"
El hombre respondió: "Porque aquí hay luz y allá está oscuro."
Busca dentro de ti, aunque sean lugares con "poca luz" (poco explorados o conocidos).
Es allí en donde puedes encontrar tu verdadero propósito en la vida.
Tus obstáculos y tus capacidades.
La fuerza que te llevará al éxito.
Prueba llevar a cabo diferentes actividades, sin que te importen los resultados. Enfócate sólo en el placer que te causa la
acción o el aprendizaje.
Observa tu pasado y busca los momentos en los que sentiste una mayor satisfacción al hacer algo o al estar con ciertas
personas.
¿Esas actividades o relaciones siguen siendo parte de tu vida actual?
Si ya no lo son o no son suficientes para tu bienestar, ¿tienes otras actividades o relaciones que sean igual de satisfactorias?
Pregúntate con mucha honestidad: ¿A qué actividades me dedicaría si tuviera la libertad, el tiempo necesario y la aprobación
de la gente importante para mí?
Analiza tus ideas y creencias y observa si un posible temor al cambio, a fracasar o a tener éxito, pueden ser la causa de tu
falta de motivación.
Revisa también tu estilo de pensamiento. Muy probablemente el error está en alguno de estos elementos.
Autoestima y perfeccionismo.
Vence el perfeccionismo,
adquiere mayor libertad.
Vivimos tensos,
nos angustiamos con facilidad,
nos da miedo equivocarnos y cometer errores,
no disfrutamos de nuestros logros,
nos podemos sentir fracasados o inútiles con facilidad,
etc.
Con frecuencia negamos nuestro afán de perfección, bajo el lema de: "Me gusta hacer las cosas bien" o "Sólo dedicándole
toda nuestra atención a lo que hacemos, podemos lograr y mantener el éxito".
Pero existe una gran diferencia entre querer hacer las cosas lo mejor posible y mejorarlas cuando se puede, pero sin
demasiada angustia o estrés y tener que hacerlas perfectas (porque si no, significa que soy poco valioso, importante,
inteligente, etc.).
¿Eres perfeccionista?
Es un intento de demostrarnos y demostrarles a los demás, que sísomos capaces y dignos de ser valorados y apreciados.
Pero al mismo tiempo es uno de los principales obstáculos para aumentar y fortalecer nuestra autoestima.
¿Por qué?
Porque trabajar para tener una autoestima elevada, implica hacer cosas que no siempre nos van a salir bien.
Significa reconocer y aceptar nuestros errores.
Y darnos permiso de cometerlos.
Mito:
Pensar que si dejamos de buscar la perfección, automáticamente caemos en la desidia y la irresponsabilidad.
Realidad:
Esta forma de pensar es extremista, porque sólo ve dos posibilidades:
Perfección o irresponsabilidad.
Mito:
No tendría el éxito que tengo, si no me esforzara por hacer las cosas perfectamente bien.
Realidad:
Hay muchísimas personas exitosas que no son perfeccionistas.
El éxito depende del talento, las habilidades y el conocimiento.
Mito:
El perfeccionista logra todo lo que desea.
Realidad:
Muchas veces el perfeccionismo nos limita.
La necesidad de hacer todo perfectamente bien, nos quita mucho tiempo.
Además, ante la posibilidad de fracasar, la gente perfeccionista puede posponer y dejar de actuar.
¿Qué hacer?
El primer paso para cambiar un hábito es aceptarlo.
Sin embargo, la aceptación es sólo nuestro punto de partida.
Necesitamos trabajar todos los días en el fortalecimiento del nuevo hábito, hasta que éste sustituya al anterior.
¿Qué cosas has dejado de hacer, por enfocarte en lograr la perfección en ciertas actividades?
¿Qué tan tenso, malhumorado o angustiado vives?
¿Te has vuelto un adicto al trabajo?
¿Duermes poco o mal, pensando en lo que tienes que hacer para mejorar tu trabajo u otras actividades?
¿No te das tiempo para comer bien, estar con tus amistades o familia o para descansar y divertirte?
No es fácil vernos a nosotros mismos para reconocer nuestra autoestima baja y aceptar nuestras debilidades y limitaciones.
Revisa los errores que has cometido durante tu vida de adulto (seguramente no recordarás la mayor parte) y ve cuales han
tenido consecuencias terribles.
La mayor parte de los errores que tememos cometer, no traen consecuencias muy negativas y si es necesario, podemos
corregirlos.
Recuerda que lo realmente valioso no es evitar los errores, sino aprender de ellos y sobreponerse y que tu valor
personal no depende de tus logros.
Depende de lo que implica ser una persona:
Del potencial y las capacidades que todos los seres humanos tenemos:
Pensar, sentir, aprender, vivir con consciencia, relacionarnos, darle un sentido y un significado a nuestra vida, etc.
Analiza la diferencia entre tratar de mejorar, cuando nos es posible y tener que hacer las cosas perfectas.
Trata de analizar tus expectativas y de replantearlas.
Ante una situación que no resultó como querías, ¿puedes separar lo bueno de lo malo?
Haz una lista de tus limitaciones y acéptalas como una parte de ti, sin devaluarte por ello.
Establece metas que sean alcanzables para ti y no te compares con los demás.
Pon un límite razonable de tiempo y energía para el logro de tus objetivos.
Aprende a manejar la crítica de los demás y disminuye la propia.