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Camila Simon 3 er año CEOP
Epicureísmo
En los siglos XVI Y XVII, se desató un profundo interés en Europa por el epicureísmo,
escepticismo y estoicismo. Ellas tuvieron alguna relación con la formación del clima propicio al
denominado libertinismo erudito. Y no solo en los aspectos morales, sino también en las teorías
gnoseológicas, en su rechazo hacia la metafísica y su inconformismo religioso.
El epicureísmo en particular se había asomado oficialmente a la historia filosófica del
Renacimiento a través de algunos temas como el De voluptate de Lorenzo Valla. Este representó
en la Francia cartesiana la instancia empirista.
El punto de encuentro entre el aristotelismo heterodoxo y el epicureísmo residía en la común
negación de la espiritualidad personal del individuo humano.
En lo moral, los epicúreos negaban todo finalismo trascendente y propiciaban una sabiduría de la
buena administración del placer. Malebranche detecta la falta de finalismo y la negación de la
Providencia.
Malebranche considera a los espíritus fuertes sumamente atados a lo sensorial y a la imaginación,
no iluminado por la verdad intelectiva.
El tema de las pasiones da a Maleb. Un nuevo motivo para aludir a los libertinos neoepicúreos.
Las pasiones son para Maleb. modificaciones del alma obradas por Dios con ocasión de los
movimientos o modificaciones acaecidas en el cuerpo. Los epicúreos, según él, al identificar la
verdadera divinidad con la totalidad de la naturaleza, creen que secundar la búsqueda del
placer y evitar el dolor es, sin más, secundar un orden divino.
Maleb. reconoce que el placer es fuente de felicidad.
Llega así uno de los puntos más interesantes del pensamiento de Maleb. que defiende la
importancia de la afectividad en la vida espiritual, separándose en esto de un racionalismo
voluntarista:
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“Nosotros podemos y debemos amar aquello que es capaz de hacernos sentir placer, estoy de
acuerdo. Pero es por esta misma razón que no debemos amar más que a Dios, puesto que no hay
nada fuera de Dios que pueda obrar en nuestra alma, y que los objetos sensibles solo pueden
mover los órganos de nuestros sentidos”.
El placer sensible es indiscutiblemente un bien, pero sólo para la utilidad del cuerpo, su causa
eficiente es Dios. La causa del desvío o el defecto del hedonismo residiría, según Maleb., en
tomar demasiado en serio los objetos sensoriales como fuente de placer y felicidad. Es irracional,
por lo tanto, entregarse a los placeres del cuerpo como un fin en sí mismo, tal como lo predican
los epicúreos. Maleb.: “el bien de nuestro cuerpo no es nuestro bien.”
Maleb. ataca otro punto neurálgico del libertinismo: la negación del pecado original. Confundir
el bien parcial del placer sensitivo con el bien absoluto tiene su origen en el pecado que ha
debilitado la inteligencia y la voluntad del h. Después del pecado original, sólo podría recuperarse
la unión entre la virtud y la felicidad por la gracia de Cristo.
Aquí todo se halla trasmutado en un sentido frontalmente antiepicúreo y antilibertino,
mediante la conjugación de la moral filosófica y la teología de la gracia, que no hace más que
continuar con la tradición agustiniana.
El importante capítulo examinado llama a los “espíritus fuertes” seres a los que el “orgullo de
las pasiones ha reducido a la condición de bestias”. Íntima relación establecida entre
epicureísmo y libertinismo.
Escepticismo
La importancia de la duda escéptica en el siglo XVII, Pascal y Descartes. En la época de
Malebranche, su expansión era mayor. Él advierte el peso del escepticismo en la impiedad
contemporánea.
Se acerca más a la propuesta cartesiana. Maleb distingue dos tipos de dudas: la escéptica y la
cartesiana. Descartes superaba la duda escéptica mediante el cogito y su metodología.
Maleb. añade la formulación explícita del ontologismo. Suponiendo que le sea dada al hombre
una luz originaria de la verdad, debida a la intuición del ser, la duda metódica viene a ser
justificada como ejercicio libre de la atención, para recibir con mayor disposición y claridad,
la luz de la verdad. (manera de dudar de filósofos, no de ateos).
Primera meditación metafísica de Descartes enseña una duda “con espíritu”, no “por la fantasía”.
Uno de los puntos débiles de Maleb. es su polémica contra la imaginación, la transforma en
fuete de errores, parece heredar el odio de algunos Padres de la Iglesia por la literatura pagana.
Maleb. critica particularmente a Montaigne y a su bizzarie, que inaugura un nuevo modo de
escepticismo, recurría a cierto brillo de erudición, de relatos y de lecturas hasta ese entonces
olvidadas o desconocidas. Lo acusa de pedante (no razonable). Afirma que los escépticos eruditos
son víctimas de orgullo y del abuso de la imaginación. Añade Maleb, hay una diferencia esencial
entre saber y dudar.
Maleb. así interpreta el escepticismo respecto de la postura de Descartes.
Maleb. tiende a separar un tanto intelecto y voluntad; el efecto del pecado original se centra sobre
todo en esta última, y sólo a través de ella, sobre la inteligencia, generando el descontrol de la
imaginación. Esta temática va unida al ontologismo, que profesa la intuición de la idea de ser
como condición de todo otro conocimiento.
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La erudición
Maleb. critica a la erudición tomada como fin en sí misma, no ayuda a conocer mejor el
destino y último fin del h. Ese rechazo de la erudición como simple acumulación de curiosidades
históricas, está relacionado con lo que tiene de cartesiano su pensamiento y, además, con la
estrecha relación que ve él entre la erudición y el libertinismo.
Maleb. afirma que los eruditos “son como lugares de colección de antigüedades y que no se
esfuerzan casi nunca por volver más justo su espíritu o por moderar los movimientos del corazón.”
A los eruditos, los llama vanidosos, porque se proclaman más sabios por haber leído más e
impresionar a la mayor parte de los espíritus”.
Maleb. no critica sólo a la erudición libertina, sino también la de muchos escolásticos que se
devanaban los sesos y emprendían arduas disquisiciones sobre lo que realmente habían pensado
sobre tal o cual tema, Tertuliano. Aristóteles o Averroes.
De acuerdo con lo dicho por Malebranche, la erudición es una curiosidad vana y elegante y ataca
a los que se refugian en ella para evitar problemas teoréticos.
Maleb. ve la conexión entre erudición y escepticismo: la multiplicidad de datos y opiniones
impide un juicio definitivo sobre un determinado tema. Y también, ve en la erudición el
deseo de querer destacarse por sobre los demás.
Auge de la erudición, abandono de metafísica y moral.
Separación de Descartes y Malebranche: el primero, en su discurso del método, estableció un
corte neto entre el saber humano y la revelación, entre filosofía y teología. Malebranche, une una
gran libertad de espíritu a una obediencia sincera en cuestiones de fe y de tradición cristiana.
Busca reestablecer el diálogo entre filosofía y teología (con respeto hacia la tradición) mientras
esto Descartes, en buena medida, lo había acotado.
Razón fundamental por la cual Maleb. rechaza la erudición: la verdad no puede ser poseída
como los objetos que guarda un archivista o como los datos que acumula un erudito en su
diccionario (problema cuya cumbre es Bayle), lo más esencial de la verdad se comunica a todo
hombre que la ame y que esté suficientemente atento a su luz, aunque desconozca sobre tal o
cual problema la opinión de los antiguos.
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El componente estoico
En la difusión de autores antiguos en los siglos XVII y XVII, hay presencia del estoicismo.
Aunque en algunos puntos de moral, el estoicismo fue susceptible de un acercamiento al
pensamiento cristiano, algo de su estirpe se ha transmitido en la formación de los “espíritus
fuertes”.
Una de las características del estoicismo es su prédica de la entereza y del carácter moral, lleva a
sobreestimar la voluntad humana.
Malebranche se opone al estoicismo, incluso más que al epicureísmo, y el motivo es filosófico
y teológico, se concentra en el orgullo estoico y en la confianza extrema en las propias fuerzas,
fruto de la identificación de la razón (logos) con la energía que rige el mundo.
Se observa en lo dicho por Maleb. que el movimiento libertino podría tener una cierta filiación
histórica con fuentes estoicas.
En el seno del movimiento libertino, el estoicismo influye dando a la moral una autosuficiencia
que la independiza de la religión y de la búsqueda de felicidad, proclamando el culto a la
virtud por la virtud misma.
Los estoicos ignoran el verdadero bien, suponiéndolo solo dentro de sí mismos.
Maleb, da un lugar central a la afectividad en su antropología. La voluntad humana sola no es
la causa eficiente de la virtud o del bien, sino una fuerza movida por Dios, en ocasión del
sentimiento (atracción de la gracia hacia lo virtuoso).
Maleb, da la razón a los epicúreos: el placer es un bien, solo que ordenado al bien en sí.
La total autonomía de la moral estoica, desconoce dos dependencias fuertes en el h.: La de
pendencia de Dios y la de nuestro cuerpo y el mundo sensible, acentuada por el pecado
original.
Estoicismo, lleva a la legitimación de actitud de los espíritus fuertes, la posibilidad autónoma de
superar la debilidad humana frente al placer y la afirmación de la total autonomía de la moral
respecto de la revelación. Aquí esta supuesta la negación del pecado original (también Bayle en
su diccionario hist. crítico).
Maleb. tiene como intención principal corregir las tendencias de los espíritus fuertes más que las
posibles infiltraciones de ideas estoicas en autores contemporáneos.
La filosofía de Malebranche, deliberadamente anti historicista, está fuertemente impregnada de
sentido histórico.
El estoicismo aporta al libertinismo un componente de racionalismo teológico, el rechazo de
un elemento sobrenatural, como la revelación o la gracia. Este racionalismo teológico no está
separado de una preparación para el racionalismo iluminista.
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Libertinismo y política
Una doctrina política opuesta a los principios del medioevo fue la de Nicolás Maquiavelo. Rompe
contra toda forma de primacía del clero y separa política y moral. Y tiene un nexo complejo
con el movimiento libertino.
Maleb., era antimaquiavelista. Trata el enfoque político del libertinismo como fruto del
desborde de la imaginación y de las pasiones, contrapuesto a una vida social regulada por la razón.
El poder, transforma al príncipe en árbitro y poseedor de la verdad. Prima el poder sobre la
razón, la verdad y sobre las consideraciones de orden moral.
La mentalidad en las cortes tiene un desorden cuyas causas son: la primera es la impiedad de los
soberanos cuando se erigen en la máxima autoridad religiosa de sus súbditos, “si la religión del
príncipe, hace la religión de los súbditos, la razón del príncipe hará la razón de los súbditos”.
No hay ninguna instancia terrestre superior a la autoridad del príncipe. La otra causa es el nexo
entre nominalismo y primacía del poder. En la filosofía de Maleb. además de un orden de
esencias fundadas en la naturaleza divina, hay afirmación de las “relaciones de perfección”, que
fundamentan el orden moral, y cuya jerarquía debe ser la base del orden social.
En el Traité de morale y los Entretiens sur la métaphysique, Maleb. irá más a fondo con sus tesis
de la verdad objetiva y el orden de relaciones de las relaciones de perfección, que tiene su origen
en la naturaleza increada de Dios, son el único fundamento posible para la comunicación racional
entre los hombres y, por tanto, la única base de una política racional y humana.
Maleb. sabe que la corrupción política surge de la carencia de interioridad y del desorden de las
pasiones, e intenta proponer otra fundamentación del orden social y político.
El pragmatismo político llevado al extremo sería un primado del factum humano sobre el
Verum.
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y las ideas. Al reducirse la presencia de los cuerpos a mera ocasión para que Dios cause el
sentimiento y muestre la idea, el reino de lo creado toma carácter de mediación en lo
puramente instrumental.
Olvido de acto participado, el único acto del intelecto es ser iluminado por la luz del ser: en
cada acto intelectivo el alma es pasiva, receptiva. La actualidad de lo finito esta reducida a la
determinación y limitación. Lo que hay de acto en la cosa no le pertenece intrínsecamente.
Pero, puede aceptarse esa presencia divina como algo ínsito, no sólo en la mente y corazón del h.
sino en las cosas, y estas, en cuanto que son. Lo que hace que sean es su esencia dotada de un
acto que funda y da unidad a sus notas y movimientos.
El acto de ser supera al intelecto por un doble motivo: por ser la fuente de objetividad de la esencia
y por ser la fuente de donde surge el intelecto mismo.
La filosofía de Maleb. no debe ser entendida como una explicación exhaustiva de la realidad.
Parecería que su pensamiento tuviera sólo el propósito de iluminar el sector que resulta esencial
para la relación del hombre con Dios.
La ausencia de sentido analógico y participativo del ser tiene otras consecuencias: la falta
de nexo entre intelecto y voluntad en el interior del ser humano.
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