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Dº INTERNACIONAL PRIVADO EZTALA JOAQUÍN – RENTERÍA M.

VICTORIA – YAPUR NAIM

UNIDAD X
DERECHOS REALES. (ORCHANSKY PÁG. 306 A 320).

Conviene recordar las normas contenidas en los arts. 2311 y 2312 del C. Civil, que nos proporcionan
definiciones sobre las cosas, los bienes y el patrimonio. (CCC: art. 15 y 16)

ART. 2311: Se llaman cosas en este Código los objetos materiales susceptibles de tener un valor.
Las disposiciones referentes a las cosas son aplicables a la energía y a las fuerzas naturales susceptibles de
apropiación.

ART. 2312: Los objetos inmateriales susceptibles de valor e igualmente las cosas se llaman bienes. El conjunto
de los bienes de una persona constituye un patrimonio.

ARTICULO 15. CCC- Titularidad de derechos. Las personas son titulares de los derechos individuales sobre los
bienes que integran su patrimonio conforme con lo que se establece en este Código.

ARTICULO 16. CCC- Bienes y cosas. Los derechos referidos en el primer párrafo del artículo 15 pueden recaer
sobre bienes susceptibles de valor económico. Los bienes materiales se llaman cosas. Las disposiciones
referentes a las cosas son aplicables a la energía y a las fuerzas naturales susceptibles de ser puestas al servicio
del hombre.

La primera parte de este capítulo se ocupa de la ley que rige las cosas, no es objeto de consideración en este
capítulo el patrimonio de la persona. Nos ocuparemos de las cosas consideradas en sí mismas y no de las
cosas que forman parte de la universalidad jurídica.

La determinación de la ley que rige las cosas constituye un problema de DIP. Corresponde a esta disciplina
mediante una norma indirecta, señalar la ley competente para decidir la calidad de mueble o inmueble,
fungible, consumible, enajenable, como así otras calificaciones posibles de las cosas. También le compete
establecer los derechos que pueden constituirse sobre las mismas, los modos de adquisición o transmisión, la
perdida de la propiedad, la prescripción adquisitiva.

Adviértase que la enunciación precedente solo abarca cuestiones relativas a las cosas consideradas en sí
mismas, ut singuli. Se puede anticipar que el derecho internacional privado Argentino interno confunde las
materias y al abandonar el método analítico somete también la capacidad de las personas y la forma de los
actos causales al imperio de la regla lex rei sitae.

COSAS Y DERECHOS REALES. FUNDAMENTO Y ALCANCE DE LA REGLA LEX REI SITAE.

La distinción entre muebles e inmuebles proviene del derecho Romano y se proyecta en el campo de los
conflictos de leyes. El problema fue tratado y resuelto en la escuela estatutaria italiana.

Los inmuebles, objeto de referencia principal de los llamados estatutos reales, estaban sometidos a la ley de
su situación (Lex situs). En cambio, a los muebles se le aplica la ley personal del titular, la ley del domicilio, ya
sea en virtud de una ficción que suponía que tales cosas estaban situadas en dicho lugar, aunque de hecho no
se encontraran allí, o por el adagio: mobilia sequntur personam. Esta solución dual, según se tratara de
inmuebles o muebles se mantuvo invariable a través de todas las escuelas estatutarias. Savigny no fue el
primero en señalar los inconvenientes de tal distinción y proponer un sistema unitario; otros autores antes
que el jurista alemán ya preparo el terreno doctrinario a favor de la nueva teoría. Pero Savigny tiene el mérito
de haber expuesto con extraordinaria claridad y método el fundamento de tal postura. Comienza a recordar

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la distinción entre estatutos personales, reales y mixtos. Los estatutos reales se aplican a todos los inmuebles
situados en los Estados del legislador, cualquiera sea el juez llamado a decidir, nacional o extranjero y
cualquiera sea la nacionalidad o domicilio del propietario o poseedor. Respecto de las cosas muebles, la mayor
parte de los autores antiguos las distinguen de los inmuebles, y las someten a la ley del domicilio del
propietario. Esta distinción entre muebles e inmuebles a los fines de someterlos a las leyes diferentes carece
para Savigny de fundamento.

Al ocuparse de los derechos sobre cosas particulares, es decir derechos reales, con el fin de determinar la ley
que los rige, afirma que como semejante objeto cae bajo el dominio de nuestros sentidos y ocupa un lugar
determinado en el espacio, este lugar donde se encuentra la cosa constituye al mismo tiempo la sede o el
asiento de la relación jurídica.

El que quiere adquirir o ejecutar un derecho sobre una cosa se transporta con esta intención al lugar que
ocupa y para esta especial relación jurídica se somete, al derecho de la localidad. Así pues cuando se dice que
los derechos reales se juzgan según el derecho del lugar en que la cosa se encuentra (lex rei sitae) se parte del
mismo principio que cuando se aplica al estado de la persona la lex domicilii, este principio es la sumisión
voluntaria.

He aquí expuesto con claridad y en ajustada síntesis el pensamiento de Savigny y la JUSTIFICACIÓN DE LA


REGLA LEX REI SITAE PARA REGULAR LOS DERECHOS REALES SOBRE MUEBLES E INMUEBLES.

Otro motivo viene además a justificar esta referencia. El derecho sobre una cosa puede ser común a varias
personas que tengan cada una un domicilio diferente. Si el derecho aplicable fuera el domicilio, habría que
decidir en tal caso cual es el domicilio cuyo derecho se quiere aplicar. Si el derecho aplicable fuera el domicilio
de la persona, cabe preguntarse, ¿Cual es esta persona? Sera sin duda la que tiene derecho a la cosa en virtud
de la relación de derecho. Pero esta regla es muy equivoca. Cuando se trata de la traslación de la propiedad
no se sabe si designa al antiguo o al nuevo propietario, no puede determinarse a que parte debe atribuirse
cuando la propiedad está en litigio. Ciertamente se podría abandonar por completo la determinación del
propietario sustituyéndolo por el poseedor, lo cual simplificaría y facilitaría mucho la aplicación de la regla.
Por último, además de la propiedad hay ciertos derechos reales que cuando existen o se pretenden,
constituyen para las personas un derecho a la cosa. Así, aunque fuera correcto que el derecho local se
determina por el domicilio de la persona, este principio sería demasiado equivoco, porque las diferentes
personas pueden tener domicilios diferentes y esta pretendida regla no podría darnos la solución practica del
problema. La incertidumbre desaparece cuando se adopta la lex rei sitae que, por su naturaleza es siempre
simple y exclusiva.

Además de las razones ya expuestas suele invocarse como fundamento de la regla lex rei sitae respecto de los
inmuebles, la soberanía territorial, argumentando que si una ley extranjera regulara los inmuebles que
constituyen parte del territorio nacional, su aplicación podría lesionar la soberanía del Estado respectivo.

No obstante, la fuerza psicológica de este argumento, podemos prescindir de él, porque generalmente la regla
lex rei sitae va unida a otra regla de derecho procesal internacional que somete el ejercicio de las acciones
reales a la jurisdicción de las autoridades del país donde está situado el bien.

LA REGLA LEX REI SITAE CONSTITUYE, PUES, UNA NORMA INDIRECTA UNIFORME DE DIP, QUE SE EXPRESA ASÍ:
los bienes raíces se rigen por la ley de situación. Esta aceptada desde antiguo y tiene vigencia universal. En
cambio la aplicación de la lex rei sitae a los muebles no tuvo aceptación general y ya vimos que los estatutarios
se apartaron de ella y sometieron los muebles a la ley del domicilio del propietario. Story continua la tradición
estatutaria y trata la cuestión bajo los títulos de propiedad personal o mueble y propiedad real o inmueble.

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Respecto de la primera afirma que los muebles siguen a la persona y se rigen por las mismas leyes que
gobiernan al propietario, es decir, la ley del lugar del domicilio.

Sin embargo, continua Story, cuando se dice que los muebles siguen a la persona del dueño y se rigen por la
ley de su domicilio, debemos limitar la doctrina a los casos en que propiamente pueden decirse que conservan
su carácter primitivo y natural. Porque los muebles pueden estar anexos a los inmuebles y entonces toman el
carácter de los últimos. Así, los muebles anexos a una propiedad o finca, se consideran parte de esta última.

Así queda enunciada la primera excepción a la regla general de que la propiedad personal o mueble no tiene
localidad y que las leyes del domicilio del dueño deben en todos los casos determinar la validez de toda
transferencia, enajenación o disposición hecho por el dueño, ya sea inter vivos, ya sea post mortem. La
segunda excepción la constituyen los fondos públicos o títulos de renta, cuya naturaleza requiere que se lleven
a ejecución conforme a la ley local. Están comprendidos todos los muebles que poseen una localidad implícita,
tales como las acciones de bancos, de seguros, de barreras, de portazgo, de canales y de puertos y otra
propiedad incorpórea que debe su existencia o se regla por las leyes locales particulares. No puede hacerse
transferencia positiva de tales bienes sino de la manera prescripta por los reglamentos locales.

Por último, una tercerca excepción si un propietario dispusiese la venta de muebles o la llevase a efecto en un
país extranjero (distinto al de su domicilio), conforme a la ley local extranjera donde el bien está situado, no
puede dudarse sobre la validez de tal venta. La conveniencia general y la libertad de comercio requieren esta
ampliación de la regla, pues de otra manera la venta de los muebles, situados actualmente en un país
extranjero, hecha de acuerdo con las formas prescriptas por sus leyes, podría declararse nula en el país del
domicilio del dueño.

EN SÍNTESIS, Story sostiene que los muebles deben regirse por la ley del domicilio del propietario, pero admite
importantes excepciones. Los muebles anexos a un inmueble y los que poseen una localidad implícita están
sometidos a la ley de su situación. Por otra parte, toda transferencia de muebles efectuada de acuerdo con la
ley local de la situación es válida, aunque no se hayan observado las prescripciones de la ley del domicilio.

Savigny adopta el sistema unitario y proclama la vigencia de la regla lex rei sitae también para los muebles.

Es cierto que dada la naturaleza de estos últimos, la cuestión no es tan simple como respecto de los inmuebles.
Al examinar el lugar que ocupan en el espacio las cosas muebles aparecen dos casos extremos diametralmente
opuestos, entre los cuales viene a colocarse una multitud de casos intermedios. El lugar que las cosas muebles
ocupan en el espacio puede ser tan indeterminado y variable que no dan ninguna idea precisa sobre el
territorio en que se encuentran, lo cual excluye naturalmente la sumisión voluntaria al derecho local de este
territorio. Cítense como ejemplos, el viajero que es conducido con su equipaje en un tren puede atravesar en
un solo día varios países sin inquietarse por saber cuál es el que momentáneamente pisa. Lo mismo ocurre
cuando un comerciante expide mercancías mientras están en camino, principalmente cuando son expedidas
por mar para diferentes puertos y para diferentes partes del mundo, con el fin de buscar el mercado más
ventajoso. En semejantes casos no se puede evidentemente aplicar la lex rei sitae y debemos buscar con el
pensamiento el lugar en que la cosa ha de quedar por más largo tiempo o por un tiempo indeterminado.
Algunas veces se nos indica este lugar de una manera cierta por la voluntad del propietario, algunas veces
también coincide con el domicilio de este, Savigny cita como ejemplos el equipaje que un viajero lleva
ordinariamente consigo cuando termina su viaje, o las mercaderías que el negociante expide o remite, cuando
no se encuentra colocadas en el lugar de su domicilio, para esperar tiempos más propicios. Por haber tomado
en consideración los casos de esta especie, se ha pretendido aplicar de una manera general el derecho del
domicilio a las cosas muebles. Dice el jurista alemán, Esto nos explica la razón de que los tribunales y los
autores americanos, Story, por ejemplo, sean grandes partidarios de esta opinión, pues naturalmente tienen
principalmente en cuenta al comercio marítimo.

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En el otro extremo se ubica el segundo caso: cuando las cosas muebles están destinadas a permanecer
constantemente en el mismo lugar, como los muebles de una casa, una biblioteca, una colección de objetos
de arte, los instrumentos de labranza que sirven para la explotación de una finca rustica. Es verdad que el
destino de estas cosas no es inmutable y que se las puede transportar de un lugar a otro país, pero semejantes
cambios son accidentales y están fuera de las intenciones actuales y de las previsiones del poseedor. Esta
categoría de cosas muebles de situación permanente deben ser juzgadas según el derecho local que
determina su actual situación y no según el domicilio del poseedor o del propietario. Entre los dos casos
extremos expuestos por Savigny (los muebles que el propietario lleva consigo o se tienen para ser
transportados a otro país y los muebles de situación permanente), se ubican los casos intermedios que deben
ser asimilados a una u otra clase según las circunstancias particulares. Por ejemplo, las mercaderías que un
negociante tiene en depósito en un lugar diferente de su domicilio durante un tiempo indeterminado, el
equipaje de un viajero que se queda en un país extraño. Respecto de estas cosas las circunstancias del caso
determinaran si pertenece a una u otra clase. Si el litigio versa, por ejemplo, sobre la forma de la enajenación
(tradición o el simple contrato) para aplicar el derecho local del lugar donde la cosa esta situada se podrá
exigir un tiempo más corto que cuando se trata de una cuestión de usucapión. Pero en general, y esta es la
conclusión de Savigny, a los muebles se debe aplicar la regla lex rei sitae y se debe considerar como una
excepción la aplicación de la ley del domicilio respecto de las cosas de la primera especie.

La contradicción entre Story y Savigny se desvanece ante los casos concretos. En efecto, si nos preguntamos
cual es la solución que cada uno de los juristas mencionados propone para una cosa mueble en particular,
advertimos que sus propuestas coinciden, aunque para uno de ellos sea consecuencia de la aplicación de la
regla general, y para el otro de una excepción. Así si se trata de una colección de objetos de arte, o de una
biblioteca, se debe aplicar la lex rei sitae. Para Savigny, en virtud de la regla general, y para Story, con carácter
excepcional, por tratarse de muebles anexos a un inmueble. Las mercaderías en tránsito se juzgan por la ley
del domicilio del propietario para Story, por la regla general según la cual los muebles siguen a la persona, y
para Savigny por ubicar la hipótesis en el caso excepcional de la primera especie.

CRITICA A LA TEORIA DE LA LEY PERSONAL

Laurent, jurista Belga, lucho contra la tradición estatutaria combatiendo la distinción entre muebles e
inmuebles y pugno por hacer triunfar a la aplicación de una misma ley, a fin de someterlos a un principio
uniforme. Pero a diferencia de Savigny, que se inclinó por la regla lex rei sitae, opto por la ley personal de la
nacionalidad. Los argumentos en que se basó fueron los siguientes:

Desde el punto de vista de la soberanía, no hay diferencia entre las leyes que rigen los bienes y las leyes que
rigen el estado y capacidad de las personas. Así como se admite que las personas están sometidas a su
respectiva ley nacional, debe aceptarse la aplicación de la ley nacional del propietario a sus bienes, sin que la
soberanía se vea alterada.

La teoría del régimen real absoluto, expresado en el bocardo feudal todas las costumbres son reales, se apoya
en una falsa noción de la soberanía. El poder soberano tiene por misión velar por los intereses generales de
la sociedad, por ello cuando hay un interés social comprometido el individuo no puede invocar su ley personal
extranjera. Pero cuando se trata de intereses privados que no afectan el interés social no se justifica la
exclusión de las leyes extranjeras.

La ley extranjera rige a los extranjeros sin que la soberanía territorial sufra por ello ¿Por qué no ha de regir
también los bienes de los extranjeros? Si la persona es lo principal y los bienes lo accesorio ¿Por qué consagrar
una ley distinta para lo accesorio que para lo principal?

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EN CONCLUSIÓN, la doctrina de Laurent afirma que todo estatuto concerniente a las cosas, muebles e
inmuebles, es personal: pero se convierte en real aun cuando seria personal por su naturaleza, solo en los
casos en que se encuentre afectado un derecho o interés social.

El error de Laurent consistió en considerar casos excepcionales los que en realidad constituyen la regla. En
efecto, el régimen de los bienes afecta siempre el interés social, de ahí que se impone la ley territorial y se
excluye la ley personal.

Estas consideraciones hacen impracticable el sistema de Laurent: si los bienes están sujetos a la ley nacional
del propietario, ¿qué ley se les aplicara cuando el propietario es desconocido? y en los casos de copropiedad,
si los copropietarios tienen distinta nacionalidad, ¿Cuál de esas diversas leyes se aplicará al régimen del bien?

Pero no todo debe ser negativo y culminar con el rechazo absoluto de las ideas del sabio jurisconsulto belga.
Su doctrina marca, sin duda, un progreso en las ideas al poner en evidencia todas las exageraciones del
sistema realista extremo respecto de la ley que rige los bienes. Su teoría permite que ciertas relaciones
jurídicas sean rescatadas del imperio de la ley territorial y sujeta a la ley personal. Recordamos al comienzo:
el régimen de los bienes no debe abarcar la capacidad de las personas ni la forma de los actos jurídicos. En
ese aspecto el sistema de Laurent coincide con el de Savigny, ambos someten la capacidad de adquirir, de
igual manera que la capacidad de enajenar, a la ley personal de la persona que pretenda adquirir o enajenar,
y no a la ley del lugar en que la cosa se encuentra situada. La diferencia consiste en que Savigny es partidario
de la ley del domicilio y Laurent, de la ley de la nacionalidad.

ANALISIS DE LOS ART. 10 Y 11 DEL CODIGO CIVIL ARGENTINO. Y DE EL NUEVO CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL.

INMUEBLES
CÓDIGO CIVIL DE VELEZ

ART. 10: Los bienes raíces situados en la República son exclusivamente regidos por las leyes del país, respecto
a su calidad de tales, a los derechos de las partes, a la capacidad de adquirirlos, a los modos de transferirlos, y
a las solemnidades que deben acompañar esos actos. El título, por lo tanto, a una propiedad raíz, sólo puede
ser adquirido, transferido o perdido de conformidad con las leyes de la República.

Las fuentes de inspiración del art. 10 han sido, Story y Savigny.

➢ LOS BIENES SITUADOS EN LA REPUBLICA

La primera observación que sugiere este párrafo, es que estamos en presencia de una norma indirecta
unilateral, en razón de que su tipo legal solo contempla los inmuebles situados en el territorio argentino y no
los inmuebles en general.

Por el contrario, la norma indirecta del art. 11, que se refiere a los muebles, es completa y unilateral.

➢ SON EXCLUSIVAMENTE REGIDOS POR LAS LEYES DEL PAÍS RESPECTO A SU CALIDAD DE TALES

La norma resuelve un problema de calificaciones conforme a la lex causae.

La ley argentina, por ser la ley del lugar de situación de la cosa, decide su calidad de inmueble y, por exclusión,
su calidad mueble.

Los inmuebles son tales, por su naturaleza, por accesión, o por carácter representativo.

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Los inmuebles por su naturaleza están determinados en el art. 2314. Los inmuebles por accesión son aquellos
muebles que están físicamente adheridos al suelo con carácter permanente o aquellos que lo están por la
intención del propietario o sus representantes. Los inmuebles por su carácter representativo están previstos
en el art. 2317. Las demás cosas son muebles.

Decimos que el problema de calificación en torno a la naturaleza mueble o inmueble del bien se resuelve por
aplicación de la lex causae, pero debido a que las acciones reales deben entablarse ante los jueces del lugar
de situación de las cosas, en estos casos coincide la lex causae con la lex fori.

➢ LOS DERECHOS DE LAS PARTES

El precepto legal alude a los derechos reales sobre inmuebles, considerados uti singuli. A diferencia de otras
legislaciones que adoptan un criterio ejemplificativo de los derechos reales, el cual puede ser ampliado por
voluntad de los particulares, nuestro código civil adopta un catálogo cerrado y exhaustivo de tales derechos y
excluye en esta materia la autonomía de la voluntad (art. 2505 y 2503).

➢ A LA CAPACIDAD DE ADQUIRIRLOS

Nos encontramos con una expresión controvertida que ha originado distintas interpretaciones por parte de
los juristas que se han ocupado del tema. A continuación se enuncian las diferentes interpretaciones de este
párrafo del art. 10.

Según una postura doctrinaria (Chavarri) que es compartida por nuestra jurisprudencia, la interpretación
1 literal e histórica del art. 10 conducen a afirmar que la capacidad para adquirir o transferir derechos reales
sobre inmuebles situados en la Argentina se rige exclusivamente por la ley territorial. Literalmente el art.
consagra, pues, una excepción a la regla general sobre capacidad contenida en los arts. 6, 7 y 948: la ley del
domicilio es sustituida por la lex situs. Históricamente esta interpretación coincide con una de las fuentes de
inspiración del precepto; Story, aunque se aparta de otras de sus fuentes, Savigny, quien, como ya se ha
recordado, somete la capacidad de las personas que pretenden adquirir o enajenar inmuebles a la ley personal
del domicilio.

Esta interpretación literal e histórica (fiel a Story), conduce al siguiente resultado: si una persona es capaz por
la ley extranjera de su domicilio, pero incapaz por la ley argentina de situación del inmueble, debe ser
considerada incapaz.

Romero del Prado propone la vigencia de la regla general sobre la capacidad de los arts. 6, 7, 948 y 949 del
C.C. Sostiene que el art. 10 contempla en su tipo legal a los inmuebles situados en la Rca. y no a las personas
posibles titulares de derechos reales sobre dichos bienes.

Partiendo de esa afirmación entiende que la expresión capacidad de adquirirlos alude a la capacidad o mejor
dicho, a la susceptibilidad, o no de los inmuebles de ser adquiridos y no se refiere a la capacidad de las
personas. Así, la ley argentina de la situación resuelve acerca de la enajenación absoluta o relativa, la
posibilidad de adquirir un inmueble, sin ser dueño, por medio de la ocupación, la posesión, etc. De manera
que el art. 10 en el párrafo que dice capacidad de adquirirlos, remite a los arts. 953, 2337, 2338, 2340 a 2343,
2 3951 y 3952 del C.C. Otro argumento se extrae de la nota del codificador al art. 6, quien conforme a su modelo
Freitas y Savigny, expresa: la última parte del art. no se opone al principio de que los bienes son regidos por la
ley del lugar en que están situados, pues en este artículo se trata de la capacidad de las personas y no del
régimen de los bienes o de los derechos reales que los afectan.

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Calandrelli sostiene que el art. 10 del C.C. ha sido tomado de Story, menos, en lo relativo a la capacidad de
3 adquirirlos. Calandrelli afirma que el art. 10 ha tomado la letra de Story y el pensamiento de Savigny. Por lo
tanto, cuando el art. 10 somete la capacidad de las personas a la ley argentina no exige de manera alguna que
se aplique la ley territorial, sino que se juzgue la capacidad según las leyes del país que legislan sobre la
materia.

Según el autor, se opera un reenvió interno de la norma indirecta del art. 10 a la norma indirecta de los arts.
6 y 7. La capacidad para adquirir o enajenar inmuebles situados en la Argentina no está regida por el derecho
privado argentino, sino por el derecho internacional privado argentino, que señala la competencia de la ley
domiciliaria.

Otro criterio interpretativo se basa en la distinción entre los conceptos capacidad de hecho o de obrar y
4 capacidad jurídica o de derecho. La primera sometida a la ley del domicilio (arts. 6, 7 y 948), la segunda a la
ley territorial (art. 949), según la tesis chauvinista. Guastavino y Salvat opinan que la capacidad de hecho para
adquirir bienes raíces situados en la Argentina se rige por la ley del domicilio, pero en virtud del art. 10, la
capacidad de derecho está sometida a la ley territorial.

Vico al exponer su concepción respecto del régimen internacional de la capacidad, la cual encuadra dentro de
5 la tesis cosmopolita, sostiene que el art. 949 debe entenderse referido a la incapacidad de derecho, por lo
tanto, la expresión capacidad de adquirirlos del art. 10, también se limita a la incapacidad de derecho para
adquirir bienes raíces situados en la Republica y esta interpretación permite armonizar el art. 10 con los arts.
9 y 949 del C.C.

De todo lo expuesto hasta ahora en torno de la expresión capacidad de adquirirlos, podemos extraer la
siguiente conclusión: La interpretación literal e histórica del art. 10 nos conduce a la aplicación exclusiva de la
ley argentina del situs, para juzgar la capacidad de las personas que pretenden constituir derechos reales sobre
inmuebles argentinos. Las otras interpretaciones, que se apartan del método literal e histórico, procuran, en
nombre de la justicia y de la armonía de las soluciones, corregir el expansionismo del art. 10 y restringir su
aplicación a un ámbito limitado, de tal manera que la capacidad de adquirir, o enajenar bienes raíces situados
en territorio argentino se rija por la ley del domicilio, quedando siempre el orden público para proteger los
principios fundamentales patrios.

➢ A LOS MODOS DE TRANSFERIRLOS Y A LAS SOLEMNIDADES QUE DEBEN ACOMPAÑAR ESTOS ACTOS

Este párrafo se refiere no solo al sistema de transmisión del dominio de la propiedad raíz, sino a toda
constitución o mutación de derechos sobre inmuebles situados en la Argentina. En la actualidad, y a raíz de la
reforma introducida al art. 2505 por la ley 17.711, posteriormente completada por la 17.801, se exige:
✓ escritura pública (portante del contrato causal),
✓ tradición; e
✓ inscripción registral.

Si tenemos en cuenta la distinción que la ley civil establece entre titulo (causa) y modo, el art. 10 no se refiere
en absoluto al contrato causal. Así, por ejemplo, en el caso de la validez intrínseca del contrato causal, este
debe juzgarse por las normas contenidas en los arts. 1205 a 1214 del C.C. y conforme a ellas el enajenante
está obligado a realizar el modo. Sin embargo, en algunas legislaciones se dispone que el contrato de
compraventa de una cosa mueble transfiera inmediatamente su propiedad; en tal caso opera la coincidencia
entre el modo y el título, la compraventa desempeña en este supuesto el doble papel del primero y del
segundo (Goldschmidt). La última parte del art. 10 dispone: el título, por lo tanto, a una propiedad raíz, solo
puede ser adquirido, transferido o perdido de conformidad con las leyes de la Republica. He aquí una
confusión entre título y modo, ya que las palabras por lo tanto sugieren el propósito de sintetizar en un
corolario todo lo estatuido en el párrafo anterior. La interpretación que estimamos correcta debe limitar la

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aplicación del art. 10 a los casos de sucesión singular de inmuebles situados en la Argentina. No obstante,
nuestra jurisprudencia y gran parte de la doctrina civilista sostiene que el art. 10 se aplica también a la sucesión
de los herederos o de los legatarios en los derechos del causante.

La expresión las solemnidades que deben acompañar estos actos expresa la necesidad de que se someta a
las formas prescriptas por la ley argentina todo negocio jurídico referente a derechos reales sobre inmuebles
argentinos. He aquí una importante excepción a la regla locus regit actum, consagrada por los arts. 12 y 950
del Código Civil.

➢ HAY QUE ACUDIR A LOS ARTS. 1211 Y 3129.

Art. 1211: Los contratos hechos en país extranjero para transferir derechos reales sobre bienes inmuebles
situados en la Republica tendrán la misma fuerza que los hechos en el territorio del Estado, siempre que
constaren de instrumentos públicos y se presentaren legalizados. Si por ellos se transfiriese el dominio de bienes
raíces la tradición de estos no podrá hacerse con efectos jurídicos hasta que estos contratos se hallen
protocolizados por orden de un juez competente.

Los contratos celebrados en el extranjero, referentes a derechos reales sobre inmuebles situados en nuestro
país, deben contar ab initio en un instrumento público. La nota respectiva explica porque no se exige que
precisamente sean hechos por notarios o escribanos públicos. La calidad del instrumento público es una
cuestión que decide la ley del país donde se lo ha otorgado, aunque el funcionario interviniente no fuera un
escribano. Queda descartada, entonces, la posibilidad de que sea presentado con valor transmisivo un
documento privado, puesto que la primera condición es que se trate de un instrumento público, es decir, de
un documento en el que ha intervenido un funcionario depositario de la fe pública en el país donde se llevó
a cabo el negocio.

El documento extranjero autentico debe ser presentado ante el juez del lugar de situación del bien para que
ordene su protocolización. En todos los Códigos de Procedimientos civiles existe previsión al respecto. El juez
competente designara notario con jurisdicción también para el caso y este último mediante el pedido de los
certificados registral−administrativos correspondientes, efectuara la tarea de la protocolización y posterior
expedición de testimonios. Luego se procederá a la inscripción en el registro.

CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL

ARTICULO 2663.- Calificación. La calidad de bien inmueble se determina por la ley del lugar de su situación.

ARTICULO 2664.- Jurisdicción. Acciones reales sobre inmuebles. Los jueces del Estado en que están situados
los inmuebles son competentes para entender en las acciones reales sobre dichos bienes.

Antiguamente no se contemplaba esta normativa, pero si se encontraba en los Tratados de Montevideo de


1889 y 1940 una disposición: Indican que “las acciones reales y las denominadas deben ser deducidas ante los
jueces del lugar en los cuales resida la cosa sobre la cual la acción recaiga. Si comprendieren cosas ubicadas
en distintos lugares, el juicio debe ser promovido ante los jueces del lugar de situación de cada una de ellas”.

ARTICULO 2667.- Derecho aplicable. Derechos reales sobre inmuebles. Los derechos reales sobre inmuebles
se rigen por la ley del lugar de su situación.
Los contratos hechos en un país extranjero para transferir derechos reales sobre inmuebles situados en la
República, tienen la misma fuerza que los hechos en el territorio del Estado, siempre que consten en
instrumentos públicos y se presenten legalizados.

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LEGALIZACIÓN: Es un acto administrativo por el que se otorga validez a un documento público extranjero,
comprobando la autenticidad de la firma puesta en el documento y la calidad de la autoridad firmante del
documento actuado.

Utiliza el mismo criterio que el art. 10 de Vélez respecto de la capacidad, que tanto debate había generado en
ocasión de interpretar citado artículo. Con las disposiciones del CCyC queda claro que aquella queda
sometida al lugar del domicilio de la persona humana (art. 2616).

El segundo párrafo del artículo contiene una norma similar al anterior 1211 del CC. Sin embargo, adviértase,
que se ha omitido la referencia a la protocolización de estos contratos por orden del juez competente, si por
ellos se transfiere el dominio de bienes raíces, a los fines de reconocerles efectos jurídicos a la tradición de
aquellos. La doctrina ha criticado esta omisión en atención a las negativas consecuencias que ello acarrearía
en el tráfico inmobiliario.

CASO DE LA HIPOTECA CONSTITUIDA EN EL EXTRANJERO. CAUSA LICITA


Art. 3129: Puede también constituirse hipoteca sobre bienes inmuebles existentes en el territorio de la
República, por instrumentos hechos en países extranjeros, con las condiciones y en las formas dispuestas por
el artículo 1211. De la hipoteca así constituida debe tomarse razón en el oficio de hipotecas, en el término de
seis días contados desde que el juez ordene la protocolización de la obligación hipotecaria. Pasado ese término
la hipoteca no perjudica a tercero. La hipoteca constituida desde país extranjero debe tener una causa lícita
por las leyes de la República.

Hay que recordar que la hipoteca fue el único derecho real para el cual Vélez previo la registración, procurando
su oponibilidad a terceros por esa vía.

El art. 3129 dispone en su primera parte que los instrumentos otorgados en el extranjero deben cumplir las
condiciones y formas dispuestas por el art. 1211. Debe tratarse entonces, de un instrumento público legalizado
y protocolizado por orden del juez competente.

El segundo párrafo exige que la hipoteca tenga efectos respecto de terceros, que se la registre dentro de los
seis días contados desde que el juez ordene la protocolización de la obligación hipotecaria. Esta última
expresión es inadecuada, ya que se protocolizan documentos portantes de un contrato hipotecario y no la
obligación en sí.

Si la hipoteca constituida en el extranjero es registrada dentro del término fijado, seis días desde que el juez
ordene la protocolización, produce efecto respecto de terceros desde el día en que mereció aprobación
judicial el pedido de protocolización.

La diferencia que puede señalarse con las hipotecas constituidas en el país es que estas, cuando son
registradas dentro del término legal (Art. 3137 C.C.) producen efecto respecto de terceros desde el día del
otorgamiento de la obligación hipotecaria, si se ingresó para su registración dentro del término previsto por
el art. 3137 C.C. Este tratamiento distinto no configura la desigualdad y está justificado por las siguientes
razones: el instrumento público otorgado en el extranjero no es un instrumento público para nosotros,
después de legalizado se transforma en un documento autentico, la providencia judicial que ordena la
protocolización es ya un instrumento público que prueba la existencia del derecho constituido y le da fecha
cierta. Por eso el Código ha fijado la fecha de la providencia judicial que ordena la protocolización como punto
de partida para contar el termino dentro del cual debe efectuarse el registro y cumplida la inscripción en el
registro, los efectos se retrotraen a esa fecha.

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Dº INTERNACIONAL PRIVADO EZTALA JOAQUÍN – RENTERÍA M. VICTORIA – YAPUR NAIM

CONSECUENCIAS: Si entre la fecha en que se constituyó la hipoteca en el extranjero y la fecha en que el juez
argentino ordeno la protocolización, se enajenara o constituyera otros derechos reales sobre el inmueble,
estos derechos serian válidos y la hipoteca no afectaría a los terceros que hubieren adquirido tales derechos.
La hipoteca registrada fuera de termino produce efectos respecto de terceros desde el día de la inscripción.

MUEBLES
CÓDIGO CIVIL DE VELEZ

Artículo 11: Los bienes muebles que tienen situación permanente y que se conservan sin intención de
transportarlos son regidos por las leyes del lugar en que están situados; pero los muebles que el propietario
lleva siempre consigo, o que son de uso personal, este o no en su domicilio, como también los que se tienen
para ser vendidos o transportados a otro lugar, son regidos por las leyes del domicilio del dueño.

La nota al artículo 11 reconoce dos fuentes de inspiración: Story y Savigny. Puede sorprender que el codificador
invoque en apoyo del precepto a dos juristas que sostuvieron sistemas opuestos en materia de muebles.
Recuérdese que la regla general formulada por Story somete los muebles a la ley del domicilio del propietario,
con algunas excepciones respecto de los muebles que poseen una localidad implícita o son anexos a un
inmueble.
Por su parte Savigny somete a los muebles a la ley de la situación, salvo el equipaje del viajero y las mercaderías
en tránsito.

La norma del art. 11− a diferencia de las del art. 10− es completa u omnilateral. Se distinguen dos clases de
cosas muebles; las de situación permanente o inmóviles y los muebles en tránsito, o móviles. Los primeros se
rigen por la ley de situación; los segundos por la ley del domicilio del propietario. Dentro de los llamados
muebles inmóviles se encuentran: los que tienen situación permanente y los que se conservan sin intención
de transportarlos. La redacción del articulo puede suscitar dudas acerca de si se trata de un solo grupo de
muebles con un requisito objetivo (situación permanente) y otro subjetivo (sin intención de transportarlo); o
de si se trata de dos grupos diferentes, abarcando el segundo cosas sin situación permanente, pero
conservadas sin intención de transportarlas. Esta última opinión es la que prevalece. Por supuesto, lo que
interesa es el traslado de un país a otro y no el movimiento dentro de uno solo Estado. Una flota de camiones
perteneciente a una compaña de transporte que se limita a recorrer el país no impide que se considere a los
automotores muebles de situación permanente.

La determinación de la calidad de los muebles móviles exige que se acuda a un criterio subjetivo y especifico.
Debe descartarse el criterio objetivo, ya que objetivamente considerados, los muebles son tales precisamente
porque son susceptibles de ser trasladados de un lugar a otro. Si se empleara el criterio objetivo, todos los
muebles serán calificados de móviles. En segundo lugar, el criterio calificador debe ser especifico, hay que
atender a la intención del propietario de un mueble determinado, tal como lo expresa el articulo y no a la
probable intención del comercio en general (criterio genérico).

La segunda parte del art. 11 abarca, dentro de los muebles móviles, tres grupos: Los que el propietario lleva
siempre consigo (lapicera, anteojos, alianza) los que son de su uso personal (enseres de una vivienda) y los
que se tienen para ser vendidos o transportados a otro lugar (debe entenderse país), como los muebles de
exportación.

En conclusión, en materia de muebles rige la regla general lex rei sitae, salvo para los muebles móviles (de
uso personal o destinados a la exportación), que se rigen por la ley del domicilio del propietario. Pero aun
cuando se trate de cosas muebles móviles, si el propietario es desconocido, como ocurre con las cosas perdidas
o abandonadas, o se discute que persona reviste la calidad de propietario, por ejemplo, en un juicio de
reivindicación. Corresponde también aplicar la ley de la situación por resultar inaplicable la ley del domicilio
del propietario.

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Por último, muebles registrables, como los automotores, deben someterse al derecho del país en cuyos
registros figuran.

CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL

ARTICULO 2665.- Jurisdicción. Acciones reales sobre bienes registrables. Los jueces del Estado en el que
fueron registrados los bienes son competentes para entender en las acciones reales entabladas sobre dichos
bienes.

No estaba contemplado, ni en las normas de DIP, como tampoco en las convencionales.

ARTICULO 2666.- Jurisdicción. Acciones reales sobre bienes no registrables. Los jueces del domicilio del
demandado o del lugar de situación de los bienes no registrables son competentes para entender en las
acciones reales sobre dichos bienes.

Atribuye jurisdicción internacional CONCURRENTE a los jueces del lugar del domicilio del demandado (FORO
GENERAL) y los jueces del lugar de situación de los bienes muebles no registrables (FORO ESPECIAL) a elección
de la parte actora.

ARTICULO 2668.- Derecho aplicable. Derechos reales sobre bienes registrables. Los derechos reales sobre
bienes registrables se rigen por el derecho del Estado del registro.

Antiguamente no se encontraba regulado expresamente, pero si sostenía esta disposición la mayoría de la


doctrina.

ARTICULO 2669.- Derechos reales sobre muebles de situación permanente. Cambio de situación. Los
derechos reales sobre muebles que tienen situación permanente y que se conservan sin intención de
transportarlos, se rigen por el derecho del lugar de situación en el momento de los hechos sobre los que se
plantea la adquisición, modificación, transformación o extinción de tales derechos.
El desplazamiento de estos bienes no influye sobre los derechos que han sido válidamente constituidos bajo el
imperio de la ley anterior.

Comprende:
✓ MUEBLES DE SITUACIÓN PERMANENTE: Lex situs.
✓ MUEBLES QUE EL PROPIETARIO LLEVA CONSIGO Y SON DE USO PERSONAL: Lex domicilii.
✓ MUEBLES QUE SE TIENEN PARA SER VENDIDOS O TRANSPORTADOS: Ley del domicilio del propipetario.

ARTICULO 2670.- Derechos reales sobre muebles que carecen de situación permanente. Los derechos reales
sobre los muebles que el propietario lleva siempre consigo o los que son de su uso personal, esté o no en su
domicilio, como también los que se tienen para ser vendidos o transportados a otro lugar se rigen por el
derecho del domicilio de su dueño. Si se controvierte o desconoce la calidad de dueño, se aplica el derecho del
lugar de situación.

LOS TRATADOS DE MONTEVIDEO.

Los Tratados de Montevideo no distinguen entre muebles e inmuebles, ni tampoco entre muebles de
situación permanente y muebles móviles. La regla es única: los bienes cualquiera sea su naturaleza, son
exclusivamente regidos por la ley del lugar donde existen en cuanto a su calidad, a su posesión, a su

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enajenabilidad absoluta o relativa y a todas las relaciones de derecho de carácter real de que son susceptibles
(art. 26).

A fin de resolver las cuestiones que pueden plantearse respecto de cierta categoría de bienes de localización
problemática, se han consagrado reglas subsidiarias que les atribuyen un situs. Así:
✓ Los buques, en aguas no jurisdiccionales, se reputan situados en el lugar de su matrícula (Art. 27).
✓ Los cargamentos de los buques en aguas no jurisdiccionales se reputan situados en el lugar de destino
definitivo de las mercaderías (Art. 28);
✓ Los derechos creditorios se reputan situados en el lugar en que la obligación de su referencia debe
cumplirse (Art. 29).

El Tratado de 1940 agrego al art. 29 lo siguiente: Si este lugar (el de cumplimiento) no pudiera determinarse
al tiempo del nacimiento de tales derechos, se reputarán situados en el domicilio que en aquel momento tenía
constituido el deudor. Los títulos representativos de dichos derechos y transmisibles por simple tradición se
reputan situados en el lugar en donde se encuentran.

En atención al posible cambio de situación de las cosas muebles y su repercusión sobre los derechos de los
interesados, se estatuyo el respeto de los derechos adquiridos: “El cambio de situación de los bienes muebles
no afecta los derechos adquiridos con arreglo a la ley del lugar donde existían al tiempo de su adquisición. Sin
embargo, los interesados están obligados a llenar los requisitos de fondo o de forma exigidos por la ley del
lugar de la nueva situación para la adquisición o conservación de los derechos mencionados”. (Art. 30) El
Tratado de Montevideo le agrega a este último precepto, lo siguiente: “El cambio de situación de la cosa
mueble litigiosa, operado después de la promoción de la respectiva acción real, no modifica las reglas de
competencia legislativa y judicial que originariamente fueron aplicables”.

Por último, el art. 31 dispone que: los derechos adquirido por terceros sobre los mismos bienes de
conformidad a la ley del lugar de su nueva situación, después del cambio operado y antes de llenarse los
requisitos referidos, priman sobre los del primer adquirente.

PRESCRIPCION ADQUISITIVA

La prescripción puede definirse como un modo de crear derechos (PRESCRIPCCIÓN ADQUISITIVA) o de


extinguir obligaciones (PRESCRIPCIÓN LIBERATORIA). Ambos tipos de prescripción buscan “afianzar la certeza
y la estabilidad de las relaciones jurídicas entre particulares”; en el caso de PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA,
mediante la creación de un nuevo título: El de propietario por haber poseído pacíficamente un bien raíz
durante un determinado tiempo; y el de la PRESCRIPCIÓN LIBERATORIA, mediante la extinción de una acción:
La del acreedor que no ha reclamado, durante un tiempo establecido por la ley, su crédito al deudor.

El CC no lo contemplaba, y los Tratados de Montevideo sí. Establecían un título dedicado a esta figura en los
artículos del 51 al 55. Disponen que:
✓ PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA DE ACCIONES PERSONALES: Se rige por la ley a la que las obligaciones
correlativas están sujetas.
✓ PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA DE ACCIONES REALES: Se rige por el lugar de situación del bien gravado; y s
✓ LA PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA DE BIENES MUEBLES O INMUEBLES: se rige por la ley del lugar en que
están situados (art. 54 de ambos Tratados de Montevideo).
✓ Si el bien hubiese cambiado de situación, la prescripción se rige por la ley del lugar en que se haya
completado el tiempo necesario para prescribir (art. 55 de ambos Tratados de Montevideo).

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ARTICULO 2671. CCC- Derecho aplicable. La prescripción se rige por la ley que se aplica al fondo del litigio.

Sorprende que la norma no distinga entre prescripciones, como también en acciones personales y reales, tal
como lo hace la norma anteriormente citada, el proyecto de código internacional privado de 2003 y el proyecto
de reforma del 98.

PROPIEDAD ESPIRITUAL, ORCHANSKY (PÁG. 320 A 323)

La llamada propiedad espiritual comprende: la propiedad literaria y artística, las patentes de invención y las
marcas de comercio y fábrica.

PROPIEDAD INTELECTUAL, LITERARIA Y ARTISTICA

En el orden interno hay que acudir primeramente a la ley 11.723 del año 1933 y a su decreto reglamentario.
En el orden internacional existen varios Tratados sobre la materia, ratificados por nuestro país, cuyos
preceptos entran en colisión en algunos casos con el derecho interno.

SE REPUTA OBRA EXTRANJERA la que ha sido publicada por primera vez fuera del territorio argentino.
Para que una obra extranjera goce de protección en la República y a falta de un Convenio Internacional que la
regule es necesario que el país de la primera publicación ampare la propiedad intelectual (art. 13 de la ley
11.723); que se hayan cumplido las formalidades establecidas en dicho país (ejemplo, la inscripción en un
registro) (art. 14); y que el plazo de protección señalado por aquel país no haya expirado. Siempre se está al
plazo de protección más breve: si el plazo extranjero fuese menor que el argentino se aplicará aquel, caso
contrario se está al plazo argentino.

En nuestro país el plazo de protección es de setenta años (art. 5 ley 11723, actualizada).

Además del Tratado de Montevideo de 1889 sobre la materia, la Argentina ha ratificado los siguientes
Tratados:
✓ Tratado firmado en la IV Conferencia Americana Internacional de Buenos Aires, del 11 de agosto de
1910, ratificado por ley 13585 de 1949.
✓ Convención Universal de Ginebra, del 6 de setiembre de 1952, ratificada por decreto−ley 12088 del
año 1957.
✓ Convención de Berna para la protección de las obras literarias y artísticas, firmada el 9 de setiembre
de 1886, contemplada y revisada sucesivamente en Paris, Berlín, Roma y Bruselas en 1948 ratificada
por ley 17.251 del año 1967.
✓ Convenio de Washington del 22 de junio de 1946, sobre derecho de autor con respecto a obras
literarias, científicas y artísticas, ratificado por ley 14.186 del año 1953.

En cuanto a la incidencia de estas Convenciones internacionales sobre la ley 11.723, merecen destacarse:
✓ La Convención de Berna, supedita las traducciones a la autorización del autor o de sus herederos.
✓ En la Convención de Ginebra basta con que la obra lleve el símbolo de e copyright, acompañado del
nombre del titular del derecho de autor y la indicación del año de la primera publicación.
✓ El Tratado de Montevideo de 1889 dispone en su art. 2 que el autor de toda obra literaria o artística y
sus sucesores gozaran en los Estados signatarios de los derechos que les acuerde la ley del Estado en
que tuvo lugar su primera publicación o distribución.

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➢ LEY 11.723

ART. 1°. A los efectos de la presente Ley, las obras científicas, literarias y artísticas comprenden los escritos de
toda naturaleza y extensión, entre ellos los programas de computación fuente y objeto; las compilaciones de
datos o de otros materiales; las obras dramáticas, composiciones musicales, dramático-musicales; las
cinematográficas, coreográficas y pantomímicas; las obras de dibujo, pintura, escultura, arquitectura; modelos
y obras de arte o ciencia aplicadas al comercio o a la industria; los impresos, planos y mapas; los plásticos,
fotografías, grabados y fonogramas, en fin, toda producción científica, literaria, artística o didáctica sea cual
fuere el procedimiento de reproducción.

La protección del derecho de autor abarcará la expresión de ideas, procedimientos, métodos de operación y
conceptos matemáticos pero no esas ideas, procedimientos, métodos y conceptos en sí.

ART. 2°. El derecho de propiedad de una obra científica, literaria o artística, comprende para su autor la
facultad de disponer de ella, de publicarla, de ejecutarla, de representarla, y exponerla en público, de
enajenarla, de traducirla, de adaptarla o de autorizar su traducción y de reproducirla en cualquier forma.

ART. 4°. Son titulares del derecho de propiedad intelectual:


a) El autor de la obra;
b) Sus herederos o derechohabientes;
c) Los que con permiso del autor la traducen, refunden, adaptan, modifican o transportan sobre la nueva
obra intelectual resultante.
d) Las personas físicas o jurídicas cuyos dependientes contratados para elaborar un programa de
computación hubiesen producido un programa de computación en el desempeño de sus funciones
laborales, salvo estipulación en contrario.

ART. 5°. La propiedad intelectual sobre sus obras corresponde a los autores durante su vida y a sus herederos
o derechohabientes hasta setenta años contados a partir del 1 de Enero del año siguiente al de la muerte del
autor.
En los casos de obras en colaboración, este término comenzará a contarse desde el 1 de Enero del año
siguiente al de la muerte del último colaborador. Para las obras póstumas, el término de setenta años
empezará a correr a partir del 1 de Enero del año siguiente al de la muerte del autor.
En caso de que un autor falleciere sin dejar herederos, y se declarase vacante su herencia, los derechos que a
aquél correspondiesen sobre sus obras pasarán al Estado por todo el término de Ley, sin perjuicio de los
derechos de terceros.

ART. 6°. Los herederos o derechohabientes no podrán oponerse a que terceros reediten las obras del causante
cuando dejen transcurrir más de diez años sin disponer su publicación.
Tampoco podrán oponerse los herederos o derechohabientes a que terceros traduzcan las obras del causante
después de diez años de su fallecimiento. En estos casos, si entre el tercero editor y los herederos o
derechohabientes no hubiera acuerdo sobre las condiciones de impresión o la retribución pecuniaria, ambas
serán fijadas por árbitros.

ART. 8°. La propiedad intelectual de las obras anónimas pertenecientes a instituciones, corporaciones o
personas jurídicas, durará cincuenta años contados desde su publicación.

ART. 9°. Nadie tiene derecho a publicar, sin permiso de los autores o de sus derechohabientes, una producción
científica, literaria, artística o musical que se haya anotado o copiado durante su lectura, ejecución o
exposición públicas o privadas.
Quien haya recibido de los autores o de sus derecho-habientes de un programa de computación una licencia
para usarlo, podrá reproducir una única copia de salvaguardia de los ejemplares originales del mismo.

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Dicha copia deberá estar debidamente identificada, con indicación del licenciado que realizó la copia y la fecha
de la misma. La copia de salvaguardia no podrá ser utilizada para otra finalidad que la de reemplazar el
ejemplar original del programa de computación licenciado si ese original se pierde o deviene inútil para su
utilización.

ART. 10. Cualquiera puede publicar con fines didácticos o científicos, comentarios, críticas o notas referentes
a las obras intelectuales, incluyendo hasta mil palabras de obras literarias o científicas u ocho compases en las
musicales y en todos los casos sólo las partes del texto indispensables a ese efecto.
Quedan comprendidas en esta disposición las obras docentes, de enseñanza, colecciones, antologías y otras
semejantes.
Cuando las inclusiones de obras ajenas sean la parte principal de la nueva obra, podrán los tribunales fijar
equitativamente en juicio sumario la cantidad proporcional que les corresponde a los titulares de los derechos
de las obras incluidas.

ART. 13. Todas las disposiciones de esta Ley, salvo las del artículo 57, son igualmente
aplicables a las obras científicas, artísticas y literarias, publicadas en países
extranjeros, sea cual fuere la nacionalidad de sus autores, siempre que pertenezcan a
naciones que reconozcan el derecho de propiedad intelectual.

ART. 14. Para asegurar la protección de la Ley argentina, el autor de una obra
extranjera sólo necesita acreditar el cumplimiento de las formalidades establecidas
para su protección por las Leyes del país en que se haya hecho la publicación, salvo lo
dispuesto en el artículo 23, sobre contratos de traducción.

ART. 15. La protección que la Ley argentina acuerda a los autores extranjeros, no se
extenderá a un período mayor que el reconocido por las Leyes del país donde se
hubiere publicado la obra. Si tales Leyes acuerdan una protección mayor, regirán los
términos de la presente Ley.
ART. 16. Salvo convenios especiales los colaboradores de una obra disfrutan derechos iguales; los
colaboradores anónimos de una compilación colectiva, no conservan derecho de propiedad sobre su
contribución de encargo y tendrán por representante legal al editor.

ART. 20. Salvo convenios especiales, los colaboradores en una obra cinematográfica tiene iguales derechos,
considerándose tales al autor del argumento, al productor y al director de la película.

ART. 23. El titular de un derecho de traducción tiene sobre ella el derecho de propiedad en las condiciones
convenidas con el autor, siempre que los contratos de traducción se inscriban en el Registro Nacional de
Propiedad Intelectual dentro del año de la publicación de la obra traducida.
La falta de inscripción del contrato de traducción trae como consecuencia la suspensión del derecho del autor
o sus derechohabientes hasta el momento en que la efectúe, recuperándose dichos derechos en el acto mismo
de la inscripción, por el término y condiciones que correspondan, sin perjuicio de la validez de las traducciones
hechas durante el tiempo en que el contrato no estuvo inscripto.

ART. 34. Para las obras fotográficas la duración del derecho de propiedad es de VEINTE (20) años a partir de
la fecha de la primera publicación.
Para las obras cinematográficas el derecho de propiedad es de cincuenta años a partir del fallecimiento del
último de los colaboradores enumerados en el artículo 20 de la presente.

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Debe inscribirse sobre la obra fotográfica o cinematográfica la fecha, el lugar de publicación, el nombre o la
marca del autor o editor.
El incumplimiento de este requisito no dará lugar a la acción penal prevista en esta ley para el caso de
reproducción de dichas obras. Las cesiones totales o parciales de derechos temporales o espaciales de
explotación de películas cinematográficas sólo serán oponibles a terceros a partir del momento de su
inscripción en el Registro Nacional de Propiedad Intelectual.

ART. 51. El autor o sus derechohabientes pueden enajenar o ceder total o parcialmente su obra. Esta
enajenación es válida sólo durante el término establecido por la Ley y confiere a su adquirente el derecho a
su aprovechamiento económico sin poder alterar su título, forma y contenido.

ART. 52. Aunque el autor enajenare la propiedad de su obra, conserva sobre ella el derecho a exigir la fidelidad
de su texto y título, en las impresiones, copias o reproducciones, como asimismo la mención de su nombre o
seudónimo como autor.

ART. 53. La enajenación o cesión de una obra literaria, científica o musical, sea total o parcial, debe inscribirse
en el Registro Nacional de Propiedad Intelectual, sin cuyo requisito no tendrá validez.

ART. 54. La enajenación o cesión de una obra pictórica, escultórica, fotográfica o de artes análogas, salvo pacto
en contrario, no lleva implícito el derecho de reproducción que permanece reservado al autor o sus
derechohabientes.

ART. 56. El intérprete de una obra literaria o musical, tiene el derecho de exigir una retribución por su
interpretación difundida o retransmitida mediante la radiotelefonía, la televisión, o bien grabada o impresa
sobre disco, película, cinta, hilo o cualquier otra substancia o cuerpo apto para la reproducción sonora o visual.
No llegándose a un acuerdo, el monto de la retribución quedará establecido en juicio sumario por la autoridad
judicial competente.
El intérprete de una obra literaria o musical está facultado para oponerse a la divulgación de su interpretación,
cuando la reproducción de la misma sea hecha en forma tal que pueda producir grave e injusto perjuicio a sus
intereses artísticos.
Si la ejecución ha sido hecha por un coro o una orquesta, este derecho de oposición corresponde al director
del coro o de la orquesta.
Sin perjuicio del derecho de propiedad perteneciente al autor, una obra ejecutada o representada en un teatro
o en una sala pública, puede ser difundida o retransmitida mediante la radiotelefonía o la televisión, con el
solo consentimiento del empresario organizador del espectáculo.

➢ CONVENIO DE BERNA, (VICO, PAG. 249, TOMO 2):

El Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas, más conocido como el Convenio
de Berna (Convención de Berna), es un tratado internacional sobre la protección de los derechos de autor
sobre obras literarias y artísticas. Su primer texto fue firmado el 9 de septiembre de 1886, en Berna (Suiza).
Ha sido completado y revisado en varias ocasiones, siendo enmendado por última vez el 28 de septiembre de
1979.

La Convención de Berna se apoya en tres principios básicos y contiene una serie de disposiciones que
determinan la protección mínima de obras literarias y artísticas que se concede al autor, además de las
disposiciones especiales disponibles para los países en desarrollo que tuvieran interés en aplicarlos. A abril de
2008, 163 estados son partes del Convenio.

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Dº INTERNACIONAL PRIVADO EZTALA JOAQUÍN – RENTERÍA M. VICTORIA – YAPUR NAIM

Los tres principios básicos son los siguientes:

1. Las obras originadas en alguno de los estados contratantes podrán recibir en cada uno de los demás
estados contratantes la misma protección que estos otorgan a las obras de sus propios ciudadanos.

2. Esa protección no debe estar condicionada al cumplimiento de formalidad alguna.

3. Esa protección es independiente de la existencia de una protección correspondiente en el país de


origen de la obra. Sin embargo, si un estado contratante provee un plazo más largo que el mínimo
prescrito por la convención, y la obra deja de estar protegida en el país de origen, la protección le
puede ser negada una vez que cese la protección en el país de origen.

Se considera país de origen de la obra el de la primera publicación, con lo cual califica al derecho de autor
como un monopolio de explotación.

En cuanto a las obras, la protección debe incluir todas las producciones en el dominio literario, científico y de
artes plásticas, cualquiera que pueda ser su modalidad o forma de expresión (artículo 2(1)). Los siguientes
derechos figuran entre los que deben ser reconocidos como derechos exclusivos de autorización: los derechos
de traducir, de hacer adaptaciones y arreglos de la obra; de interpretar en público obras dramáticas,
dramático−musicales y musicales; de recitar en público obras literarias; de comunicar al público la
interpretación de esos trabajos; de difundirlos; de reproducirlos en cualquier modalidad o forma; de usar las
obras como base para un trabajo audiovisual; y de reproducir, distribuir, interpretar en público o comunicar
al público esa obra audiovisual.

La convención abarca también los "derechos morales", es decir, el derecho de reclamar la autoría de la obra
y el derecho de oponerse a cualquier mutilación, deformación u otra modificación de la misma, o bien, de
otras acciones que dañan la obra y podrían ser perjudiciales para el honor o el prestigio del autor.

En cuanto a la vigencia de la protección, la regla general dispone que se deberá conceder protección hasta
que concluya un periodo de 50 años a partir de la muerte del autor.

Por OBRAS LITERARIAS Y ARTÍSTICAS se entienden todas las producciones en el campo literario, científico y
artístico, cualquiera que sea el modo o forma de expresión, tales como los libros, folletos y otros escritos; las
conferencias, alocuciones, sermones y otras obras de la misma naturaleza; las obras dramáticas o
dramático−musicales; las obras coreográficas y las pantomimas; las composiciones musicales con o sin letra;
las obras cinematográficas, a las cuales se asimilan las obras expresadas por procedimiento análogo a la
cinematografía; las obras de dibujo, pintura, arquitectura, escultura, grabado, litografía; las obras fotográficas
a las cuales se asimilan las expresadas por procedimiento análogo a la fotografía; las obras de artes aplicadas;
las ilustraciones, mapas, planos, croquis y obras plásticas relativos a la geografía, a la topografía, a la
arquitectura o a las ciencias.

EN SÍNTESIS: puede afirmarse que la Convención de Berna, con sus revisiones y modernizaciones posteriores,
revela amplio espíritu de comprensión internacional y se acerca en gran medida al ideal de la protección
amplia y uniforme de los derechos intelectuales en el orden internacional.

➢ CONVENCION DE WASHINGTON (1946)

En 1946 se reunió en Washington la 1º Conferencia diplomática reunida en América para elaborar una
Convención sobre Derechos de Autor. Estuvieron representados los gobiernos de todos los países americanos
y también la Unión Panamericana.

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En 1953, nuestro país ratifico la Convención. Esta reemplaza a la Convención de Bs. As. De 1910 y a todas las
convenciones interamericanas firmadas con anterioridad, pero no afecta los derechos adquiridos de acuerdo
con dichas convenciones.

En líneas generales, la Convención de Washington es excelente y constituye un instrumento bien estructurado,


técnica y jurídicamente:

✓ Asimila a los nacionales de cualquier Estado contratante con los extranjeros domiciliados en el mismo.

✓ La protección se otorga sin necesidad de registro ni deposito u otras formalidades, en tanto que estas
se hayan formalizado en el país de origen.

✓ Protege a todas las producciones del dominio intelectual, cualquiera sea su forma de expresión,
siempre que haya en ellas, originalidad.

✓ El autor es aquel cuyo nombre o seudónimo está indicado en la obra, salvo prueba en contrario.

✓ Los Estados contratantes promoverán el empleo de la expresión Derechos Reservados, seguida del
año en que empieza la protección, nombre y dirección del titular del derecho y el lugar de origen de
la obra (pero esta indicación no es una condición para la protección).

✓ No fija la duración del amparo, la cual queda librada a la Ley del Estado contratante en el cual se
obtiene originalmente la protección, pero NO PUEDE EXCEDER del plazo fijado por la ley del Estado
contratante en el cual se reclama la protección. Cuando la legislación de cualquier Estado Contratante
otorgue dos plazos sucesivos de protección, el termino de duración de la protección, en lo que
respecta a ese Estado, incluirá, para los fines de la presente Convención, ambos plazos.

Los Estados contratantes se comprometen a reconocer y proteger el derecho de autor, es decir que además
de ratificar la Convención deben definir su política con respecto a los derechos intelectuales en las leyes
nacionales. El autor puede enajenar el Derecho Moral sobre su obra, (en el de Berna NO).

La traducción es un derecho exclusivo del autor, pero en algunos casos se permite la publicación de
traducciones al idioma nacional. SIN LA AUTORIZACION del autor, pero respetando los derechos patrimoniales
y morales del mismo. Se funda en RAZONES DE INTERES CULTURAL. Cuando una obra creada por un nacional
de cualquier Estado Contratante o por un extranjero domiciliado en el mismo, haya obtenido el derecho de
autor en dicho Estado, los demás Estados Contratantes le otorgarán protección sin necesidad de registro,
deposito u otra formalidad. Dicha protección será la otorgada por la presente Convención y la que actualmente
o en lo sucesivo otorgaren los Estados Contratantes a los nacionales de acuerdo con sus leyes.

➢ PRINCIPIOS COMUNES

Los sistemas europeos y americanos, reflejados en sus líneas generales en las convenciones de Berna y de
Washington, presentan principios fundamentales comunes, que deben constituir puntos de enlace en la
elaboración de un estatuto universal.

✓ LAS OBRAS PROTEGIDAS SON LAS LITERARIAS Y ARTÍSTICAS. En esos términos se comprenden todas
las producciones del dominio literario, científico y artístico.

✓ SE ASIMILA LA PROTECCIÓN DEL AUTOR EXTRANJERO A LA DEL NACIONAL, pues lo que realmente
interesa es el lugar en que la obra ha tenido protección originaria conforme a las leyes del Estado
respectivo.

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✓ SE INCLUYE EXPRESAMENTE EL RECONOCIMIENTO DEL DERECHO MORAL, si bien apartándose del


principio de la Convención de la Habana de 1928 que declara inalienable el derecho moral, la de
Washington de 1946 permite la cesión o renuncia de alguna de las facultades contenidas en aquel, lo
cual, en cierta manera, torna ilusoria la efectividad del amparo al derecho moral.

✓ LA REGLAMENTACIÓN DEL DERECHO DE CITA.

✓ SUPRESIÓN DE FORMALIDADES. Esta cuestión reviste, sin duda, mucho interés práctico, ya que en la
mayor parte de los países que aún no han ratificado la Convención de Washington, la obra extranjera
solo alcanza protección mediante el cumplimiento del registro y de otras onerosas formalidades, todo
lo cual dificulta en la práctica la protección eficaz en el continente.

➢ CONVENCION DE GINEBRA

En 1952 la UNESCO convoco en Ginebra, una Conferencia de expertos en Derechos de Autor con la finalidad
de coordinar el régimen europeo y americano.

Su objeto no era elaborar un texto universal que sustituyera los acuerdos ya existentes, sino que es una
CONVENCION PUENTE entre la de BERNA y la de WASHINGTON.

Las Convenciones anteriores trataban de codificar el Derecho de Autor en el plano internacional. La de Ginebra
tiende a establecer una base y un método de conciliación entre países de distinta cultura, legislación e
intereses opuestos.

LOS ESTADOS CONTRATANTES:

Animados del deseo de asegurar en todos los países la protección del derecho de autor sobre las obras
literarias, científicas y artísticas;

Convencidos de que un régimen de protección de los derechos de autor adecuado a todas las naciones y
formulado en una convención universal, que sea una a los sistemas internacionales vigentes sin afectarnos,
contribuirá a asegurar el respeto de los derechos de la personalidad humana y a favorecer el desarrollo de las
letras, las ciencias y las artes;

Persuadidos de que un tal régimen universal de protección de los derechos de los autores facilitará la difusión
de las obras del espíritu y una mejor comprensión internacional:

ARTICULO I
Cada uno de los Estados contratantes se compromete a tomar todas las disposiciones necesarias a fin de
asegurar una protección suficiente y efectiva de los derechos de los autores, o de cualesquier otros titulares
de estos derechos, sobre las obras literarias, científicas y artísticas tales como los escritos, las obras musicales,
dramáticas y cinematográficas y las de pintura, gravado y escultura.

ARTICULO II
Las obras publicadas de los nacionales de cualquier Estado contratante, así como las obras publicadas por
primera vez en el territorio de tal Estado, gozarán en cada uno de los otros Estados contratantes de la
protección que cada uno de estos Estados conceda a las obras de sus nacionales publicadas por primera vez
en su propio territorio.

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Dº INTERNACIONAL PRIVADO EZTALA JOAQUÍN – RENTERÍA M. VICTORIA – YAPUR NAIM

Las obras no publicadas de los nacionales de cada Estado contratante gozarán, en cada uno de los demás
Estados contratantes, de toda la protección que cada uno de estos Estados conceda a las obras no publicadas
de sus nacionales.

Para la aplicación de la presente Convención todo Estado contratante puede, mediante disposiciones de su
legislación interna, asimilar a sus propios nacionales toda persona domiciliada en ese Estado.

ARTICULO III
Todo Estado contratante que, según su legislación interna, exija como condición para la protección de los
derechos de los autores el cumplimiento de formalidades tales como depósito, registro, mención, certificados
notariales, pago de tasas, manufactura o publicación en el territorio nacional, considerará satisfechas tales
exigencias, para toda obra protegida de acuerdo con los términos de la presente Convención, publicada por
primera vez fuera del territorio de dicho Estado por un autor que no sea nacional del mismo, si, desde la
primera publicación de dicha obra, todos sus ejemplares, publicados con autorización del autor o de cualquiera
otro titular de sus derechos, llevan el símbolo c acompañado del nombre del titular del derecho de autor y de
la indicación del año de la primera publicación; el símbolo, el nombre y el año deben ponerse de manera y en
sitio tales que muestren claramente que el derecho de autor está reservado.

Las disposiciones del párrafo (1) del presente artículo no impedirán a ningún Estado contratante someter a
ciertas formalidades, u otras condiciones, para asegurar el goce y ejercicio del derecho de autor, a las obras
publicadas por primera vez en su territorio o a las obras de sus nacionales dondequiera que sean publicadas

En cada Estado contratante deben arbitrarse los medios legales para proteger, sin formalidades, las obras no
publicadas de los nacionales de los otros Estados contratantes. (5) Si un Estado contratante otorga más de un
Único periodo de protección, y si el primero es de una duración superior a alguno de los mínimos de tiempo
previstos en el artículo IV de la presente Convención, dicho Estado tiene la facultad de no aplicar el párrafo (1)
del presente artículo III en lo que se refiere al segundo periodo de protección, así como a los periodos
sucesivos.

ARTICULO IV
La duración de la protección de la obra se regirá por la Ley del Estado contratante donde se reclame la
protección, de conformidad con las disposiciones del artículo II y con las contenidas en este artículo.

El plazo de protección para las obras protegidas por la presente Convención no será inferior a la vida del autor
y veinticinco años después de su muerte. Sin embargo, aquellos Estados contratantes que, en la fecha de
entrada en vigor en su territorio de la presente Convención, hayan limitado este plazo, para ciertas categorías
de obras, a un periodo calculado a partir de la primera publicación de la obra, tendrán la facultad de mantener
tales excepciones o de extenderlas a otras categorías. Para todas estas categorías, la duración de la protección
no será inferior a veinticinco años a contar de la fecha de la primera publicación.

Todo Estado contratante que en la fecha de entrada en vigor de la Convención en su territorio, no calcule la
duración de la protección basándose en la vida del autor, podrá calcular el término de protección a contar
desde la primera publicación de la obra o, dado el caso, desde su registro anterior a la publicación; la duración
de la protección no será inferior a veinticinco años, a contar desde la fecha de la primera publicación o, dado
el caso, desde el registro anterior a la publicación.

Si la legislación de un Estado contratante otorga dos o más plazos de protección consecutivos, la duración del
primer plazo no podrá ser inferior a uno de los periodos mínimos que se han especificado anteriormente.

Ningún Estado contratante estará obligado a proteger una obra durante un plazo mayor que el fijado para la
clase de obras a que pertenezca, por la ley del Estado del cual es nacional el autor, cuando se trate de una

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Dº INTERNACIONAL PRIVADO EZTALA JOAQUÍN – RENTERÍA M. VICTORIA – YAPUR NAIM

obra no publicada, y, en el caso de una obra publicada, por la ley del Estado contratante donde ha sido
publicada por primera vez.

Para la aplicación de la disposición anterior, si la legislación de un Estado contratante otorga dos o más
periodos consecutivos de protección, la duración de la protección concedida por dicho Estado será igual a la
suma de todos los periodos. Sin embargo, si por una razón cualquiera una obra determinada no se halla
protegida por tal Estado durante el segundo periodo o alguno de los periodos sucesivos, los otros Estados
contratantes no están obligados a proteger tal obra durante este segundo periodo o los periodos sucesivos.

Para la aplicación del párrafo (4) de este artículo, la obra de un nacional de un Estado contratante, publicada
por primera vez en un Estado no contratante, se considerará como si hubiere sido publicada por primera vez
en el Estado contratante del cual es nacional el autor.

Para la aplicación del mencionado párrafo (4) de este artículo, en caso de publicación simultánea en dos o más
Estados contratantes, se considerará que la obra ha sido publicada por primera vez en el Estado que conceda
la protección más corta. Será considerada como publicada simultáneamente en varios países toda obra que
haya aparecido en dos o más países dentro de los treinta días a partir de su primera publicación.

ARTICULO V
El derecho de autor comprende el derecho exclusivo de hacer, de publicar y de autorizar que se haga y se
publique la traducción de las obras protegidas por la presente Convención.

Sin embargo, cada Estado contratante podrá restringir en su legislación nacional el derecho de traducción para
los escritos, pero solo ateniéndose a las disposiciones siguientes:

Si a la expiración de un plazo de siete años a contar de la primera publicación de un escrito, la traducción de


este escrito no ha sido publicada en la lengua nacional o en una de las lenguas nacionales de un Estado
contratante, por el titular del derecho de traducción o con su autorización, cualquier nacional de este Estado
contratante podrá obtener de la autoridad competente de tal Estado una licencia no exclusiva para traducirla
y publicarla en la lengua nacional en que no haya sido publicada la obra. Tal licencia solo podrá concederse si
el solicitante, conforme a las disposiciones vigentes en el Estado donde se presente la petición, demuestra
que ha pedido al titular del derecho la autorización para hacer y publicar la traducción, y que después de haber
hecho las diligencias pertinentes no pudo localizar al titular del derecho u obtener su autorizacion. En las
mismas condiciones se podrá conceder igualmente la licencia si están agotadas las ediciones de una traducción
ya publicada en una lengua nacional.

Si el titular del derecho de traducción no hubiere sido localizado por el solicitante, este deberá transmitir
copias de su solicitud al editor cuyo nombre aparezca en los ejemplares de la obra y al representante
diplomático o consular del Estado del cual sea nacional el titular de este derecho de traducción, cuando la
nacionalidad del titular de este derecho es conocida, o al organismo que pueda haber sido designado por el
Gobierno de este Estado. No podrá concederse la licencia antes de la expiración de un plazo de dos meses
desde la fecha del envió de la copia de la solicitud.

La legislación nacional adoptará las medidas adecuadas para asegurar al titular del derecho de traducción una
remuneración equitativa y de acuerdo con los usos internacionales, así como el pago y el envío de tal
remuneración, y para garantizar una correcta traducción de la obra.

El título y el nombre del autor de la obra original deben imprimirse asimismo en todos los ejemplares de la
traducción publicada. La licencia solo será válida para la publicación en el territorio del Estado contratante
donde ha sido solicitada. La importación y la venta de los ejemplares en otro Estado contratante serán posibles
si tal Estado tiene como lengua nacional aquella a la cual ha sido traducida la obra, si su legislación nacional

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permite la licencia y si ninguna de las disposiciones en vigor en tal Estado se opone a la importación y a la
venta; la importación y la venta en todo Estado contratante en el cual las condiciones precedentes no se
apliquen se reservarán a la legislación de tal Estado y a los acuerdos concluidos por el mismo. La licencia no
podrá ser cedida por su beneficiario.

La licencia no podrá ser concedida en el caso de que el autor haya retirado de la circulación los ejemplares de
la obra.

ARTICULO VI
Se entiende por publicación, en los términos de la presente Convención, la reproducción de la obra en forma
tangible a la vez que el poner a disposición del público ejemplares de la obra que permitan leerla o conocerla
visualmente.

ARTICULO VII
La presente Convención no se aplicará a aquellas obras, o a los derechos sobre las mismas, que en la fecha de
la entrada en vigor de la Convención en el Estado contratante donde se reclama la protección hayan perdido
definitivamente la protección en dicho Estado contratante.

COMPARACION ENTRE LA CONVENCION DE BERNA, GINEBRA , WASHINGTON Y LEY 11723

✓ Para Balestra existen solo dos diferencias, entre estas convenciones (duración y traducción);
✓ para Vico solo existen 3, (duración, traducción y formalidades); y
✓ para el Dr. Candela existen 4, (duración, traducción, formalidades y derecho moral).

➢ DURACION:

CONVENCION DE BERNA: La protección concedida por el presente Convenio se extenderá durante la vida del
autor y cincuenta años después de su muerte. (Art. 7).

CONVENCION DE GINEBRA: El plazo de protección para las obras protegidas por la presente Convención no
será inferior a la vida del autor y 25 años después de su muerte.

Sin embargo, aquellos Estados contratantes que en la fecha de entrada en vigor de su territorio de la presente
Convención, hayan limitado este plazo, para ciertas categorías de obras, a un periodo calculado a partir de la
primera publicación de la obra, tendrán la facultad de mantener tales excepciones o de extenderlas a otras
categorías. Para todas estas categorías, la duración de la protección no será inferior a 25 años a contar de la
fecha de la primera publicación, (o sea que puede tener un plazo mayor).

Todo Estado contratante que, en la fecha de entrada en vigor de la Convención en su territorio, no calcule la
duración de la protección basándose en la vida del autor, podrá calcular el término de protección a contar
desde la primera publicación de la obra, o, dado el caso, desde su registro anterior a la publicación; la duración
de la protección no será inferior a 25 años a contar desde la fecha de la primera publicación o, dado el caso,
desde el registro anterior a la publicación.

Si la legislación de un Estado contratante otorga dos o más plazos de protección consecutivos, la duración del
primer plazo no podrá ser inferior a uno de los periodos mínimos que se han especificado anteriormente. (Art.
4).

CONVENCION DE WASHINGTON: El término de duración de la protección del derecho de autor se determinará


de acuerdo con lo dispuesto por la ley del Estado Contratante en el cual se haya obtenido originalmente la
protección, pero no excederá el plazo fijado por la ley del Estado Contratante en el cual se reclame la

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protección. Cuando la legislación de cualquier Estado Contratante otorgue dos plazos sucesivos de protección,
el término de duración de la protección, en lo que respecta a ese Estado, incluirá, para los fines de la presente
Convención, ambos plazos. (Art. 8).

Esto significa que cada país puede elegir la duración.

Se tiene en cuenta la nacionalidad de la obra, la cual es el lugar de la primera publicación. El techo, es el lugar
de la primera publicación y no la de la nacionalidad del autor, ejemplo en Nueva York, donde existen dos plazos
sucesivos de 28 años cada uno, es, de 28 años (o sea los segundos 28 años); y el piso es que no puede ser
menos de 28 años (o sea los primeros 28 años).

ARGENTINA, LEY 11723: La propiedad intelectual sobre sus obras corresponde a los autores durante su vida y
a sus herederos o derechohabientes hasta setenta años contados a partir del 1 de Enero del año siguiente al
de la muerte del autor.

En los casos de obras en colaboración, este término comenzará a contarse desde el 1 de Enero del año
siguiente al de la muerte del Último colaborador. Para las obras póstumas, el término de setenta años
empezará a correr a partir del 1 de Enero del año siguiente al de la muerte del autor.

En caso de que un autor falleciere sin dejar herederos, y se declarase vacante su herencia, los derechos que a
aquel correspondiesen sobre sus obras pasarán al Estado por todo el término de Ley, sin perjuicio de los
derechos de terceros. (Art. 5 ley 11.723).

➢ TRADUCCION: (APUNTES DE CLASE, Dr. Candela).

LA CONVENCIÓN DE BERNA protege no prohíbe, si el autor no quiere traducir se lo debe respetar, si un


interesado desea traducir deberá esperar 6 años y no debe esperar cuando la obra tenga un alto contenido
cultural.

LA CONVENCIÓN DE GINEBRA, establece un plazo de restricción pero es de 7 años. Una vez cumplido este
plazo cualquier persona puede llevar a cabo la traducción sin importar si tiene contenido cultural o no.

WASHINGTON, aquí no se establece plazo alguno, pero si el requisito de que la obra posea un alto contenido
cultural; ejemplo: si quiero traducir a Blanca Nieve, no lo puedo hacer, pero si si quiero traducir un libro de
por ejemplo, cómo prevenir el cólera, por contener este justamente un ALTO CONTENIDO CULTURAL.

ARGENTINA en su art. 6 de la ley 11.723 establece que se puede traducir pasados diez años de su fallecimiento.

➢ FORMALIDADES:

En cuanto a las formalidades, Vico dice que no requiere formalidad alguna (esto sólo referido a la formalidad
espiritual), Candela dice que si, por ejemplo art. 2 Convención de Berna. Argentina si requiere formalidades,
por ejemplo, la inscripción de la obra en el respectivo Registro.

➢ DERECHO MORAL DE AUTOR (QUE NO SE ALTERE LA OBRA):

En cuanto al derecho moral de autor (Este aspecto lo agrega Candela) se protege al autor pero no se le prohíbe,
si el autor quiere vender la obra lo puede hacer.

Cuando la obra se ha hecho en conjunto, ejemplo guionista, productor, etc. el plazo del derecho de proteccion
comienza a correr desde el Último que fallece (ley 11.723).

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TRATADO DE MONTEVIDEO SOBRE PROPIEDAD INTELECTUAL DE 1889.

Artículo 2º. Declárense comprendidos en dichas estipulaciones los autores de toda producción que signifique
una creación intelectual y sea susceptible de publicarse o reproducirse por cualquier procedimiento y, en
particular, a los autores de libros, folletos y escritos de cualquier naturaleza, distribución y extensión;
conferencias, lecciones escolares o universitarias, discursos, locuciones, sermones y piezas oratorias en
general; composiciones musicales, con o sin palabra, obras dramáticas, dramático−musicales, coreográficas,
pantomímicas y de mero espectáculo, siempre que sea posible individualizarlas por escrito o gráficamente;
obras originales destinadas a proyectarse por medio del cinematógrafo y sus correspondientes
acompañamientos musicales; obras de ingeniería, dibujos, pintura, escultura, composición arquitectónica,
grabado, litografía, fotografía y artes equiparables: ilustraciones gráficas y plásticas realizadas con fines
científicos, técnicos y artísticos; trabajos cartográficos, esquemáticos y estadísticos.

Artículo 3º. Los derechos de los autores a que se refiere el artículo anterior, comprenden las facultades de
disponer de sus obras, publicarlas, enajenarlas, traducirlas, adaptarlas y autorizar su traducción y adaptación,
así como su instrumentación, ejecución, reproducción y difusión por medio de la cinematografía, fotografía,
telefotografía, fonografía, radiotelefonía y cualquier otro medio técnico.

Artículo 7º. Ningún Estado estará obligado a reconocer el derecho de propiedad literaria o artística por mayor
tiempo del que rija para los autores que en el obtengan ese derecho. Este tiempo podrá limitarse al señalado
en el pais de origen, si fuere menor.

Artículo 8º. Los artículos de periódicos podrán reproducirse con mención del origen.

Artículo 15. Independientemente de los derechos patrimoniales amparados por este Tratado, los autores
conservan la facultad de hacer velar la paternidad de la obra, así como de oponerse a cualquier deformación,
mutilación u otra modificación de la misma que consideren perjudicial para su honor o reputación.

Este derecho puede ser ejercido por los sucesores legítimos del autor, de acuerdo con la legislación interna de
cada Estado adherido.

➢ CASO DEL DOCTOR SHIVAGO

No fue un caso jurisprudencial porque no llego a la justicia, pero analiza el tema de la propiedad intelectual.
El caso comienza en la cárcel de Siberia Rusia, el poblado mas cercano de esta cárcel esta a 200 km ósea que
tiene seguridad a los alrededores de la cárcel y después no hay más pueblo ni nada.
En la cárcel en los años 50, había un preso político, Boris Pasternak, que había sido recluido en la prisión por
escribir distintas novelas que eran contrarias a las ideas del régimen que había en esa época en la Unión
Soviética (no era Rusia todavía)
En una oportunidad en una visita de la cruz roja a la cárcel, le entrega a uno de los colaboradores un
manuscrito. Esa persona se lo lleva a EEUU, se publica primero un libro y luego sale una película. La película
gana un Oscar.
Luego en 1958 el sr. Boris Pasternak resulta ganador del premio nobel de literatura por el libro Dr Shivago , el
premio eran 70.000 dólares, como Boris estaba en la cárcel, se pidió autorización para que fuera aunque sea
a buscar el premio nobel y a cobrar el premio, como en una parte del libro contaba una parte de la Unión
Soviética que no le gustaba mucho al régimen político en ese momento no lo autorizaron ir a buscarlo.
El estado de la Unión Soviética tampoco pidió el premio económico, porque la unión no había firmado en ese
momento ninguna de las convenciones referidas a la propiedad intelectual. Ni el nobel ni el premio económico
fueron entregados ni a Pasternak ni a la Unión Soviética.

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➢ CASO DE EMI ODECRI

Se dio en Bs As, aparece una publicación en el diario Clarín y diario La Nación donde decía “grabo CD, todo lo
relacionado a la música”.
Le iniciaron juicio por todas las grabaciones que realizaban de artistas de los cuales Emi tenia los derechos y
representaba a los artistas.
En la justicia de primera instancia gana el juicio Emi y condenan a las personas que hacia estas grabaciones
ilegales a pagar una multa.
Se apela en la Cámara Federal de la Ciudad Autónoma de Bs As se revoca el fallo diciendo que no se había
violado los derechos o la propiedad intelectual de los artistas ni de la discográfica porque en realidad lo que
se hacia era un trabajo artesanal que consistía en compilar en un CD música de distintos autores y no lo
consideraron ni delito ni que se debía indemnización a EMI.

➢ CASO BIROME

Tampoco fue un caso jurisprudencial. Se trato de un francés que vivía en Argentina que se llamaba Ladislao
Jose Biro, inventa el bolígrafo, salía en todos lados, era muy novedoso pero el sr Biro se olvido de registrarlo y
como 3 años después de que lo había creado ve en los medios de comunicación que Sylvapen en los EEUU
largaba la birome y le daba el nombre de el para darle nombre a este lapicero, Sylvapen registra este invento
y comienza a darle comercialización a la birome.
Antes de promoverse el juicio no le reconocen al Sr Biro la invención, siguió registrado a nombre de Sylvapen
, lo único que hicieron fue darle una participación de las acciones a Biro en la empresa de Sylvapen, eso lo hizo
la empresa para evitar un juicio, pero en realidad como Biro no registro el invento sino hubiera aceptado se
hubiera quedado sin nada.

PROPIEDAD INDUSTRIAL. (WEINBERG PAG. 345 A 350)

En materia de propiedad industrial impera el principio territorialista. La Convención de Paris para la


protección de la propiedad industrial y la Convención de Berna para la protección de obras literarias y
artísticas, no dejan de lado este principio. Por el contrario, parten del mismo para otorgar igual tratamiento
a los nacionales de países vinculados por los Tratados. Pero no establecen un nivel mínimo de protección.

Como resultado de la ronda Uruguay del GATT, se firmo el Acta final de Marrakech en 1994, dando nacimiento
a la Organización Mundial del Comercio.

En el anexo 1c del Acuerdo se regulan los Adpic, en ingles trips, (derechos de propiedad intelectual
relacionados con el comercio, incluido el comercio de mercancías falsificadas). Establece las obligaciones
básicas de los Estados miembros de la organización Mundial Del Comercio, debiendo acordar a los nacionales
de dichos Estados el trato previsto en el acuerdo. Determina las relaciones con los Convenios de Berna −Acta
de Paris de 1971− y de Roma. Cada Estado miembro debe conceder a los nacionales de los demás Estados
miembros los mismos derechos que otorgue su legislación interna a sus propios nacionales, e incorpora el
principio de la Nación más favorecida.

Los Adpic procuran mejorar el nivel de protección internacional sin derogar las Convenciones internacionales
existentes. Nuestra Corte Suprema consagro su aplicación inmediata y su jerarquía constitucional como
Tratado internacional superior a las leyes. En el ámbito del Mercosur, se ha suscripto el Protocolo de
Armonización de normas sobre propiedad intelectual, en materia de marcas, indicaciones de procedencia y
denominaciones de origen.

Su propósito ha sido promover una protección efectiva y adecuada de los derechos de propiedad intelectual.
Como consecuencia, el Consejo del mercado común decidió aprobar este Protocolo. El objetivo ha sido
conformarse a las normas fijadas en los instrumentos multilaterales existentes, en particular en el Convenio

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de Paris para la protección de la propiedad industrial (Acta de Estocolmo, Suecia, de 1967) y el Acuerdo sobre
los Aspectos de propiedad intelectual relacionados con el comercio, firmado el 15/04/1994 como anexo del
Acuerdo que establece la Organización Mundial del Comercio, negociado en el ámbito de la Ronda de Uruguay
del GATT.

EL ART. 1 establece que los Estados partes garantizaran una protección efectiva a la propiedad intelectual en
materia de marcas, indicaciones de procedencia y denominaciones de origen, asegurando al menos la
protección de que deriva de los principios enunciados en este Protocolo. Podrían conceder una protección
más amplia, siempre que no sea incompatible con las normas y principios de los Tratados mencionados en el
Protocolo.

EL ART. 2 establece que los Estados parte se obligan a observar las normas y principios de la Convención de
Paris para la Protección de la propiedad industrial (acta de Estocolmo de 1967) y el Acuerdo sobre los Aspectos
de propiedad intelectual relacionados con el comercio (1994), anexo al acuerdo de creación de la Organización
Mundial del Comercio (1994). Ninguna disposición del presente Protocolo afectara las obligaciones de los
Estados partes resultantes de la Convención de Paris para la protección de la propiedad industrial (acta de
Estocolmo) o el Acuerdo sobre los Aspectos de los derechos de propiedad intelectual relacionados con el
comercio (1994).

Cada Estado parte concederá a los nacionales de los demás Estados partes un tratamiento no menos favorable
que el que concede a sus propios nacionales en cuanto a la protección y el ejercicio de los derechos de
propiedad intelectual en materia de marcas, indicaciones de procedencia y denominaciones de origen (art. 3).
Los Estados partes procuraran en la medida de lo posible dispensar la legalización de documentos y de firmas,
así como la traducción, en los procedimientos relativos a propiedad intelectual en materia de marcas,
indicaciones de procedencia y denominaciones de origen (art. 4º). Aclara que el art. 6º bis de la Convención
de Paris para la protección de la propiedad industrial se aplicara, Mutatis mutandi, a los servicios (art. 9, 5).

La vigencia del registro de marcas vencerá a los diez años contados desde la fecha de su concesión en el
respectivo Estado parte y será prorrogable (art. 10). El registro de una marca no podría impedir la libre
circulación de los productos marcados, introducidos legítimamente en el comercio por el titular o con la
autorización del mismo. Los Estados parte se comprometen a prever en sus respectivas legislaciones medidas
que establezcan el agotamiento del derecho conferido por el registro (art. 13).

MARCAS. (WEINBERG PAG. 347 A 349). DERECHO TERRITORIAL

Las marcas y designaciones se encuentran reguladas por la ley 22.362 y su decreto reglamentario 558 de 1981.
El derecho exclusivo que confiere el registro de marca es territorial. La ley en su art. 8º establece que el
derecho de prelación para la propiedad de una marca se acordará por el día y hora en que se presente la
solicitud, sin perjuicio de lo establecido en los tratados internacionales aprobados por la Republica.

Nuestro país ha ratificado por ley 24.425 el Acuerdo Sobre los Aspectos de los derechos de Propiedad
intelectual relacionados con el comercio (Adpic). Este Tratado tiene jerarquía superior a la ley y establece un
nivel de protección mínimo. El art. 50 establece que las autoridades judiciales estarán facultadas para ordenar
la adopción de medidas provisionales rápidas y eficaces destinadas a evitar que se produzcan infracciones y
evitar que las mercancías ingresen en los circuitos comerciales de la jurisdicción de aquellas, inclusive las
mercaderías importadas, inmediatamente después del despacho de aduana. De esta manera se ordena el cese
del uso de la venta del producto con la marca en supuesta infracción.

La ley de marcas exige la comercialización del producto en el país. Cuando se trata de productos destinados a
la exportación, Otamendi considera que la primera venta en el territorio argentino satisface el requisito legal.

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De conformidad con lo establecido en el art. 18 del Adpic, el registro de una marca de fábrica o de comercio
seria renovable indefinidamente.

Se encuentran vigentes asimismo el Tratado de Montevideo sobre marcas de Fábrica y Comercio de 1889 y el
Convenio de Paris para la protección de la propiedad industrial, arts. 1º a 12 del Acta de Lisboa, aprobada por
ley 17.011 y art. 13 in fine del Acta de Estocolmo (Suecia), aprobado por ley 22.195.

➢ CASO BRAHMA

Una sociedad colombiana, dedicada al rubro calzado, solicito en la Argentina el registro de la marca Brahma.
La empresa cervecera brasileña homónima se opuso invocando la titularidad de ella en nuestro país. Además
destaco el carácter notorio por la marca referida y la intención deliberada de la peticionaria de aprovecharse
de su prestigio. El instituto Nacional De Propiedad Industrial (INPI) resolvió denegar el pedido. La peticionante
solicito la revocación de dicha resolución. El juez de primera instancia admitió la demanda promovida por la
sociedad colombiana. En razón de ello, el INTI apelo la sentencia y la Cámara respectiva la revoco considerando
procedente el rechazo de la solicitud de registración de una marca mixta confundible con una notoria
registrada, para distinguir productos distintos. Sostuvo que cabe apartarse del principio de especialidad,
conforme al cual el derecho que la marca confiere obra dentro del ámbito para el que fue solicitada y
concedida.

El art. 6 bis del Convenio de Paris, que sanciona la reproducción e imitación de una marca notoria conocida
para productos idénticos, debe interpretarse a la luz del art. 16.3, acuerdo Adpic_ ley 24.425− que en ciertos
casos dispone la aplicación de dicha normativa a bienes y servicios que no sean similares a aquellos para los
cuales la marca ha sido registrada, pues de su texto resulta la obligación de proteger la marca notoria con
independencia de que distinga productos idénticos o diferentes.

La mayor o menor importancia que el peticionario de una marca pueda tener en su país de origen carece de
proyección para resolver el conflicto situado respecto de similar marca registrada en la República Argentina,
pues la ley protege a quien cumplió con sus recaudos.

Como en la Argentina rige el principio de la territorialidad de las marcas, ni la marca registrada tiene esa
exclusividad más allá de las fronteras de nuestro país, ni las marcas registradas en el extranjero gozan de ese
derecho en nuestro país.

PATENTES. (WEINBERG PAG. 349 Y 350). DERECHO TERRITORIAL

La ley 24.481 de patentes, modificada por ley 24.572, dispone que las invenciones en todos los géneros y
ramas de la producción conferirán a sus autores los derechos y obligaciones que se especifican (Art. 1).

En su art. 13 establece que la patente podrá ser solicitada directamente por el interventor o por sus
causahabientes o a través de sus representantes. Cuando se solicite una patente después de hacerlo en otros
países, se reconocerá como fecha de prioridad la fecha en que hubiese sido presentada la primera solicitud de
patente, siempre y cuando no haya transcurrido más de un año de la presentación originaria. La solicitud
presentada en el país no tendrá mayor alcance que la originaria extranjera para obtener prioridad (Art. 14). La
ley exige asimismo que exista reciprocidad (Art. 14).

El carácter territorial de las leyes de propiedad intelectual y/o industrial es una valla a la libre circulación de
bienes y servicios y al libre comercio, sobre las cuales se basa la Organización Mundial del Comercio. Por ello
la ley de patentes establece una excepción o limitación de los derechos del titular de la patente. Consagra el
principio de agotamiento internacional.

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El art. 36, inc. c de la ley en su texto de 1996 establece que el derecho que confiere una patente no producirá
efecto contra cualquier persona que adquiera, use, importe o de cualquier modo comercialice el producto
patentado u obtenido por el proceso patentado, una vez que dicho producto hubiera sido puesto lícitamente
en el comercio de cualquier país. Se entenderá que la puesta en el comercio es lícita cuando sea de
conformidad con el Acuerdo de Derechos de Propiedad Intelectual vinculados con el comercio. Parte III,
sección IV, Acuerdo Trip's_GATT.

El efecto de esta norma es permitir la importación de productos puestos en el comercio en cualquier Estado_
ya sea mediante el consentimiento del titular o a través de una licencia obligatoria_. Admite, pues, las
importaciones paralelas, dentro del marco de discrecionalidad que el art. 6º del Acuerdo Adpic acuerdan en
la materia a cada país. El derecho de agotamiento significa esencialmente que el derecho del titular a controlar
la explotación de la patente ha concluido.

El derecho que confiere una patente no producirá efecto contra el empleo de invenciones patentadas en
nuestro país a bordo de vehículos extranjeros, terrestres marítimos o aéreos que accidental o
temporariamente circulen en jurisdicción de la Rca. Argentina, si son empleados exclusivamente para las
necesidades de los mismos (Art. 36, inc. d).

La ley en su capítulo V regula la transmisión y licencias contractuales. El art. 38 específicamente establece que
los contratos de licencia no deberán contener cláusulas comerciales, restrictivas que afecten la producción,
comercialización o el desarrollo tecnológico del licenciatario, o restrinjan la competencia.

El Tratado de Patentes (PLT_Patent Law Trade) firmado en Ginebra el 2 de abril de 2000, al que la Argentina
no adhirió, pretende armonizar directamente el trámite de registro de todas las oficinas de patentes de los
países signatarios.

El PLT se raza en un contexto de diversos solicitantes que necesitan hacer valer sus patentes, en varios países,
lo que implica un alto costo al tramitar la patente en cada uno de ellos. Así, instaura un sistema de
presentación electrónica que se manifiesta como la solución al problema.

PRINCIPIO DE AGOTAMIENTO INTERNACIONAL: Derecho del titular a controlar la explotación de la patente


que ha concluido. El derecho que confiere una patente NO producirá efectos sobre cualquier persona que
adquiera, use o importe, o de cualquier modo comercialice el producto patentado una vez que dicho producto
hubiese sido puesto lícitamente en el comercio de cualquier país.

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