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howard s, becker
siglo veintiuno
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1 J \J
Para Diann1
Becke r, Howard S.
Trucos de l oficio: có mo co nducir su inves tigació n e n cie n cias sociales.
- la ed. - Buenos Aires: Siglo Vein tiun o Edito res, 2009.
296 p.; i4x2 1 cm. - (Sociología y política)
Tric/¡s of the Trade (Lice n sed by The U n ive rsity of Chicago Press,
Chicago, Illinois, USA)
Impreso e n A1·tes Gráficas De lsur / / Alte . So lie r 2450, Ave lla ned a,
e n e l m es de septie mb re de 2009
Prefacio 11
l . Trucos 15
2. Imaginario 27
3 . Muestreo ' 95
4. Conceptos 145
5. Lógica 189
Coda 271
Referencias 277
-
1 1 ¡ l J J
.,
podría ser el trabajo sociológico y lo que podría ser una vida socioló- Becker, "Foi por acaso : Conceptualizing Coincidence", Sociolog;ical Quar-
gica. En cierto modo este libro es un a las personas que me terly, 25, (1994), pp. 183-194; Howard S. Becker, "The Epistemology of
enseñaron, muchas de ellas mientras todavía era estudiante y otras des- Qualitative Research", en Richard Jessor, Anne Colby y Richard A.
pués de que dejé la universidad (aunque no haya dejado de for- hweder (comps.), Ethnography and Human Development, Chicago, Uni-
manne) . A menudo he demostrado mi respeto y mi agradecimiento versity ofChicago Press, 1996, pp. 53-71; Howard S. Becker, "Cases, Cau-
vinculando lo que tengo para decir con las palabras de aquellos de ses, Conjunctures, Stories, and Imagery", en Charles C. Ragin y Howard
quienes aprendí, utilizando sus pensamientos como trampolín para los . Becker, VVhat is a case?, Cambridge, Cambridge University Press, 1992,
míos. Con el correr de los años he aprendido lo que aprende la mayoría pp. 205-216, © 1992 Cambridge University Press, reeditado con el per-
de la gente, a saber, que mis maestros no eran tan torpes como a veces miso de Cambridge University Press. Partes del capítulo 3 fueron publi-
pensaba. cadas en Howard S. Becker, "Letter to Charles Seeger", Ethnomusicology,
También he aprendido de aquellas personas que han leído con apre- 33 (primavera-verano de 1989), pp. 275-285, reeditado con el permiso
cio, pero sin ahorrar críticas, lo que escribí en el transcurso de los años. de Ethnomusicology. Partes del capítulo 4 fueron publicadas original-
Varias de ellas leyeron la primera versión de este manuscrito y les estoy mente en Howard S. Becker, "Generalizing from Case Studies", en E. W.
muy agradecido por sus concienzudos comentarios, aunque hayan im- Eisner y A. Peshkin (comps.), Qualitative lnquiry in Education: The Con-
plicado más trabajo para mí. (¡Tanto mejor que hayan venido de ellos!) tinuing Debate, Nueva York, Teachers College Press, Columbia University,
De modo que agradezco a Kathryn Addelson, Eliot Freidson, Harvey pp. 233-242, © 1990 Teachers College, Columbia University, todos los
Molotch y Charles Ragin por sus incisivas críticas. derechos reservados, reeditado con el permiso de Teachers College
Doug Mitchell es el editor con que todo autor sueña con trabajar. Press. Partes del capítulo 5 fueron publicadas 01iginalmente en Howard
Supo esperar pacientemente el libro, ofreció ideas útiles e interesantes, S. Becker, "How I Learned What A Crack Was", Journal of Contemporary
estimuló mi a veces frágil interés y mi confianza y, en líneas generales, Ethnography, 22 (abril de 1993), pp. 28-35. Los capítulos 1, 3 y 5 inclu-
mantuvo encendida la llama del proyecto. yen extractos de Everett C. Hughes, The Sociolog;ical Eye, New Brunswick,
Dianne Hagaman y yo compartimos la vida intelectual y doméstica, y NJ., Transaction Books, 1984, © 1984 Transaction Inc., todos los dere-
nuestras mutuas exploraciones de toda clase de investigaciones y pro- chos reservados, reeditado con el permiso de Transaction Publishers;
blemas conceptuales constituyen la fuente del conjunto de este libro en 1 capítulo 3 incluye extractos de James Agee y Walker Evans, Let Us
maneras imposibles de individualizar y señalar. Por si eso fuera poco, Now Praise Famous Men, Boston, Houghton Mifflin, 1941, pp. 125-126 y
Dianne ha escuchado prácticamente todo lo que está escrito aquí -en 162-165, © 1939, 1940 James Agee, © 1941 James Agee y Walker Evans,
forma de monólogos aislados, observaciones casuales e incluso lecturas © renovado en 1969 por Mia Fritsch Agee y Walker Evans, reeditado
en voz alta-y sus reacciones y sugerencias han contribuido a configurar on el permiso de Houghton Mifflin Co., todos los derechos reserva-
la versión definitiva. dos; el capítulo 5 incluye un extracto de Arthur Danto, "The Artworld",
Quiero expresar mi gratitud a numerosos individuos y editores por joumal of Philosophy, 61 (1964), pp. 571-584, reeditado con el permiso
haberme autorizado a reeditar materiales que originalmente aparecie- del journal of Philosophy.
ron en otras publicaciones. Fragmentos dispersos de este libro fueron
publicados en primera instancia en Howard S. Becker, "Tricks of the
Trade'', en Norman K. Denzin (comp.), Studies in Symbolic Intf:raction,
Nueva York, JAI Press, 1989, 10B:481-490. La fotografía de René Boulet
incluida e n el capítulo 2 fue publicada originalmente e n Bruno Latour,
"The Pedofil ofBoa Vista", Common Kn owledge, 4 (1995) , p. 165. Partes
del texto del capítulo 2 fueron publicadas originalm ente en Howard S.
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 ) 1 ¡ 1 1 1 J 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 J 1 J 1 1 J J
. .,
Jl. o RirllfüC<(J)§
...
idioma, religión, costumbres, institucion es o "rasgos culturales".
TRUCOS 17
T R UCOS 21
20 TRU COS D EL O FICIO
Estos tr u cos, e nto n ces, so n m a neras d e p e n sar ace rca de lo qu e sab e- . podrá n p_e,n sar q u e a ludo a tr u co s técnicos a plicables a la escri-
m os o qu e r e m os sab er y nos ayuda n. a ,#.compre n de r la info rm ació n y a tur a, a computac1o n , los "mé to d o s" o las esta d is ' ti cas ( a unque po co s es
forn1ula r nu evos inte rro g a ntes b asá ndonos e n lo qu e h e mo s de scu- trucos es tadístic o s surgidos de mi p e rson a ). Ya h e dicho todo
bie rto . N o s ayuda n a explotar al máx imo la info rmació n con que conta- que
o ue se t sobre trucos . téc nicos
. . de e scritura (Becke r, 1986b) , Yes p1.o b a l)le
mos al expone r aquellas facetas d el fe n ó m e n o que esta rnos es tudia ndo a, . enga d p a r a tra , ns1nltir .un co njunto · · ·
similar d e consejos folclóri cos
cerca e otras areas de la practica .' · d e las ciencias
. sociales Pero en
en las que todavía no hemos pensado.
Los sociól?gos de la ciencia (por ejemplo , Latour y Woolgar, 1979, y tan to tru.=os del_ oficio de las ciencias sociales, son es e'cífi-
Lynch, 1985) nos han mostrado que los científicos de las ciencias natu- cos y no lo suficientemente generalizabl p
b ate exhaustivo La t d' . , es_ como para promover un de-
rales trabajan de maneras nunca mencionadas en sus postulados for- D d . ra icion oral es la mejor manera de incorporarlos
males de método, es decir, que ocultan la "práctica Q.e base·,, e rno o que estoy hablando del oficio de sociólogo o (dad .
tantas personas hacen un traba· . o que
que los científicos hacen en realidad- en "su dero sociolo , . uo que, de manera imperialista, consi-
rirse a l_o que hacen. Los científié"os sociales hacen lo mismo: emplean .' . . gia, pese a que ellas crean pertenecer a otra estir e de .
t1fico social o humanista) del ofi . d . P cien-
una colección prosaica de trucos teóricos cu ando practican fa. Cienóa égida del título profesional que at la sociedad bajo la
social, que _es lo opUesto a hablar de teoría. En este.libro rn:·e mente son los que a d . os rucos que tengo en
de lo que con frecuencía se consideran problemas teóricos, para lo bajo, más allá d l , an a a quienes hacen esa clase de tra-
que catalogaré y analizaré algunos de los trucos que emplean los cien- sido un tanto ostenten. En consecuencia, he )
uso intercambiable de " · 1 , ,, " · 1
tíficos sociales: la práctica de base de las ciencias sociales. Describiré al- sociales" ' aun a sabie d d socio ogia y ciencias if
gunos de mis favoritos y también varios aprendidos de Hughes, y haré disciplinas que están n asl e estar creando ambigüedades respecto de
hincapié en su relevancia teó1ica. En algunos casos les he dado nom- O . en e margen, corno la psicología.
t1 a cosa que espero que quede clara
bre a manera de regla mnemotécnica, de modo que pronto se encon- necesario explicitar! . ' aunque probablemente sea
a, es que rn1 pensamiento ·
trarán aquí con criaturas tales como e l Truco de la Máquina, el Truco generalmente se denom· . . ., no se restnnge a lo que
.
mvestiaación que h . . d
ina invesugac10n " r . " ,
cua itatlva ·Esa es la clase de
de Wittgenstein y otros por el estilo. o e rea 1iza o, pero re ·. ., , !
E l hecho de haber titulado este libro Trucos del oficio da origen a cier- tes que ideológica E 1 , presenta una opc10n practica an- '
tas ambigüedades que conviene esclarecer de inmediato . La frase posee por lo tan to con tin. ho dsab1a hacer y lo que disfrutaba haciendo, ·.
' e ac1en olo Pero · . h . :
varios significados potenciales, la mayoría de los cuales no ha sido in- posibilidades de ot , · siempre e estado abierto a las
ros metodos (en tant f
tencional. Habrá quien espere que comunique trucos para moverse como cuestiones de co11v· . , l. . o no me ueran impuestos
iccion re imosa) ym h 'd
como pez en e l agua en e l ámbito académico: cómo conseguir empleo, mente útil pens 0 - e ª pareo o particular-
ar acerca de lo que hacía e t, .
cómo obtener una cátedra permanente, cómo conseguir un trabajo me- o tras maneras de t b . n erm1nos provenientes de
ra ªJªr como la in f ·,
jor, cómo lograr que publiquen sus artículos. Siempre he estado dis- d e lo matemático D d' ves igacion por encuesta o e l mo-
puesto a discutir esos temas. Es probable que mi para nada convencio- d as pura y exclu .· e mo o que las ideas·me¡m'd as aquí no están dirigi-
s1vamente a los iniciados e 1 b .
nal carrera académica -dediqué muchos años a lo que solía llamarse tilo antropológico . b' n e tra ªJº de campo al es-
. .
·amillares aunq , s1 ien espero que st is conten1.d os les resulten
"ocio investigativo" antes de ingresar a la academia como profesor de f , ue no tranquilizado re T b. ,
tiempo comple to- me haya proporcionado cierta percepción especial qui e n es trabaian e . s. am ten están destinadas a
las Ci. en cias soc· ::J n 1a vanedad de estilos y tr. .a d'ic1ones . que configuran
que acompaña a la marginalidad. Pero los tiempos cambian y la situación 1
ia es contemporáneas.
económica y política de las unive rsidades se ha modificado tanto que
P o r. lo ºrre ne r-a 1, ia · p alabra "truco" su . - .. . .
dudo de te n e r infonnación válida sobre esos inciertos procesos. En todo d es cripto facilita _, 1 giere q u e el artilugio u operación
caso, la academia no es el oficio que tengo e n mente. (Aaron Wildavsky es proba bl e que 1r a as cosas En est e caso, es un error. A decir verdad
os que a qu1 p 1· ese nto . -en un sentido muy especial- le'
[ l 993 J se o cu pa muy bien d e ese aspecto.)
¡ J ; J
22 TRUCOS DE L OFICIO TRUCOS 23
dificulten las cosas a l investigador. En vez de torn a r más sen cill a la rea- por ser miembros d e un g rupo, casi sie mpre detentan un monopolio
lización conve ncional d e una tar)a dete rmin ada su gieren maneras de no re visado ni c u estionado de ideas acerca de "su" tema. Los recién lle-
interferir co n las cómodas rutinas d e pensamiento que la vida acadé- gados al estudio de la cu estión, cualquiera que sea ésta, pueden dejarse
1nica promueve y respalda al convertirlas en la forma "correcta" de h a- seducir fácilmente y a doptar esas ideas convencionales como premisas
ce r las cosas. En es te caso, lo "correcto" es enemigo de lo bueno . Los indiscutidas d e su in vestigación. La estimable ac tivid ad de "revisar la bi-
truc.é»s 'proponen rn.odos de dar vuelta las _cos_as , de ve rlas b ajo bliografía'', tan cara a los corazones de los comités de tesis, nos expone
·p a ra -crear n u evos proble m as de inves tigación , nuevas al peligro de esa seducción.
c61nparar casos e inve nta r categorías, e tc_. To do eso es t1:abafo. De modo que necesitamos formas de exp a ndir e l alcance de nuestro 1
E.s .agradable, pero r e quie r e m ás trabajo q u e h acer las cosas de m anera p ensamiento, de ver qué más podríamos estar pensando y pregun- l
rutina ria y sin pensar. tanda, de aume ntar la capacidad de nuestras ideas de abarcar la diver- '
Clifford Geertz ha formulado una buena descripción de la ta rea que d e lo que o curre en el mundo. Muchos d e los trucos que describo/ ,
se supone que cumple n estos trucos: es tan consagrados a esa empresa. ·' '
Las secciones del libro se ocupan de los principales aspectos
Las cifras [figures] que posteriormente surgen de e llos los vuel- d el trabajo de inves tigación en las cie ncias sociales. "Imao-i.nario" trata
. .·. D . . . . .
ven recomendables [las "figuraciones" que describen un resul- ?. cómope nsamos lo que vamos a estl!.d iar in-
tado etnográfico] o no recomendables, al igual que su capacidad y. -·.
de guiarnos a explicaciones extendidas que, al superponerse con y de cuál es la-tarea d.el Allí se
otras explicaciones de otros asuntos, amplíe n sus implicaciones forrñ-a:s que- y se
y profundicen su alcance. Siempre podemos contar con que d e controla(rú.ié•s tfó modo 'd e \1eflas e
. ···-'•·-·- - ·•····'···· . ... ..·. . .. · .. . .. . ---.··-. ·-·- ·..- '" •"·· --· . ...,.,,....."''·' R.. ·- -·
ocurra algo más, otra experiencia oblicua, otro acontecimiento ignorantes portadores mundo ·
a medias presenciado. Pero no podemos contar con que tendre- -fida· sigu1en te .secCíóñ:; .ideas
mos algo útil para d ecir al respecto cuando eso ocurra. No con-e- ge_n e_-=:ales siempre seJeq ;ión den.trod.el casos
mos el riesgo de quedarnos sin realidad; estamos en constante Se plantea la preguntasobre
peligro de que se nos acaben los signos, o al menos de que los qué obs e rvar, l<:>s casos qué . cu-ando for-
viejos signos d e sa parezcan ante nuestros ojos. Por lo general, la d_<'!..rnanera explícita Y se la
naturaleza posterior-al-hecho , ex post, a-la-zaga-de-la-vida, del es- _d_e elegir casos con el obj e tivo d e
tado d e conciencia -primero la ocurrencia, d espués la formula- al riie nos unos pocos que d esafíen nues tras ideas, que nos
ción- se manifiesta en antropología como el continuo esfuerzo o bhg2:1_:;.Il_ a lg que q :e.e.rr.i.<;>s_s_aber.
de diseñar sistemas d e discurso que es tén a la altura, más o La tercera sección del libro, se ocupa de la producción
menos, de lo que acaso esté ocuniendo. (Geertz, 1995: 19.) ideas. ¿Có mo reunir
de _ídeas gen,fra1es? ¿có;I;:o usar la d el
'. En cada sección d e l libro atacaré la cuestión d e la convención -conven- ª han conducido nuestros p¿r ima-
ción social y científica- como el e n emigo m áximo del p e nsamie nto so- crear.formas .m.e jores] m ás útiie:;; pensar
1 ciológico . Cada te m a qu e estudiamos ya h a sid o es tudiado por muc h í-
las cosas? ·
Poi- últi 1 · - " - · ,, .
simas p e rsonas con muchísimas id eas propias, y por lo tanto es el las id m o, ª seccion __c:le manipula r
domin io d e la gente q u e de h ec h o habita ese mundo , que tiene ideas ) ª de ,mét?dos de o menos (e<1si siempre m e-
11 0
propias ace rca d e en qué consisten y qué sig nifi can los objetos y tos -s-,----:-··--.
i:ormal · Esa secc·ion - esta- b asa d a casi· p or comple to e n m aten· :ales · ya
acon Lecimi e ntos que en él ocurre n. Estos expertos, por su profesión o co nstnud os )' a·f d.d ( .
1 un 1 os p or otros especialme nte Paul Lazarsfeld,
·¡
24 TRUCOS DEL OFICIO
TRUC O S 25
C harles Ragin y Alfred L in de smi th: u n trío imp robable ). __ci_e._ _los
temas principales, tomado de Ragin, es la utili dad d e conce n tr a rse en lógicas q u e reali cemos sobre los res ul tad os de parte d b .
,. .. -- - -··· - b bl . e nues tro tra ªJº
u. na d ivers id ad de casos e n ve z d e h ace rl o e n la variació n de las va ri a- p1o a e m en te modifica rá n n u estros co n ceptos y . .
- --- ----·
N · . · as1 su ces1vamen te
bles._(En e ste a p a rtado se explicará n las a b reviatu ras .) No me d isculpo o nen: imagin ar qu e se rá un proceso prolij o, lógi co y
nad a cao t1co. N u evamente e n_p ala bras de Gee rtz:
p o r habe r to mad o p re sta d os fragm en tos de o tros a uto r es; só lo pre-
tendo decir que h e recurrido a los mejores y que he menciona do los cré-
ditos correspondientes, al m e nos h asta donde sé , por los que he utilizado. ad h o c y ad interim, uniendo histoiias de h a ce mil
Los lectores desc ubrirán pronto que existe cierta arbitrariedad en anos masa cres ocurridas hace tres semanas, conflic tos in-
cuanto a los lugares donde se han debatido los te mas. D e modo que te rnac10nales. con ecologías municipale s. La economía del
puedo confesarla sin mayores reparos . Podría haber analizado la mayo- o las aceitunas, las políticas étnicas o religiosas, el funcio-
ría de los temas en más de un lugar (y a veces lo hice). Los títulos de las namiento del le nguaje o d e la guerra deben, hasta cierto
punto, soldarse en la construcción final. Lo mis l
se cciones no son sino guías preliminares sobre sus contenidos. Las
ideas no son una red deshilvanada de proposiciones conectadas lógica-
e
ia, el comercio, el arte y la te cnología. El resultado e:
mo que a a-eo-
in-
insatisfacto.rio, chirriante, tembloroso y mal for-
mente (¡no querría que lo fueran!) , sino un todo orgánico . Es decir
que todas y cada una de ellas se implican mutuamente . El libro es una mado. un a1 tefacto grand10so. El antropólogo, o por lo menos
red o una trama antes que una línea recta. aquellos antropólogos que desean complicar sus artefactos y
Las secciones también presentan, según parece, una suerte de orden no cerrarlos sobre sí mismos, es un loco que se da maña para
cronológico en bruto. Podría pensarse que los investigadores inician todo y va a la deriva con su ingenio. (Geertz, 1995: 20.)
naturalmente su tarea teniendo varias clases de imágenes acerca de lo
Nin211no de los tru d ·
que se proponen estudiar y que luego, en base a esas imágenes, des- . " . e pensarrnento incluidos en este libro tiene un "lu-
arrollan ideas acerca de qué estudiar y cómo elegir casos (en otras pala- : . prop1ado el itmera1io de construcción de dicho artefacto. Acon-
ejo al lector ut1hzarlos cuando considere que podrían h l .
bras, cómo diseñar proyectos de muestreo). También podría pensarse su trab · . 1 . acer evo ucionar
que, tras haber escogido los casos y haberlos estudiado, desarrollan con- "9º· a comienzo, en medio o hacia el final de la investigación.
ceptos que luego emplearán en sus análisis y que utilizan la lógica e n la
aplicación de esos conceptos a sus casos de estudio . Sería posible pen-
sar razonablemente todo eso porque en la mayoría de los libros sobre
teoría y métodos d e investigación se especifica ese orde n como "la ma-
nera correcta" de hacer las cosas . No obstante, si hacemos eso, nos ha--
bremos equivocado. Las distintas operaciones presentan esa clase de.
conexión lógica entre ellas - en cierto sen ti do, el imaginario cierta--
mente subyace y parece dictar una suerte de muestreo-, pero eso no sig·
nifica que debamos realizarlas en ese orden, sobre todo si pretendemos
trabajar e n se rio .
. inve stigadores se rios avanzan y retrocede n constante mente e nu-e
cua tro á reas d e y cada-úea-afecta a-Li s
eleg'ir una muesu:a. toman do eñ" cúei-ii:a
acerca de nuestro obj e to de estudio, p e ro seguramente modificaremos es•
n nage n sobre la b ase d e lo que la muestra nos e nse iie. Y las
'tri
1 l 1 1 1 1 1 1 ' 1 1 \ 1 1 1 1 1 J 1 J 1 1 1 J
La tarea ineludibl e del genuino tra tamiento m e todológico es propone estudiar el crimen o las revueltas estudia ntiles e n
identificar y evalua r estas premisas. (Blume r, 1969: 24-25.) América Latina o las e lites políticas e n África, y el psicó logo
que prete nde es tudiar el consumo de drogas e n los adoles-
Blumer estab a primordialmente interesad o en increpar a los sociólogos centes o las aspiracion es de los alumnos negros de esc u e la
que basaban su trabajo e n un in.corI1pati- primaria o los juicios sociales entre d elincu e ntes son claros
conocía la e n particular por trabajar con imáge- ejemplos de esta casi inevitable ause ncia de relación
nes de la sociedad que contradecían lo que su propia experiencia coti- si
co:1 el ár_e a de _Ja --vicf<i__que esti:.tdiar. (Biumer,
diana les d ecía acerca de cómo eran las cosas. Fui alumno de Blumer y 1969: 35-36.)
aprendí la importancia que esto tenía mediante un ejercicio que nos
instaba a hacer: elegir diez minutos de la propia experiencia e intentar Blumer jamás persiguió esta línea d e p e nsamiel1to hasta el punto d e
explicarlos y comprenderlos utilizando cualquier teo ría de psicología aportar un remedio específico. No nos dijo cuáles serían buenas imáge-
i
social que estuviera en boga en aquel momento. Al intentar aplicar, por nes para utilizar en nuestro trabajo, excepto en un plano muy abstracto,
ejemplo, la psicología del estímulo-respuesta (por entonces muy popu- ni tampoco cómo crearlas, salvo obteniendo un conocimiento de pri-
'
:_·. 1 lar) a ciertas actividades mundanas como levantarse de la cama y tomar mera mano del área d e la vida social que nos interesaba estudiar. Eso era
/ \ el desayuno, uno se daba cuenta de que no podía identificar los estímu- claramente 1iecesa1io, pero no significaba una orientación suficiente
• -·.' J !,
los ni conectarlos de manera certera con la "respuesta" que estaba para nosotros. En este capítulo intentaré remediar esa falta de especifi-
dando. Gracias a eso, entendimos pronto. Ninguna teoría disponible cidad y analizaré las imágenes que utilizan los científicos sociales, así
nos proporcionaba las palabras e ideas, el imaginario, que nos permi-' como su procedencia, y aportaré trucos específicos para mejorarlas.
tiera hacer justicia a la infinidad de cosas que veíamos y oíamos y sentía-
mos y hacíamos mientras andábamos por ahí haciendo las cosas propias
de la vida diaria.
Pero una vez acep tada la idea de que al habitual imaginario de las; IMAGINARIO SUSTANTIVO
ciencias sociales le falta algo, ¿qué resta por hacer? ¿Por qué es tan malo__
nuestro imaginario? ¿Cómo podríamos mejorarlo? Padecí, con otros es· Retomando la cuestión, Blumer pensaba - y yo tambié n pienso- que, la..
tudiantes, las dificultades que provienen d e ver el proble ma pero no la, J:>ásic(l para el de la sociedad -comenzamos con imá-
solución. Blumer nos dejó solos. No tenía piedad alguna al exponer el Y terminamos con );-el
e rror d e los sociólogos que respetan , o incluso saben demasiado acerca imagen _de aquella cosa que estamos estudiando. Aprendemo.5- .l1ll p o.co .
de , lo que solía denominar "el obstinado carácter de la vida social (quizá mucho) acerca de algo que nos interesa. Sobre 14 bªSf de ese
tanto proceso de seres interactuantes": c9nstruimos (o imaginamos) u0ahist9ria
Supongamos que decido estudiar un ba rrio de la ciudad.
[ C] asi por definición, el investigador no tiene una relación Podría comenzar co nsulta ndo un libro de estadísticas locales (el Chi-
de primera mano con la esfera d e la vida social que se pro- cago Communit)' Fa ct Book o las publicaciones rel evan tes del censo)
pone e studiar. Rara vez participa de esa esfera y casi nunc a para ver qué clase de gente vive a llí. ¿Cuántos hombres ? ¿Cuántas mu-
está en co ntacto cercano con las acc iones y las experiencias ¿De qué edades? ¿Cu ál es su nivel d e e ducación promedio?
de la ge nte involucrada en e lla. Su posición es, casi siempre, (Cual es su ingreso promedio ? Con es ta información b ásica podría
la de alg uien que ve las cosas d esde afuera; co1no tal, es nota- crear un cuadro mental - una iinagen- co mple to, a unqu e provisorio,
blemente limitado en cuanto al sim ple conocimiento d e lo del b a rrio y dec idir, basándome en las cifras de ingresos y educación,
qu e ocurre e n esa e sfe ra d ada de la vi d a. El sociólogo que se si es u n barrio de clase trabaj a dora, y, util izando la distri bución etaria,
1 ¡ 1 ¡ 1 ·1 : J 1 J
suponer Ja n a tural eza de la vida fam ili ar y con sid e1-ar si es un área de q u e me haya provisto mi propia experie ncia de la sociedad. Inclu irá
o-ente jubilada o en vías de jubila rse o, por e l contra rio , un área h abi- soy lo suficientem.ente imaginativo, e l aspecto de las calles y el o lor
p o r gente joven que recién comienza a formar su propia familia _ las cocinas ("¿ italianos?, ¡ajo!"}. Si me leen en cie ncias sociales, incl u
a esto agrego las variables de raza y etnia, mi imagen se volverá todav1a podré agregar a mi cuadro del barrio alguna idea acerca d e, digam•
más d etallada. la clase de conversaciones que se comparten e n la mesa (" ¿clase tral
Mi imagen es más que una compilación de estadísticas. Incluye detalles jadora?, código restringido: un mon tón de gruñidos y monosílabo
que no figuran en los libros y tablas que consulté, detalles que inventé ba- como describiera Basil Bernstein) .
sándome en lo que sí decían esos libros. Esto nos lleva a la segunda parte Los científicos sociales imaginativos y leídos pueden llegar muy lej
de la crítica de Blumer al imaginario de los científicos sociales: con un d ato menor. Sin embargo, dado "que todos proclamamos
científicos sociales, no nos quedamos con la imaginación y la extrapo
[A] pesar de esta falta de con ocimiento de primera mano, el in- ción , como harían un novelista o un cineasta. Porque también sabem
vestigador se formará inconscientemente alguna clase d e ima- que nuestros estereotipos no son más que eso, y que tienen tantas pi
gen del área de la vida que se propone estudiar. Pondrá en babilidades de ser desacertados como de no serlo. Blumer nos
juego las creencias e imágenes que ya tiene para formarse una es p e rando con otra arenga condenatoria:
idea más o menos inteligible de esa área de la vida. En este as-
pecto es igual a todos los seres humanos. Ya seamos legos o eru- [E]l investigador en ciencias sociales posee -y utiliza- otro con-
ditos, necesariamente veremos cualquier área de la vida grupal junto de imágenes preestablecidas. Estas imágenes están cons-
que no nos resulte familiar a través de imágenes que ya posee- tituidas por sus teorías, por las creencias de moda en los círculos
mos. Quizá no tengamos una relación de primera mano con la profesionales en los que participa y por sus ideas acerca de
vida entre grupos de delincuentes o en los sindicatos o en los cómo organizar el mundo empírico para poder continuar con
comités legislativos o entre los banqueros o en un culto reli- su procedimiento de investigación. Ningún observador atento
gioso; no obstante, si nos dan un par de pistas rápidamente nos podrá negar honestamente que esto es cierto. Lo vemos con
formaremos imágenes útiles de esa vida. Y como todos bien sa- toda claridad en la forma en que las imágenes del
b e mos, éste es e l punto en el que las imágenes estereotipadas mundo empírico para que se adapten a nuestras teorías, en la
hacen su aparición y toman el control de la situación. Todos organización de esas imágenes en ténninos de conceptos y cre-
nosotros, en tanto estudiosos, tenemos nuestra cuota de estereo- encias que gocen de aceptación e ntre nuestros colegas más
tipos comunes que empleamos para ver aquellas esferas de la próximos, y en el moldeado de esas imágenes para satisfacer las
vida social empírica que no conocemos . (Blumer, 1969: 36.) demandas del protocolo científico. De bemos decir, con toda
honestidad, que aquel investigador en ciencias sociales que de-
Entonces, después de haber reunido unos pocos datos preliminares cide es tudiar una esfera dada de la vida social que no conoce
acerca d el barrio que pretendo estudiar, "sé'', por ejemplo, en qué clase de primera mano se formará un cuadro de esa esfera acorde a
de casas vive la gente; casi puedo ve r, como si se tratara d e una fotogra- sus imágenes preestablecidas. (Blumer, 1969: 36.)
fía, el césped recién cortado con los flamencos de plástico, e l mobilia-
rio estándar comprado a crédito e n la cadena de mueblerías y todo lo Como bien dice, en este nivel nuestro imaginario d etermina la din
que mi este reotipo de esa clase de población pueda producir. Nada de ción ele nuestra investigación: las ideas de las q ue partimos, las pre gc
eso está basado en ninrrún conocimien to real del á rea. Es un imagin a- tas qu e formulamos para verificarlas, las resp uestas que nos paree.
rio que he construido en "' forma
'
imaginativa, tal CO ITlO Blumer anunció plausibles. Y esto ocurre sin q u e pense m os d e masiado en e llo, porq
que lo h a ría, a partir de un par d e datos y del conjunto de este reotipos so n cos as que apenas sabe1TJ.os que "sabemos". SiITlple1nente son p a r
32 TRUCOS DEL OFICIO IMAGINARIO 33
del bagaje de n uestra vida común y corrien te, del conocimiento que lo que en realidad ha hecho. Pero es peligroso adivinar o hacer suposicio-
nos guía cuando no estamos siendo cie ntíficos sociales y no sentimos la nes de aquello que podemos con ocer de m an e ra más d irecta. El
necesidad d e conocer las cosas de esa maner a científica especial que peligro radica en que supongamos mal, en q ue lo que a noso tros nos pa-
nos permitirá publicar en prestigiosas revistas científicas. rece razonable no les hubiera parecido razonable a ellos. Todo el tiempo
Algunos científicos sociales m e interrumpirán dióendo que jamás corren1os este riesgo, en gran parte porque, como seii.alara Bl umcr, no
hablan de cosas de las que no ti en en información. No les creo. Consi- so mos esas p ersonas y no vivimos sus ci rcunstancias. Por lo tanto es pro-
deremos e l caso obvio a l que Herbert Blumer y muchos otros desde e n- bable qué: tomemos el camino más fácil y les atribuyamos lo que cree-
han dedicadQ tanta atención: la imputación de significados y mos que nosotros sentiríamos en la que a nuestro entender es su situa-
mouvos a los actores sociales. (Los mismos problemas se presentan res- ció n, como cuando los eruditos que estudian la conducta adolescen te
pecto de cuestiones que parecen menos amorfas: acontecimientos y (casi siempre gente d e mediana edad, casi siempre varones ) observan
otros h echos "duros"; pero me o cuparé de eso más ade lante.) Los cien- las tasas comparativas de embarazo y sus correlatos y deciden lo que las
_tíficos sociales siempre at1ibuimos, implícita o · Ün jovencitas que parieron esos bebés "deben de haber" pensado para me-
punto de vista, una perspectiva y motivos a la gente cuyas terse en semejante situación. A falta de cor:ocimiento re¡il, e l imaginario \
l_a posta. - . \
lizamos. Por c::j emplo, siernpre describirnos los significados gé.n te
que h emos estudiado da a los acontecimientos d e los que participa; de El estudio del consumo de drogas está plagado de esa clase de erro-
modo que la única pregunta en es te caso no es si lo hacemos, sino qué res. Expe r tos y legos por igual suelen in terpretar el consumo de drogas
ta n acertadamente lo hacemos. Podemos, y muchos científicos sociales como una "evasión" de alguna clase de realidad que, piensan ellos, el
as í lo hacen, reunir información acerca de los significados qu e la gente drogadicto encuentra opresiva o intolerable . Conciben la intoxicación
con drogas como una experiencia en la que todos los aspectos doloro-
d a a las cosas . Descubrimos -no con precisión absoluta, pero es me-
JOr que nada- lo que la gente cree estar haciendo, cómo interpretan los sos Y no deseados de la realidad pasan a segundo plano y dejan de ser
1::iateria de preocupación. El drogadicto reemplaza la realidad por sue-
objetos y los acontecimie n tos y a la gente que comparte sus vidas y ex-
periencias. Lo hacemos hablando con e llos, en entrevistas formales 0 nos brillantes de esplendor y facilidad, placeres no conflictivos y fanta-
sías e historias de perverso erotismo. Se entiendeque la realidad acecha
informales, )' observándolos y escuchándolos mientras desarrollan sus
.. en el fondo, lista par a darle una buena patada en el culo al drogadicto
; actividades; incluso podemos h ace rlo pidiéndoles que resp ondan cues-
,r
.. . en cuanto pase el efecto de la d r oga.
tionarios acerca de los significados que dan a las cosas o bien eliITT.endo
-- entre los distintos significados que les ofrecemos como risibles.
Esta clase de imaginario tiene una larga historia literaria, probable-
mente derivada de las Confessions of an English Opium Eater, de Tho mas
C uanto más nos acerquemos a las condiciones en que atribuyen signi-
de Quincey (1971) . (Recomiendo la maravillosa versió n decimonó nica
ficados a los objetos y acon tecimientos, más certeras serán n uestras
norteamericana de Fitz Hugh Ludlow, The Hashish Eater [ 19 75 ] .) Estas
descripciones de esos significados.
obras desarrollan e l imagina1io analizado en la disecc ión de Orientalism,
Pero ¿qué ocurre si no descubrimos directamente los significados
de Edward Said ( 1978). U na versión más actualizada más de ciencia-
que la gente da a las cosas y a sus propias actividades y las de otros? ficción , menos onenta
· . 1y menos benigna
. '
puede encontrarse en El almuerzo
¿Acaso, en un espasmo de ascetismo científico, nos abstendremos rigu-
desnudo de William Burroughs (1966) .
rosamente de debatir motivos, propósitos e intenciones? Ni por asomo.
No, seguiremos hablando de esos significados aunque, por una necesi- . Estas dese npc10nes
· · d e l consumo de drogas son, como ya han desc u-
bierto
_ generac· l . .
iones e e mvesugadores que se han tomado el trabajo de
dad nacida de la ignorancia, los inventarem os utilizando el conoci-
pi _c gu ntar, puras fantasías i nventadas (con ayuda de la literatura que
miento proveniente de nuestra experiencia cotidiana (o de-la falta de
acabo de mencionar) por los investigadores que las publica n . Fantasías
ésta) para argumentar lo que la gente acerca de la cual debe
qu e no se corres pon d en con ¡ as expenenoas
· · de los drogad'ictos 111·
6-no d ebe de haber interpretado pues de lo contrario no hab.r ía hecho
f,b i
34 TRUCOS DEL O FIC IO
IMA G INARIO 35
tampoco con la s de lo s inve stiga dores qu e h a n hech o e l experime nt1 de golf exclusivos. Las reuniones d e comité, los de be r es de la en-
de co n sumir drogas . Son p ro duc to de una su e rte d e ign o r ancia vo lun señan za, la r evisión p or p ares y la esc1itura de e nsayos como éste
tariosa. Las interpre ta cion e s e rró neas de la exp e riencia y lo s significa son su única ocupació n, y dejan p oco o ningún e spacio p ara
dos d e la gente so n un lugar común en los es tud ios de la d elincuenci. anda r p o r el mundo .
y el crimen, de la conducta sex u a l y, en líneas g e nerales, de la conduct
ajena a la experie ncia y el estilo de vida de los investigadores académico Sin u na participación más plena en la sociedad (e l ensayo de Molotch
convencionales. se ti tula "Going Out" ["Salir"]), jamás conoceremos las cosas básicas
Dado que nuestro imagina1io le go influye tanto sobre nuestro trabajo qu e n os impedirían come ter torpes errores.
tendríamos que preocuparnos de que fuera apropiado. ¿Pero cómo ha (Molotch hace otra observación interesante no vinculada a mi argu-
cerlo? El imaginario entra en nuestras cabezas como residuo de m e ntación, pero que vale la pena mencionar. Sin un conocimiento ba-
experiencia cotidiana; de modo que, sad o e n la e xperiencia d e primera mano para corregir nuestro imagi-
tendremos que hacer algo respecto del car;ícter._de vida comú1 n a ri o, no sólo no sabremos dónde buscar material interesante,
. y corriente, ; A eso apuntaba Blúmei-, tediosa y abstractame nie-:-·-· -- ··-- tampoco reconoceremos aquello que no éS necesario investigar a
Har\;ey Molotch (1994), de manera más sensible y contundente, ha ei fondo ni probar. Por carece r de conocimiento p e rsonal, suponemos
pandido y otorgado textura al diagnóstico y la prescripción de Blume1 qu e muchas cosas comunes y corrientes forman parte de los grandes
Comienza por citar la afirmación de Patricia Limerick de que los acadi misterios de las ciencias sociales que requieren mucho estudio y mu-
micos son aquellas personas con las que nadie quiso bailar en la escuel. ch a información para ser resueltos. Una primera versión del diagnós-
secundaria y agrega, de su propia cosecha, que también son los último tico de Molotch define al sociólogo como alguien que gasta cien mil
en ser elegidos para integrar los equipos de baile en las clases de dólares en el estudio de la prostitución para descubrir lo que cualquier
sia. Describe su propia imagen juvenil de la sociología como la obra di taxista podría haberle dicho. Yo tengo un maravilloso ejemplo propio,
una suerte de amalgama entre Charles Wright Mills, Jack Kerouac de hace ya varios años, cuando le describí el estudio del teatro r e gional
Lenny Bruce y Henry ]\.filler, "héroes todos que conocían el mundo l noneamericano que queríamos hacer con Micha! McCall [Becker,
límite : desviados, estridentes y/o mal hablados". Es decir que, si uni McCall y Morris, 1989] a un distinguido y muy ínteligente sociólogo
quiere escribir acerc a de la sociedad, antes tendrá que conocerla de P'' que , por esas cosas de la vida, había nacido y se había criado en la ciu-
mera mano y, particularmente, tendrá que conocer lugares que la gent:, dad de Nueva York. Cuando le expliqué que pretendíamos estudiar la
respetable no frecuenta: "El salón donde a las bailarinas les pagan paf red de teatros r e gionales que había reemplazado a Nueva York como
bailar con los clientes, los complejos de viviendas sociales, las marchas ¡y· centro del mundo teatral, insistió en que no podríamos realizar nue s-
protesta, la pandilla de jóvenes y los lugares oscuros que la mayoif tro estudio sin hacer antes un estudio preliminar que demostrara que
de nosotros sólo conoce como indicios acechantes de lo posible". , York había sido ree mplazada, cosa que su orgullo localista le de-
Pero, dice Molotch, los sociólogos no solamente no sonJack Keroual cia que no podía ser cierta. Salí del paso citando una estadística difícil
ni siquiera son Louis Wirth o Herbert Gans (quienes estudiaron, de re futa r: que mientras que en los viejos tiempos, circa 1950, casi to-
pectivamente, los guetos judío e italiano) y no pueden ,,, los empleos teatrales en los Estados Unidos estaban en Nueva York,
acia fines d e la década de 1980 la mitad de los salarios por trabajo teatral
[ ... ] sostener e l patrón de incorporar el ámbito exte rior co- , se pagaba fue ra de esa área. Los neoyorquinos no se toman a la lige ra
mún y corriente. En la mayoría de los casos los sociólogos el d esplazami e nto de su ciudad.)
no c onocen otro mundo que el de su ronda diaria acadé-
mica y familiar; no recorren las bolsas de negociación de
bienes tangibles ni frecuentan iglesias alternativas ni clubes
l 36 TRUCOS DEL OFICIO
IMAGKNAJRlftO> CIENTlÍFl!CtO>
r
...
·¡
informe del censo n os diría con toda seguridad q ue esa historia es de sólo necesitamos citar algunos hechos y Lodo el mundo la ,
errada. No aceptamos las historias que no están respaldadas por los cre_era; la creeremos y nos sentiremos aliviados por ha-
hechos que tenemos a nuestro alcance. be i ado, de todo, cierto orden en el mundo . Tenemos
0
"No acep tar u n a h istoria" sign ifica c reer q ue e l imaginario d e la his- una ima?'en clara Y d efinida. Lamentablemente:
toria acerca del funcionamiento de las cosas está equivo cado en algún sen- ae socavai con h ech os inconvenie ntes.
tido irnportante: n o pode mos entenderla o sabemos que no es cierta por- "'"Dentro de los límites p or nuestras soluciones a estos proble-
que algunos hechos re húsan , ino portu namen te, se r coherentes con ella. mas, co_n un_a gam a de clases d e imaginarios. En lí- ,
Cuando eso ocurre -y n o podemos eludirlo n i volve rlo sutil-, tra tamos gen:_rales, el imaginario profesionalizado tiene que v_e r con el tipo ;
.. de cambiar la historia. cte. nuestr.o entender, podría estar.operando . ¿Pensa- ;
H ay cier ta tensió n e nu-e cambiar las histo1;as _rara mejorar la lógica y mos que el fenomeno que estam os estudiando está totalme nte gober- \--
cambiar las para .da1:-m:ejÓ}: ¿-Qu¿· d ebería- nado por la casualidad, de modo q u e resultaría adecuado emplear un
mos- hacer, e ntonces? ¿Cuál d e las dos cosas haremos? Ésta es, por su· modelo de_ azarosa? ¿Pensamos que es e n p a1·te a zaroso y en
I· puesto, una p regunta en gañ osa: d e tei mmista? ¿Pensamos que la m ejor mane ra de descóbirlo es
, ! sas. Más razonable sería preguntarnos o narrando lo, con tándolo como si fuese una h is toria? En otras p a labras
, ...._ •... , -·-·-·-- cuando_ pensamos sobre el fenómeno, 1'nclt11'mos en el-cu- - - ----.. - '
. ' una o l':_ queremos producir corp· _ a dro que cons
r . préoéuparnos por fos cabos sÜe lÍ:Ós ni tam poco que
j d e m asiad¿ por la coherencia. En esas instancias n os los _d e e l, la de paradigmático a la .c u al lo asimi-
; h ech os - leemos mucho sobre ne urofisiología o entrevistamos a mucha p ro ducto nuestra participaci-ón en un
r
:5
g ente de tea tro u observamos a un grupo de o b reros m e talúroicos húnga - ___dg ·d_e · cientificos soCiales p rofesionales: (Mi d e uda co K 1
<=>" [1970] b . · ·· --· n u rn
ros- para llegar a conocer una importante cantida d de hechos dife renw es 0 VIa en este aspecto.) , - -· · .---·
ace rca del tema que nos o cupa. Eso significa que pode m os enconti·ar, s: . mundo ocupacional esp ecia lizado nos proporciona nume rosas
1
n os to m.a mos la molestia de observar con d etenimie nto y profundidad d e la forma en que funciona, en líneas generales e l mundo
social L· 1·d d Bl '
algo inconveniente para la imagen qu e ya nos h em os formado acerca dt · ª ea e mner d e la sociedad como trama de seres interac-
lo que es la neurofisiología o e l trabajo m e talú rgico o lo que sea. .._d! tua.ntes. es una de ellas . O tras p o. d nan - ser: el mundo gob ernado por la
_ - act1v1dad aza ,
h acemos eso, n os o bligamos a ampliar nuestras ideas e imágen es para qui _ e 1 mundo social com o coincide n c ia, e l mundo social
· ·· com o maqu1nana l d · 1 ·-
se adapteffmás al "mundo r eal'', como acostuinbrarrios llamarlo. --- . ' e mun ° SoCJa como organismo el m undo social L;
A veces, sin e mbargo, buscamos la clase d e histo1;a b ella y clara que. no . á.8:.:r::s__ __ª1ggi,:ias 1--·
\ gusta pensar - c u ando estamos e n vena científica- que p odríamos con lladai_n_ - - -P!.. Me ocuparé de e llas por tumo, d eta- !-:
en te, con e1e m plos - d '
tar acerca d e l mundo. Tratamos d e identificar a lgun as de las cosas qu1 describ- __ '-' Y menc10nan o sus rasgos carac terísticos, v '·
he m os descubierto com o cosas que quienes trabajan e n nues tra cienci ne las clases de trucos analíticos que posibilitan. ,
ya h a n descubierto y nombrado, y acerca de cuyas inte rconexione
nuestra clase de cien tíficos ya h a creado u na histo ria. En ese caso, 11 EL T Ru co
DE LA H I PÓT ESI S NULA
único que n ecesita m os demostrar es q u e tenemos otro caso de una d Nues ti-o ima . - -
esas histo1;as ya conocidas y todo el mundo se sen tirá feliz y aliviado, e: no por se
pecialmente nosotros. Si trabajamos así, nos obligarnos a aguzar e l ingl cuand .. ---- -e_so_. Las de las cosas, siemp .. re -y
o sean en al - · · · - -
nio y conectar las cosas de las que hablarnos de maneras ingeniosas - " gu n momento confrontatjas c_on la realidad, pueden
--- l'..Y util es y mo , . - . ··
e liminen las anomalías y nos p ermitan construir una imagen básica siJI g_uc, nos-;;t1: ... ,_ st1a rn os como senan las _cosas si fu e 1·<1-_n 9el modo
ple, limpia, intuitivamente aprehensible, "obvia". Si contam os esa clol .....___ o_s lo sabem_o s nwy bie n , no son.
L. b