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Este documento narra cómo Taffy, la hija de Tegumai, inventó la escritura. Mientras Tegumai y Taffy pescaban, el arpón de Tegumai se rompió y estaban lejos de casa. Taffy sugirió escribir un mensaje para pedir otro arpón, lo que llevó a Tegumai a inventar la escritura usando tendones de reno sobre la arena.
Este documento narra cómo Taffy, la hija de Tegumai, inventó la escritura. Mientras Tegumai y Taffy pescaban, el arpón de Tegumai se rompió y estaban lejos de casa. Taffy sugirió escribir un mensaje para pedir otro arpón, lo que llevó a Tegumai a inventar la escritura usando tendones de reno sobre la arena.
Este documento narra cómo Taffy, la hija de Tegumai, inventó la escritura. Mientras Tegumai y Taffy pescaban, el arpón de Tegumai se rompió y estaban lejos de casa. Taffy sugirió escribir un mensaje para pedir otro arpón, lo que llevó a Tegumai a inventar la escritura usando tendones de reno sobre la arena.
H abía una vez, en un tiempo muy remoto, un hombre
neolítico. No era juto1 ni anglo2 ni siquiera dravidia- no3, que bien podría haber sido, mi queridísima niña, pero eso no importa. Era un hombre primitivo que vivía cavernosamente en una caverna, con muy poca ropa y sin saber leer ni escribir, pero no quería y, a excepción de cuando tenía hambre, era muy feliz. Se llamaba Tegumai Bopsulai, que significa “Hombre-que-no-da-un-paso- apresurado”, pero nosotros, querida niña, lo llamaremos Tegumai, de cariño. Y su esposa se llamaba Teshimai Tewindrow, que quiere decir “Mujer-que-hace-dema- siadas-preguntas”, pero nosotros, muy querida mía, la
1 Juto: perteneciente a uno de los pueblos germánicos más antiguos
de Dinamarca o del norte de lo que hoy es Alemania. 2 Anglo: pueblo germánico que invadió Inglaterra en el siglo V. 3 Dravidiano: que habla una antigua lengua originaria del sur de la India. 8 RUDYAR D KIPLING
llamaremos Teshumai, de cariño. Y su hijita se llamaba
Taffimai Metallumai, que significa “Persona-peque- ña -sin-modales-que-merece-unas-buenas-nalgadas”, pero yo la voy a llamar Taffy. Ella era la más querida de Tegumai Bopsulai y la más amada de su mamá, pero no le daban nalgadas tanto como se las merecía. Tan pron- to como Taffy fue capaz de corretear, iba a todas partes con su papá Tegumai. A veces no regresaban a su casa en la cueva hasta que tenían hambre, y entonces Teshumai Tewindrow decía “¿A dónde rayos fueron ustedes dos que quedaron tan exageradamente sucios? En serio, mi Tegumai, eres peor que mi Taffy”. ¡Ahora pon atención y escucha! Un día, Tegumai Bopsulai atravesó el pantano de los castores hasta llegar al río Wagai para pescar unas car- pas para la cena, y Taffy también fue. El arpón de Tegu- mai era de madera con dientes de tiburón en la punta, pero, antes de que hubiera atrapado un solo pez, se le rompió en dos por haberlo lanzado muy fuerte al fondo del río. Estaban a millas y millas de distancia de su cueva (claro que traían comida en una bolsita), y a Tegumai se le había olvidado traer arpones de repuesto. —Ahora sí estamos en el hoyo –dijo Tegumai–. Me va a llevar medio día arreglar esto. —En la casa está tu gran arpón negro –respondió Ta- ffy–. Déjame ir corriendo a la cueva y decirle a mamá que me lo dé. El invento de Taffimai 9
—Es demasiado lejos para tus piernitas regordetas
–dijo Tegumai–. Además, podrías caerte en el pantano de los castores y ahogarte. Tendremos que hacer lo me- jor de esta situación. Se sentó, sacó una bolsita de piel repleta de tendones de reno y tiras de piel, de bolas de cera de abeja y resina, y empezó a reparar el arpón. Taffy también se sentó, con los pies en el agua y la mano en la barbilla, y se puso a pensar con mucha fuerza. Entonces dijo: —Yo digo, papá, que es una molestia espantosa que ni tú ni yo sepamos escribir, ¿no crees? Si supiéramos, podríamos mandar un mensaje para que nos trajeran el otro arpón. —Taffy –dijo Tegumai–, ¿cuántas veces de he dicho que no uses esas palabras? “Espantoso” no es una pala- bra bonita, pero sí sería útil, ahora que lo mencionas, si pudiéramos enviar un mensaje. Justo en ese momento, llegó por el río un extraño, pero pertenecía a una tribu lejana, los Tewaras, y no entendía una sola palabra del idioma de Tegumai. Se detuvo en el banco de arena y le sonrió a Taffy, porque él también te- nía una hijita en casa. Tegumai sacó un rollo de tendón de reno de su bolsita de piel y empezó a componer su arpón.