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Ases Falsos en Tijuana.

Comienzo de la Primavera

Este pasado sábado 21 de marzo, aparte de haber sido el equinoccio de primavera y con él la
alergia que tumba, también se presentaron Ramona y Ases Falsos, en el TJ Art & Rock café en la
calle sexta baja.

Alrededor de las 11 pm la banda bienquerida local Ramona subió al escenario. Canciones


conocidas suscitaron coros del público. Es cálido escucharlos en vivo, la voz de Jesús López
Guerrero imprime un sello único a las melodías amables que construyen todos con suficiencia. Sus
composiciones constan de cimientos sólidos, construcciones que piso a piso, bloque a bloque, van
creciendo, elevándose hasta un cielo sonoro, no siempre despejado. Dharma es una habitación de
ese edificio, adornada con bellos instrumentos y arreglos que florean la pequeña mesa de
cabecera. En cambio, El Incansable Amor por la Ruta, ese pedazo de tema gloriosamente
interpretado para finalizar, es la azotea desde donde se despega sin un rumbo definido, tal como la
hoja que alza el vuelo y baila con el viento.

Como buenos anfitriones Ramona creó esa noche una atmósfera propiciatoria para esa banda de
Chile que tiene más de una simpatía con Méjico. Los Ases Falsos, aparte de compartir con la Baja
California el Oceáno Pacífico, mantienen una relación simbólica. Las situaciones que se retratan en
sus composiciones son escenarios cotidianos en cualquier nación colonizada. Y no lo digo
solamente en un sentido estrictamente político, sino como ciudadano de un mundo jodido. Quién
no sepa de lo que hablo, que preste atención a las canciones de Cristóbal Briseño, tanto con los
Ases como con sus otros tantos proyectos alternos.

Al salir la banda pasada la medianoche, se desataron las idas y vueltas entre sus dos producciones.
Salto Alto dio inicio a la noche piola. Un halo de fiesta inundaba el recinto elaborado por las suaves
melodías, mientras el disfrute de los fans fue instantáneo. El desfile de canciones apenas
comenzaba. Conducción, su más reciente producción lanzado en Julio del 14, fue el encuentro que
se esperaba. Las canciones de este último disco son continuidades del anterior, más reverberantes.
En estilo, otras regiones musicales son exploradas. Cuando se trata de una banda con una libertad
de composición abierta a horizontes amplísimos como la tienen estos chilenos es ingenuo pensar
quedarse con un solo lado del poliedro.

Dignas son de resaltar todas las canciones interpretadas aquella noche, incluso ese cover de Grupo
Alegría en medio del recital. Sin embargo, La Gran Curva me dejó un sabor de satisfacción. Esa
primera línea, la que dice “voy a cantar hasta aprender a hablar”, es significativa por el valor
personal que puede tener para Cristobal Briceño. Recuerdo su performa al interpretarla en el
escenario, demasiado pasional, demasiado humano. De ahí quizá su afinidad musical con
cantautores como Juan Gabriel, nuestro divx de México.

Después de una pequeña gira por el país, que comenzó en el ya tradicional festival anual Vive
Latino de la Ciudad de México, siguiendo por Toluca y Monterrey, los Ases regresaron a la ciudad
de Tijuana para deleitar a un público cada vez más numeroso, y admirablemente de todas las
edades. Si no es para menos, su primera producción caló hondo. Juventud Americana es un paseo
en bicicleta, en ocasiones entre un tráfico espeso y en otras a campo abierto, directo al mar. Sus
canciones son historias que suceden ahí afuera y le dan aliento al mundo, mientras pasan
desapercibidas por estar ocupados esculpiendo nuestra propia realidad. Son la vida que pulsa.
En ocasiones me pregunto qué es lo que suscita el despunte de una banda, y en particular una
como los Ases Falsos. Las respuestas deben ser variadas. Primero pienso en su corta pero
productiva y constante carrera en un sello indie como Quemasucabeza. Después, en el equilibrio
logrado entre una forma pop internalizada en la memoria colectiva y una nueva lírica exploratoria.
También pienso en la fascinante historia camaleónica de este grupo de amigos que en cada
proyecto adoptan formas sensibles que se camuflan en cualquier entorno.

Sin lugar a duda, una agrupación como los Ases Falsos requieren una nueva audiencia, de oídos
abiertos y pensamientos largos como sus composiciones. Aunque se sacrifique el coro por
componer un par de estrofas más, el público no dejó de cantar esta noche sus letras de memoria.

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