Sie sind auf Seite 1von 6

Comentario Filosófico: Karl Marx

Simha Harari Cheja


Historia de la Filosofía Contemporánea
8 de Abril de 2019

Un fantasma recorre el mundo: el fantasma del feminismo. Todas las fuerzas del
envejecido patriarcado se han unido en santa cruzada para acorralar a ese fantasma: Donald
Trump y Jordan Peterson, las grandes empresas y los incels.1 ¿Qué mujer feminista no ha sido
acusada de feminazi? ¿Qué movimiento de resistencia feminista no ha sido invisibilizado o
desvalorizado por aquellos que consideran más importante la dignidad de los muros y del relieve
urbano de la Ciudad de México?
De todo lo anterior resulta una doble enseñanza: 1) que el feminismo ya está reconocido
como una fuerza que amenaza con desmontar las identidades que sostienen al sistema
predominante, y 2) que ya es hora de que el feminismo y el marxismo formulen una nueva
alianza, que pueda integrar sus conceptos, sus fines y sus tendencias. Este breve comentario,
entonces, pretende dar respuesta a las siguientes preguntas: ¿qué posición ocupan las mujeres en
el capitalismo, de acuerdo con el Manifiesto del Partido Comunista?, ¿cuál es la propuesta
marxista para eliminar la subordinación femenina?

Contexto: la historia universal es la historia de la lucha de clases


Marx vivió un tiempo de ruptura absoluta; un tiempo donde la modernidad fue
destruyendo las viejas estructuras, donde las ciudades comenzaron a sucumbir ante la
automatización, donde poblaciones enteras se desplazaron del campo a las ciudades, y donde la
burguesía comenzó a generar divisiones nunca antes vistas. Como el propio Marx lo dice en el
Manifiesto, los cambios de la modernidad son arrolladores: “Todo lo sólido se desvanece en el
aire; todo lo sagrado es profano, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente
sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas”.2

1
Los incels son una especie de subcultura virtual, formada casi exclusivamente por hombres blancos heterosexuales,
que culpa su celibato involuntario y su profunda depresión en las mujeres (y en el feminismo). Hay casos en que esto
resulta en ataques violentos contra las mujeres.
2
Karl Marx et al., Antología, 2015. p. 120.
Hay que decir, también, que todas estas transformaciones trajeron consigo el surgimiento
de un nuevo actor social, desconocido hasta ese momento: el obrero. Marx y Engels, al observar
lo anterior, deciden que es tiempo de hacerse cargo de su presente; de crear un lenguaje que
permita articular nuevas luchas. Por ello, y porque el fantasma del comunismo ya acecha a todas
las fuerzas europeas, escriben el Manifiesto, que tiene el siguiente punto de partida dialéctico y
materialista:

La historia de toda sociedad hasta nuestros días no ha sido sino la historia de las luchas de clases. Hombres
libres y esclavos, patricios y plebeyos, nobles y siervos, maestros jurados y compañeros; en una palabra,
opresores y oprimidos, en lucha constante, mantuvieron una guerra ininterrumpida.3

En otras palabras, las contradicciones de clase se han visto en todas las épocas de la
historia; sin embargo, lo que distingue a la sociedad moderna es la simplificación de dichos
antagonismos en dos grandes grupos opuestos: la burguesía y el proletariado. Y esta división
tendría que ver con las transformaciones que mencionamos anteriormente, y que se remontan a la
revolución de los medios de producción. Más aún, el orden de la burguesía —y los cambios
arrolladores que ha traído— se inscribe en todas las facetas de la vida: desde la religión, hasta las
relaciones familiares. Todo se ha reducido al cálculo y al valor monetario.
Con esto aclaramos los conceptos clave para entender a Marx (o al menos aquellos que
son relevantes para mi análisis). A continuación, veremos cuál es la posición de las mujeres
dentro de este esquema, y, en un segundo apartado, evaluaremos, junto a Shulamith Firestone, los
vínculos entre la propuesta marxista y el feminismo.

Marx y las mujeres


Como dijimos anteriormente, los medios de producción se inscriben en todas las parcelas
de la vida. Por ello, es pertinente preguntar lo siguiente: ¿qué posición ocupan las mujeres en el
capitalismo, de acuerdo con el Manifiesto del Partido Comunista? Para responder, hay que
comenzar por un aspecto clave (que parece ser el centro de la opresión femenina): la
reproducción —algo que, en la sociedad burguesa, está directamente relacionado con el formato
de la familia nuclear (madre/padre/hijos).

3
Karl Marx et al., Antología, 2015. p. 117.
Ahora bien, la familia nuclear no es natural, sino que tiene una función meramente
política. De hecho, los romanos acuñaron el término familia para denotar una unidad social en
donde el padre gobernaba sobre la esposa, los hijos, y los esclavos —y él tenía derecho a decidir
sobre las vidas y muertes de todos ellos. Famulus significa sirviente doméstico, y familia es el
total de sirvientes que le pertenecen a un padre. Como bien lo expresan Marx y Engels, la familia
en la sociedad burguesa, igual que en el derecho romano, 4 sirve para fundamentar ciertas
relaciones de poder, lo cual implica, por supuesto, un vínculo con el capital:

¿En qué bases descansa la familia actual, la familia burguesa? En el capital, en el lucro privado. La familia,
plenamente desarrollada, no existe más que para la burguesía; pero encuentra su complemento en la
supresión forzosa de toda familia para el proletariado y en la prostitución pública.5

La familia nuclear, en la burguesía —porque hay que decir que no existe, como tal, en el
proletariado— es lo que justifica la división del trabajo: el hombre es el encargado de la
producción, mientras que la mujer es la encargada de la reproducción, esto es, del cuidado de los
hijos, la cocina, y otras labores domésticas. Y esto quiere decir que hay, antes que nada, una
lectura del cuerpo femenino como un mero espacio para la reproducción; hay una especie de
mandato trascendente que acredita una extracción de plusvalía.6
Cuando Marx escribe que la familia «encuentra su complemento con la prostitución
pública», me parece que traza una comparación entre proletariado, prostitución y maternidad, que
son tres ejemplos del trabajo alienado, es decir, de sujetos que no se realizan en su trabajo porque
otros se apropian de él. Las tres figuras deben, de alguna manera, poner su cuerpo para que otros
puedan auto-afirmarse en una posición de poder y superioridad. En el caso de las madres es muy
claro, pues su papel es hacer y educar hijos para los hombres; aquello que el cuerpo femenino
produce no le pertenece.

¡Pero es que vosotros, los comunistas, queréis establecer la comunidad de las mujeres!–nos grita a coro toda
la burguesía.

4
Sin embargo, hay que decir que la familia monogámica heteronormativa, tal como la conocemos hoy en día, es
bastante reciente. Incluso en la Edad Media era muy distinta, pues no se tenía, por ejemplo, el mismo concepto de la
infancia. Me gustaría hablar más sobre los diversos formatos de familia, pero creo que no es el lugar para hacerlo.
5
Karl Marx et al., Antología, 2015. p. 131.
6
Como dice Silvia Federici en Revolución en punto cero, “el trabajo doméstico [...] no solo se le ha impuesto a las
mujeres, sino que ha sido transformado en un atributo natural de nuestra psique y personalidad femenina, una
necesidad interna, una aspiración” (Federici, Silvia. 2013. Revolución En Punto Cero. Trabajo Doméstico,
Reproducción y Luchas Feministas. 1st ed. Madrid: Traficantes de sueños. p. 37).
Para el burgués, su mujer no es otra cosa que un instrumento de producción. Oye decir que los
instrumentos de producción deben ser de utilización común, y, naturalmente, no puede por menos de pensar
que las mujeres correrán la misma suerte de socialización. 7

Además de dicha extracción de plusvalía, el orden burgués concibe a las mujeres como
meros «instrumentos de producción», como dicen Marx y Engels en el fragmento anterior. De ahí
que exista el matrimonio monogámico; resulta lógico que una sociedad que se relaciona con los
objetos y con los otros en términos de propiedad, entienda a la pareja también como una
propiedad. Esto está claro incluso en el lenguaje que seguimos utilizando hasta la actualidad:
«pedir a la novia», «entregar a la novia».8 La prostitución y el matrimonio (la prostitución oficial
y la no-oficial) son, entonces, la comunidad de las mujeres. Los hombres burgueses, padres o
esposos, afirman su dominio sobre ellas mediante dichas estructuras.

La propuesta marxista: abolir la propiedad privada


Después de todo lo anterior, debemos formular la siguiente pregunta: ¿cuál es la propuesta
marxista para eliminar la subordinación femenina? La respuesta es muy sencilla: la abolición de
la propiedad burguesa. En otras palabras, la revolución del proletariado; que vendría a sepultar
todo el orden burgués. Marx lo expresa de la siguiente manera: “Es evidente […] que con la
abolición de las relaciones de producción actuales desaparecerá la comunidad de las mujeres que
de ellas se deriva, es decir, la prostitución oficial y no oficial.9
El marxismo, por lo tanto, prescribe que las mujeres deben unirse a la revolución del
proletariado. De esa manera se eliminaría la propiedad privada, que es el elemento que
fundamenta la explotación y la opresión femenina, como vimos en el apartado anterior. Sin
embargo, aún podemos preguntar si esta propuesta es suficiente. Shulamith Firestone considera
que la alianza entre marxismo y feminismo puede ser muy valiosa, pero no por las opiniones
literales de Marx y Engels sobre las mujeres; “ellos sólo analizan la condición de las mujeres
como una clase oprimida cuando ésta se traslapa con la economía”.10 Igualmente, parecería que el
lenguaje marxista no incluye categorías de sexo, es decir, sólo explican la opresión femenina en
términos económicos, lo cual es bastante limitado.

7
Karl Marx et al., Antología, 2015. p. 132.
8
Pregunta de ensayo/trabajo/algo así: ¿cómo contribuyen el amor y la cultura del romance a estas estructuras que le
dan a la mujer una posición subordinada?
9
Karl Marx et al., Antología, 2015. p. 132.
10
Shulamith Firestone, The Dialectic of Sex: The Case for Feminist Revolution. (London: Verso, 2015). p. 2.
Sin embargo, Shulamith Firestone dice que lo que el feminismo sí puede (y debe) tomar
de Marx, es su punto de partida dialéctico y materialista (que explicamos brevemente en el
primer apartado). Ella reformula este punto de partida, y le agrega las categorías que serían
necesarias para realmente explicar la posición de las mujeres en la historia:

La historia de toda sociedad hasta nuestros días no ha sido sino la historia de las luchas de clases. Estas
clases antagónicas de la sociedad son siempre el producto de los modos de organización de la unidad
familiar de familia para la reproducción de la especie [...]. La organización sexual-reproductiva de la
sociedad siempre suministra la base real.11

Este punto de partida para una nueva alianza entre feminismo y marxismo me parece
interesante, pues es una forma de reconocer que, aunque tienen puntos en común, no se reducen a
la misma lucha. ¡Mujeres de todos los países, uníos!

Conclusión
En conclusión, la posición subordinada de las mujeres en el capitalismo tiene que ver con
la propiedad privada, que fundamenta las estructuras familiares y la división del trabajo. Hay, por
lo tanto, una extracción de plusvalía y una concepción de las mujeres como «objetos de
transacción». Según Marx y Engels, este esquema terminará con la revolución del proletariado,
que permitirá la abolición de la propiedad privada. Ahora bien, muchas feministas —entre ellas,
Shulamith Firestone— consideran que la propuesta marxista no es suficiente porque reduce la
lucha feminista a términos económicos. Sin embargo, aún así podemos tomar partes del análisis
marxista, que podrían ser muy valiosas para pensar la opresión femenina.
Para cerrar, quiero dejar algunas preguntas: ¿Cómo traemos este análisis a las condiciones
contemporáneas? ¿Qué pasa, por ejemplo, con las nuevas tecnologías en el sexo (los
anticonceptivos, el viagra, lo trans? ¿Cómo será el mundo cuando encontremos formas
alternativas de reproducción que no pasen por la distinción entre los sexos (¿clonación?)? ¿Cómo
pensamos, con Marx, algunos fenómenos contemporáneos como el #MeToo?

11
Shulamith Firestone, The Dialectic of Sex: The Case for Feminist Revolution. (London: Verso, 2015). p. 13.
Bibliografía
Firestone, Shulamith. The Dialectic of Sex: The Case for Feminist Revolution. London: Verso.
Karl, Marx, Horacio Tarcus, Pedro Scaron, H.B Delio, Ángel Rosenblat, Marcelo H Alberti, y
Félix Blanco. Antología, 2015.

Das könnte Ihnen auch gefallen