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La Jurisdiccion y la competencia Penal

J. Cristóbal Nuñez Vázquez

Autor: J. Cristóbal Nuñez Vázquez

Páginas: 113-148

Id. vLex: VLEX-57286330

Link: http://vlex.com/vid/jurisdiccion-competencia-penal-57286330

Resumen

La Jurisdiccion penal. Generalidades. Organos jurisdiccionales. La jurisdicción y la ejecución de


las sentencias criminales. Efectos en Chile de las sentencias penales de tribunales extranjeros.
Características de la jurisdicción penal. Contenido y alcance de la jurisdicción penal. La
competencia. Concepto y criterios que determinan la competencia. La competencia en razón de
la materia. La competencia en razón del territorio. La competencia en razón de la función.
Conflictos de competencia y de jurisdicción. Improrrogabilidad de la competencia criminal. La
prejudicialidad. Noción previa. Clasificación. La situación en la legislación procesal penal de
Chile.

Texto

Contenidos
La Jurisdiccion penal.
Generalidades.
Organos jurisdiccionales.
La jurisdicción y la ejecución de las sentencias criminales.
Efectos en Chile de las sentencias penales de tribunales extranjeros.
Características de la jurisdicción penal.
Contenido y alcance de la jurisdicción penal.
La competencia.
Concepto y criterios que determinan la competencia.
La competencia en razón de la materia.
La competencia en razón del territorio.
La competencia en razón de la función.
Conflictos de competencia y de jurisdicción.
Improrrogabilidad de la competencia criminal.
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La prejudicialidad.
Noción previa.
Clasificación.
La situación en la legislación procesal penal de Chile.

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La Jurisdiccion penal
Generalidades
La jurisdicción o facultad de administrar justicia corresponde, como expresión de la soberanía, a
la Nación representada por el Estado, quien en su calidad de organización jurídica de Derecho
público ostenta el llamado jus puniendi, que ejerce a través de los tribunales de justicia por
intermedio del ministerio público.

En consecuencia -como lo señala Fontecilla citando a Mattirolo-, es del Estado de donde emana
la jurisdicción. La soberanía confía el ejercicio del poder judicial a la autoridad, cuyo conjunto
sistemático se denomina "orden judicial". La potestad que cada una de estas autoridades
despliega, en el ejercicio de sus funciones, se llama jurisdicción. 51

La jurisdicción es, por lo tanto, junto a la función legislativa y gubernativa o administrativa, una
de las tres manifestaciones esenciales de la soberanía del Estado.

Se diferencia de la actividad legislativa en que ésta opera a exclusiva iniciativa de algunos de


los poderes del Estado (ejecutivo y legislativo), para establecer en abstracto y "súper partes", las
normas reguladoras de los servicios públicos y las obligaciones y deberes de éstos y de los
ciudadanos. Es decir, en este caso,Page 114 la autoridad procede sin que exista conflicto que
resolver, y, por ende, sin el ejercicio de una acción de particulares o del ministerio público que
origine la norma legal.

Se diversifica de la labor administrativa en que ésta -como, en síntesis, se desprende de lo


expuesto por Chiovenda, siguiendo, en parte, a Scialoja- es una función autónoma impuesta
inmediata y directamente por la ley a los órganos públicos, los que en el cumplimiento de tal
deber, como norma, sin necesidad de que alguien ejerza una acción, "juzgan sobre una
actividad propia" para atender las necesidades colectivas, en forma meramente ocasional,
superficial y provisional. 52

De lo anterior concluimos que la decisión administrativa, aunque "cause estado", es decir, pese
a ser inimpugnable en vía gubernativa o jurisdiccional, no establece derechos permanentes y
definitivos, ya que es, por su naturaleza, revocable. La función jurisdiccional, en tanto, "juzga
sobre la actividad ajena" y establece en la sentencia, si no la verdad absoluta, por lo menos una
certeza definitiva, inmutable e irrevocable.

A diferencia de las actividades legislativas y administrativas antes señaladas, para que se inicie
la función jurisdiccional se precisa de la promoción de la "acción" (supra Nos 18 y sigts.), ya que
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sólo de su deducción nace la "jurisdicción", que es su consecuencia y complemento.

La voz "jurisdicción" proviene de la palabra latina "jurisdictio", equivalente a "decir el derecho",


concepto que en su valor más puro -como lo sostiene Carnelutti- no significa otra cosa que
poder, y hasta potestad, de "dicere ius super partes". 53

En el fondo, sin embargo, la "jurisdicción, sea civil o penal, al mismo tiempo que constituye un
poder o potestad otorgada al juez, importa un deber impuesto a éste. Así, por lo menos, lo
establece en nuestro derecho el artículo 73 inciso 2º de la Constitución Política del Estado, al
prescribir que "Reclamada (al tribunal) su intervención en forma legal y en negocios de su
competencia, no podrán excusarse de ejercer su autoridad, niPage 115 aun por falta de ley que
resuelva la contienda o asunto sometido a su decisión".

Chiovenda, refiriéndose a la jurisdicción civil, sostiene que "consiste en la actuación de la ley,


mediante la substitución de la actividad de órganos públicos a la actividad ajena, ya sea
afirmando la existencia de una voluntad de ley, ya sea poniéndola posteriormente en práctica".
Y, definiendo la jurisdicción penal, afirma que "consiste en la substitución de los órganos
jurisdiccionales a los órganos administrativos para la afirmación de la existencia de la voluntad
de ley de que el reo sea castigado. La ejecución de la sentencia penal, en cambio, es mera
administración". 54

Por su parte, Carnelutti se limita a expresar que "la jurisdicción penal es la que se manifiesta en
el proceso penal mediante la comprobación del delito y la aplicación de la pena. 55

En definitiva, por lo tanto, la "jurisdicción penal" consiste en la potestad otorgada al juez


mediante la promoción de la acción, que le impone el deber de resolver el conflicto suscitado
entre el derecho de castigar del Estado y el derecho a la libertad del imputado, en conformidad a
la norma penal.

Organos jurisdiccionales
La función jurisdiccional o administración de justicia está encomendada en el Estado de
Derecho a los juzgados y tribunales que conforman uno de los poderes públicos: el Poder
Judicial.

Consagrando este aserto, nuestra Carta Fundamental establece en su artículo 73, inciso 1º, que
"La facultad de conocer las causas civiles y criminales, de resolverlas y de hacer ejecutar lo
juzgado, pertenece exclusivamente a los tribunales establecidos por la ley. Ni el Presidente de
la República, ni el Congreso pueden, en caso alguno, ejercer funciones judiciales, avocarse
causas pendientes, revisar los fundamentos o contenido de sus resoluciones o hacer revivir
procesos fenecidos".

La potestad jurisdiccional, como auténtica expresión de la soberanía del Estado delegada en el


Poder Judicial, no se limita -como lo señala el precepto legislativo del artículo 1º del Códi-Page
116go Orgánico de Tribunales- a la facultad privativa de los magistrados de "juzgar", vale decir,
de emitir juicio sobre algunos hechos calificándolos de legales o ilegales a fin de imponerles
una pena o sanción, sino que, en sentido lato, tal actividad supone la facultad previa de
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"conocer" de aquellos hechos a través de un procedimiento de instrucción que se traduce


materialmente -como lo observa, en síntesis, Pereira Anabalón- en oír a las partes, recibir sus
pruebas y dictar todos los actos reglados y discrecionales tendientes a dar curso al proceso
hasta dejarlo en estado de fallo, y, todavía, a "hacer ejecutar lo juzgado". 56 Esta última facultad
es llamada también "imperio", y consiste -como dice Couture- en un conjunto de actos
destinados a asegurar la eficacia práctica de la sentencia. 57

En lo que atañe, en particular, a la jurisdicción penal, ésta faculta a los tribunales del crimen
para juzgar los delitos, es decir, comprende, fuera del "conocimiento" de la notitia criminis, la
"potestad declarativa" acerca de la certeza del delito y de la responsabilidad penal y civil del
imputado y de terceros; y la "potestad ejecutiva", en orden a la aplicación de la pena a quien
resulte responsable.

La jurisdicción y la ejecución de las


sentencias criminales
La potestad ejecutiva penal privativa de los tribunales de justicia criminal supone el derecho de
castigar y conlleva ínsito el deber de no sólo imponer la sanción, sino que de aplicarla una vez
que la sentencia condenatoria quede ejecutoriada.

Esta facultad de ejecutar la sanción penal, cuando se trata de penas corporales, no es cumplida,
empero, a través de los tribunales de justicia criminal, sino que por medio de autoridades
administrativo-penitenciarias. Esto ha servido de base a algunos autores para sostener que el
proceso de ejecución en esta sede no pertenece propiamente al derecho procesal penal, sino
que al derecho administrativo, y por ende, no es "jurisdicción", sino que es "administración".

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Chiovenda, por ejemplo, sostiene, en síntesis, que sólo la ejecución en el proceso civil es
jurisdicción, porque lo fallado en esta sede contiene una voluntad de ley que debe cumplirse por
una de las partes litigantes, constreñida por la autoridad pública del juez. Esto no ocurre en el
ámbito penal, en que el procedimiento de ejecución no es jurisdicción, porque lo fallado no se
hace cumplir por las partes, sino que por medio de una autoridad pública, es decir, por los
órganos penitenciarios, que son servicios de índole administrativa. 58

Leone, por su parte, es de opinión que "la actividad ejecutiva verdadera y propia entra en el
derecho administrativo". 59

Igualmente Santoro afirma que "el promover la ejecución consiste, efectivamente, nada más que
en dar impulso, en impartir las órdenes oportunas a las autoridades a quienes corresponde
ejecutar materialmente la decisión; de manera que como es administrativa la actividad dirigida a
la ejecución, debe también conceptuarse administrativa la orden de la cual proviene la
ejecución". 60

Tales criterios doctrinarios, sin embargo, estimamos que no son acertados desde el punto de

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vista estrictamente jurídico, pues siendo la jurisdicción una de las manifestaciones de la


soberanía ejecutada por un Poder Público, como lo son los tribunales de justicia, los cuales, en
tal carácter, tienen facultades de imperio, es natural que la potestad impositiva que detentan
lleve consigo la potestad ejecutiva en lo relativo al cumplimiento de la pena, es decir -como
expresa el artículo 73 de la Carta Fundamental-, en cuanto "a hacer ejecutar lo juzgado
impartiendo órdenes directas a la fuerza pública o ejerciendo los medios de acción conducentes
de que dispusieren".

Esta jurisdicción es ejercida, además, manteniendo los tribunales de justicia el control de la


ejecución de las penas y de las medidas de seguridad.

Al efecto, el Título VIII del Libro IV del Código Procesal Penal, relativo a "La ejecución de las
sentencias condenatorias yPage 118 medidas de seguridad", establece en su artículo 466 que
"Durante la ejecución de la pena o de la medida de seguridad, sólo podrán intervenir ante el
competente juez de garantía el ministerio público, el imputado y su defensor".

"El condenado o el curador, en su caso -agrega el inciso segundo-, podrán ejercer durante la
ejecución de la pena o medida de seguridad, todos los derechos y facultades que la normativa
penal y penitenciaria le otorgare".

En consecuencia, considerando integralmente la jurisdicción, ésta en realidad abarca -como


dice Fenech- tanto la actividad imparcial destinada a juzgar y a decidir en cada caso sobre la
existencia de la responsabilidad criminal del imputado, como a imponer y ejecutar la sanción
penal que corresponda. 61

En otras palabras -como Carnelutti lo sostiene-, "la jurisdicción penal es un género, en el cual se
distingue la jurisdicción de cognición y la jurisdicción de ejecución, perteneciendo esta última al
derecho procesal penal, ya que para castigar es inevitable juzgar, pues la pena es proceso, y no
se la puede concebir sin el juicio. 62

De lo anterior se colige, por lo tanto, que la ejecución de la pena es jurisdicción y no


administración, máxime si se considera que la tendencia moderna es entregar el control de la
ejecución penal a tribunales especiales, como ocurre, por ejemplo, en España con los Juzgados
de Vigilancia Penitenciaria, dejando a cargo de los órganos penitenciarios sólo la dirección y
regencia de los establecimientos carcelarios.

Efectos en Chile de las sentencias penales


de tribunales extranjeros
En base a que el tema pertenece al campo jurisdiccional, y puesto que, a veces, las sentencias
dictadas en país extranjero pueden invadir las atribuciones exclusivas de los tribunales chilenos
y producir efectos en el territorio de la República, el artículo 13 del Código Procesal Penal
establece: "Tendrán valor en Chile las sentencias penales extranjeras. En consecuencia, nadie
podrá ser juzgado o sancionado por un de-Page 119lito por el cual hubiere sido ya condenado o
absuelto por una sentencia firme de acuerdo a la ley y al procedimiento de un país extranjero, a
menos que el juzgamiento en dicho país hubiere obedecido al propósito de sustraer al individuo
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de su responsabilidad penal por delitos de competencia de los tribunales nacionales, o, cuando


el imputado lo solicitare expresamente, si el proceso respectivo no hubiere sido instruido de
conformidad con las garantías de un debido proceso o lo hubiere sido en términos que revelaren
falta de intención de juzgarle seriamente".

"En tales casos, la pena que el sujeto hubiere cumplido en el país extranjero se le imputará a la
que debiere cumplir en Chile, si también resultare condenado".

"La ejecución de las sentencia penales extranjeras se sujetará a lo que dispusieren los tratados
internacionales ratificados por Chile y que se encontraren vigentes".

Este precepto cautela el postulado del nos bis in idem, y se basó -como lo hizo presente la
Comisión de Constitución Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, en su Segundo
Informe, Sesión 5ª- "en los lineamientos que contemplan dos tratados internacionales. Primero,
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que en cuanto, su artículo 14 Nº 7, admite
valor en Chile a las sentencias penales extranjeras, y su consecuencia de que nadie puede ser
juzgado ni sancionado por delito por el cual haya sido condenado o absuelto por sentencia firme
de acuerdo a la ley y al procedimiento del país extranjero. En seguida, en el tratado que crea la
Corte Penal Internacional, suscrito en Roma en junio de 1998, el que, en su artículo 20,
establece dos excepciones a la cosa juzgada, las cuales, aplicadas en la especie, importan que
el juzgamiento anterior hubiere obedecido al propósito de substraer al individuo de su
responsabilidad penal por delitos de competencia de los tribunales nacionales, o que el anterior
juicio no haya sido instruido en forma independiente e imparcial de conformidad con las
garantías procesales reconocidas por el derecho internacional. Esta última excepción, por cierto,
si el imputado solicitare expresamente el nuevo juzgamiento en Chile".

Con relación a esta materia hay que tener presente, además, que la Convención Interamericana
para el Cumplimiento dePage 120 Condenas Penales en el Extranjero adoptada por la
Organización de Estados Americanos, en Managua, el 18 de junio de 1993, en actual trámite de
aprobación, establece: "Las sentencias impuestas en uno de los Estados Partes a los
nacionales de otro Estado podrán ser cumplidas por la persona sentenciada en el Estado del
cual sea nacional, comprometiéndose los Estados Partes a brindarse la más amplia
cooperación con respecto a la transferencia de las personas sentenciadas". 63

Existe también el Convenio sobre Traslado de Personas Condenadas, adoptado por el Consejo
de Europa el 21 de marzo de 1983, pendiente de aprobación, y la Convención Europea sobre la
Validez Internacional de las Sentencias Penales" (citadas por la Publicación Oficial de Sesiones
de la Cámara de Diputados).

Características de la jurisdicción penal


Esta especie de jurisdicción se caracteriza y se diferencia de la jurisdicción civil en que su
función precisa es declarar la certeza de la responsabilidad penal con el alcance de que -como
lo señala Carnelutti- el juez penal puede estar investido también de la declaración de la certeza
de la responsabilidad civil, y no viceversa. 64

La jurisdicción penal es esencialmente contenciosa, y en su sede no existe la jurisdicción


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voluntaria o no contenciosa.

Además, la jurisdicción penal se rige estrictamente por los supuestos de la "indeclinabilidad", de


la "improrrogabilidad", de la "indefectibilidad" y de la "indisponibilidad".

El supuesto de la "indeclinabilidad" está determinado por la circunstancia de que el conjunto de


potestades que ostenta el juez de lo procesal penal, más que otorgarle poderes le imponen
deberes que está compelido a cumplir, pues -como lo establece el inciso 2º del artículo 73 de la
Constitución Política- reclamada su intervención en forma legal y en materia de su competencia,
le está prohibido rehusar la decisión.

A la inversa, si se excede de las facultades jurisdiccionales que la ley le otorga, el juez incurrirá
en exceso o abuso de poder, sancionable como prevaricación (art. 324 C.O.T.).

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El supuesto de la "improrrogabilidad", consiste en la prohibición impuesta a las partes de


someterse a un juez del crimen diverso al que sea competente de acuerdo con la ley, en razón
de territorio, la materia o el fuero. Al efecto, el artículo 182 del C.O.T. establece que "la prórroga
de jurisdicción sólo procede en los negocios contenciosos civiles".

En seguida, el supuesto de la "indefectibilidad" estriba en que no es admisible imponer pena por


un delito sin juicio o proceso penal, es decir, sin el necesario debate y la imprescindible decisión
jurisdiccional del tribunal del crimen competente.

Esta norma, contenida en el antiguo aforismo "nulla poena sine iudicio", ha sido referida -como
lo observa Leone- en forma amplia a la imprescindibilidad del proceso penal para la imposición
de la pena, o a la necesidad del debate para tal efecto, el cual, sin embargo, puede faltar, pues
lo verdaderamente indefectible en la aplicación de la sanción penal, es la intervención del poder
jurisdiccional. 65

Así lo establece nuestra legislación al disponer el artículo 1º inciso 1º del C.P.P. que "Ninguna
persona podrá ser condenada, penada o sometida a una de las medidas de seguridad
establecidas en este Código, sino en virtud de una sentencia fundada, dictada por un tribunal
imparcial. Toda persona tiene derecho a un juicio previo, oral y público, desarrollado en
conformidad con las normas de este cuerpo legal".

Por último, el principio de la "indisponibilidad" impide a las partes, una vez promovida la acción
penal, desistirse de ella o influir en la evolución del proceso o en su decisión, las cuales quedan
entregadas exclusivamente a la potestad del órgano jurisdiccional.

Esta regla, sin embargo, en el nuevo proceso penal chileno tiene las siguientes excepciones: el
archivo provisional (art. 167), la facultad del ministerio público de abstenerse de toda
investigación (art. 168), el no inicio por el fiscal de la persecución penal o el abandono de la
iniciada (art. 244), la suspensión condicional del procedimiento y los acuerdos reparatorios.

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En lo relativo al archivo provisional, el artículo 167 del C.P.P. establece que "En tanto no se

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hubiere producido la intervención del juez de garantía en el procedimiento, el ministerio público


podrá archivar provisionalmente aquellas investigaciones en las que no aparecieren
antecedentes que permitieren desarrollar actividades conducentes al esclarecimiento de los
hechos" (infra Nº 282).

En lo que atañe a la abstención de investigar, el artículo 168 del Código del ramo dispone que
"En tanto no se hubiere producido la intervención del juez de garantía en el procedimiento, el
fiscal podrá abstenerse de toda investigación, cuando los hechos relatados en la denuncia no
fueren constitutivos de delito o cuando los antecedentes y datos suministrados permitieren
establecer que se encuentra extinguida la responsabilidad penal del imputado. Esta decisión
será siempre fundada y se someterá a la aprobación del juez de garantía".

En ambos casos anteriores, el artículo 169 del mismo Código establece que "la víctima podrá
provocar la intervención del juez de garantía deduciendo la querella respectiva".

"Si el juez admite a tramitación la querella, el fiscal deberá seguir adelante la investigación
conforme a las reglas generales".

En lo pertinente a la facultad de los fiscales del ministerio público de no iniciar la persecución


penal o abandonar la iniciada, es una aplicación del "principio de oportunidad".

Al respecto, el artículo 170 del C.P.P. prescribe: "Los fiscales del ministerio público podrán no
iniciar la persecución penal o abandonar la ya iniciada cuando se tratare de un hecho que no
comprometiere gravemente el interés público, a menos que la pena mínima asignada al delito
excediere la de presidio o reclusión menores en su grado mínimo o que se tratare de un delito
cometido por un funcionario público en el ejercicio de sus funciones".

"Para estos efectos, el fiscal del ministerio público deberá emitir una decisión motivada, la que
comunicará al juez de garantía. Este, a su vez, la notificará a los intervinientes, si los hubiere"
(infra Nº 283).

En cuanto a la suspensión condicional del procedimiento sólo podrá solicitarse y acordarse en


cualquier momento posterior a la formalización de la investigación (arts. 237 y 245 del C.P.P.).

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Al efecto, el artículo 237 del precitado Código estatuye: "El fiscal, con el acuerdo del imputado,
podrá solicitar al juez de garantía la suspensión condicional del procedimiento: a) Si la pena que
pudiere imponerse al imputado, en el evento de dictarse sentencia condenatoria, no excediere
de tres años de privación de libertad, y b) Si el imputado no hubiere sido condenado
anteriormente por crimen o simple delito".

"Al decretar la suspensión condicional del procedimiento, el juez de garantía establecerá las
condiciones a las que deberá someterse el imputado, por el plazo que determine, el que no
podrá ser inferior a un año ni superior a tres" (infra Nos 342 y sigts.).

En lo relativo a los acuerdos reparatorios, los cuales sólo pueden producirse en las mismas
oportunidades antes señaladas para la suspensión del procedimiento, el artículo 241 del C.P.P.
establece: "El imputado y la víctima podrán convenir acuerdos reparatorios, los que el juez de
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garantía aprobará, en audiencia a la que citará a los intervinientes para escuchar sus
planteamientos, si verificare que los concurrentes al acuerdo hubieren prestado su
consentimiento en forma libre y con pleno conocimiento de sus derechos".

"Los acuerdos reparatorios sólo podrán referirse a hechos investigados que afectaren bienes
jurídicos disponibles de carácter patrimonial, consistieren en lesiones menos graves o
constituyeren delitos culposos".

El acuerdo reparatorio extinguirá la acción penal respecto del imputado que hubiere intervenido
en él (infra Nos 350 y sigts.).

Fuera de los casos de excepción antes enunciados, el ministerio público está obligado a
proseguir la acción ante una notitia criminis, aunque la considere infundada, quedando
impedido de desistirse de ella una vez promovida. A su vez el juez de garantía tiene el deber de
llevar siempre hasta su fin la instrucción hasta la dictación de sobreseimiento, o de la
correspondiente acusación para ante el tribunal que debe conocer del juicio oral.

Además, el ministerio público y el actor penal están impedidos de influir en la voluntad decisoria
del tribunal, quien puede condenar aunque el Fiscal solicite la absolución, y, a la inversa, puede
absolver aun cuando éste impetre la condena del encausado.

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Por su parte, el imputado no puede lisa y llanamente aceptar la condena renunciando a ser
procesado y prescindir de la garantía jurisdiccional, por impedirlo el antes referido principio de la
indefectibilidad, sin perjuicio que, dentro del proceso, el juez pueda absolverlo aun cuando
aquél haya confesado el delito.

Todas las conclusiones anteriores son la consecuencia de que en el proceso penal el objeto
esencial del juicio es decidir la controversia que se suscita entre el derecho a castigar del
Estado y el derecho a la libertad del imputado, lo que explica por qué el juez puede en su
juzgamiento prescindir de la actitud que adopten y de los argumentos que aduzcan las partes,
pues la resolución de la litis debe recaer en esencia en la definición del conflicto de interés
público suscitado entre los dos derechos antes señalados, respecto del cual los litigantes
carecen del poder de disposición.

Y ello ocurre porque en el proceso penal se plantea siempre, por un extremo, un conflicto
esencial que contrapone en forma permanente e invariable el jus puniendi del Estado con el
derecho a la libertad del imputado; y, por el otro, la controversia accesoria y eventual entre las
partes (ministerio público, querellante e imputado), que es como la careta tras la cual se oculta el
verdadero y principal dilema que debe resolver el juez.

Contenido y alcance de la jurisdicción penal


En su desarrollo práctico, esta especie de jurisdicción se manifiesta en tres etapas: la de
instrucción, la de decisión y la de ejecución.

La investigación previa a la instrucción, en cambio, no constituye jurisdicción y está entregada


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exclusivamente al ministerio público, en un procedimiento informal. No obstante que en los arts.


240 y siguientes del C.P.P. esta actividad meramente perquisiva encomendada al fiscal, se la
confunde con la instrucción que corresponde desarrollar exclusivamente al juez, de acuerdo con
un procedimiento estricto, y por ende, jurisdiccional.

La jurisdicción de instrucción compete, en esencia, al juez de garantía y ostenta un carácter


preparatorio que tiene por único objeto proporcionar al órgano jurisdiccional que deba dictar
sentencia, un proceso afinado en lo relativo a los trámites preliminares que señala la ley
procesal. A ella se refieren los artículos 166 y siguientes del C.P.P. (infra Nos 285 y sigts.).

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La jurisdicción de instrucción se divide en potestad ordenatoria y coercitiva.

La potestad ordenatoria tiene por objeto disponer la planificación de la tramitación del proceso
penal, en cuanto al lugar, tiempo y modo en que deben realizarse las diversas diligencias
instructorias.

La potestad de instrucción coercitiva puede ser preventiva o represiva. La primera tiene por
objeto asegurar la disponibilidad de las personas o cosas necesarias para la investigación,
mediante la detención o captura de los sujetos sospechosos y la incautación de los instrumentos
y de los objetos del delito. La segunda tiene por fin exigir a las personas por la fuerza concurrir a
las diligencias de instrucción, tales como los arrestos de testigos para que comparezcan a
prestar declaración, los apremios para obtener la exhibición de documentos, etc.

La potestad decisoria, por su parte, corresponde generalmente al tribunal oral en lo penal, sin
perjuicio de que en algunos casos le corresponda al juez de garantía, y tiene por objeto
establecer la certeza del delito y determinar la persona del delincuente, y se divide en
jurisdicción de orden o potestad medio y jurisdicción de mérito o potestad fin.

En virtud de la jurisdicción decisoria de orden o potestad medio, el tribunal debe, en forma


previa, examinar la posibilidad del proceso, adquiriendo su convicción acerca de su
competencia para conocer de la litis y de la eficacia de su poder jurisdiccional, ya que sería inútil
la instrucción de una causa que resultare a la postre nula por emanar de un tribunal
incompetente o carecer de presupuestos procesales, o inadmisible por no reunir las condiciones
de procedibilidad necesarias para resolver el juicio penal.

Como norma, pertenecen a la jurisdicción de orden o potestad medio todos aquellos actos de
procedimiento destinados a establecer la probabilidad acerca de la existencia del delito y de la
posibilidad de la imposición de la sanción penal.

En cambio, pertenecen a la jurisdicción de mérito o potestad fin, todas aquellas decisiones


dirigidas al castigo del imputado, es decir, a establecer la certeza del delito y a imponer la pena.

La jurisdicción del mérito, en consecuencia, no sólo otorga al tribunal el poder decisorio acerca
de la certeza del delito, sinoPage 126 que comprende además la llamada "potestad impositiva"
o facultad de asignar la pena criminal y las sanciones civiles que le corresponden al imputado,
como asimismo la "potestad ejecutiva" para aplicar directamente esas sanciones, salvo que se
trate de penas corporales atinentes a la vida o a la privación de libertad, pues en estos casos el
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cumplimiento se lleva a cabo en forma indirecta por intermedio de las autoridades


administrativaspenitenciarias.

Las potestades que comprende la jurisdicción de mérito, si bien suelen presentarse juntas en la
sentencia condenatoria, no llegan a confundirse, ya que puede ocurrir que el tribunal, aun
declarando la certeza del delito, se encuentre impedido de sancionar al delincuente por
encontrarse éste, verbigracia, favorecido por una excusa absolutoria. En este caso, la potestad
del órgano jurisdiccional sería meramente declarativa y no impositiva, al igual de lo que ocurre
cuando la sentencia es absolutoria.

La competencia
Concepto y criterios que determinan la
competencia
La competencia, en general, expresa la idea de "extensión de la jurisdicción", y las reglas que la
determinan, más que otorgar una atribución, se limitan a establecer la distribución entre los
diversos órganos jurisdiccionales de la potestad para conocer y juzgar determinados asuntos
judiciales, con exclusión de otros. Se clasifica en competencia absoluta u objetiva (ratione
materiae); y en competencia relativa o subjetiva (ratione personae).

El artículo 108 del Código Orgánico de Tribunales define, en general, la competencia como "la
facultad que tiene cada juez o tribunal para conocer de los negocios que la ley ha colocado
dentro de la esfera de sus atribuciones". La competencia penal es -de acuerdo con lo dispuesto
en el artículo 182 del precitado texto- improrrogable.

Este instituto obedece al imperativo de que, ante el gran número de asuntos litigiosos, es
preciso repartir el ejercicio de la jurisdicción entre los diversos jueces y demás órganos que
com-Page 127ponen el Poder Judicial, aplicando el principio de la división del trabajo, a fin de
hacer posible la administración de justicia.

En el ámbito procesal penal, la competencia se delimita y distribuye, de manera improrrogable,


entre los órganos jurisdiccionales, de acuerdo con los siguientes criterios: en razón de la
materia, en razón del territorio y en razón de la función.

La competencia en razón de la materia


Está determinada, por una parte, por la naturaleza del delito, y, por la otra, por la gravedad de la
pena.

En lo que atañe a la naturaleza del delito, la asignación de la competencia, con prescindencia


de la gravedad de la pena, se establece cualitativamente considerando la índole del bien
jurídico protegido.

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Así, en cuanto a lo primero, es diverso el tribunal que conoce de un delito común de hurto u
homicidio, del que juzga un delito contra la seguridad interior del Estado o un delito militar.

En lo que se refiere a la gravedad del delito, se aplica un criterio cuantitativo, y por ende, es
diferente el órgano que conoce de una infracción de tránsito, que compete a un Juzgado de
Policía Local, del que debe juzgar simples delitos o crímenes, tales como los de lesiones graves
u homicidio.

La incompetencia en razón de la materia produce la nulidad absoluta y no la mera nulidad


relativa de lo obrado por el juez incompetente, y, por lo tanto, siendo de orden público, no puede
convalidarse y puede ser alegada durante todo el curso del juicio hasta la ejecutoria de la
sentencia que da término al proceso.

En materia penal, a los juzgados de garantía les corresponde, en razón de la materia,


especialmente, conocer y juzgar los crímenes y simples delitos, cuando corresponda, en el
procedimiento abreviado que contempla la ley procesal, y resolver de las demás materias que
les encomiende la ley procesal penal (art. 14 C.O.T.) (infra Nos 517 y sigts.).

A los tribunales orales en lo penal les corresponde, en general, conocer y juzgar las causas por
crimen o simple delito, resolver los incidentes que se promuevan durante el juicio oral y conocer
y resolver los demás asuntos que la ley les encomiende (art. 18 C.O.T.).

Page 128

La competencia en razón del territorio


Se refiere al lugar en que se haya cometido el hecho punible que señala, sitio que determina la
competencia del juez o tribunal llamado al juzgamiento de uno o más delitos perpetrados en un
circunscrito territorio.

Cuando es uno solo el juez competente no hay problema, pero el conflicto se suscita si existen
varios jueces o salas de tribunales de igual jerarquía, en un mismo territorio jurisdiccional, que
resultan ser competentes para conocer del asunto, caso en el cual debe recurrirse a los sistemas
distributivos señalados por los artículos 15 y 17 inciso 4º del Código Orgánico de Tribunales.

Al efecto, el artículo 15 del precitado Código establece: "La distribución de las causas entre los
jueces de los juzgados de garantía se realizará de acuerdo a un procedimiento objetivo y
general, que deberá ser anualmente aprobado por el comité de jueces del juzgado, a propuesta
del juez presidente, o sólo por este último, según corresponda.

A su vez, el inciso cuarto del artículo 17 del Código Orgánico de Tribunales prescribe: "La
distribución de las causas entre las diversas salas se hará de acuerdo a un procedimiento
objetivo y general que deberá ser anualmente aprobado por el comité de jueces del tribunal, a
propuesta del juez presidente".

Por regla general -como lo dispone el artículo 157 del precitado Código- "Será competente para
conocer de un delito el tribunal en cuyo territorio se hubiere cometido el hecho que da motivo al
proceso" (locus commissi delicti).
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"Esta competencia, así como la de la Corte de Apelaciones que deba conocer en segunda
instancia, no se alterará por razón de haber sido comprometidos por el delito intereses fiscales".

"Si el autor del delito se ausentare del lugar en que lo cometió y fuere aprehendido en otro
territorio jurisdiccional, será puesto inmediatamente a disposición del juez del lugar en que
delinquió".

"El delito se considerará cometido en el lugar donde se dio comienzo a su ejecución" (art. 157).

Esta norma presenta las siguientes modalidades y alcances, señalados en los siguientes
artículos del Código Orgánico de Tribunales:

Page 129

a. "Si un individuo hubiere cometido varios delitos en diversos territorios jurisdiccionales,


será juzgado por el juez de aquel en que cometió el último delito" (art. 158);

b. "Si el procesado hubiere cometido en varias comunas delitos de distinta gravedad, será
competente para conocer de todos ellos el juez de aquellas comunas en que cometió el
último crimen, o, en su defecto, el último simple delito".

"Si los delitos se cometen en una comunas o agrupación de comuna en que existan dos o
más juzgados de igual jurisdicción, será competente para conocer de los procesos que se
deban acumular de acuerdo con el artículo siguiente, el juez que conozca del proceso más
antiguo" (art. 159);

c. "El culpable de diversos delitos será juzgado por todos ellos en un solo proceso, para lo
cual se acumularán las causas iniciadas o por iniciarse en su contra; y las personas que
en ella figuren como procesados quedarán sometidas a la jurisdicción del tribunal a quien
corresponda conocer en los procesos acumulados".

"Sin perjuicio de la regla anterior, el juez podrá ordenar por medio de un auto motivado la
desacumulación de los procesos o su sustanciación por cuerda separada, cuando éstos
tengan una tramitación diferente o plazos especiales para su tramitación, o la acumulación
determine un grave retardo en la sustanciación de las causas. Los procesos separados
seguirán tramitándose ante el mismo juez a quien correspondía conocer de ellos
acumulados y al fallarlos deberá considerar las sentencias que hayan sido dictadas con
anterioridad en estos procesos. Si procediere unificar las penas, el tribunal lo hará al dictar
la última sentencia. Con todo, este último fallo no tomará en consideración las sentencias
anteriores para apreciar las circunstancias modificatorias de responsabilidad penal".

"Cuando, siendo procedente la desacumulación, en alguno de los sumarios se investigue


un delito cometido en otro territorio jurisdiccional, el juez podrá reenviar ese sumario al
juez del territorio jurisdiccional donde se cometió el delito, encargándole la práctica de
todas las diligencias determinadas de instrucción que puedan realizarse en aquel lugar y
las que aparezcan en el curso de su indagación. El exhortante sólo dejará una relación
sucinta del hecho investigado y de los datosPage 130 necesarios para llevar a cabo las
diligencias que haya de practicar. La tramitación de estos exhortos tendrá siempre carácter
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urgente" (art. 160);

d. "Si un mismo procesado tuviere procesos pendientes por faltas y por crímenes o simples
delitos, el juez de letras será el solo competente para conocer de todos ellos" (art. 161);

e. "Si no se pudiere establecer con precisión en qué comuna se ha cometido el delito, será
competente el juez que primero comenzare a instruir el proceso, con tal que lo sea de
alguna de las comunas respecto de las cuales se suscitare la duda. Si no se supiere cuál
juez dio principio a la investigación, se aplicará la cuarta regla establecida en el artículo
siguiente" (art. 163);

f. "Cuando se dictaren distintas sentencias condenatorias en contra de un mismo imputado,


los tribunales que dictaren los fallos posteriores al primero no podrán considerar
circunstancias modificatorias que, de haberse acumulado los procesos, no hubieran
podido tomar en cuenta. Deberán, asimismo, regular la pena de modo tal que el conjunto
de penas no pueda exceder de aquella que hubiere correspondido de haberse juzgado
conjuntamente los delitos".

"En los casos del inciso anterior, el tribunal que dictare el fallo posterior, deberá
modificarlo, de oficio o a petición del afectado, a objeto de adecuarlo a lo allí dispuesto"
(art. 164) (infra Nº 594).

g. "De los delitos a que se refiere el artículo 6º (del Código Orgánico de Tribunales),
conocerán los tribunales de Santiago" (art. 167);

h. "Si siendo muchos los responsables de un delito o de varios delitos conexos, hubiere entre
ellos individuos sometidos a los tribunales militares y otros que no lo estén, el tribunal
competente para juzgar a los que gozan de fuero juzgará también a todos los demás" (art.
169).

La competencia en razón de la función


Es la que determina la distribución de la jurisdicción, en las diversas etapas e instancias del
desarrollo evolutivo del proceso penal, entre los distintos jueces u órganos que participan en él.
Dice relación, en esencia, con las fases de cognición, impugnación y ejecución.

Page 131

La competencia de cognición incide en la declaración de certeza del delito y en el señalamiento


de la pena aplicable. Incluye la etapa de impugnación.

La de ejecución recae en el cumplimiento de la condena. A primera vista pareciera que lo que


separa la competencia de cognición de la competencia de ejecución es el efecto de cosa
juzgada que produce la sentencia condenatoria, pero no es así, pues -como lo prescribe el
inciso primero del artículo 113 del Código Orgánico de Tribunales- al juez o tribunal que ha
dictado el fallo ejecutoriado en primera o en única instancia, le corresponde la ejecución de la
sentencia, y por ende aún es competente para pronunciarse sobre los denominados incidentes
de ejecución, es decir, aquellos que se originan durante y para los efectos del estricto
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cumplimiento de la condena, como sería, por ejemplo, el control de la duración de la pena


privativa de libertad, de la efectividad del comiso impuesto o de la exigibilidad del pago de la
multa aplicada en la sentencia; o la resolución de la duda acerca de la identidad del condenado
a una pena corporal (infra 583 y sigts.).

La competencia funcional de cognición se clasifica: en cuanto a la fase del proceso, en


instructoria y decisoria; en cuanto al objeto de la litis, en de hecho y de derecho; y en cuanto al
grado del juicio, en competencia de primera instancia y de impugnación.

En lo relativo a la competencia instructoria y de decisión, ya nos referimos a ella al tratar de la


jurisdicción, de tal suerte que nos remitimos a lo allí expuesto (supra Nº 66).

En lo pertinente a la competencia de hecho, es la otorgada para la indagación del


establecimiento del delito, función que corresponde al ministerio público; y la de derecho es la
conferida al juez para declarar la certeza del delito e imponer la pena.

La competencia de primera instancia es la que compete al órgano jurisdiccional que emite un


primer pronunciamiento acerca de la existencia del delito, de la identidad del delincuente y de la
pena aplicable, sea éste el juez de garantía en el procedimiento abreviado o el tribunal
colegiado en lo penal durante el juicio oral.

La competencia de impugnación corresponde a las Cortes de Apelaciones y a la Corte


Suprema, en su caso, por la vía de los recursos legales.

Page 132

La incompetencia en razón de la función produce la nulidad de lo obrado ante el órgano


jurisdiccional incompetente, ya que en virtud de lo dispuesto en el artículo 7º de la Carta
Fundamental, "ninguna magistratura puede atribuirse, ni aun a pretexto de circunstancias
extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente se les hayan conferido en
virtud de la Constitución o las leyes. Por ser éste un vicio esencial de orden público, y por ende,
de nulidad absoluta y no de nulidad relativa, no es susceptible de convalidarse (infra Nos 258 y
sigts.).

Conflictos de competencia y de jurisdicción


La doctrina distingue entre los conflictos de jurisdicción, que son aquellos que se promueven
entre los tribunales penales especiales y los ordinarios, y los conflictos de competencia, que
son aquellos que se suscitan solamente entre los tribunales penales ordinarios.

No ocurre lo mismo, sin embargo, en la legislación chilena, la cual denomina a tales conflictos
genéricamente como "contiendas o cuestiones de competencia", estableciendo las siguientes
reglas cuando éstas se promueven entre los tribunales penales ordinarios:

a. Si la contienda de competencia se produce entre órganos jurisdiccionales penales


ordinarios de igual jerarquía, la disputa debe ser resuelta por el tribunal que sea el superior
común de los que estén en conflicto;

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b. Si los tribunales penales ordinarios fueren de diversa jerarquía, será competente para
resolver la contienda el superior de aquel que tenga jerarquía más alta; y

c. Si los tribunales penales ordinarios en conflicto dependieren de diversos superiores


iguales en jerarquía, resolverá la contienda el que sea superior al tribunal que hubiere
prevenido en el conocimiento del asunto (art. 190 del C.O.T.).

Diversa es la situación que el legislador les da a las contiendas de jurisdicción entre tribunales
penales especiales entre sí, o entre éstos y los tribunales penales ordinarios.

En estos casos hay que distinguir lo siguiente: si dichos tribunales dependen de una misma
Corte de Apelaciones, los conflictos de competencia deberán ser resueltos por ésta. Pero si
tales tribunales dependen de diversas Cortes de Apelaciones, susPage 133 conflictos de
competencia deberán ser resueltos por la Corte de Apelaciones que sea el superior jerárquico
del tribunal que haya prevenido en el conocimiento del asunto.

Si no pudieren aplicarse las reglas precedentes, la contienda deberá ser resuelta por la Corte
Suprema.

Corresponderá también a este supremo tribunal resolver las contiendas de competencia que se
susciten entre los tribunales de justicia y las autoridades políticas o administrativas (art. 191
C.O.T.).

En cuanto al modo como se promueve la cuestión de competencia, esta puede nacer de la


iniciativa del juez, y constituye la denominada declinatoria de oficio de jurisdicción. Pero
también puede ser promovida dicha cuestión por las partes, sea por la vía de declinatoria, ante
el juez que se estima incompetente; sea por la vía inhibitoria, ante el tribunal que se considere
competente para que éste reclame el envío del asunto del que se considere con incompetencia
para pronunciarse sobre la materia.

La tramitación de estos medios de promover las cuestiones de competencia está contenida en


los artículos 101 a 112 del Título XI del Libro I del Código de Procedimiento Civil y en otras
disposiciones legales, debiendo ser falladas en única instancia (arts. 192 y 193 del
Código Orgánico de Tribunales).

Improrrogabilidad de la competencia
criminal
El artículo 182 del Código Orgánico de Tribunales dispone: "La prórroga de competencia sólo
procede en primera instancia, entre tribunales de igual jerarquía y respecto de negocios
contenciosos civiles". En consecuencia, a contrario sensu, no es admisible esta prórroga en
materia penal ni en las gestiones civiles voluntarias.

La prejudicialidad
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Noción previa
Concadenado con la institución de la competencia de los tribunales, antes analizada, se
encuentra el problema jurídico denominado "prejudicialidad".

El dilema de la prejudicialidad emana de la circunstancia de que la ley penal para tipificar los
diversos delitos, determinar laPage 134 responsabilidad penal y la mayor o menor pena
aplicable al imputado, se vale no sólo de conceptos fáctico-jurídicos propios del Derecho Penal,
sino que también de nociones pertenecientes a otras ramas del Derecho, y aun de expresiones
metajurídicas definidas en otras especialidades científicas.

Tal eventualidad, como es de suponerlo, exige muchas veces que, para establecer la existencia
del hecho punible, la responsabilidad del imputado o la pena aplicable, el mismo juez del
crimen que conoce de un caso u otro órgano jurisdiccional diverso, deban, en forma previa, por
medio de sentencia, determinar el sentido y alcance de conceptos ajenos al Derecho Penal,
pero indispensables para los efectos antes indicados.

Así ocurre, por ejemplo, cuando la ley exige como elemento tipificante del delito la circunstancia
de que el hechor tenga la calidad de "empleado público", concepto propio del Derecho
Administrativo; o que el estado civil de imputado sea el de "casado"; o que la víctima del hecho
punible sea "dueña de la cosa", que son instituciones pertenecientes al Derecho Civil, y que
inciden, respectivamente, en el establecimiento de los delitos de malversación de caudales
públicos, de bigamia, de adulterio y de hurto o estafa.

Lo mismo sucede cuando la ley se refiere, verbigracia, a los términos "enajenado mental", "loco
o demente" y "con o sin discernimiento", propios de la psiquiatría, como elementos exentores o
modificatorios de la responsabilidad criminal, casos todos ellos que exigen un pronunciamiento
previo, ora del propio juez que conoce del proceso penal; ora de un tribunal diverso al de la
causa, previos los informes periciales correspondientes.

Clasificación
La prejudicialidad, atendida la naturaleza del juez que deba pronunciarse sobre ella, se clasifica
en "devolutiva", si la decisión previa a que antes nos hemos referido corresponde a un órgano
jurisdiccional diferente del juez que conoce de la causa, y en "no devolutiva ", si tal declaración
está asignada al propio juzgador del proceso penal de que se trata.

Esta prejudicialidad "no devolutiva", que versa -como lo sostiene la Fiscalía Nacional del
Ministerio Público- sobre "aquellas cuestiones que la ley entrega al conocimiento de los
tribunales ordinarios con competencia criminal, no son propia-Page 135mente prejudiciales, en
el sentido de que no obligan a suspender la causa penal en espera de que lo resuelva un juez
civil o administrativo. Por el contrario -como acertadamente lo señalan Gimeno-Moreno-Cortés-,
"estas cuestiones se llaman prejudiciales, quizá por inercia, porque su resolución es previa a la
decisión final del juez. Su decisión, siendo previa a la determinación sobre la culpabilidad o
inocencia, es, sin embargo, parte del juicio que debe hacer el juez para condenar o absolver, en
ese sentido no son previas al juicio, sino que determinantes como elementos del tipo, de la
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condena o absolución. Se trata más bien de cuestiones civiles que deben ser resueltas por el
tribunal con competencia penal (ya sea el juez de garantía o el tribunal del juicio oral en lo
penal) en la sentencia que dictaren. Así, por ejemplo, el carácter de ajena de la cosa en el delito
de robo o en el de hurto".

"En consecuencia, estas cuestiones civiles son propias de la competencia exclusiva del juez en
lo criminal".66

La prejudicialidad devolutiva o propiamente tal puede ser "absoluta" o "relativa". Es absoluta si


además de corresponder su resolución a un tribunal diverso al de la causa, suspende en todo
caso la tramitación de ésta. Y es relativa si, correspondiendo su decisión a un órgano
jurisdiccional diferente al que conoce del proceso penal, la suspensión de su tramitación queda,
en todo caso, sometida al criterio soberano de éste.

Del mismo modo, la prejudicialidad puede ser "interna" o "externa".

Es interna cuando emerge naturalmente del propio mérito del proceso penal de que se trata,
como una cuestión esencial y determinante para su decisión; y es externa cuando la
prejudicialidad ha tenido su origen en una causa seguida a un juez diverso del que conoce el
proceso penal, antes de la iniciación de éste y en base a intereses ajenos a los de la causa
criminal.

La situación en la legislación procesal


penal de Chile
1) Normas generales . En nuestro sistema de enjuiciamiento penal, constituyen casos de
"prejudicialidad no devolutiva ex-Page 136terna" -las cuales, como ha demostrado la doctrina
antes expuesta, no tienen la cualidad de "cuestiones prejudiciales civiles"- los indicados en el
inciso 1º del artículo 173 del Código Orgánico de Tribunales, precepto que dispone: "Si en el
juicio criminal se suscita cuestión sobre un hecho de carácter civil que sea uno de los elementos
que la ley penal estime para definir el delito que se persigue, o para agravar o disminuir la pena,
o para no estimar culpable al autor, el juez del crimen se pronunciará sobre tal hecho".

En los eventos señalados por el precepto antes transcripto, el pronunciamiento en vía incidental
sobre las "pseudas cuestiones prejudiciales" que menciona, queda entregado al mismo juez de
garantía que conoce de la causa, en razón de que éstas aparecen tan íntimamente ligadas al
hecho punible, a los partícipes en él o a la pena aplicable, que resulta racionalmente imposible
apartar su decisión del proceso criminal. Empero, la prueba y decisión de estas cuestiones que
debe resolver el juez penal -según lo dispone el inciso final del artículo 173 del
Código Orgánico de Tribunales-, se sujetarán a las disposiciones del derecho civil.

A la inversa, los artículos 173 incisos 2º y 3º y 174 del Código Orgánico de Tribunales enumeran
taxativamente los únicos casos de verdaderas "cuestiones prejudiciales civiles" que contempla
la ley chilena, las que, como tales, debe resolver el juez o tribunal civil o administrativo a quien
la ley tiene encomendado el conocimiento de ellas, cuales son: a) las cuestiones sobre validez
de matrimonio; b) las que versen sobre cuentas fiscales; c) las que atañan al estado civil cuya
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resolución haya de servir de antecedente necesario para el fallo de la acción persecutoria de los
delitos de usurpación, ocultación o suspensión de estado civil; y d) las concernientes al dominio
u otro derecho real sobre inmuebles, en virtud de las cuales podrá suspenderse el juicio criminal
cuando dichas excepciones aparezcan revestidas de fundamento plausible y de su aceptación,
por la sentencia que sobre ellas recaiga, hubiere de desaparecer el delito.

La Fiscalía Nacional del Ministerio Público, en base a la doctrina y jurisprudencia uniforme que
cita, ha sostenido que las "cuestiones prejudiciales civiles propiamente tales", antes
enumeradas, son las únicas que existen en nuestra legislación, señalando que en tal sentido se
han pronunciado autores comoPage 137 Paillás, Fontecilla Riquelme, Depassier Baetzner,
Laso y otros, criterio que han confirmado numerosos fallos de las Cortes de Apelaciones y de la
Corte Suprema, afirmando que no pueden suspender el procedimiento criminal cuestiones tales
como: el valor o eficacia de los contratos en el juicio por falsificación de documentos, el dominio
de las cosas hurtadas, la rendición de cuentas por el mandatario, la nulidad del contrato de
compraventa celebrado por los querellados respecto del delito de hurto o estafa, la reclamación
interpuesta por los reos en contra de la liquidación efectuada por el Servicio de Impuestos
Internos, o la nulidad del protesto de cheque en el delito por giro doloso de éste, etc. 67

Lo anterior, sin embargo, no obsta a que, acogidas las precitadas "cuestiones no prejudiciales"
por sentencia firme del juez civil respectivo, la cosa juzgada que de ésta emane pueda influir en
la dictación de la sentencia penal e, inclusive, hacer desaparecer el delito o determinar la
inocencia de su autor.

En el Código Procesal Penal los únicos preceptos que se refieren a la materia, pero sólo a la
"prejudicialidad evolutiva o propiamente tal", son los artículos 171 y 252 letra a).

El artículo 171 establece: "Siempre que para el juzgamiento criminal se requiriere la resolución
previa de una cuestión civil de que debiere conocer, conforme a la ley, un tribunal que no
ejerciere jurisdicción en lo penal, se suspenderá el procedimiento criminal hasta que dicha
cuestión se resolviere por sentencia firme".

"Esta suspensión -agrega- no impedirá que se verifiquen actuaciones urgentes y estrictamente


necesarias para conferir protección a la víctima o a testigos o para establecer circunstancias que
comprobaren los hechos o la participación del imputado y que pudieren desaparecer".

"Cuando se tratare de un delito de acción pública -termina la disposición-, el ministerio público


deberá promover la iniciación de la causa civil previa e intervendrá en ella hasta su término,
instando por su pronta terminación".

Page 138

El artículo 252 letra a), a su vez, dispone: "El juez de garantía decretará el sobreseimiento
temporal en los siguientes casos: a) Cuando para el juzgamiento criminal se requiriere la
resolución previa de una cuestión civil, de acuerdo con el artículo 171".

Analizados los preceptos antes transcriptos, se concluye que ellos mantienen implícitamente la
plena vigencia del inciso primero del artículo 173 del Código Orgánico de Tribunales, en el
sentido de que "Si en el juicio criminal se suscita cuestión sobre un hecho de carácter civil que
sea uno de los elementos que la ley penal estime para definir el delito que se persigue, o para
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agravar o disminuir la pena, o para no estimar culpable al autor, el juez del crimen se
pronunciará sobre tal hecho".

Seguidamente, la disposición en análisis (artículo 171, CPP), al disponer que "Siempre que
para el juzgamiento criminal se requiriere la resolución previa de una cuestión civil que debiere
conocer, conforme a la ley, un tribunal que no ejerciere jurisdicción en lo penal", confirma
también la vigencia de los incisos segundo y tercero del artículo 173 del
Código Orgánico de Tribunales, en el sentido de que la promoción de una prejudicial civil de
naturaleza devolutiva que éstos preceptos contemplan, suspende el procedimiento criminal, ya
que dichas disposiciones establecen que las "cuestiones sobre validez de matrimonio, sobre
cuentas fiscales y sobre estado civil que hayan de servir de antecedentes necesarios para el
fallo de la acción persecutoria de los delitos de usurpación, ocultación o supresión de estado
civil, deben ser juzgadas por el tribunal a quien la ley le tiene asignada el conocimiento de
ellas".

Por la misma razón antes expresada, corresponde al tribunal en lo civil el conocimiento "de las
excepciones de carácter civil concernientes al dominio u otro derecho real sobre inmuebles,
cuando de su aceptación por la sentencia que sobre ellas recaiga hubiere de desaparecer el
delito, con el alcance de que éstas sólo podrán suspender el juicio criminal cuando aparezcan
revestidas de fundamentos plausibles". Como es obvio, la determinación de la concurrencia de
esta plausibilidad de fundamentos corresponde al tribunal en lo penal que conoce del juicio
criminal, lo que le otorga a esta cuestión civil previa el carácter de prejudicialidad devolutiva
relativa externa.

Page 139

Igualmente, de acuerdo con lo dispuesto en el inciso tercero del artículo 171 del
Código Procesal Penal, antes transcripto, la suspensión del procedimiento del juicio criminal
que exija la promoción de la cuestión civil previa, de que deba conocer un tribunal diverso al
juez penal, no impide que éste realice las actuaciones urgentes y estrictamente necesarias para
conferir protección a la víctima del delito, o a los testigos, o para establecer circunstancias que
comprobaren los hechos o la participación del imputado y que pudieren desaparecer.

En seguida, cabe observar que, sin perjuicio de las reglas anteriores -al tenor de lo dispuesto en
el inciso final del artículo 171 del Código Procesal Penal-, "cuando se tratare de un delito de
acción pública, el ministerio público deba promover la iniciación de la causa civil previa e
intervenir en ella hasta su término, instando por su pronta conclusión" a fin de no dejar
entregada al mero arbitrio de quien tiene derecho a alegar la prejudicial civil la duración de la
suspensión del juicio criminal.

2) Legitimación procesal. Estimamos que están legitimados para promover las cuestiones
prejudiciales no sólo el ministerio público en cumplimiento del principio de objetividad que la ley
le impone con respecto a los delitos de acción pública, sino que, aplicando las reglas generales,
también lo están, ya se trate de delitos de acción pública o privada, los demás "intervinientes"
del proceso penal que tengan interés en ello, es decir, el imputado, el querellante, la víctima y el
defensor, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 12, 93, 104 y 109 del C.P.P.

El imputado y el querellante ostentan dicha legitimación porque, además de ser intervinientes,

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son partes del juicio criminal. La víctima del delito, porque si de acuerdo con los artículos 59 y
109 del C.P.P. está facultada para deducir demanda civil y querella, con mayor razón ostenta
legitimación para promover cuestiones prejudiciales civiles. Y el defensor, porque de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 104 del C.P.P., tiene atribuciones para ejercer todas
las facultades que la ley le reconoce al imputado, a menos que expresamente se reservare su
ejercicio a este último en forma personal. Eventualmente, también podría promover cuestiones
prejudiciales civiles, aunque no ostente la cualidad de interviniente, el actor civil, si tiene interés
actual en ello.

Page 140

3) Forma de promover las cuestiones prejudiciales civiles. La promoción de las cuestiones


prejudiciales civiles y la consecuente petición de sobreseimiento temporal deben ser formuladas
por escrito, fundadamente y acompañando -como lo ha señalado la Fiscalía Nacional del
Ministerio Público- copia de los antecedentes de la investigación, entre los cuales estimamos
que deben incluirse las copias certificadas que acrediten la existencia de la cuestión prejudicial
civil previa, cuya resolución penda ante otro tribunal civil o administrativo. 68

4) Oportunidad en que pueden ser promovidas. Las cuestiones prejudiciales civiles -como
emana de la historia de la ley- deben ser hechas valer por los fiscales a partir de la etapa de
investigación desde que tengan conocimiento de su existencia, en cumplimiento del mandato de
objetividad que les imponen los artículos 94 del C.P.P. y 3º de la Ley Nº 19.640, en términos de
que aun cuando ellas no se hayan concretado en un juicio ante otro tribunal civil o
administrativo, el Ministerio Público -como lo ha señalado la Fiscalía Nacional- "deberá
promover la iniciación de la causa civil, deduciendo la pretensión meramente declarativa o de
certeza pertinente". 69

Por la misma razón, desde que exista ante un tribunal civil o administrativo una litis en que
penda el pronunciamiento sobre una cuestión prejudicial civil de las enumeradas taxativamente
en los artículos 173 incisos 2º y 3º y 174 del Código Orgánico de Tribunales, el fiscal deberá
intervenir en ella hasta su término, instando a su pronta terminación, y tanto éste como
cualquiera de los intervinientes que tenga interés comprometido, podrá hacerla valer desde la
formalización de la investigación y durante toda la duración del proceso, en tanto no se haya
producido el "juzgamiento" a que se refiere la ley, ya que la resolución de tales cuestiones
prejudiciales constituye antecedentes que pueden hacer desaparecer el delito, agravar o
disminuir la pena o estimar inculpable al autor, en términos que su no consideración puede
hacer impugnable el fallo por la vía de los recursos de nulidad y aun de revisión, conforme a lo
dispuesto en los artículos 373 letra b) y 473 letra d) (infra Nos 459 y 574).

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5) Procedimiento. En lo que se refiere a la tramitación a que deben someterse ante el juez de


garantía, el tribunal oral en lo penal o la Corte de Apelaciones y aun ante la Corte Suprema, la
tramitación de las cuestiones prejudiciales civiles, a falta de disposición expresa, por tratarse de
asuntos accesorios del juicio que requieren de un previo y especial pronunciamiento -de
acuerdo con lo dispuesto en los artículos 52 del Código Procesal Penal y 82 del
Código de Procedimiento Civil-, deben ser deducidas por la vía incidental. Además, dado el
imperativo de prelación que tiene con respecto al fallo la determinación del efecto que la
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prejudicial puede producir en el fallo penal, el respectivo juez o tribunal deberá resolver la
materia en una audiencia especial, a menos que el fiscal, de conformidad con lo prescrito en el
inciso primero del artículo 248 del C.P.P., las deduzca dentro del plazo fatal de diez días a
contar del cierre de la investigación, evento en que serán resueltas a petición del ministerio
público en la audiencia a que se refiere el artículo 249. El resto de los intervinientes y partes
legitimadas también pueden promoverlas antes de la realización de la audiencia de preparación
del juicio oral o en el curso de ésta, a fin de que, como lo establece la letra a) del artículo 252 del
C.P.P., el juez de garantía pueda pronunciarse sobre ellas en dicha audiencia. En este caso, si
el magistrado estima o la ley ordena que para el juzgamiento del juicio criminal se requiere un
pronunciamiento previo al respecto, está obligado a sobreseer temporalmente la causa, y, por
ende, suspender el procedimiento, evento en que -al tenor de lo dispuesto en el inciso 2º del
artículo 283- "si la suspensión de la audiencia o la interrupción del juicio oral por un período que
excediere de diez días impidiere su continuación, el tribunal deberá decretar la nulidad de lo
obrado en él y ordenar su reinicio".

6) Efectos de la promoción de la cuestión prejudicial civil. Al respecto es preciso distinguir,


por una parte, las consecuencias que produce la promoción de la cuestión prejudicial civil
durante la etapa de investigación o en el curso de la instrucción ante el juez o tribunal en lo
criminal; y, por la otra, los efectos que provoca el fallo de la prejudicial emitido por el órgano
jurisdiccional civil o administrativo competente

La promoción de la cuestión prejudicial civil durante la etapa de la investigación, y antes que


ésta haya sido cerrada, supone que aquella haya llegado a conocimiento del respectivo
fiscalPage 142 por cualquier medio, evento en que, si se tratare de un delito de acción pública,
éste -al tenor de lo dispuesto en el inciso final del artículo 171 del C.P.P.- "deberá promover la
causa civil previa e intervenir en ella hasta su término, instando por su pronta terminación", sin
perjuicio de que, no obstante la paralización del procedimiento que ordena la ley, el ministerio
público deba continuar su actividad perquisiva, en la medida que se ajuste a las limitaciones
que impone el inciso segundo del artículo 171, en orden a realizar sólo indagaciones destinadas
a establecer circunstancias que comprobaren hechos o la participación de indiciado que
pudieren desaparecer.

Igualmente, si la cuestión prejudicial civil es promovida después de formalizada la investigación


-de conformidad con lo ordenado en el inciso 1º del precitado artículo 171 del C.P.P.-, "se
suspenderá el procedimiento criminal hasta que dicha cuestión se resolviese por sentencia
firme" por el tribunal civil o administrativo correspondiente, dando lugar a que se sobresea
temporalmente el proceso por la causal de la letra a) del artículo 252 del C.P.P.

Con todo, si la suspensión del procedimiento provocada por el antedicho sobreseimiento


temporal interrumpe la audiencia o el juicio oral "por un período que exceda de diez días,
impedirá su continuación, y, en tal caso, el tribunal deberá declarar la nulidad de lo obrado en él
y ordenar su reinicio", según lo dispone el inciso segundo del artículo 283 del C.P.P.

Tal suspensión, sin embargo -como lo prescribe el inciso segundo del artículo 171 del C.P.P.-,
"no impedirá que se verifiquen actuaciones urgentes y estrictamente necesarias para conferir
protección a la víctima o testigos o para establecer circunstancias que comprobaren los hechos
o la participación de imputado y que pudieren desaparecer".

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"Empero -como lo ha sostenido, en síntesis, la Fiscalía Nacional del Ministerio Público- la ley no
faculta a los fiscales para que, dictado el sobreseimiento temporal, puedan solicitar medidas
cautelares personales como medios de protección, ya sea la prisión preventiva o alguna de las
medidas cautelares especiales del artículo 155 del C.P.P., pues uno de los supuestos para su
interposición es que existan antecedentes que justifiquen la existencia del delito. Si el
sobreseimiento se ha dictado por re-Page 143querirse la resolución previa de una cuestión civil,
existe una incertidumbre acerca de elementos del ilícito o de la responsabilidad penal, que el
tribunal civil o el de cuentas debe en forma previa resolver, y, consecuencialmente, en tanto
penda tal pronunciamiento, no se cumplirá la exigencia que impone el artículo 140, letra a) del
Código Procesal Penal" (infra Nos 198 y 208).

Lo anterior "no implica, en modo alguno -ha agregado la Fiscalía Nacional-, el cese de la
actividad investigativa de los fiscales, sino que ésta debe proseguir en la medida en que
concurran las exigencias que impone el inciso 2º del artículo 171", antes transcripto.

Asimismo, las limitaciones establecidas en la disposición antes inserta no obstan a que los
fiscales -como lo ordena el inciso final del artículo 171- intervengan en el juicio en que se
substancia la cuestión prejudicial civil previa, instando a su pronta terminación, en calidad de
partes, terceros coadyuvantes o independientes. Por el contrario -según lo dispone el precepto-,
"deben promover la iniciación de la causa civil", lo que inclusive los faculta para ejercer la
acción civil correspondiente, ya que -como también lo ha señalado la Fiscalía Nacional- "el título
que legitima su actuación es la propia ley y su atribución se inserta en la resolución previa de
cuestiones que son elementos necesarios para la prosecución de la acción penal que le exige la
Constitución Política en su artículo 80 A". 70

Por último, es preciso reparar también en el precepto del inciso 3º del artículo 283 del C.P.P.
que establece que la suspensión de la audiencia o la interrupción del juicio oral proveniente del
sobreseimiento temporal que conlleva la promoción de una cuestión prejudicial civil por un
período que excediere de diez días impedirá su continuación, y, como consecuencia de ello, el
tribunal deberá decretar de oficio la nulidad de lo obrado en él y ordenar su reinicio.

Y aquí, a pesar del claro tenor del inciso 1º del artículo 171 del C.P.P., afloran las dudas: ¿Es
admisible que las cuestiones prejudiciales pueden aun ser promovidas durante la etapa de
impugnación? ¿Qué ocurrirá si la cuestión prejudicial civil esPage 144 promovida ante la Corte
de Apelaciones durante el curso del conocimiento de los recursos de apelación o de nulidad, o
inclusive, ante la Corte Suprema durante la tramitación de este último recurso o de una acción
de revisión? ¿Podrá el respectivo tribunal declarar, aplicando por analogía el inciso 3º del
artículo 283 del C.P.P., la nulidad de lo obrado si la suspensión del procedimiento causada por
la promoción de dicha cuestión prejudicial civil se prolonga por más de diez días, como debe
hacerlo el tribunal oral en lo penal?

En lo que respecta al primer punto, fundados en la amplitud del mandato imperativo del tenor
literal del inciso 1º del artículo 171, el cual ordena que "Siempre que para el juzgamiento
criminal se requiriere la resolución previa de una cuestión civil de que debiere conocer,
conforme a la ley, un tribunal que no ejerciere jurisdicción en lo penal, se suspenderá el
procedimiento criminal hasta que dicha cuestión se resolviere por sentencia firme", se concluye
que tal especie de cuestiones pueden ser promovidas durante toda la pendencia del juicio,
incluyendo en el curso de la etapa de la impugnación, y hasta que éste haya sido fallado por
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sentencia ejecutoria.

Fundamentamos nuestra opinión en el hecho de que el adverbio "siempre" empleado por el


legislador significa, de acuerdo con el léxico, "en todo caso y en cualquier tiempo", y además la
palabra "juzgamiento" es sinónima de "sentenciar", de tal suerte que mientras esté pendiente la
decisión del juicio penal o de algún recurso, procede la promoción de una cuestión prejudicial
civil.

Inclusive, estimamos que aun después de dictada la sentencia ejecutoriada del juicio las
cuestiones prejudiciales civiles pueden ser alegadas como fundamento de la nulidad del fallo y
del procedimiento por la vía de la acción de revisión ante la Corte Suprema, por la causal del
artículo 473 letra d) del C.P.P., la cual consiste en que "con posterioridad a la sentencia
condenatoria, se descubriere algún hecho o apareciere algún documento desconocido durante
el proceso, que fuere de tal naturaleza que bastare para establecer la inocencia del condenado.
La procedencia de esta causal, sin embargo, supone que, por lo menos, la cuestión prejudicial
civil haya sido promovida ante el juez civil o administrativo competente, lo cual produciría la
suspensiónPage 145 de la vista y resolución del recurso, si en su interposición -al tenor de lo
dispuesto en el artículo 475 del precitado Código- se hubiere expresado con precisión su
fundamento, se acompañare copia fiel de la sentencia cuya anulación se solicita y los
documentos que comprobaren los hechos en que se sustenta, vale decir, certificaciones
autorizadas de la pendencia del fallo de la cuestión civil alegada. Por el contrario, si la cuestión
prejudicial civil hubiere sido ya resuelta favorablemente por sentencia firme, bastará que el
recurrente acompañe copia fiel de ésta al interponer la acción de revisión, caso en que no
procederá la suspensión de la vista del recurso.

Con mayor razón opinamos que, bajo las mismas condiciones precedentemente señaladas, es
procedente la promoción de la cuestión prejudicial civil durante la pendencia de la decisión de
los recursos de apelación o de nulidad ante la respectiva Corte de Apelaciones.

Por el contrario, en cuanto al segundo punto de la duda antes planteada, sostenemos que no es
procedente aplicar por analogía el precepto del inciso segundo del artículo 283 del C.P.P., que
ordena al tribunal oral en lo penal declarar nulo lo obrado ante él, si con motivo de la promoción
de una cuestión prejudicial civil se suspende la audiencia o el juicio oral por más de diez días,
ya que no es admisible dar aplicación analógica a una disposición excepcional que, como tal,
es extraordinaria y especial, y por ende, es de aplicación restrictiva y excluyente, tanto por no
caer dentro de la regla general de nulidad establecida en el artículo 159 del precitado Código,
cuanto porque en el caso en análisis la ineficacia está establecida más como una sanción que
como un remedio jurídico (supra Nos 17 y 259).

7) Efectos que produce la sentencia ejecutoriada del juez civil o administrativo en la


decisión del juicio penal. En cuanto a la influencia de la sentencia firme que se dicte en el
juicio civil o administrativo en que se haya ventilado la cuestión prejudicial civil previa, será
diversa según sea acogida o rechazada en el fallo respectivo.

Si es rechazada, su cosa juzgada no producirá más efecto en el procedimiento del proceso


penal o en la tramitación del recurso paralizado, que hacer posible que continúe su interrumpido
trámite hasta su terminación.

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En cambio, si es acogida, la sentencia civil o administrativa producirá esenciales efectos de


cosa juzgada en el juicio criminal. Así, por ejemplo, si es acogida por el juez civil la nulidad del
matrimonio anterior al que sirve de base a la imputación por delito de bigamia, el juez deberá
sobreseer definitivamente o absolver en la sentencia penal al imputado como supuesto autor del
delito que sanciona el artículo 375 del Código Penal, según sea el estado del juicio penal en
que haya sido promovida la cuestión prejudicial civil. Si dicha sentencia se hace valer durante la
tramitación de un recurso, el tribunal ad quem con el mérito de dicha sentencia deberá revocar o
anular, según el caso, la sentencia recurrida y absolver al condenado.

Lo mismo ocurrirá si el juicio de cuentas fiscales ante el tribunal administrativo representado por
el Subcontralor, en primera instancia, y el Contralor General de la República, en segunda, es
fallado en favor del empleado público a quien se le imputa un delito de malversación de
caudales públicos, sea en las modalidades de peculado doloso o culposo, distracción de fondos
o aplicación pública indebida, definidas en los artículos 233 y siguientes del precitado Código.

Igualmente, deberá ser sobreseído definitivamente o absuelto en la sentencia penal aquel a


quien se le haya imputado la comisión de los delitos de usurpación, ocultación o supresión de
estado civil, si en el fallo que dicte el juez de letras correspondiente se declara que el supuesto
delincuente posee el estado civil que se dice usurpado, o no ha ocultado ni suprimido éste,
figuras típicas que están contempladas en los artículos 353 y 354 del Código Penal.

Por último, idéntico tratamiento de sobreseimiento definitivo o absolución deberá tener el


imputado a quien se le atribuyan, entre otros, los delitos de usurpación a que se refieren los
artículos 457 y siguientes del mismo Código, si el juzgado civil correspondiente, en los
respectivos casos, declara que quien es incriminado de tales hechos ilícitos es dueño,
usufructuario o posee derecho de uso o habitación, fuere el propietario de las aguas y de sus
instalaciones de regadío que se sostienen usurpadas, obstruidas o rotas, o que no hubiere
destruido términos o límites de propiedades públicas o privadas, figuras delictivas definidas por
los artículo 457 y siguientes del antes referido cuerpo legal.

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8) Antecedente histórico de la ley. Con relación al precedente tema, la Comisión de la Cámara


de Diputados, en su Sesión 23ª, de 13 de febrero de 1998, si limitó a aprobar en los términos
propuestos el antiguo artículo 14 del Proyecto del Ejecutivo que se refería a la materia, el cual
era del tenor siguiente: "Cuestiones prejudiciales civiles: Siempre que para el juzgamiento
criminal se requiriere la resolución previa de una cuestión civil de que deba conocer otro
tribunal, se suspenderá el proceso hasta que dicha cuestión se resuelva por sentencia firme. En
todo caso, la suspensión del proceso no impedirá el cumplimiento de las actuaciones urgentes".

"Cuando se tratare de un delito de acción pública, el ministerio público deberá intervenir en la


causa civil previa hasta su término, solicitando su iniciación cuando corresponda".

La Comisión del Senado, por su parte, en su Sesión 5ª, "con respecto al inciso primero, se
presentaron dos indicaciones". La Nº 7, del senador señor Parra, propuso sustituirlo con el fin de
mejorar la redacción, destacando el reemplazo de la palabra "proceso" por "procedimiento",

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para comprender la etapa de la investigación. La indicación Nº 8 de los senadores señores


Bombal, Larraín, Stangue y Urenda, sugirió cambiar la expresión "actuaciones urgentes" por la
frase "diligencias conducentes a la comprobación de los hechos y a la participación de los
imputados que no puedan postergarse, así como la protección de las víctimas".

Esta Comisión, además, "tuvo en cuenta que estas cuestiones prejudiciales no se refieren a
aquellos aspectos, inclusive elementos de tipo penal o circunstancias modificatorias de
responsabilidad, cuya determinación el inciso primero del artículo 173 del
Código Orgánico de Tribunales entrega al propio tribunal con competencia en lo criminal, sino
que a aquellas circunstancias previstas en los incisos segundo y tercero del mismo artículo,
concernientes a la validez del matrimonio, cuentas fiscales y estado civil, sobre las cuales debe
pronunciarse primero el tribunal civil, porque de otra manera no habrá certeza de enfrentar un
hecho delictivo".

"En esta medida, la Comisión estuvo de acuerdo en suspender el procedimiento en su


integridad, pero, sin perjuicio de ello, permitir que se verifiquen las actuaciones urgentes que
seanPage 148 estrictamente necesarias para proteger a la víctima o testigos o establecer
circunstancias que comprueben los hechos o la participación del imputado y que pudieren
desaparecer. Aprovechó para precisar que el caso de que se trata en este artículo es aquel en
que el tribunal llamado a conocer de las cuestiones prejudiciales civiles sea uno que no ejerza
jurisdicción en lo penal".

"En lo que concierne al inciso segundo, la indicación Nº 9 de los senadores Bombal, Larraín,
Stangue y Urenda, propone sustituirlo para agregar a la obligación del ministerio público de
solicitar la iniciación de la causa, la de promover su progresión en todo caso".

"Tal idea fue asimismo acogida por la Comisión, en términos de imponer al ministerio público el
deber de promover la iniciación de la causa civil previa e intervenir en ella hasta su término,
instando por su pronta conclusión".

"Posteriormente, estimando la Comisión que su ubicación más apropiada se encuentra en el


Libro Segundo, específicamente referida a la etapa de la investigación, la consultó como artículo
201 del texto" (actual artículo 171 del C.P.P.). 71

------------------------------

[51] Fontecilla, Derecho Procesal Penal, cit., t. I, pág. 59.

[52] Chiovenda, Principios..., cit., t. I, págs. 363 y sigts.

[53] Carnelutti, Cuestiones sobre el Proceso Penal, Ediciones Jurídicas Europa-América, B.


Aires, 1961, pág. 34.

[54] Chiovenda, Principios..., cit., t. I, págs. 366, 400 y 401.

[55] Carnelutti, Lecciones..., cit., t. II, pág. 145.

[56] Pereira A., Hugo, La Cosa Juzgada Formal en el Proceso Civil Chileno, Editorial Jurídica de
Chile, Santiago, 1954, pág. 20.

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[57] Couture, Eduardo, Fundamentos del Derecho Procesal Civil, B. Aires, 1951, pág. 329.

[58] Chiovenda, Principios..., cit., t. I, págs. 366 y 400.

[59] Leone, Tratado..., cit., t. I, pág. 472.

[60] Santoro, L'Esecuzione Penale, Torino, 1953, t. III, pág. 16.

[61] Fenech, El Proceso Penal, cit., pág. 12.

[62] Carnelutti, Cuestiones..., cit., págs. 147 y 394.

[63] Senado, Diario de Sesiones del Senado, año 2000, pág. 444.

[64] Carnelutti, Cuestiones..., cit., pág. 471.

[65] Leone, Tratado..., cit., t. II, págs. 275 y 276.

[66] Fiscalía Nacional del M. P., Reforma Procesal Penal , cit., 2001, t. III, págs. 322 y 323.

[67] Fiscalía Nacional del M. P., Reforma Procesal Penal, cit., 2001, t. III, págs. 325 y 326.

[68] Fiscalía Nacional del M. P., Reforma Procesal Penal, cit., t. III, 2001, pág. 327.

[69] Ibídem, pág. 326.

[70] Fiscalía Nacional del M. L., Reforma Procesal Penal, cit., t. III, 2001, pág. 330.

[71] Senado, Diario de Sesiones del Senado, año 2000, págs. 446 y 447.

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