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La Jurisdiccion penal.
Generalidades.
Organos jurisdiccionales.
La jurisdicción y la ejecución de las sentencias criminales.
Efectos en Chile de las sentencias penales de tribunales extranjeros.
Características de la jurisdicción penal.
Contenido y alcance de la jurisdicción penal.
La competencia.
Concepto y criterios que determinan la competencia.
La competencia en razón de la materia.
La competencia en razón del territorio.
La competencia en razón de la función.
Conflictos de competencia y de jurisdicción.
Improrrogabilidad de la competencia criminal.
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La prejudicialidad.
Noción previa.
Clasificación.
La situación en la legislación procesal penal de Chile.
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La Jurisdiccion penal
Generalidades
La jurisdicción o facultad de administrar justicia corresponde, como expresión de la soberanía, a
la Nación representada por el Estado, quien en su calidad de organización jurídica de Derecho
público ostenta el llamado jus puniendi, que ejerce a través de los tribunales de justicia por
intermedio del ministerio público.
En consecuencia -como lo señala Fontecilla citando a Mattirolo-, es del Estado de donde emana
la jurisdicción. La soberanía confía el ejercicio del poder judicial a la autoridad, cuyo conjunto
sistemático se denomina "orden judicial". La potestad que cada una de estas autoridades
despliega, en el ejercicio de sus funciones, se llama jurisdicción. 51
La jurisdicción es, por lo tanto, junto a la función legislativa y gubernativa o administrativa, una
de las tres manifestaciones esenciales de la soberanía del Estado.
De lo anterior concluimos que la decisión administrativa, aunque "cause estado", es decir, pese
a ser inimpugnable en vía gubernativa o jurisdiccional, no establece derechos permanentes y
definitivos, ya que es, por su naturaleza, revocable. La función jurisdiccional, en tanto, "juzga
sobre la actividad ajena" y establece en la sentencia, si no la verdad absoluta, por lo menos una
certeza definitiva, inmutable e irrevocable.
A diferencia de las actividades legislativas y administrativas antes señaladas, para que se inicie
la función jurisdiccional se precisa de la promoción de la "acción" (supra Nos 18 y sigts.), ya que
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En el fondo, sin embargo, la "jurisdicción, sea civil o penal, al mismo tiempo que constituye un
poder o potestad otorgada al juez, importa un deber impuesto a éste. Así, por lo menos, lo
establece en nuestro derecho el artículo 73 inciso 2º de la Constitución Política del Estado, al
prescribir que "Reclamada (al tribunal) su intervención en forma legal y en negocios de su
competencia, no podrán excusarse de ejercer su autoridad, niPage 115 aun por falta de ley que
resuelva la contienda o asunto sometido a su decisión".
Por su parte, Carnelutti se limita a expresar que "la jurisdicción penal es la que se manifiesta en
el proceso penal mediante la comprobación del delito y la aplicación de la pena. 55
Organos jurisdiccionales
La función jurisdiccional o administración de justicia está encomendada en el Estado de
Derecho a los juzgados y tribunales que conforman uno de los poderes públicos: el Poder
Judicial.
Consagrando este aserto, nuestra Carta Fundamental establece en su artículo 73, inciso 1º, que
"La facultad de conocer las causas civiles y criminales, de resolverlas y de hacer ejecutar lo
juzgado, pertenece exclusivamente a los tribunales establecidos por la ley. Ni el Presidente de
la República, ni el Congreso pueden, en caso alguno, ejercer funciones judiciales, avocarse
causas pendientes, revisar los fundamentos o contenido de sus resoluciones o hacer revivir
procesos fenecidos".
En lo que atañe, en particular, a la jurisdicción penal, ésta faculta a los tribunales del crimen
para juzgar los delitos, es decir, comprende, fuera del "conocimiento" de la notitia criminis, la
"potestad declarativa" acerca de la certeza del delito y de la responsabilidad penal y civil del
imputado y de terceros; y la "potestad ejecutiva", en orden a la aplicación de la pena a quien
resulte responsable.
Esta facultad de ejecutar la sanción penal, cuando se trata de penas corporales, no es cumplida,
empero, a través de los tribunales de justicia criminal, sino que por medio de autoridades
administrativo-penitenciarias. Esto ha servido de base a algunos autores para sostener que el
proceso de ejecución en esta sede no pertenece propiamente al derecho procesal penal, sino
que al derecho administrativo, y por ende, no es "jurisdicción", sino que es "administración".
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Chiovenda, por ejemplo, sostiene, en síntesis, que sólo la ejecución en el proceso civil es
jurisdicción, porque lo fallado en esta sede contiene una voluntad de ley que debe cumplirse por
una de las partes litigantes, constreñida por la autoridad pública del juez. Esto no ocurre en el
ámbito penal, en que el procedimiento de ejecución no es jurisdicción, porque lo fallado no se
hace cumplir por las partes, sino que por medio de una autoridad pública, es decir, por los
órganos penitenciarios, que son servicios de índole administrativa. 58
Leone, por su parte, es de opinión que "la actividad ejecutiva verdadera y propia entra en el
derecho administrativo". 59
Igualmente Santoro afirma que "el promover la ejecución consiste, efectivamente, nada más que
en dar impulso, en impartir las órdenes oportunas a las autoridades a quienes corresponde
ejecutar materialmente la decisión; de manera que como es administrativa la actividad dirigida a
la ejecución, debe también conceptuarse administrativa la orden de la cual proviene la
ejecución". 60
Tales criterios doctrinarios, sin embargo, estimamos que no son acertados desde el punto de
Al efecto, el Título VIII del Libro IV del Código Procesal Penal, relativo a "La ejecución de las
sentencias condenatorias yPage 118 medidas de seguridad", establece en su artículo 466 que
"Durante la ejecución de la pena o de la medida de seguridad, sólo podrán intervenir ante el
competente juez de garantía el ministerio público, el imputado y su defensor".
"El condenado o el curador, en su caso -agrega el inciso segundo-, podrán ejercer durante la
ejecución de la pena o medida de seguridad, todos los derechos y facultades que la normativa
penal y penitenciaria le otorgare".
En otras palabras -como Carnelutti lo sostiene-, "la jurisdicción penal es un género, en el cual se
distingue la jurisdicción de cognición y la jurisdicción de ejecución, perteneciendo esta última al
derecho procesal penal, ya que para castigar es inevitable juzgar, pues la pena es proceso, y no
se la puede concebir sin el juicio. 62
"En tales casos, la pena que el sujeto hubiere cumplido en el país extranjero se le imputará a la
que debiere cumplir en Chile, si también resultare condenado".
"La ejecución de las sentencia penales extranjeras se sujetará a lo que dispusieren los tratados
internacionales ratificados por Chile y que se encontraren vigentes".
Este precepto cautela el postulado del nos bis in idem, y se basó -como lo hizo presente la
Comisión de Constitución Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, en su Segundo
Informe, Sesión 5ª- "en los lineamientos que contemplan dos tratados internacionales. Primero,
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que en cuanto, su artículo 14 Nº 7, admite
valor en Chile a las sentencias penales extranjeras, y su consecuencia de que nadie puede ser
juzgado ni sancionado por delito por el cual haya sido condenado o absuelto por sentencia firme
de acuerdo a la ley y al procedimiento del país extranjero. En seguida, en el tratado que crea la
Corte Penal Internacional, suscrito en Roma en junio de 1998, el que, en su artículo 20,
establece dos excepciones a la cosa juzgada, las cuales, aplicadas en la especie, importan que
el juzgamiento anterior hubiere obedecido al propósito de substraer al individuo de su
responsabilidad penal por delitos de competencia de los tribunales nacionales, o que el anterior
juicio no haya sido instruido en forma independiente e imparcial de conformidad con las
garantías procesales reconocidas por el derecho internacional. Esta última excepción, por cierto,
si el imputado solicitare expresamente el nuevo juzgamiento en Chile".
Con relación a esta materia hay que tener presente, además, que la Convención Interamericana
para el Cumplimiento dePage 120 Condenas Penales en el Extranjero adoptada por la
Organización de Estados Americanos, en Managua, el 18 de junio de 1993, en actual trámite de
aprobación, establece: "Las sentencias impuestas en uno de los Estados Partes a los
nacionales de otro Estado podrán ser cumplidas por la persona sentenciada en el Estado del
cual sea nacional, comprometiéndose los Estados Partes a brindarse la más amplia
cooperación con respecto a la transferencia de las personas sentenciadas". 63
Existe también el Convenio sobre Traslado de Personas Condenadas, adoptado por el Consejo
de Europa el 21 de marzo de 1983, pendiente de aprobación, y la Convención Europea sobre la
Validez Internacional de las Sentencias Penales" (citadas por la Publicación Oficial de Sesiones
de la Cámara de Diputados).
voluntaria o no contenciosa.
A la inversa, si se excede de las facultades jurisdiccionales que la ley le otorga, el juez incurrirá
en exceso o abuso de poder, sancionable como prevaricación (art. 324 C.O.T.).
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Esta norma, contenida en el antiguo aforismo "nulla poena sine iudicio", ha sido referida -como
lo observa Leone- en forma amplia a la imprescindibilidad del proceso penal para la imposición
de la pena, o a la necesidad del debate para tal efecto, el cual, sin embargo, puede faltar, pues
lo verdaderamente indefectible en la aplicación de la sanción penal, es la intervención del poder
jurisdiccional. 65
Así lo establece nuestra legislación al disponer el artículo 1º inciso 1º del C.P.P. que "Ninguna
persona podrá ser condenada, penada o sometida a una de las medidas de seguridad
establecidas en este Código, sino en virtud de una sentencia fundada, dictada por un tribunal
imparcial. Toda persona tiene derecho a un juicio previo, oral y público, desarrollado en
conformidad con las normas de este cuerpo legal".
Por último, el principio de la "indisponibilidad" impide a las partes, una vez promovida la acción
penal, desistirse de ella o influir en la evolución del proceso o en su decisión, las cuales quedan
entregadas exclusivamente a la potestad del órgano jurisdiccional.
Esta regla, sin embargo, en el nuevo proceso penal chileno tiene las siguientes excepciones: el
archivo provisional (art. 167), la facultad del ministerio público de abstenerse de toda
investigación (art. 168), el no inicio por el fiscal de la persecución penal o el abandono de la
iniciada (art. 244), la suspensión condicional del procedimiento y los acuerdos reparatorios.
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En lo relativo al archivo provisional, el artículo 167 del C.P.P. establece que "En tanto no se
En lo que atañe a la abstención de investigar, el artículo 168 del Código del ramo dispone que
"En tanto no se hubiere producido la intervención del juez de garantía en el procedimiento, el
fiscal podrá abstenerse de toda investigación, cuando los hechos relatados en la denuncia no
fueren constitutivos de delito o cuando los antecedentes y datos suministrados permitieren
establecer que se encuentra extinguida la responsabilidad penal del imputado. Esta decisión
será siempre fundada y se someterá a la aprobación del juez de garantía".
En ambos casos anteriores, el artículo 169 del mismo Código establece que "la víctima podrá
provocar la intervención del juez de garantía deduciendo la querella respectiva".
"Si el juez admite a tramitación la querella, el fiscal deberá seguir adelante la investigación
conforme a las reglas generales".
Al respecto, el artículo 170 del C.P.P. prescribe: "Los fiscales del ministerio público podrán no
iniciar la persecución penal o abandonar la ya iniciada cuando se tratare de un hecho que no
comprometiere gravemente el interés público, a menos que la pena mínima asignada al delito
excediere la de presidio o reclusión menores en su grado mínimo o que se tratare de un delito
cometido por un funcionario público en el ejercicio de sus funciones".
"Para estos efectos, el fiscal del ministerio público deberá emitir una decisión motivada, la que
comunicará al juez de garantía. Este, a su vez, la notificará a los intervinientes, si los hubiere"
(infra Nº 283).
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Al efecto, el artículo 237 del precitado Código estatuye: "El fiscal, con el acuerdo del imputado,
podrá solicitar al juez de garantía la suspensión condicional del procedimiento: a) Si la pena que
pudiere imponerse al imputado, en el evento de dictarse sentencia condenatoria, no excediere
de tres años de privación de libertad, y b) Si el imputado no hubiere sido condenado
anteriormente por crimen o simple delito".
"Al decretar la suspensión condicional del procedimiento, el juez de garantía establecerá las
condiciones a las que deberá someterse el imputado, por el plazo que determine, el que no
podrá ser inferior a un año ni superior a tres" (infra Nos 342 y sigts.).
En lo relativo a los acuerdos reparatorios, los cuales sólo pueden producirse en las mismas
oportunidades antes señaladas para la suspensión del procedimiento, el artículo 241 del C.P.P.
establece: "El imputado y la víctima podrán convenir acuerdos reparatorios, los que el juez de
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garantía aprobará, en audiencia a la que citará a los intervinientes para escuchar sus
planteamientos, si verificare que los concurrentes al acuerdo hubieren prestado su
consentimiento en forma libre y con pleno conocimiento de sus derechos".
"Los acuerdos reparatorios sólo podrán referirse a hechos investigados que afectaren bienes
jurídicos disponibles de carácter patrimonial, consistieren en lesiones menos graves o
constituyeren delitos culposos".
El acuerdo reparatorio extinguirá la acción penal respecto del imputado que hubiere intervenido
en él (infra Nos 350 y sigts.).
Fuera de los casos de excepción antes enunciados, el ministerio público está obligado a
proseguir la acción ante una notitia criminis, aunque la considere infundada, quedando
impedido de desistirse de ella una vez promovida. A su vez el juez de garantía tiene el deber de
llevar siempre hasta su fin la instrucción hasta la dictación de sobreseimiento, o de la
correspondiente acusación para ante el tribunal que debe conocer del juicio oral.
Además, el ministerio público y el actor penal están impedidos de influir en la voluntad decisoria
del tribunal, quien puede condenar aunque el Fiscal solicite la absolución, y, a la inversa, puede
absolver aun cuando éste impetre la condena del encausado.
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Por su parte, el imputado no puede lisa y llanamente aceptar la condena renunciando a ser
procesado y prescindir de la garantía jurisdiccional, por impedirlo el antes referido principio de la
indefectibilidad, sin perjuicio que, dentro del proceso, el juez pueda absolverlo aun cuando
aquél haya confesado el delito.
Todas las conclusiones anteriores son la consecuencia de que en el proceso penal el objeto
esencial del juicio es decidir la controversia que se suscita entre el derecho a castigar del
Estado y el derecho a la libertad del imputado, lo que explica por qué el juez puede en su
juzgamiento prescindir de la actitud que adopten y de los argumentos que aduzcan las partes,
pues la resolución de la litis debe recaer en esencia en la definición del conflicto de interés
público suscitado entre los dos derechos antes señalados, respecto del cual los litigantes
carecen del poder de disposición.
Y ello ocurre porque en el proceso penal se plantea siempre, por un extremo, un conflicto
esencial que contrapone en forma permanente e invariable el jus puniendi del Estado con el
derecho a la libertad del imputado; y, por el otro, la controversia accesoria y eventual entre las
partes (ministerio público, querellante e imputado), que es como la careta tras la cual se oculta el
verdadero y principal dilema que debe resolver el juez.
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La potestad ordenatoria tiene por objeto disponer la planificación de la tramitación del proceso
penal, en cuanto al lugar, tiempo y modo en que deben realizarse las diversas diligencias
instructorias.
La potestad de instrucción coercitiva puede ser preventiva o represiva. La primera tiene por
objeto asegurar la disponibilidad de las personas o cosas necesarias para la investigación,
mediante la detención o captura de los sujetos sospechosos y la incautación de los instrumentos
y de los objetos del delito. La segunda tiene por fin exigir a las personas por la fuerza concurrir a
las diligencias de instrucción, tales como los arrestos de testigos para que comparezcan a
prestar declaración, los apremios para obtener la exhibición de documentos, etc.
La potestad decisoria, por su parte, corresponde generalmente al tribunal oral en lo penal, sin
perjuicio de que en algunos casos le corresponda al juez de garantía, y tiene por objeto
establecer la certeza del delito y determinar la persona del delincuente, y se divide en
jurisdicción de orden o potestad medio y jurisdicción de mérito o potestad fin.
Como norma, pertenecen a la jurisdicción de orden o potestad medio todos aquellos actos de
procedimiento destinados a establecer la probabilidad acerca de la existencia del delito y de la
posibilidad de la imposición de la sanción penal.
La jurisdicción del mérito, en consecuencia, no sólo otorga al tribunal el poder decisorio acerca
de la certeza del delito, sinoPage 126 que comprende además la llamada "potestad impositiva"
o facultad de asignar la pena criminal y las sanciones civiles que le corresponden al imputado,
como asimismo la "potestad ejecutiva" para aplicar directamente esas sanciones, salvo que se
trate de penas corporales atinentes a la vida o a la privación de libertad, pues en estos casos el
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Las potestades que comprende la jurisdicción de mérito, si bien suelen presentarse juntas en la
sentencia condenatoria, no llegan a confundirse, ya que puede ocurrir que el tribunal, aun
declarando la certeza del delito, se encuentre impedido de sancionar al delincuente por
encontrarse éste, verbigracia, favorecido por una excusa absolutoria. En este caso, la potestad
del órgano jurisdiccional sería meramente declarativa y no impositiva, al igual de lo que ocurre
cuando la sentencia es absolutoria.
La competencia
Concepto y criterios que determinan la
competencia
La competencia, en general, expresa la idea de "extensión de la jurisdicción", y las reglas que la
determinan, más que otorgar una atribución, se limitan a establecer la distribución entre los
diversos órganos jurisdiccionales de la potestad para conocer y juzgar determinados asuntos
judiciales, con exclusión de otros. Se clasifica en competencia absoluta u objetiva (ratione
materiae); y en competencia relativa o subjetiva (ratione personae).
El artículo 108 del Código Orgánico de Tribunales define, en general, la competencia como "la
facultad que tiene cada juez o tribunal para conocer de los negocios que la ley ha colocado
dentro de la esfera de sus atribuciones". La competencia penal es -de acuerdo con lo dispuesto
en el artículo 182 del precitado texto- improrrogable.
Este instituto obedece al imperativo de que, ante el gran número de asuntos litigiosos, es
preciso repartir el ejercicio de la jurisdicción entre los diversos jueces y demás órganos que
com-Page 127ponen el Poder Judicial, aplicando el principio de la división del trabajo, a fin de
hacer posible la administración de justicia.
Así, en cuanto a lo primero, es diverso el tribunal que conoce de un delito común de hurto u
homicidio, del que juzga un delito contra la seguridad interior del Estado o un delito militar.
En lo que se refiere a la gravedad del delito, se aplica un criterio cuantitativo, y por ende, es
diferente el órgano que conoce de una infracción de tránsito, que compete a un Juzgado de
Policía Local, del que debe juzgar simples delitos o crímenes, tales como los de lesiones graves
u homicidio.
A los tribunales orales en lo penal les corresponde, en general, conocer y juzgar las causas por
crimen o simple delito, resolver los incidentes que se promuevan durante el juicio oral y conocer
y resolver los demás asuntos que la ley les encomiende (art. 18 C.O.T.).
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Cuando es uno solo el juez competente no hay problema, pero el conflicto se suscita si existen
varios jueces o salas de tribunales de igual jerarquía, en un mismo territorio jurisdiccional, que
resultan ser competentes para conocer del asunto, caso en el cual debe recurrirse a los sistemas
distributivos señalados por los artículos 15 y 17 inciso 4º del Código Orgánico de Tribunales.
Al efecto, el artículo 15 del precitado Código establece: "La distribución de las causas entre los
jueces de los juzgados de garantía se realizará de acuerdo a un procedimiento objetivo y
general, que deberá ser anualmente aprobado por el comité de jueces del juzgado, a propuesta
del juez presidente, o sólo por este último, según corresponda.
A su vez, el inciso cuarto del artículo 17 del Código Orgánico de Tribunales prescribe: "La
distribución de las causas entre las diversas salas se hará de acuerdo a un procedimiento
objetivo y general que deberá ser anualmente aprobado por el comité de jueces del tribunal, a
propuesta del juez presidente".
Por regla general -como lo dispone el artículo 157 del precitado Código- "Será competente para
conocer de un delito el tribunal en cuyo territorio se hubiere cometido el hecho que da motivo al
proceso" (locus commissi delicti).
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"Esta competencia, así como la de la Corte de Apelaciones que deba conocer en segunda
instancia, no se alterará por razón de haber sido comprometidos por el delito intereses fiscales".
"Si el autor del delito se ausentare del lugar en que lo cometió y fuere aprehendido en otro
territorio jurisdiccional, será puesto inmediatamente a disposición del juez del lugar en que
delinquió".
"El delito se considerará cometido en el lugar donde se dio comienzo a su ejecución" (art. 157).
Esta norma presenta las siguientes modalidades y alcances, señalados en los siguientes
artículos del Código Orgánico de Tribunales:
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b. "Si el procesado hubiere cometido en varias comunas delitos de distinta gravedad, será
competente para conocer de todos ellos el juez de aquellas comunas en que cometió el
último crimen, o, en su defecto, el último simple delito".
"Si los delitos se cometen en una comunas o agrupación de comuna en que existan dos o
más juzgados de igual jurisdicción, será competente para conocer de los procesos que se
deban acumular de acuerdo con el artículo siguiente, el juez que conozca del proceso más
antiguo" (art. 159);
c. "El culpable de diversos delitos será juzgado por todos ellos en un solo proceso, para lo
cual se acumularán las causas iniciadas o por iniciarse en su contra; y las personas que
en ella figuren como procesados quedarán sometidas a la jurisdicción del tribunal a quien
corresponda conocer en los procesos acumulados".
"Sin perjuicio de la regla anterior, el juez podrá ordenar por medio de un auto motivado la
desacumulación de los procesos o su sustanciación por cuerda separada, cuando éstos
tengan una tramitación diferente o plazos especiales para su tramitación, o la acumulación
determine un grave retardo en la sustanciación de las causas. Los procesos separados
seguirán tramitándose ante el mismo juez a quien correspondía conocer de ellos
acumulados y al fallarlos deberá considerar las sentencias que hayan sido dictadas con
anterioridad en estos procesos. Si procediere unificar las penas, el tribunal lo hará al dictar
la última sentencia. Con todo, este último fallo no tomará en consideración las sentencias
anteriores para apreciar las circunstancias modificatorias de responsabilidad penal".
d. "Si un mismo procesado tuviere procesos pendientes por faltas y por crímenes o simples
delitos, el juez de letras será el solo competente para conocer de todos ellos" (art. 161);
e. "Si no se pudiere establecer con precisión en qué comuna se ha cometido el delito, será
competente el juez que primero comenzare a instruir el proceso, con tal que lo sea de
alguna de las comunas respecto de las cuales se suscitare la duda. Si no se supiere cuál
juez dio principio a la investigación, se aplicará la cuarta regla establecida en el artículo
siguiente" (art. 163);
"En los casos del inciso anterior, el tribunal que dictare el fallo posterior, deberá
modificarlo, de oficio o a petición del afectado, a objeto de adecuarlo a lo allí dispuesto"
(art. 164) (infra Nº 594).
g. "De los delitos a que se refiere el artículo 6º (del Código Orgánico de Tribunales),
conocerán los tribunales de Santiago" (art. 167);
h. "Si siendo muchos los responsables de un delito o de varios delitos conexos, hubiere entre
ellos individuos sometidos a los tribunales militares y otros que no lo estén, el tribunal
competente para juzgar a los que gozan de fuero juzgará también a todos los demás" (art.
169).
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No ocurre lo mismo, sin embargo, en la legislación chilena, la cual denomina a tales conflictos
genéricamente como "contiendas o cuestiones de competencia", estableciendo las siguientes
reglas cuando éstas se promueven entre los tribunales penales ordinarios:
b. Si los tribunales penales ordinarios fueren de diversa jerarquía, será competente para
resolver la contienda el superior de aquel que tenga jerarquía más alta; y
Diversa es la situación que el legislador les da a las contiendas de jurisdicción entre tribunales
penales especiales entre sí, o entre éstos y los tribunales penales ordinarios.
En estos casos hay que distinguir lo siguiente: si dichos tribunales dependen de una misma
Corte de Apelaciones, los conflictos de competencia deberán ser resueltos por ésta. Pero si
tales tribunales dependen de diversas Cortes de Apelaciones, susPage 133 conflictos de
competencia deberán ser resueltos por la Corte de Apelaciones que sea el superior jerárquico
del tribunal que haya prevenido en el conocimiento del asunto.
Si no pudieren aplicarse las reglas precedentes, la contienda deberá ser resuelta por la Corte
Suprema.
Corresponderá también a este supremo tribunal resolver las contiendas de competencia que se
susciten entre los tribunales de justicia y las autoridades políticas o administrativas (art. 191
C.O.T.).
Improrrogabilidad de la competencia
criminal
El artículo 182 del Código Orgánico de Tribunales dispone: "La prórroga de competencia sólo
procede en primera instancia, entre tribunales de igual jerarquía y respecto de negocios
contenciosos civiles". En consecuencia, a contrario sensu, no es admisible esta prórroga en
materia penal ni en las gestiones civiles voluntarias.
La prejudicialidad
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Noción previa
Concadenado con la institución de la competencia de los tribunales, antes analizada, se
encuentra el problema jurídico denominado "prejudicialidad".
El dilema de la prejudicialidad emana de la circunstancia de que la ley penal para tipificar los
diversos delitos, determinar laPage 134 responsabilidad penal y la mayor o menor pena
aplicable al imputado, se vale no sólo de conceptos fáctico-jurídicos propios del Derecho Penal,
sino que también de nociones pertenecientes a otras ramas del Derecho, y aun de expresiones
metajurídicas definidas en otras especialidades científicas.
Tal eventualidad, como es de suponerlo, exige muchas veces que, para establecer la existencia
del hecho punible, la responsabilidad del imputado o la pena aplicable, el mismo juez del
crimen que conoce de un caso u otro órgano jurisdiccional diverso, deban, en forma previa, por
medio de sentencia, determinar el sentido y alcance de conceptos ajenos al Derecho Penal,
pero indispensables para los efectos antes indicados.
Así ocurre, por ejemplo, cuando la ley exige como elemento tipificante del delito la circunstancia
de que el hechor tenga la calidad de "empleado público", concepto propio del Derecho
Administrativo; o que el estado civil de imputado sea el de "casado"; o que la víctima del hecho
punible sea "dueña de la cosa", que son instituciones pertenecientes al Derecho Civil, y que
inciden, respectivamente, en el establecimiento de los delitos de malversación de caudales
públicos, de bigamia, de adulterio y de hurto o estafa.
Lo mismo sucede cuando la ley se refiere, verbigracia, a los términos "enajenado mental", "loco
o demente" y "con o sin discernimiento", propios de la psiquiatría, como elementos exentores o
modificatorios de la responsabilidad criminal, casos todos ellos que exigen un pronunciamiento
previo, ora del propio juez que conoce del proceso penal; ora de un tribunal diverso al de la
causa, previos los informes periciales correspondientes.
Clasificación
La prejudicialidad, atendida la naturaleza del juez que deba pronunciarse sobre ella, se clasifica
en "devolutiva", si la decisión previa a que antes nos hemos referido corresponde a un órgano
jurisdiccional diferente del juez que conoce de la causa, y en "no devolutiva ", si tal declaración
está asignada al propio juzgador del proceso penal de que se trata.
Esta prejudicialidad "no devolutiva", que versa -como lo sostiene la Fiscalía Nacional del
Ministerio Público- sobre "aquellas cuestiones que la ley entrega al conocimiento de los
tribunales ordinarios con competencia criminal, no son propia-Page 135mente prejudiciales, en
el sentido de que no obligan a suspender la causa penal en espera de que lo resuelva un juez
civil o administrativo. Por el contrario -como acertadamente lo señalan Gimeno-Moreno-Cortés-,
"estas cuestiones se llaman prejudiciales, quizá por inercia, porque su resolución es previa a la
decisión final del juez. Su decisión, siendo previa a la determinación sobre la culpabilidad o
inocencia, es, sin embargo, parte del juicio que debe hacer el juez para condenar o absolver, en
ese sentido no son previas al juicio, sino que determinantes como elementos del tipo, de la
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condena o absolución. Se trata más bien de cuestiones civiles que deben ser resueltas por el
tribunal con competencia penal (ya sea el juez de garantía o el tribunal del juicio oral en lo
penal) en la sentencia que dictaren. Así, por ejemplo, el carácter de ajena de la cosa en el delito
de robo o en el de hurto".
"En consecuencia, estas cuestiones civiles son propias de la competencia exclusiva del juez en
lo criminal".66
Es interna cuando emerge naturalmente del propio mérito del proceso penal de que se trata,
como una cuestión esencial y determinante para su decisión; y es externa cuando la
prejudicialidad ha tenido su origen en una causa seguida a un juez diverso del que conoce el
proceso penal, antes de la iniciación de éste y en base a intereses ajenos a los de la causa
criminal.
En los eventos señalados por el precepto antes transcripto, el pronunciamiento en vía incidental
sobre las "pseudas cuestiones prejudiciales" que menciona, queda entregado al mismo juez de
garantía que conoce de la causa, en razón de que éstas aparecen tan íntimamente ligadas al
hecho punible, a los partícipes en él o a la pena aplicable, que resulta racionalmente imposible
apartar su decisión del proceso criminal. Empero, la prueba y decisión de estas cuestiones que
debe resolver el juez penal -según lo dispone el inciso final del artículo 173 del
Código Orgánico de Tribunales-, se sujetarán a las disposiciones del derecho civil.
A la inversa, los artículos 173 incisos 2º y 3º y 174 del Código Orgánico de Tribunales enumeran
taxativamente los únicos casos de verdaderas "cuestiones prejudiciales civiles" que contempla
la ley chilena, las que, como tales, debe resolver el juez o tribunal civil o administrativo a quien
la ley tiene encomendado el conocimiento de ellas, cuales son: a) las cuestiones sobre validez
de matrimonio; b) las que versen sobre cuentas fiscales; c) las que atañan al estado civil cuya
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resolución haya de servir de antecedente necesario para el fallo de la acción persecutoria de los
delitos de usurpación, ocultación o suspensión de estado civil; y d) las concernientes al dominio
u otro derecho real sobre inmuebles, en virtud de las cuales podrá suspenderse el juicio criminal
cuando dichas excepciones aparezcan revestidas de fundamento plausible y de su aceptación,
por la sentencia que sobre ellas recaiga, hubiere de desaparecer el delito.
La Fiscalía Nacional del Ministerio Público, en base a la doctrina y jurisprudencia uniforme que
cita, ha sostenido que las "cuestiones prejudiciales civiles propiamente tales", antes
enumeradas, son las únicas que existen en nuestra legislación, señalando que en tal sentido se
han pronunciado autores comoPage 137 Paillás, Fontecilla Riquelme, Depassier Baetzner,
Laso y otros, criterio que han confirmado numerosos fallos de las Cortes de Apelaciones y de la
Corte Suprema, afirmando que no pueden suspender el procedimiento criminal cuestiones tales
como: el valor o eficacia de los contratos en el juicio por falsificación de documentos, el dominio
de las cosas hurtadas, la rendición de cuentas por el mandatario, la nulidad del contrato de
compraventa celebrado por los querellados respecto del delito de hurto o estafa, la reclamación
interpuesta por los reos en contra de la liquidación efectuada por el Servicio de Impuestos
Internos, o la nulidad del protesto de cheque en el delito por giro doloso de éste, etc. 67
Lo anterior, sin embargo, no obsta a que, acogidas las precitadas "cuestiones no prejudiciales"
por sentencia firme del juez civil respectivo, la cosa juzgada que de ésta emane pueda influir en
la dictación de la sentencia penal e, inclusive, hacer desaparecer el delito o determinar la
inocencia de su autor.
En el Código Procesal Penal los únicos preceptos que se refieren a la materia, pero sólo a la
"prejudicialidad evolutiva o propiamente tal", son los artículos 171 y 252 letra a).
El artículo 171 establece: "Siempre que para el juzgamiento criminal se requiriere la resolución
previa de una cuestión civil de que debiere conocer, conforme a la ley, un tribunal que no
ejerciere jurisdicción en lo penal, se suspenderá el procedimiento criminal hasta que dicha
cuestión se resolviere por sentencia firme".
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El artículo 252 letra a), a su vez, dispone: "El juez de garantía decretará el sobreseimiento
temporal en los siguientes casos: a) Cuando para el juzgamiento criminal se requiriere la
resolución previa de una cuestión civil, de acuerdo con el artículo 171".
Analizados los preceptos antes transcriptos, se concluye que ellos mantienen implícitamente la
plena vigencia del inciso primero del artículo 173 del Código Orgánico de Tribunales, en el
sentido de que "Si en el juicio criminal se suscita cuestión sobre un hecho de carácter civil que
sea uno de los elementos que la ley penal estime para definir el delito que se persigue, o para
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agravar o disminuir la pena, o para no estimar culpable al autor, el juez del crimen se
pronunciará sobre tal hecho".
Seguidamente, la disposición en análisis (artículo 171, CPP), al disponer que "Siempre que
para el juzgamiento criminal se requiriere la resolución previa de una cuestión civil que debiere
conocer, conforme a la ley, un tribunal que no ejerciere jurisdicción en lo penal", confirma
también la vigencia de los incisos segundo y tercero del artículo 173 del
Código Orgánico de Tribunales, en el sentido de que la promoción de una prejudicial civil de
naturaleza devolutiva que éstos preceptos contemplan, suspende el procedimiento criminal, ya
que dichas disposiciones establecen que las "cuestiones sobre validez de matrimonio, sobre
cuentas fiscales y sobre estado civil que hayan de servir de antecedentes necesarios para el
fallo de la acción persecutoria de los delitos de usurpación, ocultación o supresión de estado
civil, deben ser juzgadas por el tribunal a quien la ley le tiene asignada el conocimiento de
ellas".
Por la misma razón antes expresada, corresponde al tribunal en lo civil el conocimiento "de las
excepciones de carácter civil concernientes al dominio u otro derecho real sobre inmuebles,
cuando de su aceptación por la sentencia que sobre ellas recaiga hubiere de desaparecer el
delito, con el alcance de que éstas sólo podrán suspender el juicio criminal cuando aparezcan
revestidas de fundamentos plausibles". Como es obvio, la determinación de la concurrencia de
esta plausibilidad de fundamentos corresponde al tribunal en lo penal que conoce del juicio
criminal, lo que le otorga a esta cuestión civil previa el carácter de prejudicialidad devolutiva
relativa externa.
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Igualmente, de acuerdo con lo dispuesto en el inciso tercero del artículo 171 del
Código Procesal Penal, antes transcripto, la suspensión del procedimiento del juicio criminal
que exija la promoción de la cuestión civil previa, de que deba conocer un tribunal diverso al
juez penal, no impide que éste realice las actuaciones urgentes y estrictamente necesarias para
conferir protección a la víctima del delito, o a los testigos, o para establecer circunstancias que
comprobaren los hechos o la participación del imputado y que pudieren desaparecer.
En seguida, cabe observar que, sin perjuicio de las reglas anteriores -al tenor de lo dispuesto en
el inciso final del artículo 171 del Código Procesal Penal-, "cuando se tratare de un delito de
acción pública, el ministerio público deba promover la iniciación de la causa civil previa e
intervenir en ella hasta su término, instando por su pronta conclusión" a fin de no dejar
entregada al mero arbitrio de quien tiene derecho a alegar la prejudicial civil la duración de la
suspensión del juicio criminal.
2) Legitimación procesal. Estimamos que están legitimados para promover las cuestiones
prejudiciales no sólo el ministerio público en cumplimiento del principio de objetividad que la ley
le impone con respecto a los delitos de acción pública, sino que, aplicando las reglas generales,
también lo están, ya se trate de delitos de acción pública o privada, los demás "intervinientes"
del proceso penal que tengan interés en ello, es decir, el imputado, el querellante, la víctima y el
defensor, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 12, 93, 104 y 109 del C.P.P.
son partes del juicio criminal. La víctima del delito, porque si de acuerdo con los artículos 59 y
109 del C.P.P. está facultada para deducir demanda civil y querella, con mayor razón ostenta
legitimación para promover cuestiones prejudiciales civiles. Y el defensor, porque de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 104 del C.P.P., tiene atribuciones para ejercer todas
las facultades que la ley le reconoce al imputado, a menos que expresamente se reservare su
ejercicio a este último en forma personal. Eventualmente, también podría promover cuestiones
prejudiciales civiles, aunque no ostente la cualidad de interviniente, el actor civil, si tiene interés
actual en ello.
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4) Oportunidad en que pueden ser promovidas. Las cuestiones prejudiciales civiles -como
emana de la historia de la ley- deben ser hechas valer por los fiscales a partir de la etapa de
investigación desde que tengan conocimiento de su existencia, en cumplimiento del mandato de
objetividad que les imponen los artículos 94 del C.P.P. y 3º de la Ley Nº 19.640, en términos de
que aun cuando ellas no se hayan concretado en un juicio ante otro tribunal civil o
administrativo, el Ministerio Público -como lo ha señalado la Fiscalía Nacional- "deberá
promover la iniciación de la causa civil, deduciendo la pretensión meramente declarativa o de
certeza pertinente". 69
Por la misma razón, desde que exista ante un tribunal civil o administrativo una litis en que
penda el pronunciamiento sobre una cuestión prejudicial civil de las enumeradas taxativamente
en los artículos 173 incisos 2º y 3º y 174 del Código Orgánico de Tribunales, el fiscal deberá
intervenir en ella hasta su término, instando a su pronta terminación, y tanto éste como
cualquiera de los intervinientes que tenga interés comprometido, podrá hacerla valer desde la
formalización de la investigación y durante toda la duración del proceso, en tanto no se haya
producido el "juzgamiento" a que se refiere la ley, ya que la resolución de tales cuestiones
prejudiciales constituye antecedentes que pueden hacer desaparecer el delito, agravar o
disminuir la pena o estimar inculpable al autor, en términos que su no consideración puede
hacer impugnable el fallo por la vía de los recursos de nulidad y aun de revisión, conforme a lo
dispuesto en los artículos 373 letra b) y 473 letra d) (infra Nos 459 y 574).
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prejudicial puede producir en el fallo penal, el respectivo juez o tribunal deberá resolver la
materia en una audiencia especial, a menos que el fiscal, de conformidad con lo prescrito en el
inciso primero del artículo 248 del C.P.P., las deduzca dentro del plazo fatal de diez días a
contar del cierre de la investigación, evento en que serán resueltas a petición del ministerio
público en la audiencia a que se refiere el artículo 249. El resto de los intervinientes y partes
legitimadas también pueden promoverlas antes de la realización de la audiencia de preparación
del juicio oral o en el curso de ésta, a fin de que, como lo establece la letra a) del artículo 252 del
C.P.P., el juez de garantía pueda pronunciarse sobre ellas en dicha audiencia. En este caso, si
el magistrado estima o la ley ordena que para el juzgamiento del juicio criminal se requiere un
pronunciamiento previo al respecto, está obligado a sobreseer temporalmente la causa, y, por
ende, suspender el procedimiento, evento en que -al tenor de lo dispuesto en el inciso 2º del
artículo 283- "si la suspensión de la audiencia o la interrupción del juicio oral por un período que
excediere de diez días impidiere su continuación, el tribunal deberá decretar la nulidad de lo
obrado en él y ordenar su reinicio".
Tal suspensión, sin embargo -como lo prescribe el inciso segundo del artículo 171 del C.P.P.-,
"no impedirá que se verifiquen actuaciones urgentes y estrictamente necesarias para conferir
protección a la víctima o testigos o para establecer circunstancias que comprobaren los hechos
o la participación de imputado y que pudieren desaparecer".
"Empero -como lo ha sostenido, en síntesis, la Fiscalía Nacional del Ministerio Público- la ley no
faculta a los fiscales para que, dictado el sobreseimiento temporal, puedan solicitar medidas
cautelares personales como medios de protección, ya sea la prisión preventiva o alguna de las
medidas cautelares especiales del artículo 155 del C.P.P., pues uno de los supuestos para su
interposición es que existan antecedentes que justifiquen la existencia del delito. Si el
sobreseimiento se ha dictado por re-Page 143querirse la resolución previa de una cuestión civil,
existe una incertidumbre acerca de elementos del ilícito o de la responsabilidad penal, que el
tribunal civil o el de cuentas debe en forma previa resolver, y, consecuencialmente, en tanto
penda tal pronunciamiento, no se cumplirá la exigencia que impone el artículo 140, letra a) del
Código Procesal Penal" (infra Nos 198 y 208).
Lo anterior "no implica, en modo alguno -ha agregado la Fiscalía Nacional-, el cese de la
actividad investigativa de los fiscales, sino que ésta debe proseguir en la medida en que
concurran las exigencias que impone el inciso 2º del artículo 171", antes transcripto.
Asimismo, las limitaciones establecidas en la disposición antes inserta no obstan a que los
fiscales -como lo ordena el inciso final del artículo 171- intervengan en el juicio en que se
substancia la cuestión prejudicial civil previa, instando a su pronta terminación, en calidad de
partes, terceros coadyuvantes o independientes. Por el contrario -según lo dispone el precepto-,
"deben promover la iniciación de la causa civil", lo que inclusive los faculta para ejercer la
acción civil correspondiente, ya que -como también lo ha señalado la Fiscalía Nacional- "el título
que legitima su actuación es la propia ley y su atribución se inserta en la resolución previa de
cuestiones que son elementos necesarios para la prosecución de la acción penal que le exige la
Constitución Política en su artículo 80 A". 70
Por último, es preciso reparar también en el precepto del inciso 3º del artículo 283 del C.P.P.
que establece que la suspensión de la audiencia o la interrupción del juicio oral proveniente del
sobreseimiento temporal que conlleva la promoción de una cuestión prejudicial civil por un
período que excediere de diez días impedirá su continuación, y, como consecuencia de ello, el
tribunal deberá decretar de oficio la nulidad de lo obrado en él y ordenar su reinicio.
Y aquí, a pesar del claro tenor del inciso 1º del artículo 171 del C.P.P., afloran las dudas: ¿Es
admisible que las cuestiones prejudiciales pueden aun ser promovidas durante la etapa de
impugnación? ¿Qué ocurrirá si la cuestión prejudicial civil esPage 144 promovida ante la Corte
de Apelaciones durante el curso del conocimiento de los recursos de apelación o de nulidad, o
inclusive, ante la Corte Suprema durante la tramitación de este último recurso o de una acción
de revisión? ¿Podrá el respectivo tribunal declarar, aplicando por analogía el inciso 3º del
artículo 283 del C.P.P., la nulidad de lo obrado si la suspensión del procedimiento causada por
la promoción de dicha cuestión prejudicial civil se prolonga por más de diez días, como debe
hacerlo el tribunal oral en lo penal?
En lo que respecta al primer punto, fundados en la amplitud del mandato imperativo del tenor
literal del inciso 1º del artículo 171, el cual ordena que "Siempre que para el juzgamiento
criminal se requiriere la resolución previa de una cuestión civil de que debiere conocer,
conforme a la ley, un tribunal que no ejerciere jurisdicción en lo penal, se suspenderá el
procedimiento criminal hasta que dicha cuestión se resolviere por sentencia firme", se concluye
que tal especie de cuestiones pueden ser promovidas durante toda la pendencia del juicio,
incluyendo en el curso de la etapa de la impugnación, y hasta que éste haya sido fallado por
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sentencia ejecutoria.
Inclusive, estimamos que aun después de dictada la sentencia ejecutoriada del juicio las
cuestiones prejudiciales civiles pueden ser alegadas como fundamento de la nulidad del fallo y
del procedimiento por la vía de la acción de revisión ante la Corte Suprema, por la causal del
artículo 473 letra d) del C.P.P., la cual consiste en que "con posterioridad a la sentencia
condenatoria, se descubriere algún hecho o apareciere algún documento desconocido durante
el proceso, que fuere de tal naturaleza que bastare para establecer la inocencia del condenado.
La procedencia de esta causal, sin embargo, supone que, por lo menos, la cuestión prejudicial
civil haya sido promovida ante el juez civil o administrativo competente, lo cual produciría la
suspensiónPage 145 de la vista y resolución del recurso, si en su interposición -al tenor de lo
dispuesto en el artículo 475 del precitado Código- se hubiere expresado con precisión su
fundamento, se acompañare copia fiel de la sentencia cuya anulación se solicita y los
documentos que comprobaren los hechos en que se sustenta, vale decir, certificaciones
autorizadas de la pendencia del fallo de la cuestión civil alegada. Por el contrario, si la cuestión
prejudicial civil hubiere sido ya resuelta favorablemente por sentencia firme, bastará que el
recurrente acompañe copia fiel de ésta al interponer la acción de revisión, caso en que no
procederá la suspensión de la vista del recurso.
Con mayor razón opinamos que, bajo las mismas condiciones precedentemente señaladas, es
procedente la promoción de la cuestión prejudicial civil durante la pendencia de la decisión de
los recursos de apelación o de nulidad ante la respectiva Corte de Apelaciones.
Por el contrario, en cuanto al segundo punto de la duda antes planteada, sostenemos que no es
procedente aplicar por analogía el precepto del inciso segundo del artículo 283 del C.P.P., que
ordena al tribunal oral en lo penal declarar nulo lo obrado ante él, si con motivo de la promoción
de una cuestión prejudicial civil se suspende la audiencia o el juicio oral por más de diez días,
ya que no es admisible dar aplicación analógica a una disposición excepcional que, como tal,
es extraordinaria y especial, y por ende, es de aplicación restrictiva y excluyente, tanto por no
caer dentro de la regla general de nulidad establecida en el artículo 159 del precitado Código,
cuanto porque en el caso en análisis la ineficacia está establecida más como una sanción que
como un remedio jurídico (supra Nos 17 y 259).
Page 146
Lo mismo ocurrirá si el juicio de cuentas fiscales ante el tribunal administrativo representado por
el Subcontralor, en primera instancia, y el Contralor General de la República, en segunda, es
fallado en favor del empleado público a quien se le imputa un delito de malversación de
caudales públicos, sea en las modalidades de peculado doloso o culposo, distracción de fondos
o aplicación pública indebida, definidas en los artículos 233 y siguientes del precitado Código.
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La Comisión del Senado, por su parte, en su Sesión 5ª, "con respecto al inciso primero, se
presentaron dos indicaciones". La Nº 7, del senador señor Parra, propuso sustituirlo con el fin de
mejorar la redacción, destacando el reemplazo de la palabra "proceso" por "procedimiento",
Esta Comisión, además, "tuvo en cuenta que estas cuestiones prejudiciales no se refieren a
aquellos aspectos, inclusive elementos de tipo penal o circunstancias modificatorias de
responsabilidad, cuya determinación el inciso primero del artículo 173 del
Código Orgánico de Tribunales entrega al propio tribunal con competencia en lo criminal, sino
que a aquellas circunstancias previstas en los incisos segundo y tercero del mismo artículo,
concernientes a la validez del matrimonio, cuentas fiscales y estado civil, sobre las cuales debe
pronunciarse primero el tribunal civil, porque de otra manera no habrá certeza de enfrentar un
hecho delictivo".
"En lo que concierne al inciso segundo, la indicación Nº 9 de los senadores Bombal, Larraín,
Stangue y Urenda, propone sustituirlo para agregar a la obligación del ministerio público de
solicitar la iniciación de la causa, la de promover su progresión en todo caso".
"Tal idea fue asimismo acogida por la Comisión, en términos de imponer al ministerio público el
deber de promover la iniciación de la causa civil previa e intervenir en ella hasta su término,
instando por su pronta conclusión".
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[56] Pereira A., Hugo, La Cosa Juzgada Formal en el Proceso Civil Chileno, Editorial Jurídica de
Chile, Santiago, 1954, pág. 20.
[57] Couture, Eduardo, Fundamentos del Derecho Procesal Civil, B. Aires, 1951, pág. 329.
[63] Senado, Diario de Sesiones del Senado, año 2000, pág. 444.
[66] Fiscalía Nacional del M. P., Reforma Procesal Penal , cit., 2001, t. III, págs. 322 y 323.
[67] Fiscalía Nacional del M. P., Reforma Procesal Penal, cit., 2001, t. III, págs. 325 y 326.
[68] Fiscalía Nacional del M. P., Reforma Procesal Penal, cit., t. III, 2001, pág. 327.
[70] Fiscalía Nacional del M. L., Reforma Procesal Penal, cit., t. III, 2001, pág. 330.
[71] Senado, Diario de Sesiones del Senado, año 2000, págs. 446 y 447.