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El ‘empirismo popperiano’

Por todo lo visto anteriormente, puede destacarse la condición ‘antipscicologista’


de Popper (lo mismo puede decirse de Carnap, aunque es un hecho notable en el
falsacionista). Un rasgo distintivo de esta característica es el mantener la convicción de
que el conocimiento no está en la mente de las personas (propio del psicologismo), sino
en el lenguaje, por lo que éste tendría un rol fundamental en el método científico. Así, la
verdad de una teoría científica no se plantearía en función del autor, sino que radicaría
en su estructura, más precisamente, en la consistencia de los enunciados escritos. Puede
decirse, siguiendo esta concepción, que el lenguaje es un sistema o conjunto de
enunciados que se ordenan lógicamente (se evalúa cuáles son los principales, los de
mayor nivel, de los que se desprenderá el resto). Con todo esto, es importante lo que
queda escrito o registrado en la teoría y no aquello que su hacedor sentía o pensaba en el
momento de hacerla. De ahí que para teóricos como Carnap, Hempel (visto con su
negación del primer momento inductivo por no existir un método capaz de controlar la
creación de hipótesis, con el que coincide el racionalista crítico) y Popper, la ciencia se
encuentra en los libros, idea que se ve transformada en el escenario postempirista
consolidado en los años ‘70 marcado por Kuhn, en el que se entiende por ‘ciencia’ no
sólo aquello que se puede ver en libros, sino también en prácticas diversas.
Popper critica de Carnap el tener ‘residuos psicologistas peligrosos’. Como ya se
ha visto, el racionalista crítico es un férreo defensor de la lógica deductiva, por lo que
fundamenta su crítica hacia el empirismo lógico en los siguientes dos aspectos:

1. La inducción puede ser una herramienta que otorgue confianza psicológica, pero
no así lógica. Poniendo un ejemplo clásico, ‘todos los días sale el Sol’, Popper
aquí diría que, al ver que varios días sale el Sol (es un enunciado general tomado
como conclusión tras una serie limitada de enunciados singulares, propio de la
lógica inductiva), la mente humana piensa que esto va a ser así el resto de los
días, generando un acostumbramiento mental carente de una base lógica.
2. No debe tenerse, por lo tanto, confianza plena en la observación pura y directa.
El empirismo enarbola como base de la verdad del conocimiento científico la
observación directa y, en contraposición, Popper introduce el argumento de que
la observación no puede ser directa al estar siempre cargada de términos teóricos
(recordemos la discusión con Carnap y Hempel por enunciados del tipo ‘el
pizarrón de este aula es verde’, alegando la imposibilidad de verificación por no
entender todos lo mismo por ‘verde’ y palabras como ‘pizarra’, ‘pizarrón’, etc.
Con esto, Popper intenta demostrar la fuerte carga lingüística de la observación a
la cual mediatiza, por cierto.

Si bien Popper es muy crítico de la credibilidad que se le puede otorgar a la


observación y, aunque no lo admita, es la única piedra de toque para determinar la
verdad o falsedad de los enunciados. Incluso, es necesaria para la contrastación por
medio de la falsación. Esto demuestra que Popper se mantiene en los principios básicos
del empirismo declarándose antiempirista (la observación como fenómeno psicológico
debe ser ajeno al método científico). El pensador austríaco sostiene que el único interés
que debe mostrarse por la observación a nivel científico tiene que ver con el hecho de
que las personas se ven obligadas a ponerse de acuerdo sobre la verdad o falsedad de los
enunciados a partir de la observación entendida como la relación espacial entre cuerpos
físicos. Hay algo que la observación produce, pero no interesa saber por qué y cómo, es
decir, qué es lo que pasa por la mente de los hombres, sino sus efectos. Por otro lado,
retomando la idea de que el primer momento de inducción propuesto por los empiristas
lógicos del Círculo de Viena, es incorrecto puesto que la ciencia surge del problema de
no poder explicar cierto fenómeno y no de la observación en sí, Popper y Hempel
destacan el hecho de que el problema del que se parte vendría a orientar el resto de la
investigación y teorización, permitiendo seleccionar los datos sensoriales necesarios
para desarrollar el razonamiento de manera completa. Cabe aclarar, por último, que la
observación no es un fenómeno universal, por más que se suponga que así lo es, ya que
las distintas disciplinas trabajan con datos que requieren cierto entrenamiento para
poder captarlos desde la observación. Por ej.: no detectarán lo mismo en su observación
un politólogo y un biólogo mirando a través de un microscopio. A esto suele llamarse
‘carga teórica popperiana’ y ésta varía no sólo de acuerdo con la disciplina, sino también
con la comunidad científica.

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