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DERECHO COMERCIAL – Evolución Histórica General

Origen y Evolución Histórica. Introducción. Antigüedad. Edad Media. El Contrato


de Cambio; orígenes de la Letra de Cambio; los Títulos Circulatorios. Los usos y
costumbres marítimos; Las Recopilaciones medievales. Sociedades. Seguros y
Banca; Breve reseña. Edad Moderna; Introducción. Influencia del concepto de
Nación en la evolución del Derecho Mercantil. Tráfico Comercial entre España y
las Indias. Evolución de las Instituciones Jurídicas: Bolsas, Bancos y
Sociedssades. Codificación; Antecedentes. Código de Comercio Francés de 1807.
Código de Comercio Español de 1829.

Origen y Evolución Histórica.


Introducción
Constantemente recalcamos que el Derecho no es una creación abstracta
surgida meramente en el plano de las ideas. Consideramos que el mismo es
producto de la evolución de la humanidad y de las relaciones que, en diferentes
planos, se suscitan entre los hombres.

Por ello, compartimos el criterio de que el conocimiento de los acontecimientos


históricos se presume indispensable para una mayor y mejor comprensión de
las estructuras jurídicas que van rigiendo a los pueblos durante su evolución.

En lo que atañe a nuestra materia, se tiene conocimiento sobre la existencia de


relaciones de intercambio comercial de importantes dimensiones desde la
antigüedad de los pueblos (Sumerios, Fenicios, Babilónicos). Sin embargo, los
documentos normativos de dichos pueblos revelan la inexistencia de una
legislación comercial autónoma.1

Lo expuesto no debiera sorprendernos si tomamos en cuenta que, en el mundo


antiguo, religión, moral y derecho, se confundían en una sola materia. Las leyes
eran sagradas, eran dictadas por los dioses y entregadas al soberano.

Muchos siglos hubieron de transcurrir, muchas transformaciones en los pueblos


acontecieron hasta el surgimiento de las primeras manifestaciones jurídicas
autónomas sobre la materia comercial.

El auge comercial se dio en la cuenca Mediterránea, con la caída del sistema


feudal y el surgimiento de una nueva clase social, la burguesía, en los siglos XI y
XII, provocando un fuerte desenvolvimiento de las ciudades.

A partir de allí, el derecho comercial comenzó su desarrollo a la luz de las


necesidades de los mercaderes. Nuestro derecho se desarrolló autónomamente

1
Etcheverry, Raúl A., “Derecho Comercial y Económico” – Parte General, pág. 9, 2da. Reimpresión,
Editorial Astrea, Buenos Aires, 1998.

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del Derecho Común, proveyendo de estructuras jurídicas a estas personas y


contribuyendo al desarrollo de la actividad comercial.

Ese derecho de carácter subjetivo, fue transformándose hasta convertirse en un


derecho de carácter objetivo, el de los “actos de comercio”. Mucho se ha escrito
en pos del desarrollo de una teoría general de los mismos pero, no se logró
dicho cometido.

Posteriormente, las plumas de los grandes maestros comenzaron su incursión


en la búsqueda del hilo conductor de la “materia comercial” y anclaron en el
concepto de “empresa”. Ríos de tinta han corrido en esa dirección sin, aún,
lograrse una teoría al respecto. Es más, si bien hay aproximaciones valiosas, aún
no se ha logrado establecer un concepto unívoco de la empresa desde la ciencia
económica y se está en un estadio más primario en el ámbito de la
jurisprudencia (ciencia del derecho).

Antigüedad
El comercio, como hemos dicho, existió desde los albores de la humanidad.
Entre los más antiguos que surcaban los mares se encuentran los fenicios (1200
AC – época de su aparición histórica). Los fenicios, un pueblo sin reino, que
fueron los mayores mercaderes marítimos del mundo antiguo. Los primeros
orientales en descubrir el Océano Atlántico. Ellos difundieron un invento muy
importante: el alfabeto. Fueron, por casi mil años, los más influyentes en cultura,
historia y comercio. Navegantes incansables, se convirtieron en los primeros
que generaron un vínculo entre la cultura del Cercano Oriente antiguo y la del
inexplorado mundo occidental
Eran el eje en torno al cual giraba gran parte del comercio primitivo del Cercano
Oriente y del Mediterráneo. Comerciaron con los egipcios, los griegos, los
asirios, los babilonios, los africanos y con las tribus españolas (ibéricas). De este
pueblo cuyos orígenes puede remontarse a mas del 5.000 AC (cananeos) se
conoce que tenían leyes marítimas escritas y que también tenían alguna
estructura jurídica en referencia al comercio en general. Sólo esto se conoce a
pesar de haber sido no sólo navegantes, sino constructores de embarcaciones y
creadores de factorías.2

Por otro lado, de todo este vastísimo y no tan conocido mundo antiguo, los
investigadores indican que el Código de Ur-Nammu: es el primer Código jurídico
conocido y data de la época del primer rey de la III Dinastía de UR, que fue

2
A su tiempo, Jaime L. Anaya, nos dice que a pesar de los pocos conocimientos tenidos sobre el
derecho fenicio: “es indudable que habiendo organizado los fenicios un vasto imperio comercial, no
pudieron carecer de una regulación jurídica de las relaciones mercantiles. Así agrega que, el
préstamo marítimo posiblemente es de origen fenicio. En Anaya Jaime L. – Podetti Humberto A.,
Código de Comercio y Leyes Complementarias – comentados y concordados, T I, pág. 18 texto y nota
8, Editorial Omeba, Buenos Aires, 1965.

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recopilado por su hijo Shulgi (2129 al 2107 AC). Estaba redactado en lengua
súmera, y fija la estructura de los futuros Códigos de Mesopotamia.

Otro código de la antigüedad es el del rey Hammurabi de Babilonia (1790 –


1750? AC). Es el código más antiguo que se ha hallado completo. Fechado 1753
AC y escrito en acadio, regula algunas estructuras de nuestra materia como ser,
el préstamo, la comisión, sobre construcción de navíos y sobre responsabilidad
del transportador.

El pueblo Griego, que por su estratégica ubicación, también desarrolló el


comercio marítimo en importante escala, legando a través de algunas
estructuras jurídicas (el nauticum foenus, la echazon)3 elementos que fueron
fuente primaria del contrato de seguro marítimo.

También los Rodios (siglo V) dominaron los mares, habitantes de la pequeña


Isla de Rodas en el Mar Egeo. Se los reconoce como autores de regulaciones del
tráfico marítimo, la Ley Rodia.

Debe tenerse en cuenta, que en todos los casos las referencias son parciales, y
que muchas de ellas llegan a nuestros días a través de recopilaciones
posteriores, como por ejemplo el Digesto Justinianeo.

En estos cuerpos normativos, hallamos las primeras manifestaciones del


derecho comercial. No obstante ello, las mismas se encuentran lejos de la
concepción actual, o mejor dicho, distan de presentarse como una categoría
jurídica específica, aunque pueda encontrarse algún atisbo de diferenciación en
las normas de la Grecia Antigua. El camino hacia un derecho comercial
autónomo recién comienza a transitarse entre los siglos XI y XII.

En este breve repaso por el aspecto comercial del Mundo Antiguo, debemos
mencionar al pueblo Romano. El Derecho Romano, fuente indiscutible de las
legislaciones de los países regidos por el “Derecho Continental” como el nuestro,
no distinguió una rama comercial en los términos actuales. Sería impensable
hacer una descripción del Derecho Romano en unos pocos reglones, toda vez
que el desarrollo del mismo tomó muchos siglos y más aún, la expansión del
Imperio (el Imperio Romano de Occidente cae en 476 DC y el Imperio Romano
de Oriente en 1453 DC). No obstante, cabe recordar que los romanos crearon
instituciones jurídicas aplicables al comercio, como el préstamo, el depósito y la
sociedad. Además, tenían instituciones de derecho marítimo provenientes del
mundo griego.4 Conocieron la actividad bancaria (los argentarii) y desarrollaron

3
Etcheverry, Raúl A., “Derecho Comercial y Económico” – Parte General, pág. 10, 2da. Reimpresión,
Editorial Astrea, Buenos Aires, 1998.
4
Anaya Jaime L. – Podetti Humberto A., Código de Comercio y Leyes Complementarias –
comentados y concordados, T I, pág. 19, Editorial Omeba, Buenos Aires, 1965.

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figuras societarias, aunque su estructura difiere sustancialmente de la actual. La


societas romana, carecía de personería jurídica. Por ello el contrato societario
solamente se manifestaba en forma interna y se basaba en la confianza entre los
socii, por ello la decisión o la muerte de uno solo de ellos era causa de
disolución del contrato.
Destacamos la existencia de la societas omnium bonorum, caracterizada por
consistir en un aporte total del patrimonio y la societas alicuius negotii, en la
cual, precisamente se realizaba un aporte para la conclusión de uno o varios
negocios determinados. Ésta última, fue de origen posterior y nació atento las
necesidades mercantiles. Asimismo, conocían una acción de rendición de
cuentas, liquidación y compensación de saldos “actio bonae fidei”5.

Edad Media
Cada período histórico comprende diversos peldaños de la evolución de los
pueblos. En rigor de verdad no existen hitos ciertos que marquen un vuelco, una
vuelta de hoja en la historia de la humanidad. Los procesos conllevan años y a
veces siglos. Sin embargo, convencionalmente, ciertos hechos se consideran
punto de inicio o de finalización de los períodos históricos.

La salida del Mundo Antiguo y el inicio de la Edad Media (que suele dividirse en
Alta Edad Media y Baja Edad Media, siendo el final de este segundo período, el
inicio de la Edad Moderna) lo marca la caída del Imperio Romano de Occidente
en el año 476 DC.
Los bárbaros, pueblos germanos que se asentaban en las fronteras del Imperio
Romano se encontraban al servicio de éste. Si bien, estos pueblos cruzaron los
límites de las provincias imperiales produciendo desmanes en esos territorios
alrededor del siglo III, las llamadas “invasiones bárbaras” no se producen hasta
el siglo V, cuando los hunos (pueblo de origen mongol), que habían sido
rechazados por el Imperio Chino desvían su camino hacia Europa y desplazan a
los bárbaros hacia el interior de Europa.

Todo ello produce un quiebre de tal grado que se ven afectadas en forma
negativa la economía, la cultura y desaparece la unidad de gobierno.
Obviamente, la unidad jurídica creada por el Pueblo Romano se disgrega. Sin
embargo, no se pierde. Los pueblos bárbaros traen consigo sus propias
costumbres y reglas jurídicas, que se aplican en los territorios invadidos pero se
combinan con las estructuras romanas aunque éstas pierden su carácter formal.
El derecho bárbaro, principalmente consuetudinario, contribuye a la formación
del derecho comercial como lo iremos viendo.

Los primeros siglos de la Edad Media (Alta Edad Media), reflejan el


desvastamiento de lo que había sido el Imperio Romano de Occidente y el
5
Di Pietro, Alfredo - Lapieza Elli, Ángel Enrique, “Manual de Derecho Romano”, Tercera Edición,
Reimpresión, Editorial Depalma, Buenos Aires, 1983, Pág. 299.

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comienzo de la formación de diferentes reinos por los pueblos bárbaros


invasores (visigodos en España; ostrogodos en Italia; francos en Francia;
sajones y anglos en Inglaterra; entre otros).

La invasión árabe provoca la disolución del Reino Visigodo (476 – 711) que se
ubicaba en la Península Ibérica. Este importante pueblo para la historia
española y con influencia indirecta en la historia del derecho argentino, había
logrado una legislación de aplicación territorial el “Liber Iudiciorum”.

En la Alta Edad Media (siglos V a XII), con las invasiones bárbaras se


desencadena la despoblación de las urbes establecidas durante el Imperio, y sus
pobladores se desplazaron hacia las zonas rurales dedicándose a la agricultura y
al pastoreo, en búsqueda de su subsistencia. En este período, se produce el gran
estancamiento y paralización del desarrollo de la actividad mercantil como
consecuencia de la inseguridad de caminos y mares generada por las invasiones
mencionadas.

Todo este panorama de confusión e inseguridad, ante la circulación de los


pueblos invasores, comienza a reacomodarse a través de asentamientos
autónomos, en los que confluyen o se fusionan los pueblos bárbaros con los
pueblos romanos. Hacia el siglo IX comienza el desarrollo del fenómeno que
conocemos como feudalismo o señorío. Puede hallarse el germen de este
fenómeno en el mismo Imperio Romano, cuando los campesinos comenzaban a
ligarse a la tierra y a depender de los hombres con mayor poder, propietarios de
esas tierras.

Ciertamente, el régimen feudal o señorío como se lo llamó en España, no


presentó idénticas características a través del tiempo y del espacio. En líneas
generales el feudalismo constituyó una institución basada en relaciones
sociales, políticas y económicas que ligaban al campesino “vasallo” a un señor
feudal. El señor feudal había recibido el “feudo” de manos del monarca en
premio a sus servicios. El vasallo se sometía a las órdenes del señor feudal y
recibía una parte de las tierras, se obligaba a cultivarlas y a prestarle ayuda
bélica a cambio de protección y seguridad económica.. En ese fundo, el dueño
ejercía autoridad absoluta, cobrando los impuestos que deseaba o creando un
marco legal propio, dado que la relación entre señor feudal y el vasallo era
independiente de la autoridad del monarca. Los vasallos estaban ligados a la
tierra, y recibían el nombre de Siervos de la Gleba.

El feudalismo “puro” se desarrolló en Francia y en Inglaterra. Como


adelantáramos, el feudalismo en España tuvo características diferentes dado las
circunstancias allí vividas. La invasión árabe iniciada en el 711, sometió a la
Península a siete siglos de lucha para lograr la Reconquista. Esta situación tornó
imposible los asentamientos que significaba el régimen feudal puro y a la vez, ya

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avanzada la Reconquista generó amplios territorios reconquistados. Por lo


tanto, la existencia de muy espaciosas tierras de reconquista dio lugar a diversas
formas de libertad de trabajo.

En feudalismo desapareció durante el transcurso de la Baja Edad Media.

En el contexto feudal comienza a realizarse el intercambio de bienes,


principalmente agrícolas y productos de economía doméstica, en los mercados
locales situados en las villas del feudo.

Paralelamente, otra realidad era la que se vivía en las ciudades – estado del
Norte de Italia, el comercio sigue desenvolviéndose a un ritmo creciente. En los
comienzos se destacan Génova y Venecia.

Como lo expresa Etcheverry, “a partir del siglo IX se abre en ellas el desarrollo y


progreso del sector terciario (actividades comerciales e intelectuales). Desde la
gran Venecia, que sigue creciendo, continúan su ejemplo Amalfi, Pisa, y Génova.
Hasta el siglo XVI, son las ciudades – puertos las que impulsan el comercio
medieval; sirven ellas de modelo para el resto de Europa en cuanto a
regulaciones jurídicas comerciales”6

Se da un fenómeno que se repetirá en el tiempo y el espacio, avanzada la Baja


Edad Media. Los movimientos poblacionales de las zonas rurales a las zonas
urbanas. Nos situamos en una época en la que el ser humano, busca evolucionar,
quiere salir de su ligación a una porción de tierra y ser libre, trabajar en forma
libre. Ese espacio de libertad era la ciudad.

El campesino, comienza su evolución hacia el artesanado y hacia el comercio, en


variadas proporciones y extensiones. El comerciante – mercader – a través de la
creciente actividad que desarrolla adquiere poder de tales dimensiones que en
su conjunto, los habitantes de las ciudades – burgos – generan la aparición de
una nueva clase, “la burguesía”.

Lo expuesto, a su vez, produce una nueva coalición social, política y económica,


y por supuesto jurídica, entre la pujante burguesía y el sistema feudal, que se
encamina hacia su declive.

Ya en el siglo XI, empezaron a renacer los mercados, los centros urbanos y el


comercio internacional.

El comercio internacional se desarrollaba entre las ciudades – estado italianas y


el Cercano Oriente. El ingreso de mercaderías llegó a ser tan caudaloso que los
6
Etcheverry, Raúl A., “Derecho Comercial y Económico” – Parte General, 2da. Reimpresión, Editorial
Astrea, Buenos Aires, 1998, Pág. 15.

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mercaderes del Norte de Italia cruzaron los Alpes para vender el excedente no
consumido. Del Lejano Oriente (India y China) también llegaban mercancías que
ingresaban por los puertos de las ciudades – estado de Génova y Venecia,
también llegaban a Florencia. En el Norte Europeo, Ingleses y Flamencos
comerciaban con los pueblos escandinavos, a través de los Mares del Norte y
Báltico.

El desarrollo de los mercados, ámbito en el cual se desenvolvían los mercaderes,


y la creciente circulación de bienes desembocaron en la creación de las ferias.
Éstas, a diferencia de la estabilidad temporal de los mercados, se celebraban con
diversa intermitencia. Las había anuales, o semestrales, o de diversa frecuencia.
Allí se reunían, entre otros mercaderes y banqueros florentinos y genoveses,
tanto para realizar el intercambio de mercancías como para arreglar las cuentas
entre los mercaderes. Dinamizaron el intercambio y contribuyeron al
perfeccionamiento de las técnicas crediticias.

Más aún, en su época de esplendor, que puede ubicarse en el siglo XVI,


evolucionaron en tal sentido que prevalecieron las operaciones de crédito sobre
las transacciones de mercaderías.

Se considera que su inicio se da en Francia. A las particularmente famosas de


Champaña y Lyon en Francia, cabe citar la de Medina del Campo en España, la
de Francfort en Alsacia y la de Nijni-Novgorod en Rusia, entre otras.7

En el siglo XVII se evidencia su ocaso, atento ser reemplazadas, al compás del


crecimiento de las urbes, por centros mercantiles y financieros de carácter
permanente. En su lugar, las Bolsas y los Bancos fueron las instituciones
mercantiles que iniciaron su ascendente desenvolvimiento en los comienzos del
Período Moderno.

En las ferias no dejaron de intervenir los señores feudales (condes y duques),


que muchas veces estaban a cargo de su organización y también prestaban su
protección armada para brindar seguridad para que pudiera llevarse a cabo la
feria, contra el pago de un tributo.

El escenario, ubicándonos en el siglo XII en adelante, se presentaba con una


diversidad de mercaderes de distintas regiones – Lyon, Milán, Bolonia, Génova –
(cada uno con su “estatuto personal”), una importante circulación de
mercancías y por ende, una circulación del dinero de igual magnitud, un
creciente surgimiento del crédito (necesidad y otorgamiento), la búsqueda
seguridad y celeridad en las transacciones llevadas a cabo en este ámbito y por
cierto, la existencia de controversias, como en todo ámbito humano.
7
Halperin, Isaac, “Curso de Derecho Comercial”, Volumen I, 4ta. Edición, actualizada y ampliada por
Butty Enrique M., Editorial Depalma, Buenos Aires, 2000, Pág. 6, Nota 2.

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Desde allí se manifiesta la necesidad de unificar las reglas en pos de la seguridad


y del crecimiento de la próspera actividad mercantil. Así surge el derecho de los
comerciantes que se basa en el derecho bárbaro (consuetudinario), el derecho
romano aggiornado y en las costumbres que, a lo largo del tiempo, fue
adoptando este prominente sector social, el de los mercaderes.

De esta manera nos encontramos con instituciones jurídicas típicas de la


actividad comercial. Las mismas, como se ha dicho, no conllevaban la rigidez y
formalismo del derecho romano y se desarrollaban sobre la base de la eficacia
del consentimiento, imbuidos del principio de la buena fe y la equidad, en busca
de la simplicidad que asegure un comercio ágil pero a la vez seguro. Juntamente
con las reglas jurídicas propias, se crearon tribunales especiales, conformados
por los mismos mercaderes, en donde se resolvían sus controversias.

Por otra parte, paralelamente, tanto mercaderes como artesanos se reúnen en


asociaciones específicas de cada gremio.

Los mercaderes a lo largo de la Baja Edad Media, llegaron a ser un grupo de


poder muy respetado y hasta temido. De vendedor ambulante recorriendo
largos y peligrosos caminos, pasan a ser el centro neurálgico del intercambio de
mercancías entre el productor y el consumidor. Los mercaderes se congregan en
corporaciones, para reglamentar su actividad. Dictaban sus estatutos, en sus
comienzos la asociación a ellas era voluntaria pero, con el correr del tiempo
para ejercer la actividad comercial se debía ser miembro de la correspondiente
corporación, delimitando las zonas o distritos en donde podían desempeñarse y
hasta prohibiendo el ejercicio de la actividad a quienes no estaban autorizados
por la corporación.

Asimismo, los artesanos se reunían en asociaciones de similares características


a las de los mercaderes. Cada oficio tenía su cofradía, en la cual el maestro
instruía a los aprendices en las artes respectivas. Tampoco podían desempeñar
su actividad sin autorización de la cofradía de su gremio. El aprendizaje
culminaba con la aprobación por parte del instructor – maestro – de lo que se
dio en llamar “obra maestra”.

Los estatutos, estrictos por cierto, de estas asociaciones que hoy conocemos con
el nombre genérico de corporaciones, pero que dependiendo del tiempo, el
espacio y el objeto se denominaban, guildas, ligas, cofradías o hansas,
constituyeron otro de los pilares de la lex mercatoria.

El marco regulatorio generado por las normas surgidas en ferias y mercados, los
estatutos de las ciudades libres italianas y las reglas de las corporaciones,
debían ser aplicadas rigurosamente por los tribunales especiales, ya

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mencionados, de los mercaderes – jurisdicción consular – conformados por


cónsules (comerciantes prestigiosos). El resultado de la mencionada aplicación
generó el ius mercatorum, cuya aplicación obligatoria fue extendiéndose a
individuos no comerciantes que intervenían en alguna actividad mercantil.

La Baja Edad Media representa el esplendor de la época en materia mercantil.


Dijimos que en ella se originaron las típicas instituciones jurídicas mercantiles.
Quisiéramos reiterar, que ello no significa que el Mundo Antiguo haya
desconocido las formas asociativas, el depósito, la representación, el dinero
metálico, el mutuo, la banca, etc. aplicados al comercio; Sólo que no
configuraron una materia especial, una rama jurídica diferenciada con un
carácter propio – consuetudinario y profesional – como sí sucede en el período
aquí destacado.

El Contrato de Cambio; orígenes de la Letra de Cambio; los Títulos Circulatorios.


Como se ha dicho, el gran desenvolvimiento del comercio medieval se produce a
partir de los siglos XII y XIII. La circulación de bienes acelera su ritmo,
generando la consiguiente aceleración de la economía.
Entre otros elementos, la arena mercantil se presenta con una diversidad de
monedas (dinero metálico) cuyo transporte no sólo era riesgoso, atento la
inseguridad de los caminos para dirigirse a las ferias de las diferentes plazas,
sino que su peso y volumen provocaban dificultades en su transporte. Va de
suyo, que estas monedas carecían de curso legal de un “estado” a otro. Otra vez,
es la necesidad de seguridad y celeridad, la que provoca el nacimiento y
perfeccionamiento de una institución jurídico – mercantil.
El cambista, que era un mercader que se dedicaba al cambio manual de una
especie de moneda por otra, pasa a realizar operaciones de cambio trayecticio,
es decir, recibiendo monedas de una especie en una plaza, comprometiéndose a
entregar un monto equivalente en otra plaza distante.
Esta operación era el contrato de cambio. En sus inicios era un sistema complejo
que comprendía varios elementos. El cambista dejaba constancia, en acto
notarial, que había recibido determinada cantidad de monedas y que se
comprometía a hacer entregar la misma cantidad de monedas, sea de la misma
especie o de otra, en otra plaza comercial. De esta manera el cambista se
convertía en el Librador y le entregaba una carta-aviso a su cliente, el Tomador,
en donde se impartía la orden, al Representante del cambista, para que
efectivice el pago referenciado en la carta-aviso, que era la “letra de cambio”.
Tanto el representante del cambista como el del cliente, eran sujetos que
carecían de responsabilidad jurídica.
Como vemos, el contrato de cambio es la compra – venta de dinero y en este
caso, de dinero presente por dinero ausente.
Con el transcurso del tiempo la carta-aviso, dejó de ser documento
complementario del verdadero contrato de cambio que se encontraba asentado

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en el acto notarial y pasó a ser recibo de las monedas otorgado por el cambista
y, a su vez, carta-aviso entregada al cliente para que reciba el pago en la otra
plaza. Asimismo, en sus comienzos en esta carta se asentaba el contrato de
cambio pero luego, desapareció esa mención y la carta se convirtió en
documento con fuerza ejecutoria que contenía una orden de pago.
Históricamente, estos acontecimientos nos ubican en el siglo XIV. La legislación
francesa de 1673, constituye un nuevo escalón en la elaboración doctrinaria,
francesa, italiana y alemana, de la letra de cambio como instrumento de
circulación del crédito. La cláusula “a la orden” y el “endoso” se incorporan en
los siglos XVII y XVIII.
La legislación alemana de 1848, constituyó base fundamental del derecho
cambiario moderno, consagrando las ideas desarrolladas por los juristas
alemanes Einert, Liebe y Thöl.8

Los usos y costumbres marítimos; Las Recopilaciones medievales.


A lo largo de la historia del nacimiento y desarrollo del derecho mercantil, el
ámbito marítimo ostenta un destacado papel. Ya hemos comentado, sobre la
existencia del comercio marítimo en el Mundo Antiguo y sus pequeños legados
jurídicos, muchos de ellos, reunidos con posterioridad. Cierto es que, a pesar,
del real estancamiento sufrido por la Europa Central en la Alta Edad Media, el
comercio entre las ciudades del norte de Italia nunca cesó definitivamente,
aunque pudo verse retraído. Además, los árabes que habían invadido la
Península Ibérica, también dominaban las aguas y el comercio.
En este contexto, obvio es suponer que existían regulaciones sobre el tráfico
marítimo, sobre los buques, las cargas, en definitiva, sobre la navegación en
general.
Como hemos visto, ese derecho mercantil era eminentemente consuetudinario.
A esta característica no escapó el ámbito marítimo. Sin embargo, con el correr
de los siglos, hubo un progresivo pasaje; desde la costumbre hacia los estatutos;
la abundante y destacable producción de los consulados, todo ello,
posteriormente pasó a conformar colecciones, material escrito, llamado
“Recopilaciones”.

Las Recopilaciones Marítimas más destacadas son: el Libro del Consulado del
Mar, Les Rôles d’Oléron, las Leyes de Visby y Le Guidon de la Mer.

El Libro del Consulado del Mar, luego de discusiones doctrinarias se lo ubica en


el siglo XIV en Barcelona. Fue aplicado por los consulados Mediterráneos.
Durante varios siglos fue considerado como base del derecho marítimo común,
de la Europa Central. En España tuvo vigencia junto con las Ordenanzas de
Bilbao, hasta la sanción del Código Español de 1829.

8
Gualtieri, Guisepe - Winisky, Ignacio, “Títulos Circulatorios”, 6ta. Edición, reestructurada y puesta al
día con la colaboración de Berestein, Teresa y Uzal, María Elsa, Pág. 37 Editorial Abeledo Perrot,
Buenos Aires, 1984.

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Les Rôles d’Oléron; esta recopilación de sentencias (rôles) del siglo XII, de
pequeño tamaño se aplicó en la zona atlántica. Su contenido principal refería al
transporte y a cuestiones de obligaciones y derechos de la tripulación..
Las Leyes de Visby, o Derecho Marítimo de Gotland; Visby, puerto de la isla de
Gotland, en el mar Báltico, formó parte de la poderosa Liga Hanseática9. Esta
recopilación de sentencias y juicios de carácter marítimo se ocupan de
reglamentar las averías, el contrato de cambio o fianza, así como lo relativo al
fletamento. Se las ubica en el siglo XI.
Le Guidon de la Mer, esta recopilación privada data del siglo XIV,
fundamentalmente refería al seguro marítimo y es antecedente de la Ordenanza
de Derecho Marítimo de 1681.

Si bien nos ubicamos en el tema de “usos y costumbres marítimos” cabe


recordar que no sólo hubieron recopilaciones sobre comercio marítimo sino
también sobre comercio terrestre, las primeras ordenanzas españolas (Burgos,
Bilbao) en el siglo XVI y los ya mencionados estatutos de las ciudades italianas
(Génova, Venecia).10

Sociedades
Dentro del inevitable camino al crecimiento general abierto en la Baja Edad
Media, para el comercio y el desarrollo del derecho mercantil cobraron
importancia diversas formas asociativas. Éstas, coadyuvaron tanto al desarrollo
del intercambio marítimo como terrestre. Veremos luego, que el gran salto de
este valiosísimo instituto jurídico sucederá con la creación del Estado Moderno
en primer término, para terminar de “perfeccionarse” con el nacimiento de la
Sociedad Anónima a finales del siglo XVIII. En el siglo XIX.
Sin embargo, debemos mencionar su destacado papel en el escenario
bajomedieval. Entre las nuevas formas que inician su desenvolvimiento surge la
commenda. Primeramente, se desarrolló en el Norte Italiano y en el ámbito del
comercio marítimo. En su forma más común, esta sociedad se configuraba por
los aportes (dinero o bienes) que hacía la parte inversora (commendator) al
portador (tractator) para que, éste último, negocie las mercancías o utilice el
dinero en el negocio encomendado (compra de bienes). Al final del viaje, en caso
de haberse obtenido ganancias, se dividían el beneficio obtenido. Caso contrario,
cada cual asumía la pérdida de su aporte. Este contrato, intrínsecamente
conllevaba, la limitación de responsabilidad al dinero o los bienes aportados. A

9
La Liga Hanseática o Hansa Teutónica (hansa proviene del “alto alemán antiguo” y significa “liga”)
federaba ciudades del norte de Alemania y grupos de comerciantes alemanes que residían en
Holanda, Inglaterra y en la zona del mar Báltico. Se creó a mediados del siglo X y su esplendor puede
hallarse en el siglo XII, cuando estaba compuesta por alrededor de 80 ciudades. Su declive se inicia a
fines del siglo XV, contando sólo con la unión de 3 ciudades alemanas, que apenas mantenían algo
de la independencia política de la que habían disfrutado en el apogeo medieval.
10
Halperín, I. op. cit. Pág. 8

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su vez, como se desprende de lo relatado, eran “sociedades” de carácter


transitorio. Documentos sobre lo aquí expuesto, datan de los siglos XIII y XIV.

Otra forma asociativa que se generó en la época fue la “compañía”.


Originariamente, de tipo familiar, cerrada y llevaba el nombre de la familia
correspondiente (lo que siguió sucediendo aunque en su evolución, la compañía
introdujo sujetos extraños). En ella los historiadores encuentran el origen de la
“sociedad colectiva”. Adicionalmente, su nombre “compañía” refiere, justamente
a una asociación entre personas unidas por un vínculo de sangre, los miembros
de la familia que se sentaban alrededor de la misma mesa y comían el mismo
pan (de cum-panis). 11

Seguros y Banca; Breve reseña.


El período bajomedieval, también fue testigo del nacimiento del seguro y de la
actividad bancaria. El origen del contrato de seguro se encuentra ligado al
comercio marítimo. Y su consolidación se produce con el desplazamiento del
asegurador individual por las compañías por acciones, y luego por la sociedad
anónima.12
La actividad bancaria, como hemos comentado, también vio sus primeras luces
en el período bajomedieval. Las compañías de banqueros florentinos y
genoveses contribuyeron al crecimiento de este negocio mercantil. Su desarrollo
también se relaciona con la evolución de las formas asociativas, hasta llegar a la
sociedad anónima.

Edad Moderna
Introducción
Los avances iniciados en el período bajomedieval son inminentes durante el
transcurso de los siglos XV y XVI y hasta el siglo XVIII, en todos los ámbitos, esto
incluye el comercio y el derecho mercantil.
La población crece, se incrementa la producción de las áreas rurales, el
comercio se encuentra en un punto de equilibrio atento el cual el
abastecimiento es generalizado, la burguesía está afianzada. La nobleza y el
clero juegan un papel de importancia, manteniendo sus privilegios.
En términos de economía política, es la época del capitalismo mercantil,
caracterizado por la política económica del acopio de metálico (economía
monetaria).
Es la época de las grandes expediciones, de los descubrimientos, de la
colonización, de la subordinación de América, África y Asia, al poderío de las
nacientes monarquías centroeuropeas, que ganaban hegemonía sobre las
ciudades – estado medievales.

11
Farina, Juan Manuel, “Compendio de Sociedades Comerciales”, Págs. 19, 20 y 21.1ra., Edición, Zeus
Editora, Rosario, 1989.
12
Levaggi, Abelardo, “Manual de Historia del Derecho Argentino” (Castellano – Indiano / Nacional),
Tomo III, Estatal – Económico – Laboral, Editorial Depalma, Buenos Aires, 1991.

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13
DERECHO COMERCIAL – Evolución Histórica General

Desde el punto de vista de nuestra materia, como hemos mencionado, es la


etapa de expansión de los medios de crédito, de los seguros y de los bancos,
estos últimos unidos al desarrollo de las estructuras societarias que, a su vez, se
encontraban muy relacionadas con las empresas colonizadoras.
En este período se produce el movimiento Renacentista, con sus grandes
inventos, un nuevo apogeo de las artes, un nuevo pensamiento científico y
filosófico.

Es el nacimiento del Estado Moderno en Europa. En Francia, Luis XI y los Valois;


en Inglaterra los Tudor; en España, los Hamburgo y los Reyes Católicos 13.

Influencia del concepto de Nación en la evolución del Derecho Mercantil


Nuevamente, nos situamos en los últimos momentos de la Edad Media, esto es,
fines del siglo XV. Un nuevo cambio histórico comienza a ver la luz, el Estado
Moderno. Nos adentramos en un reordenamiento general y de nuevos
conceptos políticos que buscan reafirmar una estructura permanente de
relaciones o voluntades humanas. Entre estos conceptos que circulan y se
asientan en esta etapa, se destaca el concepto de poder.
No es nuestra intención, realizar un estudio político del Estado Moderno ni
tampoco desentrañar que cambios anteceden o siguen a cuales otros. No
obstante y en líneas generales, como venimos haciéndolo, debemos recordar
que las instituciones jurídicas surgen, se desarrollan o mueren, relacionadas con
los cambios socio – políticos experimentados por la humanidad a lo largo de la
historia.
Es precisamente, en esta etapa histórica, donde se producen nuevos
significativos acontecimientos que influyen directamente sobre el campo del
derecho mercantil.
La constitución de las monarquías mencionadas conllevan una modificación en
las estructuras de poder orientadas a la centralización.
Ahora bien, en esta búsqueda de la unión y de la hegemonía de poder, el
comercio se convierte en herramienta, o en arma si se nos permite, dilecta para
generar las riquezas necesarias a fin de lograr el fin buscado.
En este sentido el patrimonialismo era un requisito para la centralización
territorial; para la creación de las naciones. Es así que, la regulación del
comercio pasa de las manos de las corporaciones (estatutos), a las de los
gobernantes (ordenanzas, edictos, etc.). Nos encontramos, evidentemente, en la
etapa imperante del mercantilismo.
El mercantilismo domina la arena económica, no solamente en España, Francia e
Inglaterra, sino también es pieza fundamental del progreso de Holanda y
Portugal.

13
Etcheverry, Raúl A., op. cit., Pág. 26.

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14
DERECHO COMERCIAL – Evolución Histórica General

Como documentos jurídicos de este proceso de unificación nacional, en Francia


durante el reinado de Luis XIV, se promulgan las ordenanzas de Colbert. La
ordenanza de 1673 (en ella se encuentran los primeros rasgos de la objetivación
del derecho mercantil, que sucederá a partir del Código) sobre comercio
terrestre y la ordenanza de 1681 para el comercio marítimo. Ambas, a su vez
son importante antecedente del Código de Comercio de 1807.14
Por lo expuesto, y como veremos en el caso del tráfico comercial de España con
las Indias, la consolidación de las naciones se encuentra indiscutiblemente
unida a la expansión del comercio y a la empresa colonizadora. Las instituciones
jurídicas mercantiles evolucionan al compás de las necesidades que atañen a la
mencionada consolidación.

Tráfico Comercial entre España y las Indias


Siguiendo las enseñanzas del Dr. A. Levaggi 15, realizaremos un breve análisis de
lo que significó el mercantilismo y su relación hegemónica aplicada en el
comercio indiano.
“El comercio fue la fuerza determinante del desarrollo económico y la
acumulación de dinero metálico, su fin.”16
A nuestro entender, la frase transcripta resume con calidad y precisión la
orientación seguida por el Estado Moderno en la búsqueda de su consagración
como Nación.
Asimismo, el traspaso de la regulación mercantil de manos de las corporaciones
a la esfera del Estado es resultado incuestionable de aquella realidad.
La necesidad de reunir sumas extraordinarias de capital para la gran empresa
colonizadora, generó una reglamentación estatal basada en el proteccionismo y
el monopolio para tráfico con las Indias.
En esta línea, la bula “Inter Caetera”, estableció el monopolio comercial de
Castilla en las Indias. En la misma se instituía la prohibición, de “llegarse a las
tierras descubiertas o por descubrir”, por cualquier causa, sin licencia especial
otorgada por los reyes.
Fue profusa la legislación que reguló el comercio indiano durante los siglos XVI
y XVII.
Adicionalmente, los mismos teólogos justificaron este monopolio, es dos
sentidos: por ser favorable a la expansión de la religión cristiana; por otro lado y
en atención a que los reyes católicos habían asumido los costos del
descubrimiento, consideraron que era justo que sólo ellos gozasen de los
beneficios de tal empresa.
El control y gestión de las expediciones a las Indias, estuvo a cargo de la Casa de
la Contratación, creada en 1503 y cuyo asiento era Sevilla.
Otro importante elemento del monopolio mercantilista español fue la creación
del “sistema de flotas y galeones”. Fue un sistema de alto costo, que se mantuvo

14
Halperin, Isaac, “Curso de Derecho Comercial”, op. cit. Pág. 8
15
Levaggi, Abelardo, op. cit., Pág. 171 y ssgts.
16
Levaggi, Abelardo, op. cit., Pág. 171

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15
DERECHO COMERCIAL – Evolución Histórica General

hasta el siglo XVIII. Las mercancías arribaban y se comerciaban hacia el interior


de las Indias a través de sólo tres puertos. Asimismo, se habían impuesto
estrictos controles aduaneros que incluían impuestos de dicha índole.
En este esquema el puerto de Buenos Aires fue cerrado con el consiguiente
perjuicio.
Sin embargo, y nuevamente evidenciando un próximo cambio en el comercio y
el desarrollo general, el puerto de Buenos Aires era destino indudable de navíos
franceses, ingleses, holandeses, etc. (contrabando).
El régimen monopólico ya no se condecía con la extensión del tráfico
internacional, hacia el siglo XVIII, ni con otros elementos relacionados con la
definición del mapa geográfico de la época. En sintonía con esta realidad, la
normativa española fue desterrando su espíritu mercantilista, ajustándose a los
nuevos vientos “la libertad en el comercio”.

Cuando ingresemos en la etapa de los antecedentes de la codificación nacional,


continuaremos con algunos de los temas aquí delineados.

Evolución de las Instituciones Jurídicas: Bolsas, Bancos y Sociedades

Como hemos comentado, el nacimiento de bolsas y bancos con su carácter de


centros permanentes de negocios, trajo aparejado el declinar de las ferias que se
precipitó hacia el siglo XVII.

Es importante destacar que, si bien la terminología utilizada hoy nos remite a


instituciones de importante envergadura y estructura organizada, en sus inicios
se constituían por la mera reunión de banqueros, cambistas, comerciantes en un
espacio que podía ser totalmente abierto o una simple galería.
Posteriormente, fueron apareciendo estructuras edilicias específicamente
destinadas a los negocios de mercaderes, cambistas, banqueros.

Lo que hoy conocemos como “bolsa” tuvo diversos nombres como ser, loggia en
Italia o lonjas en España. El nombre actual, “bolsa”, “bourse” proviene del
apellido de la familia Van der Borse, que vivió en Brujas – Bélgica en el siglo XVI.
En su establecimiento se reunían comerciantes italianos a realizar sus negocios.

Sin entrar en mayor abundamiento sobre el tema, que tendrá lugar en un


capítulo especial de esta obra, es dable notar que en las bolsas no sólo se
negociaban títulos o valores (acciones, títulos públicos) sino que también se
comerciaban mercaderías (actualmente, también, existen bolsas en las que se
negocian mercaderías).
Asimismo, la relación directa que se hace de “bolsa” con el lugar en donde
cotizan y se negocian “títulos” tiene su origen en el destacable papel de la Bolsa
de Ámsterdam, establecida en el siglo XVII, pues allí iba a constituirse en el

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DERECHO COMERCIAL – Evolución Histórica General

centro de negociación de las acciones de las grandes compañías del comercio


asiático e indiano.
En este orden de ideas debe tenerse presente que Holanda constituyó una
poderosa fuerza colonizadora del Período Moderno con una destacada flota y
que contribuyó al desarrollo de su papel mercantil.

También venimos comentando el surgimiento de la banca, con la inevitable


desaparición de las ferias. El surgimiento de la “gran banca” acontece en el siglo
XVII. En estas instituciones se negociaban instrumentos de crédito y se
realizaban depósitos y se otorgaba crédito. Es en esta etapa donde la “letra de
cambio” tiene un mayor desarrollo.
El factor destacable del avance de la actividad bancaria es la necesidad de
crédito para el emprendimiento de las grandes empresas.
Inicialmente en este sector, el desarrollo de la actividad privada fue superior a
la estatal, es decir, la banca estatal tenía un papel bastante reducido.
Entre los primeros los autores, se cita al banco genovés “Casa de San Jorge”,
fundado en el 1547.17
El mayor desarrollo de la banca privada durante el siglo XVI, ocurrió en la
Península Ibérica, en el área Mediterránea, en parte de Alemania y en Holanda.
En Italia, el caso de los Medicis, ilustra el gran desarrollo logrado por la banca
privada ligada a los grandes emprendimientos de los comerciantes.

En esta misma línea de evolución, encontramos a los tipos asociativos


caracterizados en la Baja Edad Media. Es conveniente destacar que en el Período
Moderno las sociedades se desarrollaron por dos carriles; uno estatal ligado a
las grandes empresas de la colonización y otro privado relacionado con el
interés de mantener el anonimato de los dueños del capital18 y de lograr la
limitación de la responsabilidad al capital aportado al ente societario.

En rigor de verdad, los tipos societarios utilizados a partir del siglo XVI, fueron
los mismos que en el mencionado periodo. Sin embargo, y al ritmo de las
necesidades provocadas por el crecimiento, en este orden, la exigencia de
mayores capitales para emprender las grandes empresas de la época, aumentó
su utilización, se produjo el perfeccionamiento y adecuación de los mismos a la
nueva realidad.

La compañía, la cual hemos descripto anteriormente, fue un instrumento


importante en el desarrollo del comercio. Si bien, los integrantes de la sociedad
seguían siendo sujetos pasivos de responsabilidad solidaria e ilimitada, atento
su corte de estructura familiar, fue incorporando “socios” extraños al circulo
familiar. Se convirtieron en sociedades de importante envergadura, tanto en lo
referente a su tamaño, como a su ámbito de acción.
17
Etcheverry Raúl, op. cit. Pág. 28
18
Etcheverry, Raúl, op. cit. Pág. 28.

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DERECHO COMERCIAL – Evolución Histórica General

Asimismo, siguió utilizándose la commenda, que como comentamos era un


contrato que normalmente se celebraba para la realización de un solo negocio
(viaje).

En el siglo XVI también se destaca un tipo societario a través del cual, con mayor
claridad, comienza a resolverse el inconveniente de la responsabilidad ilimitada
de los socios.

Las grandes empresas que llevaron a cabo el comercio con las colonias en el
Período Moderno, conocidas como Compañías de Indias, se organizaron bajo la
forma de sociedades por acciones. Como el comercio colonial estaba
íntimamente vinculado con los intereses de los estados nacientes, las
monarquías francesa, holandesa e inglesa, estas sociedades gozaron de
privilegios extraordinarios y estaban directamente vinculadas a la
administración pública. Su aparición en España se produce en el siglo XVIII.19

Este tipo societario también fue utilizado para organizar empresas de carácter
netamente privado, aunque siempre vinculadas al gran negocio mercantil
(banca, seguros, etc.). Su regulación integral no sucedió hasta el siglo XIX.20

Codificación
Antecedentes
La costumbre y la jurisprudencia mercantil, lex mercatoria, fue abandonando su
carácter consuetudinario al ser recopilada en cuerpos normativos de aplicación,
en principio, local. Los primeros, de los que se tiene noticia, se refieren al
comercio marítimo. No llama la atención que así sea, dado el desarrollo casi
ininterrumpido, de la mencionada actividad.
Al referirnos a los usos y costumbres hemos mencionado, algunos de los que se
consideran los más conocidos; el Libro del Consulado del Mar (siglo XIV), Les
Rôles d’Oléron (siglo XII), las Leyes de Visby (siglo XI) y Le Guidon de la Mer
(siglo XIV).
Las recopilaciones que ordenaban las normas consuetudinarias (sobre comercio
marítimo, terrestre, de las ciudades – estado, las sentencias emanadas de los
consulados) fueron, de alguna manera, los primeros antecedentes escritos.
La codificación, como movimiento general y no sólo en el ámbito de nuestra
materia, es consecuencia inevitable del nuevo orden político, que requería
ordenar, y en algunos casos sustituir, las antiguas leyes.
Un paso más hacia la codificación mercantil se produce con la formación del
Estado Moderno, las grandes monarquías, y el pasaje de la legislación comercial
(estatutos corporativos y recopilaciones) a manos de los estados nacientes
como instrumento para lograr su hegemonía.

19
Levaggi, Abelardo, op. cit. Pág. 148 y 149.
20
Levaggi, Abelardo, op. cit. Pág. 149.

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DERECHO COMERCIAL – Evolución Histórica General

En este camino, la normativa mercantil comienza a mostrar la pérdida de su


característica originaria; su carácter subjetivo. Lentamente, deja de ser “el
derecho de los comerciantes” con el sentido limitado de sus comienzos, para
iniciar su transición hacia convertirse en un derecho de carácter objetivo, “el
derecho de los actos de comercio”. Se tuerce ese rumbo, primeramente en los
hechos, para luego quedar reflejado en las normas.

La Ordenanza de Comercio Francesa (ordonnance du commerce) de 1673


expone este principio: "entre marchands pour fait de marchandises seulement”,
evidenciando el comienzo de la mencionada transición que se concretó con el
Código de Comercio Francés de 1807. Esta ordenanza, que es una de las
conocidas como “Ordenanzas de Colbert”, también fue llama Código de Savary
(Code Savary) o Código Mercantil (Code Marchand). Jean-Baptiste Colbert estuvo
a cargo de las finanzas francesas durante el reinado de Luis XIV y Jaques Savary
fue uno de los miembros de la comisión redactora de la ordenanza con una
activa participación dado sus destacados conocimientos.
La otra gran ordenanza francesa fue la Ordenanza de Comercio Marítimo
(ordonnance sur le commerce de mer) de 1681, esta ordenanza ocupó un
importante papel fuera de Francia.

En España las Ordenanzas de Bilbao de 1737, son otro antecedente destacable


que, por su importancia en la materia comercial Argentina, le dedicaremos unos
párrafos aparte seguidamente.

Las Recopilaciones en España, contenían la profusa y dispersa normativa de


épocas anteriores, en cuerpos ordenados de acuerdo a un método (temático o
cronológico). Pueden distinguirse tres: la Recopilación, la Nueva Recopilación y
la Novísima Recopilación. Estos ordenamientos se producen durante los siglos
XVI y XVIII y contienen legislación Castellana de diversa índole.

Código de Comercio Francés


El Código de Comercio Francés fue promulgado en septiembre de 1807 y entró
en vigencia el 1° de enero de 1808.
En las décadas anteriores, aún existían las corporaciones de mercaderes que
como hemos visto, tenían sus leyes y su jurisdicción (consulado) las cuales ya no
eran compatibles con las nuevas ideas que venían gestándose y desembocan en
el proceso de la Revolución Francesa (1789).
Aún bajo el reinado de Luis XVI se intenta lograr la abolición de los privilegios
de las “asociaciones” (mercaderes y artesanos). Esto sucede en 1776 de la mano
de quién había sido nombrado “contralor general de finanzas” en 1774, Anne
Robert Jacques Turgot. El edicto de Turgot no cumple el objetivo esperado.
Recién en junio de 1791, la llamada ley Le Chapellier prohibió todas las
agrupaciones, asociaciones o corporaciones de obreros o artesanos de una
misma “condición” y profesión.

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19
DERECHO COMERCIAL – Evolución Histórica General

Comienza el proceso de legislación hacia la consecución de la total “libertad” de


asociación.
Todas estas, fueron décadas de gran disturbio general, desorden interno y
frentes de guerra externos. En una segunda etapa, por 1795 aparece en el
escenario bélico Napoleón Bonaparte, su férrea actuación en las llamadas
“guerras napoleónicas” lo llevaron a ocupar un lugar central. En 1799, Napoleón
se encontraba al frente del gobierno francés, comenzando el período dictatorial.
Bajo estas circunstancias, se inicia el proceso de la codificación francesa, en
1804 el Código Civil y en 1807 el Código de Comercio. Una comisión de siete
miembros21, estuvo a cargo de la misma supervisada en forma directa por
Napoleón, quién asumió un activo papel en las redacciones.
Puede decirse que Francia es la cuna del derecho comercial codificado (en
términos actuales), no sólo por ser su “Code de Commerce” el primero en su
especie, sino también por la continuidad legislativa allí existente. Esto se
evidencia dado que las dos Ordenanzas de Colbert mencionadas anteriormente
son fuentes directas.
Este código es una obra de seiscientos cuarenta y ocho artículos, dividida en
cuatro libros: 1°) del comercio en general; 2°) del comercio marítimo; 3°) de las
falencias y bancarrotas; 4°) de la jurisdicción mercantil22.
Es en el Libro IV, Título II, en los Arts. 631 a 641, que se determina “la
competencia de los tribunales de comercio”. Allí se enumeran “los actos de
comercio”. La enumeración, entendemos, fue consecuencia de la necesidad de
delimitar la intervención de estos tribunales en consonancia con la nueva
situación.
Los juristas se dedicaron a su análisis y comentario, obteniéndose opiniones a
favor y en contra. Sin embargo, y a pesar de las críticas que recibió este código,
es indudable que constituyó un punto de inflexión en la legislación y doctrina
comercial.
Asimismo, debe mencionarse que fue fuente de otros códigos del siglo XIX y
debe tenerse presente que es fuente de nuestro Código Comercial.

Código de Comercio Español de 1829.


El Código de Comercio Español fue decretado, sancionado y promulgado el 30
de mayo de 1829. Pasado un poco más de un año, el 24 de julio de 1830, se
decreta y promulga la “Ley de enjuiciamiento – sobre los negocios y causas de
comercio”23

21
Etcheverry, Raúl, Op. cit. pág. 36
22
Les Codes Français, collationnés sur les testes officiels par, Tripier, Louis et Monnier Henry,
quarante – neuvième édition, Librairie Cotillon – F. Pichon, Sr, Éditeur – Libraire du Conseil d’État,
Paris, 1899.
23
Código de Comercio, decretado, sancionado y promulgado el 30 de mayo de 1829. Nueva Edición
Aumentada con la “Ley de enjuiciamiento – sobre los negocios y causas de comercio” decretada y

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20
DERECHO COMERCIAL – Evolución Histórica General

Etcheverry comenta, “En 1797 Carlos IV pide a la Junta General de Comercio,


Moneda y Minas, la redacción y puesta al día de una Ordenanza General de
Comercio. En el año1800 se presenta el proyecto, patrocinado por el Consulado
de Cádiz. Finalmente, no se aprueba, perdiéndose para España el primer puesto
que pudo haberle correspondido en cuanto a la era de la codificación, que
entonces sobrevino24”.

A principios del siglo XIX España vivía el ocaso de lo que la historiografía


denominó el Antiguo Régimen. Este sistema político, basado en el absolutismo
monárquico algo cernido por el despotismo ilustrado, caracterizó el siglo que
acababa de concluir y sería la forma de Estado no sólo de la España de principio
de siglo sino también, tras un insignificante episodio liberal, del reinado de
Fernando VII.
La crisis en la que se sumía España, en las primeras décadas del siglo XIX, se
trasladó a las colonias de América que reclamaban su independencia. La
abdicación de Fernando VII, forzada por Napoleón en favor de José Bonaparte,
es un importante hito en la historia Argentina.

En este contexto y ahora siguiendo nuevamente al Dr. A. Levaggi 25, nos


encontramos con Europa iniciando el proceso de la codificación moderna. En el
Código de Derecho Territorial General de Prusia (1794) se habían incluido
normas de derecho comercial. Francia, como hemos visto, ya tenía su Código de
Comercio (1807), el cual receptaba la nueva realidad y abría el camino del
nuevo concepto de derecho mercantil: el derecho de los actos de comercio.

En este marco doctrinario y legislativo, el jurista español Pedro Sáinz de Andino


empezó a trabajar en la década de 1820 en el proyecto que se convirtió en el
Código de Comercio Español de 1829. Su texto se nutría de la legislación
francesa, de los Ordenanzas de Bilbao y de otros antecedentes hispanos. Levaggi
hace notar que el criterio general de este cuerpo legal era el respeto a la
autonomía de la voluntad de las partes y se remitía frecuentemente a la práctica.

En el decreto del 30 de mayo de 1829 de D. Fernando VII, se exponen las


siguientes razones para la promulgación del Código: “... Por cuanto hallándose
reducida la Jurisprudencia mercantil de esta Monarquía á las ordenanzas
particulares otorgadas á los Consulados para su organizacion y régimen interior,
se carecia de leyes generales que determinasen las obligaciones y derecho que
proceden de los actos de comercio, de lo cual resultaban grande confusión é
incertidumbre, tanto para los mismos comerciantes y traficantes, como para los

promulgada el 24 de julio de 1830, Edición Oficial, de Real Orden, Oficina de D.L. Amarita, Madrid,
1858.
24
Etcheverry, op. cit. pág. 40.
25
Levaggi A. op.cit. págs. 191/2.

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DERECHO COMERCIAL – Evolución Histórica General

Tribunales y Jueces que habian de dirimir su diferencias; y queriendo Yo poner


término á males de tanta gravedad é interes, y dar al comercio un sistema de
legislación uniforme, completo, y fundado sobre los principios inalterables de la
justicia y las reglas seguras de la conveniencia del mismo comercio, creé por mi
soberana resolución de once de enero de mil ochocientos veinte y ocho una
Comision especial compuesta de magistrados y jurisconsultos, y de personas
versadas en las prácticas y usos mercantiles, para que meditasen y me
propusieran un proyecto de Código de Comercio: habiéndome presentado la
Comisión sus trabajos, con vista de estos, y de la demas instruccion preparatoria
con que de mi soberana órden se ha ilustrado y perfeccionado una obra tan
grande, ardua é importante, he venido en decretar, y decreto como ley universal
para todos mis Reinos y Señoríos en materias y asuntos mercantiles el siguiente”26.

El 20 de julio de 1830, Fernando VII prescribe y decreta la “Ley de


Enjuiciamiento” derogando todas las normas anteriores a la misma para los
procedimientos en las causas del comercio.

Este código es una obra compuesta por cinco libros: 1°) De los comerciantes y
agentes del comercio; 2°) De los contratos del comercio en general, sus formas y
efectos; 3°) Del comercio marítimo; 4°) De las quiebras; 5°) De la administración
de justicia en los negocios de comercio.

El Código de 1829, fue adoptado por la mayoría de las provincias argentinas


durante el período Patrio, atento la insuficiencia normativa existente (Cédula
ereccional del Consulado, Ordenanzas de Bilbao), y hasta la sanción de un
código propio. En algunas provincias una ley dispuso la adopción mencionada
(Corrientes, Santa Fe, Córdoba, San Juan, Mendoza). En otros casos, los jueces lo
aplicaban. “El Código español integró, el ordenamiento jurídico de casi todas las
provincias, hasta la sanción del Código nacional de 1862”.27

26
Código de Comercio de 1829, op.cit.
27
Levaggi, A. op.cit. 191/2

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