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25/4/2019 El poder de la fe sustentadora ­ Por el presidente Henry B.

 Eyring

El poder de la fe sustentadora
Abril 2019 Conferencia general
Por el presidente Henry B. Eyring
Segundo Consejero de la Primera Presidencia

Al levantar la mano para sostener, hacen una promesa a Dios —cuyos siervos ellos
son— de que ustedes los sostendrán.

Muchas veces he oído a los líderes del sacerdocio dar gracias por la fe sustentadora de
aquellos a quienes sirven. Por la emoción en sus palabras, sabemos que su agradecimiento
es profundo y real. Mi propósito hoy es transmitir el agradecimiento del Señor porque
ustedes sostienen a Sus siervos en Su Iglesia; y también alentarlos a ejercer y aumentar ese
poder para sostener a otras personas mediante su fe.

Antes de nacer, ustedes demostraron ese poder. Piensen en lo que sabemos sobre el
mundo de los espíritus antes de que naciéramos. Nuestro Padre Celestial presentó un plan
para Sus hijos; nosotros estábamos allí. Lucifer, nuestro hermano en espíritu, se opuso al
plan que nos permitiría la libertad de escoger. Jehová, el Hijo Amado del Padre Celestial,
apoyó el plan. Lucifer encabezó una rebelión; la voz de apoyo de Jehová prevaleció, y Él se
ofreció como voluntario para ser nuestro Salvador.

El hecho de que ustedes estén ahora en la vida terrenal nos con rma que apoyaron al
Padre y al Salvador. Se requirió fe en Jesucristo para sostener el plan de felicidad y el lugar
que Jesucristo ocuparía en el plan cuando sabían tan poco sobre las di cultades que
afrontarían en la mortalidad.

Su fe para sostener a los siervos de Dios también ha sido parte esencial de su dicha en esta
vida. Cuando aceptaron la exhortación de un misionero a orar para saber que el Libro de
Mormón era la palabra de Dios, tuvieron la fe de sostener a un siervo del Señor. Cuando
aceptaron la invitación a bautizarse, sostuvieron a un humilde siervo de Dios.

Cuando permitieron que alguien colocara las manos sobre su cabeza y dijera: “Recibe el
Espíritu Santo”, lo sostuvieron como poseedor del Sacerdocio de Melquisedec.

Desde ese día, al servir elmente, han sostenido a cada persona que les ha conferido el
sacerdocio y a cada persona que los ha ordenado a algún o cio en dicho sacerdocio.

En sus comienzos como poseedores del sacerdocio, cada sostenimiento fue un simple acto
de con anza en un siervo de Dios. Ahora, muchos de ustedes han pasado a una posición
en que sostener requiere más.

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25/4/2019 El poder de la fe sustentadora ­ Por el presidente Henry B. Eyring

Ustedes deciden si sostienen o no a todos los que el Señor llama, para lo que sea que Él los
haya llamado. Esa decisión ocurre en las conferencias por todo el mundo; ha sucedido en
esta. En tales reuniones, se leen los nombres de hombres y mujeres (siervos de Dios) y los
invitamos a levantar la mano para sostenerlos. Pueden retener su voto de sostenimiento o
pueden prometer su fe sustentadora. Al levantar la mano para sostener, hacen una
promesa; una promesa a Dios —cuyos siervos ellos son— de que ustedes los sostendrán.

Ellos son seres humanos imperfectos, tal como ustedes. Guardar su promesa requerirá una
fe inquebrantable en que el Señor los ha llamado; guardar dicha promesa también brindará
felicidad eterna. El no guardarla les acarreará pesar a ustedes y a quienes aman; incluso
pérdidas más allá de lo que puedan imaginar.

Quizá se les haya preguntado o se les preguntará si sostienen al obispo, al presidente de


estaca, a las Autoridades Generales y a los O ciales Generales de la Iglesia. Puede suceder
cuando se les pide que sostengan a los o ciales y líderes en una conferencia o, en
ocasiones, será en alguna entrevista con el obispo o presidente de estaca.

Mi consejo es que se hagan esas preguntas a sí mismos de antemano, con minuciosa


re exión y espíritu de oración. Al hacerlo, podrían considerar sus pensamientos, palabras y
hechos recientes. Intenten recordar e imaginen las respuestas que darán cuando el Señor
los entreviste, sabiendo que algún día Él lo hará. Podrían prepararse planteándose
preguntas como las siguientes:

1. ¿He pensado o hablado de las debilidades humanas de las personas que me he


comprometido a sostener?

2. ¿He buscado muestras de que el Señor los guía?

3. ¿He seguido su liderazgo concienzuda y elmente?

4. ¿He hablado sobre la evidencia que veo de que son siervos de Dios?

5. ¿Oro por ellos con regularidad, mencionándolos por su nombre y con sentimientos de
afecto?

Esas preguntas, a la mayoría de nosotros, nos conducirán a cierta inquietud y a la


necesidad de arrepentirnos. Dios nos ha mandado no juzgar injustamente a los demás,
pero, en la práctica, es difícil evitarlo. Casi todo lo que hacemos al trabajar con personas
nos conduce a evaluarlas; y en casi todos los aspectos de nuestra vida nos comparamos
con los demás. Podemos hacerlo por muchos motivos, algunos de ellos razonables, pero a
menudo nos llevan a criticar.

El presidente George Q. Cannon hizo una exhortación que les transmito a ustedes, como si
fuera mía. Yo creo que dijo la verdad: “Dios ha escogido a Sus siervos. Él considera que es
Su prerrogativa condenarlos, si necesitan condenación. No nos ha concedido a nosotros
individualmente que los reprobemos ni condenemos. Ningún hombre,
independientemente de cuán rme sea en la fe, de cuán alta sea su posición en el
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25/4/2019 El poder de la fe sustentadora ­ Por el presidente Henry B. Eyring

sacerdocio, puede hablar mal del ungido del Señor, ni buscar faltas en la autoridad de Dios
sobre la tierra sin incurrir en el desagrado de Él. El Santo Espíritu se retirará de tal hombre y
este quedará en oscuridad. Siendo así, ¿no ven cuán importante es que tengamos
cuidado?”1.

Lo que he observado es que los miembros de la Iglesia de todo el mundo son, por lo
general, leales el uno al otro y a quienes presiden sobre ellos. Sin embargo, hay cosas que
podemos y debemos mejorar. Podemos elevarnos más en nuestro poder para sostenernos
mutuamente; requerirá fe y esfuerzo. Las siguientes son cuatro sugerencias que hago para
que apliquemos en esta conferencia.

1. Podríamos determinar acciones especí cas que los oradores recomienden y empezar a
llevarlas a cabo hoy. Al hacerlo, aumentará nuestro poder para sostenerlos.

2. Podríamos orar por ellos conforme hablen, para que el Espíritu Santo lleve sus palabras
al corazón de personas especí cas que amemos. Luego, cuando sepamos que se ha
contestado nuestra oración, aumentará nuestro poder para sostener a esos líderes.

3. Podríamos orar para que se bendiga y magni que a oradores especí cos mientras dan
sus mensajes. Cuando veamos que se les ha magni cado, aumentará nuestra fe para
sostenerlos y perdurará.

4. Podríamos prestar atención a los mensajes de los oradores que lleguen como respuesta
a nuestras oraciones personales para procurar ayuda. Cuando lleguen las respuestas —
y llegarán—, aumentará nuestra fe para sostener a todos los siervos del Señor.

Además de mejorar en cuanto a sostener a quienes sirven en la Iglesia, aprenderemos que


hay otro entorno en que podemos aumentar dicho poder; lo cual puede brindarnos incluso
mayores bendiciones. Es en el hogar y en la familia.

Me dirijo a los jóvenes poseedores del sacerdocio que viven en casa con su padre. Déjenme
decirles, por experiencia propia, lo que signi ca para un padre sentir la fe sustentadora de
ustedes. Quizá él les parezca seguro de sí mismo, pero afronta más di cultades de las que
ustedes saben. A veces, no puede ver la forma de resolver los problemas que tiene frente a
él.

Su admiración por él lo ayudará un poco; su amor hacia él lo ayudará aún más; pero lo que
más lo ayudará son las palabras sinceras como estas: “Papá, he orado por ti, y he sentido
que el Señor te ayudará. Todo saldrá bien; lo sé”.

Palabras como esas también tienen poder en la dirección inversa: de padre a hijo. Cuando
un hijo haya cometido algún error grave, tal vez en una cuestión espiritual, podría sentir
que ha fracasado. En ese momento, como su padre, tal vez se sorprenda cuando, tras orar
para saber qué hacer, el Espíritu Santo ponga estas palabras en su boca: “Hijo, siempre
tendrás mi apoyo. El Señor te ama. Con Su ayuda, puedes regresar a Él. Sé que puedes
lograrlo y lo harás. Te quiero mucho”.

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25/4/2019 El poder de la fe sustentadora ­ Por el presidente Henry B. Eyring

En el cuórum del sacerdocio y en la familia, una mayor fe para sostenerse el uno al otro es
el modo en que edi camos la Sion que el Señor quiere que creemos. Con Su ayuda,
podemos hacerlo y lo haremos. Requerirá aprender a amar al Señor con todo el corazón,
alma, mente y fuerza; y amarnos unos a otros como a nosotros mismos.

Al tener más amor puro de Cristo, se nos ablandará el corazón; dicho amor nos hará
humildes y nos conducirá a arrepentirnos. Nuestra con anza en el Señor y nuestra
con anza mutua aumentará; y entonces avanzaremos hasta llegar a ser uno, como el Señor
promete que podemos ser2.

Testi co que el Padre Celestial los conoce y los ama. Jesús es el Cristo viviente. Esta es Su
Iglesia. Poseemos Su sacerdocio. Él honrará nuestros esfuerzos por aumentar nuestro
poder para ejercerlo y para sostenernos unos a otros. De esto testi co en el sagrado
nombre de Jesucristo. Amén.

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