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Proyecto de libro

El arte en los paisajes del occidente de México presentes en el Museo de Ciencias


Ambientales de la Universidad de Guadalajara

El propósito o misión de nuestro Museo de Ciencias Ambientales fuera “COMPRENDER LA


CIUDAD E INSPIRAR LA CONSERVACIÓN DE LA NATURALEZA QUE LA SUSTENTA.” Esta misión
requiere de la conjunción de muchos diferentes saberes y perspectivas estéticas de la
realidad, mismos que surgen del propio origen de la palabra museo como “salón de musas.”
Museo nos remite a un sentido universal del conocimiento, en donde las artes plásticas, la
música, el teatro, el cine, y desde luego la poesía y la prosa, conforman una visión integral
de un mundo en constante transformación.

Para diseñar las experiencias del visitante retomamos la propuesta de Jorge Wagensberg de
que el museo es “realidad concentrada” y que podemos abordar la realidad mediante tres
tipos de conocimientos: el científico (ciencia), el artístico (arte) y el revelado/espiritual
(divino). Wagensberg hace su planteamiento sobre los tres tipos de conocimientos
reconociendo el trabajo previo de Erwin Schrödinger, sobre quien dice “… era un pensador
de grandes intuiciones. Muchas de ellas, como es sabido, acabarían consolidándose como
importantes descubrimientos, teorías e incluso nuevas disciplinas científicas. Lo que sigue
procede también de las intuiciones de Schrödinger: propone una definición del propio
método científico, de sus limitaciones y de la sospecha que clasifica las distintas formas
relevantes del concepto general del conocimiento.” Es decir, de esas «páginas brillantes»
que Schrödinger escribió en Mente y materia Wagensberg rescata aquello que se refiera «a
objetivación e inteligibilidad». Por ejemplo: «El mundo es una construcción de nuestras
sensaciones, percepciones y recuerdos. Pero no se manifiesta, ciertamente, por su mera
existencia. Su manifestación está condicionada por acontecimientos especiales que se
desarrollan en lugares especiales de este mundo nuestro, es decir por ciertos hechos que
tienen lugar en el cerebro».

Con base a estos análisis, Wagenberg postula que el conocimiento es una representación
mental (necesariamente finita) de un pedazo de la realidad (presuntamente infinita), y que
con este enfoque existen tres formas esenciales de conocimiento: la ciencia, el arte y lo
divino. La ciencia, argumenta, es conocimiento elaborado con el método científico. Y que
ese método científico no es otra cosa que cualquier método que respete tres principios: el
de objetividad, el de inteligibilidad y el dialéctico. Con ello Wagensberg asume que «se es
objetivo cuando, ante varias formas de observar un objeto, se opta por aquella que menos
afecta a la observación. Se es inteligible cuando la representación es, en algún sentido, más
compacta que lo representado. Y se es dialéctico cuando tiene voluntad de serlo, es decir,
cuando logra la máxima objetividad, inteligibilidad y dialéctica». Un método científico que
pretenda ser universal y único debe respetar 3 principios: de objetividad (la mínima
influencia del observador en lo observado: esto ofrece como premio la universalidad del
conocimiento obtenido); de inteligibilidad (que define la capacidad de comprensión que un
conocimiento tiene sobre la realidad, como lo común entre lo diverso o si se quiere como la
mínima expresión de lo máximo compartido); y de dialéctica (que exige que todo
conocimiento científico sea máximamente desmentible, negable, falseable, por la realidad).
El planteamiento de Karl Popper de lo que define científico (y que no es aceptada
universalmente, especialmente los científicos sociales), es que solamente las afirmaciones
que se pueden invalidar (demostrar que son falsas) mediante experimentos, constituyen
afirmaciones científicas.

Wagensberg plantea que el arte es una forma de conocimiento porque pretende crear
imágenes de acontecimientos del mundo; su método se basa en un único principio: el
principio de la comunicabilidad de complejidades ininteligibles». Pero, mientras «la ciencia
es teoría, el arte es práctica». Para Wagensberg «Una obra de arte es un pedazo finito de
realidad que comprime y enmarca un pensamiento. El hecho de que el arte comprima
(reduzca) significa que la inteligibilidad en el arte no está tan lejos de lo que es la
inteligibilidad en la ciencia (comprensión de comprender versus compresión de comprimir)»
y sigue: «La segunda cosa que debe ocurrir para que un conocimiento merezca el apelativo
de obra de arte es que un mínimo de conocimiento sea capaz de despertar un máximo de
pensamiento», así entonces: «La ciencia comprime la experiencia de la realidad, el arte la
extiende».

El tercer conocimiento, el divino, revelado o espiritual, está basado en tres principios: 1) la


existencia de un ser externo al ser humano y para quien todo es objetivo; y 2) para quien
todo es inteligible; 3) la suposición de que este ente quiere darnos (revelarnos) su
conocimiento. Esto es, «existen la objetividad y la inteligibilidad, pero son de Dios: no son
requisitos para el ser humano, hay un misterio. El ser humano acepta o no el principio, es o
no es creyente, tiene fe o no la tiene». Pero si no nos alcanza ni con la ciencia ni con el arte
para «exportar un pensamiento» nos queda el conocimiento revelado, la tercera forma de
conocimiento, que « sólo exige un principio: existe una realidad capaz de transformar un
pensamiento en conocimiento y resulta que esa entidad tiene a bien revelarnos cómo
hacerlo. El conocimiento revelado no cambia, se acepta tal como viene. La entidad
reveladora puede ser una divinidad, pero también puede ser una convicción, una tradición,
una ideología preconcebida y preaceptada, una intuición… la historia de la cultura humana
también está trufada de convicciones reveladas».

En el Museo consideramos que en principio se puede concebir la adquisición de


conocimiento como si fueran diferentes tipos de “juegos” y que cada uno tiene sus propias
“reglas”, y al igual que no se puede jugar dominó con reglas de ajedrez, o viceversa, un tipo
de conocimientos no debe afectar el desarrollo de los otros. Históricamente la ciencia y el
arte, no han impulsado manifiestos anti-espirituales o religiosos, pero históricamente las
religiones que controlan la comunicación con lo divino si han impuesto o tratado de
imponer límites a la ciencia y al arte. Sin embargo, la relación entre las tres no es tan
sencilla. Como acota Wagensberg «ninguna de estas tres formas de conocimiento existe en
estado puro o, dicho de otra manera, cada pedazo de conocimiento tiene los tres
ingredientes, aunque en diferente mediad. Por ejemplo, no se puede hacer ciencia
valiéndose sólo del método científico, aunque sólo sea porque el método sirve para tratar
ideas, pero no tanto para capturar ideas. La inspiración (el conocimiento revelado)
interviene también en cualquier investigación científica, aunque luego se aplique el método
con toda su fuerza (…) Tampoco se puede hacer una obra de arte sin ningún ingrediente
científico o matemático (…) En síntesis, cualquier pedazo de conocimiento tiene, aunque
con diferente concentración, los tres ingredientes. He aquí la primera forma de
interdisciplinariedad natural. Cuando uno elabora conocimiento uno no puede evitar el
echar mano de todo y cada uno de los tres métodos en alguna fase del proceso. El
conocimiento es siempre mestizo (…) Ciencia, arte y revelación no son pues tres formas de
conocimiento que se excluyen entre sí, al contrario, se integran las unas a las otras».
Finalmente: «la grandeza de la ciencia está en que puede intuir sin necesidad de
comprender (…) Por otro lado, el método del arte puede intuir sin necesidad de
comprender, donde intuir es un roce entre lo observado y lo no observado, un roce entre lo
comprendido y lo no comprendido (…) «El pensamiento interdisciplinario es inevitable,
porque el conocimiento es siempre impuro». El Museo, reconociéndose como museo de
ciencias, también explora y ofrece al visitante acercamientos a la problemática socio-
ecológica de las ciudades y de la conservación de la naturaleza a través de los tres tipos de
conocimientos.

Paisajes del Occidente de México

El Museo de Ciencias Ambientales es peculiar en que, en vez de organizar espacial y


temáticamente el Museo por disciplinas o conceptos abstractos (antropología, historia,
biología) decidimos organizar las salas o galerías en paisajes definidos según la intensidad de
uso del suelo. Colocamos al centro el paisaje urbano - la ciudad - el hábitat más artificial que
existe producto de las cuatro revoluciones industriales/tecnológicas y que alberga la mayor
densidad poblacional y de infraestructura del planeta. Circundado la ciudad ubicamos el
paisaje rural - el campo - producto de la revolución agrícola y que hoy produce alimentos y
otros servicios necesarios para sostener a las ciudades. Y más allá ubicamos el paisaje
silvestre - el más natural - con menos perturbaciones antropogénicas y en donde hemos
evolucionados por más tiempo los seres humanos. Escogimos deliberadamente como
unidad organizativa museográfica el concepto de paisaje y no el de ecosistema, bioma, tipo
de vegetación o ecorregión, para poder integrar en la organización espacial del museo la
confluencia de lo natural con lo socio-cultural en la conformación del espacio. Evitamos así
discusiones estériles contraponiendo lo natural con lo artificial, siendo lo artificial
claramente un producto natural de la actividad humana, pero reconociendo el gran papel
constructor y destructor de la actividad socio-tecnológica humana y los elementos
irreemplazables de nuestros ecosistemas naturales.

Iniciamos con el concepto del paisaje geográfico tradicional, desarrollado originalmente por
Alejandro von Humboldt, que se define por la estructura, geomorfología y fisionomía de un
territorio; incorporamos también el enfoque ecológico del paisaje que contempla un
mosaico de vegetación y ecosistemas con particular composición de especies y flujos de
energía y materiales. Para fines de análisis y diseño también tomamos en cuenta el
planteamiento de paisaje de Lewis Mumford (quién coincidentemente fue pionero en el
estudio de ciudades) y más adelante por Zev Naveh que incorporaron de forma integral
criterios culturales, sociales, productivos y económicos. Finalmente, contemplamos el
enfoque de geografía humanística que contempla el paisaje no solo como “espacio” sino
también como “lugar” que incluye además los componentes tradicionales tangibles
(morfología) a los intangibles y subjetivos de percepción, espiritualidad y patrimonio de
expresiones culturales e históricas. En este sentido, el paisaje es una experiencia, al igual
que lo es el museo. Es un lugar impregnado de sensaciones y emociones que se vive y tiene
significado en el imaginario de cada observador, permitiendo establecer un vínculo
emocional con los lugares y alimentar un sentido de identidad territorial y compromiso.

Clasificaremos los paisajes por sus atributos principales según el análisis del espacio en la
superficie terrestre en la que operan sistemas complejos por la actividad de componentes
bióticos y abióticos y su relación con los seres humanos para formar así, los elementos de
una identidad reconocible.

Perspectiva geográfica de los paisajes del Occidente de México:

A continuación se definirán los paisajes a partir de elementos naturales y culturales:

● Montaña. Componente fisiográfico de gran altitud con elementos escarpados que


alberga diversos ecosistemas debido a los amplios gradientes altitudinales y
climáticos, mismos que proveen una alta biodiversidad. Las distintas culturas y
poblaciones del occidente mexicano han aprovechado la diversidad de flora y fauna
para su desarrollo económico, social y cultural.
Entre los principales elementos paisajísticos que destacan de las montañas se
encuentran:

● Eje neovolcánico transversal


○ Volcanes de Colima
○ Volcán de Tequila
○ Volcán del Ceboruco
○ Volcan de Paricutin
○ Sierra de Manantlán
○ Sierra de San Sebastián del Oeste
○ Sierra del Tigre
○ Sierra del Cuale

● Sierra Madre Occidental


○ Sierra de Alica
○ Sierra Wixarika
○ Cerro Gordo

● Altiplano. Componente fisiográfico caracterizado por sus extensas planicies


asociadas a abundantes formaciones vegetales de pastizal y matorral que han
permitido el desarrollo de la ganadería extensiva y con ellos contribuido a la
identidad nacional característica de la charrería de occidente. Otros elementos
culturales característicos del imaginario nacional de este componente paisajístico
son aquellos promovidos por los movimientos de independencia, revolución y guerra
cristera.

Entre los principales elementos paisajísticos que destacan del Altiplano se


encuentran:

● Puente de Calderón
● Tepatitlán
● Yahualica
● Nochistlan
● Lagos de Moreno
● Aguascalientes
● Sierra de lobos

● Costa. Componente fisiográfico caracterizados por ser la región intermedia entre el


océano pacífico y las primeras elevaciones continentales, misas que forman extensas
llanuras asociadas a las desembocaduras de grandes cauces continentales. Dicha
condición las vuelve zonas altamente productivas dado al arrastre de sedimentos
que aportan numerosos nutrientes para el desarrollo de la vida silvestre generando
complejos ecosistemas como lo son humedales, marismas y manglares.

Este paisaje de confluencia entre el mar y la tierra, alberga una gran biodiversidad
marina, así como riquezas naturales y productivas. Este paisaje influye en nuestro
entorno y nos conecta globalmente.

Entre los principales elementos paisajísticos que destacan en la Costa se encuentran:

● Boca de Camichin
● Puerto Vallarta
● Puerto de Manzanillo
● San Blas
● Islas Marías

● Ríos y lagos. Estos complejos paisajísticos están configurados por las vertientes que
forman las cuencas. En este paisaje el agua es el personaje principal y nos conecta
con sus diversos ríos y arroyas que transportan el agua a recipientes naturales como
son los lagos, lagunas humedales y esteros, así como algunos elementos artificiales
construidos por el hombre para el desarrollo de sus actividades productivas como los
canales, acequias y presas.

Dentro de estos paisajes se desarrolla un modo de vida ribereño entrelazado a


climas agradables, paisajes visuales únicos y procesos de aprovechamiento como la
pesca y la recreación.

Entre los principales elementos paisajísticos que destacan de los Ríos y lagos se
encuentran:

● Río San Pedro


● Río Santiago
● Río Ameca
● Río Ayuquila-Armería
● Lagunas endorreicas de Sayula
● Lago de Chapala
● Lagunas Endorreicas de Michoacán
● Marismas Nacionales
● Estero el Salado

● Campo y zonas rurales. El campo como paisaje se define como aquel espacio
adaptado por el hombre en el que se producen alimentos bajo sistemas tecnificados
modernos o procesos rusticos, su relación con las zonas rurales está íntimamente
ligada y han sido históricamente el sustento de las grandes poblaciones. Dentro del
campo y las zonas rurales se pueden observar diferentes fuentes de producción de
alimento, así como su agrodiversidad desde las parcelas, los coamiles, las huertas y
los huertos.

Entre los principales elementos paisajísticos que destacan del Campo y las zonas
rurales se encuentran:

● Paisaje Agavero de Tequila


● Huertas y Huertos de la Barranca de Huentitan
● Valle de Comala (San Gabriel, Jal.)
● Región de Autlán de Navarro
● Atotonilco

● Ciudad. Paisaje conformado por la concentración de grandes espacios


habitacionales, industria y servicios, mismos en los que se desarrollan un sin fin de
actividades económicas, políticas y culturales que ejerce influencia de atracción en
su entorno definiendo el motor del modelo de desarrollo y crecimiento económico
regional. Es también un mosaico cultural que a través de su modo de vida interactúa
con su entorno socioambiental.

Entre los principales elementos paisajísticos que destacan de Ciudad se encuentran:

● Zona Metropolitana de Guadalajara

Manifestaciones artísticas. El paisaje como objeto de interés en el arte

El arte a través de su necesidad de imitación y representación nos ha enseñado a mirar y


valorar los escenarios de la naturaleza, contribuyendo decisivamente, por medio de la
pintura, la fotografía, la literatura o el cine, a configurar el concepto de “paisaje”. Este
aprender a mirar nos lo ha proporcionado en gran medida la pintura, de ahí que la palabra
paisaje surja en la cultura occidental como un término pictórico, originando un género que
cobrará particular importancia a partir del siglo XVII, alcanzando su máxima expresión
durante el siglo XIX, periodo que abarca desde el Romanticismo hasta el Impresionismo.

A partir de que el paisaje es un objeto de contemplación y admiración, aparece el deseo de


prolongar su recuerdo y ese deseo se satisface mediante su representación plástica,
literaria, fotográfica o audiovisual. En la actualidad, el concepto de paisaje continúa
teniendo implicaciones en el arte, lo cual nos muestra la riqueza y complejidad que abre las
múltiples formas de representación que un espacio real o imaginado nos puede ofrecer.

Este proyecto busca recopilar las diversas manifestaciones artísticas de los paisajes del
Occidente de México, siendo estás:

Literatura
○ Novela
○ Cuento
○ Crónica
○ Poesía
○ Dramaturgia

● Artes Plásticas
○ Pintura
○ Gráfica

● Artes Visuales
○ Fotografía
○ Cine

● Música
○ popular
○ clásica

Referencias:

● Canalís, O. (2015). Influencia de las artes visuales en la génesis y evolución de la idea


de paisaje. Memoria de Investigación. Departament de Ciencias de la Terra,
Universitat de les Illes Balears.
● Cano, R. (2018). Paisaje y esencia cultural. EVE Museos e innovación.
● Gutiérrez-Yurrita, P. (2019). Paisaje, un constructo subjetivo. Instituto Politécnico
Nacional.
● Hiriart, H. ( 2015). El juego del arte. México: TusQuets editores.
● Maderuelo, J. (2007). Paisajes y arte. Madrid: Abada editores.
● Narrativa y diseño interpretativo de las salas temáticas del Museo de Ciencias
Ambientales , (2013).

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