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El papel es algo que demasiado a menudo damos por sentado. Es una parte tan
integrada de nuestro entorno, que nunca hemos concebido una vida sin papel. En
través del papel. Sin embargo, el explosivo avance de los medios electrónicos de
registrar y guardar información –computadoras, CD, DVD, iPods, discos, pen drives,
nos hace pensar, quizás por primera vez, en la posibilidad de un mundo distinto. Por
cierto, todos sabemos que el papel no existió siempre, que antes de él había papiros,
papel y los medios informáticos de registro lo que nos fuerza a reflexionar sobre lo que
el papel representó para la historia humana, sobre cómo “la época del papel” afectó la
sobre lo que se perdería si en un futuro no muy distante éste desapareciera como forma
referirme a otras que quizás sean menos evidentes para el público: la composición
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demás artes: desde el principio fue más una actividad que una producción de objetos. El
varios oyentes. Si nos retrotraemos unos cuantos siglos, este fenómeno era aún más
absoluto: en la Alta Edad Media, antes de que inventarse la notación musical, la palabra
puramente una actividad humana que se desarrollaba en el tiempo, cumplía una función
escribió, alrededor del año 630, que “Nisi enim ab homine memoria teneantur, soni
pereunt, quia scribi non possunt” (Si los sonidos no son retenidos por la memoria de los
hombres, perecen, ya que no pueden ser escritos.). Los primeros métodos para registrar
usual para la escritura en la edad media: pluma, tinta y pergamino. Digo parcialmente
porque ni entonces ni ahora los métodos de escritura musical han logrado plasmar en
una imagen estable todos los atributos de un sonido: la notación musical siempre fue, y
sigue siendo, una especie de receta para producir música. Como las recetas de cocina, lo
que queda determinado es un mínimo común. Así como el sabor de una empanada
rellene, repulgue y cocine (al horno o frita), las diferentes ejecuciones de una misma
partitura musical pueden ser tan distintas entre sí como para tornarse mutuamente
irreconocibles. La escritura sólo fija unas pocas pautas; lo demás queda en manos de la
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El pergamino era un material caro y escaso, aunque tenía la gran ventaja de su
durabilidad. Por esa causa, y por la escasa proporción de población alfabetizada, durante
siglos la notación musical fue poco más que un ayuda-memoria del que se valían los
monjes para señalar las características más salientes del enorme repertorio de música
litúrgica que debían memorizar para acompañar las ceremonias religiosas, con distinta
música para cada día del año y cada hora del día. Cuando la unificación de todas las
formas del rito se convirtió en prioridad política (alrededor del siglo IX, coicidiendo con
distintos rincones de Europa, pero junto con ellos, debían viajar cantores entrenados,
que enseñaran las nuevas melodías a los locales: con las notas no era suficiente.
sólo permitía escribir música a una sola voz, ya que ni el ritmo ni la altura de cada una
de las notas se podía especificar suficientemente como para que dos o más personas
consonante (agradable al oído). Para el siglo XIII, los métodos de escritura habían
Pero, repito, el pergamino era muy caro: era necesario acumular la máxima información
posible dentro del mínimo espacio. La forma más eficaz de lograr esa densidad de
ocupación de la página era escribir cada voz por separado, de manera que cada
ejecutante podía seguir en su línea o columna lo que debía cantar o tocar, pero era
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agradables. No cabía pensar en esta música como “una obra de arte”, sino como el
sido adoptado por los árabes andaluces varios siglos antes (como todos saben, el papel
farragosa (la fabricación industrial a partir de madera sólo se hizo común en el 1800), la
disponibilidad y menor precio del material para escritura causó una verdadera
lentos pero radicales. Primero, algo meramente cosmético: como las grandes
abandonaron los gruesos trazos con que antes se escribía, y se adoptó la forma hueca de
las cabezas de las notas que luego perduraría (conocemos esto como “notación blanca”
el que una apertura formada por dos páginas enfrentadas incluyen las 3, 4, o 5 voces que
Pero las consecuencia más contundentes recién se producirían en los siglos XVI
y XVII. Por una parte, la más fácil disponibilidad de superficies para escribir permitió
“partitura”, [PARTITURA XVII] es decir con todos los sonidos que se producen
escribe a un mismo tiempo todo lo que suena al mismo tiempo, y proyecta su música
como un todo que tiene principio, medio y final, que se concibe como una estructura
integrada y planificada. Nace así, en gran parte gracias al papel, la “obra musical”, un
concepto nuevo que es clave para toda la historia subsiguiente de la música. Se trata de
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un objeto, una cosa delimitada, manipulable y perceptible como si existiera toda
Por otra parte, a comienzos del Siglo XV, la revolución del papel se
los costos de poseer libros de música: no sólo se ahorra en el material (papel en lugar de
europea: si previamente la música a varias voces –que como hemos visto, necesita
era patrimonio exclusivo de iglesias y conventos más ricos y de algunas cortes, ahora
comienza a ser practicada en ámbitos urbanos de clase media y en las cortes más
pequeñas.
demanda, los compositores, poco a poco y con muchos zigzag en el camino, van
adaptando su música a los gustos y las necesidades del nuevo público consumidor. Los
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Un verdadero cambio sólo aparece en las últimas décadas del siglo XX, cuando
cortocircuito: que alguien “escriba” música sin papel y sin saber escribir. La
primer desafío serio para el orden que se había comenzado a construir en el siglo XV
con la introducción del papel. Las posibilidades de logros son infinitas, pero también
son múltiples las pérdidas que conlleva el destronamiento del papel como medio
puede hacerlo sin tener un contacto práctico con el mundo de la ejecución musical, que
por diversos públicos independientemente de que haya alguien que la ejecute. Personas
totalmente ajenas al campo musical pueden ahora participar de él, sin haberse
compenetrado previamente con las reglas del juego, los valores prevalentes, el saber
técnico antes indispensable. Y lo que quizás es aún más importante: con la inmediatez
parte del espacio de reflexión que el papel proporcionaba. Con la tecnología del papel,
superficie blanca, evaluando los pros y los contras de decisiones compositivas que podía
abarcar en forma totalizante e inmediata con sólo contemplar los grafismos que había
escritos y que se le presentaban en forma simultánea en las hojas que tenía delante. El
ideas abstractas. Los compositores de hoy que prescinden del papel se ven incitados a
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favorecer los aspectos sensuales del sonido, los efectos de pequeña escala, lo que
vida musical, pero es tiempo de abordar un tema relacionado: la utilidad que presta el
papel para la investigación del pasado musical; como musicólogo, es un asunto que me
encuadernación, así como las huellas de las personas que los utilizaron para escribir
averiguar datos sobre el pasado de la música que en ellos está escrita. Se podría dividir
las pistas que utilizamos en tres categorías, estudiados por otras tantas disciplinas
auxiliares. La papirología entiende de los aspectos físicos de las hojas de papel; dentro
Supongo que muchos de los asistentes a estas jornadas saben tanto o más que yo
sobre las filigranas, pero, para beneficio de los legos en la materia. Durante siglos, el
papel se hacía recogiendo en un molde rectangular una porción de pulpa acuosa. Como
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el molde tenía un fondo plano hecho de una malla de alambre, escurría la mayoría del
agua; el resto del proceso de secado se llevaba a cabo en prensas y al aire. Tanto los
alambres de la malla como otros que eran entretejidos con éstos para formar un dibujo
distintivo, dejaban un rastro en cada hoja de papel, ya que a lo largo de su traza, la hoja
era más delgada. Este se puede observar a trasluz, o con aparatos especiales. Los
estudios más profundos de papirología se ocupan de todas estas líneas que aparecen en
del molde a lo largo de su tiempo de uso. Los musicólogos, en general, sólo miramos la
filigrana o marca de agua, resultado del alambre entretejido, que forma un dibujo en una
zona más o menos central de la hoja. Cada fabricante tenía sus filigranas características,
de manera que, con la ayuda de fuentes especializadas, uno puede llegar a determinar
dónde y cuando fue fabricado el papel que se usó para el manuscrito o impreso. Este
paso, sin embargo, no siempre nos resulta útil: más importante puede ser es llegar a
partir del cual podemos identificarlo y saber en qué período escribió lo que escribió. O
podemos detectar que ciertas hojas de un manuscrito fueron agregadas a posteriori del
también se estudia cómo y cuando se cosieron y encuadernaron los distintos pliegos que
del códice de acuerdo con las necesidades de distintos dueños, usuarios, o funciones.
Para esto es necesario descubrir los principios de ordenamiento que rigieron en cada
uno de estos pasos, a menudo basados en alguna de las tipologías tradicionales para
manuscritos musicales. El orden del año litúrgico, la tonalidad, el número de voces son
algunos principios usuales, complementados a veces por el más puro azar: por ejemplo,
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el orden en que los fascículos llegaron a manos del usuario o encuadernador. Por
que formaban el legado de Juan Sebastián Bach.. Hasta mediados del siglo XX, se
consideraba vigente la cronología de las obras de Bach realizada en el siglo XIX por
Philip Spitta, quien la había formulado en base a criterios estilísticos y datos históricos.
Según Spitta, Bach había sido durante toda su vida un compositor enteramente
cantatas motetes y pasiones para el servicio litúrgico luterano. Sus obras instrumentales,
en cambio, eran piezas de ocasión, casi todas compuestas durante los años en que estuvo
al servicio de una corte calvinista, en cuyos ritos religiosos no tenía cabida la música.
Entre 1950 y 1970, varios equipos de musicólogos alemanes llevaron a cabo la paciente
tarea de investigación sobre la base de los papeles dejados por Bach. El resultado fue
un ritmo de trabajo infernal, la gran mayoría de sus cantatas y pasiones en los primeros
componer música instrumental y profana. Además, diez años antes de morir dejó casi
cronología de unos 500 villancicos compuestos por el compositor español José Martínez
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de Arce, de los cuales no más de 100 estaban ya fechados en los manuscritos
ayudaba demasiado. Pero pude establecer con bastante certeza el orden en que Martínez
de Arce había ido usando las resmas de papel – a veces uno o dos años utilizando la
misma partida, otras veces seguramente encontrando entre sus cosas restos de antiguas
un estudio sobre el operista Vicente Martín y Soler, pude determinar que “Inocentita y
afirmaban que Martín y Soler se había mantenido durante sus años de aprendiz en
Madrid como compositor de tonadillas y seguidillas para los teatros populares. Esto no
estaba documentado de ninguna manera, pero con la evidencia de que la seguidilla había
sido extraída de otra obra, lo que era una mera hipótesis comenzó a tomar visos de
realidad. Si agregamos que la orquestación de la seguidilla era diferente ala del resto de
la ópera, y que coincidía con los pobres recursos de los teatros madrileños, se puede
bastante plausibilidad los medios de vida del compositor en esa importante etapa de su
formación.
Pero el trabajo más importante con papel que he tenido ocasión de realizar fue la
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Chavez, Bolivia, el archivo conserva ahora una colección ordenada de la música
aportada a las comunidades indígenas de sus reducciones por los misioneros jesuitas en
el siglo XVIII, así como una buena cantidad de composiciones que se fueron agregando
encontramos era deplorable [2 IMAGENES]. Las imágenes que Uds. ven representan
quizás el peor segmento del material. Había también cuadernillos cosidos [IMAGEN]
que nos daban pistas sobre un plan maestro de ordenamiento trazado por los jesuitas.
los que apenas si se veían un par de líneas de pentagrama y algunas sílabas o notas. En
semanas in situ, fuimos logrando un ordenamiento que parecía sensato. Era imposible ,
jesuítica: no sólo había agregados de más de 50 años luego de la expulsión, sino que
por los propios indígenas, a medida que sus prácticas musico-religiosas iban cambiando
a lo largo de un siglo y medio. El estado de cada uno de los segmentos aconsejó una
solución ecléctica, que en algunos casos respeta el ordenamiento de ca. 1740, en otros el
gran mayoría de los fragmentos pudieron asignarse a las hojas respectivas, gracias a la
grafía, etc. Vemos aquí la fotografía de una de las filigranas más usuales del archivo, y
colega Bernardo Illari y yo hemos agregado una cuarta disciplina a las tres tradicionales,
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y la hemos designado irreverentemente como “bichología”. El papel, afortunadamente,
registra las alternativas de su historia. En primer lugar, estas partituras han sido
utilizadas cientos, algunas miles, de veces para cantar y tocar la música de la misa y de
las fiestas. Las páginas han sido sostenidas por manos sudorosas y las páginas pasadas
con rapidez para seguir tocando o cantando. En ese proceso se han ido desgajando sus
bordes exteriores, dejandolas con caprichosos contornos. La cera de las velas con que se
iluminaban los músicos ha dejado sus manchas. Las hojas, además, han pasado por
[IMAGEN]. Cada uno de estos acontecimientos ha ido dejando sus huellas en las
sufridas páginas. De modo que una hoja suelta muchas veces puede ser restaurada a su
lugar de origen luego de un examen de su contorno y de los agujeros producidos por los
insectos: si estos coinciden con otras hojas, evidentemente había una relación de
adyacencia entre ellas. Les muestro un ejemplo de coincidencia en los bordes exteriores:
girando la hoja derecha, se percibe que los bordes derechos son muy similares: las dos
instrumentistas ejecutar esta música sosteniendo ante su vista las antiguas hojas y libros
con la notación musical. Ninguno de ellos sabe leer música, y pocos pueden incluso leer
la letra de las canciones. Sin embargo, mantienen la práctica de usar los papeles de
música que son su legado jesuítico. ¿Por qué lo hacen? Porque el papel representa su
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veneración religiosa que ellos manifiestan por esos documentos, debemos reconocer que
es a ellos, y al hecho de que estén escritos sobre papel, que le debemos la posibilidad de
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