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habitus y campo
En Barros, S. (ed.) (2015) Sociología, Comodoro Rivadavia, EDUPA. Pp. 108-115.
Paolo Paris
La obra del sociólogo francés Pierre Bourdieu se ha desarrollado desde fines de los
años cincuenta pero no fue hasta la década del 90 que recibió reconocimiento
internacional. Ésta representó una gran contribución en el campo de las ciencias
sociales y tuvo un profundo impacto en los trabajos de muchos otros sociólogos y
cientistas sociales. Parte de su notoriedad se debe a la introducción de conceptos
como espacio social, habitus, campo, que representaron una gran innovación en los
estudios de lo social. Otros conceptos como clase y capital, fueron extensamente
desarrollados por otros autores pero Bourdieu realizó una crítica y una reformulación
de los mismos hasta llegar tal vez a reinventarlos. En este trabajo trataremos de
introducirlos en estos y otros conceptos básicos de su teoría.
Pero antes debemos destacar que su aporte no fue sólo teórico, ya que desarrolló
toda una metodología de trabajo que de alguna manera es inseparable de su
propuesta teórica. Él denominó a este método como “socioanálisis” y consiste en una
fusión de métodos de la sociología, la antropología, la psicología, la semiótica y sobre
todo de la etnografía. Más específicamente, se trata de un “análisis etnográfico de las
estructuras objetivas y de las formas cognitivas de una sociedad histórica concreta”.
(Bourdieu, 2000, 17) Y es a partir de este tipo de trabajos que nuestro autor dice: “sólo
se puede captar la lógica más profunda del mundo social a condición de sumergirse
en la particularidad de una realidad empírica, históricamente situada y fechada, pero
para elaborarla como ‘caso particular de lo posible’” (Bourdieu, 1997, 12). La base
empírica de gran parte de su teoría, fueron sus investigaciones sobre tribus de
bereberes en Cabilia, Argelia, entre 1958 y 1960.
Sobre todo al final de su carrera, durante la década del noventa, realizó duras críticas
al neoliberalismo y la globalización, condensadas en uno de sus libros más exitosos
La miseria del mundo. Sus declaraciones públicas sobre la política y sobre los medios
de comunicación suscitaron polémicas, sobre todo en el ámbito académico, donde el
lugar de los intelectuales en la política fue puesto en discusión.
Para Bourdieu los dos principios más eficientes en el proceso de diferenciación son el
capital económico y el capital cultural (que en culturas pre-capitalistas son
inescindibles). Estos principios de diferenciación van a producir una determinada
disposición de los agentes en el espacio social. Aquellos con una mayor acumulación
de capital (económico y/o cultural) tenderán a encontrarse más cerca entre ellos y más
lejos con respecto a los que menor acumulación de capital hayan producido. Esta
cercanía implicará también que probablemente tengan más cosas en común, del
mismo modo que la lejanía implicará, obviamente, menos cosas en común. Entonces,
si uno realizara un mapa sobre un grupo social x, siguiendo estos lineamientos, podría
constatar estas distancias en el papel.
Bourdieu habla de espacio social porque para él la “noción de espacio contiene, por sí
misma, el principio de una aprehensión relacional del mundo social: afirma en efecto
que toda la ‘realidad’ que designa reside en la exterioridad mutua de los elementos
que la componen.” (Bourdieu, 1997, 47) Es decir que lo único que podemos constatar
como ‘real’ es la diferencialidad de los agentes, de sus relaciones, de sus
apreciaciones, de sus cuerpos, etc.; es decir que todo lo que hay en el mundo es real
en tanto sea diferente de otra cosa. Aunque este espacio es invisible y difícil de
comprobar empíricamente, es lo único que podemos tener como real y por esta razón,
es el principio de realidad de los comportamientos de los individuos y de los grupos.
La tarea de las ciencias sociales tendrá que ser, entonces, construir y descubrir el
principio de diferenciación que permita reconstruir teóricamente lo que se observa en
esa ‘realidad’ que es el espacio social. Pero este principio de diferenciación no será el
mismo en cualquier tiempo y lugar (no es inmutable), pero salvo en las sociedades
menos diferenciadas (que igual muestran diferencias), todas las sociedades se
presentan como espacios sociales, es decir como espacios de diferencialidad.
En este sentido, las clases sociales son sólo clases lógicas, creadas, en teoría, a
través de la delimitación de un conjunto relativamente homogéneo de agentes que
ocupan una posición idéntica en el espacio social. Llegarán a convertirse en clases
movilizadas, en el sentido marxista, después de un trabajo político de construcción.
Entonces el éxito político de tal ‘clase’ no estará determinado por la pertenencia a esa
clase, sino sólo propiciado. (Bourdieu, 1997, 28) De cualquier manera, no se puede
negar la existencia de clases sociales, sería negar la existencia de las diferencias y de
los principios de diferenciación. Y como ya dijimos, la diferencia es el principio de
realidad para este autor, es lo que existe y persiste. Pero esto no es suficiente para
afirmar la existencia de clases sociales. Podemos aceptarla si aceptamos que existen
sólo de forma virtual, no como algo dado sino como una potencialidad, algo posible de
construir. (Bourdieu, 1997, 24)
Aunque aceptemos que el mundo social sea algo que los agentes tienen que construir,
debemos tener en cuenta que estas construcciones no se dan en el vacío social. Es
decir, aunque nos pongamos de acuerdo en que la realidad social es una
construcción, la posición que ocupamos u ocuparemos en el espacio social, ordena
nuestras representaciones de este espacio y nuestras tomas de posición en las luchas
para conservarlo o transformarlo. (Bourdieu, 1997, 24) Para aclarar este punto
Bourdieu cita a Pascal: “El mundo me comprende y me engulle como un punto, pero
yo lo comprendo.” El espacio social me engulle como un punto, “pero este punto es un
punto de vista, el principio de una visión tomada a partir de un punto situado en el
espacio social, de una perspectiva definida en su forma y en su contenido por la
posición objetiva a partir de la cual ha sido tomada. El espacio social es en efecto la
realidad primera y última, puesto que sigue ordenando las representaciones de los
agentes sociales puedan tener de él.” (Bourdieu, 1997, 25)
A partir de esto podemos decir que una clase social será aquel grupo de personas que
compartan un mismo habitus. Pero habría que aclarar la relación entre un habitus de
clase y un habitus individual. La relación es de homología pero no de estricta igualdad,
el habitus de un individuo es una variante de un habitus de clase. Se supone que en
alguna medida los miembros de una misma clase habrán estado expuestos a unos
mismos condicionamientos sociales. El principio de la diferencia es la trayectoria
singular del individuo, pero de alguna manera esta trayectoria tampoco se aleja
demasiado de la trayectoria de todo el grupo. (Bourdieu, 2007, 97-98) Por eso el
habitus (al igual que el sentido común) es tan resistente al cambio, al circular en un
espacio donde las personas, los lugares, los acontecimientos frecuentes y
frecuentados son siempre los mismos, el habitus se pone a salvo del cuestionamiento.
Produce y es producido por un medio que está adaptado a él. Se asegura su
persistencia rechazando informaciones nuevas que puedan llegar a cuestionar las
informaciones ya acumuladas. (Bourdieu, 2007, 98-99)
Por esto mismo los habitus son sistemas de disposiciones duraderas y al mismo
tiempo, transferibles y por esto modificables. Tienen la capacidad de pasar de
generación en generación. Es lo que nos permite habitar las instituciones,
apropiárnoslas y mantenerlas así en actividad, vivas. Pero esto se produce a condición
de imponerles transformaciones y revisiones que las adapten a los cambios de la
historia. Por lo tanto el habitus puede ser considerado como una propiedad que se
apropia de nosotros, pero de la que nosotros también nos apropiamos. Es la historia,
un capital acumulado, que se objetiva de dos maneras, en las cosas y en los cuerpos.
(Bourdieu, 2007, 92) Son dos estados de un capital acumulado a lo largo del tiempo,
es la presencia del pasado en el presente. Por eso el habitus resulta una herramienta,
que funciona basada en las regularidades del pasado, dictándonos los procedimientos
y creencias que resultaron exitosos en él y que por eso son viables de reproducir, de
poner en práctica en el presente. Lo interesante es que ese pasado no solo se objetivó
en los cuerpos de los agentes en forma de habitus, sino que también se objetivó en las
cosas, en las instituciones, en todas las construcciones sociales y en los elementos
naturales. Al estar del mismo modo impreso en los agentes y las cosas, se establece
una relación de concordancia entre éstos que hace que las representaciones y
acciones de los agentes encuentren confirmación y validación en los objetos. De allí la
sensación de naturalidad con que percibimos el mundo cuando no nos apartamos del
sentido común.
El habitus nos da la pauta de qué hacer y no hacer, qué decir y no decir, en relación
con un porvenir probable y por fuera de toda deliberación. Pero el conjunto de
estímulos que el habitus representa funciona a condición de encontrar agentes
entrenados para reconocerlos. El trabajo histórico de inculcación de determinadas
estructuras cognitivas, principios de percepción y apreciación es el que permite
reconocerlos. (Bourdieu, 2007, 87) Por lo tanto el habitus representa toda esta serie
de estructuras que nos fueron estructurando. Pero no debemos pensar por esto que el
habitus nos condiciona a una simple reproducción mecánica de las conductas del
pasado, tampoco hay lugar aquí para la novedad imprevisible. El habitus implica una
libertad condicionada y condicional, una libertad sujeta a ciertas determinaciones.
Historia incorporada, naturalizada y así olvidada, el habitus le confiere cierta libertad
relativa a las prácticas con respecto a las determinaciones del presente. Es el pasado
actuado y actuante que produce historia a partir de la historia, individuos como
mundos en el mundo. (Bourdieu, 2007, 90)
Finalmente debemos decir, que al igual que los agentes, los campos existen en
oposición a otros campos y es así como pueden establecerse los límites de sus
efectos. Por esta razón, tienen una autonomía relativa, el estado de las luchas que se
dan en otros campos pueden tener influencia sobre el resultado de las luchas de un
campo. Los posicionamientos de heterodoxos y ortodoxos pueden ser reforzados por
campos exteriores. (Bourdieu, 1997, 65) De cualquier manera, lo que va a definir al
campo será la historia de las luchas pasadas, que no siempre estará directamente
relacionada con las determinaciones de otros campos.
Bibliografía
Bourdieu, Pierre (1997) Razones Prácticas. Sobre la teoría de la acción. Barcelona,
Anagrama.