Sie sind auf Seite 1von 6

Compuestos Orgánicos Volátiles (COV),

peligro respiratorio
(PL 72) SALUD AMBIENTAL. SAAMB-COVs.doc. Manuel Domene. Palabras: 3.333

Los COV se evaporan fácilmente, contaminando la atmósfera,


además de afectar a la salud de quienes los inhalan

COV, Compuesto Orgánico Volátil, es cualquier sustancia orgánica que


contiene carbón y que se evapora a temperatura ambiente. Contribuyen de
manera decisiva a la formación del ‘smog’ fotoquímico (neblina
contaminante). Suelen tener olor, como la gasolina, el alcohol o los
disolventes.
Algunos COV son muy tóxicos, como el benceno, el óxido de estireno, el
percloroetileno o el tricloroetileno, que son cancerígenos, o el formaldehído
y el estireno, que además son disruptores endocrinos. En la lista –
interminable- no deben olvidarse disolventes como el tolueno, xileno y
acetona, los CFC’s (gas de los sistemas de refrigeración), además de los
humos de escape de los vehículos, especialmente los de motor diesel.

Los COV contaminan el aire y, cuando se mezclan con óxidos de nitrógeno,


reaccionan generando ozono, cuya presencia en el aire respirable crea un efecto
nocivo proporcional a la concentración. Los compuestos orgánicos volátiles se
liberan con la ignición de materiales combustibles, madera, carbón o gas natural.
También son liberados a la atmósfera por disolventes, pinturas, adhesivos,
plásticos, aromatizantes y otros productos empleados en procesos industriales,
creando vapores y gases nocivos para la salud.

Señas de identidad de los COV


Los efectos sobre la salud y el medio ambiente derivan del hecho que estas
sustancias son volátiles, liposolubles, tóxicas e inflamables.
-Volatilidad. Es la capacidad de evaporarse rápidamente a la atmósfera, lo que
determina tanto un alto grado de contaminación atmosférica como importantes
riesgos para la salud. La vía de entrada más peligrosa al organismo es la
inhalación.
-Capacidad liposoluble. Sus moléculas orgánicas son solubles en los lípidos
(grasas), con las que tienen gran afinidad, acumulándose en los tejidos grasos de
los seres vivos.
-Inflamabilidad. Se inflaman y arden con facilidad en contacto con el aire.
-Toxicidad. Ésta depende del compuesto y las condiciones de exposición. Las
exposiciones cortas pueden originar reacciones alérgicas o mareos. Las
exposiciones prolongadas se relacionan con cuadros de lesiones neurológicas y
otros efectos como irritabilidad, falta de memoria, dificultad de concentración, etc.
·¿Dónde se encuentran los COV?
La fuente de estas sustancias puede ser indistintamente natural o artificial. Una
fuente natural es el metano, gas de efecto invernadero que se crea por la
descomposición de la materia orgánica. La generación artificial de los COV se da
en actividades industriales como la fabricación y aplicación de pinturas, lacas y
barnices, industria del calzado, siderúrgica (desengrasado de metales), los
detergentes empleados en el lavado en seco, la evaporación de disolventes
orgánicos, los vehículos con motor de explosión, el humo del tabaco, productos de
limpieza del hogar e, incluso, de higiene personal, cosméticos, etc.
En cuanto a las actividades generadoras de COV, serán obviamente las
relacionadas con las fuentes que acabamos de citar, e incluyen la industria
siderúrgica, fabricación de plásticos y caucho, fabricación de calzado, pinturas,
barnices y lacas, industria alimentaria, maderera, farmacéutica, cosmética,
lavandería, etc.
En los centros de trabajo se pueden encontrar emisiones puntuales y difusas. Las
primeras tienen una salida localizada a la atmósfera (chimenea, torre de humos),
por lo que pueden ejercerse fáciles medidas de evaluación y control. Por su parte,
las emisiones difusas no están localizadas (vapores ocasionados por fugas,
derrames, manipulación inadecuada), lo que hace más difícil su control y evitar su
transferencia al ambiente laboral, y a la atmósfera en definitiva.

Compuesto Orgánico Volátil es


cualquier sustancia orgánica que
contiene carbón y que se evapora a
temperatura ambiente. Contribuyen
de manera decisiva a la formación
del ‘smog’ fotoquímico (neblina
contaminante)
Agente agresor
Como se ha apuntado más arriba, los efectos de los COV sobre la salud humana
tienen que ver con el tipo de sustancia, el tiempo-condiciones de exposición y otros
factores individuales de la persona expuesta.
Los COV se acumulan en diversas partes del cuerpo humano. A corto plazo,
pueden causar afecciones ‘menores’, como irritación de ojos, nariz y garganta,
náuseas, mareos, dolor de cabeza, fatiga, reacciones alérgicas, molestias
gástricas o intestinales, pigmentación de la piel, pérdida de concentración y
trastornos de la memoria.

La combustión de materia libera COVs, que polucionan la atmósfera,


contaminan
el aire respirable y perjudican la salud

La exposición prolongada en el tiempo puede originar daño en órganos internos,


como el hígado o los riñones, llegando a afectar incluso al sistema nervioso
central. La exposición a los COV –aunque sea difícil demostrar la relación directa
causa-efecto en la mayoría de los casos- es la causante de enfermedades como el
cáncer, que se ha convertido en una de las enfermedades profesionales de mayor
frecuencia en el mundo. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT), el 9,6% de todas las muertes por esta patología son atribuibles al trabajo. En
los 27 países de la UE, 95.581 muertes por cáncer en 2002 estuvieron
relacionadas con el trabajo.
A la amenaza higiénica hay que añadir la medioambiental que, lógicamente, acaba
repercutiendo también en la salud de las personas, porque no podemos vivir al
abrigo de campanas de cristal. El principal inconveniente medioambiental de los
COV es que, al mezclarse con otros contaminantes atmosféricos, como los óxidos
de nitrógeno (NOX) y reaccionar con la luz solar, pueden formar ozono
troposférico, que contribuye al problema del ‘smog’ fotoquímico. Este problema se
agrava especialmente en verano, al coincidir el sol y las altas temperaturas.
La peligrosidad de los COV da origen a una triple clasificación:
-Compuestos extremadamente peligrosos para la salud: benceno, cloruro de vinilo,
dicloroetano, azufre...
-Compuestos de clase A. Susceptibles de causar daños significativos al medio
ambiente, como acetaldehido, anilina, tetracloruro de carbono, tricloroetano,
tricloroetileno, triclorotolueno...
-Compuestos de clase B. Tienen menor impacto medioambiental: acetona, etanol y
combustibles fósiles (tubos de escape de vehículos).

La vía de acceso
El enemigo, normalmente en forma de vapor o aerosol, penetra en el organismo a
través de las vías respiratorias, pudiendo incorporarse directamente su carga
nociva al caudal sanguíneo, lo que hace que ésta sea la vía con mayor potencial
lesivo para el individuo afectado.
Las vías respiratorias superiores (nariz, boca, laringe y faringe) constituyen el
punto de entrada más importante. Según el experto en PRL, Manuel Jesús
Falagán, autor de Higiene Industrial Aplicada, “se trata de un ‘sistema rápido’ dado
que hay una considerable superficie de absorción del tóxico: 80 m2 y una barrera
frágil de 0,00001 mm de espesor, así como un sistema franco debido a su contacto
directo con el sistema circulatorio (oxígeno celular)”.
Falagán afirma que “cualquier sustancia suspendida en el ambiente puede ser
inhalada, pero sólo las partículas que cuenten con un tamaño apropiado
alcanzarán los alvéolos pulmonares (...) Los vapores, gases y aerosoles no
rechazados por las defensas naturales del individuo podrán llegar a los alvéolos,
lugar donde se produce el paso del oxígeno a la sangre, produciendo daños
locales o atravesándolos para incorporarse a la sangre y, así, ser distribuidos por
todo el cuerpo junto con el oxígeno”.
Este autor también señala que “la porción total de contaminante absorbida por vía
inhalatoria quedará supeditada a su concentración en la atmósfera de trabajo, al
tiempo de exposición y a la ventilación pulmonar”.
Una vez en los alvéolos pulmonares, los tóxicos pueden absorberse por diferente
mecanismos (difusión pasiva, fagocitosis, o difusión linfática), siendo ésta última la
más grave, ya que la toxina llega rápidamente a la sangre a través de la
circulación, produciéndose una perniciosa y casi inmediata concentración
hematológica que origina cuadros clínicos graves.
Los disolventes también pueden absorberse por vía dérmica, que hará mucho más
lenta la llegada de la carga nociva al torrente sanguíneo; y por vía digestiva, a
través de la boca, por contacto con las manos, bebidas, alimentos y cigarrillos
contaminados.

Riesgos específicos de algunos COV (disolventes)


Los disolventes orgánicos se usan de forma general en diversas industrias. La
mayoría de las veces, los trabajadores no se exponen a un único disolvente, sino a
una mezcla y, en muchos casos, a otros compuestos. La intoxicaciones por
disolventes y sus vapores se producen por la manipulación de dichas sustancias
en el entorno laboral, donde son frecuentes las exposiciones prolongadas a
concentraciones tóxicas. Auténtico problema de higiene laboral, no podemos hacer
oídos sordos a los disolventes o, mejor dicho, teniendo en cuenta la vía de acceso
al cuerpo humano, no podemos dejar indiferentes nuestras narices. Los
disolventes no sólo afectan a la salud del trabajador expuesto, sino a su progenie a
través de la reproducción sexual.

La exposición materna durante el embarazo aumenta el


riesgo de aborto de dos a cuatro veces. Entre las
Aborto
sustancias susceptibles se encuentran el cloruro de
espontáneo
metilo, tolueno, formaldehído, tricloro-etileno,
percloro-etileno, tetracloro-etileno y xileno.

Las mujeres expuestas a disolventes presentan un


mayor riesgo de tener hijos con alteraciones en el
Malformaciones sistema nervioso central, malformaciones cardíacas
congénitas (tricloro-etileno), en el tracto urinario (tolueno) o en el
paladar y en los labios (tricloro-etileno, tetracloruro de
carbono, percloro-etileno).

Los disolventes pueden aumentar el riesgo de cáncer


neurológico y urinario, así como el de leucemia en hijos
Cáncer infantil
de padres expuestos. Son sustancias de riesgo las
gasolinas, tricloro-etileno y metil-etil-cetona.

Efectos de los disolventes en la reproducción humana (fuente: ISTAS)

Hacemos referencia, a continuación, a uno de los ‘reyes’ de la toxicidad:


·Tolueno o metilbenceno. Causa daños al hígado, riñones y el sistema nervioso
central. El tolueno (C6 H5 CH3) es un líquido claro y volátil con olor aromático
dulzón, poco soluble en agua y muy liposoluble. Es uno de los solventes de abuso
más utilizados (‘esnifadores’ de colas). Se usa en la manufactura del benceno y
productos tales como detergentes, adhesivos, explosivos, pegamentos, colas,
lacas, etc.
Se absorbe bien por vía inhalatoria y digestiva, sin embargo, la absorción es
escasa a través de la piel intacta. Casi un 80% de la dosis absorbida se metaboliza
en el hígado a través del sistema citocromo P450, y el 20% restante se elimina sin
cambios por el pulmón. Produce su efecto tóxico sobre el SNC y sistema nervioso
periférico, sobre el riñón y el corazón, pudiendo originar alteraciones electrolíticas y
metabólicas.
Durante la exposición aguda el tolueno es un irritante para ojos, pulmones, piel y
otras áreas de contacto directo, produciendo eritema, dermatitis, parestesias de
piel, conjuntivitis y queratitis. Asimismo, puede observarse midriasis y lagrimeo por
la exposición a vapores de tolueno. Tras la inhalación a baja concentración, el
efecto inicial que produce esta sustancia es la euforia con comportamiento
alterado. En concentraciones más altas se ha descrito depresión del SNC, con
cefalea, confusión, náusea, ataxia, nistagmus, convulsiones y coma, arritmias,
muerte súbita, parada respiratoria y neumonitis química.
Exposiciones reiteradas producen afectación del parénquima renal, con hematuria,
proteinuria y piuria, acidosis metabólica y trastornos hidroelectrolíticos tales como
hipopotasemia, hipocalcemia, hipofosfatemia e hipercloremia.

La mala calidad del aire respirable debido a los COV, y su acumulación


en la atmósfera, plantea serios problemas de salud, que afectan a la
población más sensible (niños y ancianos)

Das könnte Ihnen auch gefallen