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Mito, Logos y Filosofía

Investigación: Mito, Logos y Filosofía

Nicolay Buitrón Barros

Unidad Educativa Marista Pío XII

Nicolay Buitrón Barros, Primero de Bachillerato General Unificado, Paralelo “A”, Unidad

Educativa Marista Pío XII

29 de Abril 2019

Unidad Educativa Marista Pío XII, Av. Abraham Calazacón 2602 y Av.6 de Noviembre.
El Mito

Nadie puede tener dudas de que el mito ha desempeñado un papel importante en la

historia y el desarrollo de la inteligencia humana. La ciencia apenas si ha nacido ayer. Los

mitos tienen antigüedad de milenios y son tan jóvenes hoy como lo fueron en el momento

originario.

El término “mythos” en griego deriva de la raíz indoeuropea “meudh” que viene a

significar un hablar formulado, lo que solemos llamar también un relato, una narración. Y lo

que es común a estos tres términos es la condición de algo continuado, algo que se

desenvuelve como un proceso que se inicia, que se desarrolla y que culmina .Se trata de un

movimiento o ,mejor de una palabra en movimiento .En efecto el término “mythos” en griego

también significa palabra ;muy posiblemente es de alguna manera ,palabra plena eficaz

,porque encierra el devenir ,su propio devenir de palabra humana que tiene su naturaleza ,su

identidad en si misma.

El mito, en tanto esqueleto del mundo simbólico, no solo es una parte de la realidad,

sino lo más significativo de ella, como si los sentidos se concentraran en él para componer los

paradigmas de la cultura e instrumentar esa otra vía a la comprensión del mundo que es el

pensamiento (o la "lógica") simbólico. Este no sustituye al analítico, sino que lo

complementa con su recurrencia a la analogía para buscar equivalencias entre los distintos

aspectos y niveles de la realidad natural y social. En la medida en que responde a las

preguntas primordiales que se formulan las sociedades humanas, como las de dónde vienen y

adónde van, el mito constituye el fundamento de toda verdad, el punto de partida ineludible

de una antropología filosófica. Detrás del mito pueden esconderse hechos históricos de un

pasado lejano, pero eso no lo convierte en un relato histórico, tal como llegó a sostenerlo la

Escuela Histórica de Alemania y Estados Unidos, y Rivers en Inglaterra. Considerarlo así es


negar la especificidad del pensamiento simbólico, del que el mito constituye su principal

manifestación, y caer además en una incorrección metodológica, pues lo que no fue probado

debidamente no puede ingresar en el campo de la historia científica. El mito proyecta la

existencia a lo sagrado. Por él se deja de vivir en el mundo cotidiano y se penetra en un

mundo transfigurado, modulado por la imaginación y el deseo, de lo que constituye acaso su

más depurada expresión.

El mito, en tanto estructura con un significado, puede desplegarse de un modo u otro

en cualquier género, aunque en tanto relato conforma un género aparte, asociado a la leyenda

y el cuento por algunas similitudes. Pero mientras el cuento configura en todos los casos una

ficción reconocida como tal por los narradores y receptores, el mito es vivenciado como un

relato sagrado, y por lo tanto como una vera narrativa, tal como lo señalara Vico en 1725

El mito, al igual que el arte, recorta una determinada zona de la vida y la dota de una

alta significación para proyectarla a la esfera de lo durable. Es decir, ciertos hechos que se

consideran relevantes son sustraídos de la banalidad, convertidos en imágenes y fijados en el

espacio de la intensidad y la luz, como un modelo para emular o para resolver una

contradicción. Es por esto por lo que alguien dijo que toda imagen es un mito que comienza

su aventura (o sea que puede, con suerte, devenir un mito).

Filosofía

Qué es filosofía La filosofía es inevitable, porque la filosofía no brota por razón de

utilidad, ni por capricho. Más bien, la Filosofía es una ocupación que no vive de sus

consecuencias, que no se justifica por su logro. La filosofía no tiene que ver con la utilidad,

sino con el afán de aprehender el todo. De ahí que la filosofía sea constitutivamente necesaria
al intelecto. Dice Ortega que “La filosofía es un enorme apetito de transparencia y una

resuelta voluntad de mediodía. La Filosofía es formalmente radicalismo porque es el esfuerzo

para descubrir las raíces de lo demás”.

Esta concepción de la Filosofía que esgrime el pensamiento orteguiano cifra en dos

los postulados metodológicos del filosofar:

 Autonomía: la filosofía es un método y un saber propios, independientes

 Pantonomía: la filosofía aspira a dar una interpretación del Todo.

La filosofía frente a otros saberes: el mito y la ciencia Dado que la filosofía es una

actividad radical, es decir, una actividad que se dirige al descubrimiento de los orígenes, ¿en

qué se diferencia de otros saberes, como por ejemplo el mito y la ciencia? Frente al mito, la

filosofía quiere ser el secreto a voces: si el mito simboliza el secreto, la filosofía simboliza el

descubrimiento y la transparencia. Si el mito nos vela el ser de las cosas, lo cifra bajo el

misterio de los dioses, la filosofía, en cambio, destapa todo misterio: desvela, desoculta. Por

eso la filosofía es “aletheia”, verdad. La filosofía, recuerda Ortega, comenzaría en Grecia

hace veintiséis siglos y había de convertirse en la base de la cultura de Occidente. Hasta ese

momento, el saber era cosa de los poetas que cantaban a los dioses y recurrían a ellos para

explicar lo que pasaba en el mundo. Pero, finalmente, la filosofía, el logos, se opone al mito y

recurre, no a los dioses, sino a las cosas mismas para explicar racionalmente lo que sucede. A

este respecto, comenta Ortega: “El frente común religión-mito-poesía sensu homérico

consiste, pues, en una interpretación puramente imaginaria del Mundo y a ella habría el

hombre de acogerse definitivamente si no hubiera existido filosofía... Ahora vemos que hay

en la vida humana una función inexcusable: la de tener presto para uso del hombre un

repertorio de ideas sobre lo que hay, de interpretaciones sobre su existencia, y que la filosofía

es un modo de construirse ese repertorio, divergente de aquel frente común.


Ahora bien, la filosofía no sólo se opone al mito, sino también a la ciencia, porque la

ciencia es un saber particular, muy especializado, mientras que la filosofía es un saber global,

que atiende al todo como tal. Valgan los siguientes textos de Ortega para ver la distinción

entre filosofía y ciencia: “Se comprende que la filosofía no tiene interés ninguno en

considerarse como una ciencia. Deja, pues, de bizquear, de mirar con envidia a las ciencias.

No tiene por qué aspirar a imitarlas... Se cura de su esnobismo científico. Más aún, procurará

diferenciarse lo más posible de la forma de teoría que caracteriza a las ciencias, porque ella

no tiene más remedio que seguir intentando ser conocimiento, en cuanto presencia de la

realidad al pensamiento.”

Logos

Es de entenderse que el mito no puede dar por hecho tan evidentemente una veracidad

tal como lo hace el logos, para ello, la teoría alegórica nos lo plantea de una manera simple:

el mito no se da por falso al no tener hechos reales en los cuales apoyarse, éste “parte de

aceptar que el lenguaje del razonamiento es el normal y que los mitos se expresan en otro

lenguaje, secundario y poético, que hay que traducir al código del logos para comprenderlo

en toda su hondura y valor”.

Por tanto, pese a que se habla de un paso del mito al logos en la filosofía como si

acaso hubiésemos superado definitivamente todas estas “ficciones” y hubiésemos hecho una

total racionalización del mundo y de la vida como la concebimos, haré referencia a dos casos

particulares que podrían no apoyar directamente esta afirmación:


En primer lugar (tomando esta vez al mito como cosmogonía), hemos de considerar lo

siguiente: los griegos antiguos en cuanto a la concepción del mundo tomaban tres elementos

fundamentales que conformaban a este: tártaro, Océano y Noche. Respecto a Océano como

elemento fundamental, Platón (para quien Océano también era el origen y padre de los

dioses).

“Hay, por lo demás, quienes piensan que también los más antiguos, los que

teologizaron por vez primera y mucho antes de la generación actual, tuvieron una idea así

acerca de la naturaleza: en efecto, hicieron progenitores de todas las cosas a Océano y Tetis, y

(dijeron) que los dioses juran por el agua, la llamada “Estigia” por ellos (los poetas). Ahora

bien, lo más antiguo es lo más digno de estima y lo más digno de estima es, a su vez, aquello

por lo cual se jura.”

Así, el mito pudo ser tomado por la filosofía como una concepción contraria al logos

o como un elemento predecesor a la razón. Tanto más, que si para Platón (que incluso en los

Diálogos hace alusión a imágenes míticas) el mito es algo más que un ejercicio literario y

Aristóteles hace referencia de él en tanto el mismo creía que Océano era “la fuente de todo

cuanto existe”, entonces el mito no se desprendió completamente de toda filosofía, sino que

podría pensarse que el mito se adaptó a la razón misma.

La idea del mito no como una quimera de lo imaginario, sino como un

enriquecimiento espiritual, como una interpretación de los instintos humanos. Tal como

Mircea Eliade lo interpretó:

“El mundo “habla” al hombre y, para comprender este lenguaje basta con conocer los

mitos y descifrar los símbolos… El mundo no es una masa opaca de objetos arbitrariamente

arrojados juntos, sino un cosmos viviente, articulado y significativo.”


No podemos pues pensar, que el paso del mito al logos fue un destierro de las utopías

que llenaban algunos de los cuestionamientos del hombre, sino, dicho sea de paso, una

transfiguración del mito, interiorizando lo que éste representa en el hombre, sin permitírsele

una transición (con la llegada de la racionalización) hacia lo fantasioso. Se trata de tomar el

mito como expresión de la experiencia humana en tanto devela aspectos de la mente a los que

no se podría acceder sino mediante la imaginación, Asimismo, asimilar el mito como un

estilo de vida en conjunto con el logos, en esto, actúa en los vacíos que el hombre no logra

colmar por un medio racional. En el momento en que el mito deje de mitigar los

aturdimientos humanos, dejará entonces, de hallársele un sentido funcional respecto a la

acción humana, puesto que este tal como se presenta, es más que una metáfora del mundo, es

también un instructivo al comportamiento humano, pues presentándonos las características

divinas de la manera típica mitológica, es posible que las tomemos, instruyéndonos hacia un

arquetipo de la perfección humana; así, la aprehensión de estas, nos conducirá al fin de las

acciones humanas incluso para los griegos mismos, la excelencia.

Un mito es cierto porque nos proporciona no una visión objetiva del mundo, pero si

una postura desde la que se nos permite comprender el sentido de la situación y acción del

hombre. Si el mito nos infunde esperanza y nos lleva a una construcción humana más llena de

dicha y plenitud, entonces éste tiene el deber de abandonar la categoría ficticia que el

desatino le quiere adjudicar. La aprehensión del mito como un desvarío más de la creación

humana, es una incomprensión de la esencia misma de este, a menos que el enriquecimiento

de la existencia, carezca de coherencia.


Referencia Bibliográfica

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Carpio, A. P. (1988). Principios de filosofía. Glauco.
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López, J. A. C. (2003). Desde el mito a la historia. En Memoria, mito y realidad en la
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