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En la vida escolar, como docentes, encontramos diversos casos estudiantiles, los

cuales etiquetamos como “no comunes” buscando un punto de equilibrio entre –


me acerco- lo ignoro- ; si bien, estas cosas nos son dichas en el pregrado, mas en
la práctica no existen protocolos acerca de cómo abordar las distintas dificultades
que se presentan en el aula, no solamente en cuestiones de aprendizaje, sino
también en sus entornos sociales y racionales.

A partir de lo anterior, algunos autores, profesores, psicólogos y expertos, han


iniciado una búsqueda exhausta para encontrar cómo funciona el cerebro humano
y así mismo encontrar una manera en que el cerebro se pueda adaptar a una vida
social sin dificultades. A esto lo ha definido como “el retraso, trastorno o desarrollo
retrasado en uno o más de los procesos del habla, lenguaje, lectura,
escritura…causado por disfunciones cerebrales o trastornos emocionales o
conductuales” (Kirk y Bateman, 1962, p.73-78). Por esto, han surgido muchas
corrientes de aprendizaje, haciendo el colegio como un “todo” donde el estudiante
crece y comparte con personas igual a él.

De la misma manera, los profesores necesitan herramientas que permitan tanto la


sensibilización del profesor, como el desarrollo de habilidades básicas para
aquellos niños que tienen un mundo adentro, pero que le es difícil expresarlo. De
este modo, percibo que la maestría la cual deseo cursar, cuenta con el objetivo
principal de una conciencia docente: responder a las necesidades de los niños con
dificultades del aprendizaje dentro del aula.

El lenguaje es una facultad innata del ser humano, el cual manifiesta lo que desea
o lo que necesita desde el mismo momento de su nacimiento, haciendo vivo el
esquema de comunicación más rudimentario que hemos conocido desde nuestro
paso por primaria: emisor, receptor, mensaje, código canal y contexto. Al ser lo
anterior una parte innata de cualquier ser humano, encontramos en el aula, que
los niños con algunas dificultades del aprendizaje, tienen obstáculos ya sean
físicas o psíquicos para expresar lo que quisieran; la adquisición de habilidades
básicas como leer, escuchar, hablar y escribir, tienen estándares para su creación
formal, por ejemplo, cuando hablamos de “escribir” tenemos en cuenta: ortografía,
categorías gramaticales, caligrafía, entre otros… Luego, el docente cuenta con un
plan de estudios (a veces adaptado, pero siempre con estos mismos estándares)
el cual debe cumplir por protocolos escolares.

Para concluir, cada niño, es un ser único y especial, algunos con dificultades, otros
no, sin embargo, es necesario saber cómo educadores, que siempre debemos
tener tanto la disposición como el ánimo de aprender y comprender ese mundo
que tienen adentro y darles las herramientas para poderse expresar de la manera
más conveniente para así cumplir con aquel requerimiento llamado inclusión.

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