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Profesor e investigador
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Este ensayo se terminó el 22 de noviembre de 2016 y hace parte de la investigación intitulada De
sobremesa: una escritura poética del modernismo latinoamericano en la órbita estética de José Asunción
Silva, 1865-1896.
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Pierre Francastel (1900-1970), historiador de arte francés reconocido en la academia occidental por
sus grandes aportes a la sociología del arte.
[1]
(1865-1896), porque hablar de cómo el poeta crea hacia finales del siglo XIX
una manera distinta –no nueva- de narrar, una novela que recopila a las
nuevas corrientes de pensamiento para formar una narrativa que se aparta de
la tradicional en Colombia, no basta con seleccionar apartados representativos.
Para percibir la nueva propuesta y ver y sentir hasta donde llega con sus logros
es básico leer la novela en su totalidad. No obstante y para no caer en
resúmenes manidos, además porque Silva narra mejor la novela, se abordarán
piezas breves y puntuales que ilustren el cometido central del presente escrito
y permitan realizar un buen paralelo entre el texto de Francastel y De
sobremesa.
La forma.
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En Sociología del arte (1998). Se recomienda examinar las siguientes obras de Pierre Francastel, donde
también aborda al movimiento impresionista: El Impresionismo (1983); “El fin del impresionismo
estético y sus causas”. En La realidad figurativa, I. El marco imaginario de la expresión figurativa (1988)
y “El análisis sensorial. El impresionismo”. En Arte y técnica en los siglos XIX y XX (1956).
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realismo o el costumbrismo, sino que debe desarrollar a partir de poetas,
novelistas, filósofos o artistas de la época una combinación de elementos que
le permitan expresar lo que significa ser un habitante del final del siglo XIX, es
decir, plantear una forma de escritura que dé cuenta de las nuevas
experiencias vitales y así, la literatura al igual que la pintura, plantea una
innovación que se da a partir del espacio en el cual se mueve el hombre y de
su forma de percibirlo.
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adherir nuevas y complejas vivencias. El análisis psicológico de Fernández4,
personaje central de la novela, emerge y prima en toda la narración, razón de
más para que Silva establezca cuadros, escenas desconectadas entre sí,
episódicas; para que haga referencia a no concebir la realidad en su conjunto
sino de manera fragmentada, aspecto que refuerza el sentido de no pensar a
esta como un todo conocido y visto desde fuera por el espectador/lector, sino
que más bien se debe deshilvanar para desde ese nuevo foco acercarse al
mundo, ver de cerca y en todo detalle los objetos, reconocer que ya no existe
en su época, finales del XIX, una realidad única y un mundo por completo
conocido sino un entorno abierto a la observación aguda, al descubrimiento
constante de una realidad, realidad atravesada por la sensación que lleva
relacionarse con el exterior, con lo objetual.
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José Fernández de Andrade es el personaje principal o protagonista de la novela de José A. Silva De
sobremesa. Este es un hombre que representa a carta cabal uno de los ideales del propio Silva: Joven y
apuesto, culto y millonario, habitante de las nuevas y principales capitales del mundo moderno (New
York, París, Londres). Poseedor de una sensibilidad aguda posee obras de arte y adminículos lujosos; no
solo escribe versos que su época no está capacitada para entender sino que también es víctima de su
misma sensibilidad que al recibir los estímulos de forma mucho más profunda, la enajenación y estados
alterados de conciencia se hacen presentes en toda la narración. Su vida se resume en el lujo, el
despilfarro de dinero, viajes, licores y drogas exóticas y amoríos con mujeres prestigiosas. Este ritmo de
vida “disipada” es la manera con que Fernández trata de llenar ese vacío existencial que ávido de
conocerlo y vivirlo todo cada vez se vuelve más sediento e inexpugnable. El cartucho final para salvar su
vida es el amor manifiesto en una ensoñación de mujer que logra enlazar pureza y arte, es decir, lo
sublime, el ideal de lo bello. Como toda ensoñación se desvanece pero deja en Fernández el ideal de la
búsqueda y el sabor de la belleza alejada de lo terrenal.
[4]
El objeto
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Sobre los objetos en la novela del poeta y la manera en que son descritos, Gabriel García Márquez
tiene un ensayo que, en sus aciertos, resulta imprescindible si se desea entender los adelantos técnicos
[5]
aparecer, la realidad singular adquiere otro color, más vívido quizá pero en
últimas más abarcador de la realidad misma. No importan en la imagen el
tamaño del cuarto, el momento del día o la explicación de cómo es la casa
donde se lleva a cabo la escena, la descripción de la realidad de los espacios
en Silva lleva a ver el mundo desde un punto de vista, el del narrador-
personaje, que se mueve para ofrecer otra manera de ver y percibir el mundo y
sus objetos, que aunque sean los mismos que se conocen y manipulan, ahora
adquieren una forma distinta porque ingresan en la imaginación del lector no
por su función sino por la belleza individual que tienen (y este es otro resultado
del poeta bogotano logrado por la filigrana descriptiva depositada en cada
cosa, utensilio u objeto detallado) y por la relación íntima que establecen con el
personaje o con los recuerdos que puedan evocar en quien lee.
de Silva a la hora de describir y sugerir con un lenguaje plástico que llega incluso a lo cinematográfico.
Véase “En busca del Silva perdido” (1996).
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Sobre este respecto se pueden consultar los análisis desarrollados en algunos de mis ensayos
anteriores, como por ejemplo “El umbral del detalle: las manos” (2016) y “Lo que anuncia en lo no
anunciado, remembranzas y atemporalidades: Boulevrad Montmartre de Camille Pissarro y un
fragmento de De sobremesa de José Asunción Silva” (2016).
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Tampoco se puede negar que Silva y su novela De sobremesa abren un
nuevo campo de estudio y observación de la realidad; ya no se deben ver autor
y su producción en prosa desde los discursos manidos o anclarse en su poesía
y los lugares comunes que desde ella se ha trazado enmarcado a Silva. La
novela del bogotano permite observar desde las esquinas para rescatar los
detalles, los gestos, las minucias que han estado congeladas7. La novela en
general y los episodios que se han vuelto a poner sobre la mesa son como una
foto a la espera del rescate de otra versión de los hechos y vivencias a partir
del documento en que se vuelve De sobremesa y que permite volver sobre la
historia y ver ese testimonio narrado que retoma muchas singularidades, “Se
comprende entones que el pasado se vuelve legible, por tanto cognoscible,
cuando las singularidades aparecen y se articulan dinámicamente las unas con
las otras –por montaje, escritura, cinematismo- como imágenes en movimiento”
(Huberman, 2015,18). La novela trae al presente ese pasado y como el mismo
Huberman afirma, es una manera “de abrir los ojos ante el estado del tiempo”,
de dejar que Silva, a partir de su personaje Fernández, nos cuente otro
testimonio –este sí de la época- de su experiencia vital.
7
Acerca de la definición y función del detalle en el arte occidental y en particular en la obra del
colombiano, debería consultarse el texto de Daniel Arasse El detalle. Para una historia cercana de la
pintura. Primera parte. “El emblema del cuadro: II. Dispositivos” (1992).
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Acerca de los pliegues, la discontinuidad y la noción de archivo, se recomienda revisar de Michel
Foucault la “Introducción” y el capítulo tres, “El enunciado y el archivo”, de su obra La arqueología del
saber (1969). También puede dar luces acerca del tema Jacques Derrida, Mal de archivo. Una impresión
freudiana (1995).
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experiencia como la idea de lo que fue el final del siglo XIX; el análisis
desarrollado en los ensayos anteriores dejó ver que el espacio como tal,
habitación, campo o Boulevrad no primaba, lo interesante eran esos gestos en
el personaje que mostraban la problemática, la enajenación, la masa, la
perdida de individualidad, el shock9. Autor-artista-lector se enfocan en lo
singular: lo singular de la historia pocas veces narrada de lo que significó vivir
en París de finales del silgo XIX.
Bibliografía
Agamben, Giorgio. “Notas sobre el gesto”. En Medios sin fin. Valencia: Pre-
Textos.
Arasse, Daniel. (2008). “Primera parte. El emblema del cuadro: II. Dispositivos”.
En El detalle. Para una historia cercana de la pintura. Madrid: Adaba Editores.
Didi-Huberman, Georges. (2015). “Capítulo I: Abrir los campos, cerrar los ojos:
Imagen, historia, legibilidad”. En Remontajes d del tiempo padecido. Buenos
Aires: Biblos.
Michel Foucault. (1970). La arqueología del saber. México: Siglo XXI Editores.
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Acerca de la noción de shock, es menester dirigirse al término tal como lo entiende y usa Walter
Benjamin a propósito de su análisis de la obra del poeta simbolista Charles Baudelaire, Iluminaciones II.
Baudelaire. Un poeta en el esplendor del capitalismo (1939) y la obra de Susan Buck-Morss, Walter
Benjamin, escritor revolucionario (1989).
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