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Con respecto al tocar:

Existen formas de conducta que evitan el acercamiento o el contacto directo con

otras personas. El tabú del contacto ha sido una de las grandes trabas que ha sufrido la

humanidad, con diferencias más o menos notables entre los distintos países. Podemos ver

estas limitaciones a nivel de contacto en las siguientes situaciones:

Darnos cuenta de cómo evitamos el contacto en la vida cotidiana. Ver cómo y

cuándo nos alejamos o nos acercamos.

Averiguar el significado de los contactos que hacemos y de las distancias que

marcamos. Por ejemplo, cuando nos sentamos en los lugares públicos, como puede ser el

autobús o el metro. O cómo lo hacemos entre personas que conocemos.

Ver qué tipo de contacto evitamos, si tocar o que nos toquen.

Darnos cuenta de si preferimos el contacto con personas de un sexo o de

otro.

Para este nivel de contacto utilizamos ejercicios tales como:

1. Tocar y dejarse tocar.

2. Ejercicio del "ciego". También lo utilizamos para explorar la confianza desconfianza.

3. Abrazar. Darse un buen abrazo. Pero no como algo impuesto desde el exterior.

Empezar con aquellas personas que nos producen menos ansiedad.

4. Ejercicios de contacto con diversas partes del cuerpo: con las manos, la

espalda, la cabeza, etc.

Con respecto al movimiento, las interrupciones suelen ser, en general, bien

percibidas por el terapeuta. El movimiento de una persona puede mostrarnos su elasticidad

o rigidez. Se puede percibir a través de diferentes aspectos, tales como:

• La postura

• El gesto

• La mímica

• Los saltos

• Agitar los brazos y las piernas

• Simplemente caminando

A veces, facilitar y promover durante la terapia movimientos que parecen carecer de

importancia, puede producir cambios radicales en la persona que los ejecuta. Esto se debe
a que esos movimientos tienen un significado y están cargados afectivamente, y su

ejecución de forma exagerada puede llevar a expresar conductas o expresiones verbales

que estaban muy reprimidas o alejadas de la conciencia.

Aunque el gusto y el olfato han sido dos sentidos relegados a una categoría

secundaria -cuando son dos de los sentidos más antiguos, sobre todo el olfato-, en

momentos de ocio se pueden volver importantes por las características de placer que una

comida o un buen perfume pueden llegar a producir.

A través de estos dos sentidos valoramos si un alimento o un olor es agradable y

por tanto aceptable. Desgraciadamente, los perfumes han pasado a ser los sustitutos del

olor corporal, al convertirse en mensajes estereotipados, que muchas veces se utilizan para

vender figuras o productos.

Para desarrollar y mantener estos dos sentidos en buen estado de funcionamiento,

existen ejercicios tales como:

Intentar discriminar, con los ojos cerrados, a los distintos miembros del grupo a través

del olor.

Lo mismo se puede hacer con el sabor. También utilizando diversos sabores en una

comida, y tratar de averiguarlos.

Ejercicio de terapia corporal 2:


Nos movemos por la sala como si fuéramos víctimas. Lentamente aminoramos la marcha y nos
conectamos a un estado de neutralidad.

– ¿Cómo te ubicas corporalmente siendo una víctima?

– ¿Cuál es el dolor que vives?

– ¿En qué situaciones te vives victima? ¿Y en qué actos cotidianos?

Hacemos una pausa antes de la siguiente consigna para la toma de conciencia de la postura, la
respiración, la posición de brazos y piernas, el nivel de apoyo... Y reconocemos qué energía
corporal se configura al conectarnos a esta vivencia.

Repetimos la misma dinámica con el rol de salvadores. Finalmente anotamos en una libreta lo
más significativo de la experiencia.

El cómo si es un instrumento sencillo y potente de descubrimiento y de ahondamiento en lo


que somos o podemos ser en potencia. Es una invocación a nuestra plenitud.

Ejercicio de terapia corporal 1:


Camina por la sala de un modo consciente, vamos a experimentar distintas vivencias
corporales. Siente tu cuerpo pesado, muy pesado... De pronto, conéctate a lo ligero y empieza
a caminar casi sin gravedad, seguidamente retorna a la sensación de peso; vivencia esta
polaridad un par de veces. Lentamente vuelve a tu caminar habitual. Respira. ¿Qué sientes que
ha cambiado en ti?”

Otra opción de este ejercicio de terapia corporal sería:

«Camina como si no quisieras hacer ningún ruido... Ahora camina como si fueras un gigante;
ahora, empieza a pisar uva con los pies, siente qué cambia y siente el calor en tu organismo, la
distribución de tu energía, ¿A Qué energía te conecta cada caminar?...»

También podemos acceder a distintos roles que se dan en el vivir y en las relaciones.

Ejercicio 4
Ejercicios Creativos. Permiten que la persona se exprese con la imaginación y a través de
diversos medios para plasmarla. De esta forma se pretende sobrepasar los límites que impone
el razonamiento y se obtiene una creación subjetiva que igualmente contiene claves para
ganar consciencia.

Por ejemplo, a nivel individual a una persona que se siente atorada ante determinada
circunstancia o por un rol asumido (rol de víctima, de salvador, de super-hombre) se le puede
pedir que imagine un cuento en el cual el personaje principal le representa a él. El personaje,
que elegirá libremente empujado por su imaginación, puede ser un objeto, un animal,
personaje inventado o real. A continuación se le pide que cree el “escenario” del cuento
describiendo las circunstancias que rodean al personaje y finalmente se le pide que desarrolle
un final de cuento que engloble una enseñanza que le haga ver posibles salidas positivas. La
persona ha de describir todo esto en tercera persona para poder distanciarse de sí misma al
mismo tiempo que extrae de su interior y gracias a la creatividad nuevas posibilidades de
acción.

A nivel grupal, un ejemplo de ejercicio creativo sería proporcionar a los participantes medios
para que hagan un gran dibujo de la familia, sin ninguna otra indicación concreta. Cada uno
entenderá la consigna a su manera: unos dibujarán una familia ideal, otros el ideal de su propia
familia, otros la realidad que perciben de su familia, pero en cualquier caso, todos los rasgos
del resultado final dirán algo de cómo el autor vive su familia y su lugar en ella. No se trata de
interpretar los resultados de forma tajante, sino simplemente de remarcar lo que es evidente
del dibujo en sí (el tamaño de las figuras, la distancia entre ellas, si están por subgrupos,
posibles omisiones de personajes, adornos complementarios, etc.) para que la persona vea
qué es lo que eso le dice de sí misma y de su experiencia familiar.

En la segunda parte de este artículo explicaremos los ejercicios de contacto, los de polaridades
y los cognitivos. Y resumiremos la ventajas de hacer estos ejercicios en espacios terapéuticos
dirigidos. No te la pierdas.

Ejercicio 6
Ejercicios Corporales. Utilizan el movimiento, la quietud o la expresión corporal para fomentar
los objetivos generales. Su gran ventaja está en que hacen que los participantes contacten con
la energía, fuerza, capacidades, necesidades o limitaciones que se generan desde el cuerpo y
que muchas veces no son reconocidas.
Por ejemplo, a un individuo que está en sesión individual de Gestalt y que cada vez que habla
de sus problemas se encoge de hombros y agacha la cabeza, se le puede pedir que exagere y
repita una y otra vez estos gestos para que reconozca con más consciencia y claridad cómo
reacciona corporalmente a los problemas, así como la disposición energética y emocional de
pequeñez, de limitación, etc., (la persona tendrá que ponerle el nombre exacto según lo que
sienta) en la que se coloca. A continuación se le puede invitar a que ahora cuente el problema
desde una posición corporal opuesta, con la cabeza en alto y el pecho erguido, de tal forma
que pueda experimentar cómo cambia su forma de gestionar y afrontar sus problemas si
tuviese una disposición corporal distinta, en este caso, vinculada a la energía de
empoderamiento, valentía, etc.

A nivel grupal, un ejemplo podría ser cuando se invita al grupo a moverse al ritmo de músicas
diferentes (lentas, aceleradas, alegres, tristes) expresándose libremente para que los
individuos puedan reconocer si les da miedo el “dejarse ir”, si censuran sus movimientos, si se
juzgan (y juzgan a los demás) o si se permiten sentir y disfrutar de las capacidades de expresión
que les da el cuerpo.

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