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El primer juego lo vamos a llamar “La cesta de la igualdad”.

Se trata de una adaptación del juego de


distensión “Cesta de frutas” que podemos encontrar en el libro “La alternativa del juego-1. Juegos y dinámicas
de educación para la paz” Editado por Los Libros de La Catarata. Por nuestra experiencia, podemos afirmar
que se puede jugar desde edades bien tempranas. Sentamos en círculo a quienes participen (si hay sillas,
habrá una silla menos que participantes, y si no, se pueden sentar en el suelo) y se pregunta por palabras
sinónimas de igualdad (dependiendo de la edad nos dirán unas palabras u otras). Seleccionamos 4 y
adjudicamos, por orden, una a cada participante. Quien dinamiza el juego comienza sin silla o sin sitio y se
coloca de pie en el centro del círculo y dirá bien fuerte 2 palabras de las 4. Quien “tenga” esas palabras tiene
que cambiar de sitio, momento que aprovecha quien está de pie para sentarse. Quien se queda sin silla o la
última persona para sentarse en el suelo pasa a la posición central y le toca decir 2 palabras. Un poco más
adelante se introduce la variante de gritar “¡igualdad!” y entonces todo el mundo cambia de sitio.

¿Quién es quién?
Objetivos:

· Facilitar la comprensión de los roles de género.

· Favorecer el análisis crítico de la asignación de los roles de género.

· Favorecer la comprensión de la diferencia entre sexo y género.

Desarrollo:

El/la docente prepara dos fotografías una de un bebé niña y otra de un bebé niño, se colocan en
un soporte rígido (cartón o cartulina) y se escriben los nombres abajo, en una fotografía, por
ejemplo “Juan” y en la otra, por ejemplo, “Ana” (también se puede utilizar diapositivas en la que
se ilustren ambas imágenes).

Se trata que, de manera grupal, construyan las historias de vida futura para estos dos bebes. Para
ello se dividen en grupos de 4 ó 5 personas.

El/la profesor/a coge la fotografía de Ana y comienza a lanzar al grupo las siguientes preguntas:

· ¿Qué cualidades observáis en Ana?

· ¿Cuál creéis que será su color favorito?

· ¿A qué le gustará jugar cuando tenga dos años?

· ¿A qué le gustará jugar cuando tenga vuestra edad?

· ¿Cómo le gustará vestirse cuando tenga vuestra edad?

· ¿En qué creéis que trabajará?

· ¿Cómo pensáis que será cuando sea mayor?

· ¿Cómo pensáis que será su vida?

· ¿Cómo será su vida familiar?


Una vez que el grupo ha contestado a las preguntas de Ana, se le muestra a continuación la
imagen de Juan,

y se realizan las siguientes preguntas con respecto a él:

· ¿Qué cualidades observáis en Juan?

· ¿Cuál creéis que será su color favorito?

· ¿A qué le gustará jugar cuando tenga dos años?

· ¿A qué le gustará jugar cuando tenga vuestra edad?

· ¿Cómo le gustará vestirse cuando tenga vuestra edad?

· ¿En qué creéis que trabajará?

· ¿Cómo pensáis que será cuando sea mayor?

· ¿Cómo pensáis que será su vida?

· ¿Cómo será su vida familiar?

Cuando el alumnado ha terminado de construir las historias, se ponen en común, y entre todo el
grupo se analizan las diferencias y las semejanzas entre las cualidades atribuidas a las bebés niñas
y las atribuidas a los bebés niños, así como a las expectativas para Juan y para Ana.

Claves para el profesorado:

El/la profesor/a explica cómo influye el sexo biológico al nacer, cómo se esperan socialmente
cosas diferentes para chicos que para chicas, qué es el género, qué es el sexo y qué son los roles
de género…

En definitiva, cómo se construyen los roles de género, y cómo en base al sexo biológico se
constituye los estereotipos de género de niños y niñas.

· ¿Por qué se atribuyen expectativas, cualidades, ropas, juguetes, trabajos, vida familiar e incluso
colores diferentes para los niños y para las niñas?. Esto es lo que llamamos roles de género, pero
no podemos dejarnos condicionar por los mismos.

· ¿Por qué cuando nacen los bebes niños se les viste de color azul y a las bebes niñas de color rosa?

· ¿Por qué siempre se espera de las niñas que sean madres? ¿Y de los niños que sean jefes u
ocupen algún cargo importante?
SEXO

Se refiere a las características anatómicas y fisiológicas que identifican a una persona como mujer
o como hombre, estas pueden ser clasificadas en los siguientes niveles: genético, cromosómico,
hormonal, afectivo y genital. A partir de estas diferencias, se pueden distinguir fundamentalmente
dos tipos: hembras y machos, aunque también existen situaciones en que la definición del sexo no
se estableció dicotómicamente y generó una tercera determinación: hermafroditismo. Éstas
características son las siguientes: El tipo de órganos genitales: pene y testículos en los hombres y
vulva, vagina, útero y senos en las mujeres. El tipo de hormonas predominantes que circulan en el
cuerpo, testosterona en los hombres y estrógenos y progesterona en las mujeres. La capacidad de
producir espermatozoides u óvulos, siendo éstas las células sexuales responsables de la
fecundación y, La capacidad de dar a luz y de producir leche posterior al parto, siendo éstas
características exclusivas de la mujer.

GENERO

Se refiere a las ideas y creencias compartidas culturalmente con respecto a mujeres y a hombres,
como construcciones históricas y sociales y que son modificadas a través del tiempo en sentido
arbitrario sin que exista una relación con el sexo. Son las características, habilidades y valoraciones
típicamente consideradas femeninas y masculinas; es decir, cómo deben comportarse las mujeres
y los hombres en determinadas situaciones, a esta construcción se le ha llamado Sistema de
Género.
El concepto sexo hace referencia a las diferencias biológicas entre mujeres y hombres; por su
parte, el concepto género remite a las relaciones entre mujeres y hombres construidas como
feminidad y masculinidad y que se entienden sociocultural y afectívamente; plantear así estos
términos lleva a reconocer que si género es una construcción social, puede ser modificada cuando
ésta es inhumana y atenta contra la dignidad de las personas.
IGUALDAD

La igualdad es la semejanza de estatus social, derechos, responsabilidades y oportunidades, de las


mujeres y de los hombres respecto de la ley, y en su interacción en la sociedad. La igualdad entre
mujeres y hombres está establecida en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
en el artículo 4ª. Pero, ¿en realidad mujeres y hombres son tratados en condiciones de igualdad?
Por sí misma, la igualdad jurídica no genera igualdad social. Dar trato igualitario a personas
socialmente desiguales genera mayor desigualdad; por ejemplo, mujeres mayores de cuarenta
años que durante largos años se han desempeñado como amas de casa y que quieren ingresar al
mundo del trabajo sin carrera y sin experiencia laboral, no ingresan al mercado laboral con las
mismas condiciones que otras mujeres o que otros hombres. Otro ejemplo, las mujeres no tienen
el mismo salario que los hombres por un trabajo igual, esto por la creencia de que ellas no
mantienen a la familia, mientras que ellos sí. Ocurre lo mismo con respecto a desempeñar puestos
de mando o directivos, los puestos se los dan con mayor frecuencia a los hombres, porque de las
mujeres se piensa que son débiles para tomar decisiones o que su autoridad no será respetada.
Aún cuando las leyes dictan normas de igualdad entre mujeres y hombres, las sociedades
estratificadas en estereotipos de género provocan la desigualdad. Por lo que hay que modificar la
vida familiar y establecer condiciones de ventaja para las mujeres a fin de avanzar en una política
de igualdad de oportunidades, donde mujeres y hombres puedan realizarse física, intelectual y
emocionalmente, cuando puedan alcanzar las metas que establezcan para sus vidas. Esto
presupone el derecho a las mismas condiciones sociales de seguridad, remuneración,
oportunidades sin riesgos en el trabajo; desarrollando sus capacidades potenciales sin distinción
de género, clase, sexo, edad, religión o etnia.

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