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Libro de Daniel-primera parte

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El libro de Daniel-una vista general

¿Dónde ubicamos históricamente el libro de Daniel? El libro de Daniel comienza su relato en los
tiempos del exilio de Babilonia (1) año 600 A.E.C. aproximadamente, en los días del Rey
Ioiajín(2) por manos del Rey Nabucodonosor hasta Dariavesh/Dario (3) rey de Persia, es decir
comienzos del segundo Bet HaMikdash.

Según el Talmud el libro de Daniel fue escrito por los hombres de la Gran Asamblea, Anshé
Kneset Haguedolá(4) y forma parte de los Escritos (Ktuvim).El libro, libro corto por cierto, solo
12 capítulos, 357 versículos. Gran parte del libro está escrito también en arameo, la lengua usada
en aquellos días.

En forma general podríamos dividir el libro en 2 partes, la primer parte narra las hazañas de
Daniel y sus compañeros (Jananiá, Mishael y Azariá) quienes también pertenecían a la “estirpe
real o familia noble” (1:3).

Daniel y sus compañeros, junto con tantos otros fueron desterrados y llevados a babilonia en el
primer exilio. Aun siendo niños fueron elegidos para ser educados en la corte real y formar parte
de la junta de los sabios.

“El rey ordenó … que se seleccionara entre los israelitas de estirpe real o de familia noble, a
algunos jóvenes sin ningún defecto físico, de buena presencia, versados en toda clase de
sabiduría, dotados de conocimiento, inteligentes y aptos para servir en el palacio del rey, a fin
de que se los instruyera en la literatura y en la lengua de los caldeos.” (1:3-4)

Y como dijimos anteriormente, entre ellos se encontraban Daniel, Jananiá Mishael y Azariá.
Quienes a su vez también recibieron nombres babilónicos. El de Daniel por ejemplo era
Beltshatzar. Así que aun siendo niños fueron llevados y criados en la academia de sabios, donde
estudiaron diferentes ciencias, y disciplinas.

“Dios concedió a estos cuatro jóvenes ciencia e inteligencia en todo lo referente a la literatura
y la sabiduría” (1:17)

El mismo rey Nabucodonosor encontró en ellos gran sabiduría y estaba muy satisfecho.

“El rey conversó con ellos, y entre todos no se encontró ningún otro como Daniel, Jananiá,
Mishael y Azariá. Ellos permanecieron al servicio del rey, y en todo lo que el rey les preguntó
sobre cuestiones de sabiduría y discernimiento, los encontró diez veces superiores a todos los
magos y adivinos que había en todo su reino….” (1:18-20)
Ahora bien, Daniel poseía una cualidad especial… “ y Daniel podía entender visiones y sueños
de toda índole” (1:17)

Daniel fue muy apreciado en los ojos del Rey, al punto tal que:

“Luego el rey confirió a Daniel un alto rango y le otorgó numerosos y magníficos regalos. Le
dio autoridad sobre toda la provincia de Babilonia y lo hizo jefe de todos los sabios de
Babilonia.” (2:48)

El Rey lo valoró mucho a Daniel, al punto que lo denominó jefe de los sabios y “magos”:

“Beltsasar(Daniel), jefe de los magos, yo sé que en ti reside el espíritu de los dioses santos y
que ningún misterio te desconcierta: escucha las visiones del sueño que he tenido y dime su
interpretación….” (4:6)

Y así también lo vemos cuando la reina habla al rey (el hijo de Nabucodonosor) acerca de
Daniel:

“En tu reino hay un hombre que posee el espíritu de los dioses santos; mientras vivía tu padre,
se encontró en él una clarividencia, una perspicacia y una sabiduría igual a la sabiduría de
los dioses; y el rey Nabucodonosor, tu padre, lo constituyó jefe de los magos, los adivinos, los
caldeos y los astrólogos. (5:11)

Al punto tal fue el renombre y la reputación de Daniel que fue nombrado tercer puesto en el
Imperio:

“Entonces Baltasar (el rey) mandó revestir de púrpura a Daniel e hizo poner en su cuello el
collar de oro y proclamar que ocuparía el tercer puesto en el reino” (5:29)

Puesto que siguió ocupando aún en el reino madeo-persa (6:3), en el reinado de Dariavesh
(Darío). Y también Jananiá, Mishael y Azariá fueron nombrados en altos cargos. “al frente de la
administración de la provincia de Babilonia…”(2:49 y 3:30)

Y si bien nadie nunca olvido de donde ellos eran oriundos, e incluso se los recordaban
constantemente (ver por ejemplo 2:25, 3:8, 3:12, 5:13, y 6:14), los “forasteros” fueron tomando
las riendas.

Esta primer parte del libro (hasta el capitulo 6) esta colmado de “kidush hashem”/santificar el
nombre de Dios a través de actos. Esto ya lo vemos desde la niñez cuando Daniel y sus
compañeros se niegan a ingerir alimentos prohibidos, y luego cuando ya poseen cargos
importantes están dispuestos a morir para no trasgredir los mandamientos de la Torá.

Así lo vemos cuando por ejemplo se negaron a servir a la estatua que hizo Nabucodonosor (cap.
3), o por ejemplo cuando se prohíbe orar a deidades fuera del mismo rey y Daniel es acusado, al
haber rezado 3 veces por día (cap.6). Y así lo proclaman Jananiá, Mishael y Azariá:
“Jananiá, Mishael y Azariá respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: “No tenemos
necesidad de darte una respuesta acerca de este asunto. Nuestro Dios, a quien servimos, puede
salvarnos del horno de fuego ardiente y nos librará de tus manos. Y aunque no lo haga, ten
por sabido, rey, que nosotros no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que tú
has erigido”. (3:16-18)

Pero no solo Daniel y sus compañeros fueron fieles sirviendo y albando al Eterno. Sino que
incluso los reyes que se relacionaron con ellos reconocieron la verdad de sus palabras y se
sumaron a la alabanza:

“ Finalmente, se presentó ante mí Daniel… en quien reside el espíritu de los dioses santos, y
yo conté el sueño delante de él: “Beltsasar (Daniel) , jefe de los magos, yo sé que en ti reside el
espíritu de los dioses santos” (4:5-6)

Y así a través de los diferentes milagros que ocurrieron para salvarlos de las diferentes
sentencias, como cuando los arrojaron en el horno de fuego (cap.3) o en el pozo con los leones
(cap.6). los propios reyes gentiles reconocen y pregonan la verdad de la Emuná judía.

“Al amanecer, apenas despuntado el día, el rey se levantó y fue rápidamente al foso de los
leones (a ver que pasó con Daniel, quien allí fue arrojado).

Cuando se acercó a él, llamó a Daniel con voz angustiosa. El rey tomó la palabra y dijo a
Daniel: “Daniel, servidor del Dios viviente, ¿ha podido tu Dios, al que sirves con tanta
constancia, salvarte de los leones?”.

Daniel dijo al rey: “¡Viva el rey eternamente!

Mi Dios ha enviado a su Ángel y ha cerrado las fauces de los leones, y ellos no me han hecho
ningún mal, porque yo he sido hallado inocente en su presencia; tampoco ante ti, rey, había
cometido ningún mal”.

El rey sintió una gran alegría a causa de Daniel, y ordenó que lo sacaran del foso. Daniel fue
sacado del foso, y no se le encontró ni un rasguño, porque había confiado en su Dios.

Luego el rey mandó traer a los hombres que habían acusado a Daniel y los hizo arrojar al
foso de los leones, con sus hijos y sus mujeres. Y no habían llegado aún al fondo del foso,
cuando ya los leones se apoderaron de ellos y les trituraron todos los huesos.

Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan sobre la
tierra: “¡Tengan ustedes paz en abundancia!Yo ordeno que en todo el dominio de mi reino se
tiemble y se sienta temor ante el Dios de Daniel,

porque él es el Dios viviente

y subsiste para siempre;


su reino no será destruido

y su dominio durará hasta el fin.

Él salva y libera,

realiza signos y prodigios

en el cielo y sobre la tierra.

Él ha salvado a Daniel

del poder de los leones”. (6:19-23)

y así también pregona el Rey Nabucodonosor luego del milagro del horno de fuego:

“El rey Nabucodonosor, a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan sobre toda la
tierra: ¡Tengan ustedes paz en abundancia!

Me ha parecido bien publicar los signos y prodigios que ha realizado en mi favor el Dios
Altísimo:

¡Qué grandes son sus signos!

¡Qué poderosos sus prodigios!

¡Su reino es un reino eterno

y su dominio dura de generación en generación!” (3:31-33)

Esta oración es parte del rezo judío de todos los días:

‫דָ ר וְּ דָ ר‬-‫ וְּ שָ לְּ טָ נֵּה עִ ם‬,‫ וְּ ִת ְּמהֹוהִ י כְּ מָ ה תַ קִ יפִ ין; מַ לְּ כּותֵ ּה מַ לְּ כּות ָעלַם‬,‫אָ תֹוהִ י כְּ מָ ה ַרבְּ ְּרבִ ין‬

Y fue dicha en alabanza al Eterno por boca de un rey no judío, y pagano!

Ver también otro ejemplo en 4:34 o también 6:27-28.

Y es que justamente sobre esto está escrito:

“Porque del este más lejano hasta el oeste más lejano Mi Nombre es grandioso entre los
pueblos” (Malají 1:11)
Cabe recalcar aquí la universalidad de la función del pueblo judío, de dar a conocer la palabra del
Eterno y su nombre entre las naciones. Y justamente Daniel junto con sus compañeros nos dan
grandes ejemplos de cómo a través de sus actos el nombre del Eterno es alabado y reconocido.

Por último cabe destacar de esta primer parte que abrimos mencionando Ierushalaim:

“…vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió…” (1:1)

Y terminamos mencionando que Daniel rezaba en dirección a Ierushalaim (5):

“abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al
día, y oraba y daba gracias delante de su Dios….” (6:10)

Como dijimos en el principio los hechos narrados en el libro se extienden durante varias décadas,
por los cual son varios los reyes a los cuales Daniel sirve:

En total son 4: Nabucodonosor y Balshatzar (reyes de Babilonia) y Dariavesh(Darío) y Coresh


(Ciro) reyes de Persia.

Notas

(1)Como sabemos entre el primer y segundo milenio antes de la era común, los grandes imperios
dominaban extensas franjas de territorios, basando su gobierno en el acuerdo de vasallo y rey. En
la Mesopotamia (zona de Oriente Próximo, entre los ríos Tigris y Éufrates) hasta la conquista de
los Persas, siempre hubieron imperios semitas. Hubo varios pueblos como los elamitas,
amorreos, sumerios, mitani, hititas, etc. Pero a grandes rasgos alrededor del 1800 A.EC, la época
denominada paleobabilónica. Asiria alcanzó la categoría de imperio, y fue quien dominaba la
mayor parte de terreno. Si bien tenía sus enemigos estratégicos, principalmente Egipto y Madai.
La fértil región mesopotámica constituyó un antiquísimo El Dorado para numerosos pueblos
nómadas que, se encaminaban sin saberlo, hacia el sedentarismo. Así, entre los ríos Éufrates y
Tigris surgió un escenario en el que la historia se repetía como en un espiral sin fin. Una tribu
nómada conquistaba un territorio, dominaba a sus habitantes, asimilaba sus costumbres, y
culturas, y cuando se tornaba sedentaria llegaba a otro pueblo nómada a disputarle sus
posiciones. La época que transcurre entre la desintegración del imperio neosumerio de Ur y el
final del imperio de Hammurabi representa uno de los hitos más importantes en la historia de la
humanidad. Para ubicarnos históricamente en 1950 A.E.C el patriarca Habraham abandona Ur,
viajando a la Tierra de Israel. En esta época Asiria se liberó del yugo sumerio y emprendió una
intensa y prolongada carrera imperial, caracterizada por la ilimitada crueldad de sus ejércitos. El
terror acompañaba a sus tropas y fue el principal instrumento para consolidar su poder.

La migración indoeuropea hacia el reino de Hatti fue la génesis de los hititas, un pueblo guerrero
que expandió sus fronteras entre los siglos XIX Y XII A.E.C. Su imperio colisionó con Egipto y
Asiria, y sucumbió ante la furia de los pueblos del mar. Saltaremos a los fenicios, y demás
cambios y luchas, y nos ubicaremos en los últimos cien años del Imperio Asirio.

En los años 620 es Babilonia quien comienza a fortalecerse, y junto con madai consiguen
conquistar el imperio Asirio. Entre éstas luchas, cuando los babílonicas expandían su imperio
hacia el sur, combatiendo con Egipto llegaron a lo que hoy es Israel, en aquellos días el reino de
Yehudá. En Yehudá había en aquellos días un combate político con respecto Babilonia. Había
quienes estaban “a favor”, como el profeta Irmiá/Jeremías, y por otro lado en aquellos días rey de
Yehudá Ioiajín, quien fue coronado por intermedio del rey de Egipto Nejó II, en 609 A.C.
Ioaiajín no se apresuró a entregarse a los babilónicos, pero finalmente Ioiajín supo “entregarse”
con inteligencia como vasallo ante el Rey Nabucodonosor como pueblo vasallo, (algo muy
normal en aquellos días entre los pueblos conquistados que no optaban por ser aniquilados en
forma brutal, sino seguir un sistema tributario de impuestos, y cierta “lealtad” y subordinación).
Bajo este acuerdo de hegemonía babilónica, existía interacción entre el reino de Yehudá (bajo el
mandato de Ioiajín y Tzidkiahu) y Babilonia, bajo lealtad de reino de Yehudá. Pero tras al menos
2 levantamientos conquistaron los babilónicos Yehudá, destruyeron el Bet Hamikdash, y
exiliaron en diferentes olas a sus habitantes.

Es difícil resumir cientos de años de historia en pocos párrafos, si bien es muy importante. No
olvidemos que la Torá misma nos ordena estudiar historia : “Acuérdate de los días de antaño,
comprende los años de generación y generación” (Devarim/Deuteronomio 32:7)

De hecho 70% del contenido del Tanaj es historia.

Quien quiera profundizar sobre la importancia de la historia en el pensamiento judío ver por
ejemplo el escrito “vemaalaj haideot veisrael” del Rab Kook.

Nota 2:

Si bien hablamos del exilio de Babel como un suceso específico, este se divide en varias etapas.

Exilio de Ioiajín:

En un principio (año 601 a.c) Ioiakim rey de Yehudá pacto con Babilonia como dijimos arriba un
“acuerdo de paz”, subordinación. Tres años luego de esto, por distintos factores (Babilonia falló
en su intento de conquistar Egipto, distintos factores geopolíticos, presión internas del grupo pro-
Egipto, etc) el reino de Yehudá se levantó contra el yugo babilónico. Por razones no claras el rey
Ioiakim muere, y es nombrado en su lugar su hijo Ioiajín. Tres meses luego de ser nombrado cae
en manos de sitio babilónico a Jerusalén.

Si bien no se destruyó en esta oportunidad Yehudá y Ierushalaim/Jerusalén, los babilonios


tomaron varias decisiones para apaciguar la rebelión:

-Coronaron en lugar de Ioaiajín (actual rey) a Tzidkiahu, (hija de Jamutal, es decir nieto del
profeta Irmiá/Jeremías) quien era considerado como cercano a la posición pro-babilónica.

-Exiliaron al rey Ioaiajín, su madre (quien al parecer era una opinión de peso en la realeza y era
pro-egipto) y su gente cercana a la ciudad de Babel, allí fueron prisioneros, al parecer o en el
palacio real, o en algún lugar cercano.

-Exilio a la elite intelectual, estrategas militares, expertos en fabricación de armas, líderes


espirituales, y gente de influencia social (ver Rashí, Ralbag, Malbim sobre Melajim 24:14).

-Exilio de soldados que no murieron en combate.

Todo esto podemos leerlo en el libro de Reyes/Melajim II, capítulo 24:

“En sus días, Nabucodonosor, rey de Babilonia, hizo una expedición y Yoyakim le quedó
sometido durante tres años. Luego volvió a rebelarse contra él…. Se acostó Yoiakim con sus
padres y reinó en su lugar su hijo Ioiajín.

No volvió a salir de su tierra el rey de Egipto, porque el rey de Babilonia había conquistado,
desde el torrente de Egipto hasta el río Eufrates, todo cuanto era del rey de Egipto.

Dieciocho años tenía Joaquín cuando comenzó a reinar y reinó tres meses en Jerusalén….

En aquel tiempo las gentes de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén y
la ciudad fue asesiada.

Vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, a la ciudad, mientras sus siervos la estaban


asediando.

IoIajín, rey de Yehudá, se rindió al rey de Babilonia, él, su madre, sus servidores, sus jefes y
eunucos; los apresó el rey de Babilonia en el año octavo de su reinado…

Se llevó de allí todos los tesoros de la Casa de Dios y los tesoros de la casa del rey, rompió
todos los objetos de oro que había hecho Salomón/Shlomó, rey de Israel, para el santuario de
Dios, según la palabra de Dios.
Deportó a todo Jerusalén, todos los jefes y notables, 10.000 deportados; a todos los herreros y
cerrajeros; no dejó más que a la gente pobre del país.

Deportó a Babilonia a Ioaiajin, a la madre del rey y a las mujeres del rey, a sus eunucos y a
los notables del país; los hizo partir al destierro, de Jerusalén a Babilonia.

Todos los hombres de valor, en número de 7.000, los herreros y cerrajeros, un millar, todos los
hombres aptos para la guerra, el rey de Babilonia los llevó deportados a Babilonia.

El rey de Babilonia puso por rey, en lugar de Ioiajín, a su tío Mataniá, cambiando su nombre
en Tzidkiahu.” (libro de Melajim/Reyes II, cap. 24: 1-17)

Ver también Libro de Crónica/Divré Haiamim II 36:9-10. Un relato paralelo a esto.

Esto mismo también podemos leerlo en las “crónicas babilónicas”.

El Profeta Irmiahu (que si Dios quiere en algún momento también escribiremos sobre su libro)
quien demostró su lealtad al imperio Babilónico, se quedó en Yehudá, pero obviamente vemos
de los relatos del Tanaj que obraba e intervenía en la política de aquellos días, y se relacionaba
con los exiliados. Un tiempo luego del exilio envió Irmiá el profeta un escrito/misiva, a los
exiliados por intermedio de dos enviados diplomáticos que fueron nombrados por el rey
Tzidkiahu (Elhasha ben Shafan, y Gamriá ben Jilkia). En esta carta pregona Irmiá en nombre del
Eterno a los exiliados a mezclarse (en forma práctica) e inmiscuirse y trabajar en la tierra donde
fueron exiliados. Esta es la denominada y famosa carta de Irmiá a los cautivos:

“Estas son las palabras de la carta que el profeta Jeremías envió de Jerusalén a los ancianos
que habían quedado de los que fueron transportados, y a los sacerdotes y profetas y a todo el
pueblo que Nabucodonosor llevó cautivo de Jerusalén a Babilonia….

Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los de la cautividad que hice
transportar de Jerusalén a Babilonia:

Edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos.

Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras
hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis.

Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella al Eterno; porque
en su paz tendréis vosotros paz.

Porque así ha dicho el Dios de los ejércitos, Dios de Israel: No os engañen vuestros profetas
que están entre vosotros, ni vuestros adivinos; ni atendáis a los sueños que soñáis…”

(Libro de Irmiahu/Jeremias 29:1-9)


Destrucción de Yehudá y segundo exilio:

Tzidkiahu (el rey nombrado por Babilonia) satisfizo las expectativas del rey Nabucodonosor
durante los primeros 8 años, pero en el año 589 A.C. también él se reveló.

No es del todo claro la razón por la cual Tzidkiahu quien apoyaba al imperio babilónico se
levantó en su contra, al parecer también aquí tiene que ver con el fortalecimiento del reino
egipcio. Babilonia envió un batallón que fue conquistando Israel desde el norte, el Galil (galilea)
hasta llegar a Ierushalaim donde se lo sitio durante un año y medio (o 2 años y medio), que
comenzó el día 10 de Tevet. En el mes de Tamuz del año 586 el batallón babilónico penetró en
Ierushalaim, y se la destruyó completamente (junto con el Bet-HaMikdash) entre los días 7 al 10
de Av. (respecto la fecha exacta y porque se conmemora el 9 de Av, en el Talmud se habla del
tema, ver por ejemplo Masejet Taanit 29A).

Tzidkiahu y su gente al ver su futura caída escapó por medio de una puerta secreta de la ciudad
hacia el valle de Iardej/Jordán, pero fue persguido y alcanzado en la ciudad de Ierijó . allí fue
juzgado, asesinaron a sus hijos frente a sus ojos, le arrancaron los ojos, y fue apresado y llevado
a Babilonia.

Nuevamente hubo otra ola de exilio de los habitantes, y solo quedaron en la Tierra de Israel unos
pocos habitantes, entre las ruinas que la conquista dejó.

Ahora veámoslo desde las escrituras:

“Y aconteció en el noveno año de su reinado, el día diez del mes décimo, que Nabucodonosor,
rey de Babilonia, llegó con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitió, y levantó contra ella
torres alrededor.

Y la ciudad estuvo sitiada hasta el undécimo año del rey Tzidkiahu.

A los nueve días del cuarto mes prevaleció el hambre en la ciudad, hasta que no hubo pan
para el pueblo de la tierra. Y abrieron una brecha en el muro de la ciudad, y huyeron de
noche todos los hombres de guerra por el camino de la puerta que estaba entre los dos muros,
junto a los huertos del rey, estando los caldeos alrededor de la ciudad; y el rey se fue por el
camino hacia la llanura del sur.

Y el ejército de los caldeos persiguió al rey y lo apresó en las llanuras de Jericó, tras haber
sido dispersado todo su ejército.

Entonces capturaron al rey y le llevaron a Ribla ante el rey de Babilonia, y pronunciaron


sentencia contra él.

Y degollaron a los hijos de Tzidkiahu en presencia suya; y a Tzidkiahu le sacaron los ojos, y lo
ataron con cadenas y lo llevaron a Babilonia.
En el mes quinto, a los siete días del mes, en el año diecinueve de Nabucodonosor, rey de
Babilonia, llegó a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del rey de Babilonia.

Y quemó la casa del Eterno, y la casa del rey y todas las casas de Jerusalén; y prendió fuego a
todas las casas de los príncipes.

Y todo el ejército de los caldeos que estaba con el capitán de la guardia derribó los muros que
rodeaban a Jerusalén.

Y a los del pueblo que habían quedado en la ciudad, y a los que se habían pasado al rey de
Babilonia, y a los que habían quedado de la gente común, los llevó cautivos Nabuzaradán,
capitán de la guardia.

Pero el capitán de la guardia dejó algunos de los pobres de la tierra para que labrasen las
viñas y las tierras.Y quebraron los caldeos las columnas de bronce que estaban en la casa del
Eterno y las basas y el mar de bronce que estaba en la casa de Jehová, y se llevaron el bronce
a Babilonia.

Se llevaron también los calderos, y las tenazas, y las despabiladeras, y los cucharones y todos
los utensilios de bronce con que ministraban. Incensarios, tazones, los de oro, en oro, y los de
plata, en plata, todo se lo llevó el capitán de la guardia…

Entonces el capitán de la guardia apresó a Zeraiá, el sacerdote principal, y a Tzefaniá, el


segundo sacerdote, y a tres guardias de la puerta; y de la ciudad apresó a un oficial, el cual
era el encargado de los hombres de guerra, y a cinco hombres de los consejeros del rey que se
hallaban en la ciudad, y al principal escriba del ejército, que alistaba a la gente del país, y a
sesenta hombres del pueblo de la tierra que se hallaban en la ciudad. A estos apresó
Nabuzaradán, capitán de la guardia, y los llevó a Ribla al rey de Babilonia.

Y el rey de Babilonia los hirió y los mató en Ribla, en la tierra de Hamat. Así fue llevado
cautivo Judá lejos de su tierra…. “(Melajim/Libro de Reyes II 25:1-21)

Tercer exilio, tras la muerte de Guedaliá:

Tras la conquista de Ierushalaim y la segunda ola de destierro, fue nombrado en lugar del rey
Guedalia ben Ajikam. Guedalia pertenecía a la nobleza, de la familia de Shafan. Llevó a cabo
cargos importantes en los tiempos del rey Ioshiahu (Melajim II 22:3-12).

“Y al pueblo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, dejó en la tierra de Yehudá, puso por
gobernador a Gedalía hijo de Ajijam, hijo de Shafán” (Melajim/Libro de Reyes 25:22)

Así es que fue nombrado como rey/dirigente de los pocos habitantes que aún quedaron en Israel.
Guedaliá fijó la residencia real en Mitzpá. Una ciudad un poco al norte de Ierushalaim e incluso
llamo a los residentes que aún quedaban en la Tierra de Israel a residir y edificar allí.
“Guedaliá, hijo de Ajicám, hijo de Safán, les hizo este juramento, a ellos y a sus hombres: “No
tengan miedo de servir a los caldeos; permanezcan en el país, sirvan al rey de Babilonia, y les
irá bien.

Yo permaneceré en Mitzpá, para estar a las órdenes de los caldeos que vengan hasta nosotros.
En cuanto a ustedes, recojan el vino, los frutos y el aceite, pónganlos en recipientes, y
permanezcan en las ciudades que ocupan”.

También los judíos que estaban en Moab, entre los amonitas y en Edóm, y los que estaban en
todos los demás países, oyeron que el rey de Babilonia había dejado un resto de Yehudá y le
había puesto como gobernador a Gedaliá, hijo de Ajicám, hijo de Safán.

Todos esos judíos volvieron de los lugares adonde habían sido expulsados; y una vez llegados
al país de Judá, junto a Gedaliá, en Mitzpá, recogieron vino y frutos en gran cantidad.”
(Irmiá/Jeremías 40:9-12)

Así es que de a poco parecía que se volvía a formar lo que quedaba del gran reino de Yehudá.
Pero no duró mucho…

Ishmael ben Netaniá, quien era descendiente de la casa de David (y por tanto portador del
derecho a la corona), y también opositor de babilonia, tramó el asesinato de Guedaliá.

Puede que pensó que quizás se haría con el trono, con ayuda y respaldo de los habitantes que
estarían a su favor.

“Y cuando oyeron todos los jefes del ejército, ellos y sus hombres, que el rey de Babilonia
había puesto por gobernador a Gedalía, se presentaron ante él en Mizpa, a saber: Ishmael hijo
de Netaniá, y Jojanán hijo de Kareaj, y Seraiá hijo de Tanjumet, el netofatita, y Iaaziniahu,
hijo de unMajtí; ellos con sus hombres. Entonces Gedalía les hizo juramento, a ellos y a sus
hombres, y les dijo: No temáis a los siervos de los caldeos; habitad en la tierra y servid al rey
de Babilonia, y os irá bien.

Pero aconteció que en el mes séptimo llegó Ismael hijo de Netaniá, hijo de Elishama, de la
estirpe real, y con él diez hombres, e hirieron a Gedaliá y este murió junto con los judíos y los
caldeos que estaban con él en Mizpa.

Entonces se levantó todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, con los jefes del ejército, y
se fueron a Egipto por temor a los caldeos” (Melajim/Libro de Reyes II 25:23-25)

El mismo relato, con algunos detalles más encontramos en el libro de Irmiahu:

“Y fue en el séptimo mes, Ishmael, hijo de Netaniá hijo de Elishamá, que era de estirpe real,
fue con diez hombres a Mitzpá, a ver a Guedaliá, hijo de Ajicám, y comieron todos juntos allí
en Mitzpá. De pronto, Ismael, hijo de Netaniá, se levantó con los diez hombres que lo
acompañaban, e hirieron con la espada a Guedaliá, hijo de Ajicám, hijo de Shafán: así
hicieron morir a quien el rey de Babilonia había designado gobernador del país. Ishmael mató
también a todos los judíos que estaban con Guedaliá en Mitzpá, y a los guerreros caldeos que
se encontraban allí…” (Irmiá/Jeremías 41:1-3)

Y como vemos el resultado fue trágico. No solo que no siguió cierta soberanía judía en la tierra
de Israel, sino que parte huyeron a Egipto por temor de la represalia babilónica, y parte fue
exiliada y deportada a Babilonia una tercera vez. (ver Irmiá/Jeremias 52:30)

Con esto se extinguió la última brasa de independencia judía en la Tierra de Israel.

Cabe también aclarar que el destierro era una práctica muy usual entre las potencias de aquellas
épocas para socavar posibles levantamientos.

Nota 3:

Con el hundimiento de los Asirios, a finales del siglo VII A.C. se cerró en Oriente Próximo una
época de supremacía imperial. El período siguiente se caracterizó por el equilibrio entre varios
reinos: Egipto, Babilonia, Lidia, y Media.

Hacia 590 A.C. los medos (Maday en el Tanaj), vencedores de los asirios conquistaron Armenia
y parte de Irán. En esa misma época Ciro II (Coresh en el Tanaj) fundó un gran estado persa, que
con su hegemonía política, condicionó durante dos siglos el curso de la historia en el Oriente
Próximo. El área geográfica del imperio persa era superior a la cualquier imperio anterior. La
toma del poder por los persas no significó la opresión de los medos, bien al contrario, la
evolución subsiguiente representó la expansión de la doble nación medo-persa.

Los persas ocuparon sin lucha las provincias del reino babilónico y sus vasallos. Por su parte,
con esta conquista Coresh autorizó la reconstrucción del Bet Hamikdash y el retorno de los
judíos exiliados. (ver el libro de Ezrá 1:1-4).

Nota 4: Babá Batrá 15a.

Nota 5:

Se direccionaba a Ierushalaim tal como está escrito en la oración de rey Shlomó cuando
construyó el Bet Hamikdash:

“… y oran al Eterno hacia la ciudad que tú elegiste, y hacia la casa que yo he edificado a tu
nombre, escucha Tú en los cielos su oración y su súplica, y hazles justicia…” (Libro de
Reyes/Melajim I 8:44)

Y así escribió Rashí, que Daniel rezó en dirección al Bet Hamikdash, a pesar de haber sido
destruido, tal como el rey Shlomo dijo:

“y si ellos vuelven en sí en la tierra adonde los hayan llevado cautivos, si se arrepienten, y


oran a ti en la tierra de los que los llevaron cautivos… y si se vuelven a ti de todo su corazón y
de toda su alma, en la tierra de sus enemigos que los hayan llevado cautivos, y oran a ti hacia
su tierra, que tú diste a sus padres, hacia la ciudad que tú elegiste y la casa que yo he edificado
a tu nombre, escucha Tú en los cielos, en el lugar de tu morada, su oración y su súplica, y
hazles justicia…” (Libro de Reyes/Melajim I 8:46-48)

Y así también vi en un libro que relacionan su autoría con el Rab Saadia Gaón:

“Daniel rezó en dirección a Ierushalaim, y direccionaba su corazón al Bet Hamikdash, tal como
está escrito:

“…Y le dijo el Eterno: Yo he oído tu oración y tu ruego que has hecho en mi presencia. Yo he
santificado esta casa que tú has edificado para poner mi nombre en ella para siempre; y en ella
estarán mis ojos y mi corazón todos los días.” (Melajim 9:3)

En los libros apócrifos (sefarim jitzoniim) también se menciona sobre diferentes judíos que
acostumbraban direccionar sus rezos hacia Ierushalaim. Ver por ejemplo el Libro de Tubia 3:11,
o Ezra Hajitzoni 4:58.

También el Midrash menciona que Ester rezó en dirección a Ierushalaim (Ester Rabá 8:7).

https://serjudio.com/tiempos/libro-de-daniel-primera-parte

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