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ÚVEA
OFTALMOLOGÍA
I-603
28/04/2019
La úvea es la capa vascular del ojo situada debajo de la esclerótica, consta de tres estructuras: el iris, el cuerpo
ciliar y la coroides, formando una capa pigmentada. También es llamada cubierta media del globo ocular, túnica
vascular y tracto uveal.
Iris
El iris constituye un tejido membrano-muscular
que funciona como un diafragma dentro del ojo.
Su apertura central, la pupila, al variar su
diámetro es capaz de regular la cantidad de luz que
entra al ojo.
La base o raíz del iris se inserta sobre el cuerpo ciliar. En su cara posterior se integran fibras musculares lisas
dispuestas de forma radial, que constituyen el músculo dilatador de la pupila, inervadas por filetes nerviosos
simpáticos. Situados en el estroma, se encuentran las fibras del músculo esfínter de la pupila, el cual es inervado
por filetes nerviosos parasimpáticos.
Posteriormente se encuentra en estrecha relación con la cara anterior del cristalino lo que condiciona y es
importante en los mecanismos fisiopatológicos de ciertas
patologías.
segmentos motores concetados entre si, pero inervados de forma individual por ramas posganglionares del nervio
ciliar. En el iris normal estos segmentos reciben la exitación nerviosa de forma más o menos simultánea y toda la
circunferencia se contrae al mismo tiempo. El origen embrionario del músculo dilatador y del esfinter es la más
anterior de las dos capas de epitelio pigmentado posterior.
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Cuerpo ciliar
Músculo ciliar
El músculo ciliar es un músculo liso con inervación predominantemente parasimpática que induce la contracción
mediada por receptores muscarínicos M3; también presenta inervación simpática que causa relajación mediada
por receptores adrenérgicos Beta2. Estas funciones en apariencia antagonistas pueden servir para una
acomodación más suave, de manera que el músculo actúa como su propio antagonista. El músculo ciliar es
especial como músculo liso por su velocidad de contracción, por el gran tamaño de sus neuronas motoras y por
la distancia existente entre el músculo y estas neuronas.
Esta división es más bien artificial ya que lo que en realidad existe es una transición gradual desde las fibras
longitudinales más externas hasta las fibras radiales y circulares más internas.
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El músculo ciliar ocupa una región de configuración triangular localizada en el interior del cuerpo ciliar por
debajo de la parte anterior de la esclerótica. Tiene su origen anterior a nivel del espolón escleral, en la proximidad
del canal de Schlemm. Los tendones del músculo ciliar se insertan en el espolón escleral y en la malla trabecular
, que actúa como un anclaje anterior fijo sobre el cual se puede contraer el músculo ciliar.
La contracción de todo el músculo ciliar ejerce un efecto de tracción hacia delante de la coroides anterior y realiza
la función principal de relajar la tensión zonular en reposo en el ecuador del cristalino para permitir la
acomodación.
Zónula
Coroides
ﻬCapa de Haller que está situada externamente y está formada por los grandes vasos
ﻬCapa de Sattler que es la capa media formada por vasos medianos
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ﻬ Capa de Ruysch o coriocapilar interna que está formada por arteriolas capilares y vénulas. Los capilares
están muy unidos unos a otros. Nutre al epitelio pigmentario de la retina.
♥ Lámina vítra de Bruch. Está en íntima relación con la retina. Se relaciona con la retina a través de su superficie
interna o retiniana, mientras que su superficie externa es la porción coroides.
En los humanos, la coroides presenta una pigmentación oscura debido a la presencia de melanina y una gran
abundancia de vasos sanguíneos, lo que ayuda a absorber la luz que llega al ojo y prevenir así su reflexión (que
acarrearía la formación de imágenes confusas). La mala visión de los albinos se debe a la falta de melanina en esta
membrana. En otros animales se encuentran partículas reflectantes sobre la coroides para ayudar a recoger luz
en ambientes de oscuridad, el llamado tapetum lucidum.
El efecto de ojos rojos en las fotografías es debido a la reflexión de la luz sobre el coroide. Aparece de color rojo
debido a los vasos sanguíneos en la úvea.
Fisiología
Iris
El iris regula la entrada de la luz en el ojo como un diafragma de una cámara de fotos. El órgano está compuesto
de tejido muscular y pigmento. Si los músculos orbiculares del iris se contraen, la pupila se encoge y entra menos
luz en el ojo. Si los músculos orbiculares se relajan, la pupila vuelve a dilatarse, dejando pasar más luz a la retina.
El pigmento determina el color de los ojos. Cuanto más pigmento en el iris, más oscuro serán los ojos.
Humor acuoso
El humor acuoso es secretado activamente por el epitelio ciliado NO PIGMENTADO como resultado de un
proceso metabólico activo que depende de varios sistemas enzimáticos, especialmente la bomba de sodio potasio
+ ATPasa (Na/K+ATPasa),que secreta iones de Na dentro de la cámara posterior. El agua sigue de forma pasiva
el gradiente osmótico. La anhidrasa carbónica también desempeña un papel, pero el mecanismo preciso no está
claro. La secreción del HA se ve disminuido por factores que inhiben el metabolismo activo como la hipoxia y la
hipotermia, pero es independiente del nivel de presión intraocular (PIO)
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La composición del humor acuosos
es diferente de la del plasma
debido a dos características
fisiológicas importantes del
segmento anterior:
♦ La presencia de una
barrera mecánica
epitelial/endotelial hematoacuosa
(BHA)
♦ La existencia de un tansporte activo para diversas substancias orgánicas e inorgáncas por parte del eptielio
ciliar.
La formación del humor acuoso y su secreción a la cámara posterior se llevan a cabo mediante:
ﻬ Secreción activa que tiene lugar en el epitelio ciliar de doble capa. Principal responsable de la producción del
humor acuoso.
ﻬ Ultrafiltración
ﻬ Difusión simple
La tasa de producción normal del humor acuoso es de aproximadamente 2-2,5 microlitros/min, y su volumen
total se recambia a una velocidad del 1 % por minuto, por lo que en 90 a 100 minutos se produce su recambio
total. Clínicamente el humor acuoso es importante porque el balance entre su producción y drenaje condicionan
la presión intracoular (PIO), de tal forma que la misma es determinada por tres factores:
Patología
Enfermedad de Behcet
28/04/2019
El síndrome de Behçet es una enfermedad que causa síntomas en varias partes del organismo. Los síntomas más
comunes incluyen aftas (llagas) en la boca y en los genitales junto a la afectación ocular en forma de uveítis.
También pueden afectarse otras zonas del organismo principalmente la piel, las articulaciones, el sistema nervioso
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central y el sistema circulatorio. Aunque es una enfermedad de distribución mundial, se observa con mayor
frecuencia en la zona del Mediterráneo oriental y Japón. La edad de inicio es más frecuente en la 3.ª y 4.ª década
de la vida.
Se trata de una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunitario ataca a los capilares produciendo las
inflamaciones (vasculitis) en diferentes órganos diana. El origen es desconocido, aunque se cree que aparece en
personas genéticamente predispuestas que se ven expuestas a algún agente externo, probablemente una
infección. La predisposición genética en algunos casos, que no significa que sea hereditaria, se comprueba por la
positividad al antígeno HLA-B5 que presentan algunos de los pacientes.
La afectación ocular aparece entre un 50-70% de los pacientes y en más frecuente y grave en los 3-5 primeros
años. Es una de las uveítis más frecuentes en nuestro ámbito por su predilección por el área mediterránea y la
población inmigrante proveniente del norte de África. Suele tratarse de episodios agudos de inflamación ocular
que si no son tratados adecuadamente pueden ir creciendo en intensidad y frecuencia ocasionando pérdida de
agudeza visual. En consecuencia, los pacientes una vez diagnosticados correctamente deben ser tratados de forma
rápida y adecuada para preservar la visión.
La inflamación ocular tiende a localizarse en el segmento posterior del globo ocular principalmente en los vasos
de la retina (vasculitis retiniana) y con desarrollo de infiltrados blanquecinos en la retina (Figura, flecha) como
resultado de la oclusión vascular El objetivo del tratamiento es el control del cuadro ocular agudo y la prevención
de los brotes inflamatorios. La enfermedad por su
gravedad requiere tratamiento desde un inicio con
corticoides por vía oral o intravenosa junto a fármacos
inmunosupresores. En casos que con este tratamiento
no es suficiente para el control de la enfermedad suele
conseguirse buena respuesta con los fármacos
biológicos de acción anti TNF. Tampoco es infrecuente
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El síndrome de Reiter es una afección sistémica caracterizada por manifestaciones oculares conjuntivitis o
uveítis, artritis reactiva y uretritis.
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La fluxión ocular es uno de los signos más destacados del síndrome. La manifestación ocular más común es la
conjuntivitis, y le sigue en frecuencia la uveítis anterior , caracterizada por enrojecimiento ocular, dolor y
fotofobia y en el 58 % de los casos con esta afección se encuentra asociado al haplotipo HLA B27 y a su vez un
25 % de estos pacientes con éste marcador tienen una afectación.
La uveítis se caracteriza por la inflamación de la parte vascular y pigmentada del ojo, ya sea en su porción anterior
(cámara anterior) intermedia (vítreo), posterior (retina o coroides) o en forma de panuveítis, involucrando
cámara anterior, vítreo y retina o coroides.
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♥ La uveítis posterior es mucho menos frecuente que la uveítis anterior, y se caracteriza por una panuveítis
granulomatosa con inflamación coroidea, es decir, existe
una afectación total del ojo.en estos casos puede
presentarse vasculitis retiniana, la cual suele ser
secundaria a la presencia de complejos inmunes o
enfermedad trombótica. Cuando se presenta una
disminución marcada de la agudeza visual debe
sospecharse la existencia de uveítis posterior con posible
afectación retiniana. Estos casos constituyen una urgencia
oftalmológica. Otras manifestaciones del segmento
posterior incluyen el desprendimiento de retina seroso,
la neuritis retrobulbar y la papilitis. Otras
manifestaciones del segmento posterior incluyen el
desprendimiento de retina seroso, la neuritis retrobulbar
y la papilitis.
El diagnóstico definitivo se establece mediante examen con lámpara de hendidura y mediante la observación de
signos tales como la presencia de precipitados queráticos, células inflamatorias y la dispersión de pigmento o
fibrina.
La uveítis puede aparecer en cualquier etapa de la evolución de la EII, e incluso aparecer antes del diagnóstico de
esta. La complicación más importante a largo plazo de la uveítis es la formación de adherencias intraoculares
debidas al proceso inflamatorio, que pueden ocasionar el desarrollo de glaucoma secundario o cataratas. También
se pueden producir anomalías pupilares y disfunción macular. El tratamiento de la uveítis se basa en la aplicación
de ciclopléjicos/midriáticos y en algunos casos mediante inyecciones perioculares de esteroides, esto último sobre
todo cuando está involucrado el polo posterior.
Espondilitis anquilosante
La espondilitis anquilosante (EA) es una espondiloartropatía que afecta el esqueleto axial y se presenta
típicamente en varones entre 20 y 40 años con HLA B 27 positivo. La manifestación ocular más frecuente es la
iridociclitis aguda no granulomatosa, unilateral y recidivante. La uveítis ocurre en el 20-40 % de los pacientes y
puede preceder a la afectación articular. Asimismo, el 30 % de los varones con uveítis anterior aguda desarrollará
EA.
El cuadro articular se caracteriza por lumbalgia inflamatoria crónica y sacroileítis radiográfica. También suele
presentar manifestaciones extrarticulares, especialmente uveítis anterior aguda, psoriasis o enfermedad
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inflamatoria intestinal.
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Los pacientes con espondilitis anquilosante (EA)
padecen a lo largo de su enfermedad uveítis en el 25%
de los casos. También se han descrito conjuntivitis
asociada a la EA. En un número no desdeñable de casos
la uveítis es el primer síntoma de la enfermedad y en
muchos más ayuda a filiar una lumbalgia escasamente
sintomática. Los dos ojos se afectan en el 80% de los
casos aunque muy raramente se inflaman ambos a la
vez. Por ello decimos que es una uveítis unilateral,
entendiendo como tal en cada brote, aunque los brotes
pueden afectar a ambos ojos en momentos diferentes.
Se trata de una uveítis anterior, es decir una iritis o
iridoclitis. Su curso es agudo, con dolor, ojo rojo,
fotofobia y disminución de visión. Como consecuencia de la inflamación se rompe la permeabilidad de la barrera
hemato-acuosa y la cámara anterior se llena de proteínas y células. Mediante el uso de la lámpara de hendidura
(biomicroscopía) se puede observar la turbidez del humor acuoso por el exceso de proteínas y las células. En
ocasiones, el número de células es tan grande que se depositan, dando lugar a un hipopion. Las células también
se pegan a la cara posterior de la córnea originando acúmulos denominados precipitados retroqueráticos. Es
recurrente; algunos pacientes pueden tener hasta un brote mensual. Característicamente los pacientes que ya han
tenido varios brotes perciben la proximidad de una recidiva hasta 24 horas antes, cuando el examen con la lámpara
de hendidura es aún absolutamente normal. El empleo del láser flaremeter permite detectar mínimas alteraciones
de la permeabilidad de la barrera hemato-acuosa antes y después de la normalización biomicroscópica de la
misma. La disminución de visión que tiene lugar durante el ataque se debe fundamentalmente a la turbidez del
humor acuoso y ocasionalmente a un edema macular secundario. Como consecuencia del proceso inflamatorio
el iris tiende a pegarse al cristalino (sinequias posteriores) y a la periferia corneal (sinequias anteriores).
Es importante diagnosticar la enfermedad en sus estadios iniciales para evitar la deformidad de la columna. El
tratamiento se basa en ejercicios y uso de antiinflamatorios no esteroideos. En casos graves el empleo de fármacos
con acción antiTNF resulta útil. La afectación ocular requiere la administración de corticoides y midriáticos
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tópicos en una pauta intensiva al principio hasta controlar la respuesta inflamatoria y un descenso gradual durante
al menos 4-6 semanas. Algunos pacientes puden precisar una inyección periocular de corticoides y es excepcional
que sea necesario administrar corticoides por vía sistémica en estos casos.
Artritis reumatoide
Las uveítis anteriores son las uveítis más frecuentes (3/4 partes del
total de estas).
Tal vez el hallazgo más habitual que nos debe hacer pensar en una uveítis herpética es la hipertensión ocular
concomitante con el cuadro inflamatorio. Este aumento súbito de la presión intraocular se debe a una trabeculitis
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Diferentes situaciones etiológicas pueden ser consideradas. Puede haber un zoster cutáneo afectando el territorio
del nervio trigémino. Cuando hay afectación del nervio ciliar suele haber compromiso ocular.
Puede haber también una queratitis herpética típica con dendrita, afectación estromal y endotelial y uveítis
anterior secundaria.
La última posibilidad es la presencia de una uveítis anterior sin afectación dérmica ni corneal.
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Características clínicas de uveítis herpética:
• Uveítis herpética asociada a herpes zoster cutáneo: en estos casos el tratamiento consistirá en aciclovir oral para
tratar el cuadro cutáneo, además de aciclovir tópico en el caso que hubiera un compromiso corneal. Si hay uveítis
anterior deberá comenzarse con esteroides tópicos con una frecuencia variable dependiendo de dos cosas: si hay
compromiso del epitelio corneal (2-4 veces al día hasta que ceda la afectación epitelial) y del grado de uveítis
anterior.
• Uveítis anterior asociado a dendritas epiteliales: se hará en estos
casos una combinación de aciclovir y corticoides tópicos, siguiendo los
mismos lineamientos que en el caso anterior. No es necesario el
tratamiento con aciclovir oral, ya que la penetración en la cámara
anterior de este antiviral es mayor por la vía tópica que por la vía oral.
• Uveítis anterior herpética sin compromiso corneal: probablemente
sea suficiente con el tratamiento esteroide tópico sin necesidad de
tratamiento antiviral alguno. Este tratamiento se basa en que la
inflamación se produce como una respuesta inflamatoria hacia un
antígeno viral sin que haya replicación viral activa en ese momento. La
experiencia clínica indica que esta aproximación terapéutica es favorable, sin embargo, futuros estudios de los fluidos
intraoculares confirmarán o modificarán este tratamiento.
Uveítis intermedia
La uveitis intermedia consiste en la inflamación ocular que se origina en la retina y vítreo periférico. Se lo denomina
pars planitis sólo cuando hay bancos de nieve en la pars plana, lo que en algunos casos trae aparejado una reacción
inflamatoria mayor.
Constituye el 8% de las uveítis; y aproximadamente el 10-20% de las uveítis en niños. No tiene un marcadores
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genéticos (HLA) característicos asociados ni hay incidencia familiar. En más del 80% de los casos es una enfermedad
bilateral. De los que comienzan en forma unilateral, la mayoría se convertirá en bilateral al cabo de meses o años, y
hay que considerar que puede ser una enfermedad asimétrica.
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Los pacientes consultan por visión borrosa o miodesopsias, pero como se trata de una uveítis fría en general no tienen
dolor ni ojo rojo. En los niños puede haber una inflamación en segmento anterior importante que lleve a la formación
de sinequias posteriores y tardíamente queratopatía en banda. En jóvenes en cambio, es infrecuente tener inflamación
del segmento anterior y lo que se encuentran son precipitados queráticos estrellados, finos y difusos como en la
uveítis de Fuchs, con Tyndall de +1-2.
El humor vítreo se encuentra infiltrado por células inflamatorias, y esta opacidad se caracteriza por ser asimétrica
con mayor turbidez inferior que superior y con frecuencia asociado a opacidades redondeadas conocidas como bolas
de nieve.
Aproximadamente en la mitad de los casos tendrá además una gliosis, no un exudado proteico, sobre la pars plana
conocida como banco de nieve, característico de la uveítis intermedia. Comienza en el sector inferior y si no se trata
puede progresar hasta abarcar los 360 grados. Otras manifestaciones son vasculitis venosa, papilitis y edema macular
cistoideo.
Las complicaciones que pueden surgir con la enfermedad son desprendimiento de retina asociados al banco de nieve,
hemorragias en el vítreo como consecuencia de tracción por el humor vítreo alterado o por neovasos en el banco de
nieve. Tardíamente pueden desarrollar catarata.
Diagnósticos diferenciales
ﻬ Idiopática
ﻬ Tuberculosis
ﻬ Esclerosis Múltiple
ﻬ Uveítis de Fuchs
ﻬ Toxocariasi
ﻬ Vasculitis retinal
ﻬ Sarcoidosis
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Uveítis posterior por toxoplasmosis
e IgM se pueden obtener tanto del suero como del humor acuoso, teniendo mayor sensibilidad la muestra del
humor acuoso.
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Síndrome de Von Koyanagi Harada
Comienza, en el estadío prodrómico, con cefaleas, fiebre, náuseas, vértigo, disacusia, hipersensibilidad del cuero
cabelludo, dolor de cuello con rigidez de nuca y orbitario.
Estos síntomas duran unos pocos días para dar lugar al estadío uveítico, que se prolonga semanas a meses, y se
caracteriza por disminución súbita de visión que afecta ambos ojos en 70 % de los casos, mientras que el 30 %
restante experimenta compromiso del segundo ojo en uno a tres días y, en algunos casos, hasta 10 días más tarde.
La manifestación más común es un desprendimiento de retina exudativo que en un principio puede estar
acompañado, aunque no siempre, por una uveítis bilateral, con uveítis anterior, vitreítis, hiperemia y edema del
nervio óptico. El desprendimiento de retina exudativo puede no ser claramente evidente, pero puede tener
manifestaciones equivalentes como edema de mácula con pliegues retinales o desprendimientos serosos múltiples
localizados, todos ellos producidos por la inflamación y exudación a nivel de coroides.
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de ojos y con el paso del tiempo pigmentarse y aumentar de tamaño tomando el aspecto de las lesiones que se
observan en el cuadro de presunta histoplasmosis ocular.
La inflamación crónica puede dar origen a complicaciones tales como sinequias posteriores, glaucoma, catarata
subcapsular posterior y membranas neovasculares coroideas de localización macular o peripapilar.
VIH/SIDA
La uveítis por CMV es la causa más frecuente de retinopatía en pacientes con VIH+ y títulos de CD4 por debajo
de 50 células.
Se presenta frecuentemente como una lesión con bordes blanquecinos y centro atrófico de crecimiento lento. La
afectación de pequeños vasos puede producir múltiples pequeñas lesiones retinianas periféricas. El 44% de los
pacientes presentará enfermedad unilateral al diagnóstico y de éstos un 80% tendrá una lesión solitaria.
La uveítis por recuperación inmunitaria es un síndrome inflamatorio que se desarrolla en pacientes con
antecedentes de retinitis por CMV que han respondido a tratamiento TARGA incrementando los títulos de CD4.
Se estima que puede ocurrir en más de un 63% de los pacientes tras retinitis por CMV con títulos elevados de
CD4. La pérdida de visión se debe a formación de membrana epirretiniana (MER), cataratas y EMC,
principalmente, aunque también se han descrito casos de proliferación vitreoretiniana y neovascularización
papilar. Las complicaciones derivadas de la URI con más riesgo visual son la vitreoretinopatía proliferativa y el
hemovítreo espontáneo secundario a avulsión de un vaso sanguíneo por la contracción del vítreo inflamado.
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Entre los factores de riesgo asociados al desarrollo de URI se encuentra el área de afectación retiniana. Los
pacientes con afectación mayor al 30% de la retina tienen 4 veces más riesgo de desarrollar URI comparado con
aquellos con retinitis menor del 18% de la superficie retiniana. Esto sugiere que la inflamación podría asociarse
a antígenos residuales de CMV o a un bajo grado de proliferación viral que permanece en la retina dañada.
Algunos estudios sugieren que no hay asociación entre la extensión de la retinitis y el desarrollo de URI. El uso
de cidofovir se ha asociado al desarrollo de URI, sin embargo, el efecto secundario ocular principal del mismo,
la uveítis anterior aguda, que se produce normalmente una semana tras el inicio del tratamiento, la diferencia de
la uveítis crónica posterior que se observa en
pacientes con URI.
La uveítis es una forma de inflamación ocular. Afecta la capa media de tejido en la pared ocular (úvea). Las señales
de advertencia de la uveítis suelen aparecer de repente y empeorar con rapidez. Estos consisten en enrojecimiento
del ojo, dolor y visión borrosa. La afección puede afectar a un ojo o a ambos ojos. Afecta sobre todo a las personas
de 20 a 50 años, pero también puede afectar a los niños.
Las posibles causas de la uveítis son: infección, lesión o una enfermedad autoinmunitaria o inflamatoria. Muchas
veces no se puede identificar la causa.
La uveítis puede ser grave y provocar la pérdida permanente de la visión. El diagnóstico y tratamiento tempranos
son importantes para prevenir las complicaciones de la uveítis.
Los síntomas pueden aparecer de forma repentina o empeorar con rapidez, aunque, en algunos casos, se
presentan de manera gradual. Pueden afectar un ojo o ambos.
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- La iritis (uveítis anterior) afecta la parte frontal del ojo y es el tipo más frecuente.
- La ciclitis (uveítis intermedia) afecta el cuerpo ciliar.
- La coroiditis y la retinitis (uveítis posterior) afectan la parte posterior del ojo.
- La uveítis difusa (panuveítis) ocurre cuando todas las capas de la úvea están inflamadas.
En cualquiera de estas afecciones, el material gelatinoso ubicado en el centro del ojo (vítreo) puede inflamarse y
ser invadido por células inflamatorias
Estudios de laboratorio
ﻬ Hemograma, bioquímica general y velocidad de sedimentación globular (VSG). Son pruebas de bajo
coste que permiten tener datos objetivos del estado general del paciente y de su estado inmunitario.
ﻬ Anticuerpos antinucleares (ANA), anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos (ANCA), anticuerpos
antifosfolípido. Los ANA pueden ser útiles si se sospecha una artritis idiopática juvenil, síndrome de
Sjögren, lupus eritematoso sistémico u otras conectivopatías. Los ANCA se pueden solicitar en el
contexto de una escleritis o una queratitis ulcerativa periférica, asociada o no a uveítis. Pueden ser de 2
tipos: anticuerpos alterados en la granulomatosis de Wegener (c-ANCA) y anticuerpos aumentados en
la panarteritis nodosa (p-ANCA).
ﻬ ECA y Lisozima. Pueden estar alteradas en la sarcoidosis, aunque ambas son poco específicas y su valor
es limitado.
ﻬ Antígenos de histocompatibilidad. HLA-A29 (coriorretinopatía en perdigonada o enfermedad de
Birdshot), HLA-B27 (espondilitis anquilosante, artritis reactiva o síndrome de Reiter, artritis psoriásica,
artritis asociada a EII), HLA-DR5 (artritis idiopática juvenil en su forma pauciarticular), HLA-B51
(enfermedad de Behçet). Un 50% de los pacientes con uveítis anterior tienen HLA-B27 positivo.
Además, su positividad confiere unas características especiales a la uveítis anterior aguda: edad de
comienzo más temprana, generalmente varones, recidivante con afectación ocular alternante, episodios
más intensos y mayor incidencia de complicaciones.
ﻬ Serologías específicas. Lues, VIH, toxoplasma, toxocara, rickettsia (fiebre Q), borrelia (enfermedad de
Lyme), brucella, leptospira, clamidia (artritis reactiva), virus herpes simple, virus Epstein-Barr,
citomegalovirus, etc. Las técnicas serológicas con mayor rentabilidad son las de sífilis y VIH. Otras,
deben valorarse en función de la sospecha diagnóstica en el contexto del cuadro ocular y sistémico.
ﻬ Tests cutáneos. La tuberculosis, histoplasmosis y coccidioidomicosis pueden ser identificados por estas
pruebas. El más utilizado es el test de Mantoux o PPD, que puede ser útil de cara a orientar hacia una
posible tuberculosis. Debe ser solicitado si existen síntomas pulmonares, exposición conocida, casos
refractarios con patrón compatible, radiografía de tórax sospechosa, cuadro ocular compatible con
tuberculosis, y siempre antes de administrar un tratamiento inmunosupresor de larga duración o
fármacos biológicos.
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