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Trabajo final de grado.

Montevideo, julio 2015.

VIOLENCIA EN EL NOVIAZGO
ADOLESCENTE.

Tutora: Prof. Adj. Julia Perea

Alexandra De León Gauna


4.380.657-2
2

ÍNDICE

Introducción……………………………………………………….....…………………………….3

¿Qué entendemos cuando hablamos de adolescencia?.....................................................5

Violencia……..……………………………………………………………………………………..6

¿Qué se entiende por noviazgo?.......................................................................................10

Violencia en el noviazgo…………………………………………………………………..........11

¿Existe relación entre el consumo de drogas y la violencia en el noviazgo?....................13

Estilos de amor y su relación con las formas de noviazgo……………………………...…..14

Importancia de la educación sexual………………………………………………….….……..16

Conclusiones……………………………………..………………………………………………19
3

RESUMEN

Este trabajo trata de la violencia en el noviazgo adolescente. El mismo fue realizado en


base a la lectura de diversas investigaciones llevadas a cabo en distintos países de
Latinoamérica y España.

Tiene como objetivo indagar sobre la violencia de género en las relaciones de noviazgo
adolescente. Y de modo más específico, identificar los tipos de violencia que predominan
en el noviazgo adolescente, contrastar las diferencias entre la violencia que predomina
en la pareja adulta y la pareja adolescente y determinar qué factores inciden o potencian
la violencia en este tipo de relación.

Se inicia el trabajo con una breve introducción sobre nociones de adolescencia para
poder ubicarnos en la temática, así como también algunas definiciones de violencia de
género y violencia doméstica, para luego centrarse en el noviazgo adolescente y las
formas de violencia que podemos encontrar en esta forma de vínculo.
Luego se manejan algunos factores, como el tipo de vínculo que vivieron en la interna de
sus hogares, y la influencia de la cultura en las formas de ver y aceptar el amor, que
pueden influir en esta problemática. Relacionando esto con la incidencia que puede tener
la educación sexual.
A lo largo del trabajo se van planteando diferencias con las relaciones violentas en
parejas adultas así como también se destacar en diversos estudios, que la violencia es
algo aprendido y que como tal puede ser modificado.

Palabras clave: Adolescencia, violencia, noviazgo.


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INTRODUCCIÓN
En Uruguay muere una mujer cada 15 días víctima de violencia doméstica, según cifras
oficiales del Ministerio del Interior.

Pensar el problema de la violencia de género cuando ya está instalado es como llegar a


un incendio cuando casi todo está quemado. Se debe trabajar en la prevención de la
violencia desde una visión holística, desde una perspectiva ecológica, socio cultural, que
nos involucre y nos incluya a todos y todas.

Claramente la mujer que llega a ser golpeada, o que llega a la muerte, no fue que de un
día para otro la relación se transformó. Esto es un proceso, que se inicia y crece
conjuntamente con la relación.

Como docente de secundaria, el compartir horas de convivencia con adolescentes, donde


se pueden observar las diversas formas de vincularse entre ellos y la naturalización con
la que aceptan ciertos grados de violencia, fue el desencadenante para realizar este
trabajo.

En el mismo se hace foco de la violencia en las relaciones de noviazgo adolescente,


planteándose como objetivo general indagar sobre la violencia de género en este tipo de
relaciones. Y a modo más específico se plantea

-Identificar los tipos de violencia que predominan en el noviazgo adolescente.

-Contrastar las diferencias entre la violencia que predomina en la pareja adulta y la


pareja adolescente.

-Determinar qué factores inciden o potencian la violencia en el noviazgo adolescente.

En Uruguay existen estudios sobre violencia de género, y violencia familiar, pero el


material específico sobre violencia en el noviazgo adolescente es muy reducido, lo cual
no significa que sea una temática con poca relevancia.

A diferencia de lo que se plantea anteriormente sobre la situación en Uruguay, América


latina cuenta con diversos estudios que aportan múltiples materiales sobre el tema
mencionado.

El trabajo comenzará delimitando algunas definiciones sobre adolescencia, violencia


doméstica y violencia de género, para luego ir introduciéndose en diversas
investigaciones que se han hecho en relación a la temática de violencia en el noviazgo
adolescente.
5

La información hallada pertenece a estudios realizados en España, Chile, El Caribe,


Panamá, California, México, Granada y Uruguay.

Los trabajados realizados en España tratan sobre violencia doméstica y violencia


centrada en la pareja, lo cual se complementa con investigaciones que se llevaron a cabo
en Uruguay. Por otro lado los trabajos de Esposito en Granada ponen énfasis en la
asimetría que existe entre las relaciones de mujeres y varones; esto es vinculado con
materiales de Panamá que tratan de los conocimientos, creencias y actitudes ante la
violencia en el noviazgo.

Posteriormente son utilizadas investigaciones del Caribe y de Chile, que plantean


factores que pueden influir en la violencia en la pareja adolescente, y se cierra el trabajo
con información perteneciente a estudios de Baja California, que tratan sobre la influencia
de la educación sexual.
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DESARROLLO
Antes de hablar de la violencia en el noviazgo adolescente, es necesario aclarar qué
entendemos por adolescencia o desde qué postura nos paramos para tratar dicha
temática.

¿Qué entendemos cuándo hablamos de adolescencia?

Hoy en día se plantea “la necesidad de hablar y concebir diferentes «adolescencias» y


«juventudes», en un amplio sentido de las heterogeneidades que se pueden presentar y
visualizar entre adolescentes y jóvenes. (Dávila, 2004, p.85)

Dávila (2004) extrae una cita donde se plantea que


El concepto de adolescencia es una construcción social. A la par de las intensas
transformaciones biológicas que caracterizan esa fase de la vida, y que son universales,
participan de ese concepto elementos culturales que varían a lo largo del tiempo, de una
sociedad a otra y, dentro de una misma sociedad, de un grupo a otro. Es a partir de las
representaciones que cada sociedad construye al respecto de la adolescencia, por tanto,
que se definen las responsabilidades y los derechos que deben ser atribuidos a las
personas en esa franja etaria y el modo como tales derechos deben ser protegidos (Ação
Educativa et al., 2002:7). (p. 88)

Tomando a Xóchitl, Sánchez, Robles (2013), que citan a Casullo (2004) quien expresa
que no se debe olvidar que
Durante la adolescencia se desarrollan la identidad y la independencia de vínculos con las
figuras parentales. Esto ocasiona la revisión de los patrones existentes en las
interacciones sociales, decrece el tiempo de permanencia con la familia y aumenta el que
se destina a los amigos y a las personas del otro sexo. Emergen las relaciones íntimas y
románticas y se establece el noviazgo, que representa un tipo nuevo de vínculos
horizontales y voluntarios, posibilitando el desarrollo socio-afectivo del individuo (p.213)

Aparece aquí una nueva forma de vínculo, tal como se menciona en la cita anterior, lo
cual se denomina noviazgo, e involucra otros patrones de conducta, un conocerse y
conocer a otro desde otro nivel. Es de destacar, que la cita anterior deja por fuera a las
relaciones de noviazgo entre personas del mismo sexo, lo cual empobrece en cierto
modo a dicha definición.

Es en ese momento, cuando comienzan a relacionarse con otra persona en esta forma
de relación que denominamos noviazgo, donde puede o no, darse el inicio del vínculo
patológico en una pareja. A lo que se alude con vínculo patológico en este trabajo, es a
las relaciones violentas; por esto es importante continuar con algunas citas de autores,
que aclaran a que nos referimos con violencia.
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Violencia

Rostagnol, et al (2009) define violencia como


“El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo,
contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas
probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o
privaciones.” (OPS/OMS, 2002, p127)

Muñoz (2014) por su parte toma una definición muy similar a la de Rostagnol, y diferencia
tres tipos de violencia, clasificados por la OMS (2002): “la violencia autoinfligida
(comportamiento suicida y autolesiones), la violencia interpersonal (violencia familiar, que
incluye menores, pareja y ancianos; así como violencia entre personas sin parentesco) y
la violencia colectiva (social, política y económica)” (p.27)

Se parte de estas definiciones más generales de violencia, para luego ir delimitando


hasta llegar al tema que nos compete que es violencia en el noviazgo, el cual podemos
ubicar dentro del tipo de violencia interpersonal; pero antes es importante explicar que se
entiende por violencia de género y violencia doméstica y la relación que estas tienen con
el noviazgo.

Expósito (2011) maneja la definición propuesta por la ONU en 1995, la cual define como
violencia de género a “todo acto de violencia sexista que tiene como resultado posible o
real un daño físico, sexual o psíquico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación
arbitraria de libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o privada”. (p.1)

De Martino (2012) toma la definición de Naciones Unidas (2006) la cual es más global,
ya que describe la violencia de género, la explicación de su génesis, así como los
objetivos de la misma. Plantea así que se entiende por este tipo de violencia a
Todas las formas mediante las cuales se intenta perpetuar el sistema de jerarquías
impuesto por la cultura patriarcal. Se trata de una violencia estructural que se dirige hacia
las mujeres con el objeto de mantener o incrementar su subordinación al género
masculino hegemónico.

Esta violencia se expresa a través de conductas y actitudes basadas en un sistema de


creencias sexista, que tienden a acentuar las diferencias apoyadas en los estereotipos de
género, conservando las estructuras de dominio que se derivan de ellos (ONU 2006).

“Existe actualmente un extendido consenso en destacar como una de las causas más
importantes de la violencia de género, las diferencias que todavía siguen existiendo entre
las mujeres y los hombres en estatus y poder” (Gerber, 1995) (Díaz, 2003, p.35)
8

En relación a esto, Díaz (2003) explica que si se logra igualar el poder entre grupos, las
relaciones entre los miembros suelen mejorar. Pero también expone, que cuando se trata
de igualar el poder entre hombres y mujeres, muchas veces se incrementa la violencia en
conjunto con el poder de la mujer. Es decir que al cambiar la posición de la mujer, o mejor
dicho, al manifestarse ciertas búsquedas de equidad, la forma de contrarrestar esto, es la
manifestación de diversos tipos de violencia desde el lugar masculino, en búsqueda de
mantener el lugar de poder.

De Martino (2012) diferencia la violencia doméstica como


Una de las formas de la violencia de género que se presenta en el ámbito doméstico que
se entiende como el espacio delimitado por las interacciones en contextos privados como
las relaciones de noviazgo, relación de pareja con o sin convivencia o los vínculos entre ex
parejas, por lo que no se refiere solamente al espacio físico del hogar. El objetivo es el
mismo, ejercer control y dominio sobre la mujer para conservar o aumentar el poder del
varón en la relación (p. 67)

Si observamos las definiciones planteadas por De Martino, ambas colocan a la mujer


como la víctima de la violencia, lo cual se adecúa más a la primera definición que trata de
violencia de género, pero quizás limita la segunda, que hace referencia a la violencia
doméstica, la cual no debe dejar de lado que hay otros integrantes en situación de
vulnerabilidad. Esto se describe en una forma más abarcativa, por De Martino, (2012) en
el artículo Algunas reflexiones en torno a la violencia doméstica a partir de la realidad
uruguaya, donde plantea que
La intervención de los movimientos feministas, decisiva para lograr una visualización y
para llevar a la luz pública lo que se consideraba destinado únicamente a la esfera
privada, no significa que estos grupos organizados de mujeres hayan identificado
necesariamente al sexo femenino como víctima y al masculino como victimario. (p. 58)

La autora plantea que la violencia domestica no se puede reducir a eso, sino que es un
problema social, es una forma de violencia donde el ejercicio y abuso de poder se da
sobre un grupo de menor poder relativo, como son los niños, los ancianos, mujeres,
inválidos, personas en extrema pobreza, etc.

De Martino explica que si problematizamos el binomio hombre/ mujer y violencia


doméstica, debemos revisar las categorías sexo, género y mujer. Ya que no son un hecho
natural sino una construcción social. Esto haría perder a la categoría varón como agresor
y mujer como víctima. “Queremos decir con ello que ser varón no explica la agresión y
que ser mujer no define de por sí ser víctima” (De Martino. M, 2012, p.66).
9

Por otro lado, Ruiz, Blanco y Vives (2003) plantean que


La violencia contra la mujer en la pareja es uno de los problemas de salud pública
actualmente más importante por su creciente incidencia y mortalidad. Aproximadamente,
un tercio de las mujeres de todo el mundo son víctimas y/o supervivientes de maltratos,
violaciones y asesinatos (p. 5)

Desde el marco jurídico legal, la Ley 17.514 del año 2002 de nuestro país, plantea que:
Artículo 2ª.- Constituye violencia doméstica toda acción u omisión directa o indirecta, que
por cualquier medio menoscabe, limitando ilegítimamente el libre ejercicio o goce de los
derechos humanos de una persona, causada por otra con la cual tenga o haya tenido una
relación de noviazgo o con la cual tenga o haya tenido una relación afectiva basada en la
cohabitación y originada por parentesco, por matrimonio o por unión de hecho. (p.67)

En el trabajo planteado por De Martino (2012), se busca una mirada del tema de la
violencia un poco polémica en relación a los enfoques de los movimientos feministas,
pero con el objetivo de complejizar la temática. En primer lugar plantea en relación a la
ley 17.514, que los movimientos feministas no están de acuerdo con que se ponga
persona en lugar de mujer. Ya que consideran que es una ausencia de la perspectiva de
género. Sin embargo, la autora explica que esto da una apertura, y una forma más
abarcativa de ver el problema, rompiendo el patrón heterosexual predominante. Por otro
lado también lleva a cuestionar cómo el hablar de violencia de género enfocado solo en la
violencia de hombres hacia mujeres es una reducción de la violencia doméstica.

Para la autora
La constitución y autoconstrucción de la mujeres en “víctimas” como actor colectivo ha
sido un logro del movimiento feminista, pero creemos que con el costo de parcializar la
problemática y con una débil asociación con otros universos de víctimas también en
situación de subordinación (p. 68)

Es a destacar el cuestionamientos que hace De Martino, ya que el hecho de centrarse en


la violencia ejercida sobre la mujer como único universo posible, puede dejar al
descubierto otra parte, donde la violencia puede ser ejercida hacia el varón, lo cual no es
de menor importancia. ¿O no es acaso violencia? ¿Lo que se busca es eliminar la
violencia hacia la mujer o eliminar la violencia?
Para un acercamiento a estas preguntas, traemos un trabajo de Rostagnol, et al (2009)
quien también se cuestiona esto y explica que
Por debajo de las evidencias de los golpes, las palizas, el menosprecio continúo, se
esparce la mayor violencia implícita en los actos de violencia doméstica a la que Rita
Segato denomina “violencia moral” para distinguirla de la física y de la psicológica.(p.24)
10

“La violencia moral […] se disemina difusamente e imprime un carácter jerárquico a los
menores e imperceptibles gestos de las rutinas domésticas –la mayor parte de las veces lo
hace sin necesitar de acciones rudas o agresiones delictivas, y es entonces cuando
muestra su mayor eficiencia. Los aspectos casi legítimos, casi morales y casi legales […]
para la sustentación jerárquica del sistema.” (Segato, 2003:114) (p.24)

La violencia moral se puede producir sin violar ninguna ley, lo que colabora para que
pase desapercibida. Está tan naturalizada que incluso, tanto hombres como mujeres que
la ejercen, pueden no ser conscientes de hacerlo.

Pero no se puede dejar de lado las diferencias de género, que aun hoy en día, colocan a
la mujer en un lugar de inferioridad, patrimonio que se sigue heredando de la cultura
patriarcal.

Expósito (2011) en su trabajo explica, que las diferencias de poder de un género sobre
otro, ampara las formas de actuar en las relaciones, poniendo a los varones como
protectores de las mujeres a cambio de que estas sean obedientes y sumisas. Esto los
coloca en una posición de control, pero desde una óptica sutil, que dificulta su detección,
así como también obstaculiza las reacciones de rechazo por parte de quien es afectado.

El agresor no tiene un único patrón que lo caracterice, señala Expósito, pero se puede
inferir que el elemento en común en los agresores masculinos es su condición de varón,
así como también algunos rasgos comunes son: responsabilizar a sus parejas,
colocándose ellos en el lugar de víctimas, lo que hace que se escuche con frecuencia
frases como “ella me provoca”, “ella saca lo peor de mí”.

En el trabajo que plantean Ruiz. Blanco y Vives, se hace hincapié en pensar las causas
de la violencia en la pareja desde una perspectiva de multinivel, donde se haga un
enfoque ecológico integrado, tomando en cuenta lo familiar, lo individual, lo comunitario y
lo sociocultural. Sin olvidar que “la violencia es un comportamiento aprendido a lo largo
de la vida del ser humano (Baron y Byrn, 2005)” (Muñoz, 2014, p. 27)

Rostagnol, et al (2009) menciona que


Según estudios realizados en el país, en “39% de hogares uruguayos, niños, niñas y
adolescentes sufren algún tipo de maltrato.
(…)Existen conexiones cercanas entre las diferentes formas de violencias que permea
nuestra sociedad –por ejemplo presenciar actos de violencia en el hogar, o sufrirlos– que
puede condicionar a niños, niñas o adolescentes de modo que consideren luego la
violencia, como la forma adecuada de resolver los conflictos y problemas (p. 126)
11

“La violencia se aprende durante la niñez y los patrones de la misma suelen establecerse
en los primeros años de vida y se mantienen durante la adolescencia y la adultez”
(Rostagnol, et al, 2009, p 126)

Siguiendo esta conceptualización algunos autores platean que “la violencia doméstica no
es el resultado de casos inexplicables de conducta desviada o patológica. Por el
contrario, es una práctica aprendida, consciente y orientada, producto de una
organización social estructurada sobre la base de la desigualdad entre hombres y
mujeres” (Ruiz, Blanco y Vives, 2003, p.5)

Expósito parafrasea a Bonino, psiquiatra que estudia la condición masculina, el cual


afirma que existe un micromachismo que hace más compleja la detección del maltrato;
este término hace alusión a las maniobras que utilizan los varones, que han sido
naturalizadas y que son aceptadas por las mujeres.

“Con frecuencia nos preguntamos como una mujer puede permanecer en una relación de
maltrato. La respuesta es multidimensional” (Expósito, 2011, p. 24)
Muchas están socializadas en la aceptación de patrones abusivos sin ser conscientes de
ello por tratarse de un fenómeno cultural, plantea la autora.

Expósito (2011) escribe


Las mujeres invierten mucho tiempo y apego emocional en sus relaciones para conseguir
compromiso, seguridad y estabilidad. Cuando empiezan a experimentar abuso, aparecen
dudas que pueden provocar conflictos en sus decisiones, es entonces cuando se plantean
cuanto control tienen en la relación (p. 24)

¿Qué se entiende por noviazgo?

“Una creencia socialmente aceptada por generaciones es que el noviazgo es la época


ideal de una pareja, en la que se vive cada momento con intensidad, alegría y pasión”.
(Xóchitl, Sánchez, Robles, 2013, p 210)

Estos autores sostienen que el noviazgo es una relación formada por dos individuos los
cuales se atraen y experimentan amor; a través de esta se conocen, salen, se tratan e
intercambian sentimientos y caricias.

Xóchitl, Sánchez, Robles, (2013) citan a Domínguez, García, Moreno, Zúñiga & Torres
(1998) expresan que el noviazgo tiene como finalidad cultivar y conocer la capacidad
propia de dar y recibir afecto. También explican que es un momento para conocer y
tolerar a alguien que es similar o diferente en diversas áreas. Los autores traen a colación
12

estudios en Chile, los cuales revelan que tanto en varones como en mujeres, el estar
enamorado se vincula con el pensar mucho en la persona que les gusta y las ganas de
permanecer tiempo juntos.

Violencia en el noviazgo adolescente.

Luego de haber realizado algunas especificaciones sobre qué concepción de adolescente


se manejará y haber planteado diversas nociones de violencia, se llevará a cabo la
interconexión de ambas temáticas. Para esto se realizó una búsqueda bibliográfica de
algunas investigaciones en diversos países.

En Panamá al igual que en Uruguay, no se cuenta con muchos estudios sobre violencia
en el noviazgo adolescente. La investigación realizada por Muñoz (2014), tomó como
muestra a 33 estudiantes mujeres de Panamá entre 17 y 18 años y buscó caracterizar las
creencias y actitudes en relación al comportamiento violento en las relaciones de pareja.

Estudios previos en dicho país indicaron que el 77% de la población femenina, de


jóvenes entre los 18 y 25 años, han presentado indicios de violencia en sus relaciones
(Barrios, 2007) (Muñoz, 2014, p. 28)

Muñoz cita el estudio llevados adelante por Barrios (2007) en la ciudad de Panamá, el
cual mostró que aproximadamente un 20% de las estudiantes ubicadas en la franje etaria
de 18 a 25 años, se encontraban en una relación de abuso, y un 10% en una relación de
abuso severo. También surgió de dicha investigación que un número importante de
estudiantes en Panamá se encuentra en una relación con algún grado de violencia
identificada.

Posteriormente el trabajo de Muñoz se sitúa en los resultados de una investigación


realizada en el 2013, sobre tipos de violencia en el noviazgo adolescente. De esta se
obtiene que la mayoría de las estudiantes entrevistadas tienen actitudes que van en
contra de la violencia de género en la relación de noviazgo, no han sufrido violencia física
en dicha relación, y la mayoría mantienen una relación de respeto. Pero en relación a la
comunicación plantean que se sienten incomodas de comunicar sus metas a sus parejas
o de expresar como se sienten, así como también que le mienten para evitar tener
problemas.

Ese resultado deja como clara interrogante ¿hasta dónde se entiende y se es consciente
de las diversas dimensiones de la violencia?

Un porcentaje importante de estas estudiantes manifiesta no sentirse capaz de


abandonar la relación de noviazgo cuando lo desea. Muchas de estas adolescentes
13

afirmaron que su pareja las ha amenazado con dejarlas si no hacen lo que la pareja
quiere, así como también el haber recibido chantajes de parte de la misma. Otras
confiesan haber sufrido burlas y humillaciones por parte de su pareja en cuanto a la
apariencia física.

El mayor déficit que se encontró en esta investigación de Panamá está dado en la


comunicación de la pareja, ya que en la entrevista las jóvenes expresan tener miedo de
hablar con las mismas, y por tal motivo llegan hasta el extremo de prolongar relaciones
antes de enfrentar un dialogó. Así como también evitan plantear sus metas y no se
atreven a comunicar la forma en que se sienten, debido a este mismo temor. Lo cual no
es entendido por las adolescentes como un problema de violencia.

“Es posible que esta dificultad en la comunicación de afectos sea aprendida desde los
patrones culturales encontrados en nuestra sociedad” (Martínez, Leis & Terán, 2012).
(Muñoz, 2014, p.32)

Por otro lado varias estudiantes panameñas manifestaron sufrir control o abuso
psicológico, pero muchas veces lo confunden con demostraciones de amor, lo cual tiene
una trama socio-cultural y es reforzado por el aprendizaje intergeneracional. Esto es lo
que Expósito explicaba con el término micromachismo extraído de Bonino (s.a.), ese
control que se ejerce desde una manera sutil, al punto de no ser cuestionado y aún más
grave, es socialmente aceptado

Los datos recogidos en la investigación de Muñoz (2012), indican que “la violencia
psicológica es más común que la física en las relaciones de pareja adolescentes e
incluso, parece existir mayor tolerancia frente a esta en vista de que muchas
adolescentes no consideraban el abuso psicológico y emocional como violencia” (p. 32)

Las personas que sufren violencia desde o durante la infancia tienen tendencia a
desarrollar problemas de autoestima, dificultades en las relaciones sociales, aislamiento,
inseguridad, y está el riesgo de que en su vida adulta sean víctimas de violencia
doméstica.

Estudios que se realizaron en Chile en 1997 y 2011 mantienen similares porcentajes en


los tipos de violencia en el noviazgo. En ambos se visualiza en primer lugar la psicológica
seguida de la violencia física.

En su trabajo, se afirma que la violencia “se transmite generacionalmente a través de


creencias que surgen en el seno de las familias (Losso, 2001)” (Muñoz, 2014, p.27)
14

Muñoz (2014) expresa


Considerando los estudios realizados por la OMS, podemos decir que la violencia está
asociada a una serie de creencia, mitos y tradiciones las cuales van alimentando las
diferencias y estereotipos de género. Aunado a esto, el creciente aumento de la violencia
en el ámbito social, familiar y cultural ha influido en la percepción haciendo de esta un acto
aceptado y común en la vida de los adolescentes y sus familias. (p.28)

Rostagnol, et al, ( 2009) explica que en relación a la violencia en la pareja, ésta comienza
en las primeras relaciones, es decir en las relaciones de noviazgo, es allí donde se
observan las primeras manifestaciones.

En base a esto Rostagnol, et al (2009) sostiene


La prevención de la violencia debe comenzar a implementarse lo más temprano posible en
el desarrollo de las vidas de los adolescentes; ya que la forma como se presentan las
relaciones en el noviazgo es un primer indicio de las relaciones de parejas (p.126)

Estudios de Saldivia y Vizcarra (2012), en jóvenes y adolescentes, muestran una


diferencia importante con la violencia en parejas adultas, la violencia en el noviazgo
adolescente se caracteriza por ser bidireccional, es decir que es ejercida por ambos
miembros, de uno hacia otro, ya que hay una mayor equidad de poder, debido a que no
hay una dependencia económica ni cohabitación.

¿Existe relación entre el consumo de drogas y la violencia en el noviazgo?

Saldivia y Vizcarra (2012) mencionan que en un estudio realizado en Chile, en una


muestra de 250 estudiantes, se observó una relación directa entre el consumo de
drogas y la violencia en la pareja.

En el 2009 se obtuvieron las siguientes cifras en relación a la violencia en el noviazgo: un


16,9% de los jóvenes chilenos encuestados dice haber pasado por episodios de violencia
psicológica en su pareja actual, 7,7 % violencia física y un 0,8 % violencia sexual.

“El consumo de drogas ha sido categorizado como un factor de riesgo en la victimización,


ya que altera el juicio de realidad e impide reconocer y evitar situaciones de peligro,
especialmente en casos de agresiones sexuales” (Fosheeetal, 2007; Hernando, 2007;
Vézina & Hébert, 2007) (Saldivia y Vizcarra, 2012, p.48)
Pero este consumo de drogas, plantean los autores, también puede ser mirado como una
consecuencia de la violencia en el noviazgo de parejas jóvenes.

Al enfocarse en factores individuales Ruiz, Blanco y Vives plantean el alcoholismo como


un factor importante en la violencia doméstica, pero se deja en claro que si bien el
15

consumo de alcohol aumenta la frecuencia y gravedad de la violencia, no significa que


todo alcohólico sea violento, ni que todo violento sea alcohólico.

Saldivia y Vizcarra (2012) afirman


… es necesario señalar que la relación entre el consumo de drogas y la violencia en el
noviazgo no se expresa en una relación causa – efecto, sino como parte de un complejo
fenómeno multicausal, existiendo en la base de ambos fenómenos, factores comunes que
influyen en la aparición y mantención de ambas problemáticas. (p.48)

La relación que se observa en esta investigación entre el consumo de drogas y violencia


física y psicológica, resulta similar con investigaciones realizadas en otros países según
plantean González, 2008; Guzmán et al., 2009; Muñoz-Rivas et al., 2010, en el trabajo de
Saldivia y Vizcarra (2012)

Las autoras plantean que


A mayor consumo (moderado a severo), se observará una mayor violencia, asociación que
se fundamentaría en el hecho de que el consumo de alcohol y otras sustancias altera la
percepción de los patrones de interacción y comunicacionales en la pareja, por lo que es
más probable que surjan comportamientos violentos. (p. 48)

Pensado desde el lado de la víctima también hay una relación con el consumo, ya que las
sustancias alteran el juicio de realidad, impidiendo así reconocer situaciones de peligro, lo
cual disminuye las conductas de autoprotección, dejando más vulnerable a la víctima
ante una situación de violencia, especialmente física y sexual, lo cual fue corroborado en
el estudio llevado a cabo por Foshee et al., 2007; González, 2008; Guzmán et al., 2009;
Vézina & Hébert, 2007, el cual es citado por Saldivia y Vizcarra (2012).

Estilos de amor y su relación con las formas de noviazgo.

En el trabajo Relaciones entre estilos de amor y violencia en la adolescencia, los autores


citan a Lee 1988, quien plantea tres estilos de amor primarios; Eros o pasional, Storge o
amistoso, y Ludus o aventurero. Y tres secundarios que son en base a la combinación de
estos. Pragma o pragmático – racional, Ágape o altruista – protector, y Manía u obsesivo–
posesivo.

El Eros sería el amor romántico, donde hay comunicación fluida y la atracción emocional
y física son esenciales. El Storge valora un compromiso que perdure en el tiempo, y por
último, en el Ludus, el amor se toma como un juego para disfrutar, donde se vive más el
aquí y ahora. Dentro del grupo de los estilos secundarios, es estilo Manía, es un amor
posesivo y dependiente, donde se observan celos y constante miedo de pérdida. El estilo
16

Pragma es práctico, se busca una pareja que comparta características comunes. Y el


Ágape, expresa un amor agradable e intenso que se interesa por el bien del otro. Estos
estilos de amor varían dependiendo de aspectos socio-culturales, así como la edad y el
género de la persona.

Claramente podemos vincular el estilo Manía con las relaciones de noviazgo donde se
observan patrones de conducta violentos, pero ¿qué pasa con el famoso “aceptar todo
por amor”?, donde se observa una idealización del romanticismo, que se transmite en
películas, canciones, poemas y cultura en general. Es importante observar y cuestionar
la relación que puede existir entre el estilo romántico, es decir el Eros, y el vínculo que
este puede tener con la violencia. En varias culturas predomina el amor romántico y los
mitos asociados a él, lo cual puede favorecer a mantener la violencia en la pareja. Una
visión basada en lo romántico puede llevar a uno de los integrantes (mayoritariamente a
las jóvenes) a tolerar una relación asfixiante, que la somete a control con el prejuicio de
que es para proteger y cuidar. Es en este tipo de amor donde el micromachismo cumple
su misión, donde se justifican los celos, y se confunde la persecución con cuidado.

El amor obsesivo muchas veces se manifiesta con conductas violentas, es común que en
la adolescencia se interpreten ciertas conductas violentas como juegos, o formas de
mostrar afecto. Esto también se debe a que lo tienen naturalizado, ya que generalmente
esto fue tomado como modelo de la pareja de sus padres. Muchas veces la violencia en
el noviazgo está relacionada con situaciones de violencia desde la niñez.

Es posible, dice Xóchitl, Sánchez y Robles (2013), que la violencia se vea aumentada en
el noviazgo adolescente debido a que tienen poca experiencia en las relaciones de
pareja, y en estas primeras relaciones se buscan situaciones ideales y fantasiosas ,
quedando de lado la relación entre la situación amorosa y como resolver los conflictos.
Sin dejar de lado que las conductas violentas muchas veces han sido naturalizadas
desde la interna de los hogares y las parejas que tienen como referentes.

Los autores mencionan materiales aportados por Kú y Sánchez (2006), quienes


realizaron estudios para ver la conexión entre la violencia que se ejerce y se recibe en las
fases del amor pasional (Eros). Y observaron que las personas que son violentadas se
enamoran más que aquellas que ejercen violencia. Las personas que ejercen la violencia
suelen vivir el amor desde algo obsesivo y desesperado.

El trabajo sobre estilos de amor, plantea que si pensamos las relaciones desde estos
modelos, podemos decir que en aquellas donde predomina el tipo de amor Eros, el amor
romántico, hay factores que favorecen la violencia, debido a los mitos que vienen
asociados al mismo, tales como: todo se perdona por amor; así como también en las que
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predomina el estilo Manía hay más posibilidad de que ejerza violencia uno de los
miembros, el cual considera tener el derecho de poseer a la otra persona.

En una muestra de 105 mujeres y 93 hombres del estado de México, realizada por
Xóchitl, Sánchez y Robles (2013),entre las edades 13 y 15, se observó que hay más
relación entre los estilos de amor y la violencia recibida, que entre los estilos de amor y la
violencia ejercida por uno de los miembros de la pareja.

Storge y Eros son los estilos que se observaron en dicha investigación, como
predominantes en adolescentes. Esto concuerda con investigaciones en adultos, pero
hay una notoria diferencia con el estilo Manía, el cual en adultos ocupa el tercer lugar y
en adolescentes el último. Esto puede deberse a que en esta etapa no se vive una
relación tan profunda como para convertirse en un amor obsesivo y posesivo según
plantean Xóchitl, Sánchez y Robles (2013).

En esta misma investigación, la cual fue realizada en México, los autores plantean que
las adolescentes expresan que el amar pasa por buscar siempre el bien del otro, incluso
dejando de lado sus deseos o necesidades propias, esto nos habla de un modelo de
mujer sacrificada, de madre sufrida, modelo que es adoptado por las mujeres desde
edades muy tempranas, dejándolas en un lugar de vulnerabilidad e inferioridad.

Desde el lado de los adolescentes varones, quiénes colocan la sexualidad y el amor en


un lugar de juego, puede darse también situaciones de violencia, donde se comienza con
un juego y luego se percibe como actos violentos. Esto muchas veces está relacionado a
que los varones tienen tendencia al juego de manos entre pares y el iniciar una relación
con una chica del mismo modo parece lo normal, hasta que en un momento se comienza
a sentir cierta incomodidad. De todas formas la violencia física es menor que la violencia
psicológica.

Importancia de la educación sexual.

“Estudios realizados sobre violencia en general, reflejan que la exposición a modelos


violentos, especialmente durante la infancia y la adolescencia, conduce a la justificación
de la violencia y ambas condiciones incrementan considerablemente el riesgo de
ejercerla.” (Díaz, 2003, p.34)

Pero la autora también plantea que si bien los datos recaudados en investigaciones,
aportan que los adolescentes que recibieron o reciben castigos físicos en el ámbito
familiar tienen mayor tendencia a ejercer violencia en su pareja, también se ha detectado
que hay características que pueden promoverse a través de la educación, con el fin de
romper esta trágica cadena.
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Díaz, 2003, fundamenta lo que se plantea anteriormente por medio de la siguiente cita,
En la adolescencia, etapa dedicada de forma prioritaria a la construcción de una identidad
propia, y diferenciada, puede incrementarse la capacidad para modificar los modelos y
expectativas básicos desarrollados con anterioridad, gracias a una nueva herramienta
intelectual de extraordinaria utilidad: el pensamiento formal, que permite un considerable
distanciamiento de la realidad inmediata, imaginar todas las posibilidades y adoptar como
punto de partida del pensamiento lo ideal, lo posible. (p.35)

Esto nos lleva a otra forma de ver una misma realidad, a plantear otra forma de pensar y
de actuar frente a la temática de violencia en la pareja. Por un lado se nos plantea la
posible génesis de dicha violencia, pero por otro lado, se deja entrever que el presente
no está predeterminado, que no todo está escrito en base a lo que ocurrió, sino que hay
formas de intervenir en las conductas y emociones, y es aquí donde se fundamenta la
importancia de la educación sexual.

Fernández (2014) plantea la relación posible entre la violencia en la pareja adolescente y


la falta o carencia de educación sexual. Explica en su trabajo, que la educación sexual ha
sido reprimida y dejada de lado en los sistemas educativos, y esto conlleva al aumento de
enfermedades de transmisión sexual, el embarazo adolescente y también el incremento
de la violencia en el noviazgo anexado a la naturalización de la misma. En relación a esto
último, resalta la importancia de intervenir en dicha etapa, ya que esta impactará en los
años subsiguientes de la persona, donde puede establecerse la violencia como
denominador común.

Fernández (2014) hace alusión a algunos datos recaudados por Muñoz-Rivas y


colaboradores en el 2007, que mostraban una frecuencia muy alta de conductas verbales
ofensivas entre varones y mujeres de España, en las edades de 16 a 20 años.
La autora muestra en su trabajo, datos obtenidos en Colombia, donde las cifras
presentan que adolescentes y jóvenes adultos informaron a cerca de algún acto de
violencia en la pareja sin diferencias significativas entre mujeres y varones.
La autora sostiene como importante resaltar que la población de 15 a 24 años es la de
mayor fragilidad ante la violencia emocional, sin quitar importancia a la violencia física.
En dicho trabajo se recaudó como información a destacar, que casi un tercio de las
mujeres que sufrieron violencia en su pareja, manifestaron que si recibieron golpes en su
casa, esto es algo interno de la pareja y no debe salir de allí; así como también un
porcentaje importante consideraba que la mujer debe obedecer al hombre, justificando de
este modo la violencia. Lo cual muestra una naturalización desde la propia mujer que es
víctima de violencia.
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Esta “naturalización” de la violencia se ve aún más marcada cuando se trata de violencia


sexual, ya que no es siquiera pensada o analizada como tal. Casi la mitad de los jóvenes
que fueron entrevistados en el trabajo de Fernández (2014), manifiestan no considerar
esto un tipo de violencia, sino como algo que es parte de la pareja.

Para pensar desde otra perspectiva dicha temática, a continuación se plantea una
definición de sexualidad: “La sexualidad humana involucra mucho más allá de la
genitalidad y de la reproducción. Es una construcción social relacionada con las múltiples
e intrincadas maneras en que nuestras emociones, deseos y relaciones se expresan en
la sociedad en que vivimos (Montero, 2011, p. 250)” (Fernández, 2014, p. 86)
“Significa entonces poder sentir y expresar el placer y disfrutar de las relaciones sexuales
deseadas y responsablemente escogidas, sin que impliquen un riesgo psíquico ni físico
para la salud. Así como tener acceso a la educación sobre estos tópicos (OMS, 1995;
Montero, 2011).” (Fernández, 2014, p. 87)
En las conclusiones de dicho trabajo se resalta como algo fundamental el hecho de
trabajar en la desnaturalización de la violencia, principalmente en las parejas de jóvenes
y adolescentes, donde se deje ver que la identidad masculina no pasa por el maltrato ni
por negar emociones. Para esto es importante una educación sexual que actúe en la
formación integral del individuo, favoreciendo actitudes que permitan la equidad el
respeto, igualdad y diversidad.

Díaz (2003) comparte esta visión y sostiene que es importante trabajar en educación
secundaria la temática del sexismo para prevenir y combatir la violencia de género,
planteándolo desde una perspectiva que potencie cambios conductuales, cognitivos y
afectivos.

Para que esta tarea se lleve a cabo, debe estar acompañada de políticas públicas,
instituciones científicas y la comunidad.

Rostagnol, et al (2009) cita a Facio y Fries (1999:41) quienes señalan que


“En el ámbito de las políticas públicas hay una tendencia creciente a crear políticas de
género cuando en la práctica se trata de políticas dirigidas a mujeres que dejan intactas
las estructuras y relaciones entre los géneros. Una política de género necesariamente
tiene que tener como finalidad la superación de la desigual valoración y el desigual poder
entre los géneros. De esta manera las políticas públicas de género no necesariamente
deberían referirse exclusivamente a las mujeres, en tanto el sistema de género es un
sistema relacional que involucra a los varones” (p.23)
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CONCLUSIONES

Para esta etapa final del trabajo, que consiste en las conclusiones que se pueden sacar
del mismo, considero apropiado volver a traer los objetivos planteados en el inicio del
proceso.

El objetivo general plantea indagar sobre la violencia de género en el noviazgo


adolescente. Y a modo más específico
-Identificar los tipos de violencia que predominan en el mismo.
-Contrastar las diferencias entre la violencia que predomina en la pareja adulta y la
pareja adolescente.
-Determinar qué factores inciden o potencian la violencia en el noviazgo adolescente

Hoy en día la violencia de género es un tema que no es ajeno a la realidad de nuestro


país, y específicamente en lo que refiere a violencia física, muchas mujeres mueren año
a año víctimas de este flagelo social. Si bien, es necesario trabajar en la violencia de la
pareja adulta, considero que es llegar tarde al problema. Podemos tener diversas formas
para combatir el problema, como por ejemplo las tobilleras electrónicas para rastrear a
los agresores, pero esto no combate el problema de raíz. La violencia en la pareja
comienza en las relaciones de noviazgo, he aquí el porqué de la elección de mi tema.

La violencia deja huellas múltiples en la persona, y como ya se sabe, no necesitan ser


marcas físicas. La violencia psicológica y sexual también lastima y destruye la autoestima
de quien la sufre y no es de menor importancia, pero quizás si es más difícil de visualizar
a nivel social, ya que diversos actos y diversas conductas pasan desapercibidas debido a
lo que se explica en el trabajo como micromachismo.

En el noviazgo adolescente predomina la violencia psicológica por encima de los otros


tipos de violencia, es importante detectarlo, para poder trabajar sobres esto, y no permitir
que se instale esta forma patológica de relacionamiento. El problema está, en que si bien
hemos avanzado como sociedad en el análisis de esta temática, aun pasa desapercibido
miles de actos, situaciones y conductas que son violencia.

Además del tipo de violencia que predomina en esta etapa, algo a destacar es que la
gran diferencia que se manifiesta con la violencia en la pareja adulta, es el hecho de que
en la adolescencia la violencia es bidireccional, ¿qué significa esto?, que no
necesariamente la joven es la víctima de violencia, sino que en muchos casos ambos se
manejan en una relación violenta. Tomando al otro como posesión, manipulando,
desvalorizando y controlando todo lo que hace.
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Claramente diversos autores dejan en claro que la violencia es algo aprendido, que se
instaura y que está en estrecha relación con lo que se vivió a la interna de la familia, las
huellas que dejan en un niño , adolescente, que luego será un adulto, todas aquellas
situaciones que se vivieron en su hogar.

Sin embrago desde una mirada más esperanzadora del tema, nos encontramos con que
sí pueden existir soluciones, pero para eso es necesario la intervención. Y no se puede
dejar de lado la importancia de la educación sexual para potenciar el pensamiento crítico,
una visión diferente, aperturas de cabezas que logren ser más libres y responsables.

Otro factor importante que tiene relación con la violencia, es el consumo de drogas, lo
cual se maneja en este trabajo en base a investigaciones realizadas en Chile. Si bien no
significa que quien consume es violento, si se deja en claro que la acción de diversas
sustancias en nuestro sistema nervioso, puede dejar en situación más vulnerable a la
víctima, como en una postura más violenta a quien ejerce violencia. Y también aporta
dicha investigación que muchas veces el consumo está relacionado con la violencia, pero
no en relación al consumo y aumento de la violencia, sino en el después de vivir un acto
de violencia, ya que muchas víctimas suelen refugiarse en sustancias para olvidar lo
vivido.

Otro factor que influye a la hora de pensar en relaciones patológicas, es la forma de ver
el amor y las relaciones de pareja por parte de la sociedad, ya que esto puede llevar a
que se naturalice y se haga invisible a la violencia. Poder diferenciar entre el cuidado y lo
obsesivo, la persecución, la inseguridad, el control. Se debe estimular y potenciar formas
de relacionarse desde el respeto, el cuidado, la confianza, hacia el otro y hacia uno
mismo.

La televisión, el cine, las novelas, los comerciales, las canciones y un sinfín de cosas
enmascaran diversos tipos de violencia, y es aquí donde el rol de la educación sexual
cobra importancia. La educación y la sensibilización son herramientas para generar
personas libres.

Si pensamos desde lo que plantea la autora Sagato (2003) como violencia moral, es
importante destacar que en su planteo no deja por fuera ni a varones ni a mujeres, ya que
ambos son parte de una sociedad que impone ciertos mandatos de acuerdo al sexo, que
claramente pueden generar violencia y violentar las libertades de las personas más allá
de que estas sean varones o mujeres.

No debemos perder de vista que si flechamos la temática en violencia ejercida por


hombres sobre mujeres, dejamos por fuera todo un universo de parejas homosexuales, lo
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cual también estaría hablando de cierta discriminación, que en cierto punto también
puede ser entendida como violencia.

Considero que como sociedad debemos pensar y plantearnos si lo que queremos es


combatir la violencia hacia la mujer o si lo que queremos es una sociedad sin violencia, la
cual incluye a todas las personas sin importar el sexo.

Trabajar la temática violencia no colocando a la mujer como víctima, sino haciendo foco
en la violencia en sí. No dejando de lado la violencia que también puede sufrir un varón,
que si bien en las estadísticas no aparecen muertes por violencia doméstica, no deja de
ser importante la violencia psicológica, sexual o física que este puede sufrir.
Enfocándome en la temática planteada en mi trabajo, de violencia en el noviazgo
adolescente, que tal como se plantea, en esta etapa evolutiva la violencia suele ser
bidireccional, creo sumamente importante deconstruir ciertos estereotipos que colocan al
varón únicamente en el lugar de victimario, porque con posturas rígidas no podemos
esperar grandes cambios. La flexibilidad se debe dar desde una mirada crítica, dejando
de lado estereotipos y escuchando a varones y mujeres, y de esta forma analizar con
ellos diversas situaciones, y construyendo nuevas miradas que también den la posibilidad
de analizar y actuar cuando un varón está siendo víctima de violencia.

La adolescencia es una de las etapas evolutivas del ser humano, que se caracteriza por
ser crítica, por buscar nuevas formas de pensar y de identificarse. Podemos decir que es
un momento clave para trabajar sobre la violencia. Fomentar el pensamiento crítico en
relación a la temática, potenciar personas pensantes, que se cuestionen los entramados
sociales que invisibilizan la violencia y estimular a relaciones basadas en vínculos sanos.

¿Por qué trabajar con el noviazgo adolescente? Porque ahí inician las primeras
relaciones de pareja, y es en ese momento evolutivo que la psiquis del ser humano
cuenta con herramientas suficientes para generar cambios, donde el cerebro se
encuentra con su mayor capacidad de plasticidad, es ahí, justamente ahí donde podemos
potenciar otra forma de vincularse, incluso en aquellos que hasta ahora conocían la
violencia como algo normal en el relacionamiento.
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