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VIOLENCIA EN EL NOVIAZGO
ADOLESCENTE.
ÍNDICE
Introducción……………………………………………………….....…………………………….3
Violencia……..……………………………………………………………………………………..6
Violencia en el noviazgo…………………………………………………………………..........11
Conclusiones……………………………………..………………………………………………19
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RESUMEN
Tiene como objetivo indagar sobre la violencia de género en las relaciones de noviazgo
adolescente. Y de modo más específico, identificar los tipos de violencia que predominan
en el noviazgo adolescente, contrastar las diferencias entre la violencia que predomina
en la pareja adulta y la pareja adolescente y determinar qué factores inciden o potencian
la violencia en este tipo de relación.
Se inicia el trabajo con una breve introducción sobre nociones de adolescencia para
poder ubicarnos en la temática, así como también algunas definiciones de violencia de
género y violencia doméstica, para luego centrarse en el noviazgo adolescente y las
formas de violencia que podemos encontrar en esta forma de vínculo.
Luego se manejan algunos factores, como el tipo de vínculo que vivieron en la interna de
sus hogares, y la influencia de la cultura en las formas de ver y aceptar el amor, que
pueden influir en esta problemática. Relacionando esto con la incidencia que puede tener
la educación sexual.
A lo largo del trabajo se van planteando diferencias con las relaciones violentas en
parejas adultas así como también se destacar en diversos estudios, que la violencia es
algo aprendido y que como tal puede ser modificado.
INTRODUCCIÓN
En Uruguay muere una mujer cada 15 días víctima de violencia doméstica, según cifras
oficiales del Ministerio del Interior.
Claramente la mujer que llega a ser golpeada, o que llega a la muerte, no fue que de un
día para otro la relación se transformó. Esto es un proceso, que se inicia y crece
conjuntamente con la relación.
DESARROLLO
Antes de hablar de la violencia en el noviazgo adolescente, es necesario aclarar qué
entendemos por adolescencia o desde qué postura nos paramos para tratar dicha
temática.
Tomando a Xóchitl, Sánchez, Robles (2013), que citan a Casullo (2004) quien expresa
que no se debe olvidar que
Durante la adolescencia se desarrollan la identidad y la independencia de vínculos con las
figuras parentales. Esto ocasiona la revisión de los patrones existentes en las
interacciones sociales, decrece el tiempo de permanencia con la familia y aumenta el que
se destina a los amigos y a las personas del otro sexo. Emergen las relaciones íntimas y
románticas y se establece el noviazgo, que representa un tipo nuevo de vínculos
horizontales y voluntarios, posibilitando el desarrollo socio-afectivo del individuo (p.213)
Aparece aquí una nueva forma de vínculo, tal como se menciona en la cita anterior, lo
cual se denomina noviazgo, e involucra otros patrones de conducta, un conocerse y
conocer a otro desde otro nivel. Es de destacar, que la cita anterior deja por fuera a las
relaciones de noviazgo entre personas del mismo sexo, lo cual empobrece en cierto
modo a dicha definición.
Es en ese momento, cuando comienzan a relacionarse con otra persona en esta forma
de relación que denominamos noviazgo, donde puede o no, darse el inicio del vínculo
patológico en una pareja. A lo que se alude con vínculo patológico en este trabajo, es a
las relaciones violentas; por esto es importante continuar con algunas citas de autores,
que aclaran a que nos referimos con violencia.
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Violencia
Muñoz (2014) por su parte toma una definición muy similar a la de Rostagnol, y diferencia
tres tipos de violencia, clasificados por la OMS (2002): “la violencia autoinfligida
(comportamiento suicida y autolesiones), la violencia interpersonal (violencia familiar, que
incluye menores, pareja y ancianos; así como violencia entre personas sin parentesco) y
la violencia colectiva (social, política y económica)” (p.27)
Expósito (2011) maneja la definición propuesta por la ONU en 1995, la cual define como
violencia de género a “todo acto de violencia sexista que tiene como resultado posible o
real un daño físico, sexual o psíquico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación
arbitraria de libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o privada”. (p.1)
De Martino (2012) toma la definición de Naciones Unidas (2006) la cual es más global,
ya que describe la violencia de género, la explicación de su génesis, así como los
objetivos de la misma. Plantea así que se entiende por este tipo de violencia a
Todas las formas mediante las cuales se intenta perpetuar el sistema de jerarquías
impuesto por la cultura patriarcal. Se trata de una violencia estructural que se dirige hacia
las mujeres con el objeto de mantener o incrementar su subordinación al género
masculino hegemónico.
“Existe actualmente un extendido consenso en destacar como una de las causas más
importantes de la violencia de género, las diferencias que todavía siguen existiendo entre
las mujeres y los hombres en estatus y poder” (Gerber, 1995) (Díaz, 2003, p.35)
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En relación a esto, Díaz (2003) explica que si se logra igualar el poder entre grupos, las
relaciones entre los miembros suelen mejorar. Pero también expone, que cuando se trata
de igualar el poder entre hombres y mujeres, muchas veces se incrementa la violencia en
conjunto con el poder de la mujer. Es decir que al cambiar la posición de la mujer, o mejor
dicho, al manifestarse ciertas búsquedas de equidad, la forma de contrarrestar esto, es la
manifestación de diversos tipos de violencia desde el lugar masculino, en búsqueda de
mantener el lugar de poder.
La autora plantea que la violencia domestica no se puede reducir a eso, sino que es un
problema social, es una forma de violencia donde el ejercicio y abuso de poder se da
sobre un grupo de menor poder relativo, como son los niños, los ancianos, mujeres,
inválidos, personas en extrema pobreza, etc.
Desde el marco jurídico legal, la Ley 17.514 del año 2002 de nuestro país, plantea que:
Artículo 2ª.- Constituye violencia doméstica toda acción u omisión directa o indirecta, que
por cualquier medio menoscabe, limitando ilegítimamente el libre ejercicio o goce de los
derechos humanos de una persona, causada por otra con la cual tenga o haya tenido una
relación de noviazgo o con la cual tenga o haya tenido una relación afectiva basada en la
cohabitación y originada por parentesco, por matrimonio o por unión de hecho. (p.67)
En el trabajo planteado por De Martino (2012), se busca una mirada del tema de la
violencia un poco polémica en relación a los enfoques de los movimientos feministas,
pero con el objetivo de complejizar la temática. En primer lugar plantea en relación a la
ley 17.514, que los movimientos feministas no están de acuerdo con que se ponga
persona en lugar de mujer. Ya que consideran que es una ausencia de la perspectiva de
género. Sin embargo, la autora explica que esto da una apertura, y una forma más
abarcativa de ver el problema, rompiendo el patrón heterosexual predominante. Por otro
lado también lleva a cuestionar cómo el hablar de violencia de género enfocado solo en la
violencia de hombres hacia mujeres es una reducción de la violencia doméstica.
Para la autora
La constitución y autoconstrucción de la mujeres en “víctimas” como actor colectivo ha
sido un logro del movimiento feminista, pero creemos que con el costo de parcializar la
problemática y con una débil asociación con otros universos de víctimas también en
situación de subordinación (p. 68)
“La violencia moral […] se disemina difusamente e imprime un carácter jerárquico a los
menores e imperceptibles gestos de las rutinas domésticas –la mayor parte de las veces lo
hace sin necesitar de acciones rudas o agresiones delictivas, y es entonces cuando
muestra su mayor eficiencia. Los aspectos casi legítimos, casi morales y casi legales […]
para la sustentación jerárquica del sistema.” (Segato, 2003:114) (p.24)
La violencia moral se puede producir sin violar ninguna ley, lo que colabora para que
pase desapercibida. Está tan naturalizada que incluso, tanto hombres como mujeres que
la ejercen, pueden no ser conscientes de hacerlo.
Pero no se puede dejar de lado las diferencias de género, que aun hoy en día, colocan a
la mujer en un lugar de inferioridad, patrimonio que se sigue heredando de la cultura
patriarcal.
Expósito (2011) en su trabajo explica, que las diferencias de poder de un género sobre
otro, ampara las formas de actuar en las relaciones, poniendo a los varones como
protectores de las mujeres a cambio de que estas sean obedientes y sumisas. Esto los
coloca en una posición de control, pero desde una óptica sutil, que dificulta su detección,
así como también obstaculiza las reacciones de rechazo por parte de quien es afectado.
El agresor no tiene un único patrón que lo caracterice, señala Expósito, pero se puede
inferir que el elemento en común en los agresores masculinos es su condición de varón,
así como también algunos rasgos comunes son: responsabilizar a sus parejas,
colocándose ellos en el lugar de víctimas, lo que hace que se escuche con frecuencia
frases como “ella me provoca”, “ella saca lo peor de mí”.
En el trabajo que plantean Ruiz. Blanco y Vives, se hace hincapié en pensar las causas
de la violencia en la pareja desde una perspectiva de multinivel, donde se haga un
enfoque ecológico integrado, tomando en cuenta lo familiar, lo individual, lo comunitario y
lo sociocultural. Sin olvidar que “la violencia es un comportamiento aprendido a lo largo
de la vida del ser humano (Baron y Byrn, 2005)” (Muñoz, 2014, p. 27)
“La violencia se aprende durante la niñez y los patrones de la misma suelen establecerse
en los primeros años de vida y se mantienen durante la adolescencia y la adultez”
(Rostagnol, et al, 2009, p 126)
Siguiendo esta conceptualización algunos autores platean que “la violencia doméstica no
es el resultado de casos inexplicables de conducta desviada o patológica. Por el
contrario, es una práctica aprendida, consciente y orientada, producto de una
organización social estructurada sobre la base de la desigualdad entre hombres y
mujeres” (Ruiz, Blanco y Vives, 2003, p.5)
“Con frecuencia nos preguntamos como una mujer puede permanecer en una relación de
maltrato. La respuesta es multidimensional” (Expósito, 2011, p. 24)
Muchas están socializadas en la aceptación de patrones abusivos sin ser conscientes de
ello por tratarse de un fenómeno cultural, plantea la autora.
Estos autores sostienen que el noviazgo es una relación formada por dos individuos los
cuales se atraen y experimentan amor; a través de esta se conocen, salen, se tratan e
intercambian sentimientos y caricias.
Xóchitl, Sánchez, Robles, (2013) citan a Domínguez, García, Moreno, Zúñiga & Torres
(1998) expresan que el noviazgo tiene como finalidad cultivar y conocer la capacidad
propia de dar y recibir afecto. También explican que es un momento para conocer y
tolerar a alguien que es similar o diferente en diversas áreas. Los autores traen a colación
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estudios en Chile, los cuales revelan que tanto en varones como en mujeres, el estar
enamorado se vincula con el pensar mucho en la persona que les gusta y las ganas de
permanecer tiempo juntos.
En Panamá al igual que en Uruguay, no se cuenta con muchos estudios sobre violencia
en el noviazgo adolescente. La investigación realizada por Muñoz (2014), tomó como
muestra a 33 estudiantes mujeres de Panamá entre 17 y 18 años y buscó caracterizar las
creencias y actitudes en relación al comportamiento violento en las relaciones de pareja.
Muñoz cita el estudio llevados adelante por Barrios (2007) en la ciudad de Panamá, el
cual mostró que aproximadamente un 20% de las estudiantes ubicadas en la franje etaria
de 18 a 25 años, se encontraban en una relación de abuso, y un 10% en una relación de
abuso severo. También surgió de dicha investigación que un número importante de
estudiantes en Panamá se encuentra en una relación con algún grado de violencia
identificada.
Ese resultado deja como clara interrogante ¿hasta dónde se entiende y se es consciente
de las diversas dimensiones de la violencia?
afirmaron que su pareja las ha amenazado con dejarlas si no hacen lo que la pareja
quiere, así como también el haber recibido chantajes de parte de la misma. Otras
confiesan haber sufrido burlas y humillaciones por parte de su pareja en cuanto a la
apariencia física.
“Es posible que esta dificultad en la comunicación de afectos sea aprendida desde los
patrones culturales encontrados en nuestra sociedad” (Martínez, Leis & Terán, 2012).
(Muñoz, 2014, p.32)
Por otro lado varias estudiantes panameñas manifestaron sufrir control o abuso
psicológico, pero muchas veces lo confunden con demostraciones de amor, lo cual tiene
una trama socio-cultural y es reforzado por el aprendizaje intergeneracional. Esto es lo
que Expósito explicaba con el término micromachismo extraído de Bonino (s.a.), ese
control que se ejerce desde una manera sutil, al punto de no ser cuestionado y aún más
grave, es socialmente aceptado
Los datos recogidos en la investigación de Muñoz (2012), indican que “la violencia
psicológica es más común que la física en las relaciones de pareja adolescentes e
incluso, parece existir mayor tolerancia frente a esta en vista de que muchas
adolescentes no consideraban el abuso psicológico y emocional como violencia” (p. 32)
Las personas que sufren violencia desde o durante la infancia tienen tendencia a
desarrollar problemas de autoestima, dificultades en las relaciones sociales, aislamiento,
inseguridad, y está el riesgo de que en su vida adulta sean víctimas de violencia
doméstica.
Rostagnol, et al, ( 2009) explica que en relación a la violencia en la pareja, ésta comienza
en las primeras relaciones, es decir en las relaciones de noviazgo, es allí donde se
observan las primeras manifestaciones.
Pensado desde el lado de la víctima también hay una relación con el consumo, ya que las
sustancias alteran el juicio de realidad, impidiendo así reconocer situaciones de peligro, lo
cual disminuye las conductas de autoprotección, dejando más vulnerable a la víctima
ante una situación de violencia, especialmente física y sexual, lo cual fue corroborado en
el estudio llevado a cabo por Foshee et al., 2007; González, 2008; Guzmán et al., 2009;
Vézina & Hébert, 2007, el cual es citado por Saldivia y Vizcarra (2012).
El Eros sería el amor romántico, donde hay comunicación fluida y la atracción emocional
y física son esenciales. El Storge valora un compromiso que perdure en el tiempo, y por
último, en el Ludus, el amor se toma como un juego para disfrutar, donde se vive más el
aquí y ahora. Dentro del grupo de los estilos secundarios, es estilo Manía, es un amor
posesivo y dependiente, donde se observan celos y constante miedo de pérdida. El estilo
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Claramente podemos vincular el estilo Manía con las relaciones de noviazgo donde se
observan patrones de conducta violentos, pero ¿qué pasa con el famoso “aceptar todo
por amor”?, donde se observa una idealización del romanticismo, que se transmite en
películas, canciones, poemas y cultura en general. Es importante observar y cuestionar
la relación que puede existir entre el estilo romántico, es decir el Eros, y el vínculo que
este puede tener con la violencia. En varias culturas predomina el amor romántico y los
mitos asociados a él, lo cual puede favorecer a mantener la violencia en la pareja. Una
visión basada en lo romántico puede llevar a uno de los integrantes (mayoritariamente a
las jóvenes) a tolerar una relación asfixiante, que la somete a control con el prejuicio de
que es para proteger y cuidar. Es en este tipo de amor donde el micromachismo cumple
su misión, donde se justifican los celos, y se confunde la persecución con cuidado.
El amor obsesivo muchas veces se manifiesta con conductas violentas, es común que en
la adolescencia se interpreten ciertas conductas violentas como juegos, o formas de
mostrar afecto. Esto también se debe a que lo tienen naturalizado, ya que generalmente
esto fue tomado como modelo de la pareja de sus padres. Muchas veces la violencia en
el noviazgo está relacionada con situaciones de violencia desde la niñez.
Es posible, dice Xóchitl, Sánchez y Robles (2013), que la violencia se vea aumentada en
el noviazgo adolescente debido a que tienen poca experiencia en las relaciones de
pareja, y en estas primeras relaciones se buscan situaciones ideales y fantasiosas ,
quedando de lado la relación entre la situación amorosa y como resolver los conflictos.
Sin dejar de lado que las conductas violentas muchas veces han sido naturalizadas
desde la interna de los hogares y las parejas que tienen como referentes.
El trabajo sobre estilos de amor, plantea que si pensamos las relaciones desde estos
modelos, podemos decir que en aquellas donde predomina el tipo de amor Eros, el amor
romántico, hay factores que favorecen la violencia, debido a los mitos que vienen
asociados al mismo, tales como: todo se perdona por amor; así como también en las que
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predomina el estilo Manía hay más posibilidad de que ejerza violencia uno de los
miembros, el cual considera tener el derecho de poseer a la otra persona.
En una muestra de 105 mujeres y 93 hombres del estado de México, realizada por
Xóchitl, Sánchez y Robles (2013),entre las edades 13 y 15, se observó que hay más
relación entre los estilos de amor y la violencia recibida, que entre los estilos de amor y la
violencia ejercida por uno de los miembros de la pareja.
Storge y Eros son los estilos que se observaron en dicha investigación, como
predominantes en adolescentes. Esto concuerda con investigaciones en adultos, pero
hay una notoria diferencia con el estilo Manía, el cual en adultos ocupa el tercer lugar y
en adolescentes el último. Esto puede deberse a que en esta etapa no se vive una
relación tan profunda como para convertirse en un amor obsesivo y posesivo según
plantean Xóchitl, Sánchez y Robles (2013).
En esta misma investigación, la cual fue realizada en México, los autores plantean que
las adolescentes expresan que el amar pasa por buscar siempre el bien del otro, incluso
dejando de lado sus deseos o necesidades propias, esto nos habla de un modelo de
mujer sacrificada, de madre sufrida, modelo que es adoptado por las mujeres desde
edades muy tempranas, dejándolas en un lugar de vulnerabilidad e inferioridad.
Pero la autora también plantea que si bien los datos recaudados en investigaciones,
aportan que los adolescentes que recibieron o reciben castigos físicos en el ámbito
familiar tienen mayor tendencia a ejercer violencia en su pareja, también se ha detectado
que hay características que pueden promoverse a través de la educación, con el fin de
romper esta trágica cadena.
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Díaz, 2003, fundamenta lo que se plantea anteriormente por medio de la siguiente cita,
En la adolescencia, etapa dedicada de forma prioritaria a la construcción de una identidad
propia, y diferenciada, puede incrementarse la capacidad para modificar los modelos y
expectativas básicos desarrollados con anterioridad, gracias a una nueva herramienta
intelectual de extraordinaria utilidad: el pensamiento formal, que permite un considerable
distanciamiento de la realidad inmediata, imaginar todas las posibilidades y adoptar como
punto de partida del pensamiento lo ideal, lo posible. (p.35)
Esto nos lleva a otra forma de ver una misma realidad, a plantear otra forma de pensar y
de actuar frente a la temática de violencia en la pareja. Por un lado se nos plantea la
posible génesis de dicha violencia, pero por otro lado, se deja entrever que el presente
no está predeterminado, que no todo está escrito en base a lo que ocurrió, sino que hay
formas de intervenir en las conductas y emociones, y es aquí donde se fundamenta la
importancia de la educación sexual.
Para pensar desde otra perspectiva dicha temática, a continuación se plantea una
definición de sexualidad: “La sexualidad humana involucra mucho más allá de la
genitalidad y de la reproducción. Es una construcción social relacionada con las múltiples
e intrincadas maneras en que nuestras emociones, deseos y relaciones se expresan en
la sociedad en que vivimos (Montero, 2011, p. 250)” (Fernández, 2014, p. 86)
“Significa entonces poder sentir y expresar el placer y disfrutar de las relaciones sexuales
deseadas y responsablemente escogidas, sin que impliquen un riesgo psíquico ni físico
para la salud. Así como tener acceso a la educación sobre estos tópicos (OMS, 1995;
Montero, 2011).” (Fernández, 2014, p. 87)
En las conclusiones de dicho trabajo se resalta como algo fundamental el hecho de
trabajar en la desnaturalización de la violencia, principalmente en las parejas de jóvenes
y adolescentes, donde se deje ver que la identidad masculina no pasa por el maltrato ni
por negar emociones. Para esto es importante una educación sexual que actúe en la
formación integral del individuo, favoreciendo actitudes que permitan la equidad el
respeto, igualdad y diversidad.
Díaz (2003) comparte esta visión y sostiene que es importante trabajar en educación
secundaria la temática del sexismo para prevenir y combatir la violencia de género,
planteándolo desde una perspectiva que potencie cambios conductuales, cognitivos y
afectivos.
Para que esta tarea se lleve a cabo, debe estar acompañada de políticas públicas,
instituciones científicas y la comunidad.
CONCLUSIONES
Para esta etapa final del trabajo, que consiste en las conclusiones que se pueden sacar
del mismo, considero apropiado volver a traer los objetivos planteados en el inicio del
proceso.
Además del tipo de violencia que predomina en esta etapa, algo a destacar es que la
gran diferencia que se manifiesta con la violencia en la pareja adulta, es el hecho de que
en la adolescencia la violencia es bidireccional, ¿qué significa esto?, que no
necesariamente la joven es la víctima de violencia, sino que en muchos casos ambos se
manejan en una relación violenta. Tomando al otro como posesión, manipulando,
desvalorizando y controlando todo lo que hace.
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Claramente diversos autores dejan en claro que la violencia es algo aprendido, que se
instaura y que está en estrecha relación con lo que se vivió a la interna de la familia, las
huellas que dejan en un niño , adolescente, que luego será un adulto, todas aquellas
situaciones que se vivieron en su hogar.
Sin embrago desde una mirada más esperanzadora del tema, nos encontramos con que
sí pueden existir soluciones, pero para eso es necesario la intervención. Y no se puede
dejar de lado la importancia de la educación sexual para potenciar el pensamiento crítico,
una visión diferente, aperturas de cabezas que logren ser más libres y responsables.
Otro factor importante que tiene relación con la violencia, es el consumo de drogas, lo
cual se maneja en este trabajo en base a investigaciones realizadas en Chile. Si bien no
significa que quien consume es violento, si se deja en claro que la acción de diversas
sustancias en nuestro sistema nervioso, puede dejar en situación más vulnerable a la
víctima, como en una postura más violenta a quien ejerce violencia. Y también aporta
dicha investigación que muchas veces el consumo está relacionado con la violencia, pero
no en relación al consumo y aumento de la violencia, sino en el después de vivir un acto
de violencia, ya que muchas víctimas suelen refugiarse en sustancias para olvidar lo
vivido.
Otro factor que influye a la hora de pensar en relaciones patológicas, es la forma de ver
el amor y las relaciones de pareja por parte de la sociedad, ya que esto puede llevar a
que se naturalice y se haga invisible a la violencia. Poder diferenciar entre el cuidado y lo
obsesivo, la persecución, la inseguridad, el control. Se debe estimular y potenciar formas
de relacionarse desde el respeto, el cuidado, la confianza, hacia el otro y hacia uno
mismo.
La televisión, el cine, las novelas, los comerciales, las canciones y un sinfín de cosas
enmascaran diversos tipos de violencia, y es aquí donde el rol de la educación sexual
cobra importancia. La educación y la sensibilización son herramientas para generar
personas libres.
Si pensamos desde lo que plantea la autora Sagato (2003) como violencia moral, es
importante destacar que en su planteo no deja por fuera ni a varones ni a mujeres, ya que
ambos son parte de una sociedad que impone ciertos mandatos de acuerdo al sexo, que
claramente pueden generar violencia y violentar las libertades de las personas más allá
de que estas sean varones o mujeres.
cual también estaría hablando de cierta discriminación, que en cierto punto también
puede ser entendida como violencia.
Trabajar la temática violencia no colocando a la mujer como víctima, sino haciendo foco
en la violencia en sí. No dejando de lado la violencia que también puede sufrir un varón,
que si bien en las estadísticas no aparecen muertes por violencia doméstica, no deja de
ser importante la violencia psicológica, sexual o física que este puede sufrir.
Enfocándome en la temática planteada en mi trabajo, de violencia en el noviazgo
adolescente, que tal como se plantea, en esta etapa evolutiva la violencia suele ser
bidireccional, creo sumamente importante deconstruir ciertos estereotipos que colocan al
varón únicamente en el lugar de victimario, porque con posturas rígidas no podemos
esperar grandes cambios. La flexibilidad se debe dar desde una mirada crítica, dejando
de lado estereotipos y escuchando a varones y mujeres, y de esta forma analizar con
ellos diversas situaciones, y construyendo nuevas miradas que también den la posibilidad
de analizar y actuar cuando un varón está siendo víctima de violencia.
La adolescencia es una de las etapas evolutivas del ser humano, que se caracteriza por
ser crítica, por buscar nuevas formas de pensar y de identificarse. Podemos decir que es
un momento clave para trabajar sobre la violencia. Fomentar el pensamiento crítico en
relación a la temática, potenciar personas pensantes, que se cuestionen los entramados
sociales que invisibilizan la violencia y estimular a relaciones basadas en vínculos sanos.
¿Por qué trabajar con el noviazgo adolescente? Porque ahí inician las primeras
relaciones de pareja, y es en ese momento evolutivo que la psiquis del ser humano
cuenta con herramientas suficientes para generar cambios, donde el cerebro se
encuentra con su mayor capacidad de plasticidad, es ahí, justamente ahí donde podemos
potenciar otra forma de vincularse, incluso en aquellos que hasta ahora conocían la
violencia como algo normal en el relacionamiento.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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