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Si su madre le da una orden, su respuesta es no. Pregunta por qué debe hacer cada cosa,
por qué debe obedecer, reniega de todo y hasta encuentra argumentos para justificar su
actitud y contrarrestar las llamadas de atención.
Comenzamos por un pequeño incidente que se va complicando con efecto "bola de nieve"
hasta acabar en tragedia. Repetimos y repetimos varias veces una orden, ellos nos ignoran
o no obedecen. Nosotros repetimos y nos enfadamos más y más. Entonces perdemos el
control, hacemos que lo pierdan nuestros hijos, gritamos, hacemos que también griten ellos
y acabamos arrepintiéndonos de nuestra conducta aunque ya es tarde para ello.
Los especialistas consideran que forma parte del desarrollo del niño y, especialmente, es
normal en niños entre 18 y 36 meses y durante la adolescencia.
Hay factores que pueden hacer de desencadenantes o que pueden incrementar este tipo de
conductas. Algunos de ellos pueden surgir con el nacimiento de un nuevo hermanito, con la
incorporación al colegio. Igualmente puede ocurrir cuando el niño enfrenta una situación de
estrés como la separación de sus padres o conflictos en el hogar, porque pasa una reacción
de duelo.
No obstante, esta conducta mediante la cual el niño trata de ganar autonomía, también
podría llegar a convertirse en algo anormal o un comportamiento desajustado, por lo que es
necesario valorar los casos que salen de lo que se puede considerar normal.
MANIFESTACIONES
Muchos niños, principalmente cuando están cansados, con hambre o disgustados, tienden a
desobedecer, discutir con sus padres y desafiar su autoridad. Esto entra dentrode lo
comprensible y hay que tenerlo en cuenta.
• Rabietas frecuentes
Estos problemas tan comunes no sólo atañen al niño, muchas veces se encuentran muyen
relación con causas diversas, como:
• Brindar suficiente tiempo a los hijos. Este tiempo debe ser de calidad.
• Conocer a nuestros hijos. Saber las características de cada niño. Es necesario observar
con quién se da la conducta y en qué contexto.
• Si las conductas persisten por mucho tiempo, se debe buscar ayuda profesional.
HIJOS
Las explosiones de ira, las palabras desenfrenadas, los castigos desmesurados y las luchas
de poder con nuestros hijos en situaciones límites se pueden evitar, o al menos suavizar, si
contamos con la ayuda de algunas pautas educativas para aplicar en el día a día. Con ellas
podremos evitar y prevenir las situaciones de "alto riesgo", suavizar las consecuencias de
estas confrontaciones y dar ideas a toda la familia para manejar estas costosas luchas de
titanes.
1. Para evitar una lucha de poder la mejor estrategia es. ¡no comenzarla! Para ello nuestros
mensajes verbales sobre nuestras expectativas deben ser claros y precisos.
• ¿Crees que las paredes están hechas para que los niños pinten en ellas?
Cuando le trasmitimos a nuestro hijo una orden y él la ignora, "es posible" que no la haya
oído o no la haya comprendido. Es importante cerciorarnos de que ha entendido
perfectamente el mensaje que queríamos transmitirle.
No des por hecho que tu hijo, pasado el tiempo estipulado, se ha calmado solo porque tú lo
estás. Asegúrate que ya está en condiciones preguntándole "¿Estás listo para hablar?". Si
volvéis a perder el control por segunda vez, separaros y tranquilizaros de nuevo y así todas
las veces que haga falta.
4. En realidad, cada padre o madre puede encontrar su técnica. Todas son válidas
mientras sirvan para controlarnos en situaciones de tensión y nos ayuden a respetar a
nuestros hijos en estos difíciles momentos.
• Mira más allá de lo que tu hijo te dice. Has de saber interpretar sus palabras y ponerte
en su piel
Lo más importante: Las luchas de poder son un resultado de una pobre visión de nuestros
objetivos educativos, es decir, no te centres exclusivamente en los problemas
puntuales y piensa también a largo plazo. No te fijes solo en su comportamiento sino en
su proceso de desarrollo.
BIBLIOGRAFÍA: