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Pero el poderío de un imperio en el contexto contemporáneo no sólo se mide por las acciones

militares y diplomáticas, Estados Unido también se aseguró una posición científica dominante.
Cada año roba indiscriminadamente miles de cerebros (estudiantes, profesores,
investigadores, graduados universitarios) de todos los rincones del mundo hacia sus
universidades, sus laboratorios o sus empresas.
En múltiples campos Estados Unidos se las ha ingeniado para obtener el control del
vocabulario, de los conceptos y del sentido; obliga a enunciar los problemas que crea con las
palabras que dicta; proporciona los códigos que permiten descifrar los enigmas que el mismo
imperio impone, y dispone para ello de gran cantidad de instituciones de investigación y de los
llamados tanques pensantes con los que colaboran miles de analistas y expertos. Estos
producen información sobre cuestiones jurídicas, sociales y económicas desde una perspectiva
favorable a las tesis neoliberales, a la globalizacióny a los medios de negocios. Sus trabajos,
generosamente financiados, se difunden y divulgan a escala mundial.
Apoyándose en el poder de la información, del saber y de las tecnologías, los Estados Unidos
realizan su labor de zapa; de esta forma establecen con la complicidad pasiva de los dominados,
lo que al decir del propio Ramonet, se podría llamar una "opresión afable" o un "delicioso
despotismo"; sobre todo cuando ese dulce poder va acompañado del control de las industrias
culturales y de la dominación de nuestro imaginario.
El imperio norteamericano pretende la conquista de nuestro ideal al estimular la difusión
internacional de sus telepelículas, seriados, dibujos animados, vídeo- clips, juegos televisivos,
retransmisiones deportivas, publicidad, etcétera; sin hablar de su patrones en vestuarios o
culinarios.
Para la política imperial hoy es más rentable invertir grandes capitales en función de hipnotizar
conciencias antes que desatar guerras de rapiña, aunque esta última no esté totalmente
descartada.
A mediados de la década de los noventa se publica en los Estados Unidos una gran cantidad de
estudios relacionados con la utilización de las Tecnologías de la Información y
las Comunicaciones, específicamente Internet, como instrumentos de dominación. Fue una
época en que se gestaban cambios, que aún no han concluido, para el paso del "mundo
analógico al mundo digital"[51], de la computadora personal a la Red, de lo manual a lo
automático.
La informatización de las sociedades ha logrado tal grado de penetración, que en ocasiones solo
se percibe cuando faltan. La universalidad de estas tecnologías y su alto poder para seducir han
despertado la atención de los centros hegemónicos, en dirección a propagar los valores de un
sistema que promueve el individualismo y el consumismo, tomando como blanco principal a
los jóvenes.

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