Precisamente el máximo líder de la Revolución Cubana en el Programa del Moncada reconoce
la influencia de la enseñanza de la historia en la formación de los sentimientos patrios: La Historia de Cuba es además un manantial inagotable de valores[96]que pueden y deben ser trasmitidos. Estudiar la historia es una forma de adquirir valores y de inspiración revolucionaria. Estudiarla a fondo es quizás- como ha reiterado Fidel- el instrumento más extraordinario de que dispongamos para transmitir valores, sentimientos patrióticos, sentimientos revolucionarios, sentimientos heroicos. En ese sentido debemos subrayar que esta patria cuenta con el singular privilegio de disponer de uno de los más ricos tesoros políticos, de las más valiosas fuentes de educación y conocimientos para nuestra juventud: el Pensamiento y la extraordinaria Obra de José Martí. La enseñanza de la historia debe incidir decisivamente en la educación político- ideológica de niños, adolescentes y jóvenes, en correspondencia con los Lineamientos y Objetivos del Partido y la Revolución, logrando entre otros aspectos: Desarrollar la labor política e ideológica de manera diferenciada, personalizada y continua, a partir de las especificidades de cada lugar, con la utilización de métodos, formas y vías de comunicación más diversas y eficaces. Todo lo anterior contribuirá, sin improvisación y con objetividad, a formar valores y convicciones, de manera que las nuevas generaciones tengan el máximo de conciencia de su papel, de lo que pueden hacer por su país, por la Revolución, y por su futuro, "que sepan beber de la historia; sepan alimentarse de la gloria de nuestra patria, de sus tradiciones, de sus valores, como se alimentan los niños del pecho de las madres".[97] Sin la Historia de Cuba no podría concebirse nuestra Ideología como la doctrina acerca de la independencia nacional, el antimperialismo, latinoamericanismo, la emancipación social y la dignificación del hombre, que encuentra mediante el marxismo- leninismo la expresión más alta y acabada, trascendiéndolo y enriqueciéndolo. La Ideología de la Revolución Cubana[98]es un producto histórico cultural que se ha ido desarrollando dialécticamente junto con el desarrollo mismo de nuestra nacionalidad. El conocimiento de la historia debe alcanzarse desde la cultura, logrando enseñar a pensar y a defender ideas y procesos imprescindibles en la educación de nuestra juventud. Solo la cultura nos permitirá la comprensión de los complejos problemas y desafíos de la era contemporánea; esa cultura que en el pensamiento martiano se resume " sutil como el aire y más vaporosa que visible, es como un perfume"; la cultura también ha sido un modo esencial de hacer Patria. Hoy más que nunca se requiere rescatar la espiritualidad del ser humano y los valores universales forjados durante siglos. De la educación dependerá la salvación de nuestra especie y el futuro de la Humanidad. Es necesario que desde la historia recorramos los caminos de la razón y el corazón, es decir, los caminos de la Revolución. La Historia de Cuba en los últimos 145 años es la de la lucha por preservar la identidad e independencia nacionales, y la historia de la evolución del imperio de Estados Unidos, su constante pretensión de apropiarse de Cuba y los horrendos métodos que hoy utiliza para mantener el dominio del mundo. Es la historia- como ha señalado Fidel- de la isla independiente frente al imperio voraz, de David contra Goliat. Es por eso que las nuevas generaciones no pueden olvidar y deben conocer hechos muy importantes y decisivos en el destino de nuestra patria. Enseñar la Historia es hacer Revolución porque nuestro proceso es unidad y síntesis de lo histórico, lo presente y lo futuro. La enseñanza de la historia es también, garantía de la continuidad de nuestra Obra. Debemos lograr que los más jóvenes no aprecien fronteras infranqueables con los hechos históricos, que no les parezcan lejanos, que no vean a los héroes y mártires como algo inalcanzable, que quieran parecerse a ellos, no por imitación sino por convicción. Una juventud que aprenda por sí misma a ser revolucionaria, que desarrolle plenamente su pensamiento y acción, que no le falte nunca la utopía, que sea digna de vivir esta hora solemne de la Patria. No olvidemos jamás la irrefutable idea de nuestro Héroe Nacional José Martí que resume el por qué Historia y Revolución son inseparables: "De amar las glorias pasadas, se sacan fuerzas para adquirir las glorias nuevas".[99]