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SOBRE LA VOLATILIZACIÓN DE LAS SALES DE TÁRTARO

Entre las experiencias descritas por los alquimistas hay una que me llamaba poderosamente la
atención no sólo por su aparente imposibilidad desde el punto de vista químico, sino también
por su enorme importancia en las maniobras alquímicas: la volatilización de las sales de tártaro y
de las sales en general.

Desde hace siglos los alquimistas han mantenido, y continúan haciéndolo, que eran capaces
de volatilizar la sal tartari procedente de la incineración y calcinación de los vegetales, así como
el cloruro sódico y potásico y las sales de ciertos metales entre los que destaca el oro. Además,
afirmaban que las sales una vez habían sido volatilizadas manifiestan cualidades medicinales
poderosas. Sin embargo, los químicos desde que su disciplina científica fue establecida han
combatido la realidad de la alquimia y sostenido que, según su propia experiencia, no es posible
destilar las sales de tártaro ni los cloruros, ni la mayoría de las sales de los metales incluidas las
de oro tal y como afirmaban los antiguos alquimistas. En efecto, los químicos están en lo cierto
cuando afirman que no es posible la destilación del carbonato de potasio, ni de los cloruros, y lo
mismo sucede con muchas de las sales metálicas. Entonces, ¿por qué los alquimistas estaban y
siguen estando tan convencidos de la posibilidad de la volatilización de sales que son
químicamente indestilables?

Trataré de aclarar esta aparente contradicción entre la Química y la Alquimia.

Se suele admitir que la Alquimia es una especie de química rudimentaria, un estado


prequímico de la evolución del conocimiento humano, representando la Química el estado
adulto y maduro de esa evolución. Pienso que tiene poco que ver la Alquimia con la Química
aunque bien es cierto que la primera utiliza una serie de procedimientos físicos y químicos que
se estudian en la segunda. Pero, ante todo, la Química es una simple disciplina científica,
materialista y moderna, que puede ser aprendida por cualquier persona dispuesta a estudiar con
suficiente aplicación una serie de cursos universitarios. La Alquimia es una disciplina espiritual,
vitalista, antiquísima, imposible de aprender en cuatro o cinco cursos universitarios, una manera
de entender la Naturaleza que dista mucho de la concepción materialista del mundo y que
implica oración, creencia, fe y búsqueda de la purificación y la iluminación interior, cuestiones
estas que con mucha frecuencia superan la duración de una simple vida humana. Mientras que
la enseñanza de la Química persigue que quien la práctica comprenda las transformaciones que
ocurren en la materia visible las enseñanzas de la Alquimia tienen como objetivo la
transformación interior del operador. Al respecto comenta Alexander von Bernus que “La
alquimia no es el ancestro de las ciencias modernas, como lo proclaman generalmente los
manuales de enseñanza; ella es la conciencia de una solidaridad cosmogenética, fundada sobre
una profunda intuición religiosa. Cualquier otro aspecto es falso y superficial. Razón de más para
intentar volver a sacar a la luz esta visión del mundo”.

Por ello aunque en lo sucesivo se hable de ciertos compuestos químicos y de sus reacciones
químicas uno debe tener siempre presente que no se está hablando de Química sino de
Alquimia.

Manfred M. Junius dice sobre el tártaro: “Los viejos maestros no sabían que el tártaro
calcinado es, en su mayor parte, potasio carbónico: El último puede ser obtenido, por ejemplo,
con la sublimación de la ceniza de lana desgrasada, como también con la incineración de las
plantas y la extracción de las sales de la ceniza calcinada. La fórmula química será la misma. Pero
los alquimistas sabían volatilizar el tartarus calcinatus y sabían destilarlo para curar con ello
ciertas enfermedades. Por ejemplo, lo usaban para disolver las sales del ácido úrico del
organismo humano”. Con esto lo que hace es repetir casi textualmente, aunque sin citar autor,
algunos párrafos de la obra Alquimia y Medicina de Alexander von Bernus. Este último autor
comenta al respecto de la volatilización de las sales en general: “... hay que considerar que la
volatilización y la destilación de las sales suponen un tratamiento previo; las sales deben ser
cohobadas -para emplear un término alquímico- de manera que sufran una modificación en
contacto del disolvente que se les añade. Lo que se obtiene no corresponde pues a la fórmula
NaCl o KCl, sino que se trata de un nuevo compuesto de sodio o de potasio, en el sentido de los
acetatos. La volatilización y la destilación de los acetatos (del acetato de plomo, por ejemplo) no
es por otra parte ignorada por la química actual, pero la fórmula no es la misma y, en
consecuencia, no se trata ya de la misma substancia, según la concepción de la química
moderna.”.

Poco más adelante dice el mismo autor refiriéndose a los antiguos alquimistas: “Poco les
importaba que la fórmula de la substancia obtenida por destilación del compuesto inicial fuese
K2CO3 o quizá C2H3KO2; únicamente la eficacia les interesaba, y sabían por una tradición
inmemorial que las sales volatilizadas poseen un poder de penetración excepcional... Los
grandes médicos yatroquímicos trataban los cálculos y otras afecciones semejantes casi
exclusivamente con las sales volatilizadas. Una orden de Basilio Valentín dice: ‘Diez a doce granos
[alrededor de la mitad de un gramo] de este Magisterium tartari (sal de tártaro) activan la
secreción urinaria, purifican la sangre, expulsan la hidropesía, rompen el cálculo de vejiga y
mejoran la podagra’...”.

Parece, según Alexander von Bernus, que la volatilización en sentido alquímico del carbonato
potásico, o tártaro en el lenguaje alquímico, obtenido por incineración y calcinación de las
plantas se puede realizar, pero no como tales sales carbónicas, sino como el resultado de la
reacción del K2CO3 con el ácido acético (CH3-COOH) y posterior destilación del acetato así
originado. Los productos de esta reacción química serán acetatos de potasio (KC2H3O2) y de
otras sales contenidas en las cenizas de las plantas. Lo curioso y llamativo para las personas de
nuestro tiempo, educadas bajo la concepción universitaria y materialista del mundo, es que los
alquimistas no daban importancia a los cambios químicos que se producían en tales
operaciones, cambios que por otra parte no podían conocer porque a la ciencia química le
quedaba algunos siglos para ser fundada. Sin embargo, sabían que las propiedades terapéuticas
contenidas en las sales del tártaro (K2CO3) se transferían a las sales del ácido acético formadas
en el transcurso de la reacción y destilación antes descrita y, además, sabían que cuando esta
transferencia ocurría esas propiedades medicamentosas se expresaban aún con mayor
intensidad y energía produciéndose lo que ellos llamaban la apertura de las sales.

Para desenvolverse en el universo alquímico los conceptos de química y las explicaciones que
esta ciencia da de los cambios involucrados en las operaciones alquímicas nos pueden servir en
un principio para tranquilizar nuestra mente y sólo para eso. El operador debe aprender a pensar
de forma diferente a como ha sido entrenado por la educación moderna que ha recibido.

Para llevar a término la volatilización de la sal tartari se puede recurrir a otras sustancias
orgánicas diferentes del ácido acético contenido en el espíritu de vinagre. Así por ejemplo,
Rubellus Petrinus utiliza los aceites aromáticos de romero para producir la volatilización de las
sales de tártaro de esa misma planta (alecrim, en portugués). Steve Kalec sigue también el
método expuesto por Rubellus Petrinus.

El barón Urbigerus en su obra Circulatum Minus (1690, Londres) propone emplear el Bálsamo
de Copaiva (o Copaiba), extraído de la oleorresina de la especie Copaifera officinalis (sinónimo:
Copaiva officinalis) y de otras especies del mismo género, árboles medicinales nativos de la
región tropical de América del Sur. También sugiere el uso de la “resina italiana” que se extrae de
la resina del pino. Manfred M. Junius, en un artículo publicado en el volumen nº 2 de la revista
Essentia en el verano de 1981, comenta que en general las resinas de las diferentes especies de
pinos y de otras plantas tropicales pueden ser utilizadas como agentes volatilizantes; sin
embargo, debido a que sería necesario purificar las resinas por destilación y otras técnicas
aconseja emplear como agente volatilizante el Bálsamo del Canadá porque se puede adquirir sin
problema en el comercio en estado muy puro ya que se emplea ordinariamente en las
preparaciones de microscopía, este producto se obtiene a partir de la resina del Abies balsamica,
especie de abeto nativa de Norteamérica.

En mi caso particular he decidido seguir el camino insinuado por Alexander von Bernus, la vía
de los acetatos, que como he comentado en otro lugar de este libro es mi autor moderno de
referencia y al que profeso absoluta confianza. En consecuencia trataré de llevar a cabo la
volatilización de las sales de tártaro mediante el empleo de lo que los operadores llaman espíritu
de vinagre. De todos modos, en ensayos posteriores, no olvidaré el empleo de las resinas.

Para llegar a ensayar la experiencia de volatilizar el tártaro es necesario recorrer un largo


camino porque resulta imprescindible contar con un sistema de destilación adecuado y con las
sustancias apropiadas. Este largo camino es el que me propongo describir en todo lo que viene a
continuación.

Publicado 7th October 2014 por Asís Caballero

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May

SOBRE LA OBTENCIÓN DE LA SAL DE LAS PLANTAS

Los alquimistas atribuían a la fracción soluble de la Sal de las plantas notables propiedades
terapéuticas que diferían de unas plantas a otras, y esto a pesar de que químicamente la
composición de las cenizas de las plantas varía muy poco de unas especies a otras. Alexander
von Bernus dice al respecto: “los yatroquímicos no sabían que la sal del tártaro –sal tartari- es el
carbonato de potasio y que su fórmula es K2CO3. Ignoraban que esta potasa carbonatada pura
puede ser obtenida tanto por desgrasado y calcinación de la lana de cordero, como por
combustión y lixiviación de cualquier planta, sin que su fórmula química sea diferente... No
sabían que la sal tartari obtenida por la calcinación del tártaro [tartrato ácido de potasio] tenía la
misma fórmula que la potasa proveniente de la combustión y lixiviación de la corteza de roble o
de cualquier otra planta (artemisa, romero, etc.), pero sabían muy bien que la sal proveniente de
las hojas y de los glandes de las encinas es eficaz contra la hematuria, que la sal extraída del
romero “fortifica el corazón y da una buena digestión”, que la artemisa “es buena para las fiebres
persistentes, expulsa los cólicos, aumenta los orines y los sudores, y consume el mal de
estómago”, etc. Se ve que estas diferentes sales de plantas poseen, según Basilio Valentín y los
yatroquímicos, el mismo campo de acción que los constituyentes orgánicos de las plantas
enteras, bien que la fórmula química de la potasa siga siendo K2CO3, cualquiera que sea la
planta de la que provenga. La acción fisiológica de las sales difiere en consecuencia según el
dominio de eficacia de la planta respectiva misma... La acción diferenciada y penetrante de las
sales sobrepasa a veces incluso a la del extracto de la planta entera. Para perfeccionar una
tintura es pues muy importante incorporarla la sal correspondiente”.

Tanto Alexander von Bernus como Manfred M. Junius transcriben la receta para obtener las
sales de las plantas que da Basilio Valentín bajo el epígrafe de “Cómo extraer sus sales de todas
las hierbas y substancias vegetales”: “Toma una hierba de tu elección, redúcela a cenizas, haz
una lejía con ellas con agua caliente, haz coagular la lejía, y la sal quedará al fondo; disuélvela en
espíritu de vino. Arroja el residuo que se deposita, saca el espíritu de vino por destilación y
disuelve tantas veces como haga falta hasta que la sal devenga bien pura y límpida y no deje ya
residuo; entonces está lista. A condición de que se proceda correctamente para la rectificación
del espíritu de vino, se puede obtener de todas las hierbas sales bellas, límpidas y puras que
forman cristales transparentes como un salitre límpido, puro y rectificado”.

Cualesquiera que sean los aspectos particulares y concretos del procedimiento que cada
operador utilice, el método general para preparar la Sal de una planta pasa por la incineración y
posterior calcinación de la misma. En el curso de una operación espagírica con plantas, cuya
finalidad sea por ejemplo preparar una tintura o una esencia, las sales se prepararán a partir de
los despojos vegetales que quedarán después de haber extraído de la planta el Azufre y el
Mercurio.

Aunque incinerar y calcinar los restos de una planta parezca una operación simple, sin
complicaciones, lo cierto es que a la hora de ponerla en práctica surgen una serie de
inconvenientes que hasta que no se ha acumulado algo de experiencia serán los responsables de
que la elaboración de un preparado espagírico se malogre y haya que empezar de nuevo por el
principio. Y, téngase en cuenta, que desde el instante en que se proyecta una operación con una
planta determinada hasta que el preparado correspondiente queda completamente elaborado y
guardado en un frasco pueden pasar varios meses. Por esta razón conviene ensayar los
procedimientos experimentando con cualquier planta hasta que los hagamos funcionar sin
problemas.
En mi caso, las operaciones de incineración y de calcinación son las que más trastornos me
han dado. En primer lugar, porque me costó trabajo diseñar la tecnología necesaria para llevarlas
a cabo; en segundo lugar, porque tardé en llegar a comprender la enorme relevancia de las sales
en los preparados espagíricos de las plantas y en el trabajo alquímico en general. Tras realizar
numerosos ensayos insatisfactorios he desarrollado un protocolo para la extracción de las sales
muy simple, fácil de poner en práctica, que precisa de materiales poco sofisticados que se
encuentran a mano en el mercado de forma barata, y seguro pues su puesta en práctica no
plantea problema alguno.

Publicado 6th May 2014 por Asís Caballero

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Feb

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SOBRE LA FERMENTACIÓN ALCOHÓLICA

La fermentación alcohólica es un fenómeno natural mediado por la actividad de organismos


unicelulares eucariotas denominados levaduras. Históricamente el hombre descubrió antes el
efecto de las levaduras que a ellas en sí mismas, de hecho, se pierde en el tiempo el recuerdo de
la primera vez que un humano se percató de la transformación que experimentaban
espontáneamente los zumos de las frutas dulces en determinadas condiciones ambientales y de
los productos que se podían derivar de semejante proceso: la cerveza, el vino y sus derivados,
los aguardientes. Realmente nada se sabe de cómo el hombre adquirió el conocimiento sobre la
fermentación y siempre se podrá discutir si dicho descubrimiento fue una cuestión casual o no.

De lo que no se puede dudar es de que los agentes de la fermentación, las levaduras


(principalmente Saccharomices cereviciae), y las transformaciones químicas por ellas
ocasionadas en los zumos de las uvas y de la cebada fueron descubiertas durante el siglo XIX por
uno de los padres de la Microbiología, de grato recuerdo por los inestimables servicios que
prestó a la Humanidad, el francés y hombre universal Louis Pasteur. Desentrañó el misterio de la
fabricación de la cerveza cuando con su microscopio observó las levaduras y comprobó que si se
las forzaba a vivir en un ambiente anaerobio (carente de oxígeno) transformaban la glucosa de
los zumos y de las maltas en alcohol etílico, que se acumulaba en el medio en el que las
levaduras se desarrollaban, al mismo tiempo que emitían gran cantidad de anhídrido carbónico
(CO2). De hecho, este peculiar comportamiento de las levaduras en condiciones anaerobias se
llegó a denominar “Efecto Pasteur”.

En el campo de la Espagiria Vegetal la fermentación es una operación relevante que conviene


conocer y manipular debidamente. Ahora bien, para que un preparado a partir de vegetales
pueda llamarse espagírico no es condición indispensable que haya sido obtenido a través de un
proceso de fermentación.

Es más, en la mayoría de las ocasiones está contraindicado recurrir a la fermentación porque


destruye o elimina los componentes activos de muchas plantas. Alexander von Bernus advierte
reiteradamente acerca del efecto negativo de la fermentación sobre las propiedades curativas de
las plantas, en una ocasión dice textualmente que “Por lo que respecta a las plantas medicinales,
cualesquiera que sean, no es ventajoso, ni siquiera recomendable, someterlas al tratamiento
espagírico, es decir, al procedimiento de la fermentación. En efecto, este tratamiento hace
perder más o menos a un gran número de estas plantas sus constituyentes más activos”. En otra
ocasión, refiriéndose al asunto transcribe el siguiente texto extraído de la Pharmacopea
spagyrica de Johann Rudolph Glauber: “No hay muchos vegetales que tengan necesidad de esta
corrección [la fermentación], de suerte que se les puede preparar per se en sus esencias”.
Todavía, en otro lugar, vuelve a comentar: “Seguimos compartiendo esta opinión de Glauber y
quisiéramos todavía precisarla, enunciando el siguiente principio: sólo las hierbas medicinales
tóxicas, tales como Conium maculatum (cicuta), Nux vomica (nuez vómica), Semen strichnii, etc.,
tienen necesidad del tratamiento espagírico, mientras que, por ejemplo, ninguna de las plantas
medicinales no tóxicas que encierran principios amargos, como Chelidonium (celidonia), Lignum
quassiae, Taraxacum (diente de león), Cichorium intybus (achicoria amarga), etc., debe ser
privada de este constituyente amargo por una fermentación, que estaría aquí del todo
contraindicada”. Refiriéndose al mejor método de preparación de plantas medicinales escribe lo
siguiente: “-a excepción de las plantas tóxicas que deben ser sometidas a la fermentación-“.
Finalmente, hablando del papel de la fermentación como método para separar lo puro de lo
impuro dice lo siguiente: “-y este procedimiento primordial [la fermentación] es particularmente
importante desde el punto de vista medicinal, para extraer de las plantas tóxicas sus
constituyentes etéreos activos”.
Cuando alguien como Alexander von Bernus, poseedor de profundos conocimientos sobre
Alquimia y versado como pocos en el siglo XX en las prácticas espagíricas de laboratorio, dice y
repite que el método de la fermentación está contraindicado en la preparación de remedios
espagíricos vegetales a excepción de aquellos casos en los que se utilizan plantas tóxicas pienso
que debemos seguir el principio enunciado por él, que a mí me gusta recordar como el
“Principio de Alexander von Bernus”.

Pues bien, atendiendo al Principio de Alexander von Bernus, jamás emplearemos el método
de la fermentación para elaborar preparados espagíricos a partir de plantas medicinales. Del
mismo modo, y esto es una seria y razonable recomendación del autor de la presente obra a
cualquier posible lector, jamás emplearemos plantas tóxicas para elaborar, con o sin
fermentación, preparado espagírico alguno. Téngase en cuenta que las medicinas espagíricas
poseen una elevada potencia y siempre deben ser usadas para curar y en ninguna ocasión para
causar perjuicio. Sólo bajo la dirección de un auténtico espagirista experto en la materia, y esto
es muy pero que muy difícil de hallar, se pueden manipular las plantas tóxicas con seguridad.
Además, el lector queda advertido desde ahora que los farsantes y charlatanes saben muy bien
aparentar de peritos expertos, la cosa es aún más antigua que el famoso cuento del astuto lobo
disfrazado de manso cordero.

Hechas estas advertencias nosotros sí que emplearemos la fermentación porque nos permitirá
obtener lo que hemos llamado el “portador del mercurio” o alcohol etílico. Nuestro principal
autor moderno de referencia, Alexander von Bernus, dice: “Existen naturalmente numerosos
métodos para separar lo sutil de lo grosero, y varían según la naturaleza de la materia que debe
someterse a este tratamiento. Destilación, sublimación y fermentación ocupan el primer lugar, y
la aplicación de este último método está lejos de limitarse a las substancias de origen vegetal. La
fabricación de la cerveza presenta el ejemplo de un proceso alquímico real, uno de los pocos que
son mantenidos. En cuanto al vino, se puede decir que es un producto espagírico natural:
separación de lo puro, de lo impuro, por la fermentación...”. En el reino vegetal lo grosero o
impuro no es otra cosa que la materia orgánica, la “carne” de las plantas, mientras que lo puro
está representado por los principios constituyentes de las plantas, el Azufre, el Mercurio y la Sal.

Publicado 22nd February 2014 por Asís Caballero

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Dec
2

SOBRE LOS PRINCIPIOS CONSTITUTIVOS DE LAS PLANTAS

Como antes se ha dicho, el trabajo del espagirista vegetal consiste en separar y purificar los
principios constituyentes de las plantas para más tarde volverlos a reunir dando lugar a lo que se
denomina un magisterio. Cabe preguntarse qué son estos llamados principios constituyentes de
los vegetales.

Según la Teoría de los Tres Principios de Paracelso todos los cuerpos orgánicos o inorgánicos
son el resultado de la combinación en proporciones diversas de tres sustancias o principios
básicos que él denominó Azufre, Mercurio y Sal. Como veremos, estos tres principios no
coinciden con lo que se entiende por azufre, mercurio o sal en el mundo moderno.

Desde el punto de vista de la Espagiria las plantas como el resto de los seres se encuentran
integradas por tres principios o substancias: Mercurio, Azufre y Sal. Al respecto de estos tres
principios dice Alexander von Bernus: “Los tres principios originales, o más bien substancias
originales, descubiertas por la vía de la imaginación, y que pueden siempre volverse a encontrar
por la misma vía, substancias que están en la base de todo el universo de las representaciones
alquímicas, se llaman: Sal, Sulphur et Mercurius.... estas tres substancias están sin embargo lejos
de ser idénticas a la sal, al azufre y al mercurio; ... La alquimia enseña que todo el universo
material toma su origen de los tres principios: Sal, Sulphur et Mercurius, y según que un cuerpo
haya recibido más o menos de una u otra de estas energías (por recurrir a la terminología actual)
es más o menos volátil, refractario o combustible. La sal da la fijeza, el azufre vuelve
combustible, y el inestable mercurio confiere volatilidad. En el sentido de una inteligencia
superior, el mercurio es, sin embargo, también la quintaesencia espiritual de todas las cosas, el
espíritu universal o Spiritu mundi.”

El Mercurio representa la energía de vida o vitalidad de las plantas, lo que en la tradición


hindú se denomina prana, es la Quinta Esencia o fuerza vital de todos los seres vivos orgánicos e
inorgánicos, constituye el principio pasivo o femenino de la planta. El Mercurio es el mismo en
todo el reino vegetal y es soluble en alcohol etílico por lo que a este compuesto se le suele
denominar el “portador del mercurio” o simplemente “mercurio”. Cuando se desea obtener el
Mercurio de una determinada planta, cualquiera que sea la especie, siempre se realiza mediante
una extracción alcohólica con mercurio (alcohol etílico), nunca con otro tipo de alcohol. Aunque
los nombremos de la misma forma no debemos confundir el Mercurio (principio constituyente
de las plantas) con el mercurio (alcohol etílico). El mercurio o alcohol etílico se obtiene por el
proceso de la fermentación de la que hablaremos en breve.

El Azufre representa el alma de la planta, el principio activo o masculino de todo vegetal. El


Azufre a diferencia del Mercurio varía de una especie vegetal a otra y se encuentra contenido en
su mayor parte en los aceites esenciales. Pero, existe una parte del Azufre que se encuentra
contenido en las llamadas “sales del Azufre”. Por tanto, en el Azufre distinguiremos dos
fracciones:

o La fracción volátil del Azufre, contenida en los aceites esenciales de la planta los cuales
son extraíbles mediante destilación. Esta fracción del Azufre posee propiedades
medicamentosas. Hay que destacar que estos aceites aromáticos son muy solubles en mercurio
o alcohol etílico.

o La fracción fija del azufre, contenida en la sal que se obtiene secando y luego incinerando
y posteriormente calcinando los restos de plantas y el residuo que permanece en el matraz de
evaporación del destilador después de haber separado el mercurio mediante el proceso de
destilación. A su vez esta sal se compone de dos fracciones, una soluble y otra insoluble en agua,
que habrán de ser separadas y purificadas. La fracción soluble en agua contiene cualidades
medicinales propias de la planta en cuestión.

Desde el punto de vista medicinal el Azufre es el principio que imprime a una especie vegetal
su peculiar carácter medicamentoso.

La Sal representa el “cuerpo” de la planta. Mas, se trata de una esquematización de lo que


nosotros entendemos por cuerpo de un vegetal ya que la Sal está formada por los restos
incombustibles que resultan de incinerar y después calcinar los despojos de la planta de los
cuales, previamente, han sido extraídos el Azufre y el Mercurio, es decir, por las cenizas de la
planta. Dentro de la Sal o cenizas completas de la planta se distinguen dos porciones:

o Una porción soluble en agua que suele denominarse sal salis y es muy apreciada en la
práctica espagírica dado que posee un gran valor medicinal. Esta fracción habrá de ser añadida a
las tinturas y esencias si se quiere que éstas sean un magisterio completo de la planta. Las sales
solubles se pueden cristalizar, mediante la evaporación del agua en la que se encuentran
disueltas, dando un polvo blanco muy higroscópico que debe ser almacenado en un recipiente
de vidrio o porcelana muy bien cerrado para que no absorban la humedad atmosférica
adquiriendo de esta forma un aspecto delicuescente.

o Una porción insoluble en agua, usualmente denominada caput mortuum, que se puede
separar de la anterior mediante la disolución en agua de la sal salis y posterior filtración a través
un papel de filtro, las sales solubles serán disueltas y arrastradas por el agua mientras que el
caput mortuum quedará atrapado en el papel de filtro. Las sales insolubles, una vez que han sido
bien lavadas con agua destilada y puestas a secar, no son higroscópicas y se pueden guardar en
cualquier recipiente bien tapado, porque de ellas no es posible extraer nada y carecen de
importancia medicinal. No obstante, hay quien añade a las tinturas la Sal completa de la planta
correspondiente.

No hay que confundir la Sal o “cuerpo” de una planta en sentido espagírico con lo que
usualmente entendemos por cuerpo de una planta. Cotidianamente, para nosotros, el cuerpo de
la planta no es otro que la forma visible del vegetal constituida mayoritariamente por materia
orgánica, lo que podríamos llamar la “carne” de la planta. Pues bien, desde el punto de vista
espagírico alquímico esa “carne” o materia orgánica no es más que una impureza, un estorbo
que impide que se manifiesten con todo su esplendor y energía las cualidades medicinales que
casi todas las plantas poseen en su interior. Las potencialidades de las plantas se hallan
atrapadas, encarceladas y oscurecidas por la materia orgánica que forma el cuerpo visible del
vegetal, de la misma forma que nuestra alma está atrapada en el sarcófago de la materia
orgánica de nuestro cuerpo físico y sólo se libera cuando éste se descompone al final de la vida.
La sustancia orgánica que da forma física al vegetal no viene a ser más que el material
aglomerante, el cemento, que mantiene unidos en un mismo cuerpo físico los tres principios
esenciales constituyentes de los seres vivos mientras dura la existencia terrestre.

Por todo ello la labor de la Espagiria consiste básicamente en separar los tres principios
constituyentes de las plantas (Azufre, Mercurio y Sal) purificándolos al máximo para, una vez
limpios de impurezas, volverlos a reunir constituyendo un magisterio en forma de tintura o
esencia que manifieste las potencias curativas de la planta en cuestión de manera superlativa.

La mejor forma de eliminar las impurezas de materia orgánica es mediante la acción del fuego.
Para ello, como veremos en detalle, los restos de las plantas serán en primer lugar incinerados y
seguidamente calcinados hasta que queden reducidos a un montón de cenizas (Sal) de color
grisáceo claro. Así, el auténtico cuerpo de la planta, la Sal, habrá sido desnudado de la materia
orgánica, la cual se dispersará en la atmósfera como anhídrido carbónico (CO2) para
eventualmente incorporarse de nuevo al cuerpo de otro vegetal gracias a la fotosíntesis.

Las energías curativas que los tratamientos espagíricos hacen aflorar son energías sutiles de
origen solar que se encuentran ocluidas en la materia orgánica e inorgánica que constituye el
organismo viviente de los vegetales. Se trata de energías solares mucho más delicadas,
intangibles y potentes que aquellas que se manifiestan en forma de fuego visible o de calor,
estas últimas no son más que energías bastante físicas cuya función es mantener el orden y
estructurar la materia orgánica del cuerpo visible durante la vida terrestre, siendo emitidas al
término de dicha existencia al mismo tiempo que el cuerpo visible se desorganiza y los tres
principios se liberan y separan. Una vez que la Sal de la planta ha sido purificada, es decir,
totalmente desprovista de la envoltura orgánica por acción del fuego, es imprescindible separar,
limpiar y cristalizar su fracción soluble (sal salis) para que esas energías sutiles ocluidas en su
estructura cristalina puedan aflorar.

En relación con este asunto Alexander von Bernus transcribe el siguiente párrafo de una obra
de Max Retschlag aparecida en 1926: “Nuestros conocimientos sobre la constitución del cuerpo,
la estructura de las células y de las entidades vivientes más pequeñas, así como sus funciones,
hacen perfectamente posible que se pueda encontrar un cierto remedio, constituido de energía
latente y concentrada, que actúe por ello como remedio universal para todas las enfermedades.
Como la fuerza vital es una fuerza electromotriz, este remedio debe estar constituido de cuerpos
capaces de liberar una energía eléctrica concentrada, tras su disolución en los humores del
cuerpo humano, del mismo modo que existen en las pilas galvánicas ciertas sales cuya disolución
produce una corriente más o menos constante entre los bornes. De innumerables alusiones
hechas por los antiguos maestros herméticos, se deduce que son igualmente ciertas sales las
que entran como material de base en la preparación del elixir de la vida. Estas alusiones se
vuelven a encontrar igualmente entre los pitagóricos, entre los esenios y en todas las escuelas
filosóficas cuyos maestros habían adquirido el más alto grado de la iniciación egipcia, tales como
Pitágoras y Moisés.

La sal, en tanto que término colectivo que engloba todo lo que se cristaliza, es, según los
antiguos maestros, el primer ente, pues toda materia se deja reducir a una forma salina. Es la
palabra de Dios devenida materia; en una sal particular, un agente celeste, hijo del divino fuego
solar, se une a una terrestreidad, para dar una encarnación salina”. Y más adelante comenta: “...
y la verdadera alquimia es la Halquimia, la ‘cocción de la sal’ (χνω, yo fundo, yo cuezo)”. Al
respecto el mismo Alexander von Bernus dice lo siguiente: “En la sal (comprendida en el sentido
más vasto), la luz es retenida mágicamente cautiva. Liberarla de nuevo, esto es la halquimia, y
esta sal nacida de nuevo es el fuego secreto de los Adeptos.

La luz mágicamente aprisionada en la sal y que se quiere liberar de ella: ¡he aquí sin duda una
noción aberrante para el físico de hoy en día! Y sin embargo, es así”.
Pero para que esa energía latente en el interior de la sal soluble de las plantas se exprese al
exterior manifestando con fuerza las propiedades curativas propias de la planta de la que se
extrajo es necesario someter la sal al procedimiento de ‘apertura’, que relaja la estructura de la
materia cristalina permitiendo la salida de esas fuerzas vitales sutiles, de esa luz, de origen solar.
De nuevo es Alexander von Bernus quien transcribe un párrafo de una obra de finales del siglo
XVIII de autor incierto que se refiere a la ‘apertura’ de las sales, dice así: “La Sal sacada de las
cenizas tiene una gran potencia y hay muchas virtudes ocultas en ella, pero Basilio Valentín
escribe que la sal no es buena para nada si su interior no es puesto en el exterior e invertido.
Pues es solamente el espíritu quien da la fuerza así como la vida; el cuerpo por sí solo no tiene
aquí ningún poder; si puedes encontrar aquél, tienes entonces la sal de los maestros y
verdaderamente el aceite incombustible.”. Este comentario se refiere concretamente a la sal
secreta de los filósofos, pero se puede aplicar a cualquier otra sal y por supuesto a la sal de la sal
(sal salis) de las plantas.

Publicado 2nd December 2013 por Asís Caballero

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Oct

16

SOBRE LA PALABRA ESPAGIRIA

Aunque, como he comentado, el contenido de esta obra es esencialmente práctico son


imprescindibles ciertos conceptos teóricos sobre los que se sustenta la praxis.

El término Espagiria, introducido en el lenguaje alquímico por Paracelso, compuesto por dos
raíces griegas una de las cuales significa separar (span) y otra unir (ageyron), expresa claramente
la labor básica del espagirista vegetal consistente en separar y purificar los principios
constituyentes de las plantas para más tarde volverlos a reunir dando lugar a lo que se denomina
un magisterio. Por magisterio se entiende un preparado alquímico elaborado a partir de una
planta, u otro material, que contiene todos los principios esenciales constituyentes de la misma
y del cual se han eliminado todas las impurezas presentes en el cuerpo de la planta viva.
“Aprende por esto la Alquimia, que lleva también el nombre de Espagiria que enseña el arte
de separar lo falso de lo verdadero. Así es la luz de la naturaleza”. De estas palabras de Paracelso
[Felipe Teofrato de Hohenheim (1493-1541)] parece desprenderse que Espagiria es sinónimo de
Alquimia. Sin embargo, se impone la idea de otros autores de que la Espagiria es la aplicación de
la Alquimia a la preparación de medicinas extraídas de plantas oficinales mientras que, aún
otros, dan una definición algo menos restrictiva y afirman que son medicinas espagíricas las
preparadas a partir tanto de vegetales como de minerales. Podemos entonces distinguir una
Espagiria Vegetal, aunque, la cuestión de si la Espagiria es o no sinónimo de Alquimia está lejos
de quedar clara y parece depender del autor al que se haga referencia. Así, Alexis Maleg, en el
prefacio de la edición francesa de la obra Alquimia y Medicina de Alexander von Bernus,
comenta que la separación entre Alquimia y Espagiria fue consagrada por Fulcanelli y sus
discípulos y, de hecho, leyendo el último y al parecer definitivo libro de Fulcanelli (Finis Gloriae
Mundi, 1999) se puede constatar que sitúa el arte espagírico al nivel de los que él llama
“boticarios”, en una posición inferior y bastante alejada de la verdadera Alquimia.

La Espagiria Vegetal se puede considerar la antesala de la verdadera Alquimia, por donde


deben empezar todos aquellos que hayan decidido dedicar su tiempo a comprender este
intrincado mundo del conocimiento y del espíritu.

Como ya se ha dejado dicho, en esta obra únicamente se hablará de Espagiria Vegetal y más
concretamente de las prácticas de laboratorio más habituales y básicas. Debe quedar claro que
los aspectos astrológicos, espirituales y anímicos inseparablemente relacionados con los
procedimientos espagíricos los ha de buscar el lector interesado por sí mismo en las obras de
autores cualificados. Porque la forma de abordar dichos asuntos depende grandemente de la
estructura mental-anímica y de las creencias religiosas de cada individuo. Desde luego, a las
personas materialistas y descreídas les digo a dios ya desde este mismo instante.

Publicado 16th October 2013 por Asís Caballero

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Sep

A MODO DE INTRODUCCIÓN

A MODO DE INTRODUCCIÓN
Mi interés por la Espagiria deriva de la fascinación que siempre he sentido por el mundo
vegetal y por la Botánica. Para mí, que soy un profesional con bastante tiempo libre y que ya he
recorrido una parte considerable de mi vida, la Botánica representa mi afición y una pasión
irrefrenable, una forma de acercarme al mundo natural y de disfrutar de la Naturaleza, un
conjunto de conocimientos que permiten al paseante sacar el mayor jugo posible a un buen día
de campo. Por tanto, estoy hasta cierto punto en sintonía con Jean-Jacques Rousseau (1712-
1778) quién consideraba la Botánica no como una ciencia por derecho propio con importantes
aplicaciones prácticas y beneficios para la Humanidad, sino como poco más que un divertimento
y modo maravilloso de aproximarse a la Naturaleza disfrutando al mismo tiempo. Sin embargo,
no es mi intención colaborar al desprestigio social y científico de la Botánica como parece, que
en su día y durante muchos años después, causó Rousseau con sus frívolas opiniones sobre la
ciencia de las plantas, aunque para mí se trate de una diversión que ocupa todo mi tiempo libre
ha de quedar claro que considero a la Botánica como una de las grandes ciencias clásicas tanto
por sus principios fundamentales, como por su metodología, como por los enormes beneficios
que ha reportado a la sociedad humana en su categoría de ciencia práctica o útil que tan
estimada fue en su día por los sabios ilustrados.

Cuando uno se sumerge en profundidad en el conocimiento de las plantas, siendo como el


autor alguien que no se dedica expresamente a la investigación botánica en la Universidad, llega
un momento que el saber sobre el mundo vegetal le resulta vacío y algo monótono, uno llega a
conocer las plantas de la comarca donde vive, sus aplicaciones y algo más, parece que ya no
puede aprender nada más sobre ellas pero, de alguna forma, intuye que todavía hay algo por
conocer que se oculta detrás del teatro de lo visible, de otra forma el mundo sería aburrido.
Cada vez es más fuerte la sensación de que existe algo no contado por la historia oficial de las
plantas, por la Botánica.

La Espagiria me ha abierto la puerta a ese otro mundo del conocimiento vegetal no contado
por la ciencia oficial de corte materialista. Comprendo que a cualquier botánico en sentido
estricto, quiero decir universitario, le avergonzaría reconocer que cree ciertos los presupuestos
sobre los que se cimenta la Espagiria. Pero, de cualquier forma, este libro va dirigido no a los
botánicos s.str., sino a los amantes de las plantas, llamémosles botanófilos, aunque creo posible
que algún botánico sea al mismo tiempo un amante de las plantas.

La Espagiria proporciona una visión del mundo vegetal que no por formar parte de una
antigua tradición deja de ser nueva en los tiempos que corren para las personas que se interesan
por ella y que, como todos nosotros, han sido educadas siguiendo los cánones de las enseñanzas
racionalistas y materialistas características de la civilización occidental actual.

La Espagiria ofrece al interesado la posibilidad de elaborar mediante procedimientos sencillos


preparados que contienen las cualidades curativas de las plantas de manera más completa y
poderosa que las simples tinturas o infusiones de la farmacopea convencional. Paralelamente
permite aprender por uno mismo, mientras que el mundo interior del laborante se enriquece. A
diferencia de la ciencia convencional la Espagiria es una disciplina no sólo física e intelectual,
sino también, y muy especialmente, espiritual en la que las manipulaciones realizadas en el
laboratorio deben estar acompañadas de una cierta preparación espiritual y pureza interior del
ejecutante. Antes de cada sesión de laboratorio el espagirista se enconmienda a Dios para que lo
guíe en su trabajo, le ayude a aprender y a conocerse a sí mismo. Además, todas las
manipulaciones deben realizarse de acuerdo con las influencias astrológicas que rigen la planta
con la que se trabaja.

En el presente escrito me centraré en explicar detalladamente las técnicas y rutinas más


básicas del laboratorio espagírico que son los primeros problemas con los que se enfrentará
cualquier persona que decida pasar a la acción y poner en práctica los métodos que se leen en
los libros dedicados al tema. Las enseñanzas referentes a los aspectos espirituales y astrológicos
que, como digo, deben necesaria e imprescindiblemente acompañar al trabajo práctico en el
laboratorio las debe buscar el lector en maestros incomparablemente más adelantados y doctos
que este humilde aprendiz de espagirista. Sería comprometido por mi parte dirigir al lector hacia
alguno de esos maestros y por otra parte creo que si el lector ha encontrado este libro entre la
ingente cantidad de bibliografía sobre el tema puede perfectamente dar con los autores
adecuados que le resuelvan las cuestiones de tipo espiritual y astrológico que tenga planteados.

A lo largo del siglo XX han visto la luz una serie de publicaciones en las que se desarrollan las
diferentes técnicas empleadas en el laboratorio alquímico para la elaboración de preparados
medicinales a partir de plantas. Pero, cuando uno intenta seguir las prácticas de laboratorio
descritas en las mismas se encuentra, por una parte, con numerosas lagunas, explicaciones
oscuras y directrices ambiguas expresadas no pocas veces en un lenguaje que parece caduco y
arcaico para los tiempos en que vivimos; por otra parte, el aprendiz tropieza continuamente con
problemas e inconvenientes que debe ir resolviendo con paciencia e ingenio hasta que
finalmente consigue depurar una serie de protocolos adaptados a sus propias circunstancias y
disponibilidades que le permiten producir tinturas y esencias a partir de las plantas elegidas.

El autor, que ha tratado de reproducir por sus propios medios los procedimientos e
instrucciones descritas por autores contemporáneos como Alexander von Bernus, Albert Richard
Riedel (Frater Albertus) y Manfred M. Junius, y también por otros más antiguos como Paracelso
o algo más modernos que este último, como Johann Rudolph Glauber; ha debido superar una
serie de pequeños problemas a la hora de realizar ciertas maniobras de laboratorio y de
encontrar el material necesario para llevarlas a cabo, en muchas ocasiones recipientes e
instrumentos de uso convencional adaptados a nuevas necesidades. Además, a veces ocurre que
las instrucciones no están claras porque los autores dan por sobreentendido que el lector posee
ciertos conocimientos o simplemente olvidan o no desean aportar los datos precisos, es
necesario entonces realizar pruebas y tanteos hasta determinar con exactitud la manera de
actuar. Paso a paso he llegado a establecer diversos protocolos que permiten dirigir de forma
clara y segura los pasos del laborante, no sin antes haber gastado considerable cantidad de
dinero, tiempo y esfuerzo, a la par que haber realizado numerosos intentos fallidos de producir
tinturas y esencias correctamente.

Alexander von Bernus (1880-1965) nacido en Lindau, a orillas del lago Constanza, se dedicó
primero a la poesía, más tarde, a raíz de su amistad con Rudolph Steiner, se despertó en él una
fuerte atracción hacia la ciencia esotérica y decidió estudiar química y medicina; en 1921 funda
los laboratorios de preparados espagíricos que luego llegarían a denominarse “Laboratorios
Soluna”. Personaje de una gran cultura y muy versado en las prácticas espagíricas de laboratorio
fue el autor de la obra titulada Alquimia y Medicina aparecida por primera vez en 1936 que,
aunque no es una obra práctica, es un libro de lectura reiterada que contiene una serie de
indicaciones de enorme importancia para el trabajo con plantas además de muchísimas otras
informaciones de gran interés para el principiante.

Albert Richard Riedel (1911-1984), nacido en Alemania, escribió, entre otras, una obra titulada
Manual del Alquimista (1960) en la que aborda el trabajo alquímico con plantas en el
laboratorio. La primera vez que la leí me pareció una obra interesante y creo que sigue siéndolo,
aunque yo mantengo cierta desconfianza hacia el contenido de la misma por lo que voy a relatar
a continuación. Este personaje, más conocido como Frater Albertus, al que en no pocos foros se
le aplica el apreciadísimo tratamiento de “Maestro”, fue el fundador allá por 1960 de la
Paracelsus Research Society de Salt Lake City, Utah (EE.UU.), pocos años después transformada
en el Paracelsus College. Hace algo más de veinte años, tras la lectura del libro que acabo de
indicar, mi curiosidad innata me llevó a suscribirme durante algún tiempo a una publicación
periódica editada en inglés por el mencionado Paracelsus College cuyo título era nada más y
nada menos que Essentia. Journal of Evolutionary Thought in Action, y cuyo contenido me
defraudó profundamente porque básicamente consistía en artículos de culto hacia el fundador
de la institución, catálogos de los supuestos preparados espagíricos producidos por los
laboratorios de la institución, publicitaba los cursos internacionales y muy caros impartidos en
las diferentes sedes del College y, de cuando en cuando, aparecían artículos con títulos tan
estrambóticos como el que sigue: Living Organism Created in the lab. Evidentemente era la típica
trampa para incautos destinada a enriquecer a vividores y farsantes, y yo con mi irrefrenable
curiosidad había caído en ella como un pardillo. Por todo lo dicho me comprenderá el lector
cuando digo que mantengo cierta desconfianza hacia la obra de Riedel.

Manfred M. Junius (1929-2004), también nacido en Alemania, fue profesor de biología, y vivió
durante muchos años en la India donde realizó estudios sobre la medicina tradicional y la música
india, espagirista practicante, fue director de preparados espagíricos de cierto laboratorio
farmacéutico y director de la Australian School of Ayurveda en Adelaida. Escribió un libro
titulado Introducción a la Alquimia de las Plantas Medicinales (1981) en el que expuso de forma
bastante clara los procedimientos básicos y las bases teóricas de la Espagiria Vegetal.

Para terminar con esta presentación he de advertir que estoy convencido de que con lo escrito
en este libro no hago público nada que deba permanecer secreto. Únicamente trato de adaptar
a las posibilidades de nuestro mundo moderno una serie de técnicas y manipulaciones que
tienen siglos de antigüedad.

Publicado 8th September 2013 por Asís Caballero

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Feb

23

MIS LIBROS PREFERIDOS

Ayer me referí a un par de libros que para mí han sido y siguen siendo muy importantes.
Primero, el escrito por Manfred M. Junius, INTRODUCCIÓN A LA ALQUIMIA DE LAS PLANTAS
MEDICINALES, este fue mi introducción en el mundo de la espagiria vegetal.
Pero, fue ALQUIMIA Y MEDICINA de Alexander von Bernus el que más ha influido en mi
trabajo porque contiene una serie de indicaciones de enorme importancia para el trabajo con
plantas. Ahora bien, es un libro de lectura repetida, en el mismo encontrará el lector referencias
a la volatilización de las sales de tártaro que podrá aplicar a la volatilización de la sal salis de las
plantas, también hallará consejos para el tratamiento espagírico de las plantas tóxicas.

Actualmente no son libros fáciles de localizar porque deben estar descatalogados.

Asís Caballero

Publicado 23rd February 2013 por Asís Caballero

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Feb

22

PRESENTACIÓN

Estoy interesado en la espagiria vegetal y especialmente en las manipulaciones de laboratorio.


La idea con la que he abierto este blog es encontrar personas que tengan aficiones similares y
que hayan desarrollado algún trabajo práctico. Creo que el principal problema que tenemos los
que nos movemos en este campo es el no poder hablar con otras personas para intercambiar
conocimientos, experiencias, aspiraciones, dudas e ideas en general. Yo me siento aislado y a
veces llega un momento que no sé si continuar porque por otra parte todas las manipulaciones
de laboratorio son caras y muy muy lentas.

He escrito un pequeño librito contando mis experiencias de laboratorio con la esperanza de


encontrar alguien con quien compartir conocimientos y vivencias. La verdad, con muy poco
éxito.

Durante muchos años sólo he obtenido información de dos autores que me parecen
fidedignos el primero que conocí fue Manfred M. Junius. Al mismo tiempo que este autor leí un
libro titulado Alquimia y Medicina escrito por Alexander von Bernus, sin embargo, tardé bastante
tiempo en darme cuenta de la importancia de este autor y este libro. Después de muchas
lecturas repetidas decidí seguir las indicaciones que Alexander von Bernus da en su libro y he
terminado basando todo mi trabajo en el laboratorio espagírico en su enseñanza. Me resulta
extraño el escaso predicamento que Alexander von Bernus ha tenido porque en mi opinión es el
único espagirista auténticamente serio que conozco en el siglo XX, sin embargo, me da la
impresión que nadie le presta la debida atención. Aunque a veces uno lee cosas que
evidentemente están inspiradas en sus ideas y principios sin que se le cite debidamente como
fuente.

En fin, espero que este blog me sirva para desbloquear mi trabajo, conocer a otros amantes de
la espagiria vegetal y compartir y adquirir nuevos conocimientos.

Asís Caballero

Publicado 22nd February 2013 por Asís Caballero

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