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¿ P uede h a b lar el su baltern o ?

G a y a t r i C h a k r a v o r t y S p i ya k

N o ta in t r o d u c t o r ia ,

p o r Santiago G iraldo**

E s t a b r ev e intro ducció n a l texto de S pivak tiene el objetivo de


aclarar algunos puntos que pueden facilitar la lectura de “¿Puede
hablar el subalterno?”.
Gayatri Spivak nació en Calcuta, Bengal occidental, el 24 de
febrero de 1 9 4 2 , en el seno de una familia “de clase media me­
tropolitana” (Spivak, 1 9 9 0 ] y hace
parte de la primera generación de in­ te* enEsteCary
artículo fue publicado originalmen­
Nelson y Larry Grossberg (eds.)
telectuales indios del periodo pos-in­ Marxism and the interpretation of Culture
dependencia. Hoy en día es University of Illinois Press. C hicago. 1988.
Además, en el libro, A critique of poscolonial
profesora de la Fundación Avalon en reason. Toward a history of vanishing present.
Humanidades en la Universidad de Harvard University Press. Cam bridge Exis­
Columbia, Estados Unidos, aunque te otra traducción al castellano publicada
en Orbis Tertius. VI. 1998:175-235 (Argentina).
ha sido profesora también en Fran­ Traducción del inglés de Antonio Díaz G .,
cia, Alemania, Arabia Saudita e In­ estudiante de antropología de la Universi­
dad Nacional de Colom bia. Revisada por
dia, además de ser una activista Santiago Giraldo y María Teresa Salcedo,
política feminista y de participar en investigadores del ICANH
varios movimientos sociales. * * Instituto Colombiano de Antropología

Su carrera académica ha estado e Historia.


marcada por una proclividad a tras­
pasar las barreras disciplinarias, por lo que es ampliamente citada
por académicos pertenecientes a una variedad de disciplinas. Sin
embargo, considera que no es lo “suficientemente erudita para
ser interdisciplinaria, pero puedo romper reglas” (Spivak, 1999] y
sostiene que su posición suele ser “una de reacción. Soy vista por
los marxistas como demasiado codificada, por las feministas como
demasiado identificada con lo masculino y por los teóricos indí­
genas como demasiado comprometida con la teoría occidental.
Estoy inquietamente complacida por esto” (Spivak, 1990]. Hizo

R e v i s t a C o l o m b i a n a de A n t r o p o l o g í a

Volum en 39, en ero -d icie m b re 20 0 3, pp.297-304


R e v is ta C o lo m b ia n a
2.98 G a y a tri C h ak rav o rty S p iv a k d e A n t r o p o lo g ía
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 1003

sus estudios de pregrado en la Universidad de Calcuta (1959) y su rencia de “clase”-, adoptando, además, las propuestas analíti­
doctorado en la Universidad de Cornell, produciendo una diserta­ cas posmodernas y posestructurales en su historiografía. El “sub­
ción sobre la obra de Yeats bajo la dirección del crítico literario y alterno” como tal es visto como poseedor de una política de
teórico de la deconstrucción Paul de Man. oposición auténtica que no depende de y se diferencia de manera
Desde su traducción al inglés de De la gramatología de Jacques radical del movimiento nacionalista. Para este grupo, “subalter­
Derrida (1974) en la que escribió el prefacio introduciendo la obra no” se refiere específicamente a los grupos oprimidos y sin voz;
de Derrida al mundo académico anglòfono, su prosa ha sido cali­ el proletariado, las mujeres, los campesinos, aquellos que perte­
ficada como “ilegible”, “incomprensible”, “densa” y “opaca”, re­ necen a grupos tribales. Y es sobre este punto en especial que
saltando en todo caso su brillantez teórica y rigor analítico. Su Spivak monta una parte de su crítica al deconstruir “subalterno”
trabajo posterior ha estado enmarcado dentro de la crítica litera­ como categoría monolítica en la que se presume una identidad y
ria posestructuralista, empleando de manera deconstructiva el fe­ conciencia unitaria del sujeto.
minismo, el marxismo, y el poscolonialismo, incluyendo su trabajo Por último, otro aspecto importante es su crítica al trabajo de
dentro del Subaltern Studies Group (Grupo de estudios subalter­ los intelectuales poscoloniales -y los intelectuales y académicos
nos) y varias traducciones de poesía y literatura bengali al inglés. en general-, en el que terminan reproduciéndose los esquemas de
Puede decirse que su ensayo de 1985, “¿Puede hablar el subalter­ dominación política, económica y cultural neo-coloniales. Debe
no?” es un clásico dentro de la teoría social contemporánea. tenerse en cuenta que “poscolonial” hace referencia a una época
La pregunta y su consiguiente respuesta no deben ser tomadas histórica que comienza con la “descolonización” de la India en
de manera literal, ya que el argumento en general apunta al silen- !947>y aún no termina, y a una orientación crítica hacia el pasado
ciamiento estructural del subalterno dentro de la narrativa históri­ (Bhabha y Comaroff, 1998 [2002]). La crítica de Spivak resalta los
ca capitalista. Es claro que el subalterno “habla” físicamente; sin peligros del trabajo intelectual que actúa, consciente o incons­
embargo, su “habla” no adquiere estatus dialógico -en el sentido cientemente, a favor de la dominación del subalterno, mante­
en que lo plantea Bakhtin-, esto es, el subalterno no es un sujeto niéndolo en silencio sin darle un espacio o una posición desde la
que ocupa una posición discursiva desde la que puede hablar o que pueda “hablar”. De esto se desprende que el intelectual no
responder. Como indica Spivak, es el espacio en blanco entre las debe -ni puede-, en su opinión, hablar “por” el subalterno, ya
palabras, aunque el que se le silencie no significa que no exista. En que esto implica proteger y reforzar la “subalternidad” y la opre­
su ensayo, Spivak critica y elogia al sión sobre ellos. Claro ejemplo de este problema ha sido la rela­
I. Ranajit Guha, Partha Chatterjee, Gayatri mismo tiempo el proyecto del Grupo ción problemática entre la antropología y los estados y gobiernos
Spivak y Dipesh Chakrabarty son algunos de de estudios subalternos de la India, coloniales, y el trabajo de antropólogos a favor de entidades como
los miembros más conocidos de este grupo,
el cual influenció la creación del Grupo lati­
creado por un grupo de historiadores la c í a (cf. Asad, 1973) o el de las historias universales en las que
noamericano de estudios subalternos con­ indios en la década de 198o1. Europa” ocupa el papel protagónico como único sujeto válido
form ado, entre muchos otros, por Florencia
Fuertemente influenciados por el para la historia (cf. Chakrabarty, 1992).
Mallon, lleana Rodríguez, José Rabosa y John
Beverley (véase Rodríguez, aooi) trabajo del historiador E. P. Thomp­ Como indica Ortner (1995:183) su proyecto está enmarcado de
son, el Grupo de estudios subalter­ manera general en el análisis del problema de la relación de la
nos surge en respuesta a lo que ellos consideran como la persona individual o sujeto, y la dominación, especialmente en
preponderancia de una historiografía nacionalista en la que las lo que tiene que ver con la conciencia, la subjetividad, la inten­
luchas de los pobres y desposeídos son vistas como una exten­ cionalidad y la identidad que emergen de esta relación. Como
sión de la agenda propuesta por la elite nacionalista y subordi­ parte de una corriente analítica posestructuralista, uno de sus
nadas a una propuesta nacional específica que surge a partir de objetivos centrales es des-centrar el sujeto, resaltando cómo la
Gandhi. En este sentido adoptan el concepto de “subalterno” idea del individuo —usualmente masculino—dotado de libre albe­
propuesto por Gramsci, volviéndolo un sujeto histórico que res­ drío es una construcción ideológica que responde a una situación
ponde también a las categorías de género y etnicidad -a dife- cultural, política, histórica y social específica que no es aplicable
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300 G a y a tri C h ak rav o rty S p iv a k d e A n t r o p o lo g ía 3O I
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2.003

en todos los tiempos, todas las sociedades y todos los lugares (Ibid: Who Speaks for ‘Indian Pasts’” . Representations. 37. Winter. Special
185). Es por esta razón que la pregunta de Spivak en “¿Puede hablar Issue: Im perial Fantasies and Postcolonial H istories.
el subalterno?” sigue teniendo tanta vigencia hoy día como hace O rtner, S herry B. 1995« “ R esistan ce and the Problem o f Ethnographic
dieciséis años cuando fue publicado por primera vez, en inglés ya Comparative Studies in Society and History. 37 (1).
R e fu sa l” .
que nos fuerza a repensar nuestras presuposiciones analíticas y
R odríguez, I leana fed .). 2001. The Latin American Subaltern Studies
nuestra posición política como intelectuales y académicos.
Reader. D uke U n iv e rsity P ress. D urham y L o n d res.

B ib l io g r a f ía a d ic io n a l >|C9|C^C

de G ayatri C h a k r a v o r ty S p iv a k

“ P o d e r , d e s e o , in t e r é s ” 1 . E n

E
l t ít u l o o r ig in a l d e e s t e e n s a y o era
G uh a , R anajit y S pivak , G ayatri C hakravorty (eds.). 1988. Selected
efecto, cualquier poder que puedan tener estas meditaciones
Subaltern studies. O xford U n iv e rsity P ress.
ha sido ganado por medio de la negación políticamente intere­
S pivak , G ayatri C hakravorty . 2.003. Death of a discipline. C o lu m b ia sada de empujar hasta el límite l a s -----------------------------------
U n iv e rs ity P ress. N u e v a York. presuposiciones fundamentales de L Estoy^agradecida con Khachig Tololyan por
. j su detallada primera lectura a este ensayo.
-------------. 1999.A critique of postcolonial reason. Toward a history of mis deseos, hasta el punto hasta d o n - -----------------------------------
the vanishing present. H arvard U niversity Press. Cam bridge, M ass. de están a mi alcance. Esta fórmula vulgar de tres golpes, aplica­
------------. 1993. Outside in the teaching machine. Routledge. Nueva York. da igualmente al discurso más comprometido y al más irónico,
-------------- . 1992. Thinking academic freedom in gendered post- sigue lo que Althusser (1971: 66) de manera apropiada ha llamado
coloniality. U n iv e rs ity o f C ape Tow n. C ape Tow n. “filosofías de la negación”. He invocado mi posicionalidad de esta
----------- . 1988. In other worlds, essays in cultural politics. manera incómoda para así acentuar el hecho que el cuestionar el
R ou tled ge. N u e v a York. C1987. lugar del investigador es un acto de piedad sin sentido en muchas
S pivak , G ayatri C hakravorty , D onna L and ry , G erald M . M a c L e a n . de las críticas recientes al sujeto soberano. Así, aunque trataré de
1996. The Spivak reader, selected works of Gayatri Chakravorty hacer obvia la precariedad de mi posición a lo largo del texto, sé
Spivak. R o u tled ge. N u e v a York. que tales gestos nunca son suficientes.
S pivak, G ayatri C hakravorty, S arah H arasym . 1990.The post-colonial Este texto se moverá, a lo largo de una ruta necesariamente
critic, interviews, strategies, dialogues. Routledge. N u e va York. dilatada, de una crítica a los actuales esfuerzos en Occidente de
Derrida, Jacques. 1976. OfGrammatology. Traducción de Gayatri Chakravorty problematizar al sujeto hacia la pregunta de cómo es represen­
Spivak. Johns Hopkins University Press. Baltimore. 1997. tado en el discurso occidental el sujeto del tercer mundo. A lo
largo del camino tendré la oportunidad de sugerir que un des-
centramiento aún más radical del sujeto está, de hecho, implíci­
B ib l io g r a f ía c it a d a
to en Marx y Derrida. Y recurriré, quizá de manera sorprendente,
Anthropology & the Colonial
A s a d , T a l a l . 1973. “ In tro d u c tio n ” .
al argumento que la producción intelectual occidental es, de
Encounter. H u m an ity B oo k s. A m h erst. muchas formas, cómplice de los intereses económicos interna­
cionales occidentales. Al final, ofreceré un análisis alternativo
B habha , H omi y J ohn C omaroff. 1998. “ Speakin g o f Postcoloniality, in
th e C o n tin u o u s P re s e n t: a C o n v e r s a t io n ” . E n Relocating de las relaciones entre los discursos de Occidente y la posibili­
Postcolonialism. D avid T. G oldberg y A to Q uayson . B la c k w e ll. dad de hablar de (o por) la mujer subalterna. Usaré ejemplos
M alden y Oxford. 2002. específicos del caso de la India, discutiendo detalladamente el
C hakrabarty , D ipesh . 1992. “ Postcoloniality and the A rtifice of History.
estatus extraordinariamente paradójico de la abolición británica
del sacrificio de la viuda.
R e v is ta C o l o m b i a n a
302 G ayatri Chakravo rty S p iv a k d e A n t r o p o lo g ía 303
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2003

I maoísmo chino no es operativo en ninguna parte. El maoísmo


aquí simplemente crea un aura de especificidad narrativa, la que
sería una trivialidad retórica inofensiva si no fuera por la apro­

P
ARTE DE LA CRÍTICA MÁS RADICAL QUE PROVIENE HOY DE OCCIDENTE
es el resultado de un deseo interesado en conservar al sujeto piación inocente del nombre propio “maoísmo” por parte del
de Occidente, o al Occidente como Sujeto. La teoría de “su­ excéntrico fenómeno del “maoísmo” intelectual francés y la
jetos-efectos” pluralizados da la ilusión de socavar la soberanía consecutiva creación sintomática de una imagen transparente
subjetiva mientras con frecuencia provee una cubierta para este de “Asia” por parte de la “Nueva Filosofía”3.
sujeto de conocimiento. Aunque la historia de Europa como La referencia de Deleuze sobre la lucha obrera es igualmente
Sujeto es narrativizada por la ley, la economía política y la ideo­ problemática; es, obviamente, una genuflexión: “Somos inca­
logía de Occidente, este Sujeto encubierto pretende “no tener paces de tocar (el poder) en cualquier punto de su aplicación
determinaciones geopolíticas” . Y así, la muy publicitada crítica sin encontrarnos nosotros mismos confrontados por esta masa
del sujeto soberano inaugura en efecto un Sujeto. Argumentaré difusa, así que somos llevados necesariamente... al deseo de
esta conclusión considerando un texto de dos grandes practi­ hacerla explotar completamente. Cada ataque o defensa parcial
cantes de la crítica: “Intelectuales y de carácter revolucionario está ligado de esta forma a la lucha
2 . Michel Foucault. Language, Counter- poder: conversación entre Michel obrera” (FD: 217). La aparente trivialidad señala una negación.
Memory, Practice: Selected essays and Foucault y Gilíes Deleuze”2. El enunciado ignora la división internacional del trabajo, un gesto
interviews. Traducción de Donald F. Bouchard
y Sherry Simon. Cornell University Press.
He escogido este intercambio que marca frecuentemente la teoría política posestructuralista4.
Ithaca, N.Y. 1977: 205-17 (de aquí en adelante amigable entre dos filósofos activis­ La invocación de la lucha de los trabajadores es funesta en su
citado com o FD). Fie modificado la versión tas de la historia porque deshace la propia inocencia; es incapaz de tratar con el capitalismo global:
inglesa de estas y otras traducciones, donde
lo dem anda la fidelidad al original.
oposición entre producción teórica el sujeto-producción del obrero y el
Es importante observar que la "influencia" autoritaria y la práctica despreveni­ desempleado dentro de las ideolo­ 3. Aquí hay una referencia implícita a la ola
de m aoísm o pos-1968 en Francia. Véase
más importante de los intelectuales de Eu­ da de la conversación, permitiendo gías del estado-nación en su centro; Michel Foucault. "O n popular Justice: a
ropa occidental sobre profesores y estu­ vislumbrar el rumbo de la ideología.
diantes de Estados Unidos se da más por
con la creciente disminución de la d isc u ssio n with M a o is t s " . En Pow er/
Los participantes de esta conversa­ Knowledge: Selected interviews and other
m edio de co leccion es de en sayos que clase trabajadora en la periferia a writings 1972.-77. T rad u cción d e C o lin
mediante libros extensos traducidos. Y, en ción enfatizan las contribuciones partir de la realización de exceden­ Gordon et al. Panteon. Nueva York.134 (de
estas colecciones, es comprensible que los
trabajos de interés actual sean los que más
más importantes de la teoría poses- tes y de la domesticación “humanis­ aquí en adelante citado com o PK). La expli­
cación de la referencia fortalece mi punto
circulan - e s el caso de "Structure, sign and tructuralista francesa: primero, que ta” en el consumismo; y con la dejando expuestas las m ecánicas de ap ro­
play" de Derrida-. En consecuencia, desde las redes de poder/deseo/interés son presencia a gran escala de trabajo piación. El estatus de China en esta discu­
la perspectiva de la producción teórica y de
la reproducción ideológica, la conversa­
tan heterogéneas, que su reducción paracapitalista así como también el sión es ejemplar. Si Foucault se aclara a sí
mismo persistentemente diciendo: "N o sé
ción considerada no ha sido necesariam en­ a una narrativa coherente es contra­ heterogéneo estatus estructural de nada sobre C hina", su interlocutor muestra
te sustituida. producente -se necesita una crítica la agricultura en la periferia. Ignora hacia China lo que Derrida llama "el prejui­
persistente-; y segundo, que los in­ también la división internacional
cio chino".

telectuales deben tratar de dejar al descubierto y conocer el dis­ 4 - Esto es parte de un síntoma mucho más
del trabajo; creando una imagen amplio, com o lo discute Eric Wolf, 1982..
curso del Otro de la sociedad. No obstante, los dos ignoran transparente -a menos que el suje­
sistemáticamente la cuestión de la ideología y su propia impli­ to sea ostensiblemente el “tercer mundo”- de “Asia” -y en oca­
cación en la historia intelectual y económica. siones de “África”-; restableciendo el sujeto legal del capital
Aunque uno de sus presupuestos principales es la crítica del socializado —estos son problemas comunes para muchas teorías
sujeto soberano, la conversación entre Foucault y Deleuze está tanto posestructuralistas como estructuralistas-. ¿Por qué de­
enmarcada por dos sujetos-en-revolución monolíticos y anónimos: berían ser aprobadas tales oclusiones precisamente en aquellos
“Un maoísta” (FD: 205) y “la lucha obrera” (FD: 217). Los intelec­ intelectuales que son nuestros mejores profetas de la heteroge­
tuales, sin embargo, son nombrados y diferenciados; además, un neidad y del Otro?
R e v is ta C o lo m b ia n a
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El vínculo con la lucha obrera está localizado en el deseo de trabajo ni administración, manteniendo un pasaporte “fuerte”,
hacer volar el poder en cualquier punto de su aplicación. Este usando un circulante “fuerte” o “duro”, con acceso supuesta­
punto está basado aparentemente sobre una valoración simple mente incuestionable al debido proceso. Ciertamente no es el
de cualquier deseo destructivo de cualquier poder. Walter Ben­ sujeto que desea como Otro.
jamin (1983:12) comenta sobre la política comparable de Baude­ La falla de Deleuze y Guattari al considerar las relaciones
laire por medio de citas de Marx: entre deseo, poder y subjetividad los hace incapaces de articu­
lar una teoría de los intereses. En este contexto, su indiferencia
Marx continúa su descripción de los conspirateurs de proffesion por la ideología -una teoría de lo que es necesario para una com­
como sigue: “ ... No tienen otro objetivo sino el derrocamiento prensión de los intereses- es notable pero consistente. El com­
inmediato del gobierno existente, y desprecian profundamente las promiso de Foucault hacia la especulación “genealógica” lo
iluminaciones más teóricas de los trabajadores en lo que se refiere a
previene de ubicar, en “grandes nombres como Marx y Freud,
sus intereses de clase. De esta manera su ira -no proletaria sino
plebeya- hacia los habits noirs (chaquetas negras), la gente más o
vertientes en algunas corrientes continuas de la historia intelec­
menos educada que representa [vertreten] ese lado del movimiento tual”5. Este compromiso ha creado una resistencia desafortuna­
de quienes nunca pueden llegar a ser enteramente independientes, da en el trabajo de Foucault a la “mera” ideología crítica. Las
como ellos tampoco pueden llegar a serlo de los representantes especulaciones occidentales sobre la ______________________
oficiales [Repräsentanten] del partido” . Las perspicacias políticas reproducción ideológica de las reía- 5- El intercambio con Jacques-Alain Miller
de B a u d e la ire fu n d am en ta lm en te no va n m ás a llá de las ciones sociales pertenecen a esa en PK ("The Confession of the Flesh") es
comprensiones de estos conspiradores profesionales... El tal vez revelador en este aspecto.
corriente principal, y es dentro de
podría haber hecho propia la frase de Flaubert, ‘De política lo único
que entiendo es una cosa: la revuelta’.
esta tradición que Althusser escribe: “La reproducción de la fuer­
za de trabajo no requiere únicamente una reproducción de sus
habilidades, sino también y al mismo tiempo, una reproducción
El vínculo con la lucha obrera está localizado, simplemente, de su sumisión a la ideología dominante por parte de los traba­
en el deseo. En otra parte, Deleuze y Guattari han tratado una jadores, y una reproducción de la habilidad para manipular la
definición alternativa de deseo revisando la ofrecida por el psi­ ideología dominante por parte de los agentes de explotación y
coanálisis: represión, así que ellos, también, aportarán al dominio de la cla­
se dirigente ‘en y por palabras’” [parla parole] (1971:132-133).
El deseo no carece de nada; no cárece de su objeto. Es, más bien, el
Cuando Foucault considera la heterogeneidad persistente del
sujeto carente de deseo, o el deseo que carece de un sujeto fijo; no hay
sujeto fijo excepto por la represión. El deseo y su objeto son una
poder no ignora la inmensa heterogeneidad institucional que
unidad: es la máquina, como una máquina de una máquina. El deseo Althusser trata de esquematizar aquí. Igualmente, al hablar de
es máquina, el objeto de deseo adicionalmente es una máquina alianzas y sistemas de signos, el estado y las máquinas-de-gue­
conectada, así que el producto es cambiado desde el proceso de rra [mille plateaux), Deleuze y Guattari están abriendo ese mis­
producción y algo lo pasa a sí mismo de productor a producto y da un mo campo. Foucault no puede, sin embargo, admitir que una
residuo al vagabundo, sujeto nómada. teoría desarrollada de la ideología reconozca su propia produc­
ción material en la institucionalidad, así como también en los
Esta definición no altera la especificidad del sujeto que desea “instrumentos efectivos para la formación y acumulación del
-o sujeto-efecto residuo- adhiriéndose a instancias específicas conocimiento” (pk: 102). Ya que estos filósofos se vieron obliga­
del deseo o a la producción de la máquina deseante. Mas aún, dos a rechazar todo argumento denominando el concepto de
cuando la conexión entre el deseo y el sujeto es tomada como ideología como únicamente esquemático antes que textual, es­
irrelevante o meramente invertida, el sujeto-efecto que emerge su­ tán igualmente obligados a producir una oposición mecánica­
brepticiamente es más parecido al sujeto ideológico generalizado mente esquemática entre interés y deseo. De esta manera se
del teórico. Este puede ser el sujeto legal del capital socializado, ni alinean ellos mismos con los sociólogos burgueses que llenan el
R e v ista C o lo m b ia n a
d e A n t r o p o lo g ía 307
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lugar de la ideología con un “inconsciente” continuista o una Foucault articula otro corolario de la negación del rol de la
“cultura” parasubjetiva. La relación mecánica entre deseo e in­ ideología en la reproducción de las relaciones sociales de pro­
terés es clara en frases tales como: “Nunca deseamos contra ducción: una valoración incuestionable del oprimido como su­
nuestros intereses, porque el interés siempre se sigue y se en­ jeto, el “ser objeto”, como Deleuze subraya admirablemente,
cuentra a sí mismo donde el deseo lo ha puesto” (fd: 215). Un “establecer condiciones donde los prisioneros serían capaces de
deseo indiferenciado es el agente, y el poder se desliza en la hablar por sí mismos” . Foucault añade que “las masas saben
creación de efectos de deseo: “el poder... produce efectos posi­ perfectamente bien, claramente” -una vez más la temática del
tivos en el deseo - y también en el conocimiento” (pk: 59). ser desengañado- “saben mejor que [el intelectual] y ciertamen­
Esta matriz parasubjetiva, entramada con heterogeneidad, te lo dicen muy bien” (fd: 206, 207).
anuncia al Sujeto innombrado, al menos para aquellos trabaja­ ¿Qué le sucede a la crítica del sujeto soberano en estos pro­
dores intelectuales influenciados por la nueva hegemonía del nunciamientos? Llegamos a los límites de este realismo repre-
deseo. La carrera por “la última instancia” es ahora entre la eco­ sentacionalista con Deleuze: “La realidad es lo que de verdad
nomía y el poder. Ya que el deseo es tácitamente definido sobre sucede en una fábrica, en una escuela, en las barracas, en una
un modelo ortodoxo, está opuesto unitariamente a “ser engaña­ prisión, en una estación de policía” (fd: 212). Esta exclusión de
do”. La ideología como falsa conciencia -ser engañado- ha sido la necesidad de la difícil tarea de hacer producción ideológica
cuestionada por Althusser. Incluso Reich sugería nociones de contrahegemónica no ha sido saludable. Ha ayudado al empiris­
voluntad colectiva antes que una dicotomía de decepción y de­ mo positivista -el principio justificante del neocolonialismo
seo desengañado: “Debemos aceptar capitalista avanzado- a definir su propia arena como “experien­
6. Para un ejemplo entre muchos, véase el grito de Reich: no, las masas no cia concreta”, “lo que ocurre realmente”. Por supuesto, la expe­
PK: 98.
fueron engañadas; en un momento riencia concreta que es la garante de la apelación política de
7- No es sorprendente, entonces, que el
trabajo de Foucault, temprano y avanzado, particular realmente desearon un ré­ prisioneros, soldados y escolares es revelada por medio de la
sea apoyado por una noción muy simple gimen fascista” (fd: 215). experiencia concreta del intelectual,
de represión. Aquí el antagonista es Freud,
no Marx. "Tengo la impresión de que [la Estos filósofos no admiten la idea que diagnostica la episteme8. Ni De­ 8. La visión de Althusser sobre esta situación
noción de represión] es totalmente inade­ de la contradicción constitutiva -que leuze ni Foucault parecen conscien­ particular puede ser muy esquemática, pero
cuada para el análisis de los mecanismos
es donde se separan de buen grado tes de que el intelectual dentro del sin embargo se ve más cauto en su programa
y efectos de poder que es tan penetrante­ que el argumento estudiado. "El instinto de
mente usado hoy para categorizar" (PK: de la compañía de la izquierda-. En capital socializado, esgrimiendo la clase", escribe Althusser, "es subjetivo y es­
92). La delicadeza y sutileza de la sugeren­ nombre del deseo reintroducen el su­ experiencia concreta, pueda ayudar pontáneo. La posición de clase es objetiva y
cia de Freud -q u e bajo represión la desco-
jeto indivisible en el discurso del po­ a consolidar la división internacio­ racional. Para llegara las posiciones de clase
m unal id e n tid a d de los a fe c t o s es proletarias, el instinto de clase de los proleta­
indeterminada porque algo d esagradable der. Foucault a menudo parece nal del trabajo. rios sólo necesita ser educado; el instinto de
puede ser d eseado com o placer, de este fusionar “individuo” y “sujeto”6; y el La contradicción no es reconoci­ clase del pequeño burgués, y consecuente­
modo se reinscribe radicalmente la rela­ mente de los intelectuales, tiene, por el contra­
ción entre deseo e "interés"- se ve aquí impacto sobre sus propias metáforas da dentro de una posición que va­ rio, que ser revolucionalizado" (Op. cit.: 13).
totalmente desvalorizada. Para una elab o ­ es tal vez intensificado en sus segui­ lora la experiencia concreta del
ración de esta noción de represión, véase
Jacq u es Derrida. 1988. O f Grammatology.
dores. Debido al poder de la palabra oprimido, mientras que siendo tan acríticos sobre el rol históri­
Traducción de Gayatri Chakravorty Spivak. “poder” , Foucault admite usar “la co de los intelectuales, es mantenida por medio de un desliz
Johns Hopkins University Press. Baltimore, metáfora del punto que progresiva­ verbal. De esta manera Deleuze hace este pronunciamiento no­
MD: 88 (de aquí en adelante citado como
OG); y Derrida. 1977. Limited irte.: abe. Tra­
mente irradia sus alrededores”. Tales table: “Una teoría es como una caja de herramientas. Nada que
ducción de Samuel Weber. Glyph. 2: 215. deslices se convierten en la regla más hacer con el significante” (fd: 208). Considerando que el verba­
que en la excepción, en manos me­ lismo del mundo teórico y su acceso a cualquier mundo defini­
nos cuidadosas. Y ese punto radiante, que anima un discurso efi­ do contra sí como “práctico” es irreducible, tal declaración sólo
cazmente heliocéntrico, llena el espacio vacío del agente con el ayuda al intelectual ansioso de probar que el trabajo intelectual
sol histórico de la teoría, el Sujeto de Europa7. es tal como el trabajo manual. El desliz verbal ocurre cuando los
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significantes son dejados de lado cuidándose a sí mismos. El activa de la “transformación de la conciencia”. Queda revelada
significante “representación” es un caso claro. En el mismo tono entonces la banalidad de las listas producidas por intelectuales
descalificante que rompe el lazo entre la teoría y el significante, de izquierda nombrando subalternos políticamente astutos que se
Deleuze declara, “No hay más representación; no hay nada sino conocen a sí mismos; representándolos, los intelectuales se re­
acción” (...) “acción de la teoría y acción de la práctica que rela­ presentan a sí mismos como transparentes.
ciona a cada una con la otra como relevos y forman sistemas de Si tal crítica y tal proyecto no han de ser abandonados, las
redes” (fd: 206-207). Sin embargo, aquí se está estableciendo un distinciones cambiantes entre representación en la economía po­
punto importante: la producción de teoría es también una prác­ lítica y estatal, por un lado, y dentro de la teoría del Sujeto, por el
tica; la oposición entre teoría “pura” abstracta y práctica “apli­ otro, no deben ser erradicadas. Consideremos el desempeño de
cada” concreta es demasiado fácil y rápida9. vertreten (“representar” en el primer significado) y darstellen (“re­
Si este es, de hecho, el argumento de Deleuze, su articula­ presentar” en el segundo significado) en un pasaje famoso del
ción de este es problemática. Dos significados de representa­ Dieciocho de Brumario de Luis Bonaparte, donde Marx se refiere
ción están operando al mismo tiempo: representación como a clase” como un concepto descriptivo y transformador de una
“hablar en favor de” , como en la política, y representación como manera un poco más compleja que lo que permitiría la distinción
“re-presentación” , como en arte o en filosofía. Dado que la teo­ de Althusser entre instinto de clase y posición de clase.
ría es así mismo sólo “acción”, el teórico no representa (“habla La argumentación de Marx es que la definición descriptiva
en favor de”) al grupo oprimido. Por supuesto, el sujeto no es de clase puede ser diferencial -su separación y diferencia de
visto como una conciencia representativa -un re-presentar la todas las otras clases—: “en cuanto millones de familias viven
realidad adecuadamente-. Estos dos significados de representa­ bajo condiciones económicas de existencia que separan su modo
ción -dentro de la formación estatal y de la ley, por un lado, y de vida, sus intereses, y su formación de aquellas de otras cla­
en sujeto-predicación, por otro- están relacionados pero son irre­ ses y las ubican en confrontación antagónica {feindlich gegenü­
ductiblemente discontinuos. Encubrir la discontinuidad con una berstellen], ellas forman una clase” (Marx: 1974: 239). No hay tal
analogía que es presentada como una prueba refleja otra vez un cosa como un “instinto de clase” trabajando aquí. De hecho, la
paradójico sujeto-privilegiado10. Puesto que “la persona que ha­ colectividad de la existencia doméstica, la cual puede ser consi­
bla y actúa... es siempre una multiplicidad”, ningún “teorizante derada la arena del “instinto” es discontinua con, aunque opera­
intelectual... [o] partido o... unión” da por, el aislamiento diferencial de clases. En este contexto,
9. La explicación posterior de Foucault puede representar “a aquellos quie­ uno mucho más pertinente para la Francia de la década de 1970
(PK: 145) sobre este enunciado deleuziano
está más cerca de la noción de Derrida de nes actúan y luchan” (FD: 206). ¿Son que lo que puede ser para la periferia internacional, la forma­
que la teoría no puede ser una taxonomía mudos quienes actúan y luchan, en ción de una clase es artificial y económica, y el organismo eco­
exhaustiva y está siempre form ada por la
oposición a quienes actúan y hablan nómico o interés es im personal porque es sistem ático y
práctica.
1 0 . Cf. Las nociones de representación
(FD: 206)? Estos problemas inmensos heterogéneo. Este organismo o interés está ligado a la crítica
sorprendentemente acríticas recreadas en están sepultados en las diferencias hegeliana del sujeto individual, ya que marca el lugar vacío del
PK: 141, 188. Mis comentarios en la conclu­ entre las “mismas” palabras: concio- sujeto en ese proceso sin sujeto que es la historia y la economía
sión de este párrafo, criticando las repre­
sentaciones de grupos subalternos de los usness y conscience -ambas conscience política. Aquí el capitalista es definido como el portador cons­
intelectuales, deben ser distinguidos riguro­ en francés y conciencia en español-, ciente [Träger] del ilimitado movimiento de capital (Marx, 1977:
samente de una coalición política que tiene 2.54). Mi punto es que Marx no trabaja para crear un sujeto indi­
representación y re-presentación. La
en cuenta su encuadre dentro del capital
socializado y une a la gente no porque ellos crítica de la constitución ideológica visible donde deseo e interés coinciden. La conciencia de clase
sean oprimidos sino porque son explota­ del sujeto dentro de las formaciones no opera con ese fin. Tanto en el área económica -capitalista-
dos. Este modelo trabaja mejor dentro de
una democracia parlamentaria, donde la
estatales y los sistemas de economía como en la política -agente histórico-mundial-, Marx está obli­
representación no sólo no es proscrita sino política puede borrarse ahora, de la gado a construir modelos de un sujeto dividido y dislocado cu­
que es elaboradam ente escenificada. misma manera que la práctica teórica yas partes no son continuas o coherentes unas con otras. Un
R e v is ta C o lo m b ia n a
310 G a y a tri C h a k ra v o rty S p iv a k d e A n t r o p o lo g ía 3II
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2003

pasaje célebre tal como la descripción del capital como el mons­ Tal modelo de oblicuidad social -brechas necesarias entre la
truo faustiano trae esto a colación lúcidamente (Marx, 1977 : 3o2-)- fuente de la “influencia” (en este caso los pequeños propieta­
El siguiente pasaje, continuando la cita del Dieciocho de Bru- rios campesinos), el “representante” (Luis Napoleón), y el fenó­
mario, trabaja también sobre el principio estructural de un suje­ meno histórico-político (control ejecutivo)—no solo implica una
to de clase disperso y dislocado: la conciencia —colectiva crítica del sujeto como agente individual sino una crítica inclu­
ausente- de clase del pequeño propietario campesino encuentra so de la subjetividad de una agencia colectiva. La máquina de la
su “portador” en un “representante”, quien aparenta trabajar en historia necesariamente dislocada se mueve porque “la identi­
interés de otros. Aquí la palabra “representante”’ no es “darste­ dad de los intereses” de esos propietarios “falla al producir un
llen” -, esto agudiza el contraste que Foucault y Deleuze dejan de sentimiento de comunidad, de lazos nacionales, o de organiza­
lado, el contraste, supongamos, entre un apoderado y un retra­ ción política”. El caso de representación como Vertretung —en la
constelación de la retórica-como-persuasión—se comporta como
to. Hay, claro, una relación entre ellos, una que ha recibido una
un Darstellung -o retórica como-tropo-, tomando su lugar en la
exacerbación política e ideológica en la tradición europea al
brecha entre la formación de una clase (descriptiva) y la no-
menos desde que el poeta y el sofista, el actor y el orador han
formación de una clase (transformativa): “En cuanto millones
sido vistos como nocivos. Bajo la apariencia de una descripción
de familias viven bajo condiciones económicas de existencia
posmarxista de la escena del poder, encontramos de esta mane­
que separan su modo de vida... ellas forman una clase. En cuan­
ra un debate mucho más antiguo: entre representación o retóri­
to... la identidad de sus intereses falla en producir un sentimien­
ca como tropología y como persuasión. La darstellen pertenece
to de comunidad... ellas no forman una clase” . La complicidad
a la primera constelación, la vertreten -con sugestiones más fuer­ entre Vertreten y Darstellen, su identidad-en-diferencia como su
tes de sustitución- a la segunda. De nuevo, ambas están relacio­ lugar de práctica —puesto que esta complicidad es precisamente
nadas, pero operarlas conjuntamente, en especial con el lo que los marxistas deben exponer, como lo hace Marx en El
propósito de decir que más allá de ambas es donde los sujetos Dieciocho de Brumario—solo puede ser apreciada si no es desdi­
oprimidos hablan, actúan y conocen por sí mismos, conduce bujada por un artificio de la palabra.
hacia una política utópica y esencialista.
Sería meramente tendencioso argumentar que esto textuali-
Aquí hay un pasaje de Marx, usando “vertreten” donde el za mucho a Marx, haciéndolo inaccesible al “hombre” común,
inglés usa “representar”, discutiendo un “sujeto” social cuya quien, víctima del sentido común, está tan profundamente arrai­
conciencia y Vertretung -usado como sustitución y como repre­ gado en una herencia positivista que el énfasis irreductible de
sentación- son dislocados e incoherentes: los pequeños propie­ iviarx en ei traDajo ae lo negativo, en la necesidad de des-feti-
tarios campesinos chizar lo concreto, le es arrebatado persistentemente por un
adversario más fuerte, la incierta “tradición histórica” 11. He es­
no pueden representarse ellos mismos; deben ser representados. Su tado tratando de señalar que el
representante debe aparecer simultáneamente como su señor, como “hombre” no común, el filósofo con­ I I . Véase la excelente definición corta y la
una autoridad sobre ellos, y como irrestricto poder gubernamental temporáneo de la práctica, a veces d isc u sió n d e sen tid o com ún en Errol
que los protege de las otras clases y que les envía el sol y la lluvia desde exhibe el mismo positivismo. Lawrence.1982. "Just plain common sense:
lo alto. La influencia política [en lugar del interés de clase, toda vez the "roots" of racism". En Hazel V. Carby.
que no hay un sujeto de clase unificado] de los pequeños propietarios La gravedad del problema es evi­ The Empire Strikes Back: Race and racism in
campesinos por consiguiente encuentra su última expresión [la dente si uno está de acuerdo en que /Os Britain. Hutchinson.
__ _Londres: 48.
consecuencia de una cadena de sustituciones — Vertretungen—es fuerte el desarrollo de una “conciencia” transformativa de clase a par­
aquí] en la fuerza ejecutiva [Exekutivegewalt -personal inferior en tir de una posición descriptiva de clase no es en Marx una
alemán-] subordinando la sociedad a sí misma. tarea que empeñe el nivel básico de conciencia. La conciencia
de clase permanece con el sentimiento de comunidad que per­
tenece a lazos políticos y organizaciones políticas, no a esos
R e v is t a C o l o m b i a n a
G oygtri C hokravorty S p iv o k c/e A n t r o p o l o g í a
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2003

otros sentimientos de comunidad cuyo modelo estructural es la subjetividad les permite hablar por ellas mismas contra un igual­
familia. Aunque no identificada con la naturaleza, la familia aquí mente monolítico “mismo sistema”.
está constelada en lo que Marx llama “intercambio natural”, lo En el contexto del tipo de desarrollo de una “conciencia” de
cual es, filosóficamente hablando, un “asidero” para el valor de segundo nivel, estratégica y artificial, Marx usa el concepto del
uso12. El “intercambio natural” contrasta con el “trato con la so­ patronímico, siempre dentro del concepto más amplio de repre­
ciedad” , donde la palabra “trato” (Verkehr) es la palabra usual sentación como Vertretung: “los pequeños propietarios campe­
de Marx para “comercio”. Este “trato” mantiene el lugar del in­ sinos son por consiguiente incapaces de hacer válido su interés
tercambio dirigiéndolo a la producción de valores excedentes, y de clase a nombre propio [im eigenen Namen], tanto como por
es en el área de este intercambio que el sentimiento de comuni­ medio de un parlamento o de una convención”. La ausencia del
dad dirigido a la agencia de clase debe ser desarrollado. La agen­ nombre propio colectivo, artificial y no familiar, es suplida por
cia plena de clase —si hubiera tal cosa—no es una transformación el único nombre propio que la “tradición histórica” puede ofre­
ideológica al nivel básico de la conciencia, una identidad de­ cer -el patronímico mismo- el Nombre del Padre: “la tradición
seante de los agentes y su interés —la identidad cuya ausencia histórica produjo que los campesinos franceses creyeran que un
angustia a Foucault y Deleuze- Es un reemplazo contestatario milagro podría ocurrir, que un hombre llamado Napoleón res­
tanto como una apropiación -un suplemento- de algo que es tauraría toda su gloria. Y un individuo apareció” —el intraduci­
“artificial” para comenzar - “condiciones económicas de exis­ bie ‘es fand sich’ (¿se encontró un individuo allí?) demuele todas
tencia que separan su modo de vida”-. Las formulaciones de las cuestiones de agencia o la conexión de los agentes con su
Marx muestran un cauto respeto por la naciente crítica de la agen­ interés- “quien se proclamó a sí mismo para ser ese hombre”
cia subjetiva individual y colectiva. Los proyectos de conciencia -esta pretensión es por contraste, su única agencia propia- “por­
de clase y de transformación de la conciencia son asuntos dis­ que portaba [trägt, la palabra usada para la relación del capita­
continuos para él. Inversamente, invocaciones contemporáneas lista con el capital] el Código napoleónico, el cual mandaba que
de la “economía libidinal” y el deseo como los intereses determi­ “investigar la paternidad es prohibido” . Mientras aquí Marx pa­
nantes, combinados con la práctica política de los oprimidos - recería estar trabajando dentro de una metafórica patriarcal, uno
bajo capital socializado- “hablando por ellos mismos”, restablecen debería notar la sutileza textual del pasaje. Es la Ley del Padre
la categoría del sujeto soberano dentro de la teoría que parece -el Código napoleónico- la que paradójicamente prohíbe la bús­
cuestionarla más. queda del padre natural. De este modo, es conforme a la estricta
Sin duda la exclusión de la familia, a pesar de una familia observancia de la Ley histórica del Padre que la formada pero
perteneciente a una formación de clase específica, es parte del inmadura fe de la clase en el padre natural es contradicha.
marco masculino dentro del cual se enmarca el nacimiento del Si me he demorado tanto en este pasaje de Marx es porque
marxismo13. Históricamente y al aclara las dinámicas internas de la Vertretung, o representación en
I 2-. El "valor de uso" en Marx puede ser igual que en la política global de el contexto político. Representación en el contexto económico es
mostrado como una "ficción teórica" -tanto hoy, el papel de la familia en las re­ Darstellung, el concepto filosófico de representación como esceni­
de un oxímoron potencial como de "inter­
cam bio natural"-. He tratado de desarrollar laciones sociales patriarcales es tan ficación o, en efecto, significación, lo cual se relaciona con el suje­
esto en "Scattered speculations on the question heterogéneo y controvertido que to dividido de una forma indirecta. El pasaje más obvio es bien
of value", un manuscrito puesto a considera­
simplemente reemplazando a la fa­ conocido: “En la relación de intercambio [Austauschverhältnis] de
ción de Diacritics.
13. El "Linguistic circle of Geneva" de Derrida,
milia en esta problemática no se va mercancías su valor de cambio se nos muestra totalmente inde­
especialmente pp.i43y siguientes, puede ofre­ a romper ese marco. Ni lo hará la pendiente de su valor de uso. Pero si sustraemos su valor de uso
cer un método para evaluar el irreductible solución situada en la inclusión po­ del producto del trabajo, obtenemos su valor, como si fuera deter­
lugar de la familia en la morfología de la
formación de clase de Marx. En Margins of sitivista de una colectividad mono­ minado [bestimmt]. El elemento común que se representa a sí mis­
Philosophy. Traducción de A llan B ass. lítica de “mujeres” en la lista de los mo [sich darstellt] en la relación de intercambio, o el valor de cambio
University of C hicago Press. C hicago. 1982. oprimidos cuya inquebrantable de la mercancía, es de tal manera su valor” (Marx, 1977:12.8).
R ev ista C o l o m b i a n a
d e A n t r o p o lo g ía
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2003

De acuerdo con Marx, bajo el capitalismo, el valor, como pro­ que, por definir implícitamente la familia y la lengua materna
ducido por trabajo necesario y excedente, es computado como la como el nivel básico donde cultura y convención parecen como
representación/signo del trabajo objetivado —el cual se diferencia la propia forma de la naturaleza de organizar “su” propia sub­
rigurosamente de la actividad humana—.Inversamente, en ausen­ versión, Marx mismo practica un antiguo subterfugio (Marx, 1973:
cia de una teoría de la explotación como la extracción -produc­ 162-163). En el contexto del clamor posestructuralista por una
ción-, apropiación y realización del valor -excedente- como crítica práctica, esto parece más recuperable que la restaura­
representación de la fuerza de trabajo, la explotación capitalista ción clandestina del esencialismo subjetivo.
debe ser vista como una variedad de dominación -la mecánica La reducción de Marx a una figura benevolente pero vetusta
del poder como tal-. “El empuje del marxismo”, sugiere Deleuze, sirve más frecuentemente al interés de lanzar una nueva teoría de
“fue determinar el problema [que el poder es más difuso que la la interpretación. En la conversación entre Foucault y Deleuze, el
estructura de explotación y la formación estatal] esencialmente tema parece ser que no hay representación, ni significante -¿es
en términos de intereses -el poder está sustentado por una clase presumible que el significante haya sido ya despachado? ¿No hay,
dominante definida por sus intereses-“ (FD: 214). entonces, un signo/estructura operando la experiencia, y de ese
Uno no puede objetar este sumario minimalista del proyecto de modo puede uno mandar la semiótica a descansar?-; la teoría es
Marx, tal como uno no puede ignorar que, en partes del Anti-Edi- un relevo de la práctica -mandando así los problemas de teoría
po, Deleuze y Guattari construyen su caso sobre una brillante aun­ práctica a descansar- y los oprimidos pueden conocer y hablar
que “poética” comprensión de la teoría de Marx de la forma del por sí mismos. Esto reintroduce al sujeto constitutivo en al me­
dinero. Sin embargo, debemos consolidar nuestra crítica en el si­ nos dos niveles: el Sujeto de deseo y poder como una presuposi­
guiente sentido: la relación entre capitalismo global -explotación ción metodológica; y el yo-próximo, si no auto-idéntico, sujeto
en lo económico—y las alianzas de los estados-nación —domina­ de los oprimidos. Aún más, los intelectuales, quienes no son nin­
ción en lo geopolítico- es tan macrológica que no puede derivarse guno de estos S/sujetos, se vuelven transparentes en la compe­
de ella la textura micrológica del poder. Pára moverse hacia tal tencia de relevos, ellos simplemente se informan sobre el sujeto
explicación uno debe moverse hacia las teorías de la ideología -de no representado y analizan -sin analizar- los trabajos del -Sujeto
formaciones del sujeto que micrológica y a menudo erráticamente innombrado irreductiblemente presupuesto por- el poder y el
operan los intereses que solidifican las macrologias—.Tales teorías deseo. La “transparencia” producida marca el lugar de “interés”;
no pueden facilitar el pasar por alto la categoría de la representa­ se mantiene por la negación vehemente: ‘Ahora este rol de árbi­
ción en sus dos sentidos. Ellas deben notar cómo la escenificación tro, juez y testigo universal es uno que me rehúso absolutamente
del mundo en representación -su escena de escritura, su Darste- a adoptar”. Una responsabilidad del crítico puede ser leer y escri­
llung- disimula la escogencia y la necesidad de “héroes”, de dele­ bir a fin de que la imposibilidad de tales negativas interesadas
gados paternales, agentes de poder - Vertretung-, individualistas de los privilegios institucionales de poder otorga­
Mi perspectiva es que la práctica radical debería atender a esta dos al sujeto se tomen seriamente. El rechazo del signo-sistema
doble sesión de representaciones más que reintroducir al sujeto bloquea el camino para el desarrollo de una teoría de la ideología.
individual mediante conceptos tota­ Aquí, también, se escucha el tono peculiar de la negación. A la
[4 . Soy consciente de que la relación entre lizantes de poder y deseo. Mi punto sugerencia de Jacques-Alain Miller de que “la institución es dis­
marxismo y neokantismo está políticamente de vista también es que, al mantener cursiva en sí misma”, Foucault responde, “Sí, si usted quiere, pero
:argada. Yo misma no veo cómo puede es-
el área de ejercicio de clase en un no tiene mucha importancia para mi noción del aparato el ser
ablecerse una línea entre los propios textos
de Marx y la ética kantiana del momento. Me segundo nivel de abstracción, Marx capaz de decir que este es discursivo y ese no lo es... dado que mi
parece, sin embargo, que el cuestionamiento estaba en efecto manteniendo abier­ problema no es lingüístico” (PK: 198). ¿Por qué esta fusión de len­
de Marx del individuo como agente de la histo­
ria debería ser leído en el contexto de la des­
ta la crítica -kantiana y - hegeliana guaje y discurso por parte del maestro del análisis del discurso?
integración del sujeto individual inaugurada del sujeto individual como agente14. La crítica de Edward Said al poder en Foucault como una
por la crítica de Kant a Descartes. Esta visión no me obliga a ignorar categoría cautivante y mistificante que le permite “obliterar el
R e v ista C o l o m b i a n a
G ayatri Ch akravorty S p iv a k d e A n t r o p o lo g ía
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2.003

rol de las clases, el rol de la economía, el rol de la insurgencia y bargo de manera imperfecta, cuando se clama que es el deter­
la rebelión”, es más pertinente aquí (Said, 1983: 243). Yo añado al minante final o el significado trascendental15.
análisis de Said la noción de sujeto subrepticio de poder y de­
seo marcado por la transparencia del intelectual. Curiosamente,
Paul Bové le echa en cara a Said el enfatizar la importancia del
intelectual, toda vez que el proyecto de Foucault es un desafío II
al rol destacado de los intelectuales tanto hegemónicos como
opositores (Bové, 1983: 44). Yo he sugerido que este “desafío” es

E
l m ás claro e je m p l o d is p o n ib l e de tal v io l e n c ia e p is t é m ic a es

engañoso precisamente porque ignora lo que Said enfatiza -la el remotamente orquestado, extendido, y heterogéneo proyec­
responsabilidad institucional de la crítica-. to de constituir el sujeto colonial como Otro. Este proyecto
Este S/sujeto, zurcido conjuntamente a una transparencia es también la obliteración asimétrica de la huella de ese Otro en
mediante negaciones, pertenece al lado de los explotadores de su precaria Subje-tividad. Es bien sabido que Foucault localiza
la división internacional del trabajo. Es imposible para los in­ la violencia epistémica, una completa revisión de la episteme,
telectuales franceses contemporáneos imaginar la clase de Po­ en la redefinición de la salud mental a finales del siglo diecio­
der y Deseo que habitaría el sujeto innombrado del Otro de cho (véase Foucault, 1965: 251, 262, 269). ¿Pero qué si esa redefini­
Europa. No es sólo que todo lo que leen, crítico o acrítico, esté ción particular era únicamente una parte de la narrativa de la
atrapado dentro del debate de la producción del Otro, apoyan­ historia en Europa al igual que en las colonias? ¿Qué si los dos
do o criticando la constitución del Sujeto como Europa. Es proyectos de revisión epistémica trabajaban como partes dislo­
también que, en la constitución de tal Otro de Europa, se ha cadas y desconocidas de una vasta máquina operada a dos ma­
tenido mucho cuidado en obliterar los ingredientes textuales nos? Tal vez no es más que pedir que el subtexto de la narrativa
con los que tal sujeto pudiera categorizar, pudiera ocupar palimpséstica del imperialismo sea reconocido como “conoci­
-¿invertir?- su itinerario -no sólo mediante producción cientí­ miento subyugado”, un conjunto total de conocimientos que
fica e ideológica, sino también por medio de la institución de han sido descalificados como inadecuados para su tarea o insu­
la ley-. No importa cuán reduccionista pueda verse un análisis ficientemente elaborados: conocimientos ingenuos, localizados
económico, los intelectuales franceses se arriesgan a olvidar en la parte baja de la jerarquía, por debajo del nivel requerido
que esta iniciativa sobredeterminada era del interés de una si­ de cognición o cientificidad ( p k : 82).
tuación económica dinámica que requirió que los intereses, Esto no es describir “la forma en 15. Este argumento es desarrollado más ad e­
lante en Spivak, "Scattered speculations". Una
motivos -deseos- y poder -de conocimiento- fueran despia­ que realmente fueron las cosas” o vez más, el Anti-Oedipus no ignora el texto
dadamente dislocados. Invocar ahora esa dislocación como un privilegiar la narrativa de la historia económico, aunque el tratamiento fue tal vez
descubrimiento radical que debería hacernos diagnosticar la como imperialismo como la mejor muy alegórico. A este respecto, el movimien­
de esquizo- a rizo-análisis en Mille Plateaux.
economía -condiciones de existencia que separan nuestras “cla­ versión de la historia16. Es, más bien, to Seuil. París. 1980, no ha sido saludable.
ses” descriptivamente- como una pieza vetusta de maquinaria ofrecer una relación de cómo una 16. Aunque considero que Political Unconscious:
analítica, puede bien ser el continuar el trabajo de esa disloca­ explicación y una narrativa de la rea­ Narrative as a socially simbolic act, de Fredric
ción e involuntariamente ayudar a asegurar “un nuevo balance lidad fueron establecidas como las Jameson, Cornell University Press. Nueva York.
1981, es un texto de gran peso crítico, o tal vez
de relaciones hegemónicas” (Carby et al., 1982: 48). Regresaré normativas. Sobre esto, considere­ porque yo lo pienso, me gustaría que mi pro­
en breve sobre este argumento. De cara a la posibilidad de que mos brevemente los apuntalamien­ grama aquí se distinguiera de una restauración
de las reliquias de una narrativa privilegiada: "Es
el intelectual sea cómplice en la persistente constitución del tos de la codificación británica de en la detección de las huellas de esas narrati­
Otro como la sombra del Yo, una posibilidad de práctica polí­ la ley hindú. vas ininterrumpidas, en el reabrir a la superficie
del texto la realidad reprimida y enterrada de esta
tica para el intelectual sería poner la economía “bajo borrón”, Primero, unas cuantas aclaracio­ historia fundamental, que la doctrina de una
para ver el factor económico tan irreductible como se reinscri­ nes: en los Estados Unidos el tercer- política inconsciente encuentra su función y su
be en el texto social, e incluso aún como es borrado, sin em­ mundismo circulante actualmente necesidad" (p. 20).
R e v ista C o l o m b i a n a
G ayatri Ch akravorty Sp iv a k d e A n t r o p o lo g ía 319
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2003

en las disciplinas humanistas es a menudo abiertamente étnico. La narrativa de la estabilización y codificación de la ley hin­
Yo nací en la India y recibí allí mi educación primaria, secunda­ dú es menos conocida que la historia de la educación en la In­
ria y universitaria, incluidos dos años de trabajo de grado. De dia, así que bien puedo empezar por aquí17. Consideremos las
modo que mi ejemplo indio puede ser visto como una nostálgi­ frecuentemente citadas líneas programáticas de la infame “Mi­
ca investigación de las raíces perdidas de mi propia identidad. nute on Indian Education” de Macaulay (1835):
Aunque incluso yo sé que uno no puede adentrarse libremente
en la maleza de las “motivaciones”, mantendría que mi proyec­ Debemos al presente hacer nuestro mejor esfuerzo para formar una
to principal es hacer destacar la variedad positivista-idealista clase que pueda ser intérprete entre nosotros y los millones a quienes
de tal nostalgia. Recurro al material indio porque, en ausencia gobernamos; una clase de personas, indios de sangre y color, pero
de un entrenamientp disciplinario avanzado, ese accidente de ingleses en gusto, en opiniones, en moral, y en intelecto. A esa clase
nacimiento y educación me ha provisto con un sentido del tras- podemos dejarle refinar los dialectos vernáculos del país, para
enriquecer estos dialectos con términos de ciencia prestados de la
fondo histórico, cierta competencia en los lenguajes pertinen­
nomenclatura occidental, y para suministrarles por grados vehículos
tes que son herramientas útiles para un bricoleur, especialmente adecuados para conducir el conocimiento a la gran masa de población
cuando se está armado con el escepticismo marxista de la expe­ (Macaulay, 1979: 359).
riencia concreta como árbitro final y con una crítica a las for­
maciones disciplinarias. A pesar de que el caso hindú no puede
La educación de sujetos coloniales complementa su produc­
ser tomado como representativo de todos los países, naciones y
ción dentro de la ley. Un efecto de establecer una versión del
culturas y del parecido que se le pueda invocar con el Otro de
sistema británico fue el desarrollo de una difícil separación en­
Europa como Yo.
tre formación disciplinaria en estudios sánscritos y la nativa,
Aquí, entonces, está un resumen esquemático de la violencia ahora alternativa, tradición de la “alta cultura” sánscrita. Den­
epistémica de la codificación de la ley hindú. Si esto clarifica la tro de la anterior, las explicaciones culturales generadas por es­
noción de violencia epistémica, mi discusión final sobre el sa­ tudiosos autorizados correspondieron a la violencia epistémica
crificio de viudas puede ganar un significado adicional. del proyecto legal.
Al final del siglo dieciocho, la ley hindú, al grado que puede Ubico aquí la fundación de la Sociedad Asiática de Bengala en
ser descrita como un sistema unitario, operaba en términos de 1784, el Instituto Indio en Oxford en 1883, y el trabajo analítico y
cuatro textos que “escenificaban” una episteme de cuatro par­ taxonómico de eruditos como Arthur Macdonell y Arthur Berrie-
tes definida por el uso de la memoria del sujeto: sruti (lo escu­ dale Keith, quienes fueron administradores coloniales y organi­
chado), smriti (lo recordado), sastra (lo-aprendido-de-otro) y zadores de la materia del sánscrito.
vyavahara (lo realizado-a-cambio). Los orígenes de lo que ha­ A partir de sus confiados planes uti- 1de7 . Bruse
Entre muchos libros disponibles, cito el
Tiebout M cCully.1940. English
bía sido escuchado y lo que era recordado no eran necesaria­ litarios-hegemónicos para alumnos y Education and the Origin of Indian Nationalism.
mente continuos o idénticos. Cada invocación de sruti recitaba estudiosos de sánscrito, es imposi­ Columbia University Press. Nueva York.
técnicamente -o reabría- el evento de “escucha” o la revelación ble para cualquiera adivinar la repre­ 18 . Keith, uno de los compiladores del Vedic
originaria. Los siguientes dos textos -lo aprendido y lo realiza­ Index, autor de Sanskrit Drama in its Origin,
sión agresiva del sánscrito en el Development, Theory and Practice, y culto
do- eran vistos como dialécticamente continuos. Los teóricos y encuadramiento educacional general editor del Krsanayajurveda para la Harvard
practicantes legales no estaban seguros en ningún caso dado de o la creciente “feudalización” del uso University Press, fue también el editor de
cuatro volúmenes de Selected Speeches and
si esta estructura describía el cuerpo de la ley o cuatro formas práctico del sánscrito en la vida dia­ Documents of British Colonial Policy (1763 a
de resolver una disputa. La legitimación de la estructura poli­ ria de la India brahmánica-hegemó- 1937), de International Affairs (1918 a 1937), y
morfa del funcionamiento legal, “internamente” no coherente y de British Dominions (1918 a 1931). Escribió
nica18. Una versión de la historia fue libros sobre la soberanía de los dominios
abierto a ambos extremos, por medio de una visión binaria, es gradualmente establecida en la que británicos y sobre la teoría de la sucesión
la narrativa de codificación que ofrezco como un ejemplo de se mostraba a los brahmanes como estatal, con especial referencia a la ley in­
glesa y colonial.
violencia epistémica. si tuvieran las mismas intenciones
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d e A n t r o p o lo g ía 31 1
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciem bre 2003

que —así se proveyó la legitimación para—la codificación britá­ del circuito marcado por esta violencia epistémica, hombres y
nica: “Con el fin de preserven intacta la sociedad hindú [los] mujeres entre el campesinado iletrado, las tribus, y los más ba­
sucesores [de los brahmanes originalesl han reducido todo a jos estratos del subproletariado urbano. De acuerdo con Foucault
escritos y los han hecho más y más rígidos. Y eso es lo que ha y Deleuze -en el primer mundo, bajo la estandarización y regla­
preservado la sociedad hindú a pesar de una sucesión de insu­ mentación del capital socializado, sin embargo ellos no parecen
rrecciones políticas e invasiones extranjeras” (Mahamahopadh- reconocer esto—los oprimidos, si se les da la oportunidad —el
yaya, 1925: VIII). Este es el veredicto de Mahamahopadhyaya problema de la representación no puede ser bordeado aquí-, y
Haraprasad Shastri, bien informado sanscritista indio, un repre­ en camino de solidarizarse por medio de alianzas políticas —una
sentante brillante de la elite indígena de producción colonial, a temática marxista opera aquí—,pueden hablar y conocer sus con­
quien se le pidió escribir varios capítulos de una “Historia de diciones. Ahora debemos confrontar la siguiente cuestión: al otro
Bengala” proyectada por el secretario privado del gobernador lado de la división internacional del trabajo a partir del capital
general de Bengala en 1916 (Sena, 1925: 6). Para señalar la asime­ socializado, dentro y fuera del circuito de la violencia epistémi­
tría en la relación entre autoridad y explicación -dependiendo ca de la ley y la educación imperialistas complementando un
de la raza-clase de la autoridad-, comparémoslo a este comen­ adelantado texto económico, ¿puede hablar el subalterno?
tario de 1928 de Edward Thompson, intelectual inglés: “El hin- El trabajo de Antonio Gramsci sobre las “clases subalternas”
duismo fue lo que parecía ser... fue una alta civilización que extiende el argumento posición-clase/conciencia-clase aislado en
ganó [contra ella] con Akbar y con los ingleses” (1928: 130, 147). el Dieciocho de Brumario. Tal vez porque Gramsci critica la posi­
Y añádase a esto, de la carta de un erudito soldado inglés en la ción vanguardista del intelectual leninista, se preocupa por el pa­
década de 1890: “El estudio del sánscrito, “el lenguaje de los pel del intelectual en el movimiento cultural y político del
dioses” , me ha ofrecido intenso regocijo durante los últimos vein­ subalterno dentro de la hegemonía. Este paso debe ser dado para
ticinco años de mi vida en la India, pero no me ha llevado, es­ determinar la producción de la historia como narrativa -de la ver­
toy agradecido de decirlo, como a algunos, a renunciar a una dad-. En textos como “La cuestión sureña”, Gramsci considera el
fuerte creencia en nuestra propia gran religión”19. muvumtnuu ue ía economía nistonco-política en Italia que puede
Estas autoridades son lo mejor de lo mejor de las fuentes para ser visto como una alegoría de la lectura tomada de o prefigurada
la entrada de los intelectuales franceses no especialistas en la por una división internacional del trabajo21. A pesar de eso, el rela­
civilización del Otro20. Sin embargo, no me estoy refiriendo a los to del desarrollo de las etapas del subalterno es arrojado de la co­
intelectuales y estudiosos de producción poscolonial, como Shastri, yuntura cuando se opera su macrología cultural, no obstante
cuando digo que el Otro como Suje­ remotamente, por la interferencia epistémica en las definiciones
19 . Carta escrita a mano -d e G . A. Jaco b a to es inaccesible para Foucault y legales y disciplinarias que escoltan al proyecto imperialista. Cuando
un corresponsal no nombrado—adherida a la Deleuze. Estoy pensando en la ge­ pase, al final de este ensayo, a la cuestión de la mujer como subal­
cubierta interior de la Sterling Memorial Library
(Yale University) copia del coronel G . A. Jacob
neralidad de los no especialistas, la terna, sugeriré la posibilidad que la existencia de la colectividad en
(ed.). 1888. Mahanarayana-Upanishad of the población no académica a través del sí misma es persistentemente exclui­
Atharva-Veda with the Dipika of Narayana. The espectro de clase, para quienes la da mediante la manipulación de la
Governm ent Central Books Departament. 21. Antonio Gramsci. 1978. "Som e aspects
Bombay, la cursiva es mía. La oscura invoca­
episteme opera su silenciosa función agencia femenina. of the southern question". Selections from
ción de los peligros de este aprendizaje por programadora. ¿Sin considerar el La primera parte de mi propues­ Political Writing: 1921-1926. Traducción de
medio de anónimos aberrantes consolida la
mapa de la explotación, sobre cual Quintín Hoare. International Publishers. Nue­
ta -que el desarrollo por fases del va York. Estoy usando "alegoría de lectura"
asimetría.
20 . He discutido este tema con más detalle
matriz de “opresión” podrían ellos subalterno se ve complicado por el en el sentido desarrollado por Paul De Man.
en referencia a la obra de Julia Kristeva. ubicar esta abigarrada multitud? proyecto imperialista- es confron­ in1979. Allegories of Reading: Figura! language
1977. About Chinese Women. Traducción de Rousseau, Nietzsche, Rilke and Proust. Yale
Anita Barrows. Marion Boyards. Londres, en
Vamos a pasar ahora a considerar tada por un colectivo de intelectua­ University Press. New Haven.
"French feminism in an international fram e", las márgenes —uno también podría les que pueden ser llamados el 22 . Sus publicaciones son: Guha (ed.) 1982,
Yale French Studies. 62.1981. decir el centro silente, silenciado- grupo de “Estudios subalternos”22. 1983 y 1983a.
G o y otri Ch okrovorty S p iv o k d e A n t r o p o lo g ía
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2003

Ellos tienen que preguntar, ¿puede hablar el subalterno? Estamos macroestructurales dominantes, se define a sí mismo como
aquí dentro de la propia disciplina de la historia de Foucault y un lugar de intermediación, que Derrida (1981) ha descrito como un
con personas que reconocen su influencia. Su proyecto es repen­ “aníre”:
sar la historiografía colonial india desde la perspectiva de la cade­
na discontinua de insurgencias campesinas durante la ocupación Elite
colonial. Este es en efecto el problema de “el permiso para narrar’
discutido por Said (1984). Como sostiene Ranajit Guha, 1. Grupos dominantes extranjeros.
2. Grupos dominantes indígenas en toda la India.
La historiografía del colonialismo indio ha sido dominada por largo 3 . Grupos dominantes indígenas regionales y locales.
tiempo por el elitismo -elitism o colonialista y elitismo burgués-
4 . Los términos “pueblo” y “ clases subalternas” han sido usados
nacionalista-... compartiendo] el prejuicio que ha hecho de la nación
como sinónimos a lo largo de este trabajo. Los grupos sociales y
india y del desarrollo de la conciencia -nacionalismo- que confirmó
elementos incluidos en esta categoría representan la diferencia
que este proceso era exclusiva o predominantemente logros de la elites.
demográfica entre la totalidad de la población india y todos
En las historiografías colonialistas y neocolonialistas estos logros son
aquellos a quienes hemos descrito como la “elite”.
acreditados a los gobernantes coloniales británicos, los administradores,
las políticas, las instituciones y la cultura; en los escritos nacionalistas y
neo-nacionalistas a las personalidades de las elites indias, sus
Consideremos el tercer punto de la lista -el antre de indeter­
instituciones, actividades e ideas (Guha, 1982:1).
minación situacional que estos cuidadosos historiadores presu­
ponen en tanto afrontan la pregunta—,¿Puede hablar el subalterno?
Ciertas variedades de la elite india son, en el mejor de los
casos, informantes nativos para los intelectuales del primer
Tomado como una totalidad y en lo abstracto esta... categoría... era
mundo interesados en la voz del Otro. No obstante, uno debe heterogénea en su composición y, gracias al carácter asimétrico de la
insistir que el sujeto colonizado subalterno es irremediablemen­ economía regional y los desarrollos sociales, difería de un área a otra.
te heterogéneo. La misma clase o elemento que era dominante en un área... podía
Contra la elite india podemos proponer lo que Guha llama “la estar entre los dominados en otra. Esto podía y creaba ambigüedades
y contradicciones en actitudes y alianzas, especialmente entre los
política del pueblo”, tanto al exterior - “Este era un dominio au­
estratos más bajos de la población rural, propietarios de tierra
tónomo, que ni era originado por la política de la elite ni depen­ empobrecidos, campesinos ricos y campesinos medio-altos todos los
día de esta para su existencia”- como al interior - “seguía cuales pertenecían, idealmente hablando, a la categoría de “pueblo”
operando vigorosamente a pesar [del colonialismo], ajustándo­ o clases subalternas” (Guha, 1982: 8. Todas las cursivas, excepto las
se a sí misma a las condiciones prevalecientes bajo el Raj y en del primer bloque, son del autor).
muchos aspectos desarrollando variantes enteramente nuevas
tanto en forma como en contenido”- del circuito de producción “El trabajo de investigación” proyectado aquí es “indagar, iden­
colonial (Guha, 1982.: 4). No puedo apoyar enteramente esta in­ tificar y medir el grado natural específico de desviación de [los]
sistencia en determinar el vigor y la plena autonomía, pues las elementos [constituyentes del punto 3] a partir de lo ideal y si­
exigencias historiográficas prácticas no permitirán tales apoyos tuarlos históricamente”. “Investigar, identificar y medir lo espe­
al privilegio de la conciencia subalterna. Contra la posible acu­ cífico” un programa que difícilmente puede ser más esencialista
sación de que su aproximación es esencialista, Guha construye y taxonómico. Sin embargo, opera un curioso imperativo meto­
una definición del pueblo -el lugar de esa esencia- que puede dológico. He sostenido que en la conversación entre Foucault y
ser únicamente una identidad-en-diferencia. Él propone una red Deleuze un vocabulario posrepresentacionalista esconde una
de estratificación dinámica describiendo la producción social agenda esencialista. En los estudios subalternos, por causa de la
colonial en general. Incluso el tercer grupo de la lista, el grupo violencia de una inscripción epistémica imperialista, social y
amortiguador, como lo fue, entre el pueblo y los grandes grupos disciplinaria, un proyecto entendido en términos esencialistas
R e v ista C o l o m b i a n a
G ayatri Ch akravorty S p iv a k d e A n t r o p o lo g ía
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2003

debe traficar en una práctica textual radical de diferencias. El los mecanismos médicos y jurídicos que rodean la historia [de
objeto de la investigación del grupo, en este caso no del pueblo Pierre Rivière]”. Foucault está en lo cierto al sugerir que “hacer
como tal sino de la zona amortiguadora flotante de la elite-sub- visible lo nunca visto puede significar también un cambio de
alterna regional es una desviación de un ideal —el pueblo o sub­ nivel, dirigiéndolo a uno a un estrato de material que hasta aho­
alterno- definida en sí misma como una diferencia de la elite. Es ra no había sido pertinente para la historia y que no había sido
hacia esa estructura que se orienta la investigación, un proble­ reconocido como poseedor de algún valor moral, estético o his­
ma más bien diferente de la transparencia auto-diagnosticada tórico”. Es el transcurso entre hacer visible el mecanismo y ha­
del intelectual radical del primer mundo. ¿Qué taxonomía pue­ cer vocal lo individual, evitando por igual “cualquier clase de
de fijar tal espacio? Tanto si lo perciben ellos mismos como si análisis de [el sujeto] tanto psicológico, psicoanalítico o lingüís­
no -de hecho Guha ve su definición de “el pueblo” dentro de la tico”, que es consistentemente problemático ( p k : 49-50).
dialéctica del amo y el esclavo- sus textos articulan la difícil La crítica de Ajit K. Chaudhury, un bengali occidental marxis­
tarea de reescribir sus propias condiciones de imposibilidad como ta, de la búsqueda de Guha de una conciencia subalterna puede
las condiciones de su posibilidad. ser vista como un momento del proceso de producción que in­
“En los niveles regional y local [los grupos dominantes in­ cluye al subalterno. La percepción de Chaudhury de que la visión
dios]... si pertenecen al estrato social jerárquicamente inferior marxista de la transformación de la conciencia involucra el cono­
al de los dominantes de todos los grupos de la India siguen ac­ cimiento de las relaciones sociales me parece astuta, en principio.
tuando por los intereses de los últimos y no de conformidad con No obstante, la herencia de la ideología positivista que se ha apro­
los intereses correspondientes verdaderamente a su propio ser piado el marxismo ortodoxo lo obliga a añadir este anexo: “Esto
social”. Cuando estos escritores hablan, en su lenguaje esencia- no minimiza la importancia de la comprensión de la conciencia
lizante, de una brecha entre interés y acción en el grupo inter­ de los campesinos o la conciencia de los trabajadores en su formo
medio, sus conclusiones están más cerca de Marx que de la pura. Esto enriquece nuestro conocimiento del campesino y del
ingenuidad auto-consciente del pronunciamiento de Deleuze trabajador y posiblemente ilumine cómo un modo particular toma
sobre el tema. Guha, como Marx, habla del interés en términos formas diferentes en distintas regiones, lo cual es considerado un
de lo social más que del ser libidinal. El imaginario del Nombre- problema de segundo orden de importancia en el marxismo clási­
del-Padre en El Dieciocho de Brumarío puede ayudar a enfatizar co” (Chaudhury, 1984:10. La cursiva es mía).
que la acción de clase o grupo, “verdaderamente correspondiente Esta variedad de marxismo “intemacionalista”, el cual cree en
al propio ser” es tan artificial o social como el patronímico. una forma pura, recuperable de conciencia sólo para descartarla,
Terminamos entonces con el grupo intermedio señalado en el cerrando lo que queda en Marx de momentos de desconcierto pro­
punto 3. Para el “verdadero” grupo subalterno, cuya identidad es ductivo, puede ser directamente el objeto del rechazo del marxis­
su diferencia, no hay sujeto subalterno irrepresentable que pue­ mo por Foucault y Deleuze y la fuente de la motivación crítica del
da conocer y hablar por sí mismo; la solución del intelectual no Gmpo de estudios subalternos. Los tres están unidos en la suposi­
es abstenerse de la representación. El problema es que el itine­ ción de que hay una forma pura de conciencia. En la escena france­
rario del sujeto no ha sido trazado como para ofrecer un objeto sa hay una baraja de significantes: “el inconsciente” o “el
de seducción al intelectual representante. En el levemente ar­ sujeto-en-opresión” que llena clandestinamente el espacio de la
caico lenguaje del grupo indio, la cuestión se torna, ¿cómo po­ “forma pura de conciencia”. En el marxismo intelectual “intema­
demos tocar la conciencia del pueblo, aun si investigamos su cionalista” ortodoxo, tanto en el primer mundo como en el tercero,
política? ¿Con qué voz de la conciencia puede hablar el subal­ la forma pura de la conciencia permanece como un fundamento
terno? Su proyecto, después de todo, es reescribir el desarrollo idealista que, descartado como un problema de segundo orden,
de la conciencia de la nación india. La planeada discontinuidad frecuentemente se gana la reputación de ser racista y sexista. En el
del imperialismo diferencia rigurosamente este proyecto, a pe­ Grupo de estudios subalternos necesita desarrollo de acuerdo con
sar de lo anticuado de su articulación, a partir de “hacer visible los términos no reconocidos de su propia articulación.
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G ayatri C h akravorty S p iv a k d e A n t r o p o lo g ía 32-7
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2.003

Para tal articulación, un desarrollo de la teoría de la ideología Cuando pasamos a la cuestión concomitante de la conciencia
puede ser útil una vez más. En una crítica tal como la de Chau- del subalterno la noción de lo que el trabajo no puede decir se
dhury, la asociación de “conciencia” con “conocimiento” omite vuelve importante. En la semiosis del texto social, las elaboracio­
el término medio crucial de “producción ideológica” : nes de insurgencia permanecen en el lugar de “la declaración” . El
emisor - “el campesino”- está marcado solamente como algo que
La con cien cia, de acuerdo con Lenin, está asociad a con un señala hacia una conciencia irrecuperable. En tanto al receptor,
conocimiento de las interrelaciones entre diferentes clases y grupos; debemos preguntarnos, ¿quién es el “receptor real” de una “insur­
por ejemplo, un conocimiento de los materiales que constituyen la gencia”? El historiador, transformando la “insurgencia” en un “texto
sociedad... Estas definiciones adquieren un significado sólo en la para el conocimiento”, es únicamente un “receptor” de algún acto
problemática dentro de un objeto de conocimiento definido -para social pretendidamente colectivo. Sin posibilidad de nostalgia por
entender un cambio en la historia, o específicamente el cambio de
ese origen perdido, el historiador debe suspender -hasta donde
un modo a otro-, manteniendo la especificidad de un modo particular
fuera de foco (Chaudhury, 1984:10).
sea posible- el clamor de su propia conciencia -o conciencia-
efecto en tanto es operada por el entrenamiento disciplinario-,
para que la elaboración de la insurgencia, empacada con una con­
Pierre Macherey provee la siguiente fórmula para la inter­ ciencia-insurgente, no quede congelada como un “objeto de in­
pretación de la ideología: vestigación” o, peor todavía, como un modelo para la imitación.
“El sujeto” implicado por los textos de insurgencia puede servir
Lo que es importante en un trabajo es lo que no se dice. Esto no es lo sólo como una contraposibilidad para las sanciones narrativas
mismo que la indiferente noción de “lo que se rehúsa a decir” , aunque conferidas al sujeto colonial en los grupos dominantes. Los inte­
podría ser interesante en sí mismo: un método puede ser construido
lectuales poscoloniales aprenden que su privilegio es su menos­
sobre esto con la tarea de medir silencios, tanto los conocidos como
los no conocidos. Pero más que esto, lo que el trabajo no puede decir cabo. En esto son un paradigma entre los intelectuales.
es importante, porque allí la elaboración de la declaración es llevada Es bien sabido que la noción de lo femenino -más que el
a cabo en una suerte de jornada al silencio (Macherey, 1978: 87). subalterno del imperialismo- ha sido usada de forma similar en la
crítica deconstructiva y dentro de ciertas variedades de crítica
Las ideas de Macherey pueden ser desarrolladas en direccio­ feminista23. En el caso anterior, un figura de “mujer” está en cues­
nes que a él no le gustaría seguir. Aun cuando él escribe, osten­ tión, una cuya mínima predicación como indeterminada está ya
siblemente, sobre la literalidad de la literatura de origen europeo, disponible para la tradición falocén-
articula un método aplicable al texto social del imperialismo trica. La historiografía subalterna 2.3. He discutido este tema en "Displacement
que se mueve parcialmente en contra de su propio argumento. construye preguntas de método que and the discourse of wom an". En Mark
Aunque la noción de “lo que se rehúsa a decir” puede ser indife­ la prevendrían del uso de tal truco. Krupnick (ed.). 1983. Displacement: Derrida
and after. In d ian a U niversity Press.
rente para un trabajo literario, algo que una ideología colectiva Para la “figura” de la mujer, la rela­ Bloomington, y en "Love me, love my ombre,
rehúsa puede ser diagnosticado por la práctica legal codificante ción entre mujer y silencio puede ser elle: Derrida's 'La carte postale'". Diacritics.
del imperialismo. Esto abriría el campo para una reinscripción tramada por las mujeres mismas; las 14 (4). 1984:19-36.
ideológica político-económica y multidisciplinaria del terreno. diferencias de raza y clase son incor­ 2es.4la- posibilidad
Esta violencia en sentido general que
de una episteme es lo que
Puesto que esta es una “mundialización del mundo” en un se­ poradas en tal cargo. La historiogra­ Derrida llama "escritura" en sentido gene­
gundo nivel de abstracción, un concepto de rehusar es plausible fía subalterna debe confrontar la ral. La relación entre escritura y el sentido
aquí. El trabajo de archivo, historiográfico, crítico-disciplinario imposibilidad de tales gestos. La es­ general y la escritura y el sentido estrecho -se
marca sobre una superficie- no puede ser
e inevitablemente, intervencionista, involucrado aquí es cierta­ trecha violencia epistémica del impe­ articulada limpiamente. La tarea de la
mente una tarea de “medir silencios” . Esto puede ser una des­ rialism o nos da una alegoría gram atología —deconstrucción—es proveer
una anotación sobre esta relación cambian­
cripción de “investigar, identificar y medir... la desviación” de imperfecta de la violencia general que te. En cierta forma, entonces, la crítica del
un ideal que es irreductiblemente diferencial. es la posibilidad de una episteme24. imperialismo es deconstrucción como tal.
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328 G a y a tri C h ak rav o rty S p iv a k d e A n t r o p o lo g ía 329
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2003

Dentro del itinerario suprimido del sujeto subalterno, la pista -desfilando como la filosofía de una sociedad sin clases- que,
de la diferencia sexual está doblemente suprimida. La cuestión contra toda probabilidad, prepara el terreno para la resistencia
no es la de la participación femenina en la insurgencia, o las por medio de las coaliciones políticas que menciona Foucault
reglas básicas de la división sexual del trabajo para cada caso de ( f d : 216). Esta separación de la ideología del consumismo es exa­
los cuales hay “evidencia”. Es más que ambos en tanto objeto cerbada crecientemente por la proliferación del fenómeno de la
de la historiografía colonialista y como sujeto de insurgencia, la subcontratación internacional. “Bajo esta estrategia, los fabri­
construcción ideológica del género mantiene lo masculino do­ cantes establecidos en países subdesarrollados subcontratan la
minante. Si en el contexto de la producción colonial el subalter­ mayoría de las etapas intensivas de la producción, por ejemplo,
no no tiene historia y no puede hablar, el subalterno como costura o ensamblaje, a países del tercer mundo donde el traba­
femenino está aún más profundamente en tinieblas. jo es barato. Una vez ensamblados, la multinacional re-importa
La división internacional del trabajo contemporánea es un des­ los bienes -bajo generosas exenciones tarifarias- a los países
plazamiento del campo dividido del imperialismo territorial del desarrollados en vez de venderlos en el mercado local” . Aquí
siglo diecinueve. Puesto de manera sencilla, es un grupo de paí­ casi se rompe la conexión con el adiestramiento en consumo.
ses, generalmente del primer mundo, que están en la posición de Mientras que la recesión global ha desacelerado marcadamen­
inversión de capital; otro grupo, generalmente tercermundista, te el comercio y las inversiones en el mundo entero desde 1979,
provee el campo para la inversión, ambos por medio de los com­ la subcontratación internacional ha experimentado un boom...
pradores capitalistas nativos y mediante su malamente protegida En estos casos, las multinacionales están exentas de resistir tra­
y cambiante fuerza de trabajo. En interés de mantener la circula­ bajadores militantes, levantamientos revolucionarios e incluso
ción y el crecimiento del capital industrial — y de la tarea conco­ depresiones económicas”25.
mitante de administración dentro del imperialismo territorial del La movilidad de clase es cada vez más letárgica en los teatros
siglo veinte—, el transporte, la ley y los sistemas estandarizados compradores. No es sorprendente que algunos miembros de los
de educación fueron desarrollados —lo mismo que las industrias grupos nativos dominantes en los países compradores, miem­
locales fueron destruidas, la distribución de la tierra reconfigura­ bros de la burguesía local, encuentren atractivo el lenguaje de
da y la materia prima transferida al país colonizador-. Con la así las alianzas políticas. La identificación con formas de resisten­
llamada descolonización, el crecimiento del capital multinacio­ cia plausible en países capitalistas avanzados concuerda con
nal, y el alivio de la carga administrativa, el “desarrollo” no invo­ aquel sesgo elitista en la historiografía burguesa descrita por
lucra ahora la legislación al por mayor ni el establecimiento de Ranajit Guha.
sistemas educativos de una forma comparable. Esto impide el La creencia en la factibilidad de las alianzas políticas globa­
crecimiento del consumismo en los países compradores. Con las les es generalizada entre las mujeres de los grupos sociales do­
telecomunicaciones modernas y la emergencia de economías ca­ minantes interesados en el “feminismo internacional” en los
pitalistas avanzadas en los dos extremos de Asia, conservar la países compradores. En el otro extremo de la escala, aquellos
división internacional del trabajo sirve para mantener el suminis­ más separados de cualquier posibilidad de alianza entre “muje­
tro de trabajo barato en los países compradores. res, prisioneros, soldados reclutas, pacientes de hospital y ho­
El trabajo humano no es, por supuesto, intrínsecamente “ba­ mosexuales” ( f d : 216), están las mujeres del subproletariado
rato” o “caro” . Una ausencia de leyes laborales -o una ejecu­ urbano. En su caso, la negación y la salvaguardia del consumis­
ción discriminatoria de estas—, un estado totalitario —a menudo mo y la estructura de explotación _ _ _ _
obligado por el desarrollo y modernización en la periferia—, y están ajustadas a las relaciones so­ 2 5 . "Contracting poverty". Multinational M o­
unos requisitos mínimos de subsistencia por parte del trabaja­ ciales patriarcales. Al otro lado de nitor. 4, 8. Agosto de 1983: 8. Este reporte fue
una colaboración entre John C avanagh y
dor lo garantizarán. Para mantener intacto este crucial artículo, la división internacional del traba­ Jo y H ac k el, q u ie n e s tr a b a ja n en el
el proletariado urbano en los países compradores no debe ser jo, el sujeto de explotación no pue­ International Corporations Project en el Institute
sistemáticamente entrenado en la ideología del consumismo de conocer ni hablar el texto de la for Policy Studies -la s cursivas son mías-.
R e v ista C o l o m b i a n a
d e A n t r o p o lo g ía 331
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explotación femenina incluso si el absurdo de hacerle un espa­ uíolc es un análisis acepiaDie. í\ pesar ae eso muestra otra vez
cio a la mujer para que pueda hablar por parte del intelectual que el tercer mundo puede entrar al programa de resistencia de
que-no-representa es alcanzado. una política de alianzas dirigida contra una “represión unifica­
Aunque aún esto no abarca al Otro heterogéneo. Por fuera da” sólo cuando se le confina a grupos del tercer mundo que
-aunque ni así completamente- del circuito de la división inter­ son directamente accesibles al primer mundo26. Esta benevolen­
nacional del trabajo, hay personas cuyas conciencias no pode­ te apropiación primer mundista y
mos asir si cerramos nuestra benevolencia construyendo un Otro reinscripción del tercer mundo 2.6. Las m ecánicas de la invención del ter­
homogéneo referido sólo a nuestro propio lugar en la silla del como Otro es la característica fun­ cer mundo com o significante son suscepti­
bles del tipo de an álisis d irigid o a la
Mismo o del Yo. Aquí hay granjeros de subsistencia, trabajado­ dacional de muchos tercermundis- constitución de raza com o un significante
res campesinos desorganizados, tribus y las comunidades de tra­ mos en las ciencias humanas de en Carby et al. Op. cit.
bajadores nulos en las calles o en el campo. Confrontarlos no es Estados Unidos hoy en día.
representarlos (vertreten) sino aprender a representarnos (dars- Foucault continúa la crítica del marxismo invocando la dis­
tellen) a nosotros mismos. Este argumento nos llevaría a una continuidad geográfica. La marca real de la “discontinuidad gep-
crítica de una antropología disciplinaria y las relaciones entre gráfica -geopolítica-” es la división internacional del trabajo. Pero
pedagogía elemental y formación disciplinaria. Eso cuestionaría Foucault usa el término para distinguir entre explotación -ex­
la demanda implícita, hecha por intelectuales que optan por un tracción y apropiación de plusvalía; léase, el campo de análisis
sujeto de opresión “naturalmente elocuente”, de que un sujeto marxista—y dominación —estudios de “poder”—y para sugerir que
tal aparezca a través de la historia como una narrativa de un el más grande potencial de la última está basado en una política
reducido modo-de-producción. de alianzas. El no puede admitir que un acceso tan monista y
El que Deleuze y Foucault ignoren la violencia epistémica del unificado a una concepción de “poder” -presuponiendo metodo­
imperialismo y la división internacional del trabajo importaría lógicamente un Sujeto-de-poder—se hace posible por un cierto
menos si ellos no tocaran, de cerca, temas del tercer mundo. nivel de explotación, porque su visión de discontinuidad geográ­
Pero en Francia es imposible ignorar el problema de los tiers fica es geopolíticamente específica para el primer mundo:
monde, los habitantes de las antiguas colonias francesas africa­
nas. Deleuze limita su consideración del tercer mundo a estas Esta discontinuidad geográfica de la cual usted habla puede significar
viejas elites nativas locales y regionales quienes son, idealmen­ tal vez lo siguiente: tan pronto como luchamos contra la explotación,
te, subalternos. En este contexto, las referencias al mantenimiento el proletariado no sólo lidera la lucha sino que define sus blancos, sus
del ejército de trabajo excedente caen en un sentimentalismo métodos, sus lugares y sus instrumentos; y aliarse uno mismo con el
proletariado es consolidarse con sus posiciones, su ideología, es retomar
étnico-revertido. Puesto que está hablando de la herencia del los motivos para su combate. Esto significa una inmersión total [en el
imperialismo territorial del siglo diecinueve, su referencia es al proyecto marxista]. Pero si es contra el poder que se lucha, entonces
estado-nación más que al centro globalizante: todos aquellos quienes lo reconocen como intolerable pueden empezar
la lucha donde quiera que se encuentren y en los términos de su
El capitalismo francés necesita mucho un significante flotante del actividad -o pasividad-. A l meterse en esta lucha que es su propia
desempleo. En esta perspectiva empezamos a ver la unidad de las lucha, cuyos objetivos comprenden claramente y cuyos métodos
formas de represión: restricciones sobre la inmigración, una vez pueden determinar, entran en el proceso revolucionario. Como aliados
que se reconoce que los trabajos más duros y desagradecidos son del proletariado, de seguro, porque el poder es ejercido en la forma en
para los trabajadores inmigrantes; represión en las fábricas, porque que se hace para mantener la explotación del capitalismo. Ellos
los franceses deben readquirir el “gusto” por el trabajo cada vez servirían genuinamente a la causa del proletariado luchando en estos
más duro; la lucha contra la juventud y la represión del sistema lugares donde se encuentran oprimidos. Mujeres, prisioneros, soldados
reclutas, pacientes de hospital y homosexuales han empezado ahora
educativo (fd : m - iii) .
una lucha específica contra la forma particular del poder, las
coacciones y controles, que son ejercidos sobre ellos (fd : 216).
R e v ista C o l o m b i a n a
G ayatri C h a k r avorty S p iv a k d e A n t r o p o lo g ía
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2.003

Este es un programa admirable de resistencia localizada. Don­ la resistencia a la economía, y el énfasis sobre conceptos como
de es posible, este modelo de resistencia no es una alternativa poder y deseo que privilegia la micrología. Davis continúa: “Esta
a, pero puede complementar, las luchas macrológicas a lo largo centralización cuasi-absolutista del poder estratégico militar por
de las líneas “marxistas”. Pero si su situación es universalizada, los Estados Unidos fue lo que permitió una subordinación ilu­
acomoda un privilegio no reconocido del sujeto. Sin una teoría minada y flexible para sus principales sátrapas. En particular,
de la ideología, puede conducir a utopismos peligrosos. demostró ser altamente acomodaticia para las pretensiones im­
Foucault es un pensador brillante del poder-entre-líneas, pero perialistas residuales de franceses y británicos... con cada uno
la conciencia de la reinscripción topográfica del imperialismo manteniendo una estridente movilización ideológica contra el
no informa sus presuposiciones. Es cooptado por la versión res­ comunismo todo el tiempo” . Mientras se tomaban precauciones
tringida del Occidente producida por esa reinscripción y así ayu­ contra nociones unitarias tales como “Francia”, se debe decir
da a consolidar sus efectos. Nótese la omisión sobre el hecho, que nociones unitarias tales como “la lucha obrera”, o pronun­
en el siguiente pasaje, de que el nuevo mecanismo de poder en ciamientos unitarios como “igual que el poder la resistencia es
los siglos diecisiete y dieciocho -la extracción de plusvalía va­ múltiple y puede ser integrada en estrategias globales” (PK: 142),
lor sin coerción extraeconómica es su descripción marxista- está parecen interpretables por medio de la narrativa de Davis. No
asegurado por medio del imperialismo territorial -la Tierra y sus estoy sugiriendo, como lo hace Paul Bové, que “para un pueblo
productos- “en algún otro sitio”. La representación de la sobe­ desplazado y sin hogar [los palestinos] asaltado militar y cultu­
ranía es crucial en estos teatros: ralmente... una pregunta [tal como la de Foucault que dice que
el participar en la política... es tratar de conocer con la honesti­
Enlos siglos XVII y XVIII, tenemos la produccióndeunimportante dad más grande posible si la revolución es deseable] es un lujo
fenómeno, la emergencia, o más bien la invención, de un nuevo tonto de la riqueza de Occidente” (Bové, 1983: 51). Yo sugiero,
mecanismodepoderposeídodeprocedimientostécnicos altamente más bien, que comprar una versión auto-contenida de Occiden­
específicos... locual estambién, creoyo, absolutamenteincompatible te es ignorar su producción por parte del proyecto imperialista.
conlas relaciones desoberanía. Estenuevomecanismodepoder es A veces parece como si el muy brillante análisis de Foucault de
másdependientesobrelos cuerposyloqueelloshacenquesobrela
Tierray susproductos (PK:104).
los siglos de imperialismo europeo produjera una versión miniatu­
ra de ese fenómeno heterogéneo: el manejo del espacio -pero por
doctores; desarrollo de administraciones- pero en asilos; conside­
Por causa de un punto ciego relativo a la primera ola de “dis­ raciones de la periferia -pero en términos de locura, prisioneros y
continuidad geográfica”, Foucault puede mantenerse insensible niños-. La clínica, el asilo, la prisión, la universidad -todo parece
a su segunda ola en las décadas medias de nuestro siglo, identi­ ser una pantalla-alegoría que oscurece la lectura de las narrativas
ficándola simplemente “con el colapso del fascismo y el declive
más amplias del imperialismo. (Uno podría abrir una discusión si­
del estalinismo” (PK: 87). Aquí está el punto de vista alternativo milar del feroz motivo de “desterritorialización” en Deleuze y
de Mike Davis: “Fue más la lógica de la violencia contrarrevolu­
Guattari). “Uno puede perfectamente bien no hablar sobre algo
cionaria lo que creó las condiciones para la pacífica interdepen­
porque no conoce sobre ese algo”, podría murmurar Foucault (PK:
dencia económica de un castigado imperialismo Atlántico bajo
66). A pesar de eso ya hemos hablado de la ignorancia sancionada
el liderazgo americano... Fue la integración militar multinacio­ que cada crítico del imperialismo debe trazar.
nal bajo el eslogan de la seguridad colectiva contra la URSS la
que precedió y precipitó la interpenetración de las mayores eco­
nomías capitalistas, haciendo posible la nueva era de liberalis­
mo comercial que floreció entre 1958 y 1973” (Davis, 1984: 9).
Es dentro de la emergencia de este “nuevo mecanismo de
poder” que debemos leer la fijación en las escenas nacionales,
R e v ista C o l o m b i a n a
G ayatri Ch akravorty S p iv a k d e A n t r o p o lo g ía
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2003

Ili “La crítica de Derrida nos mueve hacia el interior del texto, la
de Foucault en y hacia afuera de él” (Said, 1983: 183).
He tratado de argumentar que la preocupación sustantiva por

A
L NIVEL GENERAL EN EL QUE LOS ACADÉMICOS Y ESTUDIANTES DE E ST A -
dos Unidos toman la “influencia” de Francia, uno encuentra la política de los oprimidos que a menudo cuenta para la apela­
la siguiente comprensión: Foucault trata con la historia real, ción de Foucault puede esconder el privilegiar al intelectual y el
con política real y problemas sociales reales; Derrida es inaccesi­ sujeto “concreto” de opresión que, de hecho, acrecientan la ape­
ble, esotérico y textualista. El lector probablemente está bien fa­ lación. Inversamente, aunque no es mi intención contradecir el
miliarizado con esta idea. “Que el trabajo personal (de Derrida)”, punto de vista específico de Derrida promovido por estos influ­
escribe Terry Eagleton, “ha sido bastante ahistórico, políticamen­ yentes escritores, discutiré unos pocos aspectos del trabajo de
te evasivo y no se puede negar que en la práctica, inconsciente Derrida que guardan una utilidad a largo plazo para la gente
del lenguaje como “discurso” [lenguaje en función]” (Eagleton, fuera del primer mundo. Esto no es una apología. Derrida es
1983:205). Eagleton continúa recomendando el estudio de Foucault difícil de leer, su objeto real de investigación es la filosofía clá­
sobre las “prácticas discursivas”. Perry Anderson construye una sica. No obstante es menos peligroso cuando lo entendemos
historia parecida: “Con Derrida, la auto-cancelación del estructu- que el intelectual del primer mundo disfraza de no-representan­
ralismo latente en el recurso a la música o a la locura en Lévi- te ausente que permite que los oprimidos hablen por sí mismos.
Strauss o Foucault es consumado. Sin ningún compromiso con la Consideraré un capítulo que Derrida compuso hace veinte
exploración de las realidades sociales, Derrida tuvo poco remor­ años: “De la gramatología como una ciencia positiva” (og: 74-
dimiento al deshacer las construcciones de estos dos, condenán­ 93). En este capítulo Derrida confronta el asunto de si la “de-
dolos a ambos de una “nostalgia de los orígenes” -rousseauniana construcción” puede conducir a una práctica adecuada, sea crítica
o pre-socrática, respectivamente-y preguntando qué derecho tie­ o política. La cuestión es cómo impedirle al Sujeto etnocéntrico
ne cualquiera de los dos para asumir, en sus propias premisas, la que se establezca a sí mismo al definir selectivamente un Otro.
validez de sus discursos” (Anderson, 1983:53). Este no es un programa para el Sujeto como tal; es, más bien, un
Este artículo está comprometido con la noción de que, tanto programa para el benevolente intelectual occidental. Para aque­
en defensa de Derrida como no, una nostalgia por los orígenes llos de nosotros que sentimos que el “sujeto” tiene una historia
perdidos puede estar en detrimento de la exploración de las rea­ y que la tarea del sujeto de conocimiento del primer mundo en
lidades sociales dentro de la crítica del imperialismo. Ciertamen­ nuestro momento histórico es resistir y criticar el “reconoci­
te, la brillantez de la mala lectura de Anderson no lo previene miento” del tercer mundo por medio de la “asimilación”, esta
de ver precisamente el problema que yo enfatizo en Foucault: especificidad es crucial. Con el fin de adelantar una crítica más
“Foucault pulsó la nota característicamente profètica cuando fáctica que patética del impulso etnocéntrico del intelectual
declaró en 1966: ‘El hombre está en proceso de sucumbir mien­ europeo, Derrida admite que no puede hacer las “primeras” pre­
tras que el ser del lenguaje continúa fulgurando con más brillo guntas que deben ser respondidas para establecer las bases de
aún sobre nuestro horizonte’. ¿Pero quiénes son los “nosotros su argumento. Él no declara que la gramatología puede “sobre­
que perciben o poseen tal horizonte?” . Anderson no ve la usur­ ponerse” -frase de Frank Lentricchia- al mero empirismo; pues,
pación del Sujeto no reconocido de Occidente en el último como el empirismo, no puede hacer las primeras preguntas. De­
Foucault, un Sujeto que preside por desaprobación. Él ve la ac­ rrida alinea de esa manera el conocimiento “gramatológico” con
titud de Foucault de la forma usual, como la desaparición del los mismos problemas de la investigación empírica. “Decons­
Sujeto conocedor como tal; y además ve en Derrida el desarro­ trucción” no es, por tanto, una nueva palabra para “desmistifi­
llo final de esa tendencia: ‘”En la oquedad del pronombre [noso­ cación ideológica” . Igual que “la investigación empírica... que
tros] yace la aporia del program a” (Anderson, 1983: 52). se refugia en el campo del conocimiento gramatológico” obliga
Consideremos, finalmente, el aforismo plañidero de Said, el cual a operar por medio de “ejemplos” (og : 75).
delata un profundo malentendido de la noción de “textualidad :
d e A n t r o p o lo g ía
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre ¿003

Los ejemplos que Derrida plantea-para mostrar los límites de la entonces la vulnerabilidad de su propio deseo de conservar algo
gramatología como ciencia positiva- vienen de la auto-justifica­ que es, paradójicamente, a la vez inefable y no trascendental.
ción ideológica apropiada de un proyecto imperialista. En el siglo Al criticar la producción del sujeto colonial, este lugar inefable,
diecisiete europeo, escribe él, hubo tres clases de prejuicios ope­ no trascendental - “histórico”- es provisto de carga afectiva por
rando en historias de la escritura los cuales constituían “un sínto­ el sujeto subalterno.
ma de la crisis de la conciencia europea” (og: 75): el “prejuicio Derrida cierra el capítulo mostrando otra vez que el proyecto
teológico”, el “prejuicio chino” y el “prejuicio jeroglífico”. El pri­ de la gramatología está obligado a desarrollarse al interior el
mero puede ser indexado como: Dios hizo una escritura primitiva discurso de la presencia. No es solo una crítica de la presencia
o natural: el hebreo o el griego. El segundo: el chino es un plano sino un reconocimiento del itinerario del discurso de la presen­
perfecto para la escritura filosófica, pero es sólo un plano. La ver­ cia en la propia crítica, precisamente una vigilancia contra un
dadera escritura filosófica es “independiente con respecto a la his­ demasiado grande clamor por transparencia. La palabra “escri­
toria” (og : p.79) y someterá a los chinos a una escritura tura” como nombre del objeto y modelo de la gramatología es
fácil-de-aprender que reemplazará al chino actual. El tercero: que una práctica “sólo al interior de la clausura histórica, es decir al
la escritura egipcia es muy sublime para ser descifrada. El primer interior de los límites de la ciencia y de la filosofía” (og : 93).
prejuicio preserva la “actualidad” del hebreo o el griego, los dos Derrida hace aquí elecciones nietzscheanas, filosóficas y psi-
últimos -el “racional” y el “místico” respectivamente- operan en coanalíticas, más que específicamente políticas, para sugerir una
colusión para sostener al primero, donde el centro del logos es crítica al etnocentrismo europeo en la constitución del Otro.
visto como el Dios judeocristiano -la apropiación del Otro heléni­ Como intelectual poscolonial, no me preocupa que él no me
co por medio de la asimilación es una historia más temprana- un dirija -como los europeos parecen hacerlo inevitablemente- a
“prejuicio” todavía sustentado en los esfuerzos de darle a la carto­ un camino que tal crítica hace necesario. Para mí es más impor­
grafía del mito judeocristiano el estatus de historia geopolítica: tante que, como filósofo europeo, él articula la tendencia del
Sujeto europeo a constituir al Otro como marginal al etnocen­
El concepto de la escritura china funcionaba como una especie de trismo y localiza ese como el problema de todos los empeños
alucinación europea. ...Este funcionamiento obedecía a una rigurosa logocéntricos y por consiguiente también todos los gramatoló-
necesidad... no se inquietaba por el conocimiento de la escritura gicos -pues la tesis principal del capítulo es la complicidad en­
china... la cual estaba disponible entonces... Un “prejuicio jeroglifista”
tre los dos-. No un problema general, sino un problema europeo.
había producido el mismo efecto de ceguera interesada. Lejos de
proceder... del desprecio etnocéntrico, la ocultación toma la forma de Es desde el contexto de este etnocentrismo que trata tan deses­
una admiración hiperbólica. No hemos terminado de demostrar la peradamente de degradar al Sujeto de pensamiento o conoci­
necesidad de este patrón. Nuestro siglo no está libre de el; cada vez miento para decir que “pensamiento es... la parte en blanco del
que el etnocentrismo es precipitado y ostentosamente echado atrás, texto” (og : 93); aquello que sea pensamiento, aunque en blanco,
algún esfuerzo se esconde silenciosam ente detrás de todos los sigue estando en el texto y debe ser confiado al Otro de la histo­
espectaculares efectos de consolidar un interior y dibujar desde él ria. Ese espacio en blanco inaccesible circunscrito por un texto
algún beneficio doméstico (OG: 80; Derrida pone en cursiva sólo
interpretable es lo que a la crítica poscolonial del imperialismo
“prejuicio jeroglifista”).
le gustaría ver desarrollado dentro del vallado europeo como el
lugar de la producción de la teoría. Los críticos poscoloniales y
Derrida procede a ofrecer dos posibilidades características los intelectuales pueden tratar de desplazar su propia produc­
para solucionar el problema del Sujeto europeo, el cual preten­ ción sólo presuponiendo ese espacio en blanco inscrito en el
de producir un Otro que consolidaría un interior, su propio esta­ texto. Crear el pensamiento o el sujeto pensante transparente o
tus de sujeto. Lo que sigue es una relación de la complicidad invisible parece, por contraste, esconder el implacable recono­
entre la escritura, la apertura de la sociedad doméstica y civil, y cimiento del Otro por asimilación. Es en interés de tales precau­
las estructuras del deseo, poder y capitalización. Derrida revela ciones que Derrida no apela a “permitir al otro(s) hablar por sí
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¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2003

mismo” sino que más bien acude a un “recurso” o “llama al es trasladada desde el contexto del primer mundo al contexto
“cuasi-otro” -tout-autre como opuesto al otro auto-consolidan­ poscolonial -que no es idéntico al del tercer mundo-, la des­
te-, a “volver delirante esa voz interior que es la voz del otro en cripción “negra” o “de color” pierde significado persuasivo. La
nosotros”27. estratificación necesaria de la constitución-del-sujeto colonial
Derrida llama al etnocentrismo de la escritura de la ciencia eu­ en la primera fase del imperialismo capitalista vuelve inútil el
ropea en el siglo diecisiete y principios del dieciocho un síntoma “color” como significante emancipatorio. Confrontada por la
de la crisis general de la conciencia europea. Este es, por supuesto, feroz benevolencia estandarizante del radicalismo de la mayor
parte de un síntoma más grande, o tal vez la crisis misma, el lento parte de científicos-humanos norteamericanos y europeo-occi­
____________________ _____ vuelco del feudalismo al capitalismo dentales -reconocimiento por asimilación-, la progresiva aun­
t j . Jacq u es Derrida. "O f an apocaiyptic p 0 r medio de las primeras olas de que heterogénea retirada del consumismo en la periferia
imperialismo capitalista. El itinerario compradora, y la exclusión de los márgenes incluso de la arti­
de reconocimiento mediante la asi­ culación centro periférica -el “subalterno verdadero y diferencial”-,
milación del Otro puede ser trazado de manera más interesante, la analogía de conciencia de clase más que de conciencia de
me parece, en la constitución imperialista del sujeto colonial que raza en esta área parece histórica, disciplinaria y prácticamente
en repetidas incursiones en el psicoanálisis o de la “figura” de la prohibida por la derecha y la izquierda al mismo tiempo. No es
mujer, aunque la importancia de estas dos intervenciones dentro sólo cuestión de un doble desplazamiento, como no es simple­
de la deconstrucción no pueda ser minimizada. Derrida no se ha mente el problema de encontrar una analogía psicoanalítica que
movido -o tal vez no puede moverse- dentro de ese terreno. pueda acomodar a la mujer del tercer mundo con el primero.
Cualesquiera que sean las razones para esta ausencia específica, Las advertencias que he expresado son válidas sólo si hablamos
lo que yo encuentro útil es el trabajo sostenido y desarrollado so­ de la conciencia de la mujer o, más aceptable, sujeto, subalterno.
bre las mecánicas de la constitución del Otro; podemos usarlas Denunciar, o mejor aún, participar en,
como una ventaja intervencionista y analíticamente más grande el trabajo antisexista entre mujeres de 2.8. Incluso en esos excelentes textos de
reportaje y análisis com o lo es el de Gail
que las invocaciones de la autenticidad del Otro. A este nivel, lo color o mujeres bajo opresión de cla­ Omvedt.1980. We Will Smash This Prison!
que continúa siendo útil de Foucault son las mecánicas de discipli- se en el primer o en el tercer mundo Indian women ¡n struggle. Zed Press. Lon­
namiento e institucionalización, la constitución, como tal, del co­ es innegablemente lo que está en la dres, la presunción de que un grupo de
mujeres maharashtias en una situación pro­
lonizador. Foucault no las relaciona con ninguna versión, temprana agenda. Debemos acoger también letaria urbana, reaccionando a una mujer
o tardía, proto- o pos-, del imperialismo. Ellas son de gran utilidad toda la recuperación de información blanca radical que había "compartido su
suerte con el destino indio", es representa­
para los intelectuales preocupados por la decadencia de Occiden­ en estas áreas silenciadas que está te­ tivo de "las mujeres indias" o toca la cues­
te. Su seducción para ellos, y horror para nosotros, es lo que quizá niendo lugar en la antropología, la tión de "la conciencia femenina en la India"
no es inofensivo cuando se ocupa de una
permita la complicidad del sujeto que investiga -hombre o mujer ciencia política, la historia y la socio­ formación social del primer mundo donde
profesional- para disfrazarse a sí mismo de transparencia. logía. Aunque la presunción y la cons­ la proliferación de comunicación en un len­
trucción de una conciencia o sujeto guaje internacionalmente hegemónico hace
alternativos relatos y testimonios instantá­
sustente tal trabajo y lo hará, a largo neamente accesibles aún para estudiantes
IV plazo, coherente con el trabajo de universitarias no graduadas.
La observación de Norma Chinchilla, he­
constitución-del-sujeto imperialista cha en el panel sobre Feminismos del ter­
mezclando violencia epistémica con c er m und o: d ife r e n c ia s de fo rm a y
l P uede h ablar el su ba ltern o ? ¿Qué d ebe h acer la e l it e p a r a t e -
el avance del conocimiento y la civi­ contenido (UCLA, 8 de marzo de 1983), acer­
✓ ner cuidado de la continua construcción del subalterno? La ca de que el trabajo antisexista en el contex­
lización. Y la mujer subalterna conti­ to indio no es genuinamente antisexista sino
0 cuestión de “la mujer” parece más problemática en este con­ nuará siendo tan muda como antifeudal, es otro caso para señalar. Esto
texto. Claramente, si usted es pobre, negra y mujer está metida siempre,28 perm ite que las d efin icio nes de sexism o
em erjan só lo d esp u é s de q ue una
en el problema en tres formas. Si, no obstante, esta formulación
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340 G a y a tri C h ak rav o rty S p iv a k d e A n t r o p o lo g ía 341
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2003

sociedad ha entrado en el modo capitalista


En un campo tan cargado, no es burguesas-demócratas al individualismo social y político de la
de producción, haciendo así capitalismo y fácil hacer la pregunta de la con­ mujer” (Fox-Genovese, 1982: 21). Muchas de nosotras estuvimos
patriarcado convenientemente continuos. Tam­ ciencia de la mujer subalterna; de
bién invoca las molestas cuestiones del rol del
obligadas a entender el proyecto feminista como Culler lo des­
"modo de producción 'asiático'" en apoyo al este modo es aún más necesario cribe ahora cuando estábamos agitando la opinión pública como
poder explicativo de la narrativización normati­ permanecer en la radicalidad prag­ académicas de Estados Unidos29. Fue ciertamente una etapa ne­
va de la historia por medio de la relación de los
m odos de producción, en la no obstante
mática de que tal cuestión no es cesaria en mi propia educación en “desaprendizaje” y ha conso­
sofisticada manera en que la historia es inter­ un elefante blanco idealista. Si bien lidado la creencia de que la corriente
pretada. no todos los proyectos feministas principal del proyecto del feminis­ 2 9 . He tratado de desarrollar esta ¡dea en
El curioso papel del nombre propio "Asia" en
este asunto no queda confinado a la prueba o
o antisexistas pueden ser reducidos mo occidental continúa y desplaza una form a un p o c o au to b io g ráfic a en
refutación de la existencia empírica del modo a esto, ignorarlo es un gesto de des­ la batalla sobre el derecho al indivi­ "Finding feminists readings: D ante-Y ea ts".
actual -un problema que se vuelve objeto de un En Ira K onisberg (ed.). 1981. Am erican
conocimiento político que tiene dualismo tanto entre mujeres como Criticism in the Posfrucfuralisf A ge. University
manejo intenso dentro del comunismo interna­
cional- sino permanece crucial incluso en tra­ una larga historia y colabora con entre hombres en situación de mo­ of Michigan Press. Ann Arbor.
bajos de tal sutileza teórica e importancia como el radicalismo masculino que vuel­ vilidad ascendente de clase. Uno
los de Barry Hindess y Paul Hist. Pre-Capitalists
Modes of Production. 1975. Routledge. Londres,
ve al lugar del investigador trans­ sospecha que el debate entre feminismo norteamericano y “teo­
y el de Fredric Jam eson. Political Unconscious. parente. En busca de aprender a ría” europea -como es representada generalmente la teoría por
Especialmente en el de Jameson, donde la mor­ hablar -más que escuchar a o ha­
fología de los modos de producción es salva­
mujeres de Estados Unidos o Inglaterra—ocupa un rincón signi­
da de toda sospecha de determinismo histórico blar por- al sujeto históricamente ficativo de ese mismo terreno. Yo simpatizo generalmente con
y anclada a la teoría postestruduralista del suje­ enmudecido de la mujer subalter­ el llamado a hacer más “teórico” el feminismo norteamericano.
to, el modo "asiático" de producción, en su
apariencia de "despotismo oriental" como la
na, el intelectual poscolonial siste­ Parece, sin embargo, que el problema del sujeto enmudecido de
formación concomitante del estado, sigue sir­ m á tica m en te “ desaprend e” el la mujer subalterna, aunque no resuelto por una búsqueda “esen-
viendo. También cumple un papel significante privilegio femenino. Este desapren­ cialista” de los orígenes perdidos, tampoco puede ser despacha­
en el modo de producción narrativa transfor­
mado en el Anti-Oedipus de Deleuze y Guattari, dizaje sistemático implica aprender do por la exigencia de más teoría en cualquier extremo de
en el debate soviético, en el lejano cambio de a criticar el discurso poscolonial anglo-América.
sitio, efectivamente, desde estos proyectos teó­
ricos contemporáneos, la suficiencia doctrinal
con las mejores herramientas que Ese llamamiento es hecho frecuentemente en nombre de una
del modo "asiático" de producción fue más este pueda proveer y no simple­ crítica al “positivismo”, el cual es visto aquí igual que el “esen-
frecuentemente puesto en duda por sus varias mente sustituyendo la figura per­ cialismo”. Aun Hegel, el inaugurador moderno del “trabajo de lo
versiones y nomenclaturas de feudal, esclavista
y comunal como modos de producción. El dida del colonizado. De este modo, negativo”, no fue extraño a la noción de las esencias. Para Marx,
debate es presentado en detalle en Stephen F. el cuestionar la incuestionada mu­ la curiosa persistencia del esencialismo en la dialéctica fue un
Dunn. 1982.. The Fall and Rise oftheAsiatic Mode
of Production. Routledge. Londres. Sería intere­
dez de la mujer subalterna incluso problema profundo y productivo. Así, la rigurosa oposición bi­
sante relacionar esto con el "momento" de dentro del proyecto antiimperialis­ naria entre positivismo/esencialismo -léase Estados Unidos- y
represión imperialista en la mayoría de los de­ ta de los estudios subalternos no “teoría” -léase, francesa o franco-germana por conducto anglo­
bates sobre la transición del feudalismo al capi­
talismo que tan largamente ha ejercitado la
es, como Jonathan Culler sugiere, americano- puede ser espuria. Aparte de reprimir la ambigua
izquierda occidental. Lo que es importante aquí “producir diferencia difiriendo” o complicidad entre esencialismo y críticas del positivismo -re­
es que una observación como la de Chinchilla “apelar... a una identidad sexual de­
representa una ¡erarquización ampliamente di­ conocida por Derrida en Of grammatology as a positive Science-,
fundida dentro del feminismo del tercer mundo finida como esencial y privilegiar también yerra al implicar que el positivismo no es una teoría.
-m ás que en el marxismo occidental-, lo cual las experiencias asociadas con esa Este movimiento permite la emergencia de un nombre propio,
la sitúa dentro del tráfico existente desde hace
mucho con el concepto-metáfora imperialista
identidad” (Culler, 1982: 48). una esencia positiva, la Teoría. Una vez más, la posición del
de "Asia". La versión de Culler del proyecto investigador permanece incuestionada. Y si este debate territo­
Debo añadir que todavía no he leído de Madhu
Kishwar y Ruth Vanita (eds.). 1984. frt Search of
feminista es posible dentro de lo que rial gira hacia el tercer mundo no se discierne ningún cambio en
Answers: Indian women's voices from Manushi. Elizabeth Fox-Genovese ha llamado la cuestión del método. Este debate no puede tener en cuenta
Zed Press. Londres. “la contribución de las revoluciones que, en el caso de la mujer como subalterna, no se pueden
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¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2003

recolectar ingredientes para la constitución del itinerario del rastro estoy sugiriendo que “Los hombres blancos están salvando a las
de un sujeto sexuado para ubicar la posibilidad de diseminación. mujeres cafés de los hombres cafés” sea una frase que esté indi­
Aun así, generalmente simpatizo con el lineamiento feminis­ cando una fantasía colectiva sintomática de un itinerario colecti­
ta que critica al positivismo y la desfetichización de lo concre­ vo de represión sadomasoquista en una empresa imperialista
to. También estoy lejos de ser reacia al aprendizaje del trabajo colectiva. Hay una simetría satisfactoria en tal alegoría, pero invi­
de los teóricos occidentales; sin embargo, he aprendido a insis­ taría al lector a considerarlo más bien un problema de “psicoaná­
tir enmarcar su postura como sujetos investigadores. Dadas es­ lisis salvaje” que una solución final (Freud, 1955, vol. n). Tal como
tas condiciones, y como una crítica literaria, confrontaba la insistencia de Freud en hacer de la mujer una víctima propicia­
tácticamente el inmenso problema de la conciencia de la mujer toria en “Un niño está siendo golpeado” evidencia sus intereses
como subalterna. Reinventaba el problema en una oración y la políticos, aunque imperfectamente, así mismo mi insistencia so­
transformaba en el objeto de una simple semiosis. ¿Qué signifi­ bre la producción-del-sujeto imperialista como ocasión para esta
ca esta oración? La analogía aquí es entre la victimización ideo­ frase manifiesta mi política.
lógica de un Freud y la postura del intelectual poscolonial como Aún más, estoy tratando de tomar prestada el aura metodo­
sujeto investigador. lógica general de la estrategia de Freud hacia la frase que él in­
Como Sarah Kofman ha mostrado, la profunda ambigüedad terpretó como una frase fuera de los muchos relatos sustantivos
del uso que hace Freud de las mujeres como víctima propiciatoria similares que sus pacientes le dieron. Esto no significa que ofre­
es una reacción-formación de un deseo inicial y continuo de dar ceré un caso de transferencia-en-análisis como un modelo iso-
a la histérica una voz, de transformarla en el sujeto de la histeria morfo para la transacción entre el lector y el texto -m i frase-.
(Kofman, 1980). La formación ideológica masculino-imperialista La analogía entre transferencia y crítica literaria o historiografía
que le dio la forma de la “seducción de la hija” a ese deseo es no es más que una productiva catacresis. Decir que el sujeto es
parte de la misma formación que construye a la monolítica “mu­ un texto no autoriza el pronunciamiento inverso: el texto ver­
jer del tercer mundo”. Como intelectual poscolonial estoy igual­ bal es un sujeto.
mente influenciada por esa formación. Parte de nuestro proyecto Estoy fascinada, más que todo, por como Freud predica una
de “desaprendizaje” es articular esa formación ideológica -m i­ historia de represión que produce la frase final. Es una historia
diendo silencios si fuese necesario- dentro del objeto de investi­ con un doble origen, uno escondido en la amnesia del infante,
gación. De este modo, cuando enfrentemos las preguntas, ¿puede el otro alojado en nuestro pasado arcaico, asumiendo por impli­
hablar el subalterno?, y ¿puede hablar el subalterno -como mu­ cación un espacio preoriginario donde lo humano y lo animal
jer-?, nuestros esfuerzos para darle al subalterno una voz en la no estaban diferenciados todavía (Freud, 1955, vol. 17). Somos
historia estarán doblemente abiertos a los peligros generados por conducidos a imponer un homólogo de esta estrategia freudiana
el discurso de Freud. Como un producto de estas consideraciones sobre la narrativa marxista para explicar el disimulo ideológico
he propuesto conjuntamente la frase “Los hombres blancos están de la economía política imperialista y perfilar una historia de
salvando a las mujeres cafés30 de los hombres cafés” en un espíri­ represión que produce una frase como la que he esbozado. Esta
tu no disímil del que es encontrado en las investigaciones de Freud historia también tiene un doble origen, uno oculto en las mani­
con la frase “Un niño está siendo gol- pulaciones tras la abolición británi­
30. Spivak hace referencia aquí al color de Pead ° (F reu d , 1955, V O l. I j ) . ca del sacrificio de viudas en 182931, 31. Pora una brillante relación de cómo la
piel de los hombres y mujeres de la India, JTJ ug0 (fe Freud aquí nO implica el otro alojado en el pasado clásico "realidad” del sacrificio de viudas fue cons­
tituida o "textualizada" durante el periodo
lo cual tiene múltiples connotaciones en el analogía ¡somorfa entre forma- y védico de la India hindú, el Rig- colonial, véase Lata Maní. "The production
contexto colonial y poscolonial de la India ♦ i j j
y el imperio británico. N del t. C ÍO I l“ ( Í 6 ” S lljG t O y m C O n Q U C tc l Q 6 C O - Veda y el Dharmasástra. No dudo of colonial discourse: sati in early nineteenth-
century Bengal". Tesis de maestría, University
lectivo s so ciales, una práctica que hay también un espacio preori­ of California at Santa Cruz. 1983. Me benefi­
frecuente, a menudo acompañada por una referencia a Reich, ginario indiferenciado que sustenta cié de la discusión con la señorita Mani al
en la conversación entre Deleuze y Foucault. De esta manera no esta historia. principio de este proyecto.
d e A n t r o p o lo g ía
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2.003

La frase que he construido es una entre los muchos desplaza­ por los hombres a menudo provee tal evento. Si recordamos
mientos que describen la relación entre hombres blancos y ca­ que los británicos se jactaban de su absoluta equidad y de su no
fés -a veces incluye a mujeres blancas y cafés—. Toma su lugar interferencia con la costumbre/ley nativa, una invocación de
entre algunas frases de “admiración hiperbólica” o de culpa pia­ esta transgresión sancionada del código por el bien del espíritu
dosa que Derrida menciona sobre la conexión con el “prejuicio puede ser leída en el comentario de J. D. M. Derretí: “La primera
jeroglifista”. La relación entre el sujeto imperialista y el sujeto legislación sobre la ley hindú fue llevada a cabo sin la aproba­
de imperialismo es por lo menos ambigua. ción de un solo hindú”. La legislación no es nombrada aquí. La
La viuda hindú asciende a la pira del esposo muerto y se siguiente frase, donde la medida es nombrada, es igualmente
inmola a sí misma sobre ella. Este es el sacrificio de la viuda. (La interesante si se consideran las implicaciones de la superviven­
transcripción convencional de la palabra sánscrita para viuda cia de una “buena” sociedad establecida colonialmente después
podría ser sati. Los británicos coloniales tempranos la transcri­ de la descolonización: “La recurrencia del sati en la India inde­
bieron como suttee). El rito no era practicado universalmente y pendiente es probablemente un reavivamiento oscurantista el
no tenía una fijación de casta o de clase. La abolición de este cual no puede sobrevivir por mucho tiempo incluso en la parte
rito por los británicos ha sido entendida como un caso de “Hom­ más atrasada del país” (Derret, 1957: 68).
bres blancos salvando mujeres cafés de hombres cafés” . Las Tanto si esta afirmación es correcta como si no, lo que me
mujeres blancas -desde los registros misioneros británicos del interesa es que la protección de la mujer -hoy la mujer del tercer
siglo diecinueve hasta Mary Daly- no han producido una inter­ mundo- se convierte en un significante para el establecimiento
pretación alternativa. Contra esto está el argumento indio nati­ de una buena sociedad que debe, en tales momentos inaugurales,
vo, una parodia de la nostalgia por los orígenes perdidos: “Las transgredir la mera legalidad, o la equidad de la política legal. En
mujeres realmente deseaban morir”. este caso en particular, el proceso también permitió la redefini­
Las dos frases hacen un largo trabajo para legitimarse mutua­ ción como crimen de lo que había sido tolerado, conocido o adu­
mente. Uno nunca encuentra el testimonio de la voz-conciencia lado como ritual. En otras palabras, este artículo en la ley hindú
de las mujeres. Tal testimonio no sería ideología-trascendente o saltó la frontera entre el dominio privado y el público.
“plenamente” subjetiva, por supuesto, pero habría constituido A pesar de que la narrativa histórica de Foucault, enfocándose
los ingredientes para la producción de una contrafrase. Mien­ solamente en Europa occidental, ve solamente una tolerancia por
tras uno va revisando los nombres grotescamente mal transcritos el criminal precediendo el desarrollo de la criminología a finales
de estas mujeres, las viudas sacrificadas, en los informes de del siglo dieciocho (PK: 41), su descripción teórica de la “episte-
policía incluidos en los registros de la Compañía de las Indias me” es pertinente aquí: “La episteme es el “mecanismo político”
Orientales, uno no puede poner en conjunto una “voz”. Lo más que hace posible separar no lo verdadero de lo falso, sino de lo
que uno puede sentir es la inmensa heterogeneidad atravesando que no puede ser caracterizado como científico” (PK: 197) -el ri­
tal relación esquelética e ignorante -las castas, por ejemplo, son tual como opuesto al crimen, el uno resuelto por la superstición,
descritas regularmente como tribus-. Enfrentada a las frases el otro por la ciencia legal-.
dialécticamente entrelazadas que son construibles tales como El salto del suttee de lo privado a lo público tiene una relación
“Hombres blancos están salvando mujeres cafés de hombres clara y compleja con la conversión de una presencia británica
cafés” y “Las mujeres deseaban morir”, la mujer intelectual pos­ mercantil y comercial a una presencia territorial y administrativa;
colonial hace una pregunta de simple semiosis, ¿qué significa puede ser rastreada en la correspondencia entre estaciones de
esto?, y empieza a trazar una historia. policía, las más bajas y las más altas cortes, las cortes de directo­
Al marcar el momento en el que una sociedad no sólo civil res, la corte del príncipe regente y gente por el estilo. Es intere­
sino una buena sociedad nace de la confusión doméstica, se in­ sante notar que, desde el punto de vista del “sujeto colonial”
voca con frecuencia eventos singulares que infringen el código nativo, también emergente de la transición feudalismo-capitalis­
de la ley para impartir su espíritu. La protección de las mujeres mo, sati es un significante con carga social inversa: “Los grupos
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¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2.003

se volvían psicológicamente marginales por su exposición al atestiguamos el lugar variable de la mujer como significante en
impacto occidental... habían llegado a demostrar bajo presión, la inscripción del individuo social.
a otros tan bien como a ellos mismos, su pureza ritual y lealtad Los dos momentos que me interesan del Dharmasástra son el
por la alta cultura tradicional. Para muchos de ellos el sati se discurso sobre suicidios aprobados y la naturaleza de los ritos de
convertía en una importante prueba de conformidad a normas la muerte32. Enmarcada en estos dos discursos, la autoinmolación
antiguas en un tiempo en que estas normas se habían vuelto de viudas parece una excepción a la
inestables” (Nandy, 1975: 68). regla. La doctrina general de las es­ 32- La siguiente relación se apoya fuertemen­
Si este es el primer origen histórico de mi frase, está evidente­ crituras es que el suicidio es repren­ te sobre la obra de Pandurang Varman Kane.
mente perdido en la historia de la humanidad como trabajo, la sible. Se da cabida, sin embargo, a 1963. History of Dharmasastra. Bhandarkar
Oriental Research Institute. Poona (de aquí en
historia de la expansión del capitalismo, la lenta liberación de la ciertas formas de suicidio las cuales, adelante citado como H D, con volumen, nú­
fuerza de trabajo como mercancía, esa narrativa de los modos de como representación formulista, mero de la parte y de las páginas).
producción, la transición del feudalismo a través del mercantilis­ pierden la identidad del fenómeno
mo hacia el capitalismo. A pesar de eso, la precaria normativa de que es el suicidio. La primera categoría de suicidios aprobados
esta narrativa es apoyada por el substituto supuestamente inmu­ surge del tatvajnána, o el conocimiento de la verdad. Aquí el
table del modo de producción “asiático”, el cual interviene para sujeto conocedor abarca la insubstancialidad o mera fenomenali-
mantener cuando quiera que se pueda volver evidente que la his­ dad -que puede ser la misma cosa que la no fenomenalidad- de
toria de la lógica del capital es la historia de Occidente, que el su identidad. En cierto momento, el tat tva fue interpretado como
imperialismo establece la universalidad de la narrativa del modo “ese usted”, pero incluso sin ese, tatva es aquello o su naturaleza
de producción, que ignorar al subalterno hoy es, por fuerza, con­ verdadera, su esencia. Así mismo, este ser ilustrado en verdad
tinuar el proyecto imperialista. El origen de mi frase está por lo conoce el “aquello” de su identidad. Su demolición de esa identi­
tanto perdido en la baraja entre otros discursos más poderosos. dad no es átmagháta -un asesinato del yo-. La paradoja de cono­
Dado que la abolición del sati fue admirable en sí misma, ¿es cer los límites del conocimiento es que la aseveración más fuerte
todavía posible preguntarse si una percepción del origen de mi de la capacidad de acción, negar esa capacidad, no puede ser un
frase puede contener posibilidades intervencionistas? ejemplo por sí misma. Curiosamente, el auto-sacrificio de los dio­
La imagen del imperialismo como el fundador de una buena ses es aprobado por la ecología natural, útil para la labor de la
sociedad está marcada por la adopción de la mujer como objeto economía de la naturaleza y el universo, más que para el autoco-
de protección de su propia especie. ¿Cómo se debería examinar nocimiento. En esta etapa lógicamente anterior, habitada por dio­
el disimulo de la estrategia patriarcal, que por lo visto le otorga a ses más que por seres humanos, de esta cadena particular de
la mujer libre elección como sujeto? En otras palabras, ¿cómo se desplazamientos, suicidio y sacrificio [átmagháta y átmadána)
hace para pasar de lo “británico” al “hinduismo”? Incluso el in­ parecen tan poco distintas como una aprobación “interior” (auto-
tento muestra que el imperialismo no es lo mismo que cromatis­ conocimiento) y una “exterior” (ecología).
mo, o mero prejuicio contra la gente de color. Pára abordar esta Este espacio filosófico, sin embargo, no admite a la autoin­
cuestión, me ocuparé brevemente del Dharmasástra -las escritu­ molación de la mujer. A ella la vemos dónde se hace espacio
ras sagradas de soporte—y el Rig-Veda —doctrina de la alabanza—. para suicidios aprobados que no pueden reclamar conocimien­
Ellas representan el origen arcaico en mi homología de Freud. Por to-verdadero como un estado que es, de todos modos, fácil­
supuesto, mi tratamiento no es exhaustivo. Mis lecturas son, más mente verificable y pertenece al área del sruti (lo que es oído)
que todo, un examen interesado e inexperto, de una mujer pos­ en vez de smirti (lo que es recordado). Esta excepción a la regla
colonial, sobre la fabricación de la represión, una contranarrativa general sobre el suicidio anula la identidad fenomenal de la au­
construida de la conciencia de la mujer, del ser de la mujer, de ese toinmolación si se ejecuta en ciertos lugares más que si se eje­
modo del ser bueno de la mujer, del deseo de la mujer buena, y cuta en un cierto estado de ilustración. De este modo, pasamos
así, del deseo de la mujer. Paradójicamente, al mismo tiempo de una aprobación interior —conocimiento-verdadero- a una
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¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2003

exterior -lugar de peregrinaje-. Es posible para una mujer ejecu­ que en Bengala, a diferencia del resto de la India, las viudas
tar este tipo de (no) suicidio33. podían heredar propiedades. De este modo, lo que los británi­
Incluso este no es el lugar correcto para que la mujer anule el cos ven como pobres mujeres hechas víctimas yendo al mata­
nombre propio del suicidio mediante la destrucción del propio dero es de hecho un campo de batalla ideológico. Como P. V.
yo. Para ella sola es aprobada la au- Kane, el gran historiador del Dharmasástra, ha observado co­
33- Upendra Thakur. 1963. The History of Sui­ toinmolación sobre la pira del es­ rrectamente. “En Bengala [el hecho de que] la viuda de un miem­
cide in India: An introduction. Munshi Ram poso muerto. (Los pocos ejemplos bro sin hijos aún, de una familia hindú colectiva tuviera derecho
Manohan Lal. Nueva Delhi: 9, tiene una lista
masculinos citados en la antigüedad a prácticamente los mismos derechos sobre la propiedad de la
de útiles fuentes primarias sánscritas sobre
lugares sagrados. Este libro laboriosamente hindú de autoinmolación sobre la familia colectiva que su difunto esposo habría tenido... debe
decente deja traslucir todos los signos de la pira de alguien más, en tanto prue­ haber inducido con frecuencia a los miembros sobrevivientes a
esquizofrenia del sujeto colonial, tal com o
el nacionalismo burgués, el comunalismo bas de entusiasmo y devoción a un desembarazarse de la viuda recurriendo en la hora más angus­
patriarcal y una "sensatez iluminada". amo o superior, revelan la estructu­ tiosa a su devoción y amor por su esposo” (hd, ii. 2: 635).
ra de dominación dentro del rito). Incluso hombres benévolos y brillantes fueron y son simpa­
Este suicidio que no es suicidio puede ser leído como un simu­ tizantes del “valor” de la libre elección de la mujer en esta mate­
lacro tanto de conocimiento-verdadero como de devoción de ria. Ellos aceptan de este modo la producción del sujeto
lugar. Si es lo primero, es como si el conocimiento en un sujeto subalterno sexuado: “La India moderna no justifica la práctica
de su propia insubstancialidad y pura fenomenalidad fuera dra­ del sati, pero es una mentalidad deformada la que reprende a los
matizado a fin de que el esposo muerto se convirtiera en ejem­ indios modernos de expresar admiración y reverencia por el fresco
plo exteriorizado y lugar del sujeto extinguido y la viuda se y decidido valor de las mujeres indias que se convertían en satis
convirtiera en el (no) agente que “lo actúa” . Si es lo segundo, es o que ejecutaban el jahuar para valorar sus ideales de conducta
como si la metonimia para todos los lugares sagrados fuera aho­ femenina” ( h d , i i . 2: 636). Lo que Jean-François Lyotard ha llama­
ra la ardiente cama de madera, construida por un elaborado ri­ do le différend, la inaccesibilidad de,
tual, donde el sujeto de la mujer, legalmente desplazado de ella o intraducibilidad de, un modo de 34- Sublated en el original, probablemente
misma, es consumido. Es en términos de esta profunda ideolo­ discurso en disputa con otro es vi­ haciendo referencia al aufheben de Hegel:
gía del lugar desplazado del sujeto femenino que la paradoja de vidamente ilustrado aquí (Lyotard, los significados opuestos de "destruir" y "pre­
servar". La unión con un opuesto. N. del t.
libre elección entra en juego. Para el sujeto masculino, es la di­ 1984). Así como el discurso de lo que
35- HD, II, 1 : 633. Hay sugerencias de que
cha del suicidio; una dicha que anulará más que establecer su los británicos perciben como un ri­ este "castigo prescrito" fue muy excedido
estatus como tal, que será advertida. Para el sujeto femenino, tual pagano es tran sform ad o 34 por la práctica social. En el siguiente p asa­
una autoinmolación aprobada, incluso si hace a un lado el efec­ -pero no traducido, habría dicho je, publicado en 1938, nótense los supuestos
patrísticos sobre la libertad de la mujer tra­
to de “caída” {pátaka) asociada a un suicidio no aprobado, con­ Lyotard- en lo que los británicos per­ bajando en términos com o "valor" y "fuer­
duce a alabanza por el acto de elegir sobre otro registro. Por la ciben como crimen, un diagnóstico za de carácter". Puede suponerse que la
completa objetivación de la viuda concubi­
inexorable producción ideológica del sujeto sexuado, tal muer­ del libre albedrío femenino es susti­ na era el castigo justo por la abdicación del
te puede ser entendida por el sujeto femenino como un signifi­ tuido por otro. derecho al valor, significando sujeto de
estatus. "Algunas viudas, sin em bargo, no
cante excepcional de su propio deseo, excediendo la regla general Por supuesto, la autoinmolación tenían el coraje para pasar la llameante prue­
de conducta de una viuda. de viudas no era una prescripción ba; ni tenían la suficiente fuerza mental y de
carácter para vivir el alto ideal ascético pres­
En ciertos periodos y áreas esta regla excepcional se convir­ ritual invariable. Si, a pesar de todo, crito para ellas [brahmacarya]. Es triste re­
tió en la regla general de una forma específica de clase. Ashis la viuda decide propasar el código gistrar que ellas debieron llevar la vida de
Nandy conecta su marcado predominio en el siglo dieciocho y del ritual, retroceder es una trans­ una concubina o avarudda stri [esposa en­
carcelada]". A. S. Altekar. 1938. The Position
principios del diecinueve en Bengala con factores que van del gresión para la que es prescrita un of Women in H indú C iviliza tio n : From
control de la población a la misoginia comunal (Nandy, 1975). tipo particular de penitencia35. Con prehistoric times to present day. Motilal
Ciertamente su predominio allí en los siglos previos se debió a el oficial de policía británico local Banarsidass. Nueva Delhi: 156.
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¿Puede hablarel subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2.003

supervisando la inmolación, ser disuadida después de haber to­ británica parece confusa36. Al comienzo del siglo diecinueve, las
mado la decisión era, por contraste, una marca de verdadero autoridades británicas, y especialmente los británicos en Ingla­
libre albedrío, una elección de libertad. La ambigüedad de la terra, sugirieron repetidamente que la colaboración hacía pare­
posición de la elite colonial indígena se manifiesta en la roman- cer como si los británicos e x c u s a r a n -----------------------------------
tización nacionalista de la pureza, la fuerza y el amor de estas esta práctica. Cuando la ley fue es- 36-Aquí'tantocomo^arae‘debatebrathman
mujeres auto-sacrificadas. Los dos retratos típicos son el himno cnta finalmente, la historia del lar­
de Rabindranath Tagore a las “autorenunciantes abuelas pater­ go periodo de colaboración fue borrada, y el lenguaje celebró al
nas de Bengala” y el elogio del suttee de Ananda Coomaraswamy hindú noble que estaba en contra del hindú malo, a quien se le
como “esta última prueba de perfecta unidad de cuerpo y alma” atribuían atrocidades salvajes:
(citado en Sena, 1925, vol, 2: 913-914).
Obviamente no estoy apoyando,el matar viudas. Estoy sugi­ La práctica del Suttee... es repugnante para el sentimiento de la
riendo que, dentro de las dos versiones en pugna de libertad, la naturaleza humana... En muchas instancias, actos de atrocidad han sido
constitución del sujeto femenino en vida es el lugar del dijfé- perpetrados, los cuales han sido estremecedores para los hindúes
mismos... Motivado por estas consideraciones el Gobernador General
rend. En el caso de la autoinmolación de la viuda, el ritual no
en el Concejo, sin pretender apartarse de uno de los primeros y más
está siendo redefinido como superstición sino como crimen. La importantes principios del sistema de gobierno británico en la India de
gravedad del sati era la de estar ideológicamente cargado como que todas las clases del pueblo estén seguras en la observancia de sus
“recompensa”, tal y como la gravedad del imperialismo era el costumbres religiosas, con la condición de que el sistema pueda ser
estar ideológicamente cargado como “misión social”. La com­ adherido sin violar los dictados supremos de la justicia y la humanidad,
prensión de Thompson sobre el sati como “castigo” está lejos ha estimado establecer las siguientes normas (HD, II, 2:624-625).
de lo señalado:
Por supuesto no fue comprendido que esta era una ideología
Puede parecer injusto e ilógico que los mongoles, quienes empalaban alternativa de la aprobación clasificada del suicidio como excep­
libremente y desollaban vivas a sus víctimas, o los nacionales de ción, más que su inscripción como pecado. Tal vez el sati debió
Europa, cuyos países tienen tan feroces códigos penales y que habían haber sido leído como martirio, con el difunto esposo ocupando el
conocido, escasamente un siglo antes de que el suttee impresionara lugar del Uno trascendental; o como guerra, con el esposo ocupan­
la conciencia de los ingleses, orgías de quema de brujas y persecución
do el lugar del soberano o del estado, por cuya causa una ideología
religiosa, se hubieran sentido como lo hicieron acerca del suttee.
Pero las diferencias vistas por éstos serían que las víctimas de sus
intoxicante de auto-sacrificio puede ser implementada. En reali­
cru e ld a d es eran tortu rad as por una le y que las v e ía com o dad, fue categorizada como asesinato, infanticidio y el abandono
transgresores, mientras que las víctimas del suttee no eran castigadas letal de los más viejos. El dudoso lugar del libre albedrío del sujeto
por una transgresión sino por la debilidad física que las había puesto sexuado constituido como mujer fue exitosamente borrado. No
a merced del hombre. El rito parecía probar una depravación y una hay itinerario que podamos trazar de nuevo aquí. Puesto que los
arrogancia tales que ninguna otra ofensa había traído a la luz otros suicidios aprobados no implicaban la escena de esta consti­
(Thompson, 192.8:132).
tución, no formaban parte ni del campo de batalla ideológico de
origen arcaico -la tradición del Dramas- ni de la escena de la reins­
A lo largo de la mitad y al final del siglo dieciocho, en el espí­ cripción del ritual como crimen -la abolición británica-. La única
ritu de la codificación de la ley, los británicos en la India colabo­ transformación relacionada fue la reinscripción de Mahatma Gan-
raron y consultaron con brahmanes eruditos para juzgar si el suttee dhi de la noción de satyágraha, o huelga de hambre como resisten­
era legal bajo su versión homogeneizada de la ley hindú. La cola­ cia. Pero este no es el lugar para discutir los detalles de ese mar de
boración fue a menudo idiosincrásica, como en el caso del signi­ cambios. Simplemente invitaría al lector a comparar las auras del
ficado de ser disuadida. A veces, como en la prohibición Sástríca sacrificio de viudas y la resistencia gandhiana. La raíz en la primera
contra la inmolación de viudas con hijos pequeños, la colaboración parte de satyágraha y de sati es la misma.
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Desde el principio de la era puránica (400 d. C. aproximada­ de un único poseedor es enfatizada por medio de la rivalidad con
mente) los brahmanes cultos debatían el buen uso doctrinal del otras mujeres, extáticas bailarinas celestiales éstas, parangones
sati como suicidios aprobados en lugares sagrados en general. de belleza femenina y placer masculino quienes cantan en su ala­
(Este debate continúa en forma académica). A veces el origen banza: “En el paraíso ella, devota única a su marido, y alabada
de casta con respecto a la práctica estaba en cuestión. La ley por grupos de apsarás [bailarinas celestiales], juega con su mari­
general para viudas, que ellas debieran observar, brahmacarya, do mientras que gobiernen catorce hidras” (HD, II. 2: 631).
fue, sin embargo, a duras penas debatida. No es suficiente tra­ La profunda ironía de ubicar el libre albedrío de la mujer en la
ducir brahmacarya como “celibato”. Debe reconocerse que, de autoinmolación es revelada una vez más en un verso que acom­
las cuatro edades del ser en la psicobiografía regulativa hindú paña al anterior: “Mientras que la mujer [como esposa: stri] no
-o brahmánica-, brahmacarya es la práctica social anterior a la arda ella misma sobre el fuego de la muerte de su esposo, ella
inscripción de parentesco del matrimonio. En el hombre -viudo nunca es liberada [mucyate] de su cuerpo femenino [strísarir, por
o casado-se gradúa del vánaprastha (vida en el bosque) y pasa ejemplo, en el ciclo de nacimientos]”. Incluso en tanto opera la
al celibato maduro y renunciación de samnyása (dejar a un liberación general más sutil de la capacidad de acción individual,
lado)37. La mujer como esposa es indispensable para gárhasth- el suicidio aprobado peculiar para la mujer traza su fuerza ideoló­
ya, o domesticidad y puede acompañar a su esposo en la vida gica identificando la agencia individual con la supraindividual:
en el bosque. Ella no tiene acceso -de acuerdo con la aproba­ mátate tú misma en la pira de tu esposo ahora, y podrás matar tu
ción brahmánica—al celibato final del ascetismo, o samnyása. cuerpo femenino en el ciclo entero de nacimientos.
La mujer como viuda, por la ley general de la doctrina sagrada, En un giro adicional de la paradoja, este énfasis sobre el libre
debe retroceder a una anterioridad transformada en estaticidad. albedrío establece el infortunio peculiar de tener un cuerpo fe­
Los males institucionales que acompañan esta ley son bien co­ menino. La palabra para el yo que es realmente quemado es la
nocidos; estoy considerando su efecto asimétrico sobre la for­ palabra estándar para espíritu en el más noble sentido (atman ),
mación ideológica del sujeto sexuado. Es más significativo, mientras que el verbo “liberar”, por medio de la raíz para salva­
entonces, que no hubiera debate sobre este destino no-excep­ ción en el más noble sentido (muc-ímoska ) está en el pasivo fmo-
cional de las viudas -entre los hindúes o entre los hindúes y los cyate), y la palabra para aquello que es anulado en el ciclo de
británicos- que aquello de la prescripción excepcional de la au- nacimiento es la palabra usual para cuerpo. El mensaje ideológi­
toinmolación fuera condenado activamente38. La posibilidad de co se escribe a sí mismo en la benevolente admiración de los
recuperar aquí un sujeto subalterno -sexualmente- se pierde y historiadores masculinos del siglo veinte: “El Jahuar [autoinmo­
_____________________ está decidido una vez más. lación en grupo de viudas de guerra Rajput aristocráticas o de
3y. Estamos hablando aquí de las normas Esta asimetría legalmente progra­ inminentes viudas de guerra] practicado por las damas Rajput de
reguladoras del brahmanlsmo, más que de
"com o eran las cosas". Véase Robert Lingat.
mada en el estatus del sujeto que Chitor y otros lugares para salvarse ellas mismas de indecibles
1973. The Classical Lawof India. Traducción de define efectivamente a la mujer atrocidades a manos de los musulmanes victoriosos es bien co­
J. D. M. Derret. University of California Press. como objeto de un esposo, opera
Berkeley: 46.
nocido para necesitar cualquier otra explicación” ( h d , i i , 2: 629).
38. Tanto la rudimentaria posibilidad de la
obviamente a favor del sujeto-esta­ Aunque jahuar no es, estrictamente hablando, un acto de
viuda de volverá casarse en la India antigua tus legalmente simétrico del hombre. sati, y aunque no deseo hablar a favor de la violencia sexual
com o la institución legal del nuevo c a s a ­ Consecuentemente, la autoinmola- aceptada de los ejércitos masculinos conquistadores, “musul­
miento de la viuda en 1856 son transacciones
entre hombres. Las segundas nupcias de una
ción de la viuda convierte el caso manes” o cualquier otro, la autoinmolación femenina ante esta
viuda son una gran excepción, tal vez por­ extremo en ley general más que en posibilidad es una legitimación de la violación como “natural” y
que dejan inexplorado el program a de for­ una excepción de esta. No es sor­ funciona, a largo plazo, a favor de la exclusiva posesión genital
mación del sujeto. En toda la "doctrina" de
las segundas nupcias de una viuda, son el prendente, entonces, leer sobre re­ de la mujer. La violación en grupo perpetrada por los conquista­
padre y el esposo quienes son aplaudidos compensas celestiales para el sati, dores es una celebración metonímica de la adquisición territo­
por su valor reformista y desinterés.
donde la cualidad de ser el objeto rial. Tal como la |éy general para las viudas no fue cuestionada,
354 G a y a tri C h a k ra v o rty S p iv a k R e v is ta C o lo m b ia n a
¿Puede hablar el subalterno? ____________ c/e A n t r o p o lo g ía 355
Volumen 39, enero-diciembre 2003

así este acto de heroísmo femenino persiste entre las historias


un error inocente” (hd, ii, 2: 634)? Debería mencionarse que el
patrióticas contadas a los niños, operando así sobre el nivel más
resto del poema es bien acerca de la ley general de brahmacar-
natural de reproducción ideológica. Esto también cumple un tre­
ya-en-estaticidad para viudas, con respecto a la cual sati es una
mendo papel, precisamente como significante sobredetermina­
excepción, o bien acerca del niyoga - “señalar a un hermano o
do, actuando en el comunalismo hindú. Simultáneamente, la
algún pariente cercano para ocupar el lugar del esposo fallecido
cuestión más amplia del sujeto sexuado es ocultada poniendo
en primer plano la violencia del sati. La tarea de recuperar un
sujeto -sexualmente- subalterno se pierde en una textualidad Si P. V. Kane es la autoridad sobre la historia del Dharmasás-
tra.el texto de Mulla Principios de la ley hindú es la guía prácti-
institucional en su origen arcaico.
ca. Es parte del texto histórico de lo que Freud llamó “lógica del
Como mencioné arriba, cuando el estatus de sujeto legal como
hervidor que estamos desenredando aquí, a lo que aduce el
propietario podía ser temporalmente otorgado al sobreviviente raba,o de Mulla de manera tan definitiva, que el verso del Rig-
femenino, la autoinmolación de viudas fue rigurosamente forza­ Veda bajo consideración era prueba de que “las segundas nup­
da. Raghunandana, el último legalista de los siglos quince-dieci- cias de las viudas y el divorcio eran reconocidos en algunos de
séis, cuya interpretación le presta supuestamente la más grande los antiguos textos” (Mulla, 1982:184). s
autoridad a tal ejecución, toma como su texto un curioso pasaje
del Rig-Veda, el más antiguo de los textos sagrados hindúes, el Uno no puede sino preguntarse acerca del papel de la palabra
primero de los Srutis. Haciendo esto está siguiendo una tradi­ yonnEn contexto con el adverbio de lugar agré (enfrente), la
palabra significa lugar para vivir”. Pero eso no desvanece su
ción centenaria, conmemorando una mala interpretación pecu­
sentido pnmano de “genital” -tal vez todavía no específicamente
liar y transparente en el preciso lugar de aprobación. Aquí está genital femenino-. ¿Cómo podemos
el verso bosquejando ciertos pasos dentro de los ritos para los tomar como autoridad para la elec­
muertos. Incluso para una lectura sencilla es claro que “no está 39- Sir M on ier M onier-W illiam s. 1899.
ción de la autoinmolación de una Sanskrit-English Dictionary. Clarendon Press.
dirigido a viudas del todo, sino a las esposas de la casa del hom­ viuda un pasaje que celebra la en­ Oxford: 552. Los historiadores a menudo
bre muerto, cuyos maridos estaban vivos”. ¿Por qué entonces son impacientes si los modernistas parecen
trada de esposas adornadas a un lu­ tratar de importar juicios "feministas" a anti­
fue tomado como una interpretación importante? Esta, no mar­ gar para vivir invocado en esta guos patriarcados. La cuestión real es, por
cada transposición del marido muerto por el vivo, está en un ocasión por su nombre-yo/ií, a tal supuesto, ¿por qué las estructuras de domi­
orden diferente de misterio en el origen arcaico de los casos que nación patriarcal deben ser registradas
grado que el icono extracontextual incuestionablemente? Las aprobaciones his­
hemos estado discutiendo: “Dejen que aquellas cuyos esposos es casi una entrada en la producción tóricas para la acción colectiva frente a la
son dignos y que viven entren a la casa con mantequilla clarifi­ cívica o nacimiento? Paradójicamen­ justicia social sólo pueden ser desarrolla­
cada en sus ojos. Dejen que aquellas esposas pasen primero a la das si la gente por fuera de la disciplina
te, la relación imaginaria de vagina cuestiona los estándares de "objetividad"
casa, sin lágrimas, lozanas y bien adornadas” (hd, ii, 2: 634). Pero y fuego presta una clase de fuerza a p rese rva d a co m o tal por la tradición
esta crucial transposición no es el único error aquí. La autoridad hegemónica. No parece inapropiado ob ­
la autoridad atribuida40. Esta para­ servar que un instrumento tan "objetivo"
se aloja en un pasaje discutido y en una lectura alterna. En la doja es reforzada por la modifica­ como un diccionario pueda usar la expre­
segunda línea, traducida aquí “Dejen que aquellas esposas pa­ ción de Raghunandana del verso sión explicativa profundam ente sexista y
sen primero a la casa”, la palabra para primero es agré. Algunos prosélito: plantear el problema del esposo
para leer, “Déjenlas primero ascen­ muerto".
la han leído como agné, “Oh Fuego”. Como Kane aclara, no obs­ der la morada fluida fu origen, con, 4-0 . Estoy agradecida a la profesora Alison
tante, “incluso sin este cambio Apararka y otros confían para la por supuesto, el nombre-yoní -un Finley del Trinity C ollege (Hartford, CT) por
práctica del sati en este verso” (hd, iv , 2: 199). Aquí está otra róhantu jalayónimagné], Oh fuego discutir el pasaje conm igo. Lo profesora
Finley es una experta en el Rig-Veda. Me
pantalla alrededor de un origen de la historia del sujeto femeni­ [o de fuego]”. ¿Por qué se debería apresuro a señalar que ella encontraría mis
no subalterno. Es una onirocrítica histórica que uno debería rea­ aceptar que esto “probablemente lecturas como irresponsablemente "críticas-
lizar a una declaración como: “¿Debe admitirse por consiguiente significa el fuego puede ser para las literarias" com o los antiguos historiadores
en contrarían "modernistas" (véase,
que bien los MSS son corruptos o que Raghunandana cometió ellas tan fresco como el agua” (hd, Sunderlal T. Desai. 1982).
R e v is ta C o lo m b ia n a
356 G a y a tri C h ak rav o rty S p iv a k d e A n t r o p o lo g ía 357
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2.003

ii, 2: 634)? El fluido genital de fuego, una fraseología corrupta, que declaradamente “ama a la India”, hay algún cuestionamien-
puede representar una indeterminación sexual proporcionando to de la “beneficiosa crueldad” de los británicos en la India
un simulacro para la indeterminación intelectual de tattvajnána motivados por el expansionismo territorial o por el manejo del
-conocimiento verdadero-. capital industrial (Thompson, 1928:37). El problema con su libro
He escrito arriba acerca de la contranarrativa construida de es, ciertamente, un problema de representación, la construcción
la conciencia de la mujer, y así, del ser mujer, y así, el que la de una “India” continua y homogénea en términos de cabezas
mujer sea buena, y así, el deseo de la mujer buena, y así, del de estado y administradores británicos, desde la perspectiva de
deseo de la mujer. Este deslizamiento puede ser visto en la frac­ un hombre de buen sentido” que sería la transparente voz ra­
tura inscrita en la propia palabra sati, la forma femenina de sat. zonable de la humanidad. “India” puede ser representada en otro
El sat trasciende cualquier noción específica de género de mas- sentido, por sus amos imperiales. La razón para referirse aquí al
culinidad y asciende no sólo a universalidad humana sino tam­ suttee es el astuto aprovechamiento de Thompson de la palabra
bién a la espiritual. Es el participio presente del verbo “ser” y sati como “fiel” en la primera frase de su libro, una traducción
como tal no sólo significa ser sino la Verdad, lo Bueno, lo Justo. inexacta que es, sin embargo, un ------------------------------------
Esta es su esencia en los textos sagrados, espíritu universal. In­ permiso inglés para la inserción del 4 L 15. Para el estatus del nombre pro-
cluso como prefijo indica apropiado, feliz, adecuado. Es lo sufi­ • 1 J. , , pío com o "m arca", véase Derrida, "Takinq
sujeto femenino en el discurso del c h a n ce s".
cientem ente noble para haber entrado al discurso más siglo veinte)'
privilegiado de la filosofía occidental moderna: la meditación Considérese la alabanza de Thompson de la apreciación del
de Heidegger sobre el Ser (Heidegger, 1961:58). Sati, el femenino general Charles Hervey del problema del sati:
de esta palabra, significa simplemente “buena esposa”.
Este es el momento para anunciar que sati o suttee como nom­ Hervey tiene un pasaje en el que manifiesta la piedad de un sistema
bre propio del rito de autoinmolación de viudas conmemora un que buscaba sólo la hermosura y la constancia en la mujer. Él obtuvo
error gramático de parte de los británicos, casi igual que la no­ los nombres de satis que habían muerto en las piras de los Rajaes de
menclatura “indio americano” conmemora un error fáctico de Bikanir; ellas tenían nombres como “Reina Radiante, Rayo de Sol,
Colón. La palabra en los distintos lenguajes de la India es “la Delicia de Amor, Guirnalda, Virtud Encontrada, Eco, Ojo Suave,
quema de la sati” o de la buena esposa, quien de ese modo esca­ Comodidad, Rayo de Luna, Despecho de Amor, Corazón Amado,
Juego de Ojos, Nacida entre los Arboles, Sonrisa, Capullo de Amor,
pa la estaticidad regresiva de la viuda en brahmacarya. Esto
Buen Augurio, Vestida de Niebla, o Brote de Nube” -e l último es el
ejemplifica las sobredeterminaciones de la situación de raza, nombre de una favorita-.
clase, género. Esto tal vez puede ser comprendido aun cuando
se la aplana: hombres blancos, buscando salvar mujeres cafés
de hombres cafés, imponen sobre estas mujeres una constric­ Imponiendo, una vez más, las demandas típicas de la clase
ción ideológica más grande identificando absolutamente, den­ alta victoriana sobre “su mujer” -su frase preferida-, Thompson
tro de la práctica discursiva, buena esposa con autoinmolación se apropia de la mujer hindú como suya para salvarla del “siste­
en la pira del esposo. Sobre el costado de esta forma de consti­ ma . Bikaner queda en Rajastán; y cualquier discusión sobre
tuir el objeto, la abolición -o remoción- de lo que podía proveer quema de viudas de Rajastán, especialmente dentro de la clase
la ocasión para establecer una buena sociedad, distinguida de la dirigente, estaba íntimamente ligada a la construcción positiva
meramente civil, es la manipulación hindú de la constitución o negativa del comunalismo hindú -o ario-.
del sujeto femenino que he tratado de discutir. Una mirada a los nombres patéticamente mal escritos de las
(Ya he mencionado el Suttee de Edward Thompson, publica­ satis de los artesanos, campesinos, prestamistas, clérigos y gru­
do en 1928. No puedo hacer justicia aquí a este espécimen per­ pos sociales comparables en Bengala, donde las satis fueron más
fecto de verdadera justificación del imperialismo como misión comunes, no habría producido tal cosecha —el adjetivo preferi­
civilizadora. En ninguna parte de su libro, escrito por alguien do de Thompson para los bengalíes es “imbéciles”-. O talvez sí.
358 G a y a tri C h a k ra v o rty S p iv a k d e A n t r o p o lo g ía

¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2003

No hay pasatiempo más peligroso que cambiar nombres propios que de todo esto no hay nada que decir, que ver o conocer” (Foucault,
a nominales comunes, traduciéndolos y usándolos como eviden­ 1980: 4). El caso del suttee como ejemplo de la mujer-en-el-impe-
cia sociológica. Yo traté de reconstruir los nombres de esa lista y rialismo podría desafiar y reconstruir esta oposición entre sujeto
empecé a sentir la arrogancia de Hervey-Thompson. Por ejemplo, -ley- y objeto de conocimiento -represión- y marcar el lugar de la
¿qué pudo haber sido “Comodidad”? ¿Era ShantP. Los lectores “desaparición” con algo más que el silencio y la no-existencia, una
recordarán la última línea de La tierra baldía de T. S. Eliot. Allí la violenta aporía entre el estatus del sujeto y del objeto.
palabra soporta la marca de una clase de estereotipo de la India Sati como nombre propio de mujer es de uso muy extendido
-la grandeza de los ecuménicos Upanishads. ¿O era swastP Los hoy en la India. Llamar a una niña “una buena esposa” tiene su
lectores se acordarán de la swástica, la marca ritual brahmánica propia ironía profética, y la ironía se hace más grande porque
de la comodidad doméstica -como en “Dios bendiga nuestro ho­ este sentido de sustantivo común no es el operador primario en
gar”- estereotipada en una parodia criminal de hegemonía aria. el nombre propio42. Tras el nombramiento de la niña está el Sati
Entre estas dos apropiaciones, ¿dónde está nuestra bella y cons­ de la mitología hindú, Durga en su manifestación como buena
tante viuda ardiente? El aura de los nombres le debe más a escri­ esposa43. En una parte de la historia, Sati -ya es llamada así-
tores como Edward Fitzgerald, el “traductor” de los Rubayyat de Hega a la corte de su padre sin ser invitada, en ausencia, incluso,
Ornar Khayyam quien ayudó a construir una cierta imagen de la de una invitación para su divino es­
mujer oriental por medio de la supuesta “objetividad” de la tra­ poso Siva. Su padre empieza a ul­
42 . El hecho de que la palabra también fue
ducción, más que por la exactitud sociológica -el Orientalismo trajar a Siva y Sati muere de dolor. usada como forma d e señalar a una mujer
de Said, 1978, sigue siendo aquí el texto autorizado-. De acuerdo Siva llega furioso y baila sobre el uni­ de buena cuna -"u n a d am a"- complica el
con este tipo de consideración, la traducción de los nombres pro­ verso con el cuerpo de Sati sobre su asunto.
hombro. Vishnu descuartiza el cuer­ 43 - Debería recordarse que esta relación
pios de un conjunto aleatorio de filósofos franceses contemporá­ no agota sus muchas manifestaciones den­
neos o de directores de prestigiosas corporaciones del sur de po y las partes son esparcidas sobre tro del panteón.
Estados Unidos daría evidencia de una feroz inversión en una la tierra. Alrededor de cada parte
teocracia arcangélica y hagiocéntrica. Tales trucos de la pluma como reliquia hay un gran lugar de peregrinación.
pueden ser perpetuados también sobre los “sustantivos comu­ Figuras como la diosa Atenea - “hijas del padre auto-declara­
nes”, pero el nombre propio es más susceptible al truco. Y es el damente no contaminadas por el útero”- son útiles para esta­
truco británico con el sati lo que estamos discutiendo. Después blecer el autoenvilecimiento ideológico de las mujeres, lo cual
de tal domesticación del sujeto, Thompson puede escribir, bajo debe ser diferenciado de una actitud deconstructiva hacia el
el encabezamiento “La sicología del ‘Sati” : “He pretendido tratar sujeto esencialista. La historia de la mítica Sati, invirtiendo cada
de examinar esto; pero lo cierto es que ya no me genera perpleji­ narratema del rito, realiza una función similar: el esposo vivien­
dad” (Thompson, 1928: 137). te venga la muerte de la esposa, una transacción entre grandes
Entre patriarcado e imperialismo, constitución del sujeto y dioses masculinos ejecuta la destrucción del cuerpo femenino y
formación del objeto, desaparece la figura de la mujer, no dentro lo inscribe así a la tierra como una geografía sagrada. Ver esto
de una nada prístina, sino dentro de un violento ir y venir que es como una prueba de feminismo del hinduismo clásico o de una
la figuración desplazada de la “mujer del tercer mundo” atrapada cultura india centrada en diosas y por lo tanto feminista es una
entre la tradición y la modernización. Estas consideraciones revi­ posición tan ideológicamente contaminada de nativismo o et­
sarían cada detalle de los juicios que parecen válidos para una nocentrismo inverso como fue imperialista borrar la imagen de
historia de la sexualidad en Occidente: “Tal sería la característica la luminosa luchadora Madre Durga y revestir el nombre propio
de la represión, la que la distinguiría de las prohibiciones sosteni­ Sati sin otro significado distinto que el del ardiente ritual de la
das por la ley penal simple: la represión funciona bien como una indefensa viuda como ofrenda de sacrificio que puede entonces
sentencia a desaparecer, pero también como un mandato al silen­ ser salvada. No hay espacio desde el cual pueda hablar el sujeto
cio, afirmación de no-existencia; y consecuentemente establece subalterno sexuado.
R e v is ta C o lo m b ia n a
d e A n t r o p o lo g ía 36I
360 Gayatri Chakravorty Spivak Volumen 39, enero-diciembre 2003
¿Puede hablar el subalterno?

Si los oprimidos por el capital socializado no necesariamente la llegada de la menstruación. Mientras esperaba, Bhuvaneswari,
tienen acceso sin mediación a la resistencia “correcta , ¿puede la la brahmacárini que estaba sin duda buscando un papel de bue­
ideología del sati, viniendo de la historia de la periferia, ser ab­ na esposa, tal vez reescribió el texto social del suicidio sati de
sorbido44 dentro de algún modelo de práctica intervencionista? una forma intervencionista. (Una explicación tentativa de su
Puesto que este ensayo opera sobre la noción de que todas aque­ inexplicable acto habría sido una posible melancolía favorecida
llas nostalgias bien definidas por los orígenes perdidos son sospe­ por las continuas burlas de su cuñado sobre que ella era dema­
chosas, especialmente como base para la producción ideológica siado vieja para no estar casada todavía). Ella generalizó el mo­
contrahegemónica, debo proceder por la vía del ejemplo45. tivo aprobado para el suicidio femenino quedándose con el
inmenso problema de desplazar -no simplemente negar- en la
(El ejemplo que ofrezco aquí no es una súplica por alguna
inscripción fisiológica de su cuerpo, su confinamiento dentro
violenta hermandad india de auto destrucción. La definición de
de la pasión legítima por un solo hombre. En el contexto in­
la India británica como hindú en la
mediato, su acto se convirtió en un absurdo, un caso de delirio
44 - Sublated en el original. N. del t.
ley hindú es una de las marcas de la
guerra ideológica de los británicos más que de sanidad. El gesto de desplazamiento -esperando la
4 5 . Una posición contra la nostalgia como menstruación- es en principio una inversión de la prohibición
b a s e d e la p ro d u c c ió n id e o ló g ic a contra los gobernantes Mughales is­
contra el derecho de las viudas menstruantes de inmolarse ellas
contrahegem ónica no justifica su uso ne­ lámicos en la India; una escaramuza
gativo. Dentro de la complejidad de la eco ­ mismas; la viuda impura debía esperar, públicamente, hasta el
nomía política contemporánea podría ser,
significante en esa guerra todavía sin
baño purificador del cuarto día, cuando ella ya no está mens­
por ejem plo, altamente cuestionable pro­ terminar fue la división del subcon­
pugnar por que el actual crimen de la clase truando, para reclamar su dudoso privilegio.
tinente. Además, desde mi punto de
trabajadora india de quem ar a las novias
que llevan dotes insuficientes y disfrazar vista, los ejemplos individuales de En esta lectura, el suicidio de Bhuvaneswari Bhaduri es una
subsecuentemente el asesinato com o sui­ esta clase fallan trágicamente como reescritura no enfática, ad hoc, subalterna del texto social del
cidio es tanto un uso o un abuso de la tradi­
modelos de práctica intervencionis­ sati tanto como el recuento hegemónico de la resplandeciente,
ción del suicidio sati. Lo máximo que se
puede afirmar es que ese es un desplaza­ ta, puesto que cuestiono la produc­ luchadora y familiar Durga. Las emergentes posibilidades dis­
miento en una cadena de semiosis con el ción de tales modelos. Por otro lado, crepantes de esa relación hegemónica de la madre luchadora
sujeto femenino com o significante, lo cual están bien documentadas y son popularmente bien recordadas
nos haría retrocederá la narrativa que he­ como objetos de análisis de discur­
mos estado desenm arañando. Claram en­ so para el intelectual no autorenun- por medio del discurso de los líderes masculinos participantes
te, uno debe trabajar para detener el crimen
ciante, pueden iluminar una sección en el movimiento independentista. El subalterno como femeni­
de quema de novias en cualquier forma. Si,
sin em bargo, ese trabajo es cumplido por del texto social, no obstante en una no no puede ser escuchado o leído.
una nostalgia no exam inada o su opuesto, forma fortuita). Sé de la vida y muerte de Bhuvaneswari por medio de co­
se ayudaría activamente a la sustitución de
lo étnico o de la pura genitalidad com o Una joven de dieciséis o diecisie­ nexiones familiares. Antes de investigarlas más profundamente,
significante en el lugar del sujeto femenino. te años, Bhuvaneswari Bhaduri, se le pedí a una mujer bengalí, filósofa y sanscritista cuya principal
colgó en el modesto apartamento de su padre en el norte de Cal­ producción intelectual es casi idéntica a la mía, que empezara el
cuta en 1926. El suicidio era un rompecabezas puesto que, como proceso. Dos réplicas: 1) ¿Por qué, si sus dos hermanas, Saileswari
Bhuvaneswari estaba menstruando en ese momento, claramente y Ráseswari, llevaron vidas tan plenas y maravillosas, usted está
no era un caso de embarazo ilícito. Cerca de una década después, interesada en la desventurada Bhuvaneswari? 2) Le pregunté a
se descubrió que ella era miembro de uno de los muchos gmpos sus sobrinas. Parece que fue un caso de amor ilícito.
implicados en la lucha armada por la independencia de la India. He tratado de usar y de ir más allá de la deconstrucción derri-
Finalmente se le había confiado un asesinato político. Incapaz de deana, la cual no celebro como feminismo como tal. Sin embar­
afrontar la tarea y sin embargo consciente de la necesidad prac 1- go, en el contexto de la problemática que he señalado, encuentro
ca de lo que se le había confiado, ella se mató. su morfología mucho más concienzuda y útil que el apremiante,
Bhuvaneswari sabía que su muerte sería diagnosticada como compromiso sustantivo con temas más “políticos” de Foucault
el resultado de una pasión ilegítima. Por lo tanto había esperado y de Deleuze -la más reciente invitación a “hacerse mujer”- que
R e v is ta C o lo m b ia n a
361 G a y a tri C h a k ra v o rty S p iv a k d e A n t r o p o lo g ía 363
¿Puede hablar el subalterno? Volumen 39, enero-diciembre 2003

4 6. No había leído "Power and subjectivity


puede hacer la influencia de ellos más C uller , J onath an . 1982. On deconstruction: Theory a n d criticism
in Foucault" de Peter Dews. 1984- New Left peligrosa para la academia de Estados after structuralism. C o rn ell U n iv e rsity P ress. Ith aca, NY.
Review. 144, hasta cuando terminé este en­ Unidos como entusiasta radical. De- D a v is , M ik e , 1984. “ T h e p o lit ic a l e c o n o m y o f th e la te -im p e ria l
sayo. He examinado su libro sobre el mis­
mo tem a [Peter Dews. The Logics of rrida marca la crítica radical con el pe­ A m e ric a ” . N ew Left Review . 143. E nero-febrero.
Disintegration: Post-structuralist thought and ligro de apropiarse del otro por D eleuze , G illes y F elix G uattari. 1 9 7 7 - Anti-O edipus: Capitalism and
the claims of critical theory. 1987. Verso. asimilación. Él lee la catacresis en el
Londres]. Hay muchos puntos en común sch iz o p h ren ia . T ra d u c c ió n de R ic h a rd H u rle y et al. V ik in g
entre su crítica y la mía. No obstante, has­ origen. Él reclama una reescritura del P ress. N u e v a York.
ta donde puedo decir a partir del breve utópico impulso estructural como “re­ D erret , J. D. M. 1957. Hindu Law Past and Present: Being an account
ensayo, él escribe desde una perspectiva
acrítica de la teoría crítica y de la norma
producir delirante esa voz interior que o f the controversy which preceded the enactm ent o f the Hindu
intersubjetiva que puede cambiar del todo es la voz del otro en nosotros” . Debo code, and the text o f the code as was enacted, and some comments
muy fácilmente "individuo" o "sujeto" en reconocer aquí la utilidad á largo pla­ thereon. A. M u kherjee & Co. C alcuta.
su enclave de "sujeto epistémico". La lec­
tura de Dews de la conexión entre la "tra­ zo en Jacques Derrida que ya no en­ D errida , J a c q u e s . 1981. “ T h e D o u b le S e s s io n ” . En D issem ination.
dición marxiste" y el "sujeto autónomo" cuentro en los autores de La historia Traducción de Barbara Johnson. University of Chicago Press. Chicago.
no es la mía. Además, su relación del
de la sexualidad y Mil mesetas™.
"impasse del posestructuralismo en su se­ E agleton , T erry . 1983. Literary Theory: An introduction. U n iversity
gunda fase como un todo" está viciada El subalterno no puede hablar. No o f M in n eso ta P ress. M in n e a p o lis.
por no considerar a Derrida, quien ha es­
hay virtud en las listas globales de la­
tado contra el privilegiamiento del lengua­ F o u c au lt , M ich el . 1965. M adn ess a n d C iviliz a tio n : A h isto ry o f
je desde su trabajo más temprano, la vandería con “mujer” como un artí­ insanity m the age o f reason. T rad u cció n de R ich a rd H ow ard.
"Introducción" en The Origin of Geometry culo piadoso. La representación no se
de Edmund Husserl, traducción de John
Pan th eon B oo ks. N u e va York.
Leavy, Nicholas Hays, Stony Brook, NY, ha marchitado. La intelectual feme­
-------------- ■ T977 - Language, Counter-M em ory, P ra ctice: S electe d
1978. Lo que aparta su excelente análisis nina como intelectual tiene una tarea essays a n d interview s. T ra d u c c ió n de D o n ald F. B o u c h a rd y
de mi problemática es, por supuesto, que
el Sujeto dentro del cual ubica el trabajo
circunscrita que no debe rechazar con S h e rry S im o n . C o rn ell U n iv e rsity Press. Ithaca, N. Y.
de Foucault es el Sujeto de la tradición una rúbrica.
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