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Piacenza – Lecturas obligatorias

En la discusión en relación con el canon literario y sobre el canon escolar, está en juego el problema del
valor de las obras, de la selección canónica, la naturaleza de las prácticas de lectura legitimadas por ese
canon y el problema de las vinculaciones entre la constitución de un canon literario y una lengua y literatura
nacionales. Un círculo tautológico se cierra entre los presuntos valores de las obras, sus funciones canónicas
y un público forjado a medida.
Acerca del “valor” de las obras
La palabra “canon”, en su sentido moderno, pasó a representar una lista de libros (o autores) canónicos qe
constituye una principio de autoridad o la expresión más alta de un valor.
Una obra canónica (pero también, autor, literatura, género canónico) carga con las marcas de una historia
de evaluaciones que adquiere a partir de los juicios que se generan en el seno de distintas prácticas sociales
propias del campo literario como, la lectura, la recomendación en instituciones, su inclusión en dispositivos
como diseños curriculares. Es por medio de estas evaluaciones que la identidad lingüística se convierte en
un índice de pertenencia política; la herencia cultural deviene un objeto de transmisión educativa que
justifica actitudes de inclusión y exclusión social y la circulación de libros de transforma en un fenómeno
económico que se fundamenta en función de justificaciones “espirituales” que, a su vez, provienen de las
formas de conservación que facilitan las políticas culturales y educativas estatales u otros agentes de
promoción del patrimonio cultural.
En ocasiones, se suele evitar la referencia a un canon, puesto que el uso del singular connota la afirmación
de su univocidad. Postula una sistematicidad hegemónica que niega contradicciones importantes que
también definen la organicidad del canon. El plural cánones aparece como una opción más adecuada para
designar un objeto cuya expresión en singular implica una homogeneidad incompatible con la
fragmentariedad de la experiencia de la modernidad tardía. Palabrillas: canónico (adj.) – canonizado
(part.pasado) - proceso de canonización (sintagma que explicita la posibilidad de reconstruir históricamente
la secuencia por la que una obra se convierte en ideal ético y cultural).
Even-Zohar:

“canonicidad estática” “canonicidad dinámica”

-se trata de la consideración de una obra -se trata del reconocimiento de un cierto
como parte del patrimonio cultural “modelo literario que logra establecerse como
principio productivo en el sistema por medio
del repertorio de éste”

-es la que propiamente genera un canon


porque las obras canónicas resultan ser
aquellas que sobreviven a las “luchas de
canonización”

Corpus y canon: el principio de selección


En una época y sociedad determinadas, el canon literario decide no sólo qué es lo que se concibe como
literatura sino que contribuye a conformar la identidad de la propia comunidad de pertenencia a partir de los
corpus de textos que integran las literaturas nacionales. El carácter acumulativo y selectivo del canon
funciona como una reserva que resiste como última referencia en la definición del carácter del campo
disciplinar pero también frente a la amenaza de aculturación.
El canon representa un núcleo de resistencia frente a la posibilidad de incertidumbre acerca de las reglas
que fundan el campo y determinan los objetos y las prácticas.
La selección de un conjunto de textos al que reconocer como propio es una de las principales tareas de los
momentos fundacionales de la nacionalidad. La literatura como un producto de lenguaje. No resulta casual
el hecho de que literatura y nación sean formaciones ideológicas contemporáneas, del siglo XIX.
En la literatura argentina: recién en el Centenario (1910) estarán dadas las condiciones para la fundación
de una literatura argentina y su clásico correspondiente.
Si la pregunta acerca de la literatura nacional había sido, en el inicio, una pregunta política, desde fines
del siglo xx se transformó meramente en un problema de la teoría literaria y de la didáctica de la literatura.
Se ha hablado de una literatura sin lectores no sólo por una crisis de la práctica de la lectura como consumo
cultural y de la producción editorial en el país sino por cierta tendencia autorreferencial de la narrativa.
El canon escolar: más allá de la reproducción
La revisión del concepto de canon compromete la consideración de la naturaleza del “hecho literario” y
tiene, por lo tanto, consecuencias tanto para los estudios literarios como para la enseñanza de la literatura.
Pierre Bourdieu planteó que la “fetichización” del libro y de la lectura es una forma de distinción por la que
un grupo que detenta la hegemonía ideológica, en un estado de sociedad determinado o en una disciplina en
particular, instaura sus reglas de juego, que no se exponen explícitamente sino que se manifiestan con la
naturalidad de un gusto al que cierto grupo accede. En este contexto, las instituciones educativas
desempeñarían un papel fundamental porque procuraría, a través de sus programas y sus prácticas, transmitir
las reglas de ese juego a aquellos que no las detentas por capital cultural o heredado, como miembros de esa
clase. Este capital escolar, de todos modos, siempre estaría devaluado con respecto al primero en tanto la
ideología del gusto exige discreción. Al presentarse como una naturalidad, reniega de reconocerse como
aprendido.
La consideración del canon escolar nos enfrenta a un concepto que obedecería a una doble determinación:
la de la tradición literaria y la de la institución escolar, como mecanismo de reproducción cultural. En este
sentido, cabría esperar que el canon escolar no sólo reprodujera la preceptiva emanada por un supuesto
canon oficial sino que asegurara las condiciones para su perpetuación. Así, el canon escolar constituye el
mejor ejemplo de las funciones que definen al sistema de canonización literaria. Las funciones evaluativa,
normativa y cultural que caracterizan a este proceso son, además operaciones programáticas de las
instituciones educativas.
Según Alan Purves la función de la enseñanza de la literatura en el curriculum consiste en promocionar
una comunicación cultural que permita al individuo vincularse con un círculo más amplio que el hogar, los
pares o los vecinos. Esta función requiere, primero, que se conozcan los textos valorados por esa cultura. La
invención de una identidad cultural, en este marco, consistirá, luego, en procurar la aceptación y valoración
de aquellos textos que permanecen como clásicos y, en un segundo momento, auspiciar el desarrollo de una
individualidad.
Estos usos pedagógicos de la literatura son los que han abonado una hipótesis reproductivista del canon
escolar en consonancia con las principales teorías de la reproducción educativa. Se sostiene que el sistema
escolar o bien es un mero reflejo del comportamiento de los valores instituidos fuera de su dominio (la
escuela “espejo”) o bien un agente de propagando y de conservación ideológica (la escuela “zócalo” de las
ideas contrahegemónicas).
Entre las objeciones más difundidas a estas teorías, se han observado las limitaciones que ofrecen para
pensar las posibilidades de la acción humana en las instituciones y la historicidad de las relaciones aludidas.
Planteado el análisis en términos de reproducción se corre el riesgo de desconocer que, exceptuando los
casos en los que se dieran prohibiciones explícitas desde los organismos estatales, la lista de obras y de
autores que se incluyen en los libros de textos, colecciones escolares y programas de estudios, se conforma
con cierta autonomía. Por otra parte, las funciones ideológicas ejercidas por el canon y la escuela no
constituyen una limitación de su movilidad porque pueden, también, volverse argumentos a favor del
cambio: la reserva utópica.
La fragmentación de la experiencia de nuestra modernidad tardía, decide, que el canon escolar se
construya menos con relación a un canon oficial inexistente o devaluado, según el caso, que al canon
accesible- en el sentido de disponible a través de ediciones escolares o al alcance del presupuesto económico
y que puede o no coincidir con el que se propone como modélico.
El canon escolar, a través de sus criterios de selección, consolidaría la constitución como clásico de un
texto cuyo valor ya ha sido reconocido previamente por la crítica, por el mercado o por la teoría literaria en
su expresión universitaria. Por otro lado, una vez erigido como texto canónico, esos mismos procesos de
selección adoptarían la modalidad de la revisión.
El canon escolar – entendido como el corpus de obras y los sistemas de interpretación en los que éste se
incluye y significa en el marco de una práctica de enseñanza- es excesivamente complejo en tanto existen
ciertos elementos y relaciones que no pueden describirse. Así puede relativizarse la eficacia que pudiera
suponer la existencia de un “canon oficial” porque las decisiones de maestros, profesores y alumnos se
reorganizan todo el tiempo y son incalculables. Las explicaciones no son suficientes para comprender la
contingencia de la relaciones entre el canon escolar y un canon accesible.
Podemos afirmar que la ideología del canon escolar no es un sistema porque mantiene una relación no
homeostática con respecto al canon accesible y al canon crítico así como con otros discursos en circulación
en un estado de sociedad determinado puesto que, contra las hipótesis reproductivistas, se advierte que
pensado como efecto, éste refluye sobre la causa. Las relaciones entre los productos de la cultura escolar, la
cultura estatal y los productos de la cultura de masas y popular no son unívocas sino que tienden a
modificarse mutuamente en una interacción que lleva a cada una de estas formaciones a un nuevo plano de
funcionamiento que afecta, además, la propia índole de la relación. Así planteado puede esperarse que los
productos de la cultura escolar sean ratificados o devaluados por la cultura dominante al ser ponderados
como patrimonio cultural o descalificarlos como mercancía. Pero, por su parte, la cultura escolar tanto puede
legitimar a los productos de la cultura de elite al presentarlos como portentos del pasado como ejercer una
desacralización de los mismos al permitir su apropiación y transformación volviéndolos “objeto” de estudio
y análisis en las aulas. Los modos de apropiación de la escuela de los objetos que constituyen el canon
crítico y el canon accesible de la literatura en un momento dado.
En consecuencia, el canon escolar es un espacio dinámico y en conflicto.
Lecturas canonizadas
Una investigación histórica demuestra que la “ampliación” o “movilidad” del canon escolar depende
menos de la “selección” de textos que se realice que de la movilidad de los sistemas interpretantes en los que
esos textos son leídos y recibidos. Poco importa la incorporación de nuevas obras, autores o géneros si los
modelos de lectura que dan visibilidad a esos textos permanecen. Podemos decir que hay lecturas o modelos
de lectura canónicos. Los lectores se acercan a los textos con estructuras de significado propias antes que
como recipientes vacíos dispuestos a la enculturación que aseguraría la letra. Si los estudiantes aprender a
ver que una aproximación al texto es la legítima (a partir de su recurrencia en los distintos años escolares),
pueden también deducir que los textos sobre los cuales se ejerce esa práctica autorizada gozan, también, de
la misma aprobación.
El principio de organización del curriculum es un aspecto fundamental de la operación semántica básica
de la selección del corpus en el proceso de canonización de las obras.
Hay ciertos géneros y no sólo obras canonizadas que introducen modos de leer que se vuelven canónicos.
E la literatura argentina el realismo ha sido el “núcleo fuerte” del canon literarios argentino hasta nuestros
días.
Más allá de las listas
En conclusión, puede advertirse fácilmente que en el canon hay mucho más que una lista. Detrás del
repertorio y de las motivaciones que se actualizan en cada elección se reconoce un verdadero campo de
poder donde distintas fuerzas luchan por imponer sus sentidos. Involucra a todos los agentes del sistema
literario (autores, lectores, críticos, profesores, traductores, editores) y a sus instituciones.

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