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FRANZ BOAS.

“LOS MÉTODOS DE LA ETNOLOGÍA”. *


En: Juan Mauricio Renold (comp.): Antropología cultural. F. Boas, A. L. Kroeber, R.
Lowie, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1993, pp. 47-57.

Durante los diez últimos años, los métodos de investigación sobre el desarrollo
histórico de la civilización han sufrido destacables cambios. Durante la segunda
mitad del siglo pasado el pensamiento evolucionista mantuvo un casi completo
predominio, e investigadores como Spencer, Morgan, Tylor, Lubbock, para
mencionar sólo unos pocos, estaban bajo el encanto de la idea de una evolución
general, uniforme de la cultura, en la cual todas las partes de la humanidad
participaron. El desarrollo más reciente vino en parte de la influencia de Ratzel,
cuya formación en geografía le inculcó la importancia de la difusión y de la
migración. El problema de la difusión fue tomado en detalle particularmente en
América, pero fue aplicado en un sentido mucho más amplio por Foy y Graebner, y
finalmente adoptado en una aplicación aún más amplia por Elliot Smith y Rivers, de
modo que, actualmente, al menos entre cierto grupo de investigadores en Inglaterra
y también en Alemania, la investigación etnológica está basada en el concepto de
migración y diseminación, más que en el de evolución.
Un estudio crítico de estas dos direcciones de investigación muestra que cada
una de ellas se funda en la aplicación de una hipótesis fundamental. El punto de
vista evolucionista presupone que el curso de los cambios históricos en la vida
cultural de la humanidad sigue leyes definidas, las cuales son aplicables en todo
lugar y causan ese desarrollo cultural que es, en líneas generales, el mismo entre
todas las razas y pueblos. Tylor expresó claramente esta idea en las páginas
introductorias de su clásico libro: Primitive Culture. Tan pronto como admitamos
que la hipótesis de una evolución uniforme debe ser probada antes de poder ser
aceptada, toda la estructura pierde sus fundamentos. Es cierto que existen
indicadores de paralelismo de desarrollo en diferentes partes del mundo y que
costumbres similares se encuentran en las más diversas y distantes regiones del
globo. La ocurrencia de estas similitudes, las cuales se distribuyen tan
irregularmente que no pueden ser explicadas rápidamente sobre las bases de la
difusión, es uno de los fundamentos de la hipótesis evolucionista; como fue la base
del tratamiento psicologista de Bastian acerca de los fenómenos culturales.
Por otro lado, puede reconocerse que la hipótesis implica el pensamiento, la
convicción de que nuestra moderna civilización europea occidental representa la
cima del desarrollo cultural hacia la cual tienden los más primitivos tipos culturales
y que, en consecuencia, retrospectivamente podemos construir el desarrollo
ontogenético hacia nuestra propia civilización moderna. Es claro que si admitimos
que podría haber diferentes tipos de civilización coexistentes y remotos, la hipótesis
de una sola línea general de desarrollo no podría mantenerse.
En oposición a esta postura está la tendencia moderna a negar la existencia de
un esquema evolucionista general, que representaría el desarrollo cultural en todo
el mundo. La hipótesis de que existen causas interiores que traen tipos similares de
desarrollo en partes remotas del globo es refutada y, en su lugar, se asume que esa
identidad de desarrollo en dos partes distintas del globo, se debe siempre a la

* American Anthropologist, Vol. 22, 1920, N° 4. Traducción de Ana Aguilar.


migración y la difusión. Sobre estas bases el contacto histórico es demandado para
grandes áreas. La teoría exige un alto grado de estabilidad de rasgos culturales,
tales como son observados en apariencia en tribus primitivas, y esto se basa
especialmente en la supuesta correlación entre el número de diversos y
mutuamente independientes rasgos culturales, los cuales reaparecen en las mismas
combinaciones en partes distantes del mundo. En este sentido, la investigación
moderna toma la nueva teoría de Gerland sobre la persistencia de un número de
rasgos culturales, los cuales fueron desarrollados en un centro y trasladados por
hombres en migraciones, de continente en continente.
Me parece que si los fundamentos hipotéticos de esas dos formas extremas de
investigación etnológica son expuestos en general como trato de hacer aquí, es
inmediatamente claro que la exactitud de las suposiciones no ha sido demostrada,
pero que arbitrariamente la una o la otra han sido seleccionadas con el propósito de
obtener una figura consistente del desarrollo cultural. Estos métodos son
esencialmente formas de clasificación del fenómeno estático de la cultura de
acuerdo con dos principios distintos, y las interpretaciones de esas clasificaciones
como poseyendo un significado histórico, sin que exista ninguna prueba para
demostrar que esa interpretación es justificable. Para dar un ejemplo: se observa
que en la mayor parte del mundo hay semejanzas entre formas decorativas que son
representativas y otras que son más o menos geométricas. De acuerdo al punto de
vista evolucionista su desarrollo se explica de la siguiente manera: las formas
decorativas están ordenadas en forma tal que la mayoría de las formas
representativas están ubicadas al comienzo. Las otras formas están colocadas de
modo que representan una transición gradual desde formas representativas hacia
formas geométricas puramente convencionales, y este orden entonces se interpreta
como significado de diseños geométricos originados desde diseños representativos,
los cuales gradualmente se degeneran. Este método ha sido propuesto en principio
por Putnam, Stolpe, Balfour y Haddon, y por Verwon, y en sus tempranos escritos
por Von den Steinen. Mientras yo no tenga la intención de negar que este desarrollo
pudo haber ocurrido, sería apresurado generalizar y reclamar que en cualquier caso
la clasificación ha sido realizada de acuerdo con un principio definitivo que
represente un desarrollo histórico. Con igual razón el orden podría ser revertido y
nosotros podríamos empezar con un elemento geométrico simple el cual, con el
agregado de nuevos rasgos, podría ser desarrollado dentro de un diseño
representativo, y nosotros podríamos reclamar que ese orden represente una
secuencia histórica. Ambas posibilidades fueron consideradas por Holmes
tempranamente en 1885. Ni una ni otra teoría puede ser establecida sin la
evidencia histórica actual.
La actitud opuesta, es decir, el origen a través de la difusión, se exhibe en el
intento de Schurtz de conectar el arte decorativo de Norteamérica occidental con el
de Melanesia. El simple hecho que ocurre en estos elementos de áreas, el que puede
interpretarse a simple vista, lo induce a dar por sentado que ambos tienen un
origen común sin tener en cuenta la posibilidad de que el modelo en las dos áreas
—cada una de las cuales muestra características altamente distintivas— puedan
haberse desarrollado a partir de fuentes independientes. En este intento Schurtz
siguió a Ratzel, quien ya había intentado establecer conexiones entre Melanesia y el
norte americano, sobre las bases de otros rasgos culturales.
Mientras las investigaciones etnológicas basadas en estas dos hipótesis
fundamentales parecen caracterizar la tendencia general del pensamiento europeo,
un método distinto es actualmente afanosamente buscado por la mayoría de los
ALGUNOS PROBLEMAS DE LA METODOLOGÍA EN LAS CIENCIAS SOCIALES

antropólogos americanos. La diferencia entre las dos direcciones de investigación


puede resumirse mejor tal vez por la aseveración de que los investigadores
americanos están primordialmente interesados en el fenómeno dinámico del cambio
cultural, y tratan de elucidar la historia cultural por medio de la aplicación de los
resultados de sus investigaciones; así ellos relegan la solución de la última cuestión,
del interrogante fundamental (de la relativa importancia del paralelismo del
desarrollo cultural en áreas remotas comparado con la difusión global y la
estabilidad de los rasgos culturales a través de largos períodos) para un tiempo
futuro, cuando las condiciones actuales del cambio cultural sean mejor conocidas.
Los métodos etnológicos americanos son análogos a los europeos, particularmente a
la arqueología escandinava, y en las investigaciones dentro del período prehistórico
en la zona este del Mediterráneo.
Puede parecer al observador lejano que los investigadores americanos están
comprometidos con una masa de investigaciones detalladas sin referirse mucho a la
solución de los problemas últimos de la historia filosófica de la civilización humana.
Pienso que esta interpretación de la actitud americana sería injusta, porque las
cuestiones fundamentales están tan cerca de nuestros corazones como lo están de
los otros investigadores, sólo que nosotros no esperamos ser capaces de resolver un
problema histórico intrincado por medio de una fórmula.
Ante todo, el problema íntegro de la historia cultural se nos aparece como un
problema histórico. En orden de comprender la historia es necesario conocer no
sólo cómo las cosas son, sino cómo llegaron a serlo. En el dominio de la etnología,
donde para muchas partes del globo los hechos históricos no están disponibles —excepto
aquellos que pueden ser revelados por la investigación arqueológica—, toda la evidencia
del cambio puede ser inferida solamente por métodos indirectos. Su carácter está
representado en las investigaciones de estudiosos de filología comparada. El método
se basa en la comparación de fenómenos estáticos combinados con el estudio de su
distribución. Lo que puede ser hecho por medio de este método está bien ilustrado
en las investigaciones del Dr. Lowis acerca de las sociedades militares de los Plains
Indians, o por la investigación moderna de la mitología americana. Es por supuesto
verdad que nunca podemos esperar obtener datos incontrovertibles relativos a la
secuencia cronológica de los eventos, pero generalidades amplias y seguras pueden
indagarse con un alto grado de probabilidad y, aún, de certeza.
Tan pronto como se aplican estos métodos, la sociedad primitiva pierde la
apariencia de absoluta estabilidad, la cual se le comunica al investigador, quien ve
a cierto pueblo sólo en un cierto tiempo. Es así que, casi todas las formas culturales
aparecen en un constante estado de flujo, y sujetas a modificaciones
fundamentales.
Es inteligible porque en nuestros investigadores el problema de la diseminación
debería tomar una posición prominente. Es mucho más fácil probar la diseminación
que perseguir con ahínco desarrollos producidos directamente por fuerzas internas,
y los datos para tal estudio se obtienen con mucha mayor dificultad. Ellos pueden,
sin embargo, observarse en cada fenómeno de aculturación, en el cual los
elementos extraños son remodelados de acuerdo con los patrones prevalecientes en
su nuevo entorno, y pueden encontrarse en los desarrollos locales peculiares de
ideas y actividades de envergadura producidas a gran distancia. La razón por la
cual la investigación del desarrollo interno no ha sido perseguida enérgicamente, no
corresponde al hecho de que desde un punto de vista teórico no es importante; es
preferentemente debido a inherentes dificultades metodológicas. Quizás puede
reconocerse que en los años recientes la atención comienza a dirigirse hacia este
problema, como se manifiesta por las investigaciones sobre los procesos de
aculturación y de la interdependencia de las actividades culturales, las cuales están
atrayendo la atención de numerosos investigadores.
La ulterior prosecución de estas investigaciones destaca la importancia de un
rasgo, el cual es común a todos los fenómenos históricos. Mientras en las ciencias
naturales estamos acostumbrados a considerar un cierto número de causas y
estudiar sus correspondientes efectos, en los acontecimientos históricos estamos
compelidos a considerar cada fenómeno no sólo como efecto sino también como
causa. Esto es cierto aún en la aplicación particular de las leyes de la física natural,
como por ejemplo, en el estudio de la astronomía, en la cual la posición de ciertos
cuerpos celestes en un cierto momento, puede considerarse como el efecto de la
gravitación, mientras al mismo tiempo, su particular orden en el espacio determina
futuros cambios. Esta relación aparece mucho más claramente en la historia de la
civilización humana. Para dar un ejemplo: un excedente en el abastecimiento de
comida es propenso a dar lugar a un incremento de la población y a un incremento
del ocio —el cual otorga oportunidad para ocupaciones que no son absolutamente
necesarias para las necesidades de la vida de todos los días—. A su vez, el
incremento de población y del ocio —el cual es aplicado a nuevas invenciones—,
dará lugar a un mayor abastecimiento de comida y a un ulterior incremento en la
cantidad de ocio; estos efectos resultan, entonces, ser efectos acumulativos.
Similares consideraciones pueden hacerse en relación con el importante
problema de la relación entre el individuo y la sociedad, un problema que debe
considerarse cada vez que estudiemos las condiciones dinámicas del cambio. Las
actividades del individuo están determinadas en un alto grado por su entorno
social, pero al mismo tiempo sus propias actividades influyen en la sociedad en la
cual vive y pueden dar lugar a modificaciones en su forma. Obviamente este
problema es uno de los más importantes a ser perseguido en una investigación de
los cambios culturales. Es también el comienzo de atraer la atención de los
estudiantes, los cuales no están muy satisfechos con la enumeración sistemática de
creencias y costumbres estandarizadas de una tribu, pero quienes comienzan a
interesarse en la cuestión de la manera en la cual el individuo reacciona a su
entorno social íntegro y a las diferencias de opinión y de modos de acción que
ocurren en la sociedad primitiva, las cuales son las causas de tales cambios
extensos.
Resumiendo entonces, el método que tratamos de desarrollar está basado en
una investigación de los cambios dinámicos en una sociedad, cambios que pueden
ser observados en el presente. Nos abstenemos del intento de resolver el problema
fundamental del desarrollo general de la civilización hasta que hayamos sido
capaces de desenmarañar los procesos que están ocurriendo bajo nuestros ojos.
Ciertas conclusiones generales de esta investigación pueden formularse en este
momento. Ante todo, la historia de la civilización humana no se nos aparece como
enteramente determinada por una necesidad psicológica que resulte en una
evolución uniforme a lo largo del mundo. Más bien vemos que cada grupo cultural
tiene su historia propia y única, dependiente en parte, del peculiar desarrollo
interno del grupo social, y en parte, de las influencias extranjeras a las cuales ha
estado sojuzgado. Ha habido procesos de diferenciación gradual, así como también
procesos de igualación a un nivel más bajo, de diferencias entre centros culturales
vecinos, pero sería casi imposible de entender qué ocurrió con un determinado
pueblo sobre la base de un simple esquema evolucionista.
ALGUNOS PROBLEMAS DE LA METODOLOGÍA EN LAS CIENCIAS SOCIALES

Un ejemplo del contraste entre los dos puntos de vista es claramente indicado
por la comparación del tratamiento de la civilización Zuñi por F. H. Cushing por un
lado, y por el otro por modernos investigadores, particularmente por E. C. Parsons,
A. L. Kroeber y Leslie Spier. Cushing creyó que era posible explicar la cultura Zuñi
enteramente sobre la base de la reacción de la mente Zuñi a su entorno geográfico,
y que la totalidad de la cultura Zuñi podía explicarse como el desarrollo que siguió
necesariamente desde la posición en la cual los pueblos eran colocados. El agudo
discernimiento de Cushing dentro de la mente india y su acabado conocimiento de
la vida más íntima del pueblo, otorga mayor plausibilidad a sus interpretaciones.
Por otro lado, las investigaciones del Dr. Parsons demuestran concluyentemente la
profunda influencia que las ideas españolas han tenido en la cultura Zuñi, y junto
con las investigaciones del profesor Kroeber nos dan uno de los mejores ejemplos de
aculturación de los que hemos tenido noticias. La explicación psicológica es
enteramente engañosa, incomprensible su plausibilidad, y la investigación histórica
nos muestra una imagen enteramente diferente, en la cual la original combinación
de rasgos antiguos (los cuales en sí mismos son indudablemente complejos) y de
influencias europeas ha originado la presente condición.
Investigaciones de la dinámica de la vida primitiva también muestran que la
hipótesis de una larga y continuada estabilidad, tal como es demandada por Elliot
Smith, está de hecho fuera de cualquier fundamento. Dondequiera que las
condiciones primitivas han sido estudiadas en detalle, ellas pueden probar estar en
un estado de flujo y parecería que hay un íntimo paralelismo entre la historia del
lenguaje y la historia del desarrollo cultural general. Períodos de estabilidad son
seguidos por períodos de cambio rápido. Es sumamente improbable que cualquier
costumbre de los pueblos primitivos pueda ser preservada sin cambios por miles de
años. Además, los fenómenos de aculturación prueban que una transferencia de
costumbres desde una región a otra, sin los cambios concomitantes debidos a la
aculturación, son muy raros. Es entonces muy incierto que las costumbres
mediterráneas antiguas puedan ser encontradas en la actualidad prácticamente sin
cambios, en diferentes partes del globo, tal como la teoría de E. Smith demanda.
Mientras que, en general, el carácter histórico original del crecimiento cultural
en cada área resalta como un prominente elemento en la historia del desarrollo
cultural, nosotros podemos admitir al mismo tiempo que ciertos paralelismos
típicos efectivamente ocurren. Sin embargo, no estamos muy inclinados a buscar
estas semejanzas en las costumbres detalladas, sino más bien en ciertas
condiciones dinámicas, las cuales son propias de causas sociales o psicológicas que
las obligan a resultar en conclusiones similares. El ejemplo de la relación entre el
excedente de alimentos y la población, al que me he referido antes, puede servir
como ejemplo. Otro ejemplo se presenta en aquellos casos en los cuales un cierto
problema al que se enfrenta el hombre solamente puede ser resuelto por un número
limitado de métodos. Cuando nosotros consideramos, por ejemplo, el matrimonio
como una institución universal, se puede reconocer que el matrimonio sólo es
posible entre: un número de hombres y un número de mujeres; un número de
hombres y una mujer; un número de mujeres y un hombre; un hombre y una
mujer. En realidad todas estas formas se encuentran en todo el mundo, y por ende
no es sorprendente que formas análogas deberían haber sido adoptadas
independientemente en diferentes partes del globo; y, considerando ambos: las
condiciones económicas de la humanidad, y el carácter del instinto sexual en los
animales superiores, igualmente no parece sorprender que los matrimonios
grupales y los poliándricos deberían ser comparativamente raros y elocuentes.
Similares consideraciones también pueden ser hechas en relación con los puntos de
vista filosóficos sostenidos por la humanidad. En resumen, si nosotros buscamos
leyes, las leyes se relacionan con los efectos de las condiciones fisiológicas,
psicológicas y sociales, no con sucesiones de hitos culturales.
En algunos casos una sucesión regular de éstos puede acompañar el desarrollo
de lo psicológico o del status social. Esto es ilustrado por la serie de invenciones
industriales en el Viejo Mundo y en América, a las que considero independientes.
Un período de recolección de alimentos y de uso de la piedra fue seguido por la
invención de la agricultura, de la cerámica, y finalmente por el uso de los metales.
Obviamente este orden está basado en el aumento de la cantidad de tiempo dado
por la humanidad para el uso de los productos naturales, de herramientas y
utensilios, y de las variaciones que se desarrollan con él. Aunque en este caso
parece existir un paralelismo en los dos continentes, podría ser fútil probar que
siguen el orden en detalle. En realidad, el paralelismo no es aplicable a otras
invenciones. La domesticación de animales, la cual en el Viejo Mundo debió haber
sido un logro temprano, fue muy lenta en el Nuevo Mundo donde los animales
domesticados, excepto el perro, difícilmente existieron hasta el tiempo del
descubrimiento. Un pequeño comienzo había sido hecho en Perú con la
domesticación de la llama; y los pájaros fueron conservados en varias partes del
continente.
Una consideración similar puede ser hecha con relación al desarrollo del
racionalismo. Parece ser una de las fundamentales características del desarrollo de
la humanidad que actividades que se han desarrollado inconscientemente son
gradualmente hechas objeto de razonamiento. Nosotros podemos observar este
proceso en todo lugar. Éste aparece quizás más claramente en la historia de la
ciencia, la cual gradualmente ha extendido el alcance de sus investigaciones sobre
un campo siempre más amplio y la cual ha ascendido dentro de las actividades
humanas conscientes, que son automáticamente perfeccionadas en la vida del
individuo y la sociedad.
Hasta ahora no me he referido a otro aspecto de la moderna etnología, el cual
se conecta con el desarrollo del psicoanálisis. Sigmund Freud ha intentado mostrar
que el pensamiento primitivo es en algunos aspectos análogo a aquellas formas de
la actividad psíquica individual que él ha explorado con sus métodos
psicoanalíticos. En algunos aspectos sus intentos son similares a la interpretación
de la mitología por simbolistas como Stucken. Rivers se ha basado en las
sugerencias de Freud, así como también en las interpretaciones de Graebner y Elliot
Smith, y nosotros hallamos, por lo tanto, en sus nuevos escritos, una peculiar
aplicación desconectada de una actitud psicologizante y la aplicación de la teoría de
la difusión antigua.
Mientras creo que algunas de las ideas implícitas en las investigaciones
psicoanalíticas de Freud pueden ser productivamente aplicadas a los problemas
etnológicos, no me parece que la explotación unilateral de este método acelere
nuestra comprensión del desarrollo de la sociedad humana. Ciertamente es
verdadero que la influencia de impresiones recibidas durante los primeros años de
vida han sido enteramente subestimadas, y que la conducta social del hombre
depende en gran parte de los hábitos tempranos, los que son establecidos antes del
tiempo en que comienza la conexión de la memoria, y que muchos de los entonces
llamados rasgos raciales o hereditarios son considerados más bien como un
resultado de una exposición temprana a una cierta forma de condiciones sociales.
La mayor parte de estos hábitos emergen dentro de la conciencia y son hasta ahora
ALGUNOS PROBLEMAS DE LA METODOLOGÍA EN LAS CIENCIAS SOCIALES

solamente quebrados con dificultad. Muchas de las diferencias en la conducta del


hombre y la mujer adultos pueden remontarse a esta causa. Si, de cualquier modo,
nosotros tratamos de aplicar la totalidad de la teoría de la influencia de los deseos
reprimidos a las actividades del hombre viviendo bajo diferentes formas sociales,
pienso que extendemos más allá de sus límites legítimos las inferencias que pueden
ser trazadas desde la observación de la psicología individual normal y anormal.
Muchos otros factores son de gran importancia. Para dar un ejemplo: el fenómeno
del lenguaje muestra claramente que, condiciones completamente diferentes de
aquellas a las cuales los psicoanalistas dirigen su atención, determinan la conducta
mental del hombre. Los conceptos generales que subyacen al lenguaje son
enteramente desconocidos por mucha gente. Ellos no emergen dentro de la
conciencia hasta que comienza el estudio científico de la gramática. No obstante, las
categorías del lenguaje nos compelen a ver el mundo arreglado en ciertos y definidos
grupos conceptuales, los cuales a causa de nuestra falta de conocimiento de los
procesos lingüísticos, son tomados como categorías objetivas, las que, debido a eso,
imponen desde ellas mismas la forma de nuestros pensamientos. No se sabe cuál
puede ser el origen de estas categorías, pero parece completamente cierto que ellas
no tengan nada que hacer con el fenómeno que es la materia de la investigación
psicoanalítica.
La aplicabilidad de la teoría psicoanalítica del simbolismo está abierta
igualmente a la mayor duda. Nosotros deberíamos recordar que la interpretación
simbólica ha ocupado una prominente posición en la filosofía de todos los tiempos.
Ella está presente no solamente en la vida primitiva, sino que la historia de la
filosofía y de la teología abundan en ejemplos de un simbolismo altamente
desarrollado, el tipo del cual depende de la actitud mental general del filósofo que lo
desarrolla. Los teólogos, quienes interpretaron la biblia sobre las bases del
simbolismo religioso estuvieron no menos acertados en la corrección de sus puntos
de vista que lo que están los psicoanalistas de sus interpretaciones del pensamiento
y la conducta, basadas en el simbolismo sexual. El resultado de una interpretación
simbólica depende primariamente de la actitud subjetiva del investigador, quien
ordena los fenómenos de acuerdo a su concepto directriz. En orden de probar la
aplicabilidad del simbolismo del psicoanálisis, sería necesario mostrar que una
interpretación simbólica a partir de otros puntos de vista enteramente diferentes, no
sería igualmente verosímil, y que las explicaciones que excluyen el significado
simbólico o lo reducen a un mínimo no serían adecuadas.
Mientras, por consiguiente, podemos dar la bienvenida a la aplicación de todo
avance en el método de la investigación psicológica, no podemos aceptar como un
avance en el método etnológico la vulgar trasposición de una novela, método
unilateral de la investigación psicológica del fenómeno individual al social, el origen
del cual puede mostrarse históricamente determinado y estar sujeto a influencias
que no son del todo comparables con aquellas que controla la psicología del
individuo.
FRANZ BOAS.
“ALGUNOS PROBLEMAS DE LA METODOLOGÍA EN LAS CIENCIAS SOCIALES”. *
En: Juan Mauricio Renold (comp.): Antropología cultural. F. Boas, A. L. Kroeber, R.
Lowie, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1993, pp. 59-65.

Me propongo hablar sobre algunos problemas de la metodología en las ciencias


sociales. Ustedes me permitirán que me limite a aquellos aspectos de los cuales
debo ocuparme como antropólogo.
Como muy bien lo destaca Simmel, el desarrollo de las ciencias sociales se
debe en gran parte a la tendencia general de nuestros tiempos de dar importancia a
las interrelaciones entre el fenómeno de la naturaleza y también a las fuerzas
sociales que se han desarrollado en nuestra civilización. Hemos advertido que el
individuo sólo puede ser entendido como parte de la sociedad a la cual pertenece, y
que esa sociedad sólo puede ser comprendida sobre la base de las interrelaciones de
los individuos que la constituyen. En tiempos pasados la psicología experimental se
basaba en la suposición de que el individuo existe “in vacuo”, que las actividades
mentales están basadas esencialmente en el funcionamiento orgánicamente
determinado de la estructura del individuo. Esta posición presenta el más
asombroso contraste frente al punto de vista más moderno, el que requiere una
comprensión del individuo, aún el más joven, tal cual reacciona a su entorno
general, especialmente el social. De esta manera quedan fácilmente definidos los
problemas de las ciencias sociales. Se refieren a las formas de las reacciones de los
individuos, aislados o en grupos, a estímulos externos, a sus interacciones entre sí
mismos y a las formas sociales producidas por estos procesos.
Es posible aislar un número de tendencias sociales generalmente válidas en
apariencia y estudiar también las formas en que se expresan como su base
psicológica. De esta manera podrán estudiarse la coordinación y la subordinación
de los seres humanos, la solidaridad de los grupos sociales y el antagonismo contra
el forastero, la imitación de las formas foráneas y la resistencia frente a las
influencias externas. Los resultados dan origen a una representación que puede
tomar la forma de un sistema de formas desarrollada bajo estas fuerzas o de una
psicología social en la cual las formas son analizadas sobre la base de su
motivación psicológica.
Estos intentos están basados en la presunción de tendencias sociales
generalmente válidas. Sin embargo, existe una pregunta que deberá ser contestada
antes de intentar la síntesis, a saber: ¿cuales son las tendencias sociales que tienen
características humanas generales? Es fácil estar desorientados en este aspecto.
Gran parte de nuestro comportamiento social es automático. Algo puede ser
instintivo, es decir, determinado orgánicamente. Mucho más está basado en
respuestas condicionadas, o sea, determinado por situaciones tan persistentes y
precozmente inculcadas en nosotros que ya no somos más conscientes del carácter
del comportamiento y también normalmente no nos percatamos de la existencia o
posibilidad de un comportamiento diferente. Tal examen crítico de lo que es
generalmente válido para toda la humanidad y de lo que es específicamente válido

* The New Social Science, editado por Leonard D. White (Universidad de Chicago, 1930), pp. 84-98.

[Fragmentos del artículo seleccionados por el compilador]. Traducción de Graciela Mandolini y


Marcela Valdata.
para los diferentes tipos culturales se convierte en un asunto de gran importancia
para los estudiosos de la sociedad. Este es uno de los problemas que nos induce a
poner un énfasis especial en el estudio de las culturas que históricamente se
relacionan lo menos posible con la nuestra. Su estudio nos posibilita determinar
aquellas tendencias que son comunes a toda la humanidad y aquellas que
pertenecen solamente a sociedades humanas específicas.
[...]
La diferencia entre la cultura humana y el comportamiento animal se basa en
gran parte en la cantidad enormemente aumentada de adaptaciones aprendidas;
éstas dependen de lo que hemos llamado relaciones condicionadas subjetivamente.
Es conveniente que nos pongamos en claro que la apariencia objetiva de las
industrias del hombre durante el período Paleolítico produce la impresión de
estabilidad a través de incontables generaciones. Podemos deducir de esto que las
actitudes subjetivamente determinadas fueron débiles, que las relaciones con el
mundo exterior y la forma establecida de contacto social gobernó la vida casi
totalmente. La siempre creciente rapidez en la proporción de cambio que nos
enseñan la investigación prehistórica y el conocimiento de la historia humana es
una expresión de la creciente importancia de las reacciones subjetivamente
condicionadas. Debido a la gran variedad de formas que se han desarrollado con el
transcurso del tiempo bajo estas fuerzas, el problema de lo que es generalmente
humano y de lo que es característico de sociedades específicas se destaca como de
gran importancia y requiere un estudio atento.
Podemos observar que ciertas actitudes son universalmente humanas, pero
que toman formas específicas en cada sociedad o que, aún más, en algunas
sociedades la presión social puede ser tan fuerte que pareciera que fuera suprimida
la actitud general. Un serio peligro se encuentra en el error metodológico de
concebir la forma como indisolublemente unida a la actitud. Un ejemplo es
presentado por el pudor. En todas partes se producen ciertas formas de pudor, pero
difieren enormemente en carácter. Las formas más frecuentes de pudor se refieren
al comportamiento frente a las funciones corporales, comer, excretar y los actos
sexuales. Es difícil poder determinar en el presente cuál es la base humana general
del pudor y hasta dónde es una característica aprendida. No hay duda de que
formas específicas son adquiridas culturalmente, empero queda un residuo humano
en general que no ha sido aún adecuadamente definido. Mientras que en esta área
se han hecho intentos para separar la forma cultural específica de la generalmente
humana, existen muchas otras áreas en las que no se reconoce con suficiente
claridad el carácter cultural específico del fenómeno. El método de investigación
deberá estar basado en comparaciones y analogías de los fenómenos en cuestión tal
cual aparecen en culturas separadas.
[...]
Frecuentemente se ha llamado la atención sobre el peligro inherente en la
identificación de los fenómenos sociales que acostumbramos a clasificar bajo un
simple término. La investigación de Goldenweiser sobre el totemismo es un ejemplo.
La diversidad de formas de descendencia materna demuestra también la posibilidad
del origen de costumbres análogas de fuentes diversas.
De modo que el problema frecuentemente se desplaza desde destinado a
descubrir las causas psicológicas fundamentales de la forma más generalizada de
comportamiento hacia otro, a saber, hacia aquél de comprender por qué diversas
tendencias psicológicas se ocupan de desarrollar formas que son objetivamente
ALGUNOS PROBLEMAS DE LA METODOLOGÍA EN LAS CIENCIAS SOCIALES

similares o por qué formas similares son propensas a ser explicadas por una
variedad de motivaciones psíquicas.
Los problemas que aquí he tratado pareciera que fueran aquellos de la
psicología social o la sociología antes que de la antropología, pero sólo pueden ser
resueltos mediante el uso del material antropológico.
Quiero trasladarme hacia otra cuestión que concierne particularmente a la
antropología, a pesar de que no es extraña a otras ciencias sociales. La sociología, si
comprendo acertadamente su historia, se ha desarrollado a través del creciente
reconocimiento de la integración de la cultura. Hemos tenido la economía, la
política, la pedagogía, y la lingüística como ramas individuales del conocimiento,
pero no poseemos ningún punto de vista científico que abarque lo que es común a
todas, ni manera para determinar la interacción de estos variados aspectos de la
cultura. La antropología está aún confrontada con una dificultad similar. La
mayoría de la literatura antropológica nos proporciona información sobre la vida
económica, las invenciones, la estructura social, las creencias religiosas y el arte de
ciertos grupos tribales, como si estos fueran tantas unidades independientes que no
influyen entre sí. Allí donde existe una información más completa podemos saber
del crecimiento histórico de todas estas fases de la vida social, o de su desarrollo
interno y de las influencias externas que han contribuido al crecimiento de una
cultura particular.
El entendimiento de una cultura foránea sólo puede ser alcanzado a través del
análisis, y estamos obligados a aceptar sucesivamente sus variados aspectos.
Además, cada elemento contiene claros rasgos de los cambios a los que ha sido
sometido a través del tiempo. Estos pueden ser atribuidos a fuerzas internas o a la
influencia de las culturas extranjeras. El análisis completo deberá incluir
necesariamente las fases que condujeron a su forma presente. No intento discutir
aquí los métodos mediante los cuales puede hacerse una reconstrucción parcial de
la historia de las culturas primitivas pertenecientes a pueblos sin documentación
escrita y sin una tradición oral confiable. Simplemente mencionaré que nuestro
principal acercamiento fue a través del estudio de la distribución geográfica y a
través de métodos análogos a aquellos exitosamente aplicados en el estudio de la
prehistoria e historia de las lenguas europeas. Como lo indica el ejemplo citado en
último término, el estudio analítico de las secuencias históricas en la cultura nos
proporciona en primer lugar una historia de cada aspecto por separado: del
lenguaje, de la invención, de la vida económica, del sistema social y de la religión.
Esto nos deja poca información referente a la acción recíproca de todos estos
aspectos de la cultura primitiva, a pesar de que es obvio que deben haber existido
relaciones entre los mismos. Las exigencias inevitables impuestas al cazador
esquimal ocupan totalmente su tiempo, de manera que no existe la posibilidad de
prolongados períodos dedicados a las ocasiones festivas; y la necesidad de
trasladarse sin más que los medios humanos de transporte restringe la cantidad y
la dimensión de la propiedad de enseres domésticos del bosquimano y australiano.
Deberá intentarse una síntesis de los elementos de cultura que nos proporcione una
visión más profunda de su naturaleza.
[...]
Según nuestra experiencia general los intentos para desarrollar leyes generales
de integración de la cultura no conducen a resultados significativos. Podríamos
pensar que la religión y el arte están estrechamente asociados, pero los estudios
comparativos demuestran meramente que las formas del arte pueden ser utilizadas
para expresar ideas religiosas; un resultado que no tiene valor especial. En algunos
casos el significado religioso del producto del arte actuará como un estimulante
hacia el desarrollo de un estilo mejor; en otros casos inducirá a la ejecución
desprolija, posiblemente debido a la breve utilidad del objeto. Aún en otros casos
puede estar prohibida la representación artística de las ideas religiosas. No
obstante, en todo caso específico el tipo particular de integración del arte y de la
religión puede ser reconocido como un aspecto social importante. Observaciones
similares pueden hacerse con respecto a la organización social y las actividades
industriales. No existe una ley significativa que cubra todas las fases de sus
relaciones. Tenemos industrias simples y una organización compleja o diversas
industrias y una organización simple; tenemos divisiones ocupacionales en tribus
con diversas industrias. Todo lo que puede pretenderse es que, con un cierto monto
de diversificación y la necesidad de producir en grandes cantidades, se hace
necesaria la división de las ocupaciones. Resumiendo, siempre está presente el
riesgo de que las más amplias generalizaciones, posibles de obtener mediante el
estudio de la integración cultural, son lugares comunes.
Esto se debe al carácter de las ciencias sociales, especialmente de la
antropología, como ciencias históricas. Frecuentemente se pretende, como una
característica de las Geisteswissenschaften (ciencias del espíritu), que el centro de
la investigación debe ser el caso individual y que el análisis de las muchas puntas
que entran en el mismo son los fines principales de la investigación. La existencia
de leyes válidas en general sólo puede ser descubierta cuando todas las series
independientes de sucesos indican una característica común, y la validez de la ley
está siempre confinada al grupo que presenta estas características comunes. En
realidad, esto es cierto no sólo de las Geisteswissenschaften sino de toda ciencia
que trate con formas específicas. El interés del astrónomo está en la distribución
real, los movimientos y la constitución de los astros, no en las leyes físicas y
químicas generalizadas. El geólogo se ocupa de los estratos y los movimientos de la
corteza de la tierra y puede reconocer ciertas leyes que están conectadas con la
repetición de formas similares. No importa cuanto pueda generalizar, sus
generalizaciones irán unidas a ciertas formas específicas. Ocurre lo mismo con las
ciencias sociales. El análisis de los fenómenos es nuestro objetivo principal. Las
generalizaciones serán tanto más significativas cuanto más estrechamente nos
atengamos a formas definidas. Los intentos de reducir todos los fenómenos sociales
a un sistema cerrado de leyes aplicables a toda sociedad y explicando su estructura
y su historia no parece ser una empresa promisoria.
Estas consideraciones nos llevan a otro problema metodológico. Los intentos de
correlacionar diversos aspectos de la cultura implica la necesidad de un estudio de
las dinámicas de su interrelación. El material a nuestra disposición es la
descripción analítica de las formas culturales. Esto y las dificultades prácticas de la
investigación etnológica provocan que la mayoría del material disponible esté sobre-
estandarizado. Nos es suministrado como una lista de invenciones, instituciones e
ideas, pero poco o nada aprendemos sobre la forma en que vive el individuo bajo
estas instituciones y con estas invenciones e ideas, y tampoco sabemos cómo estas
actividades afectan los grupos culturales de los que él es un miembro. Es
enormemente necesaria la información sobre estos puntos, puesto que las
dinámicas de la vida social sólo pueden ser comprendidas sobre la basa de la
reacción del individuo frente a la cultura en la cual vive y de su influencia en la
sociedad. Muchos aspectos del problema del cambio cultural sólo pueden ser
interpretados sobre esta base.
ALGUNOS PROBLEMAS DE LA METODOLOGÍA EN LAS CIENCIAS SOCIALES

Deberá quedar claramente entendido que el análisis histórico no nos ayuda en


la solución de estos problemas. Podemos conocer la historia de la lengua muy
detalladamente —este conocimiento no explica cómo el hablante que usa la lengua
en su forma presente, la única que él conoce, reaccionará a su uso—. El
conocimiento de la historia del mahometismo en el África y su influencia en el
Sudán no agrega cuota alguna al entendimiento del comportamiento del Negro que
vive en la cultura presente. Las condiciones existentes pueden ser conocidas
objetivamente por nosotros en todo su recorrido histórico. Ellas afectan al individuo
que vive bajo las mismas. Podemos obtener objetivamente un mejor entendimiento a
través del conocimiento de su historia, pero esto no concierne al individuo que ha
absorbido todos los elementos de su cultura. Si conociéramos completamente todo
el marco biológico, geográfico y cultural de una sociedad, y si entendiéramos en
detalle las formas de reacción de los miembros de la sociedad y de la sociedad como
un todo a estas condiciones, no necesitaríamos el conocimiento histórico del origen
de la sociedad para comprender su comportamiento. El error de los antiguos
antropólogos consistió en utilizar material de esta clase, acopiado sin examen
crítico, para las reconstrucciones históricas. Para éstas no tiene valor. Un error de
la moderna antropología, a mi parecer, está en la sobre-enfatización de la
reconstrucción histórica, cuya importancia no debería ser minimizada, frente al
estudio intenso del individuo bajo la fuerza de la cultura en que vive.

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