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Hablando de Muerte y de la Finitud en el Ambiente Escolar: Un Estudio a la Luz del

Sentido de la Vida

Resumen: El presente estudio tuvo como objetivo identificar las concepciones de la


muerte y sus repercusiones para el sentido de la vida entre los adolescentes. Para
tanto, fue efectuada una pesquisaacción para abordar el tema de la finitud partiendo
de la concepción de Viktor Frankl sobre el sentido de la vida y de la muerte. Se
contó con la participación de 17 estudiantes de tercer año de enseñanza media, la
mayoría del sexo femenino (52,9%), con edad media de 17 años y amplitud de 15
a 24 años. Los resultados fueron obtenidos por medio de cinco intervenciones en
clase. Cada intervención tuvo la duración media de 45 minutos, siendo constituida
de cuestionamientos acerca de la muerte, del hecho de morir y del sentido de la
vida. A continuación, las respuestas de los participantes fueron sometidas a un
análisis de contenido. En lo que se refiere a las representaciones de la muerte,
emergieron tres categorías: pensamientos, sentimientos y creencias. Sobre la
comprensión del sentido de la vida, los adolescentes respondieron en dos
direcciones: los sentidos subjetivos y sentidos objetivos. Cuando reflexionaron
sobre la propia muerte, sus respuestas fueron clasificadas en términos de tres
categorías valorativas: vivenciales, actitudinales y creativas. En lo que se refiere a
la pregunta “¿Cómo sería la vida si nadie muriese?”, fueron observados los
siguientes tipos de argumentos: valorización de la vida, corregir errores del pasado,
respuesta tautológica, respuesta religiosa y dialéctica vida-muerte. Los resultados
mostraron la importancia de tratar sobre el tema de la finitud en el ámbito escolar.

Según Ariés (1977), el tema de la muerte se convierte en un tabú en el siglo XX y,


por lo tanto, autores como Kovács (2005) han presentado preocupaciones acerca
de la ausencia de una especie de educación para la muerte en los contextos
escolares. Según esa misma autora: la educación es entendida como desarrollo
personal, perfeccionamiento y cultivo del ser, que también presupone una
preparación para la muerte, involucrando comunicación, relaciones, pérdidas,
situaciones-límites, como por ejemplo: fase del desarrollo, pérdida de personas
significativas, enfermedades,

en el caso de los accidentes, hasta el enfrentamiento con la propia muerte (Kovács,


2005: 485). Aunque la muerte forma parte del cotidiano de los estudiantes, la
escuela no contempla en su currículo esa temática. Patraglia y Bastos (2009)
justifican la inclusión de este tema en las escuelas, puesto que es,
presumiblemente, un factor educativo del espíritu que proporciona al educando una
conciencia de sí. Además, en contextos universitarios, es posible observar que las
visiones acerca de la muerte están asociadas al sentido de la vida de tales sujetos
(Aquino et al., 2010). Otra variable relevante que está relacionada con las visiones
de muerte es la religiosidad. El estudio de Diniz y Aquino (2009) sugiere que las
visiones de muerte como: vida del más allá, coraje y final natural se asocian
positivamente con la actitud religiosa, mientras que la muerte como fracaso se
comporta de manera inversa. Con la inclusión de la enseñanza religiosa en las
escuelas públicas, el tema de la muerte puede ser tratado de una forma
transdisciplinaria. No obstante, se vuelve imperativo conocer cómo los aprendices
representan la muerte y cuáles son sus posibles repercusiones para la comprensión
del sentido de la vida. La muerte y sus repercusiones psicológicas La muerte es un
fenómeno que forma parte de la vida, pues se constituye como algo inherente a la
propia existencia. Aunque se constituye como un ser-para-muerte, Sein zum Tode
(Heidegger, 1989), el ser humano presenta diversas actitudes y percepciones sobre
la muerte. Tales actitudes y percepciones sufrieron grandes cambios a lo largo de
los siglos y, por consiguiente, modificaron la concepción de la vida de los individuos
(Ariès, 1977). Según Kovács (1992), es por la tradición cultural que los individuos
adquieren concepciones sobre la muerte, y el morir, en la sociedad occidental, es
un punto central de la existencia humana, que generalmente está asociada a la
tristeza y al sufrimiento.
Históricamente, la muerte fue percibida de diversas maneras: en la Edad Media, por
ejemplo, la muerte era algo natural y esperado, posibilitando al hombre la
oportunidad de morir en su lecho, confortado por familiares y amigos. Conforme a
Ariès (1977), en los siglos V y VI, la muerte era concebida como un fenómeno
integrado a la vida cotidiana del ser humano, pues era percibida con poca
dramaticidad y con naturalidad. En esa perspectiva, los entes queridos quedaban
alrededor del ataúd por varios días, para proporcionar una despedida al difunto. De
este modo, en el período medieval, la muerte era un fenómeno doméstico. El
moribundo se preparaba para morir y administrar la propia muerte, no representaba
una ruptura definitiva con relación a la vida. Concluye que los medievales veían la
muerte como el paso a una vida eterna, lo que transmitía un sentimiento de
consuelo. En ese sentido, la muerte era percibida apenas como una separación
temporal entre los familiares, pues representaba una continuidad entre vivos y
muertos (Ariès, 1977).
En la Edad Media surgen dudas sobre la vida post-muerte, sobre la resurrección y
la vida eterna, haciendo que los individuos comiencen a temer por la muerte y tener
un apego por la vida. Con el tiempo, las representaciones acerca del morir se fueron
modificando, sobre todo con el advenimiento de la burguesía, cuando la muerte
pasa a ser exaltada y dramatizada, surgiendo las escenas del llanto y ceremonias
de luto (Ariès, 1977).
Para Schopenhauer (2000), la muerte constituya como la musa inspiradora de la
filosofía. Según él, con el advenimiento de la razón, surge de forma concomitante el
miedo a la muerte. Si el conocimiento de la muerte, por un lado, genera angustia,
por otro, la razón filosófica y religiosa presentan concepciones metafísicas
consoladora. Además, el temor humano de la muerte se constituye en el
pensamiento del no ser, derivado de la conciencia de la finitud; sin embargo la
muerte no sería diferente del momento anterior al nacimiento, cuando el ser humano
aún no existía. De esta forma, explica el autor que no hay diferencia en lo que se
refiere al antes del nacimiento y el post-muerte, sólo que ambos son mediados por
"un sueño efímero de vida" (Schopenhauer, 2000: 67).
La muerte, según Heidegger (1990), sería la "posibilidad de la imposibilidad
absoluta de pre-sencia" (p. 32), por lo que se caracteriza como una posibilidad
irremisible e insuperable. Sería una certeza empírica, después de todo, el ser
humano sabe que morir, pero no sabe cuándo; por lo tanto, se constituye como
angustia. En este sentido, el autor en foco considera que "es en la disposición de la
angustia que el estar-lanzado en la muerte se desentraña para la pre-sencia de
modo más originario y penetrante" (Heidegger, 1990: 33).
Los autores como Spilka, Stout, Milton y Sizemore (1977) sugieren que los estudios
sobre las visiones de muerte tengan en cuenta sus diversas dimensiones, indicando
ocho aspectos para comprender las diversas concepciones de la muerte:
1. Dolor y soledad: representa la muerte como un momento de agonía, aislamiento,
miseria, angustia y soledad.
2. Vida del más allá: concibe la muerte como una nueva vida, plena de satisfacción,
felicidad, recompensa y unión con Dios.
3. Indiferencia: sugiere la muerte como algo indiferente para el ser humano.
4. Desconocida: presenta la perspectiva de la muerte como incertidumbre, misterio
y desconocimiento.
5. Abandono: imagina la muerte como el abandono de entes queridos y como un
momento para sentirse culpable
6. Coraje: concibe la muerte como una oportunidad para demostrar virtudes, en el
caso, enfrentar la última prueba de la vida.
7. Fracaso: indica la muerte como algo que impide la realización del potencial
personal, por ejemplo, la realización de objetivos y sentido de la vida.
8. Final natural: la muerte se concibe sólo como la conclusión natural de la vida.

Un estudio realizado por Nogueira y Pereira (2006) investigó cómo la religiosidad


puede influir en las perspectivas de muerte. Los autores concluyeron que tanto los
católicos como los agnósticos son los grupos que presentan más dudas acerca de
la muerte y que cuanto mayor es el nivel de religiosidad menor la perspectiva de la
muerte como fracaso y mayor como coraje.
El miedo y la ansiedad de la muerte pueden ser agravados cuando el ser humano
es acometido por cuestiones existenciales, como puede ser demostrado en la
investigación de Donovan (1993), que constató que cuanto mayor es el vacío
existencial mayor el nivel de ansiedad ante la muerte. Spilka et al. (1977) sugieren
que las correlaciones positivas entre muerte y ansiedad derivan del énfasis que la
sociedad da al individualismo. Para Xausa (2003), el hombre actual se destituye de toda
concepción religiosa sobre la muerte para resolver el enfrentamiento con la finitud, pero ésta todavía provoca
angustia en el ser humano

Análisis existencial del sentido de la vida


La ciudad de Viena fue testigo de la constitución de tres escuelas de psicoterapia,
el psicoanálisis (Sigmund Freud, 1856-1939), la Psicología individual (Alfred Adler,
18701937) y la logoterapia (Viktor Frankl, 19051997), que interpretaron al ser
humano en tres perspectivas distintas. Respectivamente, estos enfoques
descubrieron en el ser humano una voluntad de placer, de poder y de sentido. Estos
motivadores se describen a continuación:
Motivador Placer: se trata de la concepción hedonista que pregona el principio de
que todo ser vivo se acerca a las experiencias placenteras y se aleja de las
experiencias de dolor. Esta concepción se encuentra en la filosofía de Epicuro (342
aC), el placer como un bien supremo. En ese sentido, la verdadera felicidad es
encontrada por medio de la ausencia del sufrimiento, o sea, en la ausencia del dolor
y en la imperturbabilidad del alma. El placer también estaría relacionado con los
instintos, lo que Freud (1933/1976) denominó Trieb (pulsión), siendo su origen
atribuido al estado de excitación del cuerpo, siendo su finalidad la eliminación de
esa excitación. Concluye a ese autor que la modificación corporal, en última
instancia, se siente como satisfacción. En general, a partir de sus estudios con las
histéricas de Viena, Freud concibió al ser humano como un ser regido por conflictos
intrapsíquicos inconciliables entre el Id, el Ego y el Superego.
Motivador Poder: concibe la voluntad de potencia (Nietzsche, 1996) como un
principio orientador de la existencia. Para ese autor, la naturaleza del ser está
constituida a partir del esfuerzo para ejercer mayores cantidades de poder. Adler
(1931/1998) veía al ser humano en relación al medio social y derivó de ahí su
voluntad de superioridad.

Esta lucha por el poder puede ser mejor entendida como una derivación de una
inferioridad orgánica emergiendo en situaciones que requieren la superación de
complejos de inferioridad.
(...) simplemente lo que es frustrado en el hombre siempre que es tomado por el
sentimiento de falta de sentido y de vacío "(Frankl, 1991: 25 ). Se trata, por lo tanto,
de una motivación primaria, teniendo en cuenta que no sería una derivación de otro
fenómeno, como un subproducto; de esta forma, se constituye como una motivación
genuinamente humana.
A diferencia de Freud y de Adler, la logoterapia definió al ser humano como un ser
que anhela, en última instancia, constituir una existencia plena de sentido. Sus
investigaciones clínicas y filosóficas concluyeron que si la persona es frustrada en
su motivación primaria, o sea, en la búsqueda de sentido, ésta podrá perder su
principal factor de protección del psicofísico, tornándose susceptible al enfermo ya
los trastornos psicosociales como agresión, drogadicción y suicidio (Frankl, 1990).
Según Frankl (1989), los motivadores placer y poder se activan de forma exagerada
cuando el sentido se encuentra en un nivel crítico o bajo. En otras palabras, cuando
hay una frustración en la búsqueda de sentido, hay, por consiguiente, una elevación
de la búsqueda de placer y del poder. Esta frustración puede ocurrir en algunas
circunstancias, sobre todo cuando el pasado carece de sentido y el futuro no se
percibe con posibilidades de realización de valores. Otra circunstancia sería cuando
el presente es percibido como sin ninguna posibilidad de sentido, ocasionando un
vacío existencial. En todo caso, hay una carencia de valores, sea en el pasado o en
el presente, y una restricción de la percepción de valores en el futuro.
El modelo teórico en cuestión parte de la premisa de que la preocupación con los
valores surge con la conciencia de la finitud. Así, estos mismos valores sirven como
guías para elecciones y opciones durante la vida. También parte de la premisa de
que los valores están constituidos a partir de su realización, ya que el hombre se
encuentra en una tensión entre el ser y el deber-ser. De esta manera, la esencia de
la persona humana se realiza en la medida en que efectúa actos valorativos. Para
Frankl (1989), los valores se constituyen como el "paso-paso" de la existencia, ya
que, al ser concretado, forma parte del ser pasado, estableciéndose como la
dimensión más segura del ser humano, ya que se cristaliza de forma indeleble en
su proyecto existencial.
Según Mondin (2005), "más que un hecho realizado, el hombre es una reserva de
posibilidades. Él es un proyecto abierto, completamente a definirse y realizar "(p.53).
Según él, el papel de la axiología es el de aclarar qué valores son esenciales para
realizar el proyecto de humanidad. Según Frankl (1989), los valores son vías para
la realización de sentido. Este mismo autor concibe tres categorías valorativas por
las cuales el hombre común, en su comprensión ontológica, encuentra sentidos.
Son ellas: valores creativos, vivenciales y actitudinales.
Valor creativo: se relaciona con los actos creativos, tales como la constitución de
obras artísticas y científicas, y está asociado a la capacidad de producción del ser
humano, o sea, al trabajo.
Valor vivencial: mientras que en el valor creativo el ser humano construye algo para
el mundo, en el valor vivencial, recibe algo del mundo en forma de vivencias. Este
valor abarca tanto la contemplación artística o la propia naturaleza, como el
encuentro con otro ser humano en el binomio yo-tú. Este último está relacionado
con la experiencia del amor.
Valor actitudinal: ese último valor está relacionado a la capacidad del ser humano
de posicionarse ante una situación inmutable, en general, el sufrimiento. Cuando la
persona humana ya no posee su capacidad de producir y está privada de los valores
de vivencia, ella todavía posee la libertad de posicionarse, proporcionándole una
realización interior de sentido.
En la relación del hombre con los valores, se observa el fenómeno antropológico de
la autocracia de la existencia, es decir, la persona humana debería estar orientada
hacia algo o alguien que no sea el propio yo. Por lo tanto, aquellos que, de forma
excesiva, se vuelven hacia sí, no se abren al mundo, pueden estar indicando una
especie de neurosis, constituyéndose así un indicio de neurosis aquellos que se
vuelven para sí mismos de forma excesiva (Frankl , 1991). En esa dirección, el poder
y el placer no se constituían como fines en sí mismos, sino consecuencias de la
realización existencial de sentidos. Así, el placer y el poder no serían valores finales,
puesto que no son objetos de intencionalidad. Además, en la sociedad
postindustrial, se observa que el proyecto del "ter" se superpone al proyecto del
"ser", escamoteando los debates sobre la muerte, pues éstos no estarían reforzando
los valores materialistas de los sistemas de las sociedades de consumo y de
producción.
Antropología filosófica de la logoterapia
Los supuestos básicos de la logoterapia y análisis existencial acerca de los valores
se pueden resumir de la siguiente manera:
- Los valores son motivadores de la existencia humana. Este presupuesto está
justificado en la perspectiva teleológica, la cual concibe que el ser humano se mueve
por los fines. Así, el ser humano sería atraído por los valores; - Los valores son
objetos de intencionalidad, supuesto husserliano que reza que toda conciencia es
conciencia de algo; - Por consiguiente, los valores no son sólo subjetivos, sino que
se constituyen como auténticas posibilidades de ser en el mundo; - La preocupación
con valores deriva de la conciencia de la finitud. En otras palabras, el ser humano
se preocupa por la realización de valores porque sabe que un día morir, surgiendo
el deseo / voluntad de conferir a la vida un significado; - La preocupación con los
valores es derivada de la dimensión noética y se presenta de forma jerárquica en
las situaciones en que el ser humano está inserto; los valores que son más dignos
de realización son aquellos que confieren más sentido a la vida y dignifica a la
humanidad, o sea, ejerce una influencia positiva para sí mismo, para otras personas
y para el mundo.
La concepción de los valores está relacionada con el concepto de la ontología
dimensional. Frankl (1989) distingue tres partes interrelacionadas, que son: la
noética, la psíquica y la somática. Aunque pueden ser definidas de formas distintas,
ellas se constituyen en una unidad indisoluble constituyendo en una imagen del ser
humano tridimensional (Frankl, 1989). La dimensión somática se constituye en los
aspectos fisiológicos y biológicos del ser humano y de los animales y de los
vegetales; ya la dimensión psíquica corresponde a los afectos ya todos los procesos
básicos, como percepción, aprendizaje, sensación, entre otros, lo que sólo se
compartir entre los hombres y los animales; por fin, la dimensión noética sería
aquella por la cual se manifiestan todos los fenómenos específicamente humanos,
o sea, que no son compartidos ni con los animales ni con los vegetales.

Estos fenómenos serían aquellos tales como: preocupación con valores (éticos,
estéticos y religiosos); todo acto de intencionalidad, actividades artísticas y
creativas, el sentido del humor, así como la conciencia valorativa (Lukas, 1989).
Como el ser humano es el único ser que tiene la conciencia de su propia finitud, eso
lo diferencia de otros entes, conferiendo una estructura existencial demarcada por
la angustia. A continuación se presentará la visión de Frankl sobre la muerte y la
finitud.
La concepción de la finitud según Frankl
Según Frankl (1989), independientemente de la duración de una existencia, ella
tiene un sentido, y el ser humano pasa a buscar un significado al encontrarse con
la transitoriedad de su vida. Para ese autor, la muerte y el morir no serían algo que
destituía la vida de un sentido, pues el carácter transitorio de la vida es que impulsa
al ser humano a buscar un sentido para realizar determinada tarea. En otras
palabras, la finitud da un sentido a la vida, despertando en el ser humano el sentido
de responsabilidad, ya que la muerte hace que la vida sea única e imposible de ser
revertida (Frankl, 1994).
En esa perspectiva, la existencia humana es ser-responsable, en que la
responsabilidad se origina en el carácter concreto de la persona y de la situación.
De este modo, el desarrollo de la responsabilidad humana acompaña el "carácter
único" del sujeto y la "irrepetibilidad de la situación". Así, el "carácter único" y la
"irrepetibilidad de la situación" son elementos constitutivos del sentido de la vida
humana y conjetura la finidad humana, mientras que esa finitud representa algo que
dé sentido a la existencia. No es, por lo tanto, separar la muerte de la vida, ya que
la muerte forma parte de ella (Frankl, 1989).
La muerte también puede evocar la pregunta por el sentido de la vida (Frankl, 1990),
puesto que la transitoriedad de la existencia humana podría destituir la vida de un
sentido o de un "para que vivir". La eternidad es entendida por Frankl (1990) como
una realidad simultánea que comprende el presente, el pasado y el futuro. Por lo
tanto, la finitud, la temporalidad, no es sólo una nota esencial de la vida humana,
sino que se trata también de lo que constituye su sentido, puesto que en el momento
en que se realizan las potencialidades, éstas se transfieren del no ser para el, de
las posibilidades para la realidad del pasado. De este modo, el sentido de la
existencia humana se funda en su carácter irreversible (Frankl, 1994, 1989). La
logoterapia concibe que el futuro "no es", el pasado es la pura realidad, puesto que
el tiempo sería irreversible. De esta forma, cada instante de la vida está también
muriendo, pues los instantes son transitorios. Esta transitoriedad de los momentos
hace un incentivo para que el ser humano busque realizar acciones responsables
(Frankl, 1994). Todo lo que se ha realizado sigue existiendo puesto que pasa a
formar parte del pasado y permanece como parte de la realidad. Por lo tanto, lo que
se ha vivido nadie puede destruir, se vuelve pasado y la realidad (Frankl, 1990). En
esta perspectiva, Frankl se acerca a Heidegger (1989) cuando este último
comprende que "la pre-sencia" es "su pasado en el modo de su ser, lo que significa,
a grosso modo, que ella siempre" sucede " su futuro "(página 48). En lo que se
refiere a la transitoriedad de la vida, Frankl (1990) afirma que eso realmente sólo se
aplica con las posibilidades de dar un sentido a las oportunidades de crear, de
experimentar, de sufrir con sentido pleno. En ese sentido, en la medida en que el
ser humano responde a la vida, se vuelve responsable de algo. Por lo tanto, la
responsabilidad en el "optimismo del futuro", en las elecciones y posibilidades del
futuro y en el "optimismo del pasado", es decir, transforma las posibilidades en
realidad, abriéndolas en el pasado, ya que todo es efímero, porque pasa de la
nulidad del futuro para el pasado, en el que todo va recorriendo del futuro hacia el
pasado, del vacío del futuro hacia la existencia del pasado.
Lo que sucede con la muerte es el hecho de que todo lo que se ha vivido se fija en
el ser pasado y nada más será modificado, perdiéndose las posibilidades del venir
a ser. Es en ese sentido que se entiende el pasado del hombre como su verdadero
futuro, como la dimensión más segura del ser, ya que nada más de aquello podrá
ser eliminado o modificado (Frankl, 1990).
De ese modo, el ser humano se va construyendo y modelando, en algunos
momentos experimentando vivencias, en otros momentos sufriendo. Por lo tanto, el
hombre debe seguir su vida en el tiempo a pesar de su finitud, que delimita su
proyecto existencial (Frankl, 1989; Heidegger, 1990). En cuanto a las
consideraciones anteriores, el presente estudio tuvo como objetivo identificar las
concepciones de la muerte y sus repercusiones para el sentido de la vida entre los
adolescentes de una escuela pública de la ciudad de João Pessoa (PB).

método
El estudio partió de la perspectiva de la investigación, que, según Franco (2005), se
constituye como un instrumento tanto pedagógico como científico. Según esa
misma autora, como praxis investigativa, esa metodología busca conocer "las
perspectivas latentes, lo oculto, el no familiar que sustentan las prácticas, siendo los
cambios negociados y gestionados en el colectivo" (486). Tríptico (2005) considera
que, de forma general, esta metodología oscila entre la práctica interventiva y la
investigación como un medio de evaluar los resultados de la acción propuesta.
participantes
Los participantes fueron estudiantes de una escuela pública de la ciudad de João
Pessoa. En total, se contó con 17 estudiantes del tercer año de secundaria, la
mayoría del sexo femenino (52,9%), con edad media de 17 años y amplitud de 15
a 24 años.
Procedimientos para la recolección de datos
Inicialmente, se pidió a la coordinadora pedagógica de la escuela la realización de
una intervención con alumnos de secundaria. Después de su autorización y por
sugerencia de ella, fue indicada la clase del profesor de filosofía de esa escuela
para que pudiera disponibilizar sus clases para la efectividad del proyecto. Después
del permiso final del profesor, se realizaron cinco intervenciones, siendo una vez
por semana, con el tiempo promedio de 45 minutos. Las etapas de la intervención
se describen a continuación:
Primera intervención: buscó comprender cómo los adolescentes de la enseñanza
media perciben o conceptualizan el fenómeno "muerte". Se presentó un vídeo con
el tema "Viviendo la vida sin Drogas" y un cuestionario con la siguiente pregunta
"¿Qué le viene a la mente cuando usted oye la palabra muerte?".
Segunda Intervención: procuró aprehender el concepto acerca de lo que es el
sentido de la vida. También preguntó si la muerte retiraría el sentido de la vida.
Tercera intervención: se utilizó la historia oriental "Muerte en Teherán" para
reflexionar sobre la inevitabilidad de la muerte. A continuación, se preguntó "¿Cómo
sería la vida si no existiera la muerte?"

Cuarta intervención: se utilizó de la letra de la música de María Gadu, "Doña Cila",


para evocar las pérdidas vivenciadas por los adolescentes. Después de la
presentación de la música, los adolescentes fueron solicitados para expresar sus
comprensiones acerca de la letra. Se adoptó una postura fenomenológica
existencial para comprender cómo los adolescentes perciben la dialéctica
vidamorte.
Quinta intervención: objetivó saber qué relación de valor y sentido ese alumno
atribuye su vida y cuáles los motivadores, a fin de crear un eje teórico acerca del
sentido de la vida. Para esa intervención, se preparó una diapositiva con la imagen
de un reloj que contenía la siguiente frase: "Imagínese que el reloj de su vida va a
parar en el próximo minuto ...". Entonces, nos preguntamos a los participantes a
responder a las siguientes preguntas (1) ¿Cuáles son los datos más valiosos de su
vida? (2) ¿Qué lamentaría no tener más tiempo de hacer? Estas preguntas fueron
extraídas del libro Historias que curan porque dan sentido a la vida, de Elisabeth
Lukas (2005). Para finalizar, se preguntó a los participantes: "¿Qué le viene a la
mente cuando usted escucha la palabra muerte?".
Los datos provenientes de la observación de los investigadores fueron registrados
en un diario de campo, mientras que aquellos provenientes de las preguntas
eliciadoras fueron registrados en hoja de papel A4 por los propios participantes. A
continuación, todas las respuestas de los participantes se transcribieron a un
archivo de Word para analizar sus contenidos.
Procedimientos para el análisis de los datos
Los contenidos fueron analizados por medio de la técnica de Análisis de Contenido
(AC), siguiendo los procedimientos sugeridos por Bardin (1977). De esta forma,
inicialmente, se realizó una lectura flotante con la
intención de averiguar posibles agrupaciones. A continuación, por medio de
similitudes y aproximaciones, las respuestas fueron clasificadas en categorías, en
función de sus características comunes. Para ello, se consideró que las categorías
no eran excluyentes, es decir, que una misma respuesta podría estar contenida en
más de una categoría. Por último, las respuestas se tabularon en términos de
frecuencias en función de sus categorías y subcategorías. Resultados y Discusión
Los resultados siguientes se refieren a las intervenciones realizadas con
adolescentes de una escuela pública. La Tabla 1 presenta el resultado del
significado de la muerte obtenido por medio de una asociación libre en dos
momentos: en la primera sesión de la intervención y en el término de la intervención.
Tabla 1. Categorías, subcategorías y frecuencia de respuestas de los adolescentes,
en las dos etapas de la intervención (inicio y término), para la cuestión "¿Qué le
viene a la mente cuando usted escucha la palabra muerte?"

En la primera categoría presentada en la Tabla 1, se agrupan los sentimientos en


relación a la muerte. Las subcategorías que la componen fueron: tristeza, angustia,
miedo y vacío. Algunos ejemplos de esta categoría se describen a continuación: Lo
que viene en mi mente es tristeza, dolor, sentimiento de pérdida de aquella persona
que siempre tuvo a mi lado y de repente muere [...] (17 años, sexo femenino); Viene
un poco de angustia, me siento mal en la verdad yo no sé lidiar con eso [...] (17
años, sexo femenino); En mi mente viene cierto tipo de miedo, tengo un poco de
miedo a la muerte [...] (15 años, sexo masculino); La primera cosa que viene a mi
mente cuando escucho la palabra muerte es una cosa bien vacía usted deja de ser
un ser vivo y pasa a ser un ser muerto [...] (17 años, sexo femenino). Estos relatos
corroboran con el estudio de Rodríguez (2005), que buscó comprender cómo los
adolescentes perciben el tema de la muerte. Se encontró en el discurso de los
participantes el sentimiento de tristeza en relación a pérdidas de seres queridos. Un
estudio realizado con 42 preadolescentes

Portuguesa encontró que la discusión acerca de la muerte causa malestar, sobre


todo para evocar sentimientos negativos (de Macedo, Macedo y Gomes, 2010). El
estudio de Dal Mas Dias (2011), que objetivó identificar la representación de la
muerte en siete adolescentes por vía de la producción literaria, identificó que el tema
provocó angustia existencial. La autora también considera que "la escuela tiene la
función de abrirse a la discusión sobre la muerte y la finitud, ampliando los dominios
restringidos a la sistematización del conocimiento" (p 280). Heidegger (1990) aclara
que la angustia con la muerte no debe confundirse con el temor de dejar de vivir,
puesto que la disposición fundamental del ser-en-mundo es el estar lanzado para
su fin. De esta forma, para ese filósofo, el adelantarse a la muerte se abre para la
cuestión del ser. La segunda categoría fue denominada creencias, pues se
constituye de representaciones simbólicas sobre la muerte: Separación, Sueño
Profundo y Juicio. Como ejemplos se destacan las siguientes respuestas: [...] Creo
que cuando morimos en este momento habrá la separación de nuestro cuerpo
carnal [...] (17 años, sexo femenino); Cuando paro para pensar en la muerte pienso
en un sueño profundo donde los que se van están apenas durmiendo [...] (18 años,
sexo masculino); [...] pienso en un sueño profundo donde aquellos que se van están
apenas durmiendo aguardando el juicio de Dios [...] (18 años, sexo masculino). Los
sistemas de creencias religiosas fueron activados para explicar el fenómeno de la
muerte. En general, las creencias religiosas se presentan asociadas a las
concepciones positivas de la muerte y del morir, como puede ser constatado por
medio del estudio de Diniz y Aquino (2009). Así, en un contexto de estudiantes
universitarios, cuando indican que el nivel de religiosidad de los estudiantes
universitarios está asociado positivamente con la visión de muerte como vida del
más allá, coraje y final natural, y negativamente con la visión de fracaso.

Por último, la tercera categoría, Pensamientos, agrupó respuestas relacionadas con


la violencia, recuerdos de personas, pensamiento concreto, fin y desconocido. Estas
subcategorías se presentan a continuación: [...] es la palabra violencia, [...] Hoy el
joven no muere a causa de enfermedad la mayoría muere a causa de violencia [...]
(sexo femenino, 18 años); [...] Viene a la mente alguien que se fue y jamás podemos
verlo nuevamente (sexo femenino, 17 años) [...]; [...] viene varios símbolos a la
mente como: ataúd, cementerio, velas, o sea, cosas que se usan en personas que
pasaron por ella [...] (sexo femenino, 17 años); generalmente pienso que es el fin,
pues en este mundo tenemos sólo una vida [...] (sexo masculino, 17 años); [...] Yo
no sé lo que vendrá después de la muerte, sin embargo, sé que la muerte no es el
fin de todo o de la vida [...] (sexo masculino, 17 años). Se constata que los
adolescentes investigados presentan contacto con la muerte y el morir, sea de entes
queridos o incluso de colegas de su grupo de edad. De acuerdo con Paiva et al.
(2009), la violencia es la mayor causa de la mortalidad entre los jóvenes de 15 a 29
años, siendo considerado ese período como de alto riesgo. De esta forma, según
Kovács (2011), al mismo tiempo que la muerte es un interdicto, está también cerca
de los niños y de los adolescentes. En general, cuando se compara la
representación de la muerte, en función del inicio y del final de la intervención, se
constata que los aprendices permanecen con los mismos sentimientos, sin
embargo, tales creencias se van disipando, mientras que algunos pensamientos
aparecen de forma más elaborada . Según Beck (1976), el sistema de creencias de
un individuo está directamente asociado a sus sentimientos y comportamientos. De
ahí que los debates sobre la muerte y el morir junto a los estudiantes de esa
investigación, por un lado despertaron sentimientos como tristeza, por otro,
pudieron proporcionar la construcción de nuevos pensamientos catalizadores que
ayudaron a incorporar la finitud como uno de los elementos que forman parte de la
estructura ontológica del ser humano.

Tabla antes

La concepción del sentido subjetivo está en consonancia con la visión hedónica,


que de forma general presupone el bienestar como felicidad (Ryan, Huta & Deci,
2008). La concepción del sentido como algo objetivo está relacionada con la
concepción de Frankl (1989, 1990, 1991) como autotranscendencia. Para ese autor,
el ser humano debe estar dirigido a algo oa alguien distinto de sí mismo y en la
medida en que está dedicado a una causa o persona, más humano y sano será.
Para Frankl (1990), la felicidad y el placer serían una consecuencia de la realización
de un sentido concreto y objetivo en el mundo. La comprensión ontológica de los
adolescentes presentó semejanzas con el pensamiento de Frankl cuando los
mismos apuntan los valores como medios para alcanzar el sentido de la vida, sobre
todo los vivenciales como: Dios, personas y familia. No obstante, las concepciones
hedonistas aún permean el imaginario de los adolescentes cuando son indagados
sobre el sentido de la vida. Este resultado puede ser comprendido mediante la
influencia de la cultura de consumo y narcisista en que los jóvenes están insertados.
Tabla 3. Categorías y subcategorías para la pregunta: "Imagínese que el reloj de su
vida va a parar en el próximo minuto ..."
Tabla después

Según la logoterapia y el análisis existencial, la preocupación con los valores es


consecuencia de la toma de conciencia de la finitud humana, ya que, al encontrarse
con la certeza de su muerte, el hombre se preocupa por la realización de valores, a
fin de encontrar un sentido en la vida. Frankl (1988) expresa la relación entre valores
y finitud de la siguiente manera:
por definición, el analisis existencial apunta a una toma de conciencia de asumir
responsabilidades. Pero la responsabilidad la tiene el hombre frente a su finitud. La
finitud del hombre, sin embargo, está dada, ante todo, en lo temporal de su
existencia y nos enfrenta en primera línea como mortalidad. Pero de ella sabemos
que es justamente la que de la valor a la responsabilidad del hombre ya que si este
fuera inmortal, con todo el derecho podría dejar pasar las oportunidades de realizar
valores pp. 102/103

En este sentido, como puede ser observado en la Tabla 3, en la categoría de los


valores vivenciales reflejados por los jóvenes, al encontrarse con la finitud de sus
vidas, se demostró como factor más valioso y que más sería lamentado por no ser
realizado, el factor familia , además del factor amigos, que apareció como uno de
los factores más valiosos en la vida de los jóvenes.
Así, según Frankl (1989), los valores vivenciales son aquellos que son vía de sentido
al hombre recibir algo del mundo, por medio de vivencias. De esta forma, la familia
y las amistades estarían involucradas en esas vivencias que traen sentido a la
existencia de esos jóvenes, así como serían valores lamentados por no ser
realizados con la muerte, pues el joven desea constituir familia en su futuro y realizar
experiencias afectuosas.
Con respecto a los valores actitudinales, el factor crecimiento obtuvo mayor
frecuencia en los jóvenes, como el valor más valioso de sus vidas, así como el valor
asumir culpa que obtuvo mayor frecuencia como el valor que
sería más lamentado al no ser realizado por medio de la muerte. De esta forma,
esos datos muestran correspondencia a lo que Frankl (1989) discutió acerca de los
valores actitudinales, siendo esos valores relacionados a la posibilidad del ser
humano posicionarse ante una situación inevitable, como una situación de
sufrimiento. Con ello, el crecimiento y la capacidad de asumir culpa son valores que
demuestran una posibilidad del hombre de posicionarse ante una situación
inmutable y el sufrimiento que ella puede causar, siendo entonces reflejo de la
libertad última del hombre de posicionarse frente a una situación, causando la
realización de sentido. Por último, la categoría de valores creativos demostró los
valores de universidad / profesión y lograr objetivos y sueños como los valores que
serían más lamentados por no ser realizados a consecuencia de la muerte. Los
valores creativos están relacionados con actos de creación en los que el hombre
construye algo para el mundo, por medio del trabajo, estudios, obras artísticas, etc.
(Frankl, 1989). Por lo tanto, el hecho de que los valores referentes a la realización
de objetivos y sueños y de hacer facultad y profesión son apuntados por los jóvenes
como valores que traerían lamentación por no ser realizados ante la muerte, puede
estar relacionado con el hecho de que los jóvenes estudiantes encuentran sentido
en sus estudios al buscar una estabilidad profesional en el futuro, o la entrada en la
facultad, por ejemplo. Por lo tanto, la muerte acarrearía la no posibilidad de la
realización de metas y objetivos de esos jóvenes, trayendo entonces la lamentación
por la no realización de ese valor. Según Heidegger (1990), la anticipación de la
posibilidad de la muerte lleva al ente a comprender su poder-ser. Conforme piensa
ese autor, "la anticipación de la posibilidad irremisible obliga al ente que así anticipa
a la posibilidad de asumir su propio ser a partir de sí mismo y para sí mismo" (p.
47). Para finalizar, en lo que se refiere a la pregunta "¿Cómo sería la vida si nadie
muriera?", Se observaron las siguientes respuestas:

Respuesta 1. El mundo quedaría superpoblado; las personas no darían valor a la


vida si no tuvieran miedo de perderla. Dependiendo de la visión que se tiene sobre
la muerte, no existiría un problema ... Se observa que este tipo de argumento
presenta cierto pragmatismo que lleva a una representación objetiva de la muerte.
Por un lado, apunta que el miedo a la muerte, la posibilidad del no ser, llevaría a la
persona a valorar la propia existencia y por otro, la muerte previene la
superpoblación del mundo. Respuesta 2. En principio, creo que tendríamos la
oportunidad de volver atrás en algunas cosas y corregir errores, pero no tener fin,
no tendríamos idea de cuánto queríamos buscar nuevas cosas o tener nuevas
experiencias, y hasta qué punto existirían nuevas experiencias? A que la vida es
una repetición de actitudes y hechos. El argumento de tener una nueva oportunidad
para corregir errores pasados no está condicionado con la inmortalidad, ya que en
las posibilidades futuras el ser humano puede remediar sus actos, aunque la muerte
quita el área de libertad del ser humano (Frankl, 1989). Así, Frankl (1989)
comprende que, si los hombres tuvieran una vida infinita, aplazar a menudo sus
elecciones y no poseer así un sentido para realizar los valores que vivían en el
momento. Respuesta 3. Cualquier cosa es mejor que la muerte. Una de ellas es
vivir eternamente. Este tipo de argumento se refiere a una postura religiosa de la
muerte, la cual concibe que la mortalidad lleva a la inmortalidad del "alma", puesto
que el hombre religioso vive en función de una vida eterna. No obstante, según el
análisis existencial de Frankl (1989), con la muerte, el ser humano sale de la
condición de la temporalidad, quedando sólo la dimensión del ser-pasado, lo que se
constituye en su perennidad. Respuesta 4. Sería infinito (∞).
Otro tipo de respuesta fue de cuato tautológico, o sea, presenta una repetición
contenida en la propia pregunta. Esto puede ser interpretado como una forma de
evitar una reflexión sobre la condición de la finitud de la existencia humana, ya que
el reflejar sobre la muerte elicia sentimientos de angustia y miedo. Respuesta 5. No
existiría vida si no tuviera muerte, pues nada dura para siempre. ¿Cuál es el sentido
de la vida si no hay muerte? La muerte hace que nos agarramos la vida, para
hacernos pensar cuán valiosa es. La muerte en nuestra vida nos hace admirar,
gustar, amar a las personas o algo antes de que llegue la muerte. Por último, este
tipo de respuesta revela un grado de elaboración diferente de las anteriores por
integrar la muerte con la propia vida en una perspectiva dialéctica. La muerte en ese
aspecto sería el principal motivador de los actos específicamente humanos como el
amor, además, vincula la existencia humana a la vida, sobre todo a los valores
vivenciales, lo que, por consiguiente, valoraría la propia existencia. El propio Frankl
(1994) aventuró que la transitoriedad debe ser un incentivo para realizar las
acciones responsables en la existencia humana. Consideraciones finales El objetivo
del presente estudio fue identificar las concepciones de la muerte y sus
repercusiones para el sentido de la vida entre estudiantes de la enseñanza media.
Se considera que el alcance del artículo fue alcanzado, teniendo en vista que se
asignaron los principales conceptos sobre la muerte y averiguada su relación con el
sentido de la vida. Es posible constatar que los adolescentes todavía se esquivan
de las discusiones acerca de la muerte y del morir, puesto que para los días actuales
los temas relacionados con la finitud todavía se constituyen como un tabú. Sin
embargo, en la autoevaluación de los participantes, la muerte está vinculada con la
propia vida, como puede observarse

relato de uno de los participantes: Nunca pienso en la muerte. Esta fue una manera
de hacerme pensar en mi propia vida.
Frankl (2003) consideró que la educación puede tener un papel preponderante en
lo que se refiere al refinamiento de la conciencia de los jóvenes para el
descubrimiento del sentido y de los valores que están arraigados en la existencia.
De esta forma, el debate sobre la muerte en un ambiente escolar hizo que los
participantes pudieran expresar libremente sus creencias y concepciones acerca de
la finitud, así como proporcionó una reflexión sobre los valores que los guían,
haciéndolos consciente de los significados que permean sus vidas . Según piensa
Frankl
(1994), la transitoriedad tiene una importante función para la existencia humana, es
decir, "constituye nuestra responsabilidad, porque todo depende de concientizarnos
de las posibilidades esencialmente transitorias" (p 106). Así, se constató que las
discusiones sobre la muerte promovieron una reflexión sobre la vida, integrando la
dualidad vida-muerte. A partir de los resultados de este estudio, se sugiere que los
componentes curriculares puedan abrir un espacio para discusiones que angustian
la vida de los estudiantes, con el fin de expresar temas de lo cotidiano que están
imbricados con la existencia de esos jóvenes.

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