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SEMESTRE: Séptimo¨A¨
CÁTEDRA: Formación en valores
Integrantes: Francis Estrella, David Guacho, Alex Robalino, Geovanny Paula, Flor
Allauca y Edwin Sánchez.
Ing.: Diego Cajamarca
I. Tema:
GÉNERO VIOLENCIA E INCLUSIÓN
II. Desarrollo:
Igualdad.
La igualdad significa que todas las personas, sin importar su género, disfrutan del mismo
estatus social; tienen los mismos derechos a todos los derechos humanos; disfrutan del
mismo nivel de respeto en la comunidad; pueden aprovechar de las mismas
oportunidades para ejercer opciones acerca de sus vidas, y cuentan con el mismo nivel
de poder para dar forma a los resultados de estas opciones. La igualdad de género no
significa que mujeres y hombres o niñas o niños son los mismos. Mujeres y hombres,
niñas y personas con otras identidades de género tienen necesidades y prioridades
diferentes, pero relacionadas, enfrentan distintas limitaciones, y disfrutan de diferentes
oportunidades. Sus posiciones sociales relativas se basan en normas que, aunque no
son fijas, suelen beneficiar a los hombres y los niños, y perjudicar a las mujeres y las
niñas. Como consecuencia, las políticas y los programas los afectan de distintas
maneras. Un enfoque de igualdad de género trata de entender estas diferencias
relativas e identidades entrelazadas, apreciando que no son rígidas y que se pueden
cambiar. Es importante mantener en cuenta estas diferencias e identidades
entrelazadas en el diseño de las estrategias, políticas, programas y servicios.
Básicamente, la promoción de la igualdad de género significa transformar las relaciones
de poder entre mujeres y hombres, niñas y niños, y personas con identidades distintas
de género, con el objetivo de crear una sociedad más justa para todos y todas. Un
elemento de la estrategia de lograr la igualdad de género es la equidad de género. Un
enfoque de equidad de género es un proceso deliberado de ser justo para producir
resultados iguales y medibles. (Global, 2017)
Violencia
La violencia contra la mujer es uno de los problemas de salud pública más preocupantes
de nuestro país, no sólo por los daños físicos: muerte, golpes, entre otros; sino por los
daños a nuestra mente: ansiedad, indignación, humillación, desesperanza, entre otros.
Afecta directamente a las mujeres, pero además a nuestras niñas, niños, jóvenes y a
todo el entramado social. Por todo ello, es importante erradicar toda forma de violencia
en las relaciones humanas, comenzando por nuestras familias, así como en las escuelas
y las calles. (Rojas, 2017)
La violencia se manifiesta en las relaciones construidas entre las personas. Las
relaciones son mediadas no sólo por las personas implicadas, sino también por el
contexto, es decir por las costumbres, normas, políticas e instituciones sociales
construidas a través de la historia de un determinado lugar. Por ello, para atender este
problema, no sólo debemos trabajar con la víctima, sino con todas las personas, ya que
es necesario dinamizar las relaciones socialmente construidas. (Rojas, 2017)
La educación es el camino más largo, pero el más seguro para lograr erradicar la
violencia. No sólo es aquella que recibimos en las escuelas (que en su mayoría son más
instructivas), sino también a través de nuestro proceso socializador, desarrollado en
nuestras familias, en nuestras calles y a través de nuestros medios de comunicación.
(Gómez, 2014)
Para erradicar la violencia, es educar a nuestros niños, niñas y jóvenes en valores
basados en el respeto, la autonomía y la dignidad:
• Respeto: es reconocer, valorar y apreciar las cualidades o características, de
nosotros mismos, así como de las demás personas.
• Autonomía: es reconocer la capacidad para tomar decisiones, en nosotros
mismos, así como en las demás personas.
• Dignidad: es hacer valer como persona, sin humillarse ni degradarse, a nosotros
mismo, así como a las demás personas. (Gómez, 2014)
La violencia de género es un término de introducción reciente y se ha definido, en líneas
generales, como una manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y
las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, lo cual implicaría una
violencia que se dirige contra las mujeres por el simple hecho de serlo. Dentro de esta
perspectiva, no es lo mismo violencia de género que violencia doméstica, pues la
primera involucra a la mujer y la otra a la familia como sujetos de referencia. (Chávez et
al,.2016).
La inclusión desde la perspectiva de género su fin es lograr la igualdad tanto en hombres
como mujeres, mediante la incorporación del análisis de género, la investigación
sensible al género, las perspectivas de las mujeres y las metas de igualdad de género
a las políticas, proyectos e instituciones reconocidas. (Kerr,2004). Según Plan
Internacional en el 2017 nos dice que la inclusión tiene que ver con incorporar a las
personas de manera significativa. Es el proceso de mejorar los términos para la
participación social de las personas y los grupos y el gozo pleno de sus derechos.
Requiere abordar las causas fundamentales de la exclusión y entendimiento de la
magnitud del entrelace de las diferentes formas de exclusión. La inclusión implica
mejorar las oportunidades disponibles para niñas, niños y jóvenes, especialmente los
que son vulnerables y excluidos, entre ellos los y las NN con discapacidad, que son
excluidos basados en los grupos sociales con quienes se identifican y con quienes se
asocian, además de representar su dignidad.
América Latina es hoy en día la región más insegura del mundo, al igual que la más
desigual. La inequidad y la exclusión se traducen en altos niveles de violencia que
afectan principalmente a mujeres, jóvenes, niños y poblaciones indígenas. El ejercicio
de esa violencia es multicausal y multidimensional. La violencia es producto del impacto
psicológico y pérdida del tejido social causado por los diversos conflictos armados
vividos en la región; de la debilidad institucional y de la ausencia de políticas públicas
incluyentes y equitativas. La proliferación de armas de fuego y el fácil acceso a las
mismas exacerban la conflictividad e incrementan la letalidad. Desde una perspectiva
de género, en la última década surgen dos fenómenos asociados a esa violencia: el
feminicidio y la construcción de la masculinidad en las pandillas juveniles. La solución
debe plantearse desde una perspectiva multidimensional, basada en la prevención y en
las políticas de equidad e inclusión enfocadas en erradicar la violencia intrafamiliar y la
proliferación de armas de fuego en la región (Escribano, 2008)
La desigualdad de género y la exclusión varían de un lugar a otro, pero en todos los
países donde trabajamos encontramos diferentes formas de discriminación de género,
estereotipos de género y una distribución desigual de poder entre mujeres, hombres,
niñas y niños, y otros géneros, además de la exclusión basada en múltiples factores.
Entre estos factores encontramos raza, clase, etnicidad, capacidad, idioma, orientación
sexual e identidad de género. Reconocemos que las personas tienen múltiples
identidades que dan forma a sus experiencias. Consideramos que nuestro trabajo de
abordar la desigualdad de género puede ser fortalecido examinando la forma en que
estas identidades se entrelazan, y aprovechando estos conocimientos para informar los
programas y la incidencia. La desigualdad de género intensifica los efectos negativos
de todas las demás formas de exclusión, y por ende, la exclusión es distinta y, en
muchos casos, peor para las niñas y las mujeres. Entre los grupos excluidos las niñas
suelen ser las que enfrentan los mayores obstáculos al ejercicio de sus derechos y, por
lo tanto, la igualdad de género y los derechos de las niñas siguen siendo una prioridad
clara para nuestro trabajo (International, 2017).
El logro de la igualdad de género, la promoción de justicia de género, el cumplimiento
de los derechos de las niñas y propagar una sociedad inclusiva son objetivos centrales
de nuestro trabajo como organización dedicada a los derechos de la niñez e igualdad
para las niñas. Este compromiso se refleja en nuestra Estrategia Global 100 Millones de
Razones, nuestro Marco de Valores y Conductas y Nuestra Teoría del Cambio.
Comprometer a los varones a romper el silencio corporativo y trabajar junto con las
mujeres en la lucha contra la violencia. Y no sólo contra las grandes violencias, sino
también contra las múltiples formas de violencia social, sexual y doméstica contra
ellas. (Juan, 2018)
Como vemos, estas actuaciones suponen una amplitud de realizaciones que distan
mucho de la creencia de que poco puede hacerse con los varones y su violencia. Los
varones no son “naturalmente” violentos y por ello pueden (y deben) cambiar. Pero para
ello, este cambio debe ser promovido actuando sobre los diferentes factores que
generan la violencia masculina. En España, la actual preocupación sobre el tema de la
violencia doméstica permite pensar que es un buen momento para empezar a trabajar
seriamente para el desarrollo de acciones destinadas explícitamente a luchar contra la
violencia masculina. Para ello, una serie de líneas de acción deberían ser alentadas y
puestas en marcha por las instituciones Pero además, estas líneas suponen un
compromiso de políticas, legisladores, jueces, policías, educadores, trabajadores de los
medios, familias y personas de toda condición. Cada una en su ámbito, y todas en sus
propias casas tienen algo para hacer: diseñar programas, crear leyes, aplicarlas,
detectar problemas, prevenirlos, etc. (Martinez, 2017)
Desde hace algún tiempo, esta postura de inclusión en las estrategias contra la violencia
de lo que atañe a los varones, se está llevando adelante en diversos países a través de
diferentes acciones que tienen como objetivo general lograr la erradicación de la
violencia masculina.
Es una idea consensuada entre quienes desde hace más tiempo desarrollan este
trabajo, que para hacerlo, debe realizarse desde una perspectiva asentada en la
necesidad del cambio hacia la igualdad de las relaciones de género, y en los valores de
una cultura de la paz y la responsabilidad. Esta idea deriva de la convicción de que las
acciones contra la violencia masculina no sólo deben servir para detener la violencia
grave – como muchas personas que confunden lo urgente con lo importante podrían
pensar-, sino que deben ser parte integrante de las estrategias de protección de los
derechos de las mujeres, de las de erradicación de todo tipo de violencias, y de las de
desarrollo de convivencia igualitaria entre mujeres y varones, respetuosa, confiable y
segura, y que valore los modos pacíficos de resolución de los conflictos. (Méndez.,
2016)
La inclusión social tiene acepciones múltiples, pero sin duda pasa por las dinámicas que
vinculan el desarrollo de capacidades con el acceso a oportunidades a lo largo del ciclo
vital, y con ello, el acceso al bienestar, a redes de relaciones y al ejercicio de la
ciudadanía. En este marco, el artículo presenta aspectos problemáticos de la inclusión
social de la juventud latinoamericana, y lo hace en dos perspectivas distintas. En la
primera, se muestran disonancias que la juventud vive en sus procesos de inclusión:
más educación pero menos empleo, más acceso a información pero menos acceso a
poder, más consumo simbólico que no necesariamente se traduce en más consumo
material. En la segunda, se muestran brechas en el desarrollo de capacidades y el
acceso a oportunidades entre los propios jóvenes, según el hogar de origen (por
ingresos familiares), la territorialidad (urbano-rural) y otras condiciones que diferencian
y segmentan, lo que indica que las brechas de inclusión social se están reproduciendo
en las nuevas generaciones. Finalmente se destacan algunas tendencias positivas,
como la expansión de la educación y de la conectividad, y su progresiva difusión entre
los jóvenes. (Hopenhayn, 2018)
La educación no está siendo capaz de contribuir a superar las desigualdades ni de
reducir la brecha social, por lo que es preciso realizar mayores esfuerzos para que
realmente se convierta en un motor de mayor equidad social. El movimiento de la
inclusión ha surgido con fuerza en los últimos años para hacer frente a los altos índices
de exclusión y discriminación y a las desigualdades educativas presentes en la mayoría
de los sistemas educativos del mundo. La perspectiva de la inclusión demanda avanzar
hacia un único sistema educativo que sea más diversificado para atender de forma
adecuada las necesidades los distintos colectivos y personas, con el fin de lograr, por
distintas vías equivalentes en calidad, aprendizajes equiparables para toda la población.
Esto supone superar la actual separación entre la educación para todos y la educación
para aquellos que por diferentes razones son considerados “diferentes”. (Universidad
Autonoma de Madrid, 2017)
III. Bibliografía:
Bibliografía
Acosta, M. L. (14 de 11 de 2015). EMO. Obtenido de Evolución de la mujer en la socedad :
https://www.elmundo.es/opinion/2015/11/14/56462c31e2704e8b538b4571.html
Universidad Autonoma de Madrid. (2017). La equidad y la inclusión social: uno de los desafíos
de la educación y la escuela hoy. Reice, 55.
Universidad Autonoma de Madrid. (2017). La equidad y la inclusión social: uno de los desafíos
de la educación y la escuela hoy. Reice, 55.