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La autonomía en nuestros hijos

Por: Susana Sosa Rodríguez


Psicóloga
Especialista en Talento Humano
Especialista en Disciplina Positiva
Estudios en Crianza y Puericultura

Frecuentemente nos quejamos de la “falta de autonomía” de nuestros hijos y de que no son


capaces de independizarse para asumir algunas responsabilidades y deberes.

Desde muy temprana edad, esperamos que los niños se bañen solos, recojan los platos
sucios de la mesa, ayuden con los oficios de la casa por iniciativa propia, respondan por sus
deberes escolares y demás, sin necesidad de recordarles frecuentemente. Estas situaciones
se pueden mirar desde diferentes puntos de vista, partiendo desde la familia.

Para indagar un poco más en este tema, se hace necesario definir en primera instancia qué es
la autonomía. Se ha encontrado en la literatura muchas definiciones, pero desde la mirada de
la Puericultura es la capacidad de actuar y hacer las cosas por sí mismo, teniendo en cuenta
la responsabilidad consigo mismo y con los otros.

La autonomía es una de las metas del desarrollo y como tal debe ser entendida como un
proceso, no como un fin. Es así como a nuestros hijos debemos de acompañarlos activamente
en la construcción de esta habilidad de una manera afectuosa e ingeniosa con base en la
etapa de desarrollo en la que cada niño, niña u adolescente se encuentre.

Desde muy temprana edad podemos favorecer esta habilidad, acciones como respetar los
ritmos de aprendizaje, el reconociendo de fortalezas, el favorecimiento en la toma de
decisiones, el evitar centrarnos en sus
dificultades y la crítica. Por ejemplo, desde recién nacidos podemos ir fomentando su
autonomía reconociéndolo, en primera instancia, como un ser independiente con necesidades
específicas; por lo cual observarlo y escucharlo para entender sus peticiones de alimentación,
afecto y sueño, se hace primordial en estos primeros meses de vida.

Independientemente de la etapa del desarrollo en el cual se encuentren nuestros hijos, para


fomentar la autonomía se requiere que nosotros como adultos seamos modelos y los
motivemos a hacer aquello que ellos ya saben hacer por sí mismos.

Así que... evitemos las críticas y enfoquémonos en alentar a nuestros hijos en hacer lo que
pueden hacer, y quieren hacerlo.

2. Píldora:

El vínculo afectivo, la participación, la comunicación y nuestro liderazgo son elementos


fundamentales en el fomento de la autonomía de nuestros hijos, por lo cual se hace necesario
estimular la toma de decisiones, teniendo en cuenta su opinión, por más descabellada que
sea. No se trata de hacer la voluntad de nuestros hijos, se trata de escucharlos, acompañarlos
a ver las consecuencias de sus actos y de interactuar con amor y respeto.

3. Herramientas:

Para ser buenos padres, no es necesario híper sobreproteger a nuestros hijos. ¿Qué hay de
malo en que les ayudemos? ¡Nada! Nuestra misión es protegerlos, no Híper sobreproteger;
para ser buenos padres no se trata de evitar que nuestros hijos no sufran ningún malestar, o
contradicción, y que nada ni nadie los puede tocar. Esto lo que conlleva es una incapacidad
en tu hijo, le estás imposibilitando la capacidad de adquirir la autonomía. Los padres tenemos
que observar y estar al pendiente de nuestros hijos, pero no intervenir de inmediato, por
ejemplo, si tu hijo se cae en el parque, no corras como superhéroe a rescatarlo porque a la
final consigues que el niño sea incapaz de pararse por sí mismo, generando en un futuro una
baja capacidad para tolerar la frustración.

4. Actividades en Familia

Algunas recomendaciones para estimular la construcción de la autonomía son:

 Permite que tu hijo en edad preescolar elija el juego, la ropa que se quiere poner e
incluirlos en las decisiones de la familia.
 Motiva a tus hijos a participar en actividades deportivas, artísticas y lúdicas de su
preferencia.
 En la adolescencia escucha sus críticas y argumentos sin juzgar.
 Alienta a tu hijo en edad de 2 a 4 años a realizar actividades por si solo como
vestirse y comer.
 Establecer responsabilidades en la casa como lavar los platos sucios, sacar la
basura, guardar los juguetes, entre otras.
 Hablar sobre las emociones, no todo es felicidad y amor, también existe la rabia,
tristeza, frustración, y debemos hablar sobre la mejor manera de gestionarlas sin
irrespetar al otro.
 Jugar al aire libre y enseñarles a nuestros hijos que también se puede perder y que
es totalmente válido. Así podemos aprender de nuestros errores.

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