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EL CONCEPTO DE CIUDADANÍA Y SU EVOLUCIÓN HISTÓRICA
Escrito por AA. VV. Filosofía y Ciudadanía. Bachillerato 1. Editorial Mc Graw Hill.
Madrid. 2012 Categoría: FILOSOFÍA MORAL Y POLÍTICA: DEMOCRACIA-
CIUDADANÍA Publicado: 10 Febrero 2014
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1. El concepto.
Más allá de esa dialéctica, en todas las sociedades del mundo se enseña a sus miembros a
diferenciar entre "nosotros" y los "otros", desarrollando así lo que se llama "identidad
cultural". La aceptación del "nosotros" supone el reconocimiento de nuestra identidad. La
identidad cultural es la dimensión humana gracias a la cual ha sobrevivido la cultura de
muchas sociedades aun en situaciones extremas de presión social, política, económica o
ambiental. La ciudadanía también tiene su fundamento en esta dimensión humana y
colectiva.
Una herramienta esencial para llegar a ser un buen ciudadano es la educación, porque a ser
ciudadano se aprende. El ideal de participación sería el de la democracia griega, directa,
pero tal modelo tiene cuatro limitaciones: que es excluyente (solo para varones; estaban
excluidas las mujeres, los niños, los metecos o extranjeros y los esclavos); que libres
iguales eran solo los atenienses, no lo seres humanos; en tercer lugar, que la libertad era
solo la de participar, pero no estaban protegidos en la vida privada, en la cual podían darse
fácilmente las injerencias de la Asamblea y, por último, que la participación directa no es
posible más que en comunidades reducidas.
Esta visión del ciudadano que participa en la construcción de la polis, que está interesado
en las cosas públicas, que entiende que lo público es aquello que también le es propio, nace
en la Grecia de los siglos V-IV a.C.
Con la caída del Imperio romano de Occidente se inaugura una nueva etapa, la Edad Media.
En ella se pierde progresivamente la idea de ciudadanía entendida como la pertenencia a
una comunidad, la del ciudadano-súbdito. Así, el sistema feudal medieval basa la idea de
ciudadanía en una vinculación personal más que territorial, de linaje y de sangre. Se tiende
a una comunidad política imperial, dejando atrás el concepto de ciudadanía de la etapa
anterior. Además, en la sociedad medieval el individuo dispone de múltiples posesiones,
privilegios, derechos, etc.
De todos modos, la idea de ciudadanía en sus inicios también es excluyente, pues solo los
patricios romanos gozaban de plenos derechos, aunque después esos derechos se ampliaran
a otros colectivos de personas como los latinos, los libres, etc.
También es cierto que la ciudadanía pudo pervivir gracias a las ciudades, particularmente
las del norte de Italia. Es más, en este período se utilizó el término de "democracias
urbanas" aunque bajo esta fórmula que se empleaba además de en Italia, en Flandes, para
designar las ciudades comerciales, se escondía en realidad un régimen aristocrático.
Por ello, la ciudadanía medieval fue limitada y local, pero no del mismo modo en todas
partes. Allí no solo pervive la tradición teórica de la ciudadanía, sino que se mantuvieron y
desarrollaron ciertas instituciones características y una práctica de la participación
ciudadana.
4. La ciudadanía moderna.
En los siglos posteriores al Renacimiento, la ciudadanía casi desapareció, aplastada por las
teorías y burocracias del Estado centralizado. El modelo político dominante en Europa
occidental será la monarquía absoluta. Y en la medida en que la noción de ciudadanía
estaba asociada a la de autogobierno, no hay ya lugar para el concepto clásico de
ciudadanía.
La modificación del sentido de la ciudadanía tiene que ver sobre todo con la consolidación
del Estado territorial moderno, caracterizado no solo por su amplia extensión, lo que
dificulta la participación de una ciudadanía activa, sino por la concentración de poder en
manos del príncipe y el desarrollo consiguiente de la teoría de la soberanía. El ciudadano
viene a equipararse con el súbdito. El súbdito debe obediencia total hacia su príncipe
soberano, no hay igualdad ni participación política. El soberano solo debe protección para
sus súbditos. Esto favorece la aparición de una sociedad civil (es el conjunto de las
organizaciones e instituciones cívicas voluntarias y sociales que forman la base de una
sociedad activa y que elige a sus representantes políticos. Tiene la soberanía que le otorga
el poder popular) separada del ámbito político.
Destacan varios autores que enlazan la idea de ciudadanía con la noción de contrato. Este
nuevo concepto de ciudadanía del XVII se explica a partir de T. Hobbes. J Locke y J.
Rousseau. Estos pensadores pertenecen a la corriente de la filosofía política llamada
contractualismo.
Los estudiosos de la ciudadanía coinciden en afirmar que es en la época de las dos grandes
revoluciones burguesas, y sobre todo con la francesa, cuando se asiste al renacer del
concepto de una ciudadanía abierta, entendida bajo una triple dimensión:
• Ciudadanía legal. Recoge la igualdad abstracta ante la ley, frente a la ciudadanía donde se
diferenciaba a sus miembros en función de los privilegios locales, corporativos y
estamentales. Es la ciudadanía como estatus, que goza de igualdad en derechos ante el
Estado. Esta remite a la idea de ciudadano como individuo.
• Ciudadanía política. Es la del ciudadano como sujeto político que participa en el gobierno
de los asuntos públicos. Al depositar en el pueblo, no ya solo el origen de la soberanía,
como hicieran las soberanías contractuales, sino el ejercicio de las mismas, las revoluciones
francesa y americana recuperaron la ciudadanía como principio igualitario de pertenencia a
una comunidad política y convirtieron al ciudadano en protagonista de la vida pública. Aquí
la ciudadanía recupera su antiguo sentido de participación en el gobierno de la "res
publica".
Tras ambas revoluciones, el calificativo de ciudadano tiende a ser atribuido a todos los
individuos adultos masculinos, Pero esta universalización tiene sus limitaciones. Las
mujeres no iban a poder actuar en el espacio público en la nueva sociedad liberal. Sólo los
varones podrán ser valorados positivamente como "hombres públicos" y el concepto de
ciudadano no se podía ya entender como "persona perteneciente al cuerpo social" sino que
su uso quedaba restringido a una acepción concreta, la referida a los "llamados a ejercer los
derechos políticos", de tal manera que diversos colectivos sociales, como las mujeres, eran
equiparadas a los menores de edad por su condición de "dependientes" y, por tanto, no
podrían ser consideradas como ciudadanas.
La "Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano" de 1789 representa un nuevo
concepto de ciudadanía y de Estado. Los valores de la revolución- libertad, igualdad y
fraternidad- justifican la existencia de un Estado-nación repensado sobre las bases de la
fraternidad. Los derechos están pensados en y para los hombres y por ello aún no son
universales.
Junto con esta declaración están los Pactos Internacionales de Derechos Humanos que son
tratados internacionales que obligan a los Estados firmantes a cumplirlos.
5. La ciudadanía contemporánea.
Para algunos autores las notas más destacadas del concepto contemporáneo de ciudadanía
son la participación, los derechos y la pertenencia. Por ello un ciudadano es una persona
que pertenece plenamente a la comunidad- no es un residente temporal- que tiene en virtud
de ello ciertos derechos- y los deberes que les corresponden-, y que de alguna manera toma
parte en la vida pública.