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BALAM HIDALGO LOPEZ

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FILOSOFIA DE LA HISTORIA
PROFR. JORGE VELAZQUEZ DELGADO

REPORTE DE LECCTURA 1: SOBRE LA HISTORIA

La historia no es tan inofensiva como parece. Tal vez la mayoría se puede preguntar
¿y para qué la historia? Una mirada más cautelosa se percatara que la historia juega
un gran papel dentro de la vida humana. Pues es verdad que la historia es fuente
de legitimación del presente. La historia puede tener un papel positivo o bien un
papel negativo dentro de la vida del hombre. Por ejemplo, la historia ha sido la
materia prima que nutren a las ideologías. Si el pasado no se adecua a la ideología
entonces esta construye su propio pasado de tal manera que el presente quede
legitimado por él, pues es probable que el fenómeno histórico que se quiere legitimar
no es en ningún caso algo antiguo sino nuevo.

Así pues si el presente no tiene nada o poco que celebrar el pasado puede
proporcionar un trasfondo glorioso. Por ejemplo, Hobsbawm nos recuerda como el
gobierno de Ankara trata de reivindicar el tesoro del rey Priamo de Troya que fue
descubierto de Schiemann. De esta manera el historiador se encuentra a sí mismo
como un actor dentro de la arena política. Es entonces que la historia deja de ser
inofensiva y se convierte en un arma política. Esta situación termina afectando al
historiador doblemente. Por un lado el historiador tiene la responsabilidad con
respecto a los hechos históricos y por otro lado son los encargados de criticar todo
abuso que se haga de la historia.

Uno de los obstáculos que ha surgido en contra de la responsabilidad que tiene el


historiador sobre los hechos es la moda postmoderna; que sostiene que todos los
hechos supuestamente objetivos no son sino creaciones mentales. Ósea que no
habría ninguna diferencia entre realidad o ficción. Pero sin embargo, la diferencia
realmente existe, los historiadores deben de ser capaces de reconocer esta
diferencia. O bien fusilaron a Maximiliano o no lo hicieron. El hecho es objetivo. Otro
ejemplo, el gobierno turco fue responsable del genocidio de los armenios o no lo
fue. Una cosa es tratar de ocultar dicho acontecimiento pero de esto no se sigue
que no haya un hecho objetivo.
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Las ideologías pueden dar un mal uso de la historia, y esto dista mucho de ser un
debate simplemente académico. Por ejemplo, los nacionalistas griegos niegan a
Macedonia incluso llamarse así pues ellos argumentan que se trata de una región
griega que forma parte del estado nación griego. Y en este punto es donde el
historiador griego debe de afirmar que todo esto es una tontería. Que en el siglo IV
a.d.C. no existían ninguna estado nación griego y que el imperio macedónico no se
parecía en nada a un estado nación griego. Este es un intento de sustituir la historia
por un mito.

También se puede citar el caso de Israel. Al respecto Hobsbawm dice:

“Me doy cuenta de que la historia de la creación del estado de Israel dejó de
escribirse para servir básicamente como propaganda nacional o como defensa de
la causa sionista unos cuarenta años después de que el estado comenzara su
andadura”.1

Y esto mismo ocurrió con la historia de Irlanda. Así pues la historia es más como
una bomba de tiempo que puede ser usada en cualquier momento.

Pero ¿Cuál es la relación entre el pasado, presente y futuro? Como ya se mencionó


una manera en que el pasado se relaciona con el presente es que este es legitimado
por aquel. Pero resulta ser que uno se encuentra con sociedades y comunidades
para las cuales el pasado resulta ser el modelo para el presente. Según esto cada
generación busca copiar con la máxima fidelidad posible a las generaciones
pasadas y si no lo alcanza a lograr entonces fracasa. Claro que si hubiera un
predominio absoluto del pasado entonces se negaría cualquier cambio, y es
imposible que haya alguna sociedad sin cambio. En el alcance del pasado siempre
surgen intersticios y es de estos donde puede surgir el cambio. Entonces surge la
pregunta de qué tipo de actividades suelen recibir un trato flexible, es decir, que
puedan ser aptas para el cambio. Y un posible candidato seria el ámbito tecnológico
mientras que su contario seria la organización social, el sistema de valores y la

1
Hobsbawm, Eric. 1998. Sobre la historia. Crítica. Barcelona. p. 20
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ideología. Es común ver que sociedades adquieren nuevas tecnologías sin por eso
cambiar su organización social. Y también no sería de sorprender que existan otras
sociedades que se hayan opuesto a la entrada de nuevas tecnologías

.El pasado también funge como el tribunal ante el cual se dirimen los conflictos e
incertidumbres de la actualidad, la ley equivale pues a costumbre. Los documentos
en los cuales se conserva el pasado y los cuales adquieren una autoridad espiritual
cumplen la misma función en todas las sociedades. Señala Hobsbawm que es
posible que los indios americanos reivindiquen la posesión de unas tierras
simplemente sobre la base de una posesión desde tiempos inmemoriales o sobre
el recuerdo de que esta tuvo lugar en el pasado.

Este tipo de sociedades también pueden tener cambios radicales, pero es claro que
su justificación la deben de encontrar en otro lado. Tal vez la encuentren en el
redescubrimiento de una época lejana del pasado. O tal vez la encuentren en un
rompimiento moral muy fuerte con el pasado justificándolo mediante la profecía o
revelación religiosa. Pero aun así parece que de cierta manera se requiere del
pasado. El historiador o antropólogo se encuentra pues en problemas cuando
estudia algunos de los casos de legitimación de las innovaciones sociales en
palabras de Hobsbawm:

“Cuando el rígido marco normativo del pasado se ve sometido a una presión limite
y tal vez, como consecuencia, sea incapaz de funcionar de un modo adecuado”. 2

La idea de que el presente debe reproducir el pasado hace que el cambio deba ser
lento. El pasado será capaz de asimilar el cambio cuando el pasado oficialmente
aceptado lo haga bajo la forma de una historia que se convierte en mito o ritual.,
mediante la modificación del sistema de creencias o bien ampliando el marco
ideológico.

2
Ibíd. p. 25
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Es un mito de la ciencia social el hablar de las sociedades “tradicionales” sin cambio.
Es cierto, que si la transformación no alcanza un cierto nivel, a tal sociedad se le
puede llamar aun “tradicional”, es decir, el pasado sigue dando forma al presente.

Todo esto no significa que si bien la imagen del pasado es el molde para el presente,
no es lo mismo que decir o dar una imagen de inmovilidad social. Son compatibles
con periodos de cambio histórico de carácter cíclico y también son compatible con
el retroceso que sucede en las catástrofes. Con lo que si resulta incompatible es
con la idea de un progreso ininterrumpido.

Si las sociedades alcanzan un cierto nivel de transformación entonces el pasado ya


no es más el molde con el que se configura el presente, a lo mucho, llega a
convertirse en un simple marco de referencia. Eso es lo que pasa cuando se dice
“tenemos que recuperar las costumbres del pasado”. Pero incluso si esto se llevara
cabo, es decir, que se cumpliera el regreso al pasado, ya nada sería igual que antes.
Tal vez se logren rescatar algunos elementos del pasado pero que serían
funcionalmente distintos. Hobsbawm pone como ejemplo el intento de Zapata de
reconstruir el statu quo de los campesinos cuarenta años antes de Porfirio Díaz. Lo
que paso fue que no pudo reconstruir el pasado en el sentido literal pues no se tenía
el conocimiento de lo que realmente fue. Además la innovación no se podría extraer
dejando a la sociedad tal como era antes, todo lo contrario si había un intento de
extracción de la innovación con ello no se regresaba a la sociedad al estado original.
Es más para eliminar la innovación se necesita de otras innovaciones. Y lo que paso
con los campesinos de Morelos fue que pusieron en marcha una serie de
consecuencias más trascendentales; por ejemplo, se volvieron una fuerza
revolucionaria más allá del estado de Morelos. Es decir, que lo que se había iniciado
como una simple reconstrucción social se convirtió más bien en una transformación
revolucionaria de la sociedad.

Parece pues que la única manera de restaurar el pasado es en sus aspectos más
triviales como es la restauración de edificios, pero aun así habrá intentos de lograr
restaurar el pasado. Sin embrago, hay que diferenciar los intentos que son
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meramente simbólicos de los que no lo son. Los primeros se quedan en el puro
símbolo ya que es una materia indefinida lo que se quiere reconstruir. Aunque esto
no quiere decir que no se pueda dar tanto la restauración puramente simbólica como
la que no es puramente simbólica al mismo tiempo.

Sin embargo, nos recuerda Hobsbawm, que se llega a un punto en el cual el pasado
ya no se pueda reproducir literalmente ni tampoco reconstruirse. Llegado este punto
el pasado queda tan lejos de la realidad tanto tangible como recordada que solo le
queda ser un mero lenguaje que se usa para definir en términos históricos ciertas
aspiraciones que existen en el presente. Es en este punto donde el intento de
recrear el pasado que tiene una relación mínima con el presente se presenta como
una total innovación y es donde existe la posibilidad de que el pasado que se invoca
sea un simple artificio.

Hay que distinguir entre la historia inventada para usos retóricos y algún uso
concreto de restauración. Los movimientos nacionalistas son los que más se
benefician de este modo, pues la historia resulta muy moldeable a la hora de
construir naciones.

Hobsbawm comenta:

“El problema del rechazo sistemático del pasado sólo surge cundo se admite que la
innovación es a un tiempo inevitable y aconsejable desde un punto de vista social:
es decir, cuando es sinónimo de “progreso””.3

Pero de esto surge dos problemas ¿cómo se llega a legitimar la innovación? Y


¿cómo se formula el nuevo modelo de la sociedad? Como ya se había mencionado
antes es en el área de la tecnología donde menor reparos hay para aceptar las
innovaciones, mientras las transformaciones sociopolíticas son la que encuentran
más oposición para llevarse a cabo. Por otro lado resulta paradójico que el pasado
sigue siendo la mejor herramienta para entender el presente, así pues el cambio se
convierte en su propia legitimación con un nuevo sentido del pasado. Es más para

3
Ibíd. p. 30
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ver qué tipo de consecuencia traerá una cierta innovación en el futuro se recurre al
pasado para tratar de averiguar qué es lo que posiblemente pasara.

Llegado a este punto creo que resulta más fácil ver cuáles podrían ser las funciones
de la historia. En primer lugar puede ser que el presente sea poco gratificante en
algún sentido, pero es entonces que el pasado se puede utilizar para reconstruir el
presente de un modo satisfactorio. Es de esta manera que se habla de los “viejos
tiempos” y del regreso a ellos. Y hemos visto cómo es que surgen movimientos
sociales que tratan de regresar o restaurar algún pasado. Pero esto se debe que a
pesar de las innovaciones que han surgido a lo largo de la historia el pasado sigue
conservando su misma autoridad de siempre.

La historia ¿tendrá algo que decir sobre el presente? Muchas veces pasa que la
relación que existe entre el estado de cosas actual y los pasados dista mucho de
ser similares más bien son totalmente diferentes debido a los profundos y
constantes cambios que han pasado. Pero dentro de este contexto surge para la
historia la tarea secundaria de señalar que el cambio no es ni puede ser totalmente
universal.

Es fácil confundir la moda con el progreso y es por eso que la historia tiene la
responsabilidad de advertirnos. Claro también es de esperar que la historia trate de
responder preguntas como esta: ¿cómo es que los hombres pasaron de las
cavernas a construir armas nucleares y explorar el espacio? Pero si se estudia la
evolución de la sociedad humana no es para predecir el futuro pues esto no lo puede
hacer la historia, pero lo que si puede hacer mostrar las pautas y mecanismos del
cambio histórico y sobre todo las transformaciones que ha sufrido la sociedad
humana en los últimos siglos.

Pero sea dicho de paso un proyecto como este necesita un marco conceptual en el
cual se apoye. Para Hobsbwam el mejor marco conceptual que se pueda encontrar
es el dado por Karl Marx y su materialismo histórico. Esto no quiere decir que Marx
este totalmente en lo cierto, pero lo que si quiere decir es que no se puede hacer un
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debate serio de historia sin referirse a Marx. Este marco conceptual nos da una
concepción rica de la historia para comprender el cambio social pero:

“La historia no cuenta con una fórmula magistral para averiguar cuáles serán las
consecuencias exactas de dicho cambio, ni posibles soluciones para los problemas
que probablemente creará o que tal vez haya creado ya. Pero si puede señalar una
dimensión del problema que tiene carácter urgente, concretamente la necesidad de
la redistribución social”.4

¿Cuál es la relación de la historia con otras ciencias sociales? La relación con las
demás ciencias sociales es compleja. Es obvio que la historia se nutre de ellas, pero
la historia no se reduce a una de ellas. Por ejemplo, la historia tiene una estrecha
relación con la economía, ningún economista negara que la historia le es útil. De
hecho se ha desarrollado un hibrido entre la historia y la economía llamado historia
económica. Pero también es común que los historiadores duden de la utilidad de la
economía para su disciplina pues la historia abarca un campo más amplio de lo que
la economía lo hace. La economía selecciona solo algunos componentes de
comportamiento humano que los llama “económicos” dejando de lado los demás
aspectos de lo social. En cambio la historia no puede optar por excluir algún
elemento de comportamiento humano, aunque de vez en cuando se enfoquen más
en algunos y descuiden otros. Por supuesto, por comodidad los historiadores se
especializan. Pero eso no quiere decir que los historiadores se desvíen de su
objetivo principal, a saber, hacer una “historia total”: De esta forma es que el campo
de la historia económica resulte ser más amplio que el campo de la economía.

Así pues el historiador puede partir de la idea que la economía es siempre


históricamente específica, es decir, que la producción siempre es producción dentro
de una determinada etapa de desarrollo. Y también puede el historiador ser
consciente de que la generalización es legítima. Pero se debe de aceptar que por
más complejas que sean estas generalidades son insuficientes para la compresión

4
Ibíd. p. 47
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de la producción o transformación de las etapas históricas. Al respecto Hobsbawm
dice:

“Por decirlo de una forma más general, los historiadores necesitan explicaciones
además de análisis”5

Los economistas prefieren el análisis a las explicaciones. Pero el historiador no se


puede conformar con solo el análisis del capitalismo sino que también se tiene que
responder preguntas como ¿por qué surgió el capitalismo en Europa y no en China
por ejemplo?

Ahora bien, la ciencia social busca la objetividad pero tal pareciera que en la historia
y las ciencias sociales es fácil tomar partido. Por un lado tenemos la tendencia de
buscar una ciencia puramente objetiva y libre de valores; pero por otro esta la
inclinación a subordinar la investigación a las autoridades ideológicas y políticas que
el investigador acepte. Es pues el partidismo un tema importante ¿Qué tan válido
es el partidismo? A resultado dejar de ser controvertido que no es posible que exista
una ciencia puramente objetiva y libre de valores; pero también está la posición que
debe considerarse que todo en la ciencia desde los procedimientos hasta las
conclusiones, tienen una función política y/o propósito político especifico, que por lo
común se asocia con algún grupo, organización o política específica. Comenta
Hobsbawm:

“En un extremo está la posición apenas controvertida de que el científico, hijo de su


tiempo, refleja las ideas preconcebidas de tipo ideológico y otro que son propias de
su entorno y experiencias, así como inquietudes histórica o socialmente específicas.
En el otro extremo está el punto de vista según el cual tenemos que estar dispuestos
no solo a subordinar nuestra ciencia a los requerimientos de alguna organización o
autoridad, sino que debemos favorecer activamente la citada subordinación”:6

5
Ibíd. p. 121
6
Ibíd. p. 134
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Claro, pienso, que también se puede dar grandes rupturas en el pensamiento de
una época y generar ideas que resulten nuevas a la época aunque siempre con
referencia a las ya presentes.

Hay lo que se puede denominar partidismo “objetivo”, que se puede caracterizar


como aquel partidismo que se apoya en el desacuerdo no sobre hechos verificados
sino sobre su selección y combinación y sobre las inferencias que se puedan extraer
de ellos. Pero no todo partidismo puede incluirse en el discurso científico, por
ejemplo esta lo que se puede llamar como el partidismo “estalinista”. Pues el
historiador que pasa a ser dirigente de algún órgano del partido ya no escribe sus
artículos como historiador sino como editorialista político. Bueno, eso tampoco
significa que no pueda seguir cultivando la historia, hay ejemplos, como el de
Jaures, que han producido historia a pesar de sus afiliaciones partidistas.

El partidismo puede traer algunas ventajas, puede ser que los intelectuales
partidistas sean los únicos que estén dispuestos a investigar ciertos aspectos que
de otra forma no se haría. Y esto no solo ha creado nuevos temas de investigación
sino que también ha creado incluso nuevas ciencias, así que es difícil de imaginarse
el desarrollo de las ciencias separadas del partidismo.

Volvamos ahora, para finalizar, a recalcar la influencia de Marx en la historia. El siglo


XIX fue en siglo de avance científico y de revoluciones, pero no fue así para la
historia. Salvo en las técnicas de investigación lo que le ocurrió a la historia fue un
retroceso. La historia siguió el ejemplo de von Ranke, pero en realidad aporto poco
a la historia pues solo trato de concentrarse en los “hechos” y así que lo único que
aporto a la historia fue una serie de criterios empíricos para poder valorar cierta
clase de documentos. No era su intención concentrarse en la “historia de los
acontecimientos”. Los historiadores aceptaban un positivismo de manera inocente.
En comparación con otras ciencias sociales la historia se encontraba atrasadísima
y no aportaba nada en la compresión de las sociedades humanas.

A finales del siglo XIX hubo un movimiento en contra de la ideas de Ranke.


Pareciera que esta nueva orientación se debe a influencias marxista. Pero ¿hasta
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qué punto fue así? Y ¿de qué manera contribuyen los marxistas a ella? En su mayor
parte fue la influencia del marxismo vulgar la que más fuerza tuvo. El marxismo
vulgar se puede caracterizar por los siguientes puntos:

1.- La interpretación económica de la historia

2.- La aceptación del modelo base superestructura

3.- El interés de clase y lucha de clases

4.- Las leyes históricas y la inevitabilidad histórica.

5.- El desarrollo de la investigación de temas específicos que se derivan de Marx:


como el desarrollo del capitalismo

6.- Desarrollo de temas de investigaciones específicos que no provienen de Marx:


como el interés por la agitación de las clases oprimidas.

7.- Observaciones sobre la naturaleza y los límites de la historia.

Sea la influencia del marxismo vulgar o no, esta se ha concentrado en transformar


a la historia en una ciencia social. La importancia del marxismo dentro de la historia
es que permite explicar el cambio y transformación de las sociedades, es decir,
permite explicar la evolución social.

Bibliografía
Hobsbawm, E. (1998). Sobre la historia . Barcelona: Crítica.

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